La batalla naval de Machichaco - la armada vasca en la guerra civil
Desarrollada en Marzo del año 1937, cerca del cabo Machichaco en Bermeo (Vizcaya), en ella se enfrentaron varias naves de la flota de guerra vasca, compuesta por bous o bacaladeros artillados, contra el poderoso crucero nacional Canarias.
La gobierno vasco de la república, tras el poco éxito cosechado por la marina regular republicana en el norte, decidió crear para la defensa de su costa una marina de guerra auxiliar. Para ello se emplearon naves pesqueras, sobre todo bacaladeros, que fueron pobremente artillados y que recibieron el nombre de bous. También se crearon varios dragaminas y lanchas patrulleras.

En aquel año, una nave correo de la marina de Euskadi llamada Galdames, salía de Bayona (Francia) con cartas y civiles embarcados, entre ellos el delegado católico del gobierno catálán en Euskadi, rumbo a Bilbao. El Galdames fue escoltado por 3 bous vascos: el Bizkaia, el Gipuzkoa y el Nabarra, más una patrullera: el Donostia, todos antiguos barcos pesqueros de poco tonelaje artillados con cañones ligeros a proa y popa. Su tripulación eran mayoritariamente pescadores vascos enrolados como voluntarios, gente muy dura y voluntariosa, de pueblos como Bermeo, Lekeitio, Getaria, Guecho, Portugalete, etc...
Imagen del crucero Canarias
La mar gruesa y la niebla de aquella noche quiso que el convoy se dispersara algo, adelantándose los bous Bizkaia y Gipuzkoa el resto de naves. Quiso la casualidad que estas dos naves se dieran de bruces con el imponente crucero enemigo Canarias, que por aquel entonces bloqueaba con poco exíto la costa vasca, desde su puerto de Pasajes (en Guipuzkoa) ya ocupado por las fuerzas nacionales, y que en esos instantes custodiaba una nave mercante de gran tonelaje con bandera estonia cargada de suministros de guerra para el bando nacional.
El bou Bizkaia estaba capitaneado por Alejo Bilbao, mientras que el Gipuzkoa por el jóven Manuel Galdós, ambos curtidos como capitanes en la marina mercante, y que tras esta batalla alcanzarían el rango de héroes entre sus compatriotas.
La estratagema de ambas naves fue dispersarse y tratar de atraer al crucero al alcance la las baterías costeras vizcaínas, con cañones de calibre mucho más grueso que los de sus naves, que sólo eran de 52 mm en proa y de 47 mm en popa. El crucero Canarias sin embargo, mucho más grande y acorazado, poseía multitud de cañones de gran calibre y de mucho mayor alcance, junto a varias ametralladoras y una numerosa tripulación experimentada.
Baou Navarra, uno de los buques pesqueros que se enfrentaron al Canarias
En un primer momento el Canarias cañoneó al Bizkaia, pero este ya enfilaba proa hacia el cercano puerto de Bermeo, abrigado por sus baterías costeras, y tras cogerle distancia, el Canarias desistió de atraparlo tras recibir un cañonazo y marchó contra el Gipuzkoa, que marchaba en la dirección contraria rumbo a Bilbao. El Canarias era más veloz y fue recortándole distancia. Manuel Galdós, tras pedir ayuda por radio, se aprestó en solitario al irremediable combate. Era una hormiga contra un elefante.
Se cañonearon mutuamente a la vista de la gente de la costa. Jugaban al ratón y el gato, el bou zigzagueaba y rehuía al Canarias a la vez que se cañoneaban constantemente. Poco a poco el Gipuzkoa fue siendo destrozado por la artillería enemiga, sufriendo graves daños y bajas entre su reducida tripulación de 50 hombres. Mientras, el otro bou, el Bizkaia, y su capitán Alejo, zorro viejo, viendo que el enemigo se marchaba en persecución de la otra nave, dio media vuelta y, en un exitoso golpe de mano, le arrebató el mercante que custodiaba llevándolo a Bermeo y descargando sus ingentes cantidades de material de guerra, del que tan necesitado estaba el ejército vasco.
El Gipuzkoa continuaba su desesperada huída luchando, e incluso de un cañonazo de su única batería utilizable, ya que la otra se encasquillaba siempre, alcanzaron al Canarias sin causarle graves daños. El destructor republicano José Luis Díez, avisado del combate, fue en su ayuda desde Bilbao, pero tras ver que se enfrentaba contra un gran acorazado dio media vuelta y huyó vergonzosamente hacia Francia, donde desertó parte de su tripulación y toda la oficialidad que se pasó al bando nacional. Siguió la persecución del Canarias al Gipuzkoa hacia Bilbao, y el constante cañoneo.
