En la Guerra de Flandes -o de los Ochenta Años- abundaron más los sitios que las batallas campales. La región se convirtió en la zona más y mejor fortificada de Europa. De entre los numerosos asedios que se vivieron, destaca el de Ostende por su duración -más de tres años- y por el sangriento empecinamiento de ambos bandos. Ríos de sangre española, holandesa, italiana, valona, alemana, inglesa..., se verterían en los canales, dunas, marismas y baluartes de Ostende.