Dominium Maris Baltici (IV): La Gran Guerra del Norte
La Gran Guerra del Norte sería el clímax de las luchas por el poder en el Báltico. Tras un intento fallido de apear a Suecia de su posición preponderante, se desataría el último gran intento sueco de obtener el dominio absoluto en la región. Sin embargo Suecia se iba encontrar con su némesis en el renacido imperio ruso de Pedro el Grande.
Antecedentes
En 1697 subió al trono de Suecia el quinceañero Carlos XII. Suecia estaba en medio de una hambruna con un rey joven e inexperto, mientras que en el plano internacional había quedado aislada en los últimos años tras declararse neutral durante la Guerra de los Nueve Años. Dinamarca llevaba tiempo queriendo ajustar cuentas, sobre todo a cuenta del ducado de Holstein-Gottorp -tradicional aliado sueco-, y de la perdida provincia de Escania; por lo que se puso a buscar aliados.
Con la ayuda del líder exiliado livón Johan Reinhold Patkul, se consiguió a finales de 1699 acordar una alianza contra Suecia. Al recién coronado Federico IV de Dinamarca se sumaron Pedro I de Rusia y Augusto II de Polonia (y elector de Sajonia). Pedro el Grande no se había mostrado inicialmente muy interesado en el Báltico, siendo su objetivo una expansión rusa hacia el Oeste pero por el sur a costa del Imperio Otomano; sin embargo durante su famosa gira occidental no consiguió apoyos en Occidente para una “cruzada”, por lo que se resignó a expandirse en dirección al Báltico y puso sus ojos en Carelia (Finlandia) e Ingriai. El ambicioso Augusto de Polonia acababa de salir de una poco brillante guerra con los turcos y consideró que una guerra fácil contra Suecia le permitiría apropiarse de Livonia y ganar prestigio dentro de la Mancomunidad polaco-lituana, en la que soñaba con imponer una monarquía hereditaria. Brandenburgo fue invitado a unirse a la “fiesta” y quedarse con la franja costera sueca en Pomerania pero declinó, ya que su elector estaba en ese momento centrado en apoyar las maniobras políticas del Imperio Austriaco previas al estallido de la Guerra de Sucesión Española
Carlos XII de Suecia (r. 1697-1718), por Axel Sparre (izqda). Federico IV de Dinamarca (r. 1699-1730), por Johann Salomon du Wahl (dcha).
La Gran Guerra del Norte
1700.
En febrero de 1700 un ejército sajón invadió la Livonia sueca y marchó en dirección a Riga. Acto seguido (marzo) los daneses entraron en Gottorp y pusieron sitio a la fortaleza de Tønning. Ante la agresión, Carlos XII decidió ocuparse primero de Dinamarca. Al menos su posición ya no era tan débil como en 1700, ya que acaba de firmar el Tratado de la Haya con las potencias marítimas (Inglaterra y Holanda), a las que les interesaba mantener el equilibrio en la zona.
En junio una flota anglo-holandesa se unió a la sueca. Superada 2 a 1 en número la marina danesa se refugió en Copenhague. Los suecos desembarcaron 10.000 hombres para amenazar la capital, mientras en el continente un ejército sueco-alemán avanzaba hacia Holstein. Federico plegó rápidamente velas y presionado por las potencias marítimas firmó la paz de Travendal (agosto) y se salió de la guerra que había promovido, aceptando pagar una indemnización a Holstein-Gottorp.
Suecia se tuvo que conformar meramente con sacar a Dinamarca-Noruega de la guerra ya que las potencias marítimas le dejaron claro que iban a escoltar a su ejército de vuelta a casa y ahí se acababa todo. En teoría Suecia podía concentrarse en sus otros dos enemigos, pero por mucho tratado de paz que hubiera la marina y ejército daneses permanecían intactos a su espalda, por lo que habría que mantener fuerzas de consideración ocupadas exclusivamente en vigilar a Dinamarca.
Desembarco de Carlos XII en Humlebæk (isla de Selandia). El exitoso desembarco y posterior amenaza a Copenhague puso a Dinamarca fuera de la guerra.
En octubre Carlos desembarcó a su ejército en Pernau (Livonia). Augusto había tenido poco éxito en su campaña ya que ni los livones se habían sublevado en masa para ayudarle ni había conseguido tomar Riga. Ahora con la paz de Travendal y la llegada de los suecos, abandonó rápidamente la zona, solicitando él también la paz.
El siguiente paso era ocuparse de los rusos que no habían comenzado su campaña en Ingria hasta septiembre ya que habían tenido que cerrar primero un conflicto con los turcos. Los rusos estaban asediando la ciudad de Narva y Carlos acudió en su rescate. En la batalla de Narva (30-XI)ii, el mucho más eficaz ejército sueco (11.000 hombres) derrotó a un ejército ruso 3 veces superior en número, infligiéndole una de las peores derrotas de la historia rusa al resultar casi todo el ejército ruso destruido o capturado. De hecho Carlos no sabía que hacer con casi 20.000 prisioneros y liberó a todos menos a los oficiales.
Tras su gran victoria Carlos decidió tomar cuarteles de invierno y se negó a firmar la paz con Augusto. Ya se encargaría de él al año siguiente y en cuanto a los rusos, ya se había visto que no valían para mucho por lo que tampoco hacía falta preocuparse en exceso por ellos.
Rendición del ejército ruso en Narva, obra de Gustaf Cederström
Destronando a Augusto.
Aunque pueda parecer que la continuación de la guerra tras el éxito de 1700 era un capricho de Carlos, lo cierto es que sus consejeros estaban de acuerdo en que negociar una paz precipitada simplemente daría a Suecia unos pocos años de tranquilidad y más pronto o más tarde sus vecinos se volverían a unir para un nuevo ataque. En lo que no coincidían Carlos y sus consejeros era en la forma exacta de proseguir la guerra. Carlos había querido en el verano de 1700 marchar directamente a Sajonia y arrasarla hasta poner a Augusto de rodillas, pero para llegar allí habría violado el territorio de otros estados alemanes y llegaron advertencias desde Inglaterra de que no se toleraría que Suecia organizara una guerra en el corazón de Alemania en un momento en que se estaban definiendo las alianzas de cara a lo que iba a ser la Guerra de Sucesión Española (1701-1713/15).