Representación del enfrentamiento entre
el Canarias y el pesquero Navarra
El puesto de mando del Gipuzkoa fue destrozado, su timón alcanzado por la metralla junto al timonel que murió con un boquete en la espalda. El capitán continuó dirigiendo personalmente el barco desde un timón de popa. Poco después el bou alcanzaba las costas bilbaínas ardiendo por sus cuatro costados. El Canarias, tras darse cuenta de la burla a la que habían sido sometidos, fue en busca del mercante robado al que nunca logró dar alcance, pero si se encontró con el resto del convoy extraviado, el bou Navarra y el Donostia que salían de entre la niebla custodiando al barco-correo vasco Galdames.
El capitán del Navarra, Enrique Moreno, que se convertiría en un mito y en un héroe de guerra tras la epopeya de su nave, viendo que no había escapatoria posible, se aprestó a la lucha. Se cañonearon durante largo tiempo. El Donostia no pudo intervenir ya que su pequeño cañón no alcanzaba mucha distancia. Poco a poco el Navarra fue siendo destrozado a cañonazos y la cubierta llena de muertos. El cañón de 47 mm de popa fue alcanzado por un proyectil del crucero y destrozado. Desde el otro cañón siguieron disparando y, en uno de los disparos, alcanzaron una batería del Canarias matando a su oficial artillero, única víctima del canarias. Pero no tenían posibilidad alguna de victoria.
Los marineros vascos, viendo que no había escapatoria, tomaron la resolución de morir luchando, haciendo oídos sordos a las señales para que se rindieran. Enrique Moreno, capitán del bou, dió orden de abrir las compuertas para anegar la nave y hundirse con ella antes de rendirse. Tras larga lucha, mientras se hundían, algunos marineros recibiéron libertad de escapar en los botes. Se llenaron dos botes con casi todos los supervivientes, excepto el capitán Enrique Moreno, su primer oficial y el cocinero, que gravemente herido y enloquecido amenazaba con un cuchillo de cocina al enemigo desde cubierta mientras les lanzaba improperios en su lengua vasca.
El capitán y su oficial se quedaron en la bodega fumando tranquilamente su último cigarro mientras se iban a pique junto a su buque. Preferían morir así antes que fusilados en una cárcel nacional, que era lo que pensaban que ocurriría si se entregaban. Se calcula que durante el combate contra el Navarra, el Canarias realizó unos 300 disparos, alcanzando casi la mitad de ellos al ligero bou de madera.
Tras el hundimiento, el patrullero Donostia huyó y logró escapar, mientras el barco correo vasco era apresado y el delegado catalán fusilado tiempo después.
Vapor Galdames, otro de los que se enfrentan al Canarias en desigual combate
Los dos botes con los supervivientes del Navarra fueron apresados antes de que alcanzaran la costa. Lo sorprendente es que, excepto por el fanático capellán, recibieron muy buen trato en el Canarias. La razón era que su capitán, don Manuel Calderón, veraneaba mucho en Euskadi y conocía a muchos de los marineros personalmente, incluso uno de ellos había servido para él durante el servicio militar, y otro era amigo de su familia. Además muchos tripulantes del Canarias eran vascos de servicio militar obligatorio, a los que los prisioneros les encomendaron cartas emocionadas para sus familias, ya que esperaban ser fusilados.
Tiempo después la tripulación del Navarra fue encarcelada en San Sebasián y sometida a consejo de guerra, cayéndoles la pena de muerte. Pero quiso la suerte que don Manuel Calderón llegó al puesto de ayudante naval de Franco, y tras reiteradas intervenciónes de este en su favor, y a el alo de heroicidad que adquirieron los marineros del Navarra incluso en el bando nacional, fueron literalmente liberados y, como aconsejo Franco, invitados a comer chipirones por el feliz Calderón, que los llevó personalmente a sus hogares en su coche. La razón "oficial" de que Franco les diera la libertad es que ninguno poseía delitos de sangre ni pertenecían a ningún partido comunista ni anarquista, sino al partido nacionalista vasco, que era católico y menos odiado por el bando nacional.
Muchas naves militares republicanas del frente norte demostraron una gran incompetencia durante la guerra, como el José Luis Díez, o el Jaime I, cuya tripulación tiempo antes había asesinado a muchos cautivos en un barco prisión; y poseían una marinería de poca fidelidad y muy indisciplinada, sin siquiera lideres claros, ya que se capitaneaban por consejos y comisarios políticos. Por ello, tras Machichaco, el presidente del gobierno vasco Aguirre pidió al gobierno central que se relevara las tripulaciónes de estas naves por marineros y pescadores vascos, cosa que se le concedió, siendo ocupadas varias naves en una operación nocturna por unidades de la ertzaintza, sin provocar ninguna baja. Pero ya era tarde, pronto Bilbao cayó en manos del bando nacional y después le seguiría todo el frente norte.
En definitiva Machichaco puede considerarse como una gran victoria del bando nacional y especialmente del crucero Canarias, aunque los marineros de las bous vasco-republicanas pasaron a la historia por su lucha "numantina".
Autor: TITO
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