Caballería Romana: La Era de la caballería comitatense (De la crisis del siglo III a la caída de Occidente)
Durante los siglos III y IV, los ejércitos romanos siguieron siendo básicamente ejércitos articulados en torno a la infantería, con la caballería sirviendo como vital apoyo. Sin embargo las necesidades que generaba la defensa del Imperio, llevaron a que la caballería siguiera cobrando cada de más relevancia dentro de este esquema.
La Caballería en la Crisis del siglo III
En la primera época del Imperio, lo normal era que los ejércitos romanos dispusieran de tiempo para planear sus campañas, retirando destacamentos (vexillationes) de las diversas unidades a lo largo del Imperio para formar un ejército de campaña ya fuera con ánimo de conquista o para castigar a alguna tribu bárbara especialmente molesta y bajarle los humos.
Con un Imperio debilitado por las numerosas luchas internas, las cada vez más frecuentes incursiones bárbaras en las fronteras del Imperio suponían un grave problema. Muchas incursiones eran de poca entidad, a manos de grupos con gran movilidad; para hacerles frente no era muy adecuada la poderosa infantería pesada legionaria o auxiliar sino fuerzas más ligeras de caballería e infantería. La caballería aportaba una movilidad cada vez más necesaria: capacidad para desplegarse rápidamente en el punto amenazado o para perseguir a los incursores en su regreso; por ello su número siguió en aumento continuando con una dinámica que ya se había visto en la época de los Severos. Es posible que a mediados del siglo III ya se hubieran alcanzado los cerca de 80.000 jinetes.
Un explorador irregular informa a un decurión de un ataque a un puesto fronterizo romano; mediados del siglo III (Angus McBride para Concord).
La Caballería de Galieno y Aureliano
En la época de Valeriano-Galieno (253-268), el Imperio no sólo estaba amenazado por incursiones bárbaras en las fronteras sino que acabaría perdiendo el control de buena parte del Imperio a manos de usurpadores, tanto en Occidente como en Oriente. Es en ese contexto en el que Galieno crea un cuerpo móvil a base de caballería (probablemente también contuviera algo de infantería).
Su creación parece datar del 255-258, a base inicialmente de destacamentos, los cuales se habrían mantenido leales a Galieno durante la desintegración del Imperio. Dicho cuerpo pasó a establecerse en Milán en 259, con el general Aureolus como comandante de la caballería. La posición de Milán permitía tanto vigilar una invasión del ejército del usurpador Postumo desde la Galia como prevenir una invasión de Italia por parte de las tribus germánicas de los alamanes (alemanes).
El cuerpo creado por Galieno sería bien aprovechado por sus sucesores, en especial Aureliano, que consiguió “restaurar el Imperio”. Al menos eso se piensa, ya que no hay pruebas clara de continuidad. Lo cierto es que Aureliano fue nombrado comandante de la caballería por parte de Claudio Gótico (sucesor de Galieno) y que ya siendo emperador utilizó una importante fuerza de caballería para someter a los rebeldes palmireños. En algún momento el cuerpo se supone que se disolvió por no ser necesario o bien por temor al peligro que suponía su existencia para la estabilidad del Imperio, debido a la concentración de poder en el comandante de dicho cuerpo.
Caballería romana de un ala auxiliar en el siglo III (Ronald Embleton)
Como se articuló dicho “cuerpo móvil de caballería” es desconocido. Probablemente tomando como base una combinación de jinetes legionarios, jinetes auxiliares y aprovechando la presencia de fuerzas irregulares mauri (jinetes ligeros norteafricanos) y orshoeni (arqueros a caballo orientales), que habían sido traídos para una prevista campaña contra los alamanes.
Durante el propio reinado de Galieno o tal vez un poco más tarde, la caballería sería reforzada por los denominados jinetes dálmatas (equites Dalmatae). Se trataba de una caballería ligera que algunos piensan que era equivalente a la norteafricana de los mauri, es decir sin protección más allá de sus escudos y armados principalmente con jabalinas.
Tres jinetes romanos. El primero armado con cota de malla, lanza y escudo es el jinete típico de la mayoría de las unidades de caballería. A su lado hay dos jinetes ligeros, incluido un mauri (M. Perry).
Equites Promoti
La caballería legionaria sufrió un fuerte incremento que se suele datar en la época de Galieno pero no es descartable que tuviera lugar ya en la época de la dinastía Severa. Se sabe que Caracalla en su campaña parta reforzó una legión con equites extraordinarii (jinetes extraordinarios), un probable antecedente de los equites promoti (jinetes promocionados).
La caballería legionaria se incrementó enormemente ya que si hacemos caso a Vegecio, la legión pasó a tener 730 jinetes: el equivalente a 22 turmas de 33 soldados/oficiales más 4 oficiales extra. En teoría estos no estarían organizados administrativamente en turmas -aunque es posible que sí a efectos tácticos-, y se habrían distribuido entre las cohortes de la siguiente manera: 9 cohortes con 66 jinetes (el equivalente a dos turmas de 33), quedando la primera cohorte con un contingente doble de 132. Los equites de la 1ª cohorte tenían un estatus especial y son definidos como equites loricati y equites fortiores, indicando tal vez que que se trataba de jinetes “más pesados” (acorazados) que el resto. El resto no se diferenciaría demasiado del típico jinete “medio” de las alas de caballería.
Aunque ahora las legiones contaban teóricamente con una poderosa caballería, lo más probable es que la mayoría le fuera sustraída para formar vexillationes (destacamentos) de caballería. El mencionado cuerpo de caballería creado Galieno y heredado por sus sucesores, debe haberse nutrido con ellos; por ello muchas legiones verían su caballería permanente reducida a poco más o menos una pequeña fuerza como antaño. Diversos estudios (en base a salarios y donativos reflejados en papiros) proporcionan estimaciones muy bajas del contingente medio de una legión: 78 en un estudio y 149 en otro.
Draconarius (Romeo Models). La enseña del draco se fue popularizando en el siglo III (mas allá de su uso en la Hippica Gymnasia).
La Caballería tras la Reforma de Diocleciano y Constantino.
