La coraza griega -Evolución y adaptación-
La historia del armamento es la competición entre la búsqueda de la mejor protección y la inventiva para crear armas ofensivas capaces de perforar dichas defensas.
Las mejoras en un aspecto ( un mejor metal en una armadura ) van invariablemente acompañadas de los correspondientes avances en las armas destinadas a romper dichos blindajes, en un circulo vicioso que no parece tener fin y... que continúa hoy día.
En el caso de la armadura personal entrá además en juego un factor importante: la comodidad o portabilidad. Una armadura ha de proporcionar protección, pero sin sacrificar la comodidad y capacidad de movimiento; el calor, las rozaduras y el peso excesivo pueden agotar al combatiente con mucha rapidez y anular por completo las ventajas de la coraza.
En la Grecia Clásica, así como en general en toda la Antigüedad, diferentes tipos de tropas portaban distinta calidad y cantidad de protección de acuerdo con su función táctica, y la evolución de las armaduras reflejó el cambiante y creciente-mente complejo campo de batalla, normalmente con una tendencia a aligerar y simplificar.
El mundo Micénico experimentó con masivas corazas de bronce como la de Dendra, que proporcionaba una notable protección a los combatientes, con gran coste económico y sacrificando comodidad y movilidad hasta un extremo casi inaceptable.
Trás los siglos oscuros se desarrolló en Grecia, desde el 750 a.C. la falange, tipo de combate en formación cerrada ejercitada por guerreros, ciudadanos propietarios relativamente pudientes que combatían durante un breve periodo de tiempo, y que marchaban acompañados por criados que llevaban parte de su armamento.
En consecuencia estos hoplitas podían llevar una costosa panoplia defensiva en bronce, pesada e incómoda, pero que ofrecía a cambio una buena protección. Herodoto habló de los " hombres de bronce " jonios y carios que acudieron en el s. VII a.C. en ayuda del faraón Psamético para expulsar a los asirios de Egipto, y que asombraron a los orientales precisamente por ir cubiertos de bronce, con casco, coraza de peto y espaldar metálicos, musleras y grebas.
Las guerras entre los griegos se limitaron, entre s. VII y VI a. C. a feroces pero breves batallas ( teoría de John Keegan sobre el nacimiento de la falange y su modo de combatir, en el modo que es lo más expeditivo y rápido para estos propietarios pudientes y ricos que no podían demorarse mucho en la resolución de los conflictos) entre ejércitos de infantería pesada que aceptaban unas reglas precisas, y que incluso podían prohibir el uso de armas arrojadizas por afeminadas y traidoras ( caso de la guerra Lelantina entre Calcis y Eretria s. VIII - VII ). En estas batallas se emplearon pesadas corazas de bronce de " campana" que trataban de reproducir la anatomía de torso humano ( como en las primeras esculturas arcaícas o kuroi).
El paso del tiempo, la incorporación a la falange de ciudadanos menos pudientes y la importancia creciente de tropas ligeras y tácticas más móviles hizo que, poco a poco, los hoplitas se fueran desprendiendo de los elementos más pesados e incómodos de sus corazas.
Primero desaparecieron musleras y brazales o manicas, aunque perduraron las grebas o cnemides que eran imprescindibles. Desde la época de Maratón las antiguas corazas de plancha de bronce habían sido desplazadas por el linothorax, corazas hechas de láminas de lino encoladas entre sí y endurecidas mediante inmersión en vinagre y sal, y reforzadas en ocasiones con escamas de bronce, una protección más liviana y fresca, pero efectiva. Algunas de estas corazas tendrían posiblemente placas rectangulares de metal emparedadas entre láminas de lino.
Pero incluso este tipo de armadura resultó demasiado complejo durante Las Guerras del Peloponeso, cuando se hizo cada vez más frecuente que los hoplitas, a menudo granjeros arruinados, combatieran sin coraza de ningún tipo, o a lo sumo con un jubón acolchado o spolas que antes se había empleado bajo la coraza de metal para evitar roces, y que ahora a menudo se convirtió en la única forma de protección del torso.
Este aligeramiento se aplica en especial al numero creciente de mercenarios profesionales que nutrían los ejércitos griegos, bien como hoplitas, bien como peltastas, caso de los mercenarios modificados por el general Ifícrates. Así durante finales s. V y s. IV los hoplitas griegos seguían combatiendo como sus antepasados en falange, pero con tipos de corazas que no tenían nada que ver.
Sólo a partir de Alejandro Magno resurgirían las corazas de bronce, ahora de forma mucho más anatómica, prolongadas por debajo para proteger el vientre y ajustadas al torso para repartir mejor el peso. Provistas de bisagras en un lateral y de anillos unidos por correas en el otro, el peto y el espaldar podían ponerse y quitarse con suma facilidad. Hubo modelos específicos de caballería, corazas muy abiertas enla cintura para permitir al jinete sentarse confortablemente sin clavarse el borde inferior.
Este sería el modelo característico que aparece en las esculturas thoracatas helenísticas tardías y romanas de finales de la República y comienzos del Imperio.
Mencionar corazas excepcionales, como la de hierro de 20 kg de peso, que según Plutarco llevaba Demetrio Poliorcetes en el sitio de Rodas en 304 a. C., obra de Zoilo de Chipre, coraza que habría resistido la prueba de un dardo arrojado por una catapulta a corta distancia.
Autor: Coracinero
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