Una opción apetecible era inducir a los polaco-lituanos a librarse de Augusto; algo bastante plausible debido a las conocidas ansias absolutistas del rey, que no casaban con las tradiciones de la Mancomunidad. En el propio 1700 había tenido lugar una pequeña guerra civil que se había saldado con la derrota de la poderosa familia Sapieha, contrarios a Augusto; por lo que Carlos esperaba que los restos de la facción Sapieha le echaran una mano en destronar al rey y poner a otro más sensible a los intereses suecos e incluso aliado en una guerra contra Rusia.
Augusto II “el Fuerte”, rey de Polonia (r. 1694-1706; 1709-1733), por Louis de Silvestre (izqda). Pedro I el Grande (r. 1682-1725) por Jean Marc Nattier (dcha).
En 1701 los suecos expulsaron de las cercanías de Riga a Augusto, que había regresado a la zona al frente de un ejército ruso-sajón, pero éste escapó a través de su todavía neutral reino de Polonia-Lituania. Aunque las intrigas suecas en Polonia avanzaban, Carlos se impacientó y en enero de 1702 invadió la Mancomunidad alegando que simplemente iba a perseguir a los “sajones”. En Kliszow (19-VII) vencería al ejército polaco-sajón del propio Augusto y en los siguiente años combatiría con éxito en Polonia consiguiendo imponer a la facción polaca anti-sajona la candidatura de Estanislao Leszczynski. Estanislao sería proclamado rey en 1705, pero Augusto no abdicaría hasta el tratado de Altranstädt (13-X-1706), después de la derrota de Fraustadt (13-II-1706) y de que Carlos marchara sobre Sajonia.
De Estanislao, Suecia obtuvo el abandono del puerto de Polaga. Augusto había tenido la intención de convertirlo en un importante puerto de salida de las mercancías y los suecos lo arrasaron con saña durante su campaña militar. Los polacos se comprometieron a dar prioridad a la sueca Riga a la hora de exportar mercancías. Además los comerciantes suecos recibieron importantes ventajas para operar dentro de la Mancomunidad.
Primera fase de la Gran Guerra del Norte (1700-1709), pinchar dentro para ampliar.
Poltava
Carlos volvió sus miras hacia Rusia. Pedro no había estado parado desde Narva; por un lado había enviado tropas en ayuda de Augusto sin dejar de proseguir con su propia campaña, a la vez que emprendía una profunda modernización del ejército ruso.
En 1702 se consiguió tomar la estratégica Nöteborg en el nacimiento del río Nevá (lago Ladoga). Un eufórico Pedro la renombró Shlisselburg -adaptación del alemán Schlüsselburg (fortaleza clave)- para honrar su nueva condición de puerta rusa a Ingria. Al año siguiente tomaría la fortaleza de Nyenskans cerca de la desembocadura del Nevá. Un poco más cerca de la desembocadura, en la isla de Zayachi empezó la construcción de una nueva fortaleza: la de San Pedro y San Pablo, ciudadela que dio origen a San Petersburgo. Conseguida su puerta al Báltico y a Occidente, también se empezaron las labores para construir una flota, empezando por 6 fragatas y varias galeras en 1704. En el 1704 caería por fin Narva e incluso se los rusos se adentraron en Livonia para tomar Dorpat. En 1705-06, los esfuerzos rusos se centrarían en Polonia apoyando a Augusto. En 1707 Pedro ofreció la paz a Suecia pero dejó claro que sus conquistas en el río Nevá eran sagradas, ya en 1704 empezó a hablar de establecer su capital en lo que iba a ser San Petersburgo.
Pedro I asediando Nöteborg (1702) por Alexander Kotzebue
En los años 1707/08 Carlos se dedicó a ir expulsando a los rusos de Polonia-Lituania. Estos fueron retrocediendo lentamente, aplicando una política de tierra quemada. La victoria de Holowczyn (14-VII-1708) le abrió las puertas de la invasión de Rusia. Carlos pretendía tomar la ruta de Smolensko y marchar hasta Moscú si era necesario, sin embargo al cruzar en septiembre la frontera se encontró con más tierra quemada y un constante acoso por parte rusa. Un ejército auxiliar sueco procedente de Livonia que debía traer más suministros se retrasabaiii y Carlos tomó la decisión de trasladarse a una región más al sur donde poder subsistir. Finalmente dicho ejército llegó pero sólo la mitad (6.000 hombres) y sin provisiones, ya que los rusos los habían derrotado en Lesnaya (9-X-1708). A Carlos no le quedó más remedio que suspender la campaña y mover su ejército hacia el sur de Ucrania, buscando invernar allí y de paso reclutar a los cosacos de la zona, así como buscar ayuda turca.
La batalla decisiva para el futuro del Báltico y San Petersburgo tendría lugar a 1.500 km de allí, en Poltava (8-VII-1709). El ejército sueco de Carlos estaba maltrecho por un duro invierno, apenas había conseguido refuerzos locales y su campaña se topó con un sonoro fracaso en su intento de asalto a la posición fortificada de Pedro cerca de Poltavaiv. Lo peor no fue la derrota sino la fracasada huida posterior: el derrotado ejército sueco tuvo que rendirse en su totalidad en Perevolochna (11-VII). Carlos escapó acompañado de una escolta hasta la frontera turca.
Batalla de Poltava (1709), por Pierre-Denis Martin. Considerada una de las batallas más decisivas de la Historia, no sólo sirvió para hacer fracasar la invasión de Rusia sino que la dejó establecida como una gran potencia a tener en cuenta.
El Imperio zozobra (1709-1714)
Carlos esperaba que su presencia en Turquía fuera breve, el suficiente para recuperar su pie herido. Se prolongaría durante más de 4 años. La frontera turca en Europa se cerró entre 1709-1714 por culpa de una plaga y Carlos quedó atrapado pues le daba miedo aceptar ofertas de Francia, Gran Bretaña y Holanda de llevarle por mar a Suecia ya que temía ser tomado prisionero. Al final se llegó a hacer molesto para los propios turcos que aunque lo siguieron considerando un huésped lo pusieron en confinamiento (1713), hasta poder librarse de él. Carlos desde su exilio-prisión siguió dando instrucciones cuando pudo a su Consejo; el cual tenía ante sí toda una papeleta: no sólo debía lidiar con los triunfantes rusos sino que Federico de Dinamarca y Augusto de Sajonia salieron de nuevo a la palestra al oler sangre.
