La lucha en el África romano-bizantina: 400-711
Si tenemos en cuenta que el periodo bizantino (esto puede dar a lugar a muchas interpretaciones) empezaría con la caída del emperador romano de Occidente Rómulo Augusto ocurrida en el año 476, ya solo quedaría la única presencia del emperador de Oriente (o emperador de Bizancio) como único representante de la cultura romana en el poder, no obstante, creo que sería interesante para complementar el trabajo, retrotraernos unas décadas más atrás en el tiempo.
Quizá, más o menos, sería interesante empezar allá por el año 400 d. de C., fecha idónea, ya que por aquella época se inicia la desintegración del poder romano en Occidente, ya que a finales del año 406 una nutrida horda de tribus bárbaras de origen germánico, cruzaron el helado río Rin y se asentaron en la Galia romana, Hispania y otros territorios romanos.
Dicho asentamiento se realizó por la fuerza y en su periplo de avance hasta su asentamiento final en tierras se su gusto, las tropelías de saqueo y robo fueron tremendas, siendo imposible a las fuerzas romanas el detener a los pueblos bárbaros, ya que su debilidad militar era manifiesta.
Roma decidió ante su debilidad cubrir las apariencias, aceptando a estas nuevas tribus en sus tierras como aliados “foederati” o federados., lo cual ayudó a la enorme admiración que las tribus bárbaras sentían por el modo de vida romano y lo que su leyenda milenaria había significado en sus vidas.
Así que estos primeros invasores (de los muchos que llegarían más tarde) pudieron en la medida de lo posible ser, “domados”, pero nadie en Roma se engañaba respecto a que en el futuro nada sería igual, habían sido invadidos por una horda de bárbaros, no habían podido ser expulsados y para colmo de males, había que aguantar a que se quedaran en sus tierras, porque militarmente, no se les podía echar.
Así pues, empezar por más o menos a principios del siglo V, es una fecha interesante que directa o indirectamente, puede ser el inicio del declive romano, y donde empezaré la historia de la defensa del África romano-bizantina.
La población del África romana con las provincias del África Proconsular, Byzacena, Tripolitania, Numidia y Mauritania, tenían en el año 400, aproximadamente 2,5 millones de habitantes sobre unos 350.000 km2 del Atlántico al territorio de la Cirenaica.
De ese total, cerca de un 25% serían habitantes de núcleos urbanos, porcentaje que tal vez estuviese entre el 30% y el 40% en los días del Alto imperio, cuando la población total debía estar cercana o incluso superar los 3 millones. Diversos avatares (epidemias, invasiones, guerras...) reducirían esos 2,5 millones hasta sólo 1 millón de habitantes en el siglo X. La gran mayoría de la población estaba concentrada en el África Proconsular y Byzacena, el corazón del antiguo imperio púnico.
Desde la reconstrucción de Cartago en tiempos del emperador Augusto en el 29 a.C., miles de emigrantes latinos respondieron a la llamada del otro lado del mar y se establecieron en multitud de ciudades romanas además de en la capital de Cartago:
- Hippo Regius, Bisica Lucana, Tabraka, Capsa, Curubis, Hadrumetum, Togga, Volubilis, Tinger, Icosium, Lepcis Magna, Oea, Sabrata y un larguísimo etcétera más de ellas.
Pero por encima de todos estos núcleos de pequeño y medio tamaño, destacaba la capital de Cartago, cuya población se ha estimado en unos 300.000 habitantes en su cénit (cuarta ciudad el Imperio por detrás de Roma, Antioquía y Alejandría, y segunda en importancia de la parte Occidental del imperio romano), cifra que tal vez no responda del todo a la realidad según algunas fuentes, pero que da muestras de su opulencia y lo populosa que fue en la época.
La población del África romana estaba muy mezclada., las zonas rurales estaban pobladas en buena parte por indígenas y descendientes de los colonos púnicos que hablaban el idioma púnico.
En los puertos de mar, como Cartago e Hipona, había muchos comerciantes de lengua griega con estrechas conexiones con Sicilia, el sur de Italia y oriente, pero el latín era la lengua de la gente culta, del ejército y de la administración. Entre las tribus norteafricanas podemos mencionar –junto a los famosos garamantes–, los maces, los nasamones, los misulanos, los masiles, etc.
Las relaciones con estas tribus que habitaban fuera del limes romano fue extensa y variada, donde los conflictos con diversas tribus indígenas y las buenas relaciones con ellas iban estrechamente unidas y eran fluctuantes, quizá coincidiendo con el grado de estabilidad y fortaleza del imperio romano.
Sin embargo en los momentos de peligro los romanos habían sido previsores, y estos solventaron la situación gracias a una red de fortificaciones, guarniciones estratégicamente situadas y puestos avanzados, que rechazaron las incursiones de los nómadas del desierto en territorio romano.
La crisis del siglo III afectó seriamente a la estabilidad económica y la seguridad militar del Imperio, en especial en su parte Occidental. La economía del África romana, cuya prosperidad dependía en parte de la exportación de cereales (en particular el trigo) a la capital del Imperio romano debió quedar bastante afectada, pero peores consecuencias tuvo la fractura de la autoridad imperial, lo que animó a las tribus moro-nómadas a lanzar frecuentes y destructivas razias sobre el territorio romano.
A la izquierda un jinete bucelario y a la derecha un jinete aliado huno
Estas acciones serían constantes y de intensidad creciente a lo largo de todo el período bajo-imperial, tal y como nos informa uno de los mejores historiadores romanos de la época, Amiano Marcelino, el cual vivió entre el 330 y el 400, siendo un precioso testigo del lento declive del imperio romano en la segunda mitad del siglo IV.
Pero la seguridad y la economía no serían la única preocupación de la principal ciudad romana en África, Cartago sufrió en el siglo IV serias destrucciones debido a los terremotos que sufrió en los años 306, 310, 362 y 364. Cartago debió quedar seriamente dañada, lo que sumado a los ya mencionados problemas, hizo que algunas partes de la ciudad fueran abandonadas.
No debemos olvidar la defensa del África romano-bizantina, la cual descansó en una serie de unidades militares, las cuales nunca destacaron por su amplio número, ya que los problemas a los que se enfrentó Roma en el futuro, hicieron que buena parte de las legiones romanas estuvieran estacionadas a lo largo del río Rin, Danubio y la frontera Oriental del imperio romano.
Por lo tanto, los relativamente escasos problemas a los que tenía que enfrentar las unidades militares romanas en África del Norte, (quizá como mucho, enfrentamientos con las tribus indígenas fuera del Limes romano) se juzgó que no era motivo de acantonar muchas tropas en la zona, con lo que con los años se vio que aquella política era acertada y por lo tanto, sus tropas siempre fueron escasas en número.
En todo el territorio comprendido entre Marruecos y Egipto (aunque en el trabajo no toco a Egipto) sólo estaban desplegadas las legiones III Augusta (en Lambesis, en el estado moderno de Argelia), III Cyrenaica y XXII Deiotariana (las dos en Egipto).
En total, contando legionarios y auxiliares, había desplegados en el Norte de África unos 28.000 hombres. Desde el siglo II, las guarniciones africanas estuvieron compuestas principalmente por elementos locales.
Si bien como vemos tras la conquista del Norte de África, la defensa había descansado en las legiones, en la segunda mitad del siglo III un cambio estructural en el ejército romano, trajo una nueva redistribución, no solo en las legiones de África, sino en las de todo el imperio romano.
Ya por la época del siglo V, (que es la que realmente nos ocupa) la defensa del territorio romano-bizantino en África descansaba en las seguras manos de dos tipos de clases de soldados., una estaba formada por las tropas “Limitanei”, tropas de origen local y reclutados entre los civiles donde estaban asentadas dichas unidades militares.
Eran tropas que se encargaban de defender las fronteras donde estaban asignados, además de labores de seguridad interna como detener ladrones y bandidos saqueadores o realizar labores policiales de prevención del crimen, ¡lo habitual por aquellos años!.
Luego estaban las tropas “comitatenses”, tropas profesionales a las órdenes directas del emperador, las cuales además de ser (¡en teoría!) mejor formadas como soldados que los limitanei, tenían la orden de que en caso de cualquier amenaza militar que no pudiera ser contenida por los limitanei, fueran ellos los que se encargaran de abortar dicho peligro.
La riqueza del África bizantina fue próspera y feraz, donde el peso de su riqueza radicó en los campos trigales y los fértiles olivos plantados., seguidos en menor cuantía por viñedos, granados y plantaciones de oasis., también los cultivos locales minoritarios fueron importantes, como las trufas, guisantes, legumbres.
El comercio marítimo de la zona con otras partes del imperio ayudaron a consolidad en África a una clase media-alta, unida a la clase terrateniente creada por los cultivos agrícolas, las cuales se enriquecieron considerablemente.
En definitiva, prosperidad, un comercio lucrativo y la posición de ser un rico centro de recaudación de impuestos, servía por aquel entonces el África romana para insuflar algo de vida a las mermadas arcas del tesoro romano.
A principios del Siglo V la situación defensiva romana se había relajado en sumo grado, la situación política en el imperio romano era sumamente tambaleante., las presiones en las fronteras del imperio romano en la zona del río Rin, el río Danubio por los bárbaros germanos y en las fronteras de la zona oriental del imperio por los sasánidas, obligó a Roma a emplear todos sus recursos en la defensa de Europa y Oriente, dejando la defensa de África relativamente abandonada.
Bien cierto es que hasta el siglo V las tropas limitanei y comitatenses habían podido más o menos exitosamente rechazar las incursiones del los moro-nómadas del desierto en el limes romano, sin embargo la situación iba a cambiar radicalmente cuando estos empezaran en este siglo a tantear sus fronteras.
Con la degradación del imperio romano, se instaló en su aparato burocrático la corrupción y la desidia, la cual se comunicó a las tropas como un cáncer infeccioso., en el África romana, abandonada relativamente por el agobio que soportaba Roma en Europa, hizo que junto a unos emperador débiles en el siglo V, la corrupción acampara por sus respetos en el África romana.