Entre finales del siglo III y comienzos del siglo IV el ejército romano fue evolucionando hasta por fin regularizar un modelo de ejército basado en las pasadas experiencias tanto de defensa del Imperio como de guerras civiles. El rasgo principal fue la formación de los ejércitos móviles imperiales permanentes. Pasados emperadores ya habían reunido un sacer comitatus (“compañía sagrada”) para sus campañas y con el advenimiento de la tetrarquía se crearon 4 de ellos: uno para cada augusto/césar. Más tarde cada uno de los emperadores (Oriente/Occidente) seguiría teniendo su propio sacer comitatus, a lo que habría que añadir la novedad de la creación de ejércitos regionales de campaña permanentes ya que dos emperadores no bastaban para cubrir todos los potenciales focos de problemas a lo largo de las fronteras del Imperio.
Constantino puede haber tenido en su comitatus del orden de 5 vexillationes de caballería (junto a 5 legiones y 10 auxilia de infantería). Con la posterior creación de los ejércitos comitatenses regionales, las unidades imperiales se diferenciaron recibiendo el título de palatinas (palatini). Aunque para el final del siglo IV era habitual que en un ejército se mezclaran unidades de los comitatenses y de los palatini. Incluso nos podemos encontrar unidades con categoría de pseudocomitatenses ya que unidades de las fuerzas fronterizas (limitanei o ripenses) podían ser requeridas para reforzar un ejército de campaña y después quedarse agregadas de manera permanente.
Equites en un relieve del Arco de Constantino
El tamaño de las vexillationes parece haber rondado los 500-600 jinetes. A finales del siglo IV, tenemos que una vexillatio está al mando de un tribuno. Cuenta con varios oficiales en un papel equivalente al de centurión: el centenarius y el ducenarius -este último de rango superior al centenarius-, ejerciendo el oficial más veterano como primicerius de la unidadi. El papel de suboficial equivalente al de un decurión recae en el biarchus. Por debajo del biarchus pero por encima de un eques nos encontramos al circitor y al semissalis. Un recluta que estaba en periodo de entrenamiento y todavía no era considerado un eques recibía la designación de tiro.
Algunas de estas vexillationes conservaban el nombre de promoti recibido en el siglo III, mientras que otras tenían nombres como stablesiani o scutarii. Además había unidades de equites promoti indigenae que reflejan su formación original a partir de reclutas extranjeros
La caballería fronteriza se componía de diversas unidades: alae, vexillationes, cunei o simplemente equites.
Las tradicionales alae de caballería seguían existiendo -incluyendo unas pocas milliarias -, pero con la novedad de la introducción de centuriones. Dichos centuriones parecen haber estado al mando de grupos de 4 turmas. Cada turma siguió contando con su decurión y otros 30-32 jinetes. Las alas de caballería están organizadas en turmas de al parecer 33 hombres: 30 jinetes liderados por un decurión y asistido por dos subalternos: duplicarius y sesquiplicarius; estos dos últimos pasarían a cambiar su denominación por la de cataphractarii (catafractos), tal vez reflejando que llevaban más armadura que el jinete medio de un ala.
Un cuneus era unidad de tamaño inferior (¿200-300?) al ala, el equivalente al antiguo numerus que ahora queda reservado para la infantería. Mientras que las unidades “equites” parecen haber sido algo similar, tal vez incluso unidades más pequeñas.
Caballería romana, siglos IV-V (Igor Dzis, “box-art” para MiniArt)
Un procedimiento recomendado por Vegecio sería situar a la caballería en las alas del despliegue del ejército, de tal forma que la caballería “de lanza y coraza” (pesada y media) quedara contigua a la infantería; mientras que la más ligera (arqueros a caballo y escaramuceadores) se situaría a cierta distancia y buscaría rodear y desordenar a las alas enemigas. De todas formas lo más normal sería que la caballería ligera abriera la batalla escaramuceando con la rival para después retirarse a las alas.
Vegecio recuerda que en tiempos anteriores se solían mezclar infantes ligeros con los jinetes para reforzarlos, por lo que parece que no era práctica habitual en su época aunque no habría sido extraña entre ciertos grupos de jinetes foederati al servicio de Roma.
Caballería ligera tardo-imperial (ilustraciones para HaT miniaturas)
Catafractos
Ambos tipos constituían la caballería “pesada” de los ejércitos romanos. Un tipo de caballería que vio un importante aumento durante esta época, aunque sin llegar a ser mayoritaria. En la Notitia se registran 19 unidades (+/ 9.500 jinetes), la gran mayoría de ellas asignadas a Oriente.
Los catafractos (cataphractarii o cataphracti) originales se habrían originado a imagen de los sármatas a partir del siglo II, mientras que los clibanarios (clibanarii) es muy posible que se originaran en el limes oriental, a imagen y semejanza de la caballería persa (sasánida).
Hay una tendencia a ver a los clibanarios como una caballería aun más acorazada que la de los catafractos, dando por hecho que los caballos de los clibanarios también estaban también fuertemente acorazados. Sin embargo hay que señalar que más allá de su origen es muy posible que ambos términos fueran intercambiables y el que una unidad fuera designada como catafracta o como clibanaria puede ser más una cuestión de tradición que un reflejo de su equipo. Lo cierto es que las unidades clibanarias eran más recientes que las catafractas -siendo reclutadas en el siglo IV- y tenían en general un estatus superior: todas eran palatinas salvo una que tenía incluso superior categoría, al ser una schola.
Los ejércitos orientales tenían una mayor presencia de este tipo de caballería pesada que los occidentales; es de suponer que por la necesidad de hacer frente a la caballería pesada sasánida. Una curiosidad es que en torno al 300 d.C. el Ala II Dromedariorum de Egipto tenía jinetes equipados como catafractos.
Los catafractos también podían llevar un escudo redondo, que se ajustaba de tal modo que no impidiera manejar con las dos manos el largo contus de 3-5 m. Cada catafracto debía en teoría contar con uno o dos caballos adicionales y/o un animal de carga, de los que se ocuparían uno o dos sirvientes (calones).
Ilustración hallada en Dura Europos (Siria) en la que se representa a catafracto (o clibanario)
Tamaño y distribución de la caballería
Lo normal era que la proporción de caballería de un ejército de campaña rondara el 20-25%; una cifra idónea para ejércitos que seguían confiando el peso de la batalla a la infantería. Los ejércitos fronterizos (limitanei) podían tener proporciones superiores, alcanzando incluso el 50%, reflejo de sus particulares necesidades de tropas rápidas para hacer frente a incursiones de tamaño pequeño/medio.
