La guerra del Peloponeso (431-404 a.c.)
Durante casi 30 años Atenas y Esparta se enfrentaron en una guerra sin cuartel que cambió para siempre las relaciones entre las ciudades griegas, además de causar miles de muertos, gravísimas epidemias y el fin de una época.
Durante casi 30 años Atenas y Esparta se enfrentaron en una guerra sin cuartel que cambió para siempre las relaciones entre las ciudades griegas, además de causar miles de muertos, gravísimas epidemias y el fin de una época.
Para buscar los antecedentes de este terrible conflicto se hace necesario remontarse a los inicios del clasicismo griego.
A principios del siglo V a.c las ciudades de Grecia disfrutaban en su mayoría de la independencia. Ciudades grandes y pequeñas, influyentes y secundarias, disponían de sus propios gobiernos y tomaban sus propias decisiones.
Durante las guerras médicas surgió una gran alianza entre muchas de ellas para enfrentarse a la amenaza persa. Esta asociación se formó en 481 a.c en el istmo de Corinto y unió a alrededor de 30 ciudades bajo el mandato militar de Esparta con el objetivo común de rechazar la invasión persa y de castigar e intimidar a las ciudades que tenían tendencias “medicas”, como Tesalia y Beocia, para que no ayudaran a los persas.
Tras la victoria griega en Platea, Esparta decidió que ya había tenido bastante y se retiró a sus “dominios”, dando por terminada la guerra y, por tanto, sus obligaciones para con las demás ciudades. Atenas sin embargo continuó la lucha hasta la llamada “paz de Calias” en 448 a.c y la definitiva liberación de las ciudades de Asia menor. El compromiso de Atenas para con la liga, el liderazgo que efectuó en la flota griega y el agradecimiento de las ciudades jonias, fueron el cimiento del futuro Imperio Ateniense, que nunca perdió la influencia sobre las ciudades de la liga y que supo aglutinar a su lado a sus aliados, afianzando una talasocracia Ateniense sobre el mar Jonico.
En estos años anteriores a la guerra que nos ocupa, Atenas se encontraba en la cima de su historia. Ejercía un dominio, casi despótico, sobre las ciudades miembros de la confederación. Cobraba los Foros (impuestos anuales) a sus aliados con el fin de mantener los altos costes de la flota, aunque en ocasiones hacia mal uso de estos, llegando incluso a utilizarlos para embellecer su propia ciudad, traicionando así la naturaleza de los mismos. En el año 444 a.c, se utilizó este dinero para la construcción del famoso partenón, que había sido destruida por los persas décadas atrás. En este aspecto no todos estaban de acuerdo como puede verse en este fragmento de Plutarco, atribuido a Tucidides, hijo de Melesías:
“… con estos fondos que los griegos nos transfieren para hacer frente a las necesidades de la guerra, nosotros ornamos y maquillamos la ciudad, como una desvergonzada mujerzuela, la cubrimos de piedras costosas, de estatuas y de templos que valen mas de mil talentos…”
El partenón en la actualidad
Estas actuaciones crearon descontento en algunas ciudades de la Confederación, produciéndose una revuelta en Eubea y las defecciones de Naxos y Tasos, que terminaron con la demolición de sus murallas, la entrega de sus flotas y el pago de un tributo especial a Atenas. La dura actuación de los atenienses en estos casos generó que las ciudades libres o neutrales se echaran en brazos de Esparta y que no pocos aliados Atenienses tuvieran tentaciones de abandonar la liga., una vez que estaba claro que ya no eran miembros de forma voluntaria, si no por imposición de Atenas.
En los años anteriores a la guerra la confederación constaba de unas trescientas ciudades, divididas en cinco distritos y a las que Atenas cobraba el Foro mediante diez Helenotamos, que eran magistrados recaudadores.
Los cinco distritos eran:
1. Distrito de Tracia: Ciudades de la península Calcidica, costa de Tracias y Tasos
2. Distrito de Hellesponto: Costa sur del Hellesponto y las ciudades de los estrechos.
3. Distrito de Jonia: Ciudades de Eolida, jonia y grandes islas: Quios, Lesbos, Samos y Naxos.
4. Distrito de Caria: Ciudades de Caria y Rodas. Con el tiempo este distrito se fisiono con el anterior.
5. Distrito de las islas: Imbros, Lemnos, Esciros, Eubea y las Cicladas
Por su parte, Esparta aun conservaba el control sobre la confederación del Peloponeso. Si bien en un principio las ciudades griegas se mostraban mas alineadas con la postura Ateniense, con los años y el endurecimiento del control de la alianza, las simpatías se volvieron en muchos aspectos del lado Espartano.