Lo gobernadores intentaban esquilmar a los civiles sacando una parte de lo que recaudaban para el emperador y los altos mandos procuraban hinchar las cifras oficiales de sus unidades militares, para beneficiarse de las pagas y material enviado demás a sus unidades, ¡casi todo era especulación y corrupción!. Solo un pequeño puñado de soldados y civiles voluntariosos impedían que el edificio político en África se desmoronara como un castillo de naipes.
Mapa del Norte del África romana
Entre los pocos que hicieron algo podemos señalar por ejemplo a un personaje ilustre de la época llamado, Sinesio, nacido en la localidad de Cirene, en lo que hoy es el estado moderno de Libia.
Nuestro personaje era un hombre perteneciente a una de las familias más importantes y antiguas del África romana, amén de un apasionado por la filosofía griega, la caza, las armas y los ejercicios ecuestres, entretenimientos propios de la aristocracia “tardo-romana”, y que le vendría muy bien en el futuro.
Quizá lo que le ocurría al personaje se podía trasplantar a muchas zonas del África romana con más o menos intensidad.
Sinesio tras haber viajado por Egipto y Constantinopla, había llegado a su ciudad natal de Cirene en el año 401 para establecerse definitivamente, y se encontró con que desde hacía años las tribus nómadas de los pueblos “Macetae” y “austurianii”, esta tribus nómadas provenían del Sur de Libia y hacían anualmente veloces incursiones de saqueo a caballo, llevando como en dromedarios para transportar el fruto del saqueo.
Las unidades que prestaban servicio en África eran desconocidas, aunque hay algunas que se conocían el origen étnico de sus componentes, así que entre las mismas encontramos tropas de origen:
-Árabe: posiblemente una unidad de “Equites Saraceni”, posiblemente de origen de la frontera Oriental romana.
-Balgritae: una unidad de calidad, compuesta por arqueros a caballo, “Equites Sagittarii Indigenae”.
- Dalmatae: una unidad de caballería ligera, “Equites Dalmatae”.
-Marcomanni: unidad de caballería con gente de origen germano.
-Tracios: unidad de caballería cuyos componentes eran originarios de Tracia, una “Ala Thracum”.
Las unidades de Balgritae, Balgritae, Dalmatae y el Ala Thracum eran unidades que llevaban mucho tiempo asentadas en el África romana, y por lo tanto, sus reclutas eran seguramente de origen local romano-africano.
Las tropas de la región de Libia tanto limitatenses como comitatenses eran de una nulidad manifiesta, todo secundado por un corrupto personaje que tenía el mando en la región llamado Cerealis, el cual ostentaba el cargo de “Dux Lybiarum”, pero era un personaje que solo se preocupaba de lucrarse a costa de sus soldados, y que prestaba escasa atención a las incursiones nómadas de saqueo.
Viendo Sinesio la desidia de Cerealis en la defensa de su territorio y harto él y otros terratenientes de la situación reinante pasan a la acción directa, capitaneando Sinesio una unidad de caballería compuesta por arqueros montados, un grupo de animosos reclutas provenientes de compañeros terratenientes de otras zonas, así como un número indeterminado de sus sirvientes y todos armados a costa de cada uno.
Son labores de patrullaje e interceptación de las tribus nómadas saqueadoras, las cuales cuando son descubiertas suelen retirarse sin combate alguno, pero estas situaciones no tardarían en pasar a mayores.
En el año 405 empiezan los ataques en masa, las tribus nómadas de los Macetae en grupos de cientos, atraviesan el arco montañoso que rodea la localidad de Pentápolis en la provincia de Cirenaica, llegando al corazón de la misma.
¡Es el caos!, los moros indígenas incendiaron sembrados, robaron rebaños de dromedarios y caballos, capturaron a las mujeres para venderlas como esclavas, asesinando a los hombres y los niños., los que eran sorprendidos en campo abierto fueron asesinados como "las víctimas de un sacrificio".
Solo se salvaron aquellos que lograron refugiarse en lugares fortificados romanos, ya que estos recintos eran los únicos que estaban a salvo de los saqueadores nómadas, el campo y los caminos estaban a merced de estos bandidos dedicados a la rapiña.
Las tropas limitanie y siguen órdenes del cobarde Cerealis, el cual embarca en una nave y les ordena que se protejan tras las fortificaciones de sus guarniciones, no responsabilizándose de si toman alguna iniciativa por su cuenta, por lo tanto los soldados se protegen tras sus muros, en espera de que escampe el temporal.
Cerealis ejecuta la orden habitual, protegerse tras los muros hasta la llegada de los soldados comitatenses., pero es arto dudoso que la ayuda llegue a tiempo, ¡si es que llega!.
Indignado Sinesio por la inactividad de los soldados, decide formar un "ejército privado" y reúne a los campesinos de sus tierras formando compañías y nombrando oficiales con los recursos que tenía disponibles.
Menciona también que ha reunido un buen número de “Asusamas” y que ha indicado también a los “Dioestae” que se le unan, sin embargo es imposible saber si estos dos grupos son tribus nómadas amigas o habitantes de alguna otra localidad, o nombres de unidades militares de la zona., Sinesio no obstante, confía en que cuando se corra el rumor, se una más gente a su ejército.
Emperador Heraclio en el centro de la imagen
Por supuesto este ejército privado no debe ser confundido con los ejércitos privados de “Bucelarios” que empezaron a crearse por el imperio romano a finales del siglo III y que a partir del siglo V y VI alcanzaron gran auge tanto primero en el imperio romano como en el imperio bizantino después.
Los Bucelarios eran tropas profesionales de jinetes al servicio privado de terratenientes o de generales del ejército romano-bizantino, pero los hombres de Sinesio eran voluntarios animosos, no profesionales, lo cual conviene constatar aquí.
Sinesio hasta el año 411 mantuvo su pequeño ejército privado, patrullando e intentando interceptar al enemigo., pero la situación era harto frustrante, ya que los nómadas en cuanto divisaban al enemigo evitaban enfrentarse a la fuerza enemiga, eludiendo el combate, con lo que la desesperación de Sinesio era muy elocuente, ya que así no había manera de acabar con la fuerza incursora que tanto daño hacía a la economía africano-romanas.
El año 411 resultó esperanzador para Sinesio, un oficial llamado Anisio (Anysius), probablemente un nuevo Dux de Libia o quizá un tribuno de los Unnigardae, (unidad militar asentada en la localidad de Balgrae, cerca de donde vivía Sinesio y que tenía una reputación bien ganada) fue trasladado a Balgrae y con el vino un pequeño contingente peculiar, ya que eran jinetes hunos.
Era arqueros de élite, muy bien pagados y equipados, acorde con su estatus., quizá la unidad era de tropas foederati, ya que los hunos fueron prisioneros capturados cuando los hunos incursionaron en la zona oriental del imperio romano, y cuando se comprobó su valía, se decidió convencerles de que entraran al servicio de Roma como mercenarios o tropas aliadas foederati.
El caso es que aunque eran pocos en número, unos 40, estos se lanzaron contra una fuerza nómada de unos 1.000 hombres., teniendo un arma formidable como el arco compuesto, y caballos resistentes de repuesto que llevaban consigo, los hunos aplicaban la táctica de acercarse y disparar su carga de flechas, pero sin acercarse mucho al enemigo.
Cuando este intentaba acercársele para trabar combate directo, estos eludían el combate y se retiraban, para posteriormente volver a la carga sin tregua ni reposo. Dos o tres enfrentamientos de este tipo con los nómadas supusieron bajas severas en sus filas, ¡más de 200 hombres!, lo cual apaciguó un poco sus incursiones de saqueo.
Vigilando las fronteras con celo, los hunos trajeron la paz a una torturada zona en la que los saqueos eran generalizados. Sinesio estaba exultante, llegando a pedir a Anisio que el emperador romano aumentara la fuerza huna a 200 arqueros a caballo y a que con esos refuerzos la paz en la región estaría garantizada.
El año 412 trajo una avalancha de desgracias a los habitantes romanos de Libia y Cirenaica, el competente Anisio marcha de África y aunque los jinetes hunos permanecen, son puestos al mando de incompetentes oficiales romanos que no son capaces de utilizarles con la profesionalidad que se debiera.
Además los nómadas ausurios volvieron a invadir la provincia pero ahora en lugar de atacar unidos, cambian de táctica para confundir a las tropas romanas., proceden a separarse en pequeñas partidas o destacamentos, para saquear el territorio de manera dispersa.
La táctica moro-nómada es exitosa, ya que a los romanos les era muy difícil dar caza a tantas bandas y se vieron obligados a dividir y desdoblar sus tropas.
Ese era el objetivo nómada, dividir y fraccionar las tropas romanas para evitar un ataque contundente con sus tropas unidas., ahora que estaban debilitados por su dispersión, había llegado el momento de asestar a los romanos un golpe contundente., así que procedieron a unir sus bandas dispersas en una fuerza conjunta y demoledora que se lanzó contra los débiles destacamentos romanos.
Los romanos fueron golpeados en tres ocasiones por la banda nómada unida y los romanos salieron perdedores de los choques, teniendo pérdidas de entidad. Las mejores fuerzas romanas, los jinetes hunos, salieron milagrosamente con pocas bajas del trance, ya que su excelente equipamiento y entrenamiento les salvaron de la quema.
No tuvieron tanta suerte otras unidades romanas las cuales parece que fueron obligadas a rendirse. Los nómadas les permitieron milagrosamente escapar con vida, pero antes tuvieron que entregar sus armas y sus monturas, entre las unidades derrotadas se encontraban las unidades de caballería de los tracios y los marcomanos.
