Cagliostro - Historia de un timador
Giusseppe Balsamo nació en 1743 en el seno de una familia muy pobre de Palermo, Sicilia. Su vida en las calles no le auguraba un futuro demasiado brillante. Es por ello que su madre le hizo ingresar primero en el Seminario de la ciudad y más tarde en el Convento de la Misericordia de Caltagirone. Del primero se fugó y del segundo lo expulsaron.
Sin embargo, este personaje ya tuvo tiempo de demostrar sus habilidades. Sustrajo al farmacéutico del cenobio sus secretos mejor guardados sobre medicina natural, consiguió que un joyero le comprase un supuesto mapa de un falso tesoro, aprendió algunos conocimientos de química que convirtió en trucos de magia para crédulos, y finalmente robó el cepillo de los pobres y los ahorros de su tío. Huyó de la ciudad y empezó así una vida novelesca en la que sus estafas le llevaron por toda Europa llegando a convertirse en una celebridad.
Retrato del Conde Alessandro di Cagliostro. |
Lorenza feliciani |
Sede de la Gran Logia Unida de Inglaterra en Londres. |
Cagliostro adoptó como símbolo secreto el Uroboros, ampliamente utilizado en la alquimia. el color verde se asocia con el principio mientras que el rojo simboliza la consumación del objetivo del Magnum Opus (la Gran Obra). |
Cardenal de Rohan |
Luis XVI de Francia |
El Collar, reconstitucion, Château de Breteuil, France |
María Antonieta como delfina de Francia. |
Película de 1949 con Orson Welles, crítica con Cagliostro |
Ajejandro Dumas hizo aparecer a Cagliostro en varias de sus novelas. |
Imágenes obtenidas de Wikipedia, siendo de dominio público. |
Entre 1764 y 1766 visitó Rodas, El Cairo y Alejandría. Aprendió algo de árabe y se empapó del exotismo egipcio, del que sacaría un gran provecho a lo largo de su vida. Su don de gentes y sus enormes habilidades como embaucador hicieron posible que en Malta entrara al servicio de la orden de los caballeros de San Juan, donde tuvo fama como médico gracias a los remedios que el boticario del convento de Caltagirone le había “cedido”.
En 1766 decide establecerse en Roma. Preparaba cremas cosméticas mágicas y supuestos afrodisiacos que luego vendía como buhonero, y comenzó también a explotar su vena de falsificador. Vendía supuestas obras maestras del arte, incluyendo algún Rembrandt, y falsificaba bonos, billetes y testamentos. Allí conoció a la que sería su compañera durante el resto de su vida: Lorenza Feliciani, que adoptó el nombre de Serafina. Procedente de los bajos fondos de la ciudad, era su complemento ideal. A sus dotes de embaucadora se le unía su belleza, la cual usaba el matrimonio para atraer hombres adinerados, ante los cuales Balsamo fingía no saber nada de los coqueteos de su esposa con ellos. La vida que llevaban les obligaba a cambiar de ciudad cada cierto tiempo, para que los diferentes timos no acabaran descubriéndose. Durante los siguientes años recorrieron diversas ciudades europeas, como París, Venecia y Londres, adoptando variadas personalidades. Algunas veces él se hacía pasar por un oficial prusiano; ella por una desafortunada joven rescatadas de un exótico harén egipcio. En su ajetreada vida llegaron a cruzarse con otro célebre personaje de la época: el mismísimo Casanova. Éste admitió en sus mem
orias que fue embaucado por una joven llamada Serafina y que mientras practicaba el arte que le hizo famoso con ella, un peregrino de tez morena aprovechó para robarle sus pertenencias en una fonda. Años más tarde los reconoció al volver a encontrárselos en Venecia, donde representaban el papel de una pareja de aristócratas.
En 1776 llegan a Londres, con la considerable suma de 3000 libras, lo que les permite vivir como nobles. Allí se da una doble transformación, un salto cualitativo. En primer lugar, Balsamo abandona todas sus antiguas identidades (Tischio, Harat, Fénix, Pellegrini) y se presentará al resto del mundo como en Conde de Cagliostro, aristócrata con misteriosos poderes como sanador aprendidos en el enigmático Egipto. Por otro lado, aprovechando la expansión de las logias masónicas entre la aristocracia europea, ingresa en una del Soho londinense , en la cual se presenta como emisario del imaginario Gran Copto, supuesto jefe de la masonería egipcia que le había encomendado la tarea de introducir sus ritos y conocimientos entre las logias masónicas europeas. De este modo el nuevo Conde Cagliostro une todo el misticismo de la masonería a su repertorio. Por supuesto, no tardó demasiado tiempo en conseguir que sus compañeros de logia en Londres lo eligieran Gran Maestro, lo que a su vez le abriría muchas puertas.
