La guerra entre Masinisa y Cartago
Resulta sorprendente la cantidad de información que se puede llegar a extraer de un simple puñado de higos. Para empezar, por su tamaño y color, se puede saber la fecha en que se recogieron. Si son grandes y morados, como es el caso, se trata de brevas, y se recolectan en junio, la época más propicia para navegar por el Mediterráneo. Por otro lado, el hecho de que a Marco Porcio Catón se le cayeran del regazo al incorporarse revela que, poco antes de ese descuido, se encontraba saboreándolos mientras escuchaba a uno de sus colegas, justo antes de ser él llamado al estrado, lo cual significa que intervino en segundo lugar.
Las Periódicas, escritas en el S. IV por un autor anónimo, proporcionan un resumen inapreciable de la Historia de Roma de Tito Livio, si no el único, sí el más completo. Gracias a ellas se pueden reconstruir en cierta medida los libros perdidos. Precisamente, a tres de ellos, XLVII, XLVIII y IL, en dicha versión abreviada, pertenecen los siguientes fragmentos seleccionados, en los que se narran en orden cronológico los prolegómenos de la III Guerra Púnica.
(156 a. C.)
“El Senado envió una delegación para mediar una disputa fronteriza entre Masinisa y los cartagineses.”
(153 a. C.)
“Embajadores enviados para negociar entre los cartagineses y Masinisa informaron de que habían visto gran cantidad de material naval en Cartago.”
(153 a. C.)
“Se describen las causas de la Tercera Guerra Púnica. Se dijo que un gran ejército númida, mandado por Arcobarzanes, hijo de Sifax, estaba en suelo cartaginés y Marco Porcio Catón arguyó que aunque estas fuerzas estaban dirigidas ostensiblemente contra Masinisa, de hecho lo estaban también contra el pueblo romano y que, por lo tanto, debía ser declarada la guerra. Publio Cornelio Nasica defendió lo contrario y se acordó enviar embajadores a Cartago para ver qué estaba ocurriendo. Reprendieron al Senado cartaginés porque había, contrariamente al tratado, reunido un ejército y pertrechos para construir buques, y le propusieron hacer la paz entre Cartago y Masinisa, pues Masinisa estaba evacuando la tierra ocupada. Pero Gisgón, hijo de Amílcar, un hombre revoltoso que ocupaba una magistratura, provocó al populacho para guerrear contra los romanos; de modo que cuando el Senado [cartaginés] anunció que cumpliría con los deseos romanos, los embajadores hubieron de huir para escapar de la violencia. Cuando contaron esto, hicieron que el Senado [romano], ya hostil a los cartagineses, incrementara su hostilidad.”
(151 a. C.)
“Gulussa, el hijo de Masinisa, declaró que Cartago había efectuado una leva, que había construido una armada y que, sin ninguna duda, se estaban preparando para la guerra. Cuando Catón arguyó que se debía declarar la guerra y Publio Cornelio Nasica que era mejor no apresurarse, se decidió enviar embajadores a investigar.”
(151 a. C.)
“Los embajadores volvieron de África con enviados cartagineses y Gulusa, el hijo de Masinisa, diciendo que habían visto cómo se armaba un ejército y una armada en Cartago, y se decidió preguntar la opinión [de todos los senadores]. Mientras que Catón y otros influentes senadores aconsejaban que se enviara un ejército inmediatamente a África, Cornelio Nasica dijo que aún no parecía justificada una guerra y se acordó que se abstendrían de la guerra si los cartagineses quemaban sus buques y despedían a su ejército; si hacían menos de eso, los próximos cónsules llevarían adelante la Guerra Púnica.”
(150 a. C.)
“Cuando los cartagineses declararon la guerra a Masinisa, y rompieron el tratado, fueron vencidos por este hombre (que tenía noventa y dos años y solía comer pan sin apetito y beber sin sed) y cayeron en una guerra contra los romanos.”
(149 a. C.)