En el año 410 Sinesio de Cirene había sido elegido por sus dotes espirituales Obispo de la localidad de Ptolemaida, una de las más importantes ciudades de la provincia romana de Cirenaica., pero a Sinesio no le quedó más remedio que volver a las armas para defender los muros de Ptoleimada, debido a la grave situación en que se encontraba Libia y Cirenaica.
Gracias al equipamiento obtenido, los nómadas se muestran más osados y tras varios años en que los nómadas dejaban de rehuir el combate contra la caballería romana, ahora pasan a plantarles cara, presentándoles batalla.
Sinesio no es un estratega en temas militares, pero razona con inteligencia, cree que las tácticas romanas deben cambiar como la estrategia de los nómadas, para poder combatirles mejor.
Anfiteatro romano de El Jem (Túnez)
Propone reforzar a los jinetes hunos con un pequeño cuerpo de 400 infantes pesados, utilizando estos la táctica de la Falange, de manera que los jinetes hunos en caso de apuro, puedan resguardarse detrás de un muro de lanzas., ya que los nómadas ausurios se atreven ahora a presentar batalla a los romanos, sería útil que los jinetes hunos tuvieran el apoyo de un pequeño cuerpo de infantería sólido, tras el que poder replegarse cuando practiquen su táctica de combate de ataque-repliegue.
Pero esas reformas que propone Sinesio deberán esperar a un momento más propicio, ya que en esos momentos la situación es desesperada. Los ausurios son dueños de toda la provincia de Cirenaica, derriban los pequeños muros de las aldeas saqueándolas y asedian las grandes ciudades con las numerosas fuerzas de que disponen., el campo es saqueado a placer y los cautivos y el botín conseguido es enorme.
Un nuevo general (Dux) es enviado a la provincia de Cirenaica, cuyo nombre sabemos gracias al Obispo Sinesio, se llama Marcelino, pero la verdad es que poco se sabe del personaje, solo lo que Sinesio cuenta de él.
Llegó en el año 413 y de manera muy oportuna, ya que en la provincia de Cirenaica salvo los recintos fortificados, el campo estaba en manos de los nómadas y aun en las mismas ciudades, en las afueras rondaban los mismos, imposibilitando realizar las tareas cotidianas que soldados y civiles podían realizar fuera de los muros de protección.
Se sospecha que a través de lo ocurrido con al anterior general Anisio, los generales enviados a la zona no permanecían mucho tiempo: un año, quizá dos., esto posiblemente y dado el carácter de desconfianza que en el imperio romano se tenía a los generales de éxito por parte del partido civil romano, se quería evitar que cualquier oficial competente adquiriera éxito militar en cualquier parte del imperio.
De ahí de evitar que un general permaneciera mucho tiempo en un sitio determinado, sobre todo si las posibilidades de adquirir los laureles de guerra eran muy factibles como era el caso del belicoso estado de guerra en el África romana, por culpa de los nómadas-indígenas del África sahariana y sus razias de saqueo y rapiña.
Siguiendo a Sinesio, no se menciona si este general llamado Marcelino llegó acompañado por tropas de refresco, pero es posible que así fue, y por supuesto con tropas de cierta experiencia, dado que las tropas romanas de Cirenaica salvo los hunos y alguna otra unidad eran de una nulidad y dejadez exasperante, sobre todo si solo servían para atormentar a la población civil.
Con esto me refiero a que en muchos casos, los soldados y oficiales eran alojados en casas particulares, lo cual llevaba al soldado a cometer abusos entre los miembros de la casa de acogida, sobre todo si el soldado era un bárbaro carente de tacto. Esto también ayudó a que la población civil en muchas ocasiones no viera a la tropa como una fuerza garante de su bienestar y tranquilidad, sino como una especie de nómada quizá más atenuado.
De donde vino Marcelino es un misterio, no sabemos si llegó a través del gobierno romano o si fue enviado por las autoridades de Egipto, a las cuales Sinesio había apelado desesperadamente.
Lo importante del caso es que Marcelino despejó un tanto la situación, reduciendo la presión que los nómadas ejercían sobre las ciudades sitiadas, aunque en el campo la cosa fue harina de otro costal, y la oposición nómada impidió que el control volviese a ser efectivo de manera completa.
No obstante Marcelino logró dar cierta paz a una población agobiada con los nómadas, los cuales habían convertido la provincia de Cirenaica en un auténtico infierno. Sinesio abatido por las penalidades y las tensiones fruto de las vigías nocturnas en las murallas de Ptoleimada seguramente quebrantaron su salud, es probable que entorno al año 414 falleciera.
Las ruinas de Sbetitla, fue una de las capitales del África romano-bizantina
La muerte de Sinesio nos privó que siguiera relatándonos los sucesos de las inclusiones de los moro-nómadas del desierto en territorio libio-romano. Poco más se puede decir de lo que ocurrió en la región hasta el arribo de los bizantinos para liberar el Norte de África del poder de la tribu de los vándalos.
Solo se sabe que en el año 449 la tribu nómada de los Austuriani, que tantos quebraderos habían dado a Sinesio a principios del siglo V, estaban nuevamente en pie de guerra. Pero Constantinopla no estaba dispuesta como en la época del declive del imperio romano, a que esta tribu campara por sus respetos en su territorio.
Fue enviado a la zona amenazada un general llamado Armatius, el cual con tropas venidas de la Metrópoli prontamente dio cuenda de los incursores-saqueadores. Armatius no se limitó a derrotarles, si no a perseguirles profundamente en el Sur del desierto., de manera que quedara claro que no se iba a tolerar incursiones de ninguna tribu indígena, y que la respuesta sería clara y contundente, un aviso también para otros tribus indígenas que pudieran realizar otra intentona similar a la de los Austuriani.
El emperador de Bizancio por aquel entonces llamado Anastasio, emitió una serie de decretos al objeto de reforzar la seguridad en el “limes” de Libia, para proteger futuras incursiones de depredadores moro-indígenas.
Entre otros bandos, se prohibió el paso de extranjeros por el Sur (salvo a una tribu aliada bizantina), el cual no resultó muy contundente, ya que pequeños destacamentos de indígenas solían infiltrarse por el Sur, simulando acudir a comerciar con la población bizantina.
Las medidas fueron efectivas y beneficiosas para la población romano-bizantina, ya que pasaron muchos años hasta que los moro-indígenas realizaron una nueva intentona.
Allá por los años 512-513 surgió otra horda de nómadas saqueadores., la tribu era llamada los “Mazikes”, los cuales efectuaron incursionas de saqueo en la zona rural de la provincia de Pentápolis. Pero la reacción bizantina no fue menos enérgica, siendo rechazados y perdiéndose su rastro en las arenas del desierto y no sabiéndose más de ellos.
Salvo ciertas salvedades y en líneas generales, el campo permaneció en manos nómadas y las ciudades costeras romanas en manos de sus moradores, situación que duró hasta que los bizantinos desembarcaron en el año 533 para conquistar a los vándalos su reino en el Norte de África.
Este ejemplo de lo que sucedía en las provincias de Libia, quizá podían extrapolarse a las distintas zonas del Norte del África romana, con más o menos intensidad., con lo que se constata que las tribus del Norte del Sahara habían comprobado que la debilidad del imperio romano en su conjunto era manifiesta, con lo que las posibilidades de sacar frutos con el saqueo de la población civil romana, era quizá muy grande para desaprovecharlo.
Por aquellas mismas fechas se produjo antes de la invasión de los vándalos al África romana otro hecho quizá más importante de lo que parece, ya que contribuyó a debilitar militarmente las tropas destacadas en la zona.
Un tal Heracliano tenía a su cargo la defensa militar del África romana por aquel entonces., ostentaba el cargo de “Comes Africae”, o lo que era lo mismo, el rango de “Conde”, a cargo de la defensa del África romana.
El primer acto conocido de este personaje fue el asesinato de los poderosos e influyente “Magister Militum” Estilicón el 22 de agosto de 408 (lo supuso la muerte del único general romano que mantenía a raya a los bárbaros, por lo que las consecuencias fueron negativas para el Imperio romano).
Dromón (nave de combate) bizantino
Por esta razón, el emperador de la zona Occidental del imperio llamado Honorio, (que quería eliminar a su influyente general Estilicon), Heracliano recompensado con el nombramiento a la categoría de “Comes Africae”, el gobierno de la importante provincia del África romana a finales de 408.
Heracliano, hombre ambicioso y calculador, se sintió lo suficientemente fuerte para, en el año 413, intentar derrocar al emperador Honorio. Reunió un gran ejército en África, con el que desembarcó en Italia.
Sin embargo Heraclio fue derrotado en Utriculum (tal vez Oriculum, en la región de Umbría, a medio camino entre Roma y Ravena) por el ejército de Honorio, en una sangrienta batalla en la que los dos bandos sufrieron 50.000 muertos. Luego huyó a Cartago, pero fue inútil, ya que fue condenado a muerte por los enviados del emperador Honorio.
Como se ve, la pérdida de estas tropas romano-africanas contribuyó decisivamente a los hechos posteriores. Aunque otra versión según algunas fuentes dice que Heracliano llegó a Italia y se trasladó a Roma, pero estaba asustado por la llegada de “Comes” Marinus con el ejército del emperador Honorio, así que este acobardado, dejó a su ejército y huyó a Cartago , donde fue condenado a muerte el 7 de marzo.
En todo caso las tropas africana no volvieron al África romana, con lo que la debilidad militar de la zona quedó expedita para la futura invasión del pueblo vándalo.
El año 429 sería el año más aciago del imperio romano en África, ya que sus súbditos sufrieron la invasión del pueblo germánico de los “vándalos”.
Todo aquel próspero entorno se fue apique con la invasión que sufrió en el año 429 por parte del pueblo vándalo. Estos, habían atravesado el río Rin en el año 406 formando parte de una invasión de numerosos pueblos germánicos, los cuales entraron en la Galia romana atravesando el río el 31 de diciembre del 406, en un día especialmente frío que dejó el río helado por completo.