Dinamarca -alegando como pretexto un incumplimiento de las condiciones de uso del Oresund- declaró la guerra en octubre de 1709. Holstein-Gottorp fue rápidamente ocupado. Dinamarca había calibrado bien que las Potencias Marítimas (Gran Bretaña y Holanda) metidas hasta el cuello en la Guerra de Sucesión Española no estarían por la labor de oponerse a este movimiento. Estas los más que hicieron fue ofrecer a comienzos de 1710 garantizar la integridad de la Pomerania sueca siempre y cuando los suecos no la usaran como base militar. Un ofendido Carlos se negó ya que quería utilizarla como plataforma para atacar a Augusto.
En octubre de 1709 un ejército danés desembarcó sin oposición en Escania ocupando buena parte de la provincia excepto las principales fortalezas y se dirigió hacia la principal base naval sueca: Karlskrona. El sueco Magnus Stenbock consiguió tras grandes esfuerzos improvisar un ejército de 16.000 hombres que oponer a los cerca de 15.000 invasores. En la batalla de Helsinborg (10-III-1710) derrotó de forma decisiva a los daneses y puso fin a sus sueños de recuperar Escania.
Magnus Stenbock en Malmo (1709), por Gustaf Cederström (fuente: steveartgallery.se).
En Polonia, el apoyo a Estanislao flaqueaba por los reveses suecos y a comienzos de 1710 Augusto volvió a entrar en Varsovia. En Octubre del año anterior había hecho un trato con Pedro el Grande por el que este le reconocía como rey, pero las condiciones impuestas por los rusos convertían a Polonia-Lituania más en un satélite de Rusia que en un aliado. Los rusos capturaron Vyborg en Carelia y en 1710 también liquidaron la Livonia sueca: la poderosa Riga, la ciudad más poblada del Imperio Sueco, cayó por fin; la siguieron Pernau y Reval.
En 1711 los rusos acudieron en ayuda del ejército polaco-sajón de Augusto para marchar contra Stralsund en Pomerania, mientras que los daneses hacían lo propio contra Wismar. A instancias de su exiliado rey el consejo de gobierno sueco recurrió a medidas extraordinarias de conscripción para reforzar el ejército. Stenbock pudo desembarcar con 16.000 tropas en socorro de la Pomerania sueca. Poco después la flota danesa destruyó buena parte de sus barcos de suministros, dejándole relativamente aislado y minando sus opciones. Aunque victorioso en 1712 sobre sajones y daneses, el aislado Stenbock no se atrevió a alejarse de la costa y marchar hasta la frontera turca luchando a través de Polonia, para reunirse con Carlos. Como alternativa decidió marchar hacia territorio danés, con el resultado de que quedaría atrapado en la fortaleza de Tønning, teniendo que rendirse en mayo de 1713. El dominio danes del mar impidió la llegada de fuerzas en su socorro.
En septiembre caería en manos rusas el enclave sueco de Stettin, que sería utilizado para tentar al joven reino de Prusia para unirse a los aliadosv. Tras la caída de Stenbock era obvio que Carlos tenía que arriesgarse y volver a Suecia. Durante su estancia en Turquía había conseguido que el sultán declarase 4 veces la guerra a Rusia pero sin resultado práctico alguno. Además Carlos era consciente de que había un plan para “venderle” a Augusto o a los rusos. Abierta de nuevo la frontera con el Imperio, negoció con el emperador Carlos VI -que quería ejercer de moderador en la guerra de sus vecinos- su paso a través de territorio imperial.
En noviembre de 1714 llegó Carlos a Stralsund, que junto a Wismar y la isla de Rügen componían los últimos reductos suecos en Alemania. Lo que no había sido conquistado, había sido ocupado por potencias supuestamente neutrales como Prusia y Hannover, que se dedicaron a chantajear a Suecia, exigiendo dinero y/o parte del territorio secuestrado a cambio de no ir a la guerra.
Sin embargo lo peor no era eso sino que durante 1712-1714, Pedro de Rusia había prácticamente conquistado Finlandia ante la escasez de fuerzas suecas y con la importante ayuda de una poderosa flota de galeras que no sólo dominaban las costas finesas del golfo de Bothnia sino que se permitían hacer incursiones en la propia Suecia.
Galeras rusas (en la batalla de Grengam), por F.V. Perrot
El Retorno del Rey
Carlos confiaba en darle una vuelta a la situación, aunque ni siquiera él se hacía ilusiones de obtener una victoria total, mostrándose dispuesto a hacer algunas concesiones a sus enemigos. Sin embargo estas eran insuficientes, al menos para las chantajistas Prusia y Hannover; ambas se unieron oficialmente a la guerra en 1715. Para colmo el elector de Hannover se había convertido el año anterior en el rey de Gran Bretaña: Jorge I. Aunque Inglaterra no se unió a la guerra, su flota fue enviada al Báltico a “cuidar de los intereses comerciales ingleses” y se mostró especialmente beligerante con los suecos, contribuyendo a mantener su marina encerrada y echando una manita un tanto descarada en la ocupación aliada de la isla de Rügen.
Stralsund caería en diciembre -Carlos pudo escapar en el último momento- y Wismar aguantaría hasta abril de 1716. Carlos que no quería dar su brazo a torcer se centró en la defensa del territorio sueco y se planeo recuperar perdidas con la conquista de Noruega. Para ellos se necesitaban más “combustible” para mantener la guerra, ya durante el sitio de Stralsund, había despachado unos decretos ordenando una movilización como nunca antes de hombres y recursos en Suecia, con ayuda de una administración totalmente remozada y orientada hacia una “economía de guerra”. No sólo se subieron impuestos sino que el Estado distorsionó la dañada economía sueca interviniendo en el mercado de hierro y de alimentos. La exportación del estratégico hierro fue nacionalizada, que por ley los productores deberían vender el hierro obtenido al Estado y éste se encargaría de revenderlovi. El Estado también impuso precios fijos en su compra de alimentos, precio que se había disparado por varios años de malas cosechas y plagas.
Segunda fase de la Gran Guerra del Norte (1709-1721), pinchar dentro para ampliar.
