La Batalla de Numancia: comentario de texto
Apiano de Alejandría, un griego del siglo II, escribió una Historia de Roma ordenada por temas en veinticuatro libros. Entre los supervivientes queda el Libro VI, Sobre Iberia, donde se trata la conquista de Hispania. En él, además, se presta una especial atención a la cuestión numantina.
Aunque Apiano no fue un gran literato, da la casualidad de que casi todo lo que otros mejores le dedicaron a este episodio concreto se ha perdido.
Su método de trabajo consiste prácticamente en cortar y pegar, lo cual lo convierte en aburrido y a veces hasta indescifrable, un auténtico ladrillo, pero esto para un historiador posee una ventaja. Es como si la obra de Apiano estuviese en formato comprimido. De ella, una vez que se aprende a manejar, se logra extraer muchísima información.
Apiano copia y resume fragmentos de otros autores y después los intercala a su gusto, con lo cual, sin darse cuenta, sobre un mismo suceso ofrece varios puntos de vista distintos. Un lector no iniciado que se lo tomase a la ligera, no obstante, como así pasa, acabaría confundiendo a Julio y César.
Las Fontes Hispaniae Antiquae guardan un gran parecido, con la diferencia de que Schulten al menos incorpora citas y notas a pie de página. Apiano se creía que nos iba a engañar.
En el fragmento en cuestión se llegan a identificar hasta tres fuentes y, como el propio Apiano revela, la fuente A proviene de Rutilio Rufo. De las otras dos se desconoce el origen. La fuente B parece más bien una tradición oral tardíamente trascrita, por lo exagerada e imprecisa que es, mientras que la C, con una elaborada composición, podría estar sacada del mismísimo Tito Livio. En ella se manejan los tiempos y se alternan relevantes datos generales con otros, no menos, mucho más concretos, como, por ejemplo la escueta pero exacta descripción de Numancia, o la anécdota del saqueo, que parece haber sido lanzada a las ondas por Radio Macuto.
En cualquier caso, lo primero que ha de constatar el lector; las tres fuentes relatan el mismo suceso, la batalla librada junto a Numancia en el verano del 134 antes de Cristo. Este texto fue muy manipulado por Schulten, quien llegó a proponer barbaridades. De hecho, en la línea nueve del presente sustituye llanura por Meseta.
El alemán sostiene que Escipión, en su aproximación a Numancia, dio un rodeo por el norte de Burgos hasta Palencia, volviendo después por Coca. Lo que peor da de pensar en todo esto es que nadie, más que Schulten, al parecer, ha leído a Apiano, e incluso aquel muy por encima. Nadie que lo haya hecho puede negar que Escipión estuvo primero en Numancia antes de pasar supuestamente por Palencia.
El camino más largo según Schulten.
Había una solución mejor en la que Schulten no reparó, imaginar que en realidad Apiano confundía Palencia con Numancia, palentinos con pelendones, y vacceos con vascos o berones, los del norte.
Este sobado manuscrito, con todo, hay que cogerlo con pinzas, pues se encuentra en un estado muy deteriorado, tanto más después del tremendo desgarro que le metió Schulten y que, humildemente, se pretende aquí subsanar. Especulaciones las justas, de momento. Por eso conviene más volverlo a leer de primera mano, aunque ahora descomprimido.
Año 134 antes de Cristo
El resumen
"Mientras atravesaba el territorio de los cauceos (1), cuyo tratado había violado Lúculo, les hizo saber por medio de un heraldo que podían regresar sin peligro a sus hogares. Y prosiguió hasta el territorio de Numancia para pasar el invierno. Allí se le unió también, procedente de África, Yugurta, el nieto de Masinissa, con doce elefantes y los arqueros y honderos que habitualmente le acompañaban en la guerra. A Escipión, entregado al saqueo y la devastación constante de las zonas de alrededor, le pasó inadvertida una emboscada en una aldea (2) que estaba circundada, en su mayor parte, por una laguna cenagosa y, por el otro lado, por un barranco en el que estaba escondida la tropa emboscada. Escipión dividió a su ejército, unos penetraron en la aldea para saquearla (3), dejando fuera las insignias, y otros, en número pequeño, recorrían los alrededores a caballo. Contra éstos se lanzaron los emboscados. Ellos trataron de rechazarlos, pero Escipión, que se encontraba por casualidad junto a las insignias delante de la aldea, llamó a toque de trompeta a los de dentro y, antes de llegar a contar con mil hombres, corrió en auxilio de los jinetes que estaban en situación difícil. El grueso del ejército se lanzó fuera de la aldea y puso en fuga a los enemigos, pero no persiguió a los que huían, sino que se retiró al campamento tras haber sufrido pocas bajas ambas partes."
