Guerrilleros del E.P.R. (Los comandos contra el franquismo)
Los guerrilleros del Ejército Popular empezaron a organizarse como unidades militares en febrero de 1938, bajo inspiración y encuadramiento comunista. Formaron «brigadas» y «divisiones» de efectivos muy reducidos -las divisiones 58, 57, 200 Y 300 que eran realmente unidades de lo que hoy se llaman "comandos"Desde la segunda guerra mundial, o bien unidades de cuadros con la esperanza de que la población civil enemiga se incorporase a esos cuadros para alzarse contra el ejército contrario.
Los comunistas pretendieron resucitar el esquema con sus «brigadas» y «divisiones» del maquis en el otoño de 1944. Con estas «divisiones» -que apenas rebasaban el millar de hombres- se formó el «XIV Cuerpo de Ejército de guerrilleros» cuyo jefe, en el período final de la guerra, era el mayor Domingo Hungría que pese a la diferencia ortográfica era algo pariente del jefe del SIPM nacional.
Desde los primeros días de enero de 1939 el XIV Cuerpo de guerrilleros desplegó una gran actividad en relación con la ofensiva republicana de Extremadura y Andalucía para aliviar la situación desesperada de Cataluña. En febrero siguió esa actividad, pero con menos ímpetu. El cuartel general del XIV Cuerpo estaba en el pueblo valenciano de Benimamet, desde donde el 14 de enero de 1939 se radiaba el siguiente comunicado a una división: «Vuestros teletipos no se descifran sino que se adivinan. Ver la forma de arreglado con los radistas porque es la OSTIA» (sic). En el Cuartel General del Generalísimo preocupaba bastante la actividad guerrillera del XIV Cuerpo. El 21 de enero de 1939 el Estado Mayor del Ejército nacional del centro envía un informe a Terminus sobre orígenes, unidades y despliegue del XIV Cuerpo, que se empezó a organizar, según el informe, desde mediados de 1937 y está formado por las divisiones que hemos citado y además la 75 y 76. Cada una de las «brigadas» consta de unos 200-300 hombres. Que sin embargo asestan frecuentes golpes de mano y logran infiltraciones; por ejemplo la de una partida de 19 guerrilleros el 1 de febrero de 1939 en el sector de Ávila, pertenecientes a la División 300.
Patrulla de maquis por la zona de los pirineos ya terminada la guerra civil española
La República Española fue el primer país en la historia militar moderna en incorporar comandos guerrilleros en un ejército regular. El SIFNE comunicó a Burgos el 8-7-37 desde su base francesa en Biarritz que, según una persona que había estado en contacto con el Estado Mayor gubernamental en Valencia, el Gobierno de la República destinaba mensualmente 200.000 pesetas para fomentar el desorden en zona enemiga.
Los integrantes del “Batallón de Guerrilleros”, debían, además, difundir el descontento, practicar el sabotaje, proceder a la destrucción de vías férreas, dar golpes de mano y atentar contra ciertos personajes. En suma, todo un plan de actividades más o menos parecidas a lo que más tarde, ya durante la Segunda Guerra Mundial, tomaría el nombre de “comandos” o los Boinas Verdes USA en Vietnam. El informe añadía que estos fondos los manejaba un tal José Coello de Portugal, un teniente coronel de E.M., socialista y hombre de confianza de Indalecio Prieto.
Al parecer el proyecto de ese cuerpo militar (más adelante conocido como el célebre XIV Cuerpo de Ejército-No confundir con el XIV Cuerpo de Ejército Vasco) había sido aprobado por Largo Caballero y revocado luego por Prieto, aunque después sería repuesto y cobraría auge.
En el proyecto inicial, Coello pedía para cada compañía guerrillera abundante material moderno y automático, explosivos (dinamita y trilita), pistolas calibre “Parabellum” y pistolas ametralladoras del tipo Mauser.
El Jefe de este cuerpo de élite, el coronel Domingo Hungría, recibió asesoramiento ruso; y parece, al respecto, que uno de los expertos que le instruyeron fue el coronel Rokossovsky.
La noticia nos la proporciona Hugh Thomas, y parece verosímil y aceptable, pero en cambio éste se equivoca al indicar en esa misma página que Hungría dirigía el Servicio de Información de la República.
Mapa de operaciones de la unidad EPR y posteriormente del maquis
Nada tuvo que ver, en realidad, el notable guerrillero con las actividades de los servicios informativos, aunque, claro, en su específica misión de guerrilleros, sus hombres realizaran tareas de espionaje y contrainformación. El Cuerpo de Guerrilleros se formó, a juzgar por ciertos partes de la Sección Segunda del Ejército del Centro nacionalista, en mayo de 1937. A tenor de esa misma fuente, el primer cuartel-escuela surgió en Benimanet (Valencia), y el segundo en Alcalá de Henares (Madrid).
Posteriormente fueron creadas otras bases; conocemos sólo algunas de ellas, por ejemplo las de Guadix, en la provincia de Granada; Gisona (¿nombre en clave?) localizada en Cataluña; Baños de la Fuensanta, en Ciudad Real; en El Escorial, en Guadalajara, y las había en Extremadura y Andalucía.