En conjunto podemos decir que en la época de la Notitia Dignitatum, para el ejército oriental se estima una fuerza de entre 200.000-300.000 soldados, y la caballería puede haber rondado entre el 30-40% de dicha fuerza. El occidental habría contado con 150.000-200.000 y una proporción algo menor de caballería, tal vez cerca del 30%.
A continuación se acompaña un cuadro resumen con el número de unidades identificadas. Faltan algunas unidades como las correspondientes a la región de Libia cuya página está perdida. La Notitia refleja diferentes periodos para Oriente y Occidente, lo que provocó que varias unidades aparezcan duplicadas al haberse transferido de uno a otro lado del Imperio, a la muerte de Teodosio.
Caballería (Notitia Dignitatum) |
Este (395) |
Oeste (410-420) |
Suma (descontando duplicados) |
Schola |
7 |
5 |
11 |
Vexillatio palatina |
14 |
10 |
20 |
Vexillatio comitatensis |
28 |
32 |
58 |
Vexillatio equitum / Equites |
71 |
50 |
121 |
Ala |
72 |
10 |
82 |
Cuneus equitum |
33 |
14 |
47 |
Total |
225 |
121 |
339 |
Formaciones de caballería: arriba una cuña de catafractos y abajo un “testudo” de caballería (Adam Hook para Osprey).
Calidad y equipo
Las vexillationes de los ejércitos de campaña tenían un status superior a las alas/cohortes de caballería de los ejércitos fronterizos. Hasta que punto esto se reflejaba en la calidad es discutible. Tradicionalmente se ha considerado a los limitanei como “tropas de segunda o tercera”; consideración que hoy en día es criticada o al menos matizada. Si bien es cierto que un edicto de 372 destinaba a los reclutas de menor altura a los limitanei y además debemos considerar probable que en épocas de crisis, escasez y sobre todo de contiendas civiles, los emperadores cuidaran más de mantener la calidad y el equipo de los ejércitos móviles que en el fondo eran los garantes del trono. Pero por otra parte la caballería de los limitanei se tiene que haber beneficiado de una casi constante actividad y acumulado mayor experiencia de combate.
La calidad general de la caballería tardo-imperial parece haber sido buena. Vegecio que a finales del siglo IV criticaba a la infantería de la época (bastante injustamente) comparándola con una imagen idealizada de las antiguas legiones, parece en cambio aprobar en general a la caballería. Vegecio atribuía el buen estado en cuanto a equipo y armamento de la caballería romana a la influencia de godos, hunos y alanos... siendo injusto con la antigua tradición ecuestre romana, así como olvidándose de la influencia de la caballería persa.
El tiempo de servicio de los reclutas parece haber sido de en torno a 20 años, aunque en los limitanei se elevaba a los 24.
Un oficial de caballería (comienzos siglo IV) contempla la masacre junto a una antigua estela funeraria de un eques del Alto Imperio (Angus McBride para Concord). El oficial luce un casco “Berkasovo”
El armamento del jinete medio cambió poco con respecto al de la época anterior y la caballería más corriente seguiría usando una lanza normal de 2-2,5 m. (hasta), lanza arrojadiza (lancea) y jabalinas (spiculum, jaculum...). Como arma secundaria estaba la espada (spatha) era un poco más larga que en épocas anteriores, siendo lo normal entre 0,7-0,9 y fue además asimilada por la propia infantería. Otras armas complementarias menos comunes eran hachas, mazas e incluso lazos (al estilo huno). Todo ello sin olvidar la importante presencia del arco compuesto al haber numerosas unidades de sagittarii y la del contus a dos manos en las mencionadas unidades de catafractos.
Las armaduras siguieron siendo predominantemente de cota de malla o de escamas, aunque con la introducción de muchos jinetes bárbaros también cobrarían fuerza otros tipos como la lamelar (lamellae), a base de numerosas láminas que podían ser de metal o de otros materiales como cuerno.
Los cascos romanos de infantería y caballería evolucionaron hacia finales del siglo III hacia modelos más simples manufacturados en varias secciones (en vez de forjados a partir de una única pieza). Por un lado tenemos los denominados cascos de cresta como el “Berkasovo” y sobre todo los de tipo “Intercisa”; a pesar de ser más simples, algunos de ellos podían estar lujosamente decorados y/o llevar una cobertura facial. En el arco de Galerio, aparecen por 1ª vez tropas de caballería con el casco spangenhelm, hecho a base de (normalmente) 4 o 6 placas y al parecer copiado de los jinetes nómadas.
Jinete representado en el arco de Galerio; está equipado con hacha y se cubre con el popular gorro panonio
Guardias
Los pretorianos y los equites singulares Augusti fueron disueltos por Constantino en el periodo 312-324, según fue combatiendo a sus rivales por el trono. Como escolta personal del Emperador quedaron dos vexillationes que ya existirían a finales del siglo III: los protectores Domini nostri y los equites promoti Dominici. De entre la escolta se escogían 40 guardaespaldas que recibían el nombre de candidati.
Para reemplazar a la perdida caballería se potenció un tipo de unidad que probablemente se había creada ya en época de la tretarquía: la Schola. Las unidades de la Scholae eran exclusivamente de caballería. Parecen haber tenido una fuerza de unos 500 jinetes. En la Notitia Dignitatum se nos cita 5 unidades para el Imperio Occidental (2.500) y 7 para el Oriental (3.500) con la particularidad de que en el Oriental hay 2 unidades al parecer especializadas: una de clibanarios (Schola scutariorum clibanariorum) y otra de arqueros (Schola scutariorum sagittariorum).
Las scholae recibían su nombre genérico del hecho de ocupar estancias del Palacio Imperial. Cada schola estaba comandada por un tribuno que a partir del siglo V sería reemplazado por un “conde” (comes). Carecían de un comandante supremo, ya que dicho cargo se reservaba al propio Emperador.
Mosaico de la villa del Casale (Sicilia) mostrando a jinetes romanos (siglo IV) de cacería; por ello sólo llevan escudo como protección.
La Caballería en el turbulento siglo V
Teodosio (379-395) fue el último gobernante de un Imperio unificado. Durante su reinado se vio un fuerte incremento en la dependencia de los foederati (“bárbaros” aliados) para cubrir las bajas en las filas romanas. Tras su muerte se avecinaban tiempos caóticos con luchas intestinas por el poder dentro del Imperio (prácticamente endémicas en la parte occidental), graves amenazas externas y rebeliones campesinas (bagaudas).