“Entre Marco Porcio Catón y Escipión Nasica, de los que el primero era el hombre más inteligente de la ciudad y el segundo estaba considerado el mejor hombre del Senado, hubo un debate por sus opiniones opuestas; Catón apoyaba la guerra, destrucción y saqueo de Cartago y Nasica estaba en contra. Se decidió declarar la guerra a Cartago porque los cartagineses tenían, contrariamente al tratado, barcos, porque habían enviado un ejército fuera de su territorio, porque habían guerreado contra Masinisa, un aliado y amigo del pueblo romano, y porque habían rechazado recibir en su ciudad al hijo de Masinisa, Gulusa (que iba con los embajadores romanos).”
Tito Livio, Periódicas.© Jona Lendering for Livius.Org, 2008 Revision: 1- January 2008©2009 - Traducción de Antonio Diego Duarte Sánchez (27428747M) - Murcia (España)
El tercer fragmento, “en el que se describen las causas de la Tercera Guerra Púnica”, aunque se incrusta en el año 153 antes de Cristo, ofrece no obstante una visión más general. En él se enumeran los tres sucesos decisivos en la escalada de violencia:
1- “Se dijo que un gran ejército númida, mandado por Arcobarzanes, hijo de Sifax, estaba en suelo cartaginés y Marco Porcio Catón arguyó que aunque estas fuerzas estaban dirigidas ostensiblemente contra Masinisa, de hecho lo estaban también contra el pueblo romano y que, por lo tanto, debía ser declarada la guerra. Publio Cornelio Nasica defendió lo contrario y se acordó enviar embajadores a Cartago para ver qué estaba ocurriendo.”
2- “Reprendieron al Senado cartaginés porque había, contrariamente al tratado, reunido un ejército y pertrechos para construir buques, y le propusieron hacer la paz entre Cartago y Masinisa, pues Masinisa estaba evacuando la tierra ocupada.”
3- “Pero Gisgón, hijo de Amílcar, un hombre revoltoso que ocupaba una magistratura, provocó al populacho para guerrear contra los romanos; de modo que cuando el Senado [cartaginés] anunció que cumpliría con los deseos romanos, los embajadores hubieron de huir para escapar de la violencia.”
Conviene resaltar el punto segundo, ya que en él se habla de los “pertrechos para construir buques”. Esta embajada, por tanto, se ha de identificar con la del año 153 antes de cristo:
(153 a. C.)
“Embajadores enviados para negociar entre los cartagineses y Masinisa informaron de que habían visto gran cantidad de material naval en Cartago.”
A partir de aquí se articulan las otras dos embajadas, una anterior, en el 156 antes de Cristo, en la que interviene Catón, ya que son sus declaraciones, se supone que fundamentadas, las que obligan a la segunda, y una posterior, la tercera, en el 151 antes de Cristo, cuando la presencia de Gulusa provoca un tumulto.
La comisión del año 156 antes de Cristo.
“El Senado envió una delegación para mediar una disputa fronteriza entre Masinisa y los cartagineses.”
A falta de más noticias, éste parece constituir el primer incidente de todos, el cual se ha de relacionar con el punto primero del tercer fragmento.
“Se dijo que un gran ejército númida, mandado por Arcobarzanes, hijo de Sifax, estaba en suelo cartaginés y Marco Porcio Catón arguyó que aunque estas fuerzas estaban dirigidas ostensiblemente contra Masinisa, de hecho lo estaban también contra el pueblo romano y que, por lo tanto, debía ser declarada la guerra. Publio Cornelio Nasica defendió lo contrario y se acordó enviar embajadores a Cartago para ver qué estaba ocurriendo.”
Los romanos preservaron el reino de Sífax tras la II Guerra Púnica, si bien con algunas menguas. El que Arcobarzanes se encontrara en suelo cartaginés al frente de un ejército númida, por tanto, sólo puede tener una explicación: Masinisa acababa de invadir dicho reino. Catón, en su intervención se opone a algo que ya se había argumentado con anterioridad, y que seguramente lo había argumentado su compañero de viaje, Násica; que tal ejército no iba dirigido contra los romanos sino contra Masinisa. Con su juego de palabras, Catón no puede evitar dar a entender que la justicia en un principio estaba de parte de Arcobarzanes. Lo que en realidad preocupa al senado es la implicación de Cartago a favor del agredido, algo que vulneraba las condiciones de la paz firmada medio siglo antes y que, además, restituiría a la metrópoli púnica la hegemonía en el norte de África.