Mientras se preparaba una nueva ofensiva militar se puso en marcha una ofensiva diplomática a gran escala para dividir a los enemigos y partir la coalición. Es muy posible que los contactos con Pedro el Grande influyeran en el abandono del gran plan aliado de 1716: un enorme ejército aliado se había reunido en Selandia con intenciones de desembarcar en Escania, formado por 30.000 rusos y 24.000 daneses. Iba a ser escoltado por una poderosa flota sueco-danesa, con la connivencia y apoyo de las flotas inglesa y holandesa. Pedro solicito posponer un año la invasión alegando tener informaciones de que las defensas suecas eran muy fuertes y en el verano de 1717 se aplazó de nuevo, ya que Federico de Dinamarca vio imposible convencer a la flota mercante danesa de ponerse durante un año más al servicio de las necesidades militares aliadas.
Las tropas rusas de invasión marcharon a invernar en el ducado de Mecklemburgo y en seguida empezaron las suspicacias entre los aliados ya que se filtró que Pedro tenía planes para anexionarse el ducado, compensado a su duque titular con el ducado de Curlandia en Livonia. Cierto o no, lo obvio es que el ducado se había convertido en un satélite ruso ya que el zar había ayudado al duque que se encontraba enfrentado con buena parte de su nobleza a cuenta de los impuestos. El duque se casó con una sobrina del zar y se planeó un canal que uniera el ducado con el Elba y permitiera llevar las mercancías suecas hasta Hamburgo, saltándose el molesto peaje del Oresund. Lógicamente muchos se preguntaron si este era un paso hacia la consecución de un dominium maris baltici ruso.
En 1716 ya se había lanzado una fallida invasión de Noruega que tuvo que ser abortada. En octubre de 1718 Carlos XII partió con un ejército de 36.000 hombres para invadir Noruega. Su primer obstáculo en el avance hacia Cristiania (Oslo) era la fortaleza fronteriza de Fredriksten (Fredrikshald). En principio era un obstáculo menor pero lo suficientemente fuerte como para que la vanguardia sueca, dirigida por el propio Carlos, tuviera que ponerse a abrir trincheras para aproximar la artillería de sitio. Cuando inspeccionaba estas labores, el 11 de diciembre de 1718 (30 de noviembre para los suecos), Carlos fue abatido por un disparo. Para los historiadores suecos sigue siendo una cuestión entretenida tratar de dilucidar si murió a causa de una bala perdida noruega o se trató de una conspiración de los propios suecos para librarse del belicoso Carlos.
Rápidamente los suecos abandonaron la campaña, retirándose con el cadáver de su rey. También una invasión secundaria por el norte hacia Trondheim se dio media vuelta, perdiendo a la mitad de su fuerza de 10.000 hombres por culpa del mal tiempo en la denominada “marcha mortal carolina”. La muerte de Carlos puso fin a los grandiosos planes suecos que incluían la conquista de Noruega y usarla como base para atacar Dinamarca, para después teóricamente marchar de vuelta a reconquistar Pomerania.
Cortejo fúnebre de Carlos XII, por Gustaf Cederström
El Camino hacia la Paz
Carlos -casado con el ejército- no dejó heredero oficial. La disputa sucesoria se resolvió en 1720 a favor de Federico de Hesse -marido de la hermana de Carlos, Ulrika Leonor, regente mientras tanto-, desplazando al joven (20 años) Carlos Federico de Holstein-Gottorp, sobrino de Carlosvii. El precio que tuvo que pagar Federico I fue renunciar al absolutismo volviendo a un constitucionalismo a medida de la aristocracia sueca.
La muerte de Carlos hacia más fácil la paz pero eso no quiere decir que los suecos estuvieran dispuestos a ceder en todo. Además las cosas evolucionaban favorablemente en el frente diplomático. En 1719 se firmó la paz con Hannover a costa de los obispados de Bremen y Verden; con Prusia a costa de la renuncia a Stettin, Wollin, Usedom y parte de la Pomerania sueca. Dinamarca la firmó en 1720 -obligada por Gran Bretaña-, conformándose con parte del territorio del duque de Holstein-Gottorp, una indemnización sueca de 600.000 daler y la renuncia sueca al privilegio de no pagar peaje en el Oresund.
La esperanza sueca con sus renuncias era involucrar a Gran Bretaña en una campaña contra un Pedro el Grande poco proclive a dejarse intimidar. Sin embargo los ingleses se negaron: estaban asimilando todavía los efectos del estallido de la burbuja financiera de la compañía del Mar del Sur, acababan de intervenir en la Guerra de la Cuadruple Alianza contra España (1718-1720) y había riesgo de una revuelta jacobita. Hubo un débil intento británico de tantear una posible cruzada contra Rusia pero ni Francia ni el Imperio ni Prusia demostraron un mínimo entusiasmo.
Sin el respaldo militar de otras potencias había pocas esperanzas para que Suecia diera la vuelta a la situación militar. La flota de alta mar rusa se refugió en sus bases para no crear conflictos con los barcos occidentales presentes en el Báltico pero su escuadra de galeras era perfectamente capaz de continuar con sus operaciones. En el 1720 llegaron a desembarcar 6.000 tropas en el archipiélago de Estocolmo y aunque fueron rechazados, las galeras rusas realizaron ataques contra la capital y las poblaciones cercanas. Tras la batalla naval de Grengam cesaron las incursiones rusas en la costa sueca, pero en 1721 recomenzaron con fuerza. Era una situación insostenible y Suecia se rindió.
En el tratado de Nystadt (septiembre, 1721) los suecos recuperaron Finlandia salvo la zona sureste: distritos de Kexholm y Vyborg; quedando el istmo de Carelia en poder ruso. También se tuvo que renunciar a Ingria, Estonia y la Livonia sueca. Simbólicamente se le concedió a Suecia el derecho a importar una cantidad limitada de cereal livón libre de impuestos.
Del antaño notable imperio báltico sueco sólo quedaban retazos: Wismar, Stralsund y el distrito pomerano de Greifswald. El agotamiento sueco era tan grande que salvo en la mente de los más recalcitrantes se abandonó el sueño de un dominium maris baltici sueco. El conflicto entre Suecia y Augusto de Polonia había quedado vacío de significado por culpa de los anteriores tratados, pero aun así se estuvo oficialmente en guerra hasta 1731 en que simplemente se renovó el viejo tratado de Oliva (1660).
Grupo escultórico (1722) en el palacio de San Petersburgo: la “Victoria” sobre el león sueco corona a la “Paz” (Nystad).
¿Dominium maris baltici ruso?