Hasta finales del siglo IV el uso de foederati no supuso un gran problema. No se puede negar que había una tradición de contratar bárbaros que venía de muy lejos, y de hecho había un sistema de asimilación que daba buenos resultados, reflejados en que muchos oficiales romanos a finales de siglo tenían origen “bárbaro” pero estaban plenamente integrados en el Imperio y no podían considerarse otra cosa que romanos.
El problema es que ahora ya no se reclutan a “título individual” sino en grupos dirigidos por sus propios líderes debido a la necesidad de conseguir tropas lo más rápido posible. La dependencia de los foederati para reunir tropas de campaña deviene en frecuentes problemas como cuando los visigodos de Alarico se sublevan y acaban constituyendo una fuerza independiente dentro del Imperio. Sin embargo esos mismos visigodos acaban siendo a su vez contratados para enfrentarse a otros “bárbaros” que deambulan por el Imperio. No era raro recurrir a emplear a enemigos derrotados mediante acuerdos de “tributo” o incluso directamente a prisioneros; como cuando Estilicón empleó a 12.000 bárbaros tras la derrota de Radagaisoii.
Eques y oficial de finales siglo IV / comienzos siglo V (Ian Heath). El soldado va equipado con una cota de malla y armado con una jabalina (verutum), mientras que el oficial porta una maza, idónea para el combate contra jinetes fuertemente acorazados.
Algunos de los pueblos a los que se recurrió como los hunos y alanos, eran pueblos nómadas cuyo fuerte residía en la caballería y eso era lo que proporcionaban. Bajo la influencia de estos pueblos y también de los persas se produjo probablemente un aumento de los arqueros a caballo. También los pueblos germanos parecen haber aportado bastante caballería, mientras que en Oriente era muy habitual recurrir a caballería árabe “aliada”. Durante este periodo parece haber una estrategia de evitar grandes batallas campales en las que se produjeran pérdidas difíciles de reemplazar; por lo que probablemente el acento en la caballería se produjera en los tipos de caballería más móviles y polivalentes.
Los tiempos son tan caóticos que cobra gran relevancia una nueva fuerza: la que constituyen los bucelarios (bucellarii). Se trata de fuerzas privadas, guerreros (a pié o a caballo) contratados por aquellos magnates que pueden permitírselos. Los principales “señores de la guerra” romanos del siglo V (Estilicón, Aecio, Aspar...) van a formar unidades de caballería de este tipo. La propensión del ejército regular romano a sublevarse y la fragilidad de la posición en la Corte de dichos generales, les anima a reunir grandes huestes de bucelarios que se constituyen no sólo como una fuerza de escolta sino como una fuerza de élite.
Un ejemplo de lo que podían representar tales fuerzas, nos lo da el caso del magnate Valeriano que utilizó a sus bucelarios (“una gran horda de bárbaros”) para adueñarse del gobierno local de Emesaiii.
Magister Militum romano escoltado por sus bucelarios, siglo V (José Daniel Cabrera Peña para Desperta Ferro).
La Caballería en batalla
Como de costumbre repasamos a continuación algunos ejemplos de la actuación de la caballería en batalla.
Naissus (268/269)
No está claro sí hubo en realidad dos batallas: Nestus (268) bajo Galieno y la propia Naissus (269) bajo Claudio II que se mezclaron en las crónicas, o en realidad sólo hubo una batalla realmente importanteiv.
El caso es que ante la amenaza de una invasión goda en los Balcanes, los emperadores vigentes se vieron obligados a marchar con un potente ejército, en el que estaba incluido el cuerpo de caballería creado por Galieno. En un primer combate los nuevos equites dalmatae se habrían distinguido aniquilando a la vanguardia gótica, causando 3.000 bajas.
La batalla principal habría sido muy reñida pero gracias a una retirada fingida, los romanos se hicieron con la victoria, en la que el ataque decisivo parece que fue efectuado por el comandante de la caballería romana Aureliano. A pesar de la derrota, los godos pudieron escapar en gran número, pero fueron tenazmente acosados por la caballería romana en su marcha en busca de un sitio para invernar. Cuando los romanos rodearon a los godos en el Mons Gessax, el oficial al mando se metió en apuros al atacar sin esperar a la caballería, cuya llegada evitó el desastre.
Relieve del sarcófago Ludovisi (mediados siglo III) mostrando un combate entre romanos y bárbaros.
Immae (272)
La batalla enfrentó al emperador Aureliano con las fuerzas rebeldes de Zenobia (reina de Palmira), lideradas por el general Zabdas. Aureliano conocía la excelente reputación de la caballería palmireña que contaba con catafractos/clibanarios al estilo sasánida. Aureliano ordenó a su caballería que no se empeñara en un combate cuerpo a cuerpo con la palmireña y que recurriera a tácticas de “retirada fingida” para alejarla de la infantería palmireña. Los catafractos de Zenobia cayeron en la trampa y persiguieron a los más veloces jinetes romanos hasta agotarse; momento que aprovecharon estos para volver grupas y acosar a placer a los cansados catafractos. Mientras tanto Aureliano había aprovechado las maniobras de ambas caballerías para cruzar sin oposición el Orontes y situarse entre la caballería palmireña y su ejército.
Agotados y con su línea de retirada cortada, los catafractos palmireños fueron masacrados por los romanos. El resto del ejército de Zenobia perdió el ánimo ante la destrucción de su principal baza y se retiro.
Emesa (272)
Tras Immae, los palmireños se habían reagrupado en Emesa reuniendo un gran ejército (70.000 según las fuentes antiguas), en el que de nuevo destacaba una caballería pesada superior a la romana. Aureliano dispuso a su ejército de manera convencional con la infantería en el centro y la caballería en las alas.
La caballería romana esperaba repetir su éxito de Immae, pero ahora su misión era más complicada ya que tenían el condicionante de no poder desproteger totalmente a su infantería. Además los palmireños enviaron esta vez por delante a la caballería ligera reclutada entre las tribus árabes. La caballería romana se vio pronto en apuros y acabó siendo cargada con éxito por los catafractos palmireños y sufriendo una derrota. Sin embargo los jinetes pesados palmireños quedaron a su vez desorganizados y vulnerables a una ataque de la infantería romana. Especialmente efectivos contra los jinetes pesados fueron los contingentes palestinos armados con mazas.