Esparta encabezaba a todas las ciudades del peoloponeso , excepto Argos y Acaya, a Megara, la Locria, Focea y Beocia, excepto Platea. También extendía su influencia al Adriático (Leucade y Anactorion) y a la Magna Grecia, con Tarento, Locros y Siracusa.
Era evidente que, si bien el poder naval estaba en manos atenienses, Esparta dominaba el terreno militar terrestre. Podía reunir a unos 40000 hoplitas (muchos mas que los atenienses) entre espartanos, hilotas, aliados e incluso mercenarios. De estos solo 4000 eran Lacedemonios y solo la mitad de ellos ciudadanos. Además poseían una caballería de unos 1600 jinetes, 300 de ellos espartanos. El gran fallo de los peloponesios, además de su deficiente flota (exclusivamente aliada) y el problema hilota que hacia que recelaran de alejarse mucho por temor a una rebelión, consistía en que, al carecer de política económica, vivían sin planificación de los recursos, y eso hacia prácticamente imposible mantener una larga campaña militar, lo que les obligo a relacionarse con Persia, cosa que no fue bien vista por muchos griegos.
Así pues, los dos bloques llegaron a mediados de siglo enfrentados en una especie de guerra fría que estaba condenada a convertirse en guerra total. Uno con poderío militar y el otro con superioridad naval y económica.
Para Tucidides los motivos reales del enfrentamiento están claros, y para el los espartanos emprendieron la guerra ”…por el temor que los atenienses creciesen en su poder; pues veían que tenían sometida ya la mayor parte de Grecia.”, si bien hoy en día los diferentes estudiosos del tema no consiguen ponerse de acuerdo.
Fueran cuales fueran los motivos reales que cada contendiente tuvo para emprender la guerra, los hechos que se sucedieron en los años anteriores estaban claramente predestinados a desembocar en el conflicto. Fundamentalmente fueron tres los acontecimientos desencadenantes.
Guerra entre Corcira y Corinto
Sucedió que los Oligarcas de Epidamno (colonia de Corcira), pidieron ayuda a su metrópoli para solucionar un problema interno. Ante esto, Corcira (colonia a su vez de Corinto), desoyendo las presiones de Corinto, pidió ayuda a la Liga del peloponeso para solucionar el problema. La desobediencia de la colonia (que siempre conservaba una obligación para con su metrópoli) provocó una batalla naval entre las dos ciudades, con al consiguiente victoria de los córciros. Estos, temerosos de las represalias Corintias, decidieron ingresar en la liga Atico-Delica. Atenas, complacidos por poder incorporar una isla occidental a su liga, enviaron 30 naves para ayudar a sus nuevos aliados, aunque solo si se producía un evidente peligro para la ciudad. Cuando Corinto entabló una nueva batalla naval con Corcira, las naves atenienses se aproximaron a las naves combatientes intimidando a los corintios, y aunque no intervinieron en la batalla para no incumplir sus tratados, y no provocar la guerra con la liga del peloponeso, ese gesto inclinó la balanza a favor de sus aliados.
Este hecho local provocó la enemistad directa entre Corinto y Atenas y supuso un importante tanto para la liga Atico-Delica, que ampliaba su influencia en una zona que hasta ahora quedaba fuera de sus dominios.
Hoplita ateniense
La defección de Potidea.
La ciudad de Potidea, en la península Calcídica, se encontraba en una situación peculiar. Pertenecía a la liga Atico-Delica y al mismo tiempo era una antigua colonia Corintia, con la que conservaba importantes lazos, entre los que estaban la recepción de los magistrados anuales corintios.
Atenas impuso gravísimas exigencias a Potidea (demolición de murallas, entrega de rehenes y no volver a recibir a los magistrados) para obligarla a que rompiera su relación con Corintio tras el incidente en Corcira. Potidea no solo no acepto las condiciones atenienses, si no que pidió y recibió ayuda de los peloponesios (que prometieron invadir el Atica en caso de agresión a Potidea) y de Macedonia y Beocia. Así mismo Corinto envió a la ciudad voluntarios alistados entre sus propios ciudadanos, enfrentándose abiertamente a Atenas.