En base a todo ello, recurriendo a otras fuentes, resulta ya muy sencillo reproducir los discursos de sendos oradores con cierta fidelidad y en su orden exacto, aunque se trataría más de un ejercicio literario que de otra cosa. En todo caso, no debe quedar duda que el senado romano adoptó las dos medidas más oportunas, obligar a Masinisa a retirarse y, al mismo tiempo, iniciar los preparativos ante cualquier eventualidad.
De momento, sin embargo, de lo único que se puede acusar a los púnicos es de estar pertrechándose, aunque eso, con no menos perfidia y secretismo, también lo estaban haciendo los romanos.
La ruptura.
“Entre Marco Porcio Catón y Escipión Nasica, de los que el primero era el hombre más inteligente de la ciudad y el segundo estaba considerado el mejor hombre del Senado, hubo un debate por sus opiniones opuestas; Catón apoyaba la guerra, destrucción y saqueo de Cartago y Nasica estaba en contra. Se decidió declarar la guerra a Cartago porque los cartagineses tenían, contrariamente al tratado, barcos, porque habían enviado un ejército fuera de su territorio, porque habían guerreado contra Masinisa, un aliado y amigo del pueblo romano, y porque habían rechazado recibir en su ciudad al hijo de Masinisa, Gulusa (que iba con los embajadores romanos).”
Demasiados motivos a falta de uno más contundente. La guerra abierta contra Masinisa no está probada. De hecho, las autoridades cartaginesas ejecutaron a los cabecillas que habían intervenido en ella.
“Los cartagineses, pensando eliminar con ello cualquier pretexto, condenaron a muerte a Asdrúbal, el general de esta guerra contra Masinisa, y a Cartalón, el capitán de las tropas auxiliares, así como a cualquier otro que estuviera implicado en ella, imputando a todos ellos la culpa de la guerra. Enviaron también embajadores a Roma para acusar al propio Masinisa y a estos hombres, por haberle atacado con demasiada rapidez y temeridad y haber proporcionado una ocasión de atribuir a la ciudad sentimientos de hostilidad. Sin embargo, cuando uno de los senadores preguntó a los embajadores por qué no habían condenado a los culpables al comenzar la guerra, en lugar de haberlo hecho después de la derrota, y por qué no les habían enviado embajadores antes, en vez de hacerlo ahora, no supieron dar respuesta.”
Apiano, Sobre África.
Un golpe de suerte, la participación de los mercenarios iberos, las luchas internas en el reino númida, acaso, la rebelión de los Emporios, territorio ocupado años antes, o los apuros a los que estaba siendo sometido uno de sus hijos por dichos mercenarios, obligaron a Masinisa finalmente a emprender la retirada. En ese preciso instante, ante la inminente derrota, el senado envía una tercera embajada, a la que también se apunta Gulusa, ahora con un talante ya más reconciliador. Pero Cartago no podía dejar escapar la oportunidad. Un cuerpo de voluntarios ya se había unido a la persecución.
En la primavera del año 151 antes de Cristo, mientras el combinado de númidas, mercenarios iberos y voluntarios púnicos acosaba a Masinisa penetrando hasta lo más profundo de sus dominios, la comisión senatorial se presentó en Cartago. La euforia popular y la cobardía de los gobernantes estuvieron a punto de provocar un linchamiento. Los embajadores tuvieron que salir de allí precipitadamente.
Un jarro de agua fría, sin embargo, cae sobre la multitud cuando, pocos días después, llegan las noticias del campo de batalla, un escenario dantesco en el que Emiliano, enviado por Lúculo en busca de refuerzos al campamento de Masinisa, en calidad de observador neutral, no pudo contener las lágrimas al sentirse como Zeus en lo alto del monte Ida viendo morir a tantos héroes. Habiendo estirado en demasía las líneas de abastecimiento, escaseando el agua, todo se saldó en una masacre. Masinisa no tuvo piedad.
Una vez más, le sirvió a Roma el botín en bandeja.