Con su caballería pesada derrotada, los palmireños dieron la batalla por perdida. Zenobia huyó aunque más tarde sería capturada, mostrándose Aureliano clemente con ella.
Tropas palestinas combatiendo a un catafracto palmireño en la batalla de Emesa (Angus McBride para Concord).
Turín (312)
La batalla se dio en el marco del conflicto entre Constantino y Majencio, para resolver quien de ellos gobernaba el imperio occidental. Constantino parece que contaba con cerca de 40.000 hombres, mientras que Majencio había reunido cerca de 100.000v.
Ante la aproximación de Constantino, Majencio despachó para interceptarle una fuerza cuyo punto fuerte era su caballería acorazada de catafractos. Para hacer frente a sus rivales, Constantino extendió su línea para poder flanquearlos, mientras que los generales de Majencio optaron por una carga de caballería en cuña contra el centro.
Los de Constantino se mostraron más hábiles y aunque su caballería era más ligera llevaron a cabo una excelente cooperación con la infantería propia y se impusieron a los jinetes de Majencio para después dispersar a la infantería enemiga.
La caballería de Majencio intentó refugiarse en Augusta Turinorum (Turín) pero se encontró con las puertas cerradas, esto permitió a los de Constantino completar la victoria cayendo sobre ellos y causando una gran masacre.
Catafractos de Majencio contra infantes de Constantino (Giuseppe Rava).
Puente Milvio (312)
La batalla decisiva de la guerra entre Constantino y Majencio tuvo lugar a las puertas de Roma. Majencio eligió el campo de batalla y desplegó a sus tropas para el combate. Como el puente Milvio había sido parcialmente desmantelado previamente, hizo colocar un puente de pontones para cruzar sus tropas a la llanura de la batalla. Majencio desplegó con la caballería en las alas, entre los jinetes además de la presencia de catafractos hay que señalar la de la caballería pretoriana y de los singulares, así como caballería ligera traída de África (mauri y númidas).
Constantino avanzó con sus propia caballería y derrotó con facilidad a la caballería de Majencio. Después chocaron las infanterías, pero la balanza de la batalla se inclinaba de los de Constantino y el ejército de Majencio empezó a desintegrarse y tratar de huir a través del puente hacia Roma que se rompió. Al final sólo los pretorianos de Majencio mantenían la resistencia, incluso tras la muerte de Majencio que murió ahogado presumiblemente intentando llegar a la otra orilla. Habían sido los pretorianos los que lo habían proclamado emperador y no esperaban clemencia por parte de Constantino.
Friso del arco de Constantino, se retrata a la caballería de Constantino “arrojando” a los pretorianos de Majencio al río Tíber. Aunque se han perdido esos detalles, se puede intuir la presencia de lanzas y arcos en las manos de los jinetes.
Cibalae (317)
Combatía Constantino en esta ocasión contra el emperador oriental Licinio. La batalla tuvo lugar en Iliria y Constantino contaba con un ejército de campaña de unos 20.000 contra los 35.000 de Licinio. Licinio había establecido su campamento cerca de la montañosa Cibalae (Vinkovci) y Constantino avanzó hacía él con la caballería al frente para proteger el avance de la infantería que tenía que progresar lentamente por la naturaleza del terreno.
El combate comenzó con una gran escaramuza en la que se intercambiaron proyectiles y cargas con lanza. Cuando se trabó batalla, resultó dura y prolongada, además la naturaleza del terreno impedía realizar maniobras de flanqueo.
Al acabar el día, una carga de caballería del ala derecha de Constantino -dirigida por él mismo-, logró cobrar ventaja y romper las líneas de Licinio. Éste pudo huir con su caballería pero dejó atrás a casi 20.000 de sus soldados.
Mursa Major (351)
En la batalla se enfrentaron las fuerzas de Constancio II y del usurpador Magnencio. Constancio contaba con el ejército de campaña oriental reforzado por tribus germanas y su ejército era superior numéricamente a los cerca de 36.000 hombres de Magnenciovi. La batalla se iba a disputar en una llanura donde en principio se debían hacer valer los superiores números de las fuerzas de Constancio, en especial en lo que respecta a la caballería: la cual se había aumentado justo antes de la batalla debido a la deserción de Silvano con parte de la caballería de Magnencio.
Constancio desplegó a la infantería en el centro con caballería en los flancos y desconocemos el de Magnencio salvo que al parecer su ala derecha se veía superada por la izquierda de Constancio desde un principio. La caballería de Constancio se desplegó con catafractos delante apoyados por arqueros a caballo y detrás de las alas quedó el resto de la caballería.
Los esfuerzos de Constancio se centraron en aprovechar su superior ala izquierda, pero la batalla iba a resultar sangrienta. Aunque se venció fácilmente al flanco débil de Magnencio, los posteriores ataques de la caballería contra el centro en apoyo de la infantería fueron rechazados. Finalmente la caballería consiguió rodear a la línea de Magnencio y crear la suficiente confusión para que este huyera y diera la batalla por perdida. Aun así buena parte de su ejército siguió peleando y la masacre siguió durante la noche. Dos tercios de las fuerzas de Magnencio (24.000) perecieron pero se cuenta que las perdidas de Constancio fueron incluso superiores.
Caballería romana tardo-imperial (Muskeeter minis, pintados por “emperorbaz”).
Argentoratum (357)
Dos ejércitos romanos debían coordinarse para hacer frente a la amenaza de los incursores alamanes (alemanes). El de Galia lo comandaba el césar Juliano, mientras que desde Italia se había despachado otro bajo el mando del magister peditum Barbatio. Juliano despachó inicialmente 3 unidades de caballería para vigilar las 3 posibles rutas de marcha alamanas. Varias partidas de saqueadores fueron destruidas gracias a este movimiento pero la falta de apoyo de Barbatio que se negó a mandar a su caballería en apoyo de la Juliano- impidió conseguir un mayor éxito.
Juliano decidió tomar la iniciativa y marchar contra la concentración de alamanes que se habían asentado en la orilla del Rin, concentrando en torno a Argentoratum (Estrasburgo) un ejército que se cifró en 35.000 guerreros, bajo el liderazgo del rey Chonodomar. Juliano contaba con 13.000-15.000 soldados, entre ellos 3.000 jinetes. Entre la caballería había catafractos, arqueros a caballo, caballería convencional y una pequeña unidad de la Scholae (unos 200).