En el año 432 a.c los atenienses derrotaron al rey Pérdicas de Macedonia, y pusieron bajo asedio a la ciudad de Potidea. Esta resistió mas de lo inesperado, llegando incluso a plantearse los atenienses la retirada. Durante el asedio se produjo el acontecimiento definitivo que rompió la paz entre los dos bloques.
El decreto contra Megara
Alrededor del 433 a.c (la fecha exacta no esta clara), Pericles impulsó un decreto que determinaba un bloqueo mercantil contra la ciudad de Megara, integrante de la liga del Peloponeso. La causa alegada no dejaba de ser una simple excusa, ya que se aludía al cultivo por parte de los megarenses de unas tierras en el recito sagrado de Eleusis, y lo que no esta claro es si esta resolución se llevo a cabo a sabiendas de lo que provocaría o no. El caso es que tras el asesinato de un emisario ateniense y algunas revueltas en Megara, se decidió en Atenas dar muerte a todos los megarenses que se encontraran en el Atica y realizar dos expediciones anuales contra la ciudad.
Este decreto provoco la reunión de la liga del Peloponeso y los últimos intentos de la diplomacia para detener la guerra que venia en camino.
Hoplita espartano
Últimos intentos diplomáticos
A pesar de la tensa situación, tanto Atenas como Esparta mantenían aun vigente su tratado de paz, pero las presiones de Megara, Egina y Corinto, llevaron a Esparta a tomar medidas diplomáticas para tratar de evitar el conflicto.
En una primera embajada los espartanos exigieron a los atenienses que expiasen el antiguo sacrilegio cometido por los Alcmeonidas contra Atenea en el 632 a.c. Se trataba de una maniobra de desprestigio contra Pericles, que era descendiente Alcmeonida.
En la segunda fueron mas directos y exigieron la liberación de Egina, el fin del asedio a Pitidea y la derogación del decreto que imponía el bloqueo a Megara, prometiendo que si estos tres puntos se cumplían no habría guerra.
Por ultimo, y tras las negativas atenienses, enviaron una tercera embajada que bien podía considerarse un ultimátum. Tucidides cita a los embajadores espartanos: “Los Lacedemonios quieren que haya paz y la habrá si devolvéis la independencia a los griegos”. Estas palabras provocaron una discusión en la asamblea popular ateniense, entre los partidarios de buscar la paz y los que no querían ceder ante los espartanos. Pericles, en un magistral discurso, convenció a los atenienses de no ceder, y con ello terminaron las esperanzas de solución pacifica. En el verano siguiente, el año 431 a.c, el rey espartano, Arquidamo, invadió el Atica, comenzando una guerra que duraría hasta el 404 a.c.
Los atenienses fueron los que insistentemente se dedicaron a tensar las relaciones, deseosos de provocar la guerra. Es evidente que ambas partes eran conscientes de que esta guerra era distinta a todas las demás por su magnitud y por eso mantuvieron la paz tanto tiempo entre ellas, cuando en otros tiempos habrían luchado por mucho menos. Atenas pensaba que podía sacar mucho de este enfrentamiento, llevado quizá por la arrogancia de quien se sabe una gran potencia. Por su parte, la siempre belicosa Esparta, no deseaba la guerra consciente de su debilidad marítima y llevado por su política ancestral de no interesarse por los problemas que acontecían fuera de la península del Peloponeso.
Guerra Arquidámica
La primera fase de la guerra se denomina arquidámica en honor del rey Arquidamo de Esparta que es quien llevó la iniciativa de la guerra en este periodo.
La estrategia empleada por los espartanos en los primeros años consistió en invadir y saquear el Atica durante el verano para luego retirarse y esperar durante el invierno a una nueva campaña. La imposibilidad de tomar Atenas al asalto por sus infranqueables murallas y los deficientes sistemas de asedio de que se disponía en aquella época, hicieron que los peloponesios prefirieran una guerra de desgaste, pensando que las continuas rafias en el Atica forzarían la rendición de los atenienses. Sin embargo los atenienses demostraron una capacidad importante de sacrificio y aguante. Un elemento fundamental para que pudieran soportar las invasiones verano tras verano es el hecho de que su dominio marítimo y las murallas largas que se extendían hasta su puerto del Pireo proporcionaban un suministro constante de bienes que aliviaba los meses en los que toda la población se escondía tras las murallas de la ciudad. Mas adelante otro enemigo inesperado conseguiría lo que los propios espartanos no lograron.