El matrimonio empezó a llevar un tren de vida de
extremo lujo en el cual los carruajes, los criados, las joyas y las vestimentas más exquisitas formaban parte de lo cotidiano. Su modelo de negocio iba viento en popa. Oficialmente su capacidad financiera se debía a que entre sus conocimientos arcanos se incluían los de la alquimia, con lo que era capaz de fabricar su propio oro. Extraoficialmente, como emisario del Gran Copto de Egipto e introductor del culto de la masonería egipcia, cobraba elevadas cantidades a aristócratas por sus ritos de iniciación. El hecho de que este nuevo rito admitiese a mujeres, algo no habitual en las logias masónicas, lo hizo muy popular entre la parte femenina de la élite social británica. Los trucos de magia, los ungüentos curativos e incluso un supuesto elixir de la eterna juventud (Serafina afirmaba tener 60 años pero mantenerse joven gracias a él) redondeaban los ingresos. En muchas ocasiones se trataban de simples remedios contra la tos, elaborados según las viejas recetas sustraídas al boticario siciliano, pero con una puesta en escena que las hacía parecer algo realmente exclusivo. Algunas de estas pastillas las envolvía en pan de oro para ser vendidas a los aristócratas.
Su éxito era innegable y los aristócratas competían por obtener su favor. Sin embargo, por precaución, deciden moverse nuevamente al continente. En 1777 Cagliostro y su esposa continúan viajando por Europa. En 1779 llegan a Curlandia (actual Letonia) donde su papel tiene tanto éxito entre lo oficiales rusos que éstos proponen a Catalina la Grande nombrarlo gobernador de la región. Cagliostro rechaza prudentemente tal ofrecimiento pero decide viajar a la misma San Petersburgo, para aprovechar la fama que le precede. Sin embargo, no consigue engatusar a la inteligente zarina Catalina, la cual además se da cuenta de que su hijo Pablo, su débil heredero, parece hipnotizado por las habilidades verbales de la pareja de italianos. La zarina decide acusar a Cagliostro de ser un espía al servicio de Federico de Prusia, por lo que decreta su expulsión.
Deciden entonces instalarse en Estrasburgo. Allí continúa ofreciendo sus servicios como curandero místico a personajes adinerados, pero también de forma gratuita a gente sin recursos, lo que le granjea buena reputación. Tras curar de unas fiebres desconocidas a la mujer del banquero Jacques Sarasin contactan con el poderoso cardenal Rohan, arzobispo de la ciudad, un personaje sin ninguna cualidad personal pero con una enorme fortuna y la ambición de convertirse en primer ministro de Francia, para lo cual ha de recuperar la confianza de la Reina María Antonieta. Cagliostro se beneficia durante tres años de su protección, pero eso le lleva a verse involucrado en el escándalo del collar. Volveremos sobre este asunto al final, pues resulta curioso que por esta estafa Cagliostro tuvo que comparecer ante los tribunales en un juicio famoso por toda Europa que debilitaría aún más el prestigio de la monarquía entre la población francesa. Sin embargo, precisamente de este asunto era inocente ya que los protagonistas de esta rocambolesca historia eran otra pareja de estafadores diferentes. Tras ser absuelto y ser liberado de la Bastilla, Cagliostro se convierte en un profeta de la Revolución. Empieza a afirmar que es capaz de ver el futuro y que una revolución que derrocará a la monarquía es inminente. Cagliostro exigió una indemnización enorme a la monarquía y publicó la Carta del Conde Cagliostro al pueblo francés en la que denunciaba el trato humillante recibido en la Bastilla y pedía al Parlamento convocar los Estados Generales y “trabajar por la revolución”.
Esta toma de posición política fue un terrible error para Cagliostro. Por un lado consiguió el apoyo de muchos conspiradores y se convirtió en una figura popular entre cientos de admiradores que le habían llevado en volandas desde la Bastilla hasta su casa, tras ser liberado, convirtiéndose en un símbolo de la injusticia de Luis XVI. Pero, por otra parte, las monarquías de ambas orillas del canal empezaron a considerarlo una amenaza. Los servicios de inteligencia empezaron a investigarlo seriamente y sacaron a la luz su verdadera identidad y el largo expediente de estafas que arrastraba, con lo cual se orquestó una campaña de desprestigio público y su figura se apagó.