El resultado de la contienda parecía presagiar que sería Rusia la nueva candidata a dominar el Báltico Pedro el Grande parece haber acariciado la idea e incluso movió ficha casando a su hija con el duque de Holstein-Gottorp, por un lado como apoyo a un postulante al trono sueco y por otro con vistas a que los mercantes rusos se sirvieran del puerto de Kiel en Holstein. Pero tras la muerte de Pedro en 1725 sus sucesores se inclinaron más por una expansión en el Mar Negro y hacia el Mediterráneo, a costa del Imperio Otomano. Aunque no se persiguiera activamente un dominio total, estaban dispuestos a mantener al menos una posición hegemónica en la zona.
Con Pedro el Grande los rusos habían aprendido a manejar los hilos del complicado estado polaco-lituano y pasaron a considerarlo una especie de satéliteviii. Más tarde Austria y Prusia también se unirían al juego, disputándose entre ellos la influencia en el cada vez más frágil reino.
En el caso de Suecia, se temía en Rusia la existencia de cierto revanchismo por Nystad y se decidió también tratar de influenciar en su vida política para convertirlo en otro satélite. Hay que recordar que la nueva capital rusa de San Petersburgo, a diferencia de Moscú, estaba demasiado expuesta a una posible invasión sueca. A su vez los suecos también intentaban ganar influencia en la corte rusa confiando en que un zar pro-sueco se aviniera a devolver parte del territorio perdido en Nystad.
La ocasión pareció surgir en 1741. Rusia acudió en ayuda de su aliada Austria en la Guerra de Sucesión Austriaca. No era una guerra que entusiasmara a la nobleza rusa pero el objetivo político del canciller Osterman era mantener el status quo en Europa Central. Francia -aliada de Prusia- organizó un complot con el partido dominante en Suecia: Hattarna (los “Sombreros”). El ejército sueco -subsidiado por Francia- atacaría Rusia (S. Petersburgo) con intención de provocar un golpe de estado que hiciera caer a Osterman, deponiendo al bebé-zar Iván VI y reemplazándolo por una hija de Pedro el Grande. Los suecos esperaban que la futura y francófila zarina Isabel les recompensara con generosidad: al menos con la devolución de Carelia; tal vez con Estonia o Livonia; e incluso algunos soñaban con la renuncia rusa a Ingria y la propia San Petersburgo.
Pedro I medita la construcción de la futura San Petersburgo y el impulso ruso hacia el Báltico, por Peter Benois. Tras su muerte el impulso báltico de Rusia se fue moderando.
La Guerra Ruso-Sueca (1741-1743), conocida como Ruso-Hattarnas para los suecos, les iba a enseñar a los dirigentes suecos la diferencia entre la realidad y las ensoñaciones fantásticas. Con unas fuerzas armadas olvidadas desde los tiempos de Carlos XII que se habían vuelto ineficaces, los planes suecos se vinieron abajo cuando ni siquiera pudieron organizar una invasión antes de que los rusos reaccionaran con energía y tomaran la iniciativa. El ejército sueco fue derrotado y perdió la fortaleza fronteriza finesa de Lappeenranta. En cuanto a la armada sueca, ésta se negó a cooperar con el ejército aduciendo su lamentable estado; y eso que la flota rusa tampoco estaba en unas condiciones mucho mejores.
A pesar del fiasco los engranajes de las intrigas internas rusas estaban ya en marcha. Los oficiales consigueron sublevar a las unidades de la Guardia Imperial en San Petersburgo, aprovechando la noticia de que debían partir para el frente (diciembre 1741). La nueva zarina, Isabel I, ofreció a los suecos una compensación monetaria “por las molestias” y su amistad, pero no territorios. Visto el nulo rendimiento de sus fuerzas armadas, los dirigentes suecos habrían hecho bien en aceptarla pero con su prestigio dañado reclamaron la cesión de al menos Viborg para poder salvar la cara en Suecia.
A fines de febrero los suecos optaron por anular la tregua pero su ejército se vio de nuevo imposibilitado de montar una campaña para conquistar Viborg. Rusia ofreció a los finlandeses independizarse de Estocolmo con su ayuda, a la vez que amenazaba con invadir y arrasar todo el país. Ante la falta de respuesta los rusos lanzaron su campaña en junio y en agosto tomaron Helsinki. Las tropas rusas iban apoyadas por una importante flota de galeras mientras que la flota sueca se mantenía a distancia. Así pues Finlandia acabó cayendo en manos rusas por segunda vezix
En Rusia surgió la natural cuestión de quedarse con Finlandia, o al menos convertirla en una nación títere. Los Hattarna estaban desesperados hasta el punto de hacer ejecutar a los principales comandantes suecos (Lewenhaupt y Buddenbrock), cargándoles con las culpas. El último recurso fue sacar a la palestra la cuestión de la sucesión al trono sueco. Jugando con la idea de poner a un príncipe danés lo que podría desencadenar una nueva unión escandinava, consiguieron que la zarina aceptara retirarse de Finlandia a cambio de que se nombrara heredero a Adolfo Federico de Holstein-Gottorp que era tío del propio heredero elegido por Isabel para sucederla en Rusia: el duque de Holstein-Gottorp (Pedro III de Rusia). Además la frontera ruso-finesa debía desplazarse hasta el río Kymi.
Lógicamente Dinamarca no vio con buenos ojos ese chanchullo familiar que ponía a sus odiados vecinos de Holstein-Gottorp al frente de los tronos ruso y sueco. Dinamarca se preparó para la guerra e incluso contaba con cierto apoyo popular en la propia Suecia que tampoco estaban muy convencidos de la bondad de los tejemanejes del partido Hattarna. Sin embargo la intensa presión francesa y británico hizo desistir al rey Cristián VI de sus planes.
Ascensión al trono de la zarina Isabel. En el grabado se ve el arresto de la regente Anna Leopoldovna, madre de Iván VI.
Los temores daneses se disiparon pronto. El nuevo rey de Suecia no se mostró muy colaborativo con los planes de Isabel para el Báltico. En cualquier caso estaba constitucionalmente constreñido por el sistema político sueco. Rusia trató de ganar influencia política en el Parlamento sueco mediante sobornos, al igual que hacia en Polonia. Intentó que un partido pro-sueco se hiciera con el control de la Riksdag en 1746-7, fracasando. Rusia se preparó para conseguir por la fuerza lo que el dinero no podía, pero Suecia se alió rápidamente con Prusia. La amenaza de guerra contra Prusia y Francia frenó a Rusia. Además con la mediación francesa Dinamarca y Suecia se acercaron diplomáticamente, renunciando simbólicamente Adolfo Federico de Suecia a cualquier reclamación sobre la herencia Gottorp y casando a su hijo con una princesa danesa.