Con el hacinamiento y las malas condiciones que existían en Atenas, pronto surgió una epidemia de peste, que se cobró importantísimas bajas, entre ellas el propio Pericles. Así pues, durante esta fase de la guerra los espartanos se limitaban a acciones de saqueo en la región circundante con Atenas, mientras que estos contestaban con algunos golpes marítimos en lugares estratégicos, algunos de ellos preocupantemente cerca del territorio Laconio. De esta forma cada bando luchaba en su terreno y trataba de no encontrarse con el enemigo en desventaja. Ni los atenienses hicieron frente en batalla campal a los espartanos para impedir los saqueos, ni los espartanos lanzaron su flota, prácticamente inexistente en esta época, en busca de la flota ateniense para impedir las acciones de estos. Se puede decir que si bien estaban en guerra, aun se tenían mucho respeto y la situación no requería, de momento, un enfrentamiento directo. Si los atenienses hubieran perdido una batalla campal contra los espartanos habrían perdido la guerra inmediatamente y lo mismo habría pasado si los espartanos hubieran desperdiciado su flota en un enfrentamiento directo.
Los hechos, 431 a.c a 421 a.c
Pericles
En Abril del 431 a.c, la ciudad de Platea, aliada de Atenas, sufrió el ataque de los tebanos, teóricamente neutrales pero en realidad aliados de Esparta. Tebas pretendía que la única ciudad beocia que aun se escapaba a su control pasara a formar parte del koinon beocio que presidía. Los platenses, tras ganar tiempo con una negociación, fueron capaces de expulsar a los invasores tebanos. Atenas envió refuerzos para mantener la independencia de Platea y se preparó para la mas que prevista llegada de los Espartanos al Atica. Se aseguró la llegada de cereales desde el Hellesponto, concedió plenos poderes a Pericles como estratega autocrator, y evacuó toda la población del Atica al interior de las murallas atenienses.
Cuando el rey Arquidamo llegó al Atica, se encontró una región despoblada y aunque saqueó los campos y poblados que encontró a su paso, no consiguió que los atenienses les salieran al encuentro.
La respuesta de Pericles no se hizo esperar, y mandó su flota al mando de Demostenes, con la que invadió la Elide, Acarnia y Mesenia, en el Peloponeso. Consiguió devolverle el golpe a los espartanos tomando las ciudades de Astaco y Solio y logrando la integración de la isla de Cefalonia en la liga ateniense. También lograron llegar a la costa argólida e incluso a la costa Laconia, donde mas adelante se produjo el episodio de Esfacteria, que tuvo como resultado la captura de 292 hoplitas espartanos. En los tres primeros años de la guerra los atenienses consiguieron “encerrar” a los espartanos mediante estos ataques, llevados a cabo gracias a su supremacía naval. Esta supremacía llevó al bando ateniense a nuevas victorias en ciudades costeras, como Patras y Naupacto, sin embargo algo sucedió en la primavera del año siguiente que marco el discurrir de la guerra.
La peste asola Atenas
Llegada de Egipto, probablemente, se instaló en Atenas una terrible peste que, ayudada por el hacinamiento existente en la ciudad con todos los refugiados, provocó la muerte, en 3 años, de alrededor de un tercio de la población, incluido Pericles.
La situación se complicó para los atenienses, que a la debilidad producida por la plaga en su poderío militar, tendrían que añadir el periodo de incertidumbre que siguió a la muerte de Pericles.
Fueron dos personajes, totalmente opuestos, los que pasaron a ocupar la primera plana en el gobierno de Atenas. Nicias y Cleón. Uno conservador, aristócrata y compañero de Pericles en múltiples ocasiones, y el otro un rico curtidor, falto de educación, pero con una gran fuerza. Nicias era partidario de buscar una rápida paz con Esparta, mientras que Cleón creía en la victoria total sobre los espartanos.