Fuente C
1- Escipión entra a la Meseta Norte por Segovia, lo cual significa que venía de Córdoba o de Toledo.
2- De un modo similar, irónicamente, al autor de este texto le pasa inadvertido que tal aldea es la propia Numancia.
3- Quiere decir que se acercaron mucho, hasta los arrabales, aunque en ningún caso traspasaron la muralla, claro está.
Mapa del campo de batalla.
Rutilio Rufo: la batalla detallada
"Cuando calculó que el ejército estaba presto, obediente a él y capaz de soportar el trabajo, trasladó su campamento (1) a las cercanías de los numantinos. Pero no estableció, como algunos, avanzadillas en puestos de guardia fortificados ni dividió por ningún concepto su ejército a fin de que, en caso de ocurrir algún contratiempo en un principio, no se ganara el desprecio de los enemigos, que, incluso entonces, ya los menospreciaban. No llevó a cabo tampoco ningún intento contra aquéllos, pues todavía estudiaba la naturaleza de la guerra, su momento favorable y cuáles serían los planes de los numantinos. Recorrió, en busca de forraje, toda la zona situada detrás del campamento y segó el trigo todavía verde. Cuando hubo segado todos estos campos, se hizo preciso marchar hacia delante. Había un atajo que pasaba junto a Numancia en dirección a la llanura y muchos le aconsejaban que lo tomara. Manifestó, sin embargo, que temía el retorno, pues los enemigos estarían, entonces, descargados y tendrían a su ciudad como base desde donde atacar y a la que poder retirarse. Y añadió: "En cambio, los nuestros retornarán cargados, como es natural en una expedición que viene de recoger trigo, y exhaustos, y llevarán animales de carga, carros y vituallas. El combate será muy difícil y desigual; arrostraremos un gran peligro, si somos vencidos, y sin embargo, en caso de vencer, no obtendremos una gloria grande ni provechosa. Es ilógico exponerse al peligro por un resultado pequeño y es incauto el general que acepta el combate antes del momento propicio; bueno, en cambio, lo es el que sólo se arriesga en el momento necesario". Y prosiguió, a modo de comparación, que tampoco los médicos echan mano de amputaciones o cauterizaciones antes que de fármacos. Después de haber dicho esto, ordenó a sus oficiales que hicieran la ruta por el camino más largo (2). Acompañó, entonces, a la expedición hasta el limite del campamento y se dirigió a continuación al territorio de los vacceos (3), de donde los numantinos compraban sus provisiones, segando todo lo que encontraba y reuniendo lo que era útil para su alimentación, mientras que lo sobrante lo amontonaba en pilas y le prendía fuego."
Fuente A.
1- Campamento de Peña Redonda.
2-
"El camino más largo" revisado.
3- No se trata de los vacceos históricos, sino de aquellas aldeas y castillos que caían al norte de Numancia, dentro incluso de su propio territorio, sus más inmediatos vecinos y aliados; en el fondo, los propios numantinos. El radio de operaciones de Escipión no parece extenderse más de veinte o treinta kilómetros.
El segundo día (en realidad unos cuantos después)
"En una cierta llanura de Palantia (1), llamada Coplanio (2), los palantinos habían ocultado un grueso contingente de tropas en las estribaciones boscosas de las montañas y, con otros, atacaron abiertamente a los romanos mientras recogían trigo. Escipión ordenó a Rutilio Rufo, historiador de estos sucesos y, a la sazón, tribuno militar, que tomase cuatro cuerpos de caballería y pusiera en retirada a los asaltantes. Rufo los siguió, en efecto, cuando se retiraban con excesiva torpeza y alcanzó con los fugitivos la espesura. Entonces, al descubrir la emboscada, ordenó a los jinetes que no entablaran una persecución ni atacaran todavía, sino que se quedaran quietos presentando las lanzas y se limitaran a rechazar el ataque. Escipión (3), al correr Rufo hacia la colina contra lo ordenado, lleno de temor lo siguió con rapidez y, cuando descubrió la emboscada, dividió su caballería en dos cuerpos y les ordenó a cada uno que cargaran contra el enemigo alternativamente, y que se retiraran al punto después de disparar sus jabalinas todos a la vez, pero no hacia el mismo lugar, sino colocándose en cada ocasión un poco más atrás y retrocediendo. De esta forma, consiguió llevar a salvo a los jinetes a la llanura (4).”
Fuente A.
1- Posiblemente Escipión levantó un nuevo campamento en el Castillejo. Nadie piense, insisto, que la acción se ha trasladado de repente a Palencia. Seguimos junto a Numancia.
2- La campiña del Tera, es decir, la llanura numantina.
