Bestiario del arte paleolítico peninsular
Las representaciones de animales y zoomorfos son las más comunes del arte paleolítico. Aproximadamente, más de la mitad de las figuras grabadas o pintadas en la Península Ibérica durante el Paleolítico son grandes bovinos y caballos, un 27% son ciervos y el 9,5% cabras montesas.
Constituyen un registro muy valioso. Nos permite conocer, no sólo ciertos rasgos de la ideología paleolítica, sino también cómo era el paisaje en el que vivían los cazadores recolectores. Muy a menudo los estudiosos de la fauna acuden a estas representaciones para confirmar qué clase de animales eran los que habitaban la península. Las imágenes del arte paleolítico no siempre se corresponden con lo que podríamos deducir a través del registro arqueológico, hecho que abre paso a interesantes conclusiones y sorprendente información.
Ahora repasaremos brevemente el bestiario del arte paleolítico peninsular. Enumeraremos las especies animales que se representaron durante el Paleolítico, y profundizaremos un poco en su función descriptiva del entorno climático.
En efecto, de todas las representaciones animales del Paleolítico, las de bóvidos y cérvidos son las más comunes. Sobre un millar de representaciones grabadas o pinturas en el interior de las cuevas peninsulares, pasan de 250 las figuras de ciervos y ciervas (Ceruus elaphus). Algunas de las más conocidas: Altamira, Cueva Pasiega, Covalanas y Cueva de Chimenea:
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Las imágenes de caballos (Equus mosbachensis) son también muy habituales. De todas las representaciones de la península, que en total son más de 200, los ejemplos de Ekain, la Pasiega y Tito Bustillo son los más citados por su impresionante nivel de realismo:
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Son algo menos frecuentes (5%) las imágenes de bisontes (Bison priscus), contándose cerca de un total de 190 representaciones en toda la península. Las más destacadas son, sin duda, las figuras polícromas de Altamira; y también Altxerri, Covaciella, Santimamiñe, Pasiega y Castillo:
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Los uros (Bos primigenius) también cuentan con una importante representación. Existen cerca de 120 figuras identificadas y varias dudosas. Ejemplos excelentes son La Clotilde, Altamira, Tito Bustillo, La Loja, El Rincón, Arenaza o La Pileta.
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La cabra montesa (Capra pyrenaica) ocupa alrededor de un 10% de las representaciones rupestres en la península, y cuenta con varios ejemplos notables de arte mueble. Por desgracia las pinturas y gravados parietales han llegado peor conservados hasta nosotros. Algunos lugares a destacar son Cueva del Bosque, Llonín, Morrón y la Pileta.
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Estos cinco animales acaparan más del 90% de las representaciones totales en la península; un número excesivo sin duda (decisivo en ocasiones para comprender y explicar la función y el significado del arte paleolítico). Sin embargo, el diez o siete por ciento restante está bien nutrido por una gama variada de fauna peninsular, convirtiéndose, por descontado, en el tramo de más interés para formarnos una idea aproximada del paisaje natural en el que vivieron los cazadores del paleolítico superior.
Así, podemos encontrar paquidermos (Castillo, Pindal, Los Casares y Las Caldas); aunque no siempre sea sencilla su identificación (Palaeoloxodon antiquus, Mammuthus primigenius, ¿Elephas antiquus?):
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Algún posible rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis) y rinocerontes de Merck (Dicerorhinus kirckbergensis) en Los Casares, Las Caldas y Ekain:
Los alces (Alces alces) también son de difícil aceptación, en, por ejemplo, Altamira, Hornos de la Peña y La Pileta:
Pocos jabalíes (Sus scrofa), dudosos en Santimamiñe y bastante reconocibles en Altamira, a los laterales del gran techo.
Se ha encontrado algún sarrio (o rebeco) en Peña de Candamo y Altxerri:
Felinos (Panthera spelaea) en Los Casares y alguna representación en arte mueble (Collubil):
Las representaciones de osos pardos y cavernarios no son tan frecuentes como en otros puntos de la geografía europea. Aún así, contamos con notables ejemplos en Santimamiñe, Ekain, Las Monedas y Venta Laperra:
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Un zorro (de especie ártica, según algunos) en Altxerri, dos zorros comunes en Santimamiñe y un glotón en Los Casares:
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Las figuras de aves son raras. Las más famosas corresponden a un gravado de El Pendo, descritos en ocasiones como pingüinos, pero que más probablemente corresponden a anélidos (I. Bariandarán y cía., 2006):
Más comunes son las representaciones de peces. Los más famosos, sin duda los pleuronectiformes (¿platijas?) de Altxerri:
También tenemos un túnido en Pindal y una breca en la Pileta:
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Hay cierta controversia en torno a si varias representaciones esquemáticas en forma de óvalo corresponden a peces en El Pendo, Altamira (!), El Valle y Ermittia. Hay una representación muy especial (aunque incomprensiblemente poco difundida) de un cachalote (y un bisonte) en un colmillo del mismo animal encontrado en el estrato Magdaleniense de Las Caldas:
Por lo demás, varios serpentiformes de Llonín y Alxxerri fueron identificados como anguilas en un primer momento. Pero varios autores han preferido ver más recientemente serpientes (o sencillamente signos ondulados):
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Es interesante considerar que la mayoría de las figuras animales fueron representadas de perfil. Hay ciertos ejemplos de representaciones captadas de frente, especialmente de cabras y cérvidos. Han provocado alguna discusión por su supuesta derivación hacia interpretaciones esquemáticas relativamente abundantes en el arte mueble. Se piensa, por ejemplo, que son figuras de cabras vistas de frente las series de ’v’ grabadas sobre azagayas, varillas, dientes y propulsores:
Este es el registro completo de representaciones animales en la Península Ibérica. No entraremos en este breve artículo en qué funciones concretas cumplían estas figuras ni pormenorizaremos más de lo aconsejable el hecho de que el registro simbólico sea radicalmente opuesto al registro fósil.
Acaso queda explicar que los animales del repertorio gráfico rupestre se corresponden con biotopos concretos. La presencia de caballos y renos en Tito Bustillo, por ejemplo, parece sugerir un paisaje de espacios abiertos propio de los climas fríos. Los ciervos y las cabras de Llonín, por su parte, concuerdan con la fauna habitual en los parajes próximos de bosque y roquedo. Pindal, situada en la rasa litoral, aseguraría la presencia de las especies de campo abierto (equinos y bóvidos, fundamentalmente) que aparecen pintadas en las paredes de la cueva… Las figuras de La Pileta y su gran variedad corresponderían en cierto modo la variedad de paisajes que rodean el lugar.
Autor: Mundo Historia
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