Durante estos años de la peste en Atenas, los acontecimientos se seguían sucediendo. Los tebanos, que todavía no habían olvidado su derrota en Platea, convencieron a los espartanos para tomar la ciudad platense y reducirla a cenizas. La extrema crueldad con que fue tratada Platea sorprendió a los griegos, que culparon de ello a las ansias de revancha de los tebanos. Esparta, como no podía invadir el Atica por la peste, intervino en platea, reduciéndola a cenizas, incorporando sus tierras a sus dominios y ejecutando a más de 200 ciudadanos. El aprovechamiento de las tierras de labor fue arrendado a Tebas y las mujeres de la ciudad vendidas como esclavas.
Atenas no pudo ayudar a su aliada Platea, acosada por la enfermedad y por el levantamiento de las ciudades de la isla de Lesbos, que se produjo en el 428 a.c. Todas las ciudades de esta isla, excepto Metimna, se levantaron contra el dominio ateniense dirigidos por la mas importante de todas ellas, Mitilene. Los atenienses, a pesar de todas las dificultades por las que estaban pasando, respondieron con contundencia, bloquearon la isla y asediaron su capital, consiguiendo la capitulación de los rebeldes un año después. Tras esta capitulación, la asamblea ateniense, presidida por Cleón, decidió dar muerte a todos los hombres de Mitilene y vender como esclavos a todas las mujeres y los niños. A tal efecto mando un trirreme con las órdenes. Sin embargo, al día siguiente, la eklesia, o asamblea popular, consideró que era un castigo excesivo y rectificó, conformándose con la expropiación de las tierras de la ciudad. A tal efecto enviaron un segundo barco con la orden de interceptar al primero e impedir la ejecución de la resolución anterior. El propio Tucidides explica en su obra como el destino de una ciudad entera estuvo en manos del capitán del segundo barco y de su habilidad para alcanzar al primero.
Estrategias de ambos mandos
Con el tiempo nuevas victorias navales seguían llegando para los atenienses, como en Corcira, donde fueron cómplices de la masacre de la oligarquía gobernante, que se había aliado con Esparta.
La moral, muy baja tras la epidemia, volvía a elevarse con estas victorias. Tan seguros estaban de si mismos los atenienses, que incluso mandaron una expedición a Sicilia en ayuda de las ciudades de Regio y Leontino, que se encontraban en guerra con Siracusa. Esto hizo que Siracusa se acercara mas a su metrópoli, Corinto, y por tanto a la liga del Peloponeso. También, en esta época, Nicias consiguió hacerse con el control marítimo de Asia menor, reafirmando la talasocracia Ateniense en el egeo.
Llegados a este punto, cabe destacar que los atenienses, aun diezmados por la peste, supieron no solo no retroceder ante el avance espartano, si no tomar la delantera y ampliar sus áreas de influencia. Eran nuevos tiempos, con nuevas formas de hacer la guerra y la habilidad demostrada por la liga atico-delica para entender la importancia de una poderosa flota, fue lo que hizo inútil la abrumadora superioridad militar de los espartanos.
En esta situación llegamos al año 425 a.c, momento en el que se produjo un singular episodio en la bahía de Pilos. Tras el desembarco en Pilos de un contingente ateniense, los espartanos enviaron a sus hoplitas para cercar a los invasores. A su vez, los atenienses enviaron una flota que cercó a los sitiadores por mar. Los espartanos intentaron negociar la liberación de los hoplitas sitiados ofreciendo la paz a cambio, pero Cleón convenció a la asamblea, que negó la liberación, siendo llevados los prisioneros a Atenas. Con esta captura la moral ateniense estaba en su mayor momento. Habían vencido a los espartanos en su terreno y habían capturado a un importante número de espartiatas. También en ese tiempo habían conseguido un acuerdo con el imperio persa, que se comprometía a respetar los dominios atenienses en Asia menor, y un tratado con las ciudades de Sicilia en apoyo a la liga. Todo hacia pensar que Atenas pronto se alzaría con la victoria.
La excesiva euforia de los atenienses les llevó a descuidar las estrategias anteriores, sufriendo una terrible derrota en Delión. A las grandes perdidas sufridas en esta batalla, se unió el surgimiento de Brásidas, general espartano. Brásidas conquistó algunas ciudades de la península calcifica, consiguiendo la anexión de todas ellas a su causa. Finalmente, Cleón en persona trato de poner freno a los éxitos de Brasidas, enfrentándose ambos en batalla en Anfipolis en el 422 a.c. La batalla terminó con la muerte de los dos generales, y fue este hecho el que empujó a ambos contendientes a buscar la paz, ya que de un plumazo habían desaparecido las dos personas mas partidarias de seguir con la guerra.