Llegamos por tanto a una mitad del siglo XVIII con una Rusia contenida que abandonó sus planes para convertir a Suecia en un estado títere y expandir su influencia por el Báltico. La paz pronto se vería perturbada por la Guerra de los Siete Años en la que Suecia fue llamada por Francia a intervenir contra Federico el Grande, lo que puso a Suecia y Rusia en el mismo bando. A pesar de que se le prometió la restauración de varios antiguos territorios del Imperio sueco en Alemania, Suecia acudió a la guerra a regañadientes y tras algún éxito inicial pronto se vio abocada a suplicar por la paz. Afortunadamente para Suecia, Prusia nunca mostró un especial interés en ejercer de potencia báltica.
El sueño de un dominium maris baltici se desvanecía por falta de interés en los contendientes, aunque a las potencias bálticas todavía les quedaba vivir intensas emociones e importantes cambios en la época de las Guerras Napoleónicas.
Batalla de Frisches Haff (1759). La militarista Prusia no se esforzó en crear una marina de guerra para operar en el Báltico. Lo más que tenía era una pequeña flotilla de galeotas y galeras en la laguna de Stettin (bahía del Oder), que fue derrotada por una flotilla sueca similar de galeras y semi-galeras.
Apéndice: Batallas Navales
Bahía Køge (04/10/1710)
Cuando Dinamarca volvió a declara la guerra a Suecia en 1709, ambas flotas de guerra se encontraban igualadas (41 navíos) pero los suecos fueron incapaces de impedir el desembarco danés en Escania aunque finalmente estos fueron rechazados en tierra. En septiembre del año siguiente se ordenó a la flota danesa escoltar el transporte de 6.000 soldados rusos desde Livonia a Dinamarca, con vistas a preparar una nuevo desembarco en Escania. Por el camino hacia Danzig se abatió sobre la flota un temporal que la dejó bastante dañada, por lo que se dio media vuelta. A los daños se unía el hecho de tener un 15% de bajas en la tripulación por enfermedad. Mientras se recuperaba la flota en la bahía de Køge, se presentó una flota sueca para tratar de aprovechar la oportunidad de batir a los daneses y destruir los transportes (+/- 40)que acompañaban a la flota.
Los suecos de Wachtmeister contaban con 21 navíos (1.512 cañones) y la maltrecha flota danesa de Gyldenløve con 26 (1.808 c.). La aparición sueca en la bahía sorprendió a los daneses con sus navíos mezclados con los transportes y con varios de ellos equipados con aparejos provisionales y/o incompletos. Los daneses, incapaces de formar una línea de combate en condiciones, formaron varios grupos y se dispusieron a interponerse entre los suecos y los transportes que se retiraron al fondo de la bahía.
Ambas flotas se enfrentaron en rumbos opuestos, aunque a efectos prácticos sólo 5 navíos daneses estaban en posición de disparar contra la línea sueca. El Dannebroge (94 c.) se incendió rápidamente y su capitán decidió fondear en el acto (en medio de la bahía) por el riesgo que un barco incendiado a la deriva podía suponer para el resto de la escuadra y de los transportes daneses en el marco de unas aguas tan constreñidas. Durante una hora aguantó valientemente luchando contra el fuego hasta que explotó matando a toda su tripulación (600) menos a 3 hombres. Tras hacer una sola pasada los suecos se encontraron con que se acercaban demasiado a los bajíos y de hecho 2 navíos encallaron: Tre Kroner (86 c.) y Princessa Ulrika (80 c.) encallaron. Wachtmeister decidió suspender el combate tras ese breve intercambio ya que el tiempo estaba empeorando y ordenó anclar a la entrada de la bahía.
Al día siguiente Wachtmeister ordenó quemar los dos navíos encallados al verse incapaz de recuperarlos. El día 6 se resarció cuando apareció una importante flota de mercantes y transportes (vacíos) procedentes de Danzig; los suecos apresaron 24 barcos y quemaron los que eran daneses, dejando ir a los neutrales. Ese mismo día se hizo un fallido ataque con brulotes contra la flota danesa. Cuando el día 7 mejoró el tiempo, Wachtmeister decidió alejarse y los daneses pudieron respirar tranquilos. Los suecos habían tenido una buena oportunidad para asestar un golpe letal a la flota danesa y lo habían desaprovechado.
El Dannebroge en llamas por Carl Neumann. Fuente: wrecksite.eu.
Gangut (07/08/1714)
En junio de 1714 la flota rusa de galeras (100) del almirante Apraksin se dispuso a operar en la costa sur de Finlandia entre la zona de Helsinki y Turku, siendo su misión principal mantener las comunicaciones por mar con las fuerzas rusas que operaban en Finlandia e incluso lanzar ataques a la costa sueca. Como apoyo contaba con la flota de alta mar al mando del propio zar Pedro el Grande. La flota sueca al mando del almirante Wattrang no se mantuvo inactiva y marchó a la región a disputar a los rusos las vías navales.
Tras tantearse ambas flotas, el zar decidió retirar los navíos de línea rusos hacia el puerto de Reval (Tallinn) pero la flota de galeras se quedó bloqueada en la península finesa de Hanko (Hangöudd) por los navíos de línea suecos. Una salida a mar abierto de las galeras supondría su aniquilación por los poderosos veleros rivales y el Zar consideró demasiado arriesgado que los navíos rusos trataran de abrir el camino por la fuerza a las galeras. El propio Zar prefirió acercarse en una galera hasta Hanko para conversar con Apraksin. Se planeó trasladar las galeras más ligeras a través de tierra hasta el otro extremo de la península, sin embargo finalmente se desechó por la dificultad, tras conseguir pasar sólo una y resultar destrozada otra en el proceso.
La flota de galeras debía escapar usando las armas tradicionales de este tipo de naves: el no depender del viento para moverse y el poder navegar cerca de la accidentada y peligrosa costa escandinava.
Mapa ruso con los movimientos de los día 5-7 de agosto (25-27 de julio para los rusos). Fuente: dic.academic.ru.