Los pueblos bárbaros cruzaron por encima ante la incredulidad de los pocos vigían romanos que vigilaban la frontera romana. Los germanos arrollaron a las pocas fuerzas limitanei (o tropas fronterizas romanas) que se les opusieron y la invasión por la Galia se extendió como una mancha de aceite.
Los vándalos atravesaron la Galia y entraron en Hispania por el año 409; allí permanecieron unos cuantos años, instalándose definitivamente tras algunas peripecias en la zona sur de la Península, allí se dedicaron a la piratería por las islas Baleares, el África y el levante peninsular.
En el año 429 tuvieron su oportunidad de salir de Hispania, fueron llamados por un oscuro personaje llamado Bonifacio (“Comes Africae”); este hombre se disputaba con otros personajes de la Corte romana de Rávena los favores sobre Gala Placidia, madre y regente del imperio romano (ya que el emperador Valentiniano III era aun muy niño).
Finalmente el “Magister Utriusque Militiae” llamado Félix y el “Magister Equitum per Gallias” llamado Aecio, ¡se llevaron el gato al agua! En relación con hacerse con la influencia de la regente. Bonifacio fue llamado a la Corte para responder de sus actos y este se negó, con lo que fue declarado en rebeldía.
Un ejército mandado para acabar con Bonifacio sufrió un motín, muriendo sus oficiales y desertando la tropa para acogerse con Bonifacio. Pero un segundo ejército a las órdenes de un visigodo llamado Sigisvulto, tuvo más éxito y Bonifacio alarmado por el hecho, decidió llamar a los vándalos en su ayuda.
Los bárbaros desembarcaron al Noroeste de África en el año 429, en la zona de Tánger; su número era de unos 80.000 entre hombre, mujeres y niños si bien los guerreros serían unos 25.000 hombres.
Marchando dirección este llegaron a Altava en el mes de agosto, las tropas romanas no opusieron mucha resistencia, ya que las tropas romanas de la zona eran las dirigidas por el “comes de Tingitania”, el cual solo disponía de unos 3.500 comitatenses (fuerzas de campaña, pero en realidad eran limitanei reconvertidos) y de las fuerzas limitanei (tropas fronterizas).
Por aquel entonces Bonifacio había recuperado el favor imperial de Rávena y se dispuso a entablar negociaciones con los vándalos, de que ya no necesitaba de sus favores y que podían retirarse por donde habían venido. Ni que decir tiene que Genserico, líder del pueblo vándalo, no se había dado semejante paseo para que luego le dieran las gracias y tener dar la media vuelta.
Allí por donde pasaba, Genserico había visto el modo de vida romano-africano y le había gustado tanto, que había decidido establecerse en aquel entorno; la oposición militar romana contra él había sido ciertamente muy débil, con lo que solo había fortalecido su decisión que quedarse por aquellos parajes.
Siguiendo más al Este, Genserico se estableció en la localidad de Saldae, venciendo a Bonifacio cercana localidad de Hipona, las fuerzas romanas de los alrededores eran importantes, unos 21-25.000 hombres (sobre el papel, en la práctica mucho menos; parte de sus fuerzas eran unidades nuevas, incluso soldados limitanei ascendidos teniendo sólo 4 unidades palatinas de élite), además de “foederati” (tropas aliadas) visigodos y hunos (éstos últimos habían desertado a su bando durante la primera invasión enviada por Ravena contra Bonifacio).
Arco del emperador Séptimo Severo en África
Hipona fue cercada por los vándalos en mayo del 430, por lo que Bonifacio pidió ayuda a la Corte de Rávena. África era muy importante por los impuestos obtenidos por ella, así que los romanos apelaron al rey de los visigodos (en muy buenas relaciones con los romanos) para que los ayudara en tan angustioso trance. Fue enviado un tal Aspar, hijo de un influyente general germano llamado Ardaburio, con un ejército.
Pero los romanos son derrotados en batalla por Gensarico e Hipona cayó en el verano del 431; pero un cambio en el mando entorpece el avance vándalo. Bonifacio en llamado a Rávena otorgándosele un nombramiento especial y Aspar se queda al mando de las fuerzas romanas.
Este practica una defensa flexible y ágil sobre los vándalos deteniendo su avance; finalmente en febrero del 435, los vándalos son asimilados como “federados” de los romanos”, asignándoseles los dominios de la “Mauritania Sifitense” y la “Numidida” a cambio de un tributo anual y de ayuda contra las tribus moras, las cuales desde el sur de África, efectúan depredaciones en busca de botín en el territorio africano romano de Norte.
Al poco tiempo, y en vista de que Roma de debilitaba a ojos vista, Genserico decide romper el tratado en el año 439; este se lanza al este y conquista la importantísima ciudad de Cartago, al poco tiempo, conquista las escasas posesiones circundantes del territorio romano. ¡El África romana (excepto Egipto) está en mando de los vándalos.
El trigo y el aceite, junto con otros productos de los que el África romana eran ricos, se perdieron para siempre (esto amén de la pérdida sensible de los impuestos jugosos que se obtenía por estas latitudes) y supuso un mazazo para las debilitadas arcas imperiales.
El reinado de Genserico se prolongó hasta el año 477; el reinado de los vándalos se ajustó a una línea sobre la población romana, ¡mano dura!. ¡Efectivamente!, el pueblo vándalo era muy celoso de su digamos, ¡gen!, no les gustaba mezclarse con, ¡según qué gente!, y les parecía que los romanos eran algo parecido a unos parásitos.
Ciertamente los vándalos querían que en su zona de influencia reinara el orden, con el pueblo romano gobernando con la bota vándala sobre las cabezas romanas. Esto era algo natural para ellos, pero se tomaron muy a pecho que los romanos no comulgaran con ese lema.
La religión también jugó un importante papel de hostilidad entre ambos pueblos, los romanos profesaban la religión católica, en contraposición a la vándala, que era el arrianismo. Para los romanos, el arrianismo era una herejía y los vándalos despreciaban el catolicismo, así que el conflicto estaba servido!.
Para los vándalos no había tal conflicto, ellos eran los amos, así que los romanos tendrían que convertirse en arrianos, estos como es natural se negaron en redondo y los vándalos pasaron a ¡hacerlo comulgar con ruedas de molino!; si no se convertían por las buenas, lo harían por las malas.
Hubo algunos romanos que se convirtieron en arrianos, pero ciertamente muchos que no quisieron renunciar a su fe, y fueron perseguidos, torturados e incluso asesinados por su obstinada resistencia.
Los vándalos no gustaban de la gente de clase media y alta del pueblo romano-africano, eran los más cultos y los más preparados y lo que les facultaba para ofrecer más oposición a las leyes vándalas.
La clase alta-media romana fue objeto de sufrir leyes restrictivas respecto a su persona, amén de sufrir expropiaciones y abusos y atropellos de todo tipo respaldados por las autoridades vándalas. Un continuo goteo incesante de romano-africanos abandonó la Roma africana, ahora en manos de vándalos, que habían convertido ese vergel en su feudo.
Los vándalos destruyeron toda fortificación romana (excepto la de Cartago) para evitar que las poblaciones se rebelaran contra ellos. La agricultura como el trigo y el aceite poco a poco empezaron a caer de modo alarmante ante la fuga de muchos campesinos de sus territorios, ya que estos sufrían el abuso de los vándalos de modo agobiante.
El sistema defensivo romano que había establecido antes de que los vándalos se instalaran, había permitido rechazar el ataque o incursión de cualquier tribu fuera del territorio romano u quisiera introducirse en busca de botín o saqueo. Con los vándalos, el sistema saltó por los aires y las tribus “moras” del sur de África, pronto vieron que ya no tenían oposición en sus intentos de depredación.
Con el tiempo se volvieron más audaces, los romanos establecidos como agricultores, tenían que organizarse por su cuenta en la defensa de sus hogares, ya que al pedir ayuda a los vándalos, estos les dijeron que se arreglaran ellos mismos. El saqueo fue brutal, la defensa voluntariosa aunque inoperante y las tribus “moras” viendo el jugoso botín que obtenían, se prometían atacar periódicamente.
El éxodo rural dejó gran parte de lo que en un tiempo había sido un área feraz y fértil en un terreno yermo y estéril. Las incursiones llegaron casi a zonas costeras, con lo que los pasivos vándalos tuvieron en alguna oportunidad de tener que frenar las osadas incursiones “moras” en sus territorios.
De todas formas, había alguna resistencia pasiva en la población romana (especialmente entre el clero católico, muy influenciable sobre el resto de población católica), hecho que no gustaba a la clase dirigen vándala, el rey en aquel año del 484 era un tal Hurenico, ¡astuto como una serpiente!, que concibió un plan audaz para cortar de raíz la oposición pasiva romana.
Guerrero vándalo siglo VI
El 1 de febrero del 484 se decidió convocar un congreso entre obispos católicos y arrianos, como base de su nueva política de tolerancia religiosa. Previamente, todos los que eran de religión católica podían efectuar su culto sin ningún impedimento; todo esto, ¡claro!, formaba parte del plan, destinado a ¡sacar a los conejos de sus madrigueras!.
El concilio no llevó a ninguna parte, aunque los obispos católicos sufrieron el desplante de sus oponentes arrianos. Pero todo formaba parte de una opereta destinada a identificar a la resistencia pasiva romana. Cuando esta fue descubierta, el 24 de febrero se dictó un bando en el que el que no abrazara la fe arriana,¡ podía atenerse a las consecuencias!.
La represión alcanzó tintes genocidas, a los rebeldes se les expropiaron bienes, ejecutaron y torturaron en todos los rincones del imperio. Se amputó manos, lenguas y ojos como castigos indiscriminados en las villas donde alguna amenaza a soldados vándalos se creía percibir.
En los meses siguientes entre 5.000 y 10.000 personas, clérigos, funcionarios, maestros, rectores y otros “rebeldes” junto a sus familias, mujeres, ancianos y niños fueron detenidos y encerrados en dos grandes “campos de concentración”.