Sus sucesores se mostraron dispuestos a un acercamiento mutuo que trajo consigo la firma de un tratado de paz en el 421 a.c, conocido como la paz de Nicias.
La paz de Nicias 421 a.c- 419 a.c.
Tras diez años desde el inicio de la guerra, ambos contendientes mostraban signos de cansancio. La llegada al poder en ambos bandos de personajes favorables a la paz aceleró la llegada de un acuerdo entre ambas ciudades. Pleistoanacte, rey espartano y Nicias, aristócrata ateniense, firmaron un tratado de paz que seria recordado como “la paz de Nicias”.
Este tratado del cese de las hostilidades era deseado por los dos bandos. Los atenienses se encontraban diezmados por la peste y las dos ultimas derrotas en Anfipolis y en Delion, unidos al desastre económico de Atenas, que obligaba a aumentar las aportaciones de los aliados, con las consecuentes enemistades que eso creaba, hicieron que la mayoría de la gente quisiera la paz, aunque no faltaron demagogos que trataron de torpedear el proceso, como los atenienses Hiperbolo y Pisandro.
En cuanto a los espartanos, al consabido problema demográfico que le permitía disponer de muy pocos hoplitas, se unía la preocupación que estos tenían por una posible rebelión ilota al alargarse mas de lo aconsejable la guerra y que en ese año terminaba el tratado de paz que Esparta tenia con Argos, su enemiga histórica.
Finalmente, y tras negociaciones que duraron todo un invierno, en la primavera del 421 a.c se firmo el tratado. Tucidides lo trascribe íntegramente en su obra, en el libro V.
Resumiendo, en el tratado se especificaba que ambas ciudades debían devolver a su enemiga los territorios conquistados, que los prisioneros debían ser devueltos y que ambas partes tenían derecho a peregrinar a los diferentes santuarios, incluso atravesando territorios enemigos. La duración se estipulo en cincuenta años, nombrándose un árbitro neutral, en el caso de que en ese tiempo sugiera alguna disensión entre las partes.
El mayor problema que tuvo el tratado fue que no satisfizo a los aliados de Esparta, como Corinto, Megara o la liga Beocia. La paz no los tenía en cuenta, y se sentían perjudicados, por lo que se negaron a jurarla.
Esta situación desembocó en la formación de un tercer bloque, al margen de los dos anteriores, que comprendía a Corinto, Argos, Mantinea y algunas ciudades calcídicas. Esparta se vio obligada a un acercamiento con Tebas, para tratar de compensar la situación.
Alcibíades
Mientras tanto, en Atenas, Alcibíades era nombrado estratega en el 420 a.c. Su política anti espartana y de alianzas tensó aun mas la cuerda de una paz que tenia poco futuro. Alcibíades forjó una alianza mas con Argos, Mantinea y Elide, llamada cuádruple alianza, con lo que complicó aun mas la situación, ya que este movimiento acercó de nuevo a los corintios y los espartanos.
En esta época la maquinaria diplomática trabajaba a destajo uniendo a ciudades de intereses claramente enfrentados en complicadas redes de alianzas que en muchos casos eran incongruentes. No era raro que una ciudad estuviera al mismo tiempo aliada con otras que a su vez eran enemigas. Una situación así era claramente inestable, y cualquier movimiento por parte de alguna de las ciudades griegas, podía hacer que se rompiera definitivamente.
Y eso es lo que ocurrió en el 419 a.c, tan solo dos años después de la paz.
En este año, Argos atacó Epidauro, aliada de Esparta. Como respuesta Esparta invadió la argolida. Al ser Argos miembro de la cuádruple alianza, Atenas, Mantinea y Elide acuden en su ayuda. Se produjo entonces una gran batalla, descrita por Tucidides como “la mas grande batalla librada por los griegos”, en la llanura de Mantinea, en la que los espartanos obtuvieron una gran victoria. Atenas no solo perdió la batalla, si no que también perdió a sus aliados que firmaron nuevas alianzas con esparta.