Empobrecidos, emigraron a Suiza, donde Serafina convenció a su marido de cometer un error todavía más grande y que resultaría fatal. Añoraba su Roma natal y convenció a Cagliostro para viajar hasta allí. Llegaron a Roma en 1789, cuando las profecías del conde parecían cumplirse: la Revolución Francesa había estallado. Cagliostro cobraba de nuevo importancia y muchos masones contactaron con él. Se encontraban en Roma, la sede de una Iglesia católica en estado de pánico ante la Revolución. Era abiertamente francmasón, un hecho que era pasado por alto en la Europa prerevolucionaria e ilustrada en la que la Inquisición había perdido casi toda su fuerza. Pero para la Iglesia todo masón era un hereje y la pena era la muerte. Cagliostro intentó recomponer su fortuna en la capital de los Estados Pontificios anunciando públicamente la creación de una nueva logia de rito egipcio. Aquello era demasiado y la Inquisición detuvo al matrimonio. Serafina traicionó rápidamente a su marido y lo confesó todo, esperando ser amnistiada. Sin embargo, fue recluida en un convento el resto de sus días. Cagliostro fue condenado a muerte pero se le conmutó la pena a cadena perpetua por gracia pontificia. Fue recluido en el Castillo de San Leo, considerado la prisión más inexpugnable de toda Italia, pues se temía que usara alguno de sus poderes para escapar de la misma. Allí murió en 1791. Los carceleros, en un último acto patético, creían que se trataba de un engaño y no lo dieron por cadáver hasta que se cercioraron al ver que no reaccionaba al chamuscarle un pie con una antorcha.
Adenda. El collar de la Reina.
Jeanne Valois de La Motte era una auténtica descendiente de la casa real de los Valois, pero su padre había caído en la más absoluta pobreza y su madre era plebeya. La misma se había visto obligada a ejercer la prostitución para mantener a su hija, la cual, a su vez, mendigaba. De esa forma conoció a la marquesa de Boulainvilliers, la cual se apiadó y la convirtió en su protegida. Tras escaparse del convento en la que estaba formándose, conoce a un oficial del ejército con el cual se casa. Decide utilizar su apellido para ascender socialmente, tarea que repetirá a lo largo de toda su vida. Contacta con su protectora la marquesa de Boulainvilliers, que la recibe en el castillo del cardenal de Rohan, de quien ya hemos hablado. Así lo conoce. Jeanne de Valois es una mujer con un carisma excepcional y pronto se da cuenta de que Rohan tiene tres cualidades muy buscadas por cualquier embaucador: es muy ambicioso, muy rico y muy estúpido. Pronto se convierte en asidua de su camarilla y comienza a obtener favores: su marido es nombrado capitán de la Guardia Real, son agraciados con un título de condes y se les pagan todas las deudas contraídas anteriormente. Jeanne, ya Condesa de Valois de la Motte, decide ir más allá y probar fortuna en Versalles donde intenta acercarse a los círculos íntimos de la Reina María Antonieta. No consigue ser presentada a la Reina a pesar de sus continuas idas y venidas a la corte, aunque hace algunas amistades allí. Pero no se desanima y cae en la cuenta de que puede afirmar que es amiga de la Reina y sacar provecho de ello aunque sea mentira. Con esta simple mentira consigue ser avalada por muchos prestamistas de París, los cuales creen su historia reforzada por sus continuas entradas en Versalles. Con el dinero prestado consigue llevar un fastuoso tren de vida que, a su vez, convence a todos los aristócratas de sus buenos contactos en la corte, proceso que la lleva a posicionarse realmente en un proceso que se retroalimenta.
Por supuesto de Cardenal Rohan también cree que su protegida es amiga de la reina, y decide utilizar este supuesto contacto para congraciarse con ella, pues se ha ganado su enemistad y quiere revertir la situación, pues ambiciona ser nombrado Primer Ministro. El matrimonio Valois de la Motte, ayudado por un tal Marc Rétaux de Villette, que se supone secretario del conde y es en realidad el amante de la condesa, empiezan a pedir dinero para ganarse el favor de la reina, en una relación ficticia en la que la condesa hace de intermediaria. Falsifican cartas de la reina dirigidas a Rohan, con lo cual la ficción va tomando mayores proporciones y alargándose en el tiempo. Rohan acaba exigiendo un encuentro personal y el matrimonio de estafadores sale del apuro cuando conoce a una prostituta que se parece a la reina. Ataviada con una réplica de uno de los vestidos que ha lucido en público, tienen un breve encuentro furtivo personal en los bosques de Versalles, que la supuesta reina dice que no puede ser más largo puesto que es secreto. El papel de la prostituta resultó ser excelente y Rohan cree firmemente haberse ganado el favor de la Reina. Según algunas versiones tuvieron relaciones sexuales; según otras se trató de una charla.