Uno estaba en las proximidades de Sicca Veneria y otro en Laribus. Allí permanecerían en condiciones infrahumanas durante algún tiempo, mientras se reunía la masa de desgraciados. Después se formaría una larga y triste caravana, marchando en dirección sur. Sin apenas alimentos ni agua, aquellos que caían al suelo exhausto, eran muertos por la espada.
El que intentaba escapar era torturado hasta la muerte. Traspasarían el limes de Numidia y en el entorno de Tubunae (Tobna) y Macri (Henchir Remada) (en el duro Chott el-Hodna) fueron abandonados, justo para caer en manos de ciertos grupos bereberes que ya habían sido advertidos.
Acudían los nómadas a un fácil pero escaso botín, dando muerte o simplemente abandonado sin más a los desgraciados que se extinguen delirando por la sed y la fatiga.
Se puede decir que el sufrimiento romano-africano mientras los vándalos estuvieron bajo su poder fue de grado intensísimo, quizá acorde con el modo de vida de los vándalos, el pueblo que peor trató a sus súbditos romanos de entre todos los pueblos bárbaros que tuvieron bajo su tutelaje a población romana.
En el imperio bizantino, la población romano-africana instalada en sus dominios era numerosa; la más influyente, instalada en Constantinopla, influía de manera decisiva sobre el emperador para que liberase su territorio de la opresión de los bárbaros vándalos.
Si nos retrotraemos un poco en el tiempo, veremos que durante muchos años, la población exiliada africano-romana, se valió de su influencia en la corte Occidental y ¡sobre todo Oriental!, para influir en la recuperación del África romana para el imperio romano.
Un primer intento se fraguó en el año 441, el Imperio romano de Oriente formó un poderoso ejército para ayudar a sus hermanos Occidentales contra las fuerzas vándalas.
Las tropas fueron acantonadas en la isla de Sicilia, pero las fuerzas de los guerreros hunos estaban haciendo estragos en los Balcanes y la fuerza Oriental que estaba a punto de ser despacha a África, cambió el rumbo, manchado a los Balcanes ante los apuros que sufrían, con lo que la expedición africana dio a su fin.
La presión de la población exilia romano-africana siguió siendo exigente, y se preparó una flota en cartaginense (Hispania), para desde ahí invadir África. Pero el plan fracasó, ya que Genserico enterado del plan, tras preparar la defensa de su reino, atacó de forma preventiva y destruyó a la flota romana de 300 naves (en la costa de Alicante) en mayo del 460.
Pero los romano-africanos no se dieron por vencidos y continuaron presionando, en el año 468 se preparó una expedición, la cual podía decirse que era definitiva.
¡Efectivamente!, los medios destinados a la operación fueron ingentes; una flota de más de 1.100 navíos que transportaba 100.000 hombres (de ellos 30.000 eran tropas terrestres, el restos eran marinos) y se dirigió al corazón del territorio vándalo para efectuar la reconquista del África romana.
Los romanos intentaron dividir las fuerzas vándalas, las cuales, repartidas por sus numerosas posesiones, les resultaría difícil concentrarse en un punto concreto. En la región de “Tripolitania”, fuerzas romanas en una maniobra de diversión, estaban haciendo retroceder a las fuerzas vándalas instaladas en dicha región.
En las cercanías de la isla de Sicilia, la flota de los vándalos salió mal parada en un combate con la flota romana, sus 500 naves sufrieron serias pérdidas, al perder 340 naves y retirándose el resto con gran desconcierto.
Aunque Genserico disponía de entre 25-30.000 guerreros, la dispersión de tales fuerzas hacía que solo pudiera disponer de una pequeña parte de sus fuerzas. Estamos en agosto del 468 cuando la flota romana ancló su flota en Ab Mercurium que distaba sólo 60 Km de Cartago.
Genserico se encontraba en un serio aprieto, si la flota romana desembarcaba su ejército de 30.000 hombres a las puertas de Cartago, ¡se podía dar por perdido!. Pero los romanos no calcularon que se enfrentaban a líder sumamente resuelto y combativo; este astutamente pidió al mando de la flota oponente una tregua de 5 días para preparar un armisticio y los romanos increíblemente consintieron.
Así debió ser la fortaleza africana de Ksar Lemsa, en la época bizantina
Genserico realizó unos preparativos que dado lo apurado de su situación resultaron brillantes, y también se podía decir que temerarios, ya que se jugaba su destino a una sola carta, ¡pero la situación lo requería!.
Concibió un plan ingenioso, reunió todo barco en condiciones de flotar y lo convirtió en un “brulote”, es decir, numerosos barcos fueron cargados de materias inflamables, los cuales llegado el momento oportuno se les prendería fuego y serían lanzados contra la flota romana anclada en las vecindades.
El quinto día del armisticio soplaba un fuerte viento y Genserico decidió que este era el día ideal; reunió su flota de combate, la cargó con todo guerrero disponible y la misma flota remolcó a los “brulotes” para llegado el momento oportuno, fueran lanzados contra la flota romana.
El ataque efectuado al amparo de la noche fue todo lo efectivo que pudiera ser, ¡la sorpresa fue total!, ya que los romanos estaban tranquilos amparados por el armisticio. Al llegar los vándalos a las cercanías de la flota romana, prendieron fuego a los brulotes y los lanzaron contra la flota romana; el fuerte viento haría que las naves penetraran y se mezclaran con la enorme flota de más de mil navíos, confiando en que el caos fuera total.
¡Y así fue!, el desorden por la aparición de la flota de brulotes fue total; La maniobra para repeler tanto los brulotes como la flota vándala que venía detrás fue inexistente, ya que el pánico que cundió impidió conservar la cabeza fría y tomar las medidas adecuadas.
Las naves romanas se dispersaron, ardieron o se vieron reducidas por las naves de combate vándalas, las cuales seguían detrás a los brulotes, para aprovechar el desconcierto de la flota romana.
Más de 600 naves perdieron los romanos, ¡la derrota fue total! Y se perdió una gran oportunidad de recuperar el África romana, ¡mucho peor!, la operación montada fue a costa de un gigantesco desembolso económico, el cual, al no tener fruto, dejó al imperio romano Occidental y Oriental, en una situación económica sumamente precaria, que tardarían muchos años en volver a encauzar.
Con este hecho quedaba consolidado el poder vándalo en África y aseguraba que durante décadas, que los vándalos pudieran ejercer su dominio represivo sobre la indefensa población civil romana.
Los años pasaron, y la población civil romana tuvo que aguantar impasible como los vándalos seguían ejerciendo sobre ellos su dominio, sin embargo, años más tarde, la paciencia obligada que tuvieron que sufrir, rindió sus frutos.
Restos de la ciudad de Hippo Regius (Argelia)
EL ÁFRICA BIZANTINA
En el año 527, en el imperio bizantino, un emperador de nombre Justiniano tuvo como mete recuperar el antiguo imperio romano, y una de sus primeras metas fue la reconquista del imperio africano-romano en manos de los vándalos. El año 533 fue la fecha decisiva que inició la operación de conquista o reconquista romana.
Previamente en el año 530, el rey vándalo Hilderico había empezado una tímida política de acercamiento tanto a los romanos de África como al emperador Justiniano, lo cual fue bien recibido, pero los vándalos reaccionaron mal con esta política que ellos creían de debilidad, y pusieron a un nuevo rey como jefe llamado Gelimer, el cual restableció todos los principios tradicionales vándalos.
Justiniano pidió el restablecimiento del anterior rey y este le contestó de mala manera, ¡ya tenía Justiniano el pretexto que necesitaba!. Había consultado con sus allegados el plan de invasión y al principio encontró mucha oposición, le decían (como con los años fue cierto) que era una empresa avocada al fracaso, una expedición que exigiría muchos gastos y que iba a proporcionar beneficios inciertos y, ¡si de seguro!, muchos gastos.
Pero Justiniano que había prestado sumo interés a la empresa (aunque casi le convencen de lo contrario, pero hubo un obispo que le hizo retomar con ilusión el proyecto) siguió adelante con ella.
Contaba con un tesoro repleto de dinero, el cual le iba a ser necesario en los planes expansionistas de los años siguiente, gracias al severo reinado del emperador Anastasio (591-518), muy acertado económicamente, el tesoro está repleto con 23.000.000 millones de piezas de oro, ¡más que suficiente!.
Coincidiendo con la inminente llegada de los bizantinos, la presión de los nómadas del Sahara en los territorios vándalos con el objeto de saquear y conseguir botín, empezaron a ser una seria amenaza.
Previamente hacia mediados del siglo V, los moro-indígenas empezaron el tanteo en la zona ocupada por los vánalos de Cirenaica, sin embargo parece que los guerreros germanos no tuvieron dificultad en rechazarlos.
Pero las condiciones eran más difíciles en otras zonas vándalas, porque las ciudades y la mayoría de la población estaban inertes, sin armas ni murallas., ya que los vándalos queriendo evitar una posible rebelión de la población romana, había derruido todas las fortificaciones y murallas de las ciudades del territorio vándalo conquistado, conservando solo las murallas en la ciudad de Cartago.
En el año 489, una tribu indígena que tenía por rey a un tal Iabdas y que presumiblemente procedía de un territorio incluido en el actual estado moderno del Chad, se había adueñado de la cordillera del Aurés, ligeramente al interior del antiguo “limes” romano en el África.
Ruinas de villas romanas de la ciudad de Cartago
En el 529 la tribu de los llamados “Laguatan”, iniciaron su aparición en el área de provincia de Tripolitana, tal vez coincidiendo con la sublevación de la población romana contra los vándalos, los cuales sabedores de que Bizancio consideraba intervenir en sus territorios, se habían alzado en rebelión contra los vándalos.