"...cuando uno de los senadores preguntó a los embajadores por qué no habían condenado a los culpables al comenzar la guerra, en lugar de haberlo hecho después de la derrota, y por qué no les habían enviado embajadores antes, en vez de hacerlo ahora, no supieron dar respuesta.”
Bibliografía:
Bernardo Pascual.
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Este es un tema que me apasiona... gracias por volver a desempolvarlo, Bernardo!
No sé si lo he querido entender yo o si lo has sugerido tú, pero toda la agitación que se da a la vez por parte de los ex-aliados de la segunda Guerra Púnica (ligures, galos, íberos/celtíberos) puede estar conectada o simplemente puede ser causada por un desvío de la atención romana o bajada de su presión que la generación siguiente a la vencida por Roma aprovecha para sublevarse aún orgullosa de su pasado?
Pensar en una serie de levantamientos coordinados desde Cartago me parece novelesco, casi ciencia-ficción, pero es una teoría atractiva, me encantaría dejarme seducir por ella. Cartago reactivando antiguas alianzas para volver a lanzarse a la guerra definitiva mientras se va rearmando. Quizá detectaron una debilidad en Roma? Esa Roma que había salido victoriosa de Magnesia, Cinoscéfalos o Pydna pero que quizá se estaba aperezando?
Siempre me ha intrigado el motivo real por el que Roma decide destruir Cartago, la Cartago que suponía un equilibrio local y taponaba a los Númidas, para acabar 25 años después teniendo que guerrear contra Yugurta, una vez que este supo acerse con el control de todo. Ya sé que visto hoy todo es más fácil, pero no era altamente esperable por aquel entonces que dejando a Numidia a sus anchas acabaría dando guerra? Quizá es que esta vez fue la primera en que les pasó?
Y si resulta que el motivo real para destruir Cartago fue ese? Que realmente Cartago pretendía volver a reverdecer laureles convirtiéndose en la potencia ejemónica del norte África del mediterráneo Occidental?
La verdad es que no lo había pensado hasta ahora, estaba anclado en la visión clásica de la pobre y romántica Cartago, que vencida por Roma y humillada continuamente por Numidia decide emitir el canto del cisne en un alzamiento más basado en el orgullo que en ningún otro sentimiento. Y si fue un nuevo deseo de grandeza y/o revanchismo?
Qué interesante! Endeble, romántico y novelesco, pero cuanto menos, interesante.
Venga tumbadme la nueva vía de pensamiento cuanto antes...
Me falta el caudillo Bernardo, me falta el caudillo. Quién orquestaba todo esto?
Sin un caudillo se cae la teoría...
El único lugar donde sí cabe imaginar esa coordinación es Bitinia. Prusias era un rey cobarde, incapaz de tomar ese tipo de decisiones por sí solo, pero hay que recordar que allí había muerto Aníbal. Las relaciones con la familia Barca eran muy íntimas. Su rendición además fue vergonzosa.
Pero ya no quedaba ningún Barca, no? Al menos conocido, lo cual implica lo mismo, no sabemso de la existencia de ningún Barca que pudiese mover antiguas alianzas.
Los bandos en que se articula el Mediterráneo de cara a la III Guerra Púnica se van formando ante todo según las circunstancias. Esto lo resalta mucho Polibio. Por desgracia, sólo han sobrevivido unos pocos fragmentos.
Sí, según una circunstancia muy clara: o con Roma o contra ella...
Insisto en que la III Guerra Púnica era inevitable. En cuanto hubiese faltado Masinisa, además, los romanos lo habrían tenido muy difícil. A su sucesor lo habría entronizado Cartago. Eso también era inevitable. Con Cartago, Yugurta no habría perdido la guerra. En un principio, de hecho, cuando comencé a investigar esto, llegué a pensar que Masinisa jugaba a dos badas. La maldición de Cartago era hacer sombra a Roma, aun sin querer. Nadie esperaba, de hecho, que Masinisa saliera victorioso de aquella guerra. Tuvo mucha suerte.