La respuesta a este varapalo fue la de tratar de afianzar el control sobre el Egeo. Alcibíades se propuso terminar con el problema de Melos. Melos era una isla del egeo, que por ser antigua colonia espartana nunca había reconocido el dominio ateniense ni pagado tributos. La isla fue acusada de traidora y tras el intento de los melios de permanecer en la neutralidad con una embajada enviada a Atenas, magistralmente transcrita por Tucidides, se llevó a cabo el asedio y posterior toma de la ciudad. En el 415 a.c, y sin que ninguna ciudad griega objetara nada, todos los hombres de la ciudad fueron ejecutados y las mujeres y los niños esclavizados. Después fueron enviados quinientos clerucos atenienses para repoblar la isla.
Expedición a Sicilia 415-413 a.C.
Tras la ruptura de la frágil paz que existía en Sicilia, Segesta pidió ayuda a Atenas ante el ataque de Selinunte, aliada de Siracusa. Atenas recibió esta petición con agrado pues vió la oportunidad de deshacerse del creciente poder de Siracusa y dominar toda Sicilia, con lo que se haría con el control del mediterráneo occidental. Ante las buenas expectativas se decidió enviar una gran expedición a la isla. Tucidides nos explica como se gastaron más de 3500 talentos y se reclutaron “cuatro mil hoplitas, trescientos jinetes y cien trirremes atenienses, además de cincuenta trirremes de Lesbos y Quios y otros muchos aliados”. Era pues una empresa de gran envergadura. Poco antes de partir, se produjo en Atenas la mutilación de los Hermes de la ciudad. Este hecho sacrílego le fue atribuido a Alcibíades, entre otros, pero se decidió aplazar el juicio, pues tenía que partir a Sicilia.
Trirremes griegos en acción
Tras llegar a Sicilia y establecerse en las ciudades aliadas, se produjo el llamamiento de Alcibíades para que volviera a Atenas y se sometiera al juicio por sacrílego. Este hecho, empeoró una situación ya complicada por las diferencias existentes entre los tres generales que mandaban la expedición.
Alcibíades no solo no regreso a Atenas, si no que acudió a Esparta y pidió el asilo de Agis, el rey espartano. Este, aconsejado por Alcibíades, envió un contingente que obligó a los Ateniense a retirarse y abandonar el bloqueo al que habían sometido a Siracusa. Tras la llegada de refuerzos corintios a Sicilia, los atenienses pasaron a la defensiva y pidieron más refuerzos a Atenas. Pero la ciudad tenia otros problemas, por que los espartanos, de nuevo aconsejados por el traidor Alcibíades, iniciaron una nueva invasión del Atica, que esta vez seria diferente, ya que en vez de abandonar la zona saqueada y volver a Esparta, tomaron y se fortificaron en Decelia, incomunicando Atenas por tierra con el resto de Grecia y teniendo así un puesto avanzado desde el que hostigar a los atenienses y saquear sus campos cada estación. Esta nueva situación es la llamada “guerra decelica”.
La expedición en Sicilia pese a la llegada de dos nuevos estrategas desde Atenas, Demostenes y Eurimedonte, se volvió insostenible y se decidió la retirada de los efectivos. Estos fueron alcanzados, derrotados y aniquilados, muriendo o convirtiéndose en esclavos todos sus miembros. La dimensión de este desastre fue inmensa para la ya acorralada Atenas.
La guerra Decelica 413-404 a.c
El desastre de Sicilia tuvo muchas consecuencias, y todas ellas desastrosas para Atenas. La ruina económica que trajo consigo, la enorme perdida de ciudadanos (mas de doce mil atenienses y treinta mil aliados), el descontento de la población con los demagogos que les convencieron del éxito seguro de la expedición, y todo ello unido a la presencia de los espartanos en territorio ateniense, saqueando y arruinando las cosechas.
Esparta decidió en este punto aliarse con el enemigo secular de los griegos, Persia.
Es evidente que Persia se tomó muy en serio esta alianza, ya que el rey Darío II envió a Grecia a su propio hijo, Ciro el joven.
Darío II, rey persa
Los persas perseguían recuperar el dominio de las ciudades de Asia menor, a las que incitaban hacia la revuelta contra Atenas. Esta se produjo en el 412 a.c. Las ciudades jonias del Hellesponto, junto con Rodas, Mileto, Colofón y otras muchas, se rebelaron contra Atenas, con ayuda de Esparta y con dinero persa que a cambio exigía la soberanía sobre estas ciudades. No era de extrañar que las ciudades jonias prefirieran el dominio persa al dominio ateniense que cada vez se había vuelto más despótico y asfixiante. La que, desde luego, quedaba en mal lugar era Esparta, que se había erigido en la defensora de las libertades de las ciudades griegas y ahora las entregaba al dominio persa.