Los romano-africanos de la zona dirigidos por un líder popular llamado Pudencio, lograron rechazar a los germanos, a la par que sería el sujeto que cuando los bizantinos desembarcaran, entabla relación con los libertadores, negociando el imprescindible apoyo del emperador Justiniano I.
Los nómadas Laguatan, aprovechan la situación inestable en la zona, se establecerán sólidamente en el pre-desierto sahariano, y sobre una parte de las llanuras de la provincia tripolitana; desde allí lanzarán raids incursivas de manera intermitente sobre las ciudades costeras, donde sobre todo, las ciudades de Leptis Magna y Sabrata serán seriamente castigadas, sucesos relatados por los escritores Procapio y Malalas.
Por el contrario, las provincias de Byzacena y la Proconsular (al Norte de Argelia y del estado moderno estado de Túnez), Cesariana y Tingitana (parte Noroccidental de Argelia y Norte de Marruecos) estuvieron relativamente tranquilas hasta la víspera de la llegada de los bizantinos.
Pero justo por esas fechas ocurrió lo peor. A todas ellas provincias convergieron en el año 529 otros grupos de nómadas, sujetos particularmente violentos y peligrosos. Los llamados “Frexas”, dirigidos por un intrépido líder llamado Antalas, y grupos nómadas que seguían a otro líder llamado Cutcina, se establecieron con todos sus hombres, mujeres y niños en los antaño fértiles pagos del Sudoeste de la Byzacena.
Parte de los habitantes romano-africanos huyeron hacia el interior del territorio y otros partieron en dirección a costa creando incertidumbre en la zona, debido a los graves problemas de ubicación para tantos fugitivos y desplazados.
Otros pobladores en cambio, se mantuvieron firmes en sus hogares a cambio de pagar en especies un tributo a los nómadas invasores, cambiando el pago en tributos de los vándalos, a los moro-indígenas de ahora.
Las ciudades romanas de Ammaedara , Telepto, Cululis y Mames se convirtieron entonces en “ciudades frontera” respecto a las ciudades que se libraron de la ocupación. Pero los nómadas no se establecieron en los nuevos territorios conquistado., ¡todo lo contrario!, contentos con el fácil botín obtenido, buscaron nuevas presas aún más en profundidad hacia el Norte.
La ciudad de Ruspe fue su siguiente víctima, saqueada entre los años 532-533., según fuentes, en la ciudad hubo, “muchas devastaciones por el pillaje, la muerte y el incendio, degollando en el recinto mismo de las iglesias a todos aquéllos que pudieron encontrar”. En otras urbes muy importantes como Hadrumetum y Sullectum, los habitantes hubieron de improvisar muros de fortuna uniendo sus casas con barricadas para detener a tan fieros depredadores, que solo a duras penas se pudo contener.
No obstante, a pesar del indudable buen servicio de información que tenían los bizantinos, se vieron sorprendidos éstos tras la conquista del territorio vándalo, por el volumen, vigor y la audacia de los moros-africanos, a los que suponían menos, más torpes y propensos a la fuga o retorno a sus tierras de origen en el territorio entre “el Gran Erg Oriental y Occidental” o más allá del “Gran Atlas”.
Lo cierto es que los indígenas se habían atrevido a grandes aventuras y aprovechando la indefensión forzada por los germanos en los campos y ciudades, se habían atrincherado en varias regiones montañosas o vagaban sin cesar en las más abiertas llanuras.
Estamos en el año 533 y en Constantinopla se va concentrando las tropas y naves expedicionarias., los medios son muy poderosos teniendo en cuenta el calibre de la expedición, la cual va a someter al reino vándalo de África del norte.
Imagen de los vestigios de la Basílica de San Cipriano, en Cartago
BELISARIO
Los medios fueron muy poderosos y comandados por el competente general Belisario, los efectivos de la expedición son los siguientes:
-500 naves de transporte, tripuladas por 30.000 marineros.
- 92 “dromones” de combate, cada uno tripulado por 20 remeros, en total casi 2.000 infantes de marina, estas tropas eran especialistas y recibían mayor sueldo que los marineros corrientes, ya que servían tanto para remar sus naves como para sí la acción lo exigía, desembarcar a tierra y luchar como infantería.
-10.000 infantes.
-5.000 jinetes.
-400 jinetes hérulos.
-600 hunos masagetas.
- Más de 1.000 bucelarios del regimiento personal de Belisario.
Todo este contingente estaba al mando de oficiales competentes y formado por tropas, tanto de los ejército de campaña como por mercenarios bárbaros de diversas naciones, aunque estos últimos perfectamente integrados en las unidades bizantinas.
La flota zarpó en verano del 533 desde Constantinopla, tras diversas peripecias, Belisario formó consejo de guerra entre sus oficiales para determinar el plan de batalla bizantino.
Por la lección aprendida en el año 468 al que me referí antes, estaba claro que el desembarco cerca de la propia Cartago no era prudente, a pesar del consejo contrario de algunos, Belisario decidió no arriesgarse y desembarcar En “Capudia”, al sur del “Cabo Bon”.
El plan consistía en que el ejército avanzaría a pie por la costa mientras que la flota los apoyaba bordeando la costa, el avance a pie vino bien a las tropas para desentumecer las piernas tras la larga travesía en barco con su correspondiente inactividad, esta fue otra idea juiciosa de Belisario. El avance fue lento, pero se benefició en algunos aspectos como la prudencia por ejemplo.
El avance no corría peligro, pues el rey vándalo Gelimer estaba a 140 Km. al oeste de Cartago, en la región de Makthar, con sus fuerzas combatiendo a las tribus moras, las cuales se estaban volviendo cada vez más audaces en sus incursiones en territorio vándalo. También el hermano de Gelimer, Tzazón estaba ocupado con la rebelión de la isla de Cerdeña, la cual se había revelado sin duda por instigación de Bizancio.
La flota vándala con 120 naves de guerra y 5.000 guerreros de sus mejores hombres, estaba en Cerdeña imposibilitada para prestar ayuda a sus camaradas. Enterado Gelimer del desembarco bizantino, marcha de inmediato a Cartago y a la vez ordena a su hermano Amatas que está en Cartago, que ejecute al anterior rey vándalo Hilderico, reúna todas las tropas disponibles y marche al sur para unir las fuerzas de ambos.
Gelimer contaba con 9.000 hombres, y su hermano Amatas había logrado reunir 2.000 hombres, el rey ordenó a su hermano avanzar hasta “Décimo”, a unos 13 Km. de Cartago donde había un desfiladero de gran importancia el cual podía bloquear el avance bizantino, sin embargo un oficial de Belisario, Juan de Armenia se adelantó y encontró a los vándalos que se acercaban no juntos, sino avanzando dispersamente a lo largo del camino.
Había un pequeño pelotón vándalo guarneciéndolo con Amatas al frente y detrás venía el resto de sus tropas a intervalos, Juan de Armenia aprovechó la ocasión y se lanzó sobre el desprevenido pelotón, arrollándolo y matando a Amatas en el proceso, Juan en vez de consolidar el desfiladero, se lanzó a la carga sobre los vándalos que iban llegando, en una arrolladora carga que le llevó hasta cerca de Cartago.
Juan de Armenia de benefició en el avance que su tropa la formaban bucelarios de Belisario, tropas de Elite, mientras que los vándalos de Amatas, eran tropas de guarnición poco experimentadas. El éxito de Juan de Armenia quedó ensombrecido por no tomar el desfiladero.
Otro revés se produjo para los vándalos, Gelimer había mandado a su sobrino Gibamundo para atacar por el flanco izquierdo a los bizantinos que se dirigían a Décimo. A unos 7 Km., se toparon con 600 jinetes hunos de las fuerzas de Belisario, y casi todos sus componentes incluido el sobrino de Gelimer fueron aniquilados.
Gelimer, sin saber dónde estaba su oponente, llegó al desfiladero con sus fuerzas, y echo de allí a los bizantinos que lo tenían ocupado. Gelimer ocupaba el desfiladero con sus 9.000 hombres.
Belisario ignorante de la cuestión solo tenía 7.000 hombres, así que en las cercanías del desfiladero montó su campamento y envió a su caballería foederati (fuerzas de caballería extrajera aliada a Bizancio) mandada por Solomon para investigar que ocurría.
Los foederati llegaron y vieron el desfiladero sin ocupar, desconcertados por lo ocurrido y sin saber donde estarían sus compañeros, se envió parte de la caballería foederati a avisar a Belisario sobre lo ocurrido y que decidiera que hacer.
Gelimer llegó al desfiladero, ocupado por unos pocos foederati a los cuales expulsó gracias al gran número de sus fuerzas. Pero Belisario no podía que tal hecho sucediese, la posesión del desfiladero era crucial para la marcha, si los vándalos se afianzaban en la posición la marcha por esa ruta sería impracticable y tendría que buscar otra ruta larga como alternativa o reembarcar sus tropas.
Así que cogió a todos sus hombres, infantería y caballería foederati y de su Guardia personal para atacar al enemigo, ¡echando toda la carne en el asador!, a pesar de su inferioridad numérica., confiaba en que la sorpresa sería elemento clave en la batalla, ya que los vándalos no se lo esperarían.
Y así fue, los bizantinos atacaron y vencieron, haciendo huir a los hombres de Gelimer al Este de la posición. ¡Había sido una gran victoria! con unas 3.000 bajas sufridas por los vándalos por unas 200 bajas de los bizantinos, así acabó lo que se conoció como la batalla de Ad Decimu.
Magister Militum Roma siglo V
No obstante tras esta batalla, Belisario avanzó directamente y tomó sin lucha la ciudad de Cartago el 15 de septiembre, jalonando una exitosa campaña, pero no definitivamente, ya que aunque los había derrotado en batalla y tomado su capital con su tesoro intacto, el rey Gelimer todavía estaba vivo y con fuerzas vándalas a su disposición.