Si el senado romano hubiese sabido con todo que quinientos o seiscientos años después la ruina de su ciudad procedería de Cartago, de manos de Genserico, lo dejo caer, tal vez hubiesen preferido mejor escuchar en ese momento a Nasica, o no.
Te reitero las gracias, Merlín, por darme la oportunidad de poder defender mi teoría.
Estás dando por sentado que Cartago habría entronizado a Yugurta. Te estás saltando que había herederos con más legitimidad, que a Yugurta lo adopta Masinisa a última hora y que Escipión Emiliano influyó en el reparto de Numidia tras la muerte de Masinisa, en mi opinion con la clara intención de debilitar a Numidia impidiendo que fuese un estado grande, unido y fuerte, como Yugurta logró al poco tiempo.
De haber triunfado la codicia momentánea de un sector del senado aplacado por sobornos de Cartago y haberse evitado la Tercera Guerra Púnica,permitiendo incluso un rearme cartaginés con una visión interesada de Roma de "dejad que númidas y cartagineses se despedacen entre sí", Cartago habría podido sobrevivir para ser integrada a Roma de otra manera más pacífica. No olvidemos que Cartago contribuyó a las vitorias romanas en Grecia y Asia con pertrechos y vituallas.
Para mi la clave es la longevidad inusual de Catón y de Masinisa, son lso que mantuvieron el fuego vivo. De haber muerto uno o ambos a una edad normal la situación habría resultado muy diferente. El uno sin azuzar al senado y el otro sin ser la pieza "local" del otro. Si Masinisa hubiese muerto en el 160 a. de C. las luchas por su sucesión habrían dejado en paz a Cartago temporalmente. Si Catón hubiese muerto en el 160 a. de C. nadie habría prestado atención a Masinisa. Y todo ello habrí implicado o una guerra de aniquilación psoterior o una anexión por medios económicos.
Seguramente más la primera jajajajaj
Lo de Genserico lo dejamos ahí, que lo que ocurriera 600 años más tarde poco y todo tiene que ver con haber acabado con Cartago. Habiéndolo hecho con cambios en cualquier momento de esos 600 años todo habría sido distinto, no mezclemso a los Vándalos todavía, que bastante tenemos con galos, celtas, celtíberos, libios, libiofenicios y todos los demás...
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CRONOLOGÍA DE LA GUERRA NÚMIDA Y LA GUERRA DE FUEGO.
Año 156 antes de Cristo.
En primavera, Masinisa invade el antiguo reino de Sífax.
Arcobazanes se refugia con su séquito en territorio Cartaginés.
El senado envía una comisión investigadora a África, en la que participan Marco Porcio Catón y Publio Cornelio Escipión Nasica.
A su regreso, a comienzos de junio, se abre el debate sobre una posible intervención contra Cartago.
Ese verano, los romanos comienzan a reclutar un ejército para tenerlo dispuesto ante cualquier eventualidad.
Los encargados de requisar caballos en Iliria son asaltados y saqueados por los dálmatas.
A consecuencia de este incidente Roma declara la guerra a los dálmatas.
Pese a sufrir algunos reveses iniciales, ese invierno, sin embargo, Gayo Marcio Fígulo consigue ya algunos éxitos frente a los Dálmatas.
Año 155 antes de Cristo.
Prusias de Bitinia, el último amigo de Aníbal, en cuyo palacio murió el general púnico, invade de forma inesperada el reino de Pérgamo, el socio más fiel de los romanos en la zona.
El cónsul Cornelio Nasica se hace cargo de la guerra de Iliria.
Un condotiero con el sugerente apodo de Púnico comienza a actuar en la Bastetania, la región de la Península Ibérica mejor comunicada con Cartago, reclutando tropas e incitando a los bastulofenicios a sublevarse.
A comienzos del verano, Cornelio Nasica somete a los Dálmatas.
Victoria de Púnico sobre los romanos en la Bastetania.
Galos y ligures, todos ellos antiguos aliados de los cartagineses, a algunos de cuyos generales habían acogido al final de la II Guerra Púnica, invaden la desembocadura del Ródano y sitian algunas plazas masaliotas.
En la Celtiberia, tras infructuosas conversaciones, los romanos declaran la guerra a Segovia.