3- “…Escipión dividió a su ejército, unos penetraron en la aldea para saquearla, dejando fuera las insignias, y otros, en número pequeño, recorrían los alrededores a caballo. Contra estos se lanzaron los emboscados. Ellos trataron de rechazarlos, pero Escipión, que se encontraba por casualidad junto a las insignias delante de la aldea, llamó a toque de trompeta a los de dentro y, antes de llegar a contar con mil hombres, corrió en auxilio de los jinetes que estaban en situación difícil...”
Fuente C.
4- Los romanos se retiran y el encuentro queda en tablas: “El grueso del ejército se lanzó fuera de la aldea y puso en fuga a los enemigos, pero no persiguió a los que huían, sino que se retiró al campamento tras haber sufrido pocas bajas ambas partes." Fuente C.
De no haber situado un nuevo campamento en el Castillejo, una parte de la caballería, como le había pasado poco antes a Pompeyo, habría quedado descolgada, con un alto riesgo, además, se ser masacrada en los barrancos del Merdancho. En aquella otra ocasión, de hecho, los romanos no habían tenido tanta suerte:
“A un destacamento que había salido en busca de forraje, los numantinos, ocultándose, le tendieron una emboscada muy cerca del campamento romano y les dispararon dardos para provocarles, hasta que algunos, sin poder soportarlo, salieron contra ellos, y los que estaban emboscados salieron de su escondite y les hicieron frente. Muchos soldados y oficiales romanos perecieron y los numantinos salieron al encuentro de los que llevaban el forraje y mataron a muchos.” Apiano, Sobre Iberia, 78.
“pusieron en fuga al tribuno que les llevaba las provisiones, y en un tercer intento en ese mismo día, tras acorralar a los romanos en una zona escarpada, arrojaron al precipicio a muchos de ellos, soldados de infantería y de caballería con sus caballos. Los demás, llenos de temor, pasaron la noche armados y cuando al despuntar la aurora les atacaron los enemigos…” Apiano, Sobre Iberia, 77.
La leyenda
"Cuando estaba levantando el campamento (1) y emprendía la retirada, se interponía un río difícil de atravesar y cenagoso, y junto a él, le esperaban emboscados los enemigos. Escipión, al enterarse, se desvió de la ruta y tomó otra más larga y menos propicia para las emboscadas, haciendo el viaje de noche a causa del calor y la sed, y cavando pozos, la mayoría de los cuales resultaron ser de agua amarga. Logró salvar a sus hombres con extrema dificultad, pero algunos de los caballos y bestias de carga murieron de sed."
Fuente B.
1- Parece confirmarse el cambio de campamento, una inteligente maniobra con la que se consiguió evitar una catástrofe.
El texto original
"Cuando calculó que el ejército estaba presto, obediente a él y capaz de soportar el trabajo, trasladó su campamento a las cercanías de los numantinos. Pero no estableció, como algunos, avanzadillas en puestos de guardia fortificados ni dividió por ningún concepto su ejército a fin de que, en caso de ocurrir algún contratiempo en un principio, no se ganara el desprecio de los enemigos, que, incluso entonces, ya los menospreciaban. No llevó a cabo tampoco ningún intento contra aquéllos, pues todavía estudiaba la naturaleza de la guerra, su momento favorable y cuáles serían los planes de los numantinos. Recorrió, en busca de forraje, toda la zona situada detrás del campamento y segó el trigo todavía verde. Cuando hubo segado todos estos campos, se hizo preciso marchar hacia delante. Había un atajo que pasaba junto a Numancia en dirección a la llanura y muchos le aconsejaban que lo tomara. Manifestó, sin embargo, que temía el retorno, pues los enemigos estarían, entonces, descargados y tendrían a su ciudad como base desde donde atacar y a la que poder retirarse. Y añadió: "En cambio, los nuestros retornarán cargados, como es natural en una expedición que viene de recoger trigo, y exhaustos, y llevarán animales de carga, carros y vituallas. El combate será muy difícil y desigual; arrostraremos un gran peligro, si somos vencidos, y sin embargo, en caso de vencer, no obtendremos una gloria grande ni provechosa. Es ilógico exponerse al peligro por un resultado pequeño y es incauto el general que acepta el combate antes del momento propicio; bueno, en cambio, lo es el que sólo se arriesga en el momento necesario". Y prosiguió, a modo de comparación, que tampoco los médicos echan mano de amputaciones o cauterizaciones antes que de fármacos. Después de haber dicho esto, ordenó a sus oficiales que hicieran la ruta por el camino más largo. Acompañó, entonces, a la expedición hasta el limite del campamento y se dirigió a continuación al territorio de los vacceos, de donde los numantinos compraban sus provisiones, segando todo lo que encontraba y reuniendo lo que era útil para su alimentación, mientras que lo sobrante lo amontonaba en pilas y le prendía fuego." 