El rey Gelimer estaba concentrado en la llanura de Bula, a 144 Km. de Cartago, procedió a hacer un llamamiento general concentrando en Bula a todos los guerreros vándalos que se encontraban en sus posesiones, incluyendo a las fuerzas que su hermano Tzazón tenía en la isla de Cerdeña, también pidió ayuda a las tribus moras aliadas, aunque pocos acudieron dado que su situación se había deteriorado bastante.
También desplegó una activa diplomacia a todos los niveles, pidió ayuda al rey visigodo Teudis, quizá un poco tarde, pues cuando el rey visigodo recibió la embajada vándala, sabía de la derrota vándala en África y este opto por una prudente neutralidad a la espera de acontecimientos.
También entre la población romana de África ofreció sobornos y a los campesinos, premió con dinero por cada soldado bizantino que matasen, pero estos procuraban matar a los no combatientes, criados, esclavos etc.…., por ser menos peligrosos que un soldado armado. También ya que no atacaba con un ejército al frente, Gelimer se contentó con llevar escaramuzas con el bando contrario.
Belisario no permanecía ocioso a su vez, fortificó Cartago y reagrupó sus fuerzas, recibiendo un pequeño refuerzo de 400 al mando de un tal Cirilo, cuyo destino era la isla de Cerdeña para apoyar la anterior rebelión pero cuando se enteró de las nuevas noticias prefirió desembarcar en Cartago.
Belisario recibió la embajada de diversas tribus moras, las cuales se percataron de, ¡donde soplaban los nuevos vientos!, y acudieron a Belisario a rendirle pleitesía y reconocer el poder de Bizancio a cambio de mantener las cosas como estaban, Belisario aceptó entregándoles distintivos con rango legal bizantinos.
Siguiendo los acontecimientos, Tzazón embarca con sus tropas en Cerdeña para desembarcar en África y reunirse con su hermano Gelimer, este último, tras lograr reunir todas las tropas que ha podido conseguir, marcha con ellas a Cartago en otoño del 533.
Belisario no quiso esperar a que Gelimer sitiara la ciudad, así que salió con casi todas sus tropas, dispuesto a dar la batalla a su enemigo y si era posible poner punto y final a esta guerra. Posiblemente las tropas de Belisario ascenderían a unos 16.000 hombres, mientras que las tropas de Gelimer rondaran los 20.000 hombres.
El general Solomon no sería testigo de tal hecho, ya que Belisario le ordenó partir para Constantinopla con los informes de los hechos ocurridos desde el desembarco en África hasta la toma de Cartago por los bizantinos, también remitió a los prisioneros vándalos capturados hasta entonces.
La batalla última batalla se dio en diciembre del 533, conocida como la batalla de Tricamarum. Gelimer hizo salir a sus tropas del campamento para dar batalla a los bizantinos, y Belisario hace lo mismo.
Se hizo un “impasse de espera” que duró varias horas sin que ninguno de los dos contendientes se lanzara al combate, Juan de Armenia a instancias de Belisario salió dos veces con sus bucelarios de este último para provocar el enfrentamiento, pero a pesar de esta escaramuza, los vándalos no picaron el anzuelo, desmintiendo la indisciplina entre fuerzas vándalas.
A la tercera embestida, esta de mayor violencia, se trabó un duro combate en el que Tzazón que estaba en el centro del ejército vándalo cayó muerto, esto sembró la confusión entre sus propias tropas provocando la desbandada. Esto provocó que los vándalos se retiraran a su campamento y una vez allí Gelimer con sus familiares salió corriendo dejando abandonados a sus hombres.
Esto provocó en el campamento la desbandada de los vándalos, que huyeron abandonando a sus familiares, mujeres y niños a su suerte. Los bizantinos entraron en el campamento vándalo y lo saquearon con la consiguiente algarabía que ello implicaba y relajación de la disciplina, menos mal que los vándalos estaban desperdigados y desmoralizados, de lo contrario, si habrían vuelto al campamento, la resistencia bizantina habría sido mínima.
Las bajas no fueron muy numerosas, 1.500 vándalos por poco más de 100 bizantinos. Aunque Gelimer no había sido capturado huyendo en el proceso, estaba derrotado de hecho, ya nunca más pudo reunir un ejército que pudiera llamarse por ese nombre, abandonado por casi todos se refugió con aliados moros en una zona montañosa en la que al cabo de un tiempo acabó por rendirse en primavera del 534.
Belisario envió destacamentos al resto de posesiones vándalas en África, consiguiendo la sumisión en todos los lados, después procedió a la reorganización del estado procurando impartir justicia y llevar a cabo una serie de reformas a todos los niveles, tanto en lo económico, como en lo militar, judicial etc…., todo esto, como máximo representante del imperio bizantino en África del norte.
Pero poco pudo hacer en ese sentido, ya que en verano tuvo que retornar a Constantinopla, con los prisioneros y el botín capturado. La corte bizantina, ¡un nido de cuervos!, con sus intrigas, envidias, puñaladas traperas, luchas por el poder etc…, habían sembrado la duda en el emperador Justiniano, argumentando falsamente que Belisario aspiraba al poder absoluto en África como una especie de rey.
Monedas con la efigie de Justiniano II
Con el mensaje que recibió de felicitación de Justiniano I vinieron a África 4.000 jinetes de refuerzo mandados por buenos oficiales. Belisario, juiciosamente antes de que la cosa se deteriorara y aprovechando que habían venido estos refuerzos, marchó tranquilamente a Constantinopla con buena parte de los coraceros de su regimiento personal. Todo para callar las voces mezquinas, y presentar ante el emperador los frutos de la victoria.
El general Belisario no pudo consolidar la victoria, no por los vándalos, los cuales estaban derrotados totalmente, sino por la acción de las tribus moras, estas tras la derrota vándala, ¡volvieron a las andadas! Con sus ataques de saqueo en la que ahora era el sur del territorio bizantino de África.
Quizá Belisario si hubiera tenido más tiempo, negociando con diplomacia y fuerza militar, hubiera enderezado a estas díscolas tribus o calmado para que no atacaran el territorio bizantino.
Durante la guerra había conseguido que un buen número de tribus, otorgándoles algunos rangos de mando atraerlas como aliadas y abandonando o que no eligieran al bando vándalo, y posiblemente en el futuro Belisario habría conseguido más, el caso es que se fue no consolidando la posición, y, ¡bien que lo sentiría en el futuro Bizancio!.
Las obras defensivas y los gastos militares por consolidación de fortalezas, crear nuevas fortalezas, un ejército permanente para hacer frente a las tribus moras, etc., disparo los gastos en África a unos altos índices, que hicieron que África se convirtiese en un permanente agujero en el tesoro bizantino, simplemente los gastos en África ascendieron del 532-548 a, ¡8.000.000 millones de monedas de oro!.
SOLOMON
Mientras tanto, en África quedó como gobernados el competente general Solomon con 15.000 hombres, incluidos a petición suya, 500 selectos coraceros o bucelarios de Belisario, pero dado que una buena parte de esas tropas se destinó a guarnecer todos los territorios que anteriormente habían dependido de los vándalos incluida la isla de Cerdeña, las Islas Baleares etc.
Por lo tanto, el ejército de maniobra de Solomon estaba bastante disminuido, ¡unos 9.000 hombres!, no obstante se defendió bastante bien con estas tropas, que también incluyeron reclutamientos entre la población autóctona, los cuales dieron un óptimo resultado.
Como hecho anecdótico referir que 2.000 prisioneros vándalos fueron alistados en 5 regimientos y enviados a distintas guarniciones del imperio bizantino, excepto un regimiento que se amotinó cerca de la isla griega de Lesbos, y que regresó a África dedicándose al bandidaje.
Como decía, Belisario con el rey Gelimer como prisionero, junto con 15.000 vándalos y el inmenso botín que era el tesoro de los vándalos fue recibido en Constantinopla en un desfile triunfal a modo del que hacían los generales romanos en la antigua Roma, Belisario fue honrado con el otorgamiento durante un año del rango de “Cónsul”, cargo que también hacía mucho tiempo que no se otorgaba.
El tesoro vándalo era inmenso, joyas y objetos preciosos, reliquias religiosas también valiosísimas, junto con oro y plata en monedas y lingotes, estos últimos de un valor de muchos millones de piezas de oro, no olvidemos que el tesoro vándalo había engordado con los años de su estancia en África, ¡bien estrujando a los terratenientes romanos, bien en su rapiñas en el mar (no olvidemos que su flota era de las más poderosas del mar Mediterráneo) y sin olvidar que incluían los frutos del saqueo de Roma en el año 410.
Los vándalos, que no fueron muy pródigos en África en sus gastos, tanto corrientes como para la defensa, habían acumulado un tesoro que era sencillamente, ¡inmenso!, por no utilizar otra palabra adecuada para la ocasión.
Solomon quedo al mando de la operaciones en África como gobernador., recibió este premio tanto por su buen hacer en combate, como en el resto de labores desarrolladas hasta entonces en Constantinopla. El cargo lo recibió del emperador Justiniano I personalmente, siendo nombrado “Magister Militum per Áfricae”.
Justiniano I a un gran coste económico, se propuso los siguientes años a revitalizar sus posesiones africanas, para eso encargó a Solomon y sus ingenieros, la reparación y revitalización de las infraestructuras del país, ya que muchas estaban en franco deterioro.
Mención especial, ¡quizá!, merece la creación de una extensa red defensiva a lo largo y ancho del territorio africano con el propósito de frenar las acometidas de cualquier enemigo y defender a las poblaciones civiles adyacentes, proporcionando cobijo y protección, a la par que algunos de los refugiados si podían si llegaba el caso, colaboraran en la defensa si eran atacados por el enemigo.
Empezó pronto un plan para dotar las posesiones bizantinas de línea de fortificaciones estable, cada defenderse de las acometidas de las tribus moras, para ello se creó una serie de fortificaciones a lo largo y ancho del territorio circundante.