Los alamanes habían cavado trincheras en su flanco derecho que se asentaba en un bosque, en cuyo interior se hallaba un destacamento germano preparado para la emboscada. Analizando el terreno -y tal vez gracias a la información de exploradores capturados- Juliano decidió concentrar toda su caballería (menos su escolta) en el flanco derecho romano; a lo que Chonodomar respondió concentrando toda la suya en el flanco izquierdo, bajo su propio mando. La caballería alamana siguió la tradición germana de contar con guerreros a pie mezclados para apoyar a los de a caballo.
Cuando las fuerzas chocaron, se sucedió un combate de caballería en que las ventajas se iban alternando. Cuando el combate llegó hasta los catafractos, estos se vieron en apuros por las tácticas germanas de combinar infantería y caballería. El punto crítico vino cuando el comandante de los catafractos resultó herido mientras que otro de los principales oficiales de la caballería caía al suelo debido al agotamiento de su montura. Los catafractos estaban agotados y se extendió el pánico, retirándose hacia la infantería romana que por fortuna aguantó el tipo y no se dejó arrastrar por la huida de la caballería.
Juliano marchó rápidamente con su escolta y consiguió -con ayuda de uno de los tribunos de la caballería- reagrupar a la deshecha caballería, al menos lo suficiente para que cubrieran el flanco romano de un potencial ataque de la caballería enemiga.
Catafracto romano tardo-imperial (“art box” para HaT miniaturas)
Ctesifonte (363)
El emperador Juliano invadió Persia a la cabeza de un ejército de 35.000, mientras un segundo ejército de 30.000 operaba desde Armenia. El ejército de Juliano fue avanzando inexorablemente hacia la capital sasánida Ctesifonte librando por el camino un par de asedios y algunas escaramuzas. Aunque la caballería sasánida se esforzó en acosar a los romanos además de llevar a cabo una política de tierra quemada no pudo impedir el avance triunfal de Juliano, por lo que podemos suponer que la caballería romana mantuvo en jaque a su rival durante la marcha.
Los sasánidas se resignaron a dar batalla formal en una llanura al lado del Tigris y a los pies de la capital. Los sasánidas formaron con su caballería pesada en primera línea, apoyada por infantería y elefantes. Por su parte Juliano formó a su ejército en una formación en creciente con las alas adelantadas. Tras una escaramuza inicial, los romanos avanzaron con extrema rapidez para privar a la caballería sasánida de espacio en el que actuar con comodidad tanto en cuanto a realizar ataques con proyectiles como a ejecutar cargas con el contus. Los romanos consiguieron así que se llegara al combate cuerpo a cuerpo donde la infantería romana se alzaría victoriosa, aunque tras una larga lucha de horas que no casa muy bien con la afirmación de que los romanos sólo tuvieron 75 bajas por 2.500-6.000 entre los sasánidas.
Los romanos no pudieron impedir que los sasánidas se refugiaran tras los muros de Ctesifonte. Se podría haber llevado a cabo una persecución más atrevida, pero el comes Victor (comandante de la vanguardia) lo desaconsejó por excesivamente temeraria. El propio Victor fue gravemente herido de un flechazo durante los combates. La falta de material adecuado de asedio y la pervivencia de un todavía fuerte núcleo del ejército sasánida, dieron al traste con la intención de tomar la capital.
Samarra (363)
Durante la retirada de Juliano de Ctesifonte, en la que se ganó de nuevo una batalla (Maranga) recurriendo de nuevo a la táctica de cerrar la distancia con los sasánidas lo más rápido posible, el ejército romano se vio sometido a constantes incursiones por parte de la caballería sasánida. En una de estas incursiones una unidad de caballería romana que protegía la retaguardia cedió demasiado fácilmente poniendo en peligro a la infantería legionaria y Juliano montó en cólera y la disolvióvii.
Sería otra incursión la que sellaría el destino de Juliano. El emperador se encontraba realizando un reconocimiento con su escolta de caballería cuando le avisaron de un ataque sobre la retaguardia romana. Juliano marchó al galope hacia el sector amenazado sin preocuparse de parar a recoger su armadura, que debió desdeñar inicialmente al sólo tener en mente ejecutar un reconocimiento. Pronto le llegaron nuevas noticias de nuevas amenazas, ahora los sasánidas atacaban a la vanguardia y más tarde el centro. Juliano tuvo que ir recorriendo la columna de arriba y abajo, animando a los suyos a rechazar las embestidas sasánidas. Probablemente durante dichas idas y venidas, su escolta se fue dispersando al tener que intervenir en varias acciones.
Las fuerzas ligeras romanas de infantería y caballería realizaron una buena defensa, acosando a la caballería sasánida cuando esta se aproximaba demasiado. Un Juliano exultante animaba a los suyos a perseguir al enemigo en retirada, dejando atrás a su escolta (suponemos que disminuida y cansada), para acabar resultando herido de muerte por una lanza de caballería.
Catafracto sasánida (V. Vuksic)
Ad Salices (377)
Tras la rebelión inicial de los godos de Fritigerno que habían solicitado asilo en el Imperio Romano a causa del maltrato recibido por los romanos (Marcianopolis); se reunió un ejército bajo el mando del comes Richomeres para cuando menos tener controlados a los godos en Tracia hasta la llegada de más tropas y del propio emperador oriental Valente.
Los oficiales romanos confiaban en poder acosar a los godos cuando estos levantaran su campamento de carros y se movieran en busca de provisiones. Por contra los godos acabaron resignándose a dar batalla para librarse de la amenaza romana.
La batalla empezó con un intercambio de proyectiles al que siguió un duro choque entre las infanterías. Al combate se unieron también las caballerías de los dos bandos, combate confuso porque se describe a ambas caballerías causando estragos en aquellos que huían.
La batalla terminó tras sufrir ambos bandos fuertes bajas.
Adrianópolis (378)
El emperador Valente se encontraba en Adrianópolis cuando el informe del avance de los godos de Fritigerno le hizo descartar la opción de esperar a las fuerzas occidentales de su sobrino Graciano. Valente contaba con un ejército de 15.000-30.000 hombres e inicialmente esperaba enfrentarse a 10.000 godos, pero el contingente godo era mayor de lo esperado y podemos suponer que ascendía a unas cifras similares a la del romano.