El 5 de agosto, por orden de Apraksin partieron las primeras galeras rusas en su intento de rodear la península. Primero un grupo de unas 19/20 y más tarde otras 15. Los suecos intentaron desesperadamente interceptarlas pero no consiguieron acercarse a una distancia de tiro realmente eficaz antes de que las galeras se refugiaran esa noche detrás de dos pequeñas islas. A la mañana siguiente aprovechando una calma en el viento ambos grupos consiguieron escurrirse de los suecos. Después le tocó el turno al grueso de la fuerza de Apraksin (+/- 60 galeras) de romper el bloqueo, aprovechando la calma. Una galera encalló y fue tomada por los suecos, pero el resto de la flota se deslizo con éxito entre la costa y los suecos; alcanzando la seguridad del archipiélago al otro lado de la península.
Sin embargo al día siguiente se iba a encontrar con una pequeña sorpresa y es que una pequeña flotilla sueca compuesta por el “pramm”x Elefanten y 6 galeras, más un par de naves pequeñas auxiliaresxi, les bloqueaba el camino en un estrecho canal. La flotilla sueca al mando Ehrenskiöld, había sido enviada inicialmente a tratar de estorbar los intentos rusos de transportar sus galeras por tierra a través de la península y al regresar se toparon con las rusos.
Los suecos rechazaron un primer ataque de la vanguardia rusa (35 galeras) e incluso un 2º ataque efectuado por cerca del doble de galeras. Finalmente Apraksin tuvo que reunir a toda su fuerza de unas 95 galeras y lanzarlas al ataque pero de forma metódica, empezando por las galeras de los flancos y abordando nave a nave hasta llegar a un abrumado Elefanten en el centro de la posición sueca. La batalla duró unas 3 horas y toda la flotilla sueca fue capturada o destruida, junto a sus cerca de 940 tripulantes. Los rusos tuvieron 466 bajas entre muertos y heridos.
Un decepcionado Wattrang abandonó la zona y a mediados de agosto ya estaba Apraksin de vuelta en Turku y en septiembre incluso se permitió cruzar hasta la flota sueca e incendiar la ciudad de Umeå.
El combate en sí tuvo escasa relevancia, aunque la exitosa huida de la atrapada flota rusa fue sin duda una hazaña y su destrucción hubiera supuesto un grave revés para la posterior campaña rusa. Aun así parece bastante desproporcionado el bombo que le dio la tradición rusa a Gangut, situándola como una especie de Poltava naval.
La batalla de Gangut, por Alexey Bogolyubov. Se pueden observar a las galeras rusas arremolinándose alrededor de los restos de la flotilla sueca. El pramm Elefanten suele reconvertirse en la tradición rusa en una fragata sueca, para darle un toque más épico a la victoria.
Fehmarn (24/04/1715)
Con la atención naval sueca centrada en Rusia, el almirante Wachtmeister contaba de inicio sólo con 4 navíos de línea y 2 fragatas (313 cañones) para operar en el Báltico occidental. Tras atacar la isla de Fehmarn y capturar una fragata danesa, se dispuso a esperar refuerzos con los que proseguir su campaña. Los daneses no estaban dispuestos a dejar operar impune a la escuadra sueca y de Copenhague partió (17-IV) la escuadra del almirante Gabel, formada por 8 navíos, 3 fragatas y un brulote (496 c.).
Cuando ambas escuadras se localizaron el día 24, Wachtmeister decidió un tanto sorprendentemente no retirarse. Los daneses se acercaron sólo para ver a su insignia el Prinds Christian (76 c.) rechazado y obligado a abandonar temporalmente la línea de batalla. Por dos veces intentó Wachtmeister tratar de cortar la línea danesa sin éxito. En la segunda ocasión uno de los navíos suecos sufrió fuertes daños y tuvo que retirarse de la línea. Tres navíos (con daños) eran insuficientes para proseguir el combate y Wachtmeister decidió retirarse de la acción, consiguiendo romper el contacto con los daneses con la llegada de la noche.
La intención de Wachtmeister era escapar hacia el norte por el estrecho de Langeland durante la noche pero las corrientes y vientos imperantes impidieron la operación. Como alternativa se dirigió a refugiarse en el fiordo de Kiel en la que acabaron encallando sus naves. Entra dentro de lo posible que Wachtmeister las hiciera encallar deliberadamente para tratar de impedir su captura pero la pronta llegada de los daneses le impidió destruir sus naves, teniendo que rendirse. Los daneses reflotaron las capturadas naves con excepción del insignia sueco: Princessa Hedvig Sophia (76), que se encontraba demasiado dañado y tuvo que ser incendiado.
Las flotas sueca y danesa volverían pronto a verse las caras en lo que prometía ser un gran encuentro naval con el destino de la asediada Stralsund en juego. El 8 de agosto tendría lugar un fiero cañoneo entra 21 naves danesas y 20 suecas, pero aunque hubo considerables daños en ambas flotas, ninguna se alzó con la victoria y no se perdió ninguna nave.
Grabado del combate de Fehmarn. La línea danesa es la de la izquierda y la sueca la de la derecha.
Ösel (04/06/1719)
A finales de mayo de 1719 se recibió en Reval (Tallinn) un aviso acerca de la partida de un convoy sueco de Pillau (Baltisk) en dirección a Estocolmo. El convoy iba a contar con la única protección de 3 naves de guerra, una de ellas un navío de línea. Rápidamente se ordenó al capitán ruso Senyavin interceptarlo al mando de una improvisada pero poderosa escuadra de 7 naves, de las que 6 eran navíos de línea.
Senyavin no se encontró con el convoy pero si con las 3 naves de guerra suecas, al mando del comodoro Wrangel. Ante la superioridad rusa Wrangel emprendió la huida en dirección a Estocolmo. Los navíos de vanguardia rusos: los ex-británicos Portsmouth (52 c.) y Devonshire (52 c.), se dirigieron contra el Wachtmeister (48 c.) de Wrangel, que con habilidad los rechazó. Sus dos acompañantes: Karlskona Vrapen (30 c.) y Bernhardus (10 c.), se rindieron cuando los rusos las dieron alcance ya que no hubieran podido resistir por mucho tiempo el fuego de los navíos de línea rusos. El Wachtmeister estuvo cerca de escapar pero finalmente fue alcanzado y atacado por ambas bordas por el Raphail (52 c.) y el Hyagudiil (52 c.). Desmantelado, agujereado y con Wrangel herido, el bravo Wachtmeister se tuvo que rendir cuando se aproximó el resto de la escuadra rusa.
No fue un gran combate ni uno que tuviera gran relevancia estratégica, pero la de Ösel pasaría a la historia como la primera victoria de la flota de alta mar rusa.