De este modo el matrimonio de estafadores sigue sangrando al cardenal, como al convencerle de que necesitan 50000 libras para saldar la deuda de una familia amiga de la Reina, pero que desafortunadamente la misma no dispone personalmente de tal cantidad.
Luis XV había encargado a los joyeros de París un impresionante collar de diamantes para una de sus amantes, valorado en dos millones de libras. Sin embargo, la muerte del monarca dejó a los joyeros sin cliente y con una deuda enorme. Ofrecieron el collar a Carlos III de España, pero este se negó a comprarlo. Rebajado a 1.700.000 libras se lo ofrecen a María Antonieta, quien lo desea pero no puede permitírselo. Jeanne Valois de La Motte ve aquí una oportunidad de oro y trama su golpe maestro. Convence al cardenal de Rohan de que la reina le pide que le haga de avalista y que ésta lo pagará en cuatro plazos. De esta forma, adquieren el collar con el aval de cardenal y el marido de la condesa empieza a desmontarlo y venderlo por piezas. Para no levantar sospechas en París, se traslada a Londres donde nadie hace preguntas sobre el origen de los diamantes. Pensemos que la cantidad de dinero de la estafa era impresionante, pues un sueldo de la época era de centésimas de libra.
Inevitablemente, cuando vencen los plazos y los joyeros exigen a la reina que pague, se acaba descubriendo la trama. Jeanne Valois de La Motte confía en que los joyeros contacten con el avalista, el cardenal de Rohan, y que éste, por miedo a ser humillado en público y hundido políticamente, pague y mantenga en secreto la estafa de la que ha sido objeto. Sin embargo, los joyeros contactaron directamente con la reina, la cual monta en cólera al descubrir todo el entramado, que considera una afrenta personal y una maniobra del cardenal para humillarla, al que considera su enemigo a partir de ese momento.
El asunto es tratado con muy poca habilidad por los monarcas. María Antonieta exige justicia a Luis XVI y éste hace comparecer al cardenal frente a toda la Corte, que se halla reunida celebrando la fiesta de la Asunción. De Rohan se da cuenta entonces de que es objeto de una estafa ya que los reyes no conocen de nada a la tal condesa de Valois de la Motte de la que habla. Todo esto enfurece todavía más a la reina, que exige a su marido la detención del cardenal, ante lo cual Luis XVI cede y envía a de Rohan a la Bastilla.
El asunto no es una simple anécdota, pues tuvo hondas repercusiones políticas. Por una parte, la nobleza se sintió humillada por la detención y escarnio del cardenal, miembro de una de las familias más importantes de Francia. Por otra parte, al celebrarse un juicio público, el pueblo fue consciente del nivel de gasto en frivolidades de sus élites sociales mientras que ellos soportaban carestías cotidianas. El juicio fue llevado a cabo por el Parlamento de París, que consideró inocente al cardenal y a la prostituta, lo que representaba una bofetada a los deseos de los monarcas y un acto de rebeldía política ante una monarquía desprestigiada. Rétaux de Villette consigue huir, Jeanne Valois de La Motte es condenada a reclusión perpetua, su marido a galeras y Cagliostro, como ya hemos comentado, es absuelto, convirtiéndose, paradójicamente, en un héroe temporal porque había sido acusado de la única estafa en la que no tenía nada que ver.
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¡ja, ja, ja!
Como el capitan Kidd, que fue ejecutado por un acto de piratería que no cometió...
¿No es novelesca la vida de Cagliostro? Si hasta aparece Casanova en su biografía ¿y el nombre? José Bálsamo, profesión, curandero.
Por lo que tengo leído de Casanova, embaucarlo debió ser toda una proeza.
Me encantó tu trabajo, es muy ameno y ¡excelente elección del personaje! Es del tipo que deja pequeñita cualquier novela
Saludos
El conde de Cagliostro!! Jajaja!
Desconocía la historia de este personaje. Verdaderamente llevó una vida interesante.
Saludos.
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La realidad siempre supera la ficción.
Saludos!