Los godos habían establecido un círculo defensivo de carros en una altura a la vez que prendían fuego a algunos campos próximos. La aproximación de los romanos les había sorprendido con la mayor parte de su caballería dispersa forrajeando, por lo que aceptaron iniciar conversaciones con Valente, al menos mientras ésta era reclamada de regreso.
El combate se inició de forma imprevista durante las negociaciones por culpa del avance de dos unidades de caballería romanas -una de scutarii y otra de sagittarii- al mando de los oficiales Bacurio y Casio. No esta muy claro que pretendían con dicho movimiento, pero ambas unidades son rechazadas por los godos y el combate se generaliza.
La caballería romana del ala izquierda se lanza hacia delante y derrota a los enemigos que tiene en frente hasta llegar al círculo de carros. Sin embargo se encuentra sin apoyo de la infantería a la que ha dejado atrás y es contraatacada por la caballería enemiga que ya hace su aparición en gran número. Liderada por Alateo y Safráx, la caballería goda -que incluye un contingente huno- dispersa a la caballería romana. El resultado es que la infantería queda desprotegida y acabara sucumbiendo tras una dura lucha. El propio Valente caerá en la batalla junto a 2/3 del ejército romano.
Noble godo y jinete huno (M. Perry)
Faesulae (405 o 406)
Una gran hueste germana (principalmente godos) al mando de Radagaiso invadió Italia en el 405. El MVM (magister utriusque militae) Estilicón reunió una fuerza de campaña de 30 unidades (+/- 20.000 soldados). Además Estilicón contaba con importantes fuerzas foederati como una huna (Uldin) y otra goda (Sarus).
Estilicón maniobró de tal forma que consiguió encerrar a Radagaiso en Faesulae. Los germanos de Radagaiso quedaron copados y fueron derrotados. Se habla de que “no se perdió un sólo soldado romano” por lo que podemos deducir que fueron las fuerzas foederati y en especial la caballería huna, las que consiguieron cortar la retirada germana y llevar a dicha fuerza a la rendición. Tras la batalla Estilicón enrolaría a 12.000 guerreros bárbaros de entre los vencidos.
Ataque huno (P. Joubert)
Campos Catalaúnicos (451)
En su invasión del Imperio Occidental, Atila contaba con un gran ejército. Además de sus propios hunos, contaba con numerosos aliados/súbditos procedentes de las tribus germanas. Los hunos eran sobre todo guerreros a caballo (arqueros en su mayoría) y aliados como los gépidos y ostrogodos también debieron aportar bastante caballería (de choque). Para interceptar a Atila, el MVM Aecio reunió una fuerza que suponemos más o menos equivalente que incluía tropas romanas (incluidas tribus foederati) y sus aliados circunstanciales visigodos y alanos (unidos a Aecio) por el temor a Atila. Aunque no sabemos que proporción del ejército romano era de caballería; hay que tener en cuenta que los alanos eran guerreros a caballo y los visigodos contarían también con bastante caballería.
El ejército romano-aliado se dispuso en 3 bloques: romanos a la izquierda, alanos en el centro y visigodos a la derecha. El de Atila también estaba dividido de forma similar: gépidos en la derecha, hunos en el centro y ostrogodos en la izquierda. El resto de tribus de ambos bandos se habrían distribuido entre los bloques que más los necesitasen.
La batalla comenzó con una fuerza visigoda (Turismundo, hijo de Teodorico I) avanzando para ocupar una estratégica colina y Atila respondiendo enviando a los ostrogodos contra ellos. Los visigodos probablemente avanzaron a caballo y descabalgaron para adoptar una formación defensiva y rechazaron el intento de desalojarles del monte.
Atila trató de recuperar la iniciativa lanzando a sus fuerzas adelante. Los hunos se libraron rápidamente de los alanos -que emprendieron la huida- y giraron para cargar sobre el cuerpo principal visigodo (Teodorico). La línea visigoda aguantó pero el rey Teodorico cayó muerto en una acción confusa cuando acompañado de su caballería se dedicaba a arengar y reforzar la línea. La crisis visigoda se solventa cuando Turismundo completa su movimiento de flanqueo y cae sobre la retaguardia huna, estando a punto de capturar al propio Atila.
Cuando llegó la noche, partidas deambulaban por el campo de batalla. Turismundo se dio de bruces con los carros hunos, cayendo del caballo y a punto estuvo de perder la vida al igual que su padre. Por su parte Aecio también debía haber vencido en su lado del campo de batalla, pues también se separó de sus líneas (suponemos que acompañado de su caballería) y recorrió el campo de batalla por la noche hasta dar con los visigodos.
Ambos bandos dejaron en el campo de batalla miles de muertos. Atila se retiró pero también los visigodos que habían perdido a su rey. No se pudo completar la victoria pero se había conseguido rechazar la invasión de los hunos.
Autor: Flavius Stilicho (2014)
Serie "Caballería Romana":
Bibliografía:
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Barker, P. The Armies and Enemies of Imperial Rome (BC 150 – 600 AD).
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Goldsworthy, A. El ejército romano.
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Pavkovic, M.F. The legionary horsemen: An essay on the equites legionis and equites promoti.
-
MacDowall, S. El ejército romano en el siglo V (artículo en Deperta Ferro nº 1).
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MacDowall, S. Late Roman Cavalryman (AD 236-565).
-
Sidnell, P. Warhorse: Cavalry in Ancient Warfare.
-
Southern (P.) & Dixon (K.) The Late Roman Army.
-
Treadgold, W. Byzantium and its Army (284-1081).