La captura del Wachtmeister, según Ludvig Richarde
Grengam (07/08/1720)
En julio de 1720, el almirante Wachtmeister se encontraba al mando de una escuadra que operaba en la zona de las islas Åland con la misión de prevenir que la flota rusa de galeras se sirviera de ellas como base para lanzar sus devastadoras incursiones sobre la costa sueca. Wachtmeister contaba con 5 navíos de línea, 13 fragatas, 8 galeras y varios buques auxiliares. Ante la noticia de la aproximación de una fuerza rusa de galeras, dio ordenes de concentrar sus fuerzas, llamando de vuelta a varios destacamentos. El almirante Sjöblad quedó encargado de recoger a los rezagados, reuniendo 2 navíos de línea, 6 fragatas y varios buques menores.
A la llegada de la flota rusa, formada por 61 galeras y 29 botes al mando del general Golitsyn, Sjöblad decidió que no tenía sentido retirarse ya que la potencia de su escuadra al contar con navíos y fragatas era en principio superior a la de una mera flota de galeras. Golitsyn en vez de huir decidió plantar cara a los suecos; eso sí primero había que atraerlos a las estrechas aguas costeras de la zona. La cuestión era si podría acercar Sjöblad lo suficiente sus naves para hacer valer su poderosa artillería.
Sjöblad consiguió introducir a su insignia, el Pommern (52), y a 4 fragatas en la zona de aguas someras donde le esperaba Golitsyn. Sin embargo cuando maniobraban para poder disparar andanadas de costado contra las galeras rusas, 2 fragatas encallaron, seguidas poco después por las otras 2. Las 4 fragatas fueron asaltadas por los rusos y capturadas. El destino del Pommern habría sido parecido de no haber demostrado su tripulación una extraordinaria pericia marineraxii. Los rusos no habían escapado indemnes: además de perder 2 galeras en combate, unas 43 resultaron con daños tan graves que se decidió incendiarlas.
El resultado es que ambas flotas clamaron victoria. Los rusos tenían las 4 fragatas capturadas y la retirada sueca a su favor, mientras que los suecos habían causado tal daño a la flota de galeras que no podría salir a operar hasta el año siguiente.
Grabado de la batalla por Alexei Fyodorovich Zubov. Los rusos asaltan las 4 fragatas encalladas mientras el Pommern se retira acosado por las galeras rusas.
Autor: Flavius Stilicho
Índice (enlaces).
Capítulo I: La Crisis Livona (1558-1595).
Capítulo II: La Ambición de los Vasa (1597-1648).
Capítulo III: El Diluvio (1648-1679).
Capítulo IV: La Gran Guerra del Norte (y más allá) (1697-1743)
Capítulo V: El Fin de la Unión (1772-1814).
Fuentes:
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ANDERSON, R.C. Naval Wars in the Baltic during the Sailing-Ship Epoch, 1522-1850.
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KONSTAM, A. Poltava 1709, Rusia alcanza la mayoría de edad.
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OAKLEY, S.P. War and Peace in the Baltic, 1560-1790.
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VV.AA. The New Cambridge Modern History, Vol. VI: The Rise of Great Britain and Russia, 1688-1715/25.
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Wikipedia: The Northern Wars.
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Wikimedia Commons para las imágenes salvo que se indique de manera expresa otra fuente.
Notas:
(i) Pedro acababa de conquistar Azov en Crimea en el Mar Negro y junto a Arkhangelsk en el Mar Blanco, constituía toda la salida de Rusia al mar y comercio occidental; inadecuadas para ser una “ventana a Occidente”. Se necesitaba un importante puerto en el Mediterráneo o en el Báltico.
(i) iDía 20 para los suecos y 19 para los rusos. Ambos usaban el viejo calendario juliano, pero el de los suecos tuvo un día más en 1700-1711 ya que Suecia hizo un intento en falso en 1700 de adaptarse al gregoriano. Querían añadir un día cada año hasta completar la corrección de 11 días, pero sólo lo hicieron en 1700. Tras no añadir ninguno más decidieron en 1712 volver hacia atrás y en 1753 se pasaron al gregoriano de golpe.
(iii) El ejército auxiliar de Lewnhaupt consiguió alcanzar a Carlos en su marcha hacia el sur, pero por el camino había sufrido una importante derrota en Lesnaya (9-X-1708)
(iv) Carlos había sido herido en una escaramuza previa por lo que dejó las riendas de la batalla a sus subordinados, originando un caos añadido en las filas suecas al causado por la inesperada salida de los rusos de su campamento fortificado.
(v) Además se le prometió a Prusia otras ciudades alemanas del imperio sueco. Prusia por su parte debía pagar 400.000 daler a cambio de la cesión de territorio.
(vi) Suecia además se podía permitir elevar el precio del hierro al ser el principal exportador europeo. Gran Bretaña prohibió brevemente el comercio con Suecia pero se encontró con que acababa comprando hierro sueco a través de intermediarios -y por tanto aún más caro- por lo que se resignó a levantar la prohibición de importar un bien tan necesario.
(vii) Aunque Carlos siempre afirmó que cuando acabara la guerra buscaría esposa y descendencia, había empezado a moldear a su sobrino a su imagen y semejanza; sin embargo nunca quiso nombrarlo heredero oficial.
(viii) A iniciativa de Pedro el Sejm polaco votó reducir el ejército real a una fuerza minúscula y que apenas era eficaz. Los magnates polacos apoyaran la iniciativa ya que reforzaba su poder al contar con sus ejércitos personales, los cuales no eran ninguna amenaza para el ya moderno ejército ruso.
(ix) La conquista de Finlandia por Pedro el Grande fue conocida en el país como la “Ira Mayor” y ésta última como la “Ira Menor”.
(x) Una nave báltica de fondo plano parecida a una gabarra y armada con cañones. El Elefanten contaba con 17/18.
(xi) Una tercera fue hundida para taponar parte del canal.
(xii) Incapaz de virar en redondo para dar media vuelta, se vio obligado a orzar, echar el ancla, reorientar las velas, para finalmente cortar los cables del ancla y navegar en la dirección deseada.
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Excelente trabajo, aunque no sea la época que más me gusta, me lo he leído con vivo interés. Enhorabuena
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Enhorabuena por tu trabajo Flavius, una pregunta, ¿va a ver en el futuro más entregas del dominio en el Báltico?.
saludos