Se sabe con certeza, que en mayo de 1937 funcionaba ya la 29 Brigada Mixta, en el sector de Guadarrama consistente en un pelotón llamado “Hijos de la Noche”, compuesto en su mayoría de sargentos, que eran con toda propiedad, especialistas de comandos guerrilleros.
Según el SIFNE y SIPM, cada división contaba con varias brigadas, y éstas, a su vez, mantenían en pie cada una de ellas a unos 140-150 combatientes o guerrilleros, mandados por un capitán de milicias. Estos guerrilleros procedían de la masa de evadidos o de los propios milicianos que se incorporaban como voluntarios a tales unidades.
Los grupos destinados a labores de sabotaje se componían, de ordinario, de 5 o 6 miembros y un sargento responsable. En cuanto a la retribución, sabemos que además de las 10 pesetas diarias -sueldo de todo miliciano del EPR-, percibían un plus suplementario, como ocurría con los integrantes del SIEP.
Antes de ingresar en estas brigadas a los aspirantes se les recogía toda la documentación personal y se les instruía con clases de teoría y práctica; y entre la gama de instrucciones para operar infiltrándose en campo contrario, figuraba la de evitar siempre el directo enfrentamiento con patrullas armadas del enemigo y de que antes debían dejarse matar o suicidarse para no ser capturados con vida.
Durante el entrenamiento -solía durar 30 dias aprox. aunque era intenso y durísimo- recibían muy buena alimentación, superior a la habitual en el EPR, en el que las jornadas eran agotadoras.
Según Manuel L "Mexicano". ex-miembro guerrillero, en el campamento-escuela de Las Presas, cerca de Olot la instrucción se realizaba habitualmente de esta forma: Por las mañanas, entrenamiento con todo tipo de arma blanca, combate cuerpo a cuerpo y lanzamiento de cuchillo, desmontaje de armas, colocación y desactivación de minas y trampas explosivas. Por la tarde, lanzamiento de granadas, reconocimiento y cruce de ríos, marcha o ascenso de montañas, manejo de explosivos. En las noches libres tenían pase franco, soliendo ir a Olot.
Grupo EPR de la zona asturiana 1939
En el caso de la 1a Sección de la 1a Compañía de la XV Brigada Internacional -conocida como "Sección de la Muerte"- estaban organizados por secciones de unos 15 o 16 hombres, en las que cada miembro tenía una habilidad especial o especialidad: sanitario, conductor, artificiero, electricista, armero, portador, comunicaciones, etc).
Cada sección elegía a su jefe, que a su vez se dividía en 3 grupos de 5 hombres que elegían a sus respectivos jefes, todos ellos bajo el mando del jefe de Sección. Sus insignias eran una estrella roja en el hombro izquierdo y una calavera con dos tibias en el derecho.
Según la ex-guerrillera Elizaveta Parshina, su fama de indomables venía precedida por un acusadísimo espíritu de cuerpo, como era lógico en ese tipo de unidades, en el que la convivencia en peligro permanente y la dependencia mutua eran tan estrechos que p.ej., el dejar un compañero atrás en manos del enemigo era algo inimaginable.
Coincidiendo con "Mexicano" afirmaba que sus mandos debían ser aprobados previamente por los miembros de la unidad, poseer un gran carisma, experiencia de combate, arrojo probados para poder ganarse el respeto y la total entrega de sus hombres.
Hacían su propia vida "en comuna", con sus propios servicios (Cocina, lavandería, armería etc) y sus miembros tenían un marcado carácter independiente, haciendo una vida al margen del ejército regular, que a veces rayaba en la indisciplina. Cada unidad elegía su propio jefe según su habilidad, astucia y valor demostrados en las misiones.
En estas unidades no cabían los jefes enviados "desde arriba", ni siquiera por influencia política o partidista. Era la vida del grupo lo que estaba en juego y el liderazgo se lo tenían que trabajar y demostrar a pulso. Esta tradición de jerarquía seguiría vigente en la guerrilla antifranquista tras la guerra civil, en la mayoría de las Agrupaciones, y donde no se respetó, o el jefe o la partida duraban muy poco.
Elizaveta Parshina , brigadista internacional, recuerda que algunos de sus compañeros se traían familias enteras consigo, algo inimaginable en un ejército, como harían los cosacos en la 2ª GM. Comenta divertida en sus Memorias que en una ocasión, durante una operación nocturna cerca de Toledo, su jefe de unidad, Artur Sprogis -quien sería posteriormente su marido- , fue a comprobar por qué tardaba tanto en cruzar el río el resto del grupo. ...resultó que los guerrilleros estaban azorados de que los viese una mujer, Elizaveta, en paños menores y esperaban el momento "más discreto" para poder cruzar a nado.
El peor enemigo de los guerrilleros fue siempre -y sobre todo en la posguerra- la Guardia Civil. Su mejor aliado, la población civil y el campesinado, y además de la noche, la foresta, la niebla y el monte. Otro aliado, sería la adecuada vestimenta y su propio equipo personal del que se eliminaba todo lo superfluo, pesado o ruidoso para el desenvolvimiento de sus operaciones con todo sigilo que les permitiese pasar desapercibidos.