Notas:
i) Entre el primicerius y el ducenarius había un rango denominado senator, cuya función no está clara. Tal vez un oficial administrativo.
ii) Esto no era ninguna novedad, ya que había sucedido a lo largo de toda la historia de Roma. Se pueden recordar casos notables como el empleo de miles de sármatas derrotados por parte de Marco Aurelio.
iii) Se nos presenta a Valeriano como un decurión que por medio de codicilos falsificados obtuvo el rango senatorial. Al obtener dicho rango, se rodeó de guardaespaldas bárbaros y los utilizó para imponer su voluntad al legítimo gobernador. Su castigo fue bastante leve ya que al parecer consistió únicamente en anular su falso rango senatorial.
iv) Existe la posibilidad de que por motivos propagandísticos se hubiera trasladado el crédito de la victoria decisiva de Galieno hacia Claudio II (Claudius Gothicus).
v) Zósimo da unas cifras de 90.000 infantes y 8.000 jinetes para Constantino y de 170.000 infantes y 18.000 jinetes para Majencio. En teoría estas cifras serían la suma de los ejércitos de campaña de ambos rivales durante la guerra, aunque algunos historiadores simplemente las descartan como erróneas.
vi) Se habla de 60.000-80.000 hombres en el ejército de Constancio, aunque la cifra real puede haber sido menor y más próxima a la de su rival.
vii ) Sin embargo se reconoció que no era culpa de su comandante y se le otorgó el mando de otra unidad cuyo tribuno había sido acusado de abandonar el campo de batalla.
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Flavius es un lujazo esta serie de articulos sobre la caballeria en el ejercito romano, esta genial. En este caso el articulo es de gran calidad y la distribución de las ideas es excelente.
Gracias compañero.
Hola Flavius:
La verdad es que estas haciendo unos trabajos magníficos, recorriendo toda la historia de la caballería romana en el imperio. ¿Piensas continuar con la del bizantino?. En cualquier caso agradecerte el esfuerzo y poner a nuestra disposición estos trabajos.
Vamos ahora con algunas preguntas.
Sobre la incorporación durante Galieno de los jinetes dálmatas, como caballería ligera. ¿Se sabe si tuvieron un buen desempeño contra la caballería enemiga bárbara que supongo más pesada?. Entiendo que su función sería acosarla para que la persiguieran y así cansarla, como se comenta en alguna de las batalla. También quiero suponer que en caso de huida del enemigo podía utilizarse para persecución de las unidades enemigas.
Una pregunta sobre las vexillationes, de las que se ha hablado bastante en el trabajo. Tenía entendido que esta unidades se formaban retirando tropas de una legión, por ejemplo. Para emplearlas en otros menesteres. Sin embargo, y teniendo en cuenta la dificultad en esta época para reclutar nuevas tropas. ¿Si una vexillatione, terminaba la misión encomendada, su unidad original podía reclamar su regreso?. Te adelanto, que no se si el concepto de vexillationes que yo tengo es del todo correcto, por lo que quizás te he preguntado algo que no tiene mucho sentido.
Para terminar, y Con respecto a la batalla de los Campos Catalaúnicos. ¿Se sabe si Aecio tenía algún impedimento importante a nivel militar, para no perseguir a los hunos en su retirada? ¿Quizás sin las fuerzas visigodas no disponía de una caballería de suficiente entidad para poder perseguir a las fuerzas enemigas?
Saludos.
Enhorabuena chavalote, he disfrutado como un enano de tu relato, ¡sigue así!.
saludos
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Gracias a ambos. Tengo la intención de acabar la serie con la caballería romana de la primera época bizantina, que en realidad también la podemos seguir llamando comitatense aunque vamos a ver una interesante evolución. Acabaría más o menos con la época del emperador Heraclio. En esta época el ejército todavía tiene mucho de "romano".
Sobre la incorporación durante Galieno de los jinetes dálmatas, como caballería ligera. ¿Se sabe si tuvieron un buen desempeño contra la caballería enemiga bárbara que supongo más pesada?. Entiendo que su función sería acosarla para que la persiguieran y así cansarla, como se comenta en alguna de las batalla. También quiero suponer que en caso de huida del enemigo podía utilizarse para persecución de las unidades enemigas.
Parece que dio buen resultado desde el incio en las campañas de los Balcanes y después en Oriente. Los detalles concretos no abundan, pero contra una caballería más pesada lo ideal sería operar como en las campañas de a Aureliano contra los palmireños: acosando y agotando a los enemigos. En el caso de esta época en la que tienes unidades pesadas/superpesadas por un lado, parece natural contar a su vez con unidades ligeras capaces de hacer aquello que no pueden los catafractos. Estos últimos difícilmente podían perseguir a una caballería media y mucho menos ligera; aun contando con caballos de refresco.
Una pregunta sobre las vexillationes, de las que se ha hablado bastante en el trabajo. Tenía entendido que esta unidades se formaban retirando tropas de una legión, por ejemplo. Para emplearlas en otros menesteres. Sin embargo, y teniendo en cuenta la dificultad en esta época para reclutar nuevas tropas. ¿Si una vexillatione, terminaba la misión encomendada, su unidad original podía reclamar su regreso?. Te adelanto, que no se si el concepto de vexillationes que yo tengo es del todo correcto, por lo que quizás te he preguntado algo que no tiene mucho sentido.
Originalmente así era. Surgía una crisis y se mandaban destacamentos de fronteras más tranquilas para formar un ejército de campaña potente. El sistema se rompió en el siglo III, cuando las constantes crisis hicieron que no tuviera mucho sentido ese ir y venir, sobre todo cuando algunas unidades de origen quedaban en el otro bando de una guerra civil. Ante la necesidad de formar ejércitos de campaña permanentes, lo más fácil,. sobre todo en caballería, era hacer unidades permanentes de las vexillationes de jinetes existentes. Las legiones tradicionales se volvieron a quedar sin practicamente caballería pero seguían contando con el respaldo de la caballería tradicional de las alas.
Para terminar, y Con respecto a la batalla de los Campos Catalaúnicos. ¿Se sabe si Aecio tenía algún impedimento importante a nivel militar, para no perseguir a los hunos en su retirada? ¿Quizás sin las fuerzas visigodas no disponía de una caballería de suficiente entidad para poder perseguir a las fuerzas enemigas?
Por desgracia no tenemos muchos datos sobre la batalla -ni sobre otras muchas de la época- por lo que no podemos saber con qué contaba Aecio. Es lógico suponer que no contaba con suficiente caballería fiable para una persecución eficaz. Los alanos probablemente habían quedado fuera de combate tras la batalla ya que sufrieron muchos y los visigodos se retiraban; lo que le quedara a mano a Aecio era demasiado valioso e irremplazable para arriesgarlo en un combate. Es una tónica de la época que los generales romanos ya no se pueden arriesgar mucho a grandes batallas, por la dificultad en reponer las perdidas y prefieren contemporizar cuando ello es posible.
Saludos.