El descontento de la población ateniense con sus gobernantes favoreció la llegada al poder de un régimen oligárquico llamado “de los cuatrocientos”. Se estableció una asamblea de cuatrocientos miembro, elegidos a dedo, que serian los que gobernaran la ciudad. La democracia radical quedaba abolida. La población aceptó este cambio, pero no así la flota ateniense establecida en Samos, que nombró estratego a Alcibíades, lo que le permitió volver de su exilio. El enfrentamiento entre oligarcas y demócratas trajo consigo la aprobación de un nuevo tipo de gobierno. Se constituyo una democracia mixta, llamada de “los cinco mil”, con partes del poder en manos de los oligarcas. No se tienen fuentes que aclaren el sistema, pero se sabe que según Tucidides, hizo que Atenas recuperara un poco sus fuerzas.
Una de las medidas del nuevo gobierno fue restituir a Alcibíades. Tras esta restitución los atenienses consiguieron tres victorias navales, que llevaron a los espartanos a ofrecer la paz, que fue de nuevo rechazada insensatamente por los atenienses. Nuevas victorias en Bizancio y Caledonia, hicieron que Alcibíades fuera nombrado estratega y que la moral ateniense fuera de nuevo repuesta, hasta tal punto que se recuperó el funcionamiento de la democracia radical.
En este contexto apareció la figura de Lisandro, gran general espartano que, con la ayuda de los persas, pondría contra las cuerdas a los atenienses. Fue este general quien venció a Alcibíades en la batalla de Notion, con lo que el ateniense desapareció de la escena política definitivamente.
En 406 a.c, la flota ateniense obtuvo su última victoria en las islas Arginusas. Allí se produjo un hecho que pone de manifiesto la absoluta falta de practicidad de la democracia ateniense. Los generales atenienses no recogieron a los náufragos tras la batalla alegando una tormenta que ponía en peligro su flota. La asamblea ateniense, desoyendo las quejas del único que se opuso, Sócrates, condeno a muerte a sus generales por aquel hecho. De este modo Atenas ejecutó a sus mejores generales, que además pasaban por ser grandes defensores del sistema democrático.
Tras este despropósito no quedaba en Atenas nadie con la altura suficiente como para enfrentarse a Lisandro.
Atenas vista desde el puerto del Pireo
Finalmente el general espartano derrotó, ejecutando a más de tres mil y arruinando su flota, a los atenienses en Egospótamos. La importancia de esta derrota radica en que con ella se cerraba el paso de los barcos de grano del mar negro, con lo que, cercados por tierra en Decelia, con las cosechas arruinadas por las incursiones espartanas, y sin el grano proveniente del Ponto, Atenas quedaba condenada a morir de hambre. Las ciudades del Egeo se rindieron a Lisandro y se colocaron gobiernos oligárquicos afines a Esparta en todas ellas. Nuevas tropas espartanas partieron de Decelia y Lisandro con su flota llegó hasta el Ática. De esta forma, cercada por tierra y mar, Atenas capituló a comienzos del año 404 a.c.
La rendición tuvo que ser incondicional y de no ser por la negativa de los espartanos Atenas habría sido destruida hasta los cimientos, pues tal era el deseo de los tebanos y corintios. Sin embargo se decidió que con derribar sus murallas, abandonar todas las posesiones fuera de Ática, aliarse con Esparta incondicionalmente y destruir su flota, era suficiente.
Bibliografia:
Pilar Fernández Uriel: El mundo griego hasta la segunda mitad del siglo IV a.c, Madrid, 2002
Tucidides: Guerra del peloponeso.
Ernst Baltrusch: Esparta, Múnich, 1998
Peter Funke: Atenas Clásica, Múnich, 1999
Hermann Kinder y Werner Hildegamann: Atlas histórico mundial (I), Madrid, 2003
Fernando Quesada Sanz: Armas de Grecia y Roma, Madrid, 2008
Imagenes: Internet
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exelente informacion gracias desde bs as argentina!!!
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