88¬. "En una cierta llanura de Palantia, llamada Coplanio, los palantinos habían ocultado un grueso contingente de tropas en las estribaciones boscosas de las montañas y, con otros, atacaron abiertamente a los romanos mientras recogían trigo. Escipión ordenó a Rutilio Rufo, historiador de estos sucesos y, a la sazón, tribuno militar, que tomase cuatro cuerpos de caballería y pusiera en retirada a los asaltantes. Rufo los siguió, en efecto, cuando se retiraban con excesiva torpeza y alcanzó con los fugitivos la espesura. Entonces, al descubrir la emboscada, ordenó a los jinetes que no entablaran una persecución ni atacaran todavía, sino que se quedaran quietos presentando las lanzas y se limitaran a rechazar el ataque. Escipión, al correr Rufo hacia la colina contra lo ordenado, lleno de temor lo siguió con rapidez y, cuando descubrió la emboscada, dividió su caballería en dos cuerpos y les ordenó a cada uno que cargaran contra el enemigo alternativamente, y que se retiraran al punto después de disparar sus jabalinas todos a la vez, pero no hacia el mismo lugar, sino colocándose en cada ocasión un poco más atrás y retrocediendo. De esta forma, consiguió llevar a salvo a los jinetes a la llanura.Cuando estaba levantando el campamento y emprendía la retirada, se interponía un río difícil de atravesar y cenagoso, y junto a él, le esperaban emboscados los enemigos. Escipión, al enterarse, se desvió de la ruta y tomó otra más larga y menos propicia para las emboscadas, haciendo el viaje de noche a causa del calor y la sed, y cavando pozos, la mayoría de los cuales resultaron ser de agua amarga. Logró salvar a sus hombres con extrema dificultad, pero algunos de los caballos y bestias de carga murieron de sed." 89¬. "Mientras atravesaba el territorio de los cauceos, cuyo tratado había violado Lúculo, les hizo saber por medio de un heraldo que podían regresar sin peligro a sus hogares. Y prosiguió hasta el territorio de Numancia para pasar el invierno. Allí se le unió también, procedente de África, Yugurta, el nieto de Masinissa, con doce elefantes y los arqueros y honderos que habitualmente le acompañaban en la guerra. A Escipión, entregado al saqueo y la devastación constante de las zonas de alrededor, le pasó inadvertida una emboscada en una aldea que estaba circundada, en su mayor parte, por una laguna cenagosa y, por el otro lado, por un barranco en el que estaba escondida la tropa emboscada. Escipión dividió a su ejército, unos penetraron en la aldea para saquearla, dejando fuera las insignias, y otros, en número pequeño, recorrían los alrededores a caballo. Contra estos se lanzaron los emboscados. Ellos trataron de rechazarlos, pero Escipión, que se encontraba por casualidad junto a las insignias delante de la aldea, llamó a toque de trompeta a los de dentro y, antes de llegar a contar con mil hombres, corrió en auxilio de los jinetes que estaban en situación difícil. El grueso del ejército se lanzó fuera de la aldea y puso en fuga a los enemigos, pero no persiguió a los que huían, sino que se retiró al campamento tras haber sufrido pocas bajas ambas partes."
Apiano, Sobre Iberia, 87-89.
Fuente A
Fuente B
Fuente C
Otras lecturas recomendadas:
Adolfo Schulten, Historia de Numancia.
Adolfo Schulten, Fontes Hispaniae Antiquae IV.
Bernardo Pascual.
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Muy buen texto y me han encantado las ilustraciones, te puedes hacer una idea muy buena de lo que pasa y te ayuda a entender toda la historia. De 10!!!
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Gracias a la colaboración de un compañero de otro foro, Poliorcetos, como su alias indica, todo un maestro en asuntos de esta índole, este artículo hay que volverlo a escribir. Escipión no acampa en Peña Redonda sino al otro lado del Duero, en la Dehesilla. El vado se situaría donde el actual, en Garray, y no se levantaría un nuevo campamento, sino que, tal como cuenta Apiano, Escipión habría enviado a los forrajeadores a dar un largo rodeo y volver posiblemente por Soria, acaso uniéndose a ellos en el último momento. El grueso de la tropa los habría acompañado hasta el vado, pero, ante el peligro de un entaponamiento a su regreso, habrían optado por tal rodeo, protegidos únicamente por la caballería. El acoso de los numantinos, la imposibilidad de acercarse a las fuentes de agua, les habría obligado a cavar pozos.
En fin, queda pendiente, y, si Dios quiere, espero poder corregirlo en breve, hacer un remake.