Año 154 antes de Cristo.
Prusias emprende una nueva campaña de castigo contra Pérgamo.
Contingentes de mercenarios iberos, aquellos que había reclutado el tal púnico desembarcan en África y refuerzan el ejército de Arcobarzanes.
El cónsul Quinto Opimio, tras llegar a Marsella a marchas forzadas, somete a los ligures.
Cáuciro, el caudillo segoviano, derrota a Lucio Mummio, llegado de Italia con tropas bisoñas, asalta su campamento y le arrebata las enseñas de las legiones.
Tras exhibirlas por toda la Celtiberia, el resto de los arévacos se unen a la revuelta.
Cáuciro obliga a los titios a replegarse al otro lado de la Sierra.
Los lusitanos del otro lado del Tajo (o de éste, según se mire), alzándose ahora en armas, aprovechan para ocupar el valle del Guadiana.
Año 153 antes de Cristo.
Ante los acontecimientos que están teniendo lugar en Hispania, los romanos adelantan el comienzo del año al uno de enero.
Los emisarios de Masinisa informan en la Curia de que los preparativos cartagineses cada vez son mayores.
Se envía ahora una segunda comisión a África, largo tiempo pospuesta, con la que se conmina a Masinisa a abandonar el territorio ocupado.
Lucio Mummio, tras reponer fuerzas, se dirige al territorio de los cerindones, a fin de contrarrestar la presión que contra ellos estaba ejerciendo Cáuciro.
A finales de julio, Mummio se reúne con Quinto Fulvio Nobilior en Toledo.
El cónsul se hace cargo de la campaña en el norte y Mummio parte hacia el Guadiana, para reprimir la incursión de los lusitanos.
El veintitrés de agosto, en su avance contra Segovia, Nobilior es sorprendido en una emboscada, pero pese a las cuantiosas bajas que han de encajar los romanos, Cáuciro muere en la batalla.
Nobilior llega hasta Segovia, aunque tras un intento fallido de asaltarla, utilizando para ello como ariete los elefantes enviados por Masinisa, debe desistir de tomarla.
Ese invierno los cerindones le hacen defección y queda encerrado en Sepúlveda sin provisiones.
Por las mismas fechas, la ciudad de Tapso, capital de los Emporios, territorio arrebatado años antes por Masinisa a los cartagineses, se subleva, y son expulsados los cuarenta miembros del gobierno colaboracionista.
Año 152 antes de Cristo.
Masinisa, acosado en dos frentes, tras vanos esfuerzos por mantener la situación, emprende el repliegue.
Claudio Marcelo, al que se le asigna Hispania, inicia las negociaciones de paz, a la cual se niegan el resto de aliados.
Finalmente, embajadas de todas las partes implicadas parten hacia Roma, mientras él, durante la tregua, marcha contra los lusitanos.
Un cuerpo de caballería compuesto de voluntarios cartagineses se une a la persecución de Maisnisa.
El ejército púnico invade el reino númida.
Tras escuchar a los celtíberos, el senado decide continuar la guerra, encargándosela a Lucio Licinio Lúculo, a quien acompañará Escipión Emiliano como tribuno.
Año 151 antes de Cristo.
Escipión Emiliano llega al campamento de Masinisa en busca de elefantes de guerra.
Al mismo tiempo, una comisión del senado, a la que acompaña Gulusa se presenta en Cartago.
El pueblo, enfurecido, impide la entrada a Gulusa, y poco después la comisión, ante el peligro que corren sus miembros, abandona la ciudad.
Masinisa derrota a los cartagineses y los masacra en la huida.
Letondo, el sucesor de Cáuciro, a su regreso de Roma, tras pasar algún tiempo junto a Marcelo, acuerda con éste finalmente una deditio, por la cual el cónsul, no obstante, se compromete a respetar lo firmado con Graco.
Los segovianos se rinden y entregan rehenes a Marcelo.
Cuando Lúculo llega a Segovia, la guerra ya ha terminado, así pues, ya que está allí, emprende una incursión contra los vacceos, de cuyo territorio, sin embargo, al poco tendrá que retirarse con las orejas gachas.