Hacia el 15 de marzo de 1938, un grupo compuesto de 70 guerrilleros se infiltró en zona enemiga, en la provincia de Guadalajara. Eran básicamente dinamiteros, pero si se terciaba practicaban, de paso, operaciones de espionaje. De ordinario sólo permanecían infiltrados en campo faccioso por espacio de unos ocho o diez días y luego regresaban a sus bases en zona republicana.
La operación de sabotaje la repitieron dos veces con fortuna, pero a la tercera tuvieron que escabullirse. Vestían con boina azul oscuro (la clásica “bilbaína”) o negra, jersey verde, camisa azul, sin distintivos o divisas de rango, abrigo largo azul marino cruzado, alpargatas, zapatos o botas de piel de becerro de piel vuelta, tipo serraje. Todos los comandos iban provistos de fusil ametrallador generalmente Schmeisser o Labora y granadas de mano ofensivas y defensivas de fabricación francesa. Llevaban consigo documentación falsa, con carnet de Falange. Su contraseña era: “Los cinco”.
El grupo se vio auxiliado por un viejo zorro que conocía al dedillo la comarca; se trataba de un albañil quizá guadalajareño que vivía en Madrid, de 32 anos, que se hacía llamar El Carbonero”. Le ayudaba como guía -popularmente conocidos como "prácticos"- otro conocedor del terreno: “Ojo de Trapo”, tuerto, probablemente hijo de la zona, se infiltraron en las líneas enemigas al menos por tres veces; la primera fue el 10 de diciembre de 1937: hicieron sabotajes y diferentes tareas de espionaje. La segunda en el 2 de enero de 1938, con los mismos fines que antes. Sin obstáculos graves en ambas ocasiones. Todos regresaron sanos y salvos. Mas en la tercera operación se tropezaron con que el lugar estaba bien defendido y tuvieron que alejarse. Les fue imposible cumplir su misión, pero al menos ninguno del grupo se dejó allí la piel, lo que ya es mucho decir, y habla de su sangre fría y alto nivel de preparación.
De hecho, abundan en 1938 los informes secretos enviados a Burgos con la denuncia de sabotajes; incluso en uno de ellos, con fecha 25-7-38, del SIPM, hay quejas sobre la desproporción entre el esfuerzo republicano en tareas de sabotaje y el realizado por los sublevados y hasta se hizo alusión a un artículo aparecido en el periódico Solidaridad Obrera, de Barcelona, el 22-5-38 con el título “Las guerrillas, modalidad de guerra popular que debe ser alentada” (pág. 2 de dicho periódico). El poeta Miguel Hernández se haría eco de esta necesidad en un interesante reportaje titulado "Guerrilleros en Galicia, 1936", denunciando el abandono de este gran potencial -por calidad y cantidad- tras las líneas enemigas, por el gobierno republicano.
Siguiendo esa línea de creciente sensibilización ante la acción de los guerrilleros, el SIPM llegó a solicitar, por entonces, que se le permitiese reclutar a 25 hombres por sector (Comandancia de División) para formar lo que ese organismo llamaba “Grupos C”, es decir, personal dedicado a practicar el sabotaje y las explosiones en campo gubernamental. En el informe se sugería que a cada miembro de ese “Grupo C” se le gratificara con cinco pesetas por día. “Ahora -decía el informe con evidente amargura- los efectivos no llegan a 150 falangistas. El total de lo que se propone sería disponer de 600 hombres y 90.000 pesetas por mes”. Luego se subrayaba la importancia de la lucha de guerrillas otorgada por los republicanos, añadiendo que éstos disponían de unos 6.000 hombres para tales operaciones, con un presupuesto no inferior a los tres millones de pesetas. Al pie del citado informe se lee un comentario manuscrito que dice: “A S.E. no le parece bien esta propuesta porque dice que no es práctica. Lo que a su juicio da resultado es reclutar para estos grupos a gente del país o región donde tienen que dar los golpes de mano”. No parece descaminado pensar que la observación proviniese del mismo general Franco.
Los guerrilleros del XIV Cuerpo de Ejército disponían de diversos centros para la preparación y adiestramiento de sus combatientes. Uno de esos centros, conocido por la “Escuela de Servicios Especiales” (sabotaje) estaba como ya se ha dicho en Benimanet, de la provincia de Valencia, y fue creada en mayo de 1937. Obtuvieron especial renombre el comandante Felegrín, que mandaba la 75 División, y el capitán Felipe Martínez, a cuyas órdenes se hallaban las Brigadas 235 y 236.
No era fácil localizar y capturar a los guerrilleros. Éstos luchaban en un tipo de combate que se avenía a la idiosincrasia nacional, como fue buen testigo de ello el siglo XIX con sus tres guerras carlistas y, sobre todo, la guerra de la Independencia contra las tropas imperiales napoleónicas.
Conocían bien el terreno, y a pesar de su escasez de medios tecnológicos, se movían con profesionalidad, ateniéndose únicamente al objetivo de su misión.
Autor: Cosmos12