Una red de 150 ciudades-fortalezas se extendieron a lo larga del territorio africano bizantino, las cuales estaban dotadas para sus guarniciones de todas las comodidades posibles para los militares, pero que también incluía a población civil. Dotadas de murallas, dentro había basílica, monasterio, terma, hipódromo, pretorio, alojamientos para la población y tropa, herrería, molino, incluso un mercado con sus productos a la venta, ganado, frutas, legumbres, cerámicas y tejidos, ¡en fin!, todas las necesidades para la población civil y militar de la plaza fuerte.
Entrenamiento militar de la caballería bucelaria bizantina
Entre estas fortalezas-ciudades, había tres tipos:
Las Civitates: eran recintos amurallados que englobaban los núcleos de ciertos municipios dejando fuera los suburbios.
Las Ciudadelae: eran fortalezas en las cercanías de otras urbes de mayor entidad y más pobladas, que seguían siendo “ciudades abiertas”.
Los Castella o Bursi: eran plazas fuertes aisladas con o sin población adyacente.
En la antigua Roma, el África bizantina se dividía en las siguientes provincias: Proconsular, Byzacena, Tripolitania, Numidia, Mauritania Sitifisiana, la Mauritania Cesariana y Mauritania Tingitana. Justiniano se aplicó al tema de recuperar todas las antiguas provincias si era posible.
Con las tropas disponibles a Solomon se le presentaba una ingente tarea. El poder militar vándalo había quedado dislocado, pero el de las tribus “moras” o bereberes estaba intacto, y sus rapiñas en el territorio, ahora en manos bizantinas, estaban por empezar.
Solomon era lo suficientemente inteligente para optar al cargo y además estaba dotado de una amplia experiencia militar en combate, por lo que no se podía encontrar en África a un oficial bizantino que reuniese tantas virtudes en su persona., sin embargo es posible que la tarea le abrumara un poco en sus inicios, ya que la tarea que tenía ante sí era titánica.
Una cosa era mandar la caballería foederati en campaña y otra muy distinta hacer frente a todos las posibles contingencias que se pudieran dar en el África bizantina, tanto políticas como militares. Además sería responsable de todo lo que ocurriera allí y si surgían problemas debería atajarlos con prontitud., ya no valía esperar órdenes, ¡el debería darlas!, una situación ciertamente comprometida.
De haber mandado antiguamente un regimiento de caballería, ahora Solomon era responsable de todos los contingentes militares de la zona, los cuales varían entre los 15-18.000 soldados según fuentes antiguas.
Pera además de eso preocupaba otros asuntos., en primer lugar había que vigilar a la población vándala superviviente, estos aunque vencidos residían allí, y podían dar muchos quebraderos de cabeza.
Otro problema podía estallar entre la población romano-africana con la que se podía contar fielmente, ya que los recaudadores de impuestos se habían puesto manos a la obra una vez que el gobierno bizantino había puesto en marcha los engranajes político-militares en las zonas de posesión bizantina.
La labor de dichos recaudadores había empezado a actuar con poco tacto según su costumbre., pero una cosa era actuar en territorios con gran arraigo de implantación del gobierno bizantino y por añadidura en zona pacíficas, y otro muy distinta en una zona que había conocido la miseria con el gobierno vándalo, sus posesiones y poder económico era pobre y eran súbditos del imperio bizantino sin costumbre ni arraigo, aunque tenían una buena predisposición a ello.
Sin embargo era predisposición podía tambalearse si los recaudadores no templaban su mano y actuación podía herir sensibilidades y provocar reacciones impredecibles y eso era algo muy peligroso que no podía permitirse Bizancio, ya que como dije, salvo la población romano-africana, el resto de la población del África bizantina era potencialmente hostil a las fuerzas militares bizantinas.
El principal problema con el que tuvo que lidiar Solomon, fueron los indígenas moro-africanos que vivían fuera de las posesiones bizantinas en el sur de África., estos eran los inmediatos y más potenciales enemigos que podían rebelarse contra Bizancio. Vivían en territorios muy al Sur de África, zonas en las que por su calor era la vida casi imposible para la población bizantina.
Los bereberes habían desarrollado una política de perpetrar “razias” de saqueo en los territorios del Norte de África., primero los vándalos habían sufrido tales acometidas durante decenios., ciertamente les había importado poco cuando los moro-africanos habían realizado las incursiones en territorios que antes habían sido posesión romana.
Pero últimamente las incursiones de saqueo se habían desplazado Muy al Norte, en zonas de poder vándalo, ya que las antiguas posesiones romanas habían sido esquilmadas casi por completo, y las incursiones de saqueo daban poco fruto., buscando nuevas zonas que dieran un mayor rendimiento en sus depredaciones saqueadoras, los moros incursionaron mucho más al Norte, en zonas casi lindantes a la costa africana.
De hecho, cuando los bizantinos iniciaron la invasión del Imperio Vándalo, las fuerzas vándalas con su rey Gelimer a la cabeza estaban operando en el Sur de sus posesiones contra las fuerzas moro-africanas, las cuales ya se habían convertido en una molestia más que considerable.
Solomon se aplicó de inmediato con los moros a los que aunque de momento se habían sosegado con el poder demostrado por Belisario, pero ante la ausencia de éste, la seguridad no podía ser garantizada al 100%. Había que impedir que entre sus huestes se produjesen alianzas o contactos que supusieran una unión poderosa de sus guerreros, lo cual supondría volver a las tan temidas razias de saqueo.
Ciudades romanas de la Mauritania Tingitana: Tingis, Us, Onia y Banasa
Pero por desgracia para Solomon, esta no era su única labor objeto de atención., (aunque sí la más peligrosa) había que reconstruir las fortificaciones existentes y crear otras nuevas, así como también realizar una redistribución de las tropas bizantinas, asentando muchas de las cuales en territorios que antes habían sido de los vándalos y ahora pertenecían los bizantinos.
Solomon también se preocupó del número de tropas disponibles, ya que cuando Belisario reembarcó a Constantinopla, en la capital bizantina con la guerra concluida se creyó que ya no hacían falta tantas tropas en África, por lo que parte de las fuerzas expedicionarias habían reembarcado de vuelta.
Solomon ante la merma de sus fuerzas intentó buscar zonas donde se pudieran obtener ciertos refuerzos: una posibilidad fue que (aunque los contingentes reclutados no fueron muy grandes) se obtuvieran nuevos reclutas entre la población romano-africana de la zona, la cual contribuyó con agrado a la causa, ya que la alternativa a los bizantinos era aterradora, ¡los nativo-africanos y sus razias!.
A pesar de los refuerzos entre los reclutamientos, las tropas disponibles para elaborar una campaña eran desalentadoras, ya que de los posibles 15-18.000 hombres de los inicios del gobierno de Solomon y una vez elaborada la redistribución de las fuerzas disponibles, eran menos de 10.000 hombres con los que contaba nuestro personaje.
Sin embargo Solomon empezó con buen pie, los moro-africanos ya se habían puesto en pie de guerra, quizá para tantear el espíritu del nuevo gobernador, y este les demostró que no estaba carente de resolución.
Pero eso llevó su tiempo, y ahora mismo, la amenaza de los saqueadores sureños era real e inminente. En un principio, Solomon al frente de sus huestes tuvo que lidiar con las tribus moras de las cercanías; estas tenían un modo peculiar de pelear, cuando atacaban lo hacían con toda su impedimenta incluidos sus hijos y esposas.
Por lo tanto, los guerreros formaban un círculo defensivo con animales y carromatos, dentro del mismo se ubicaban sus seres queridos y afuera los guerreros. Estos destacaban partidas de jinetes para cuando atacara el enemigo, sorprenderles por retaguardia; también confiaban en que el olor que desprendían sus camellos, asustara a los caballos bizantinos, no acostumbrados a ese olor tan fuerte y espantoso.
Las tribus moras estaban asentadas en territorio que anteriormente había estado ocupado por los romanos, pero que ahora era utilizado por los nómadas, ya como áreas de pastoreo para sus animales, ya para desde allí, lanzar expediciones de rapiña y saqueo contra los asentamientos bizantinos.
Por lo tanto se imponía su inmediata expulsión, y Solomon dedicó sus esfuerzos a dicha resolución; pero la situación se puso difícil, es posible que los nómadas moros supieran o intuyeran que los bizantinos iban a maniobrar contra ellos, el caso es que cuatro tribus moras muy poderosas se aliaron para hacer frente al enemigo común.
Ese mismo año del 534 cuatro tribus moras confederadas las cuales agrupaban aproximadamente a 10.000 guerreros, (casi los mismos efectivos en campaña que Solomon tenía) se abatieron sobre la región bizantina de “Byzacena”, muy al Sureste de Cartago.
Los cuatro jefes confederados nativo-africanos se llamaban Coutsina, Esdilasa, Iouphrout y Medesinisa., mientras, Solomon tuvo noticias por los habitantes de la llanura de la zona de la Numidia bizantina, que por el sur de Numidia otro grupo de moros a cargo de un líder llamado Iabdas, había bajado por la cordillera del Aurés, comenzando sus razias en los fértiles campos de la zona.
Un destacamento de caballería pesada bizantina intentó oponer resistencia a Iabdas, pero el número de guerreros que disponía era muy superior, y los 500 jinetes que se le opusieron fueron aniquilados hasta el último hombre, suceso el cual causó un tremendo pánico entre la población de Cartago.
Pero Solomon no se dejó llevar por el pánico, ya que era un hombre habilidosos y con mucha escuela en situaciones adversas en el plano militar. Reunió a todas las tropas disponibles, asó como también algunos civiles romano-africanos reclutados para tal fin, acto seguido partió sin demora para enfrentarse a los moros que operaban en la llanura de Mamma.
La visión de los guerreros moros de la escasa tropa bizantina que se les oponía, hizo que se sintieran confiados desde el inicio en aplastar a sus enemigos sin problema alguno. La batalla entre ambos contendientes se realizó en una zona explanada, donde los moros esperaban que su número se impusiera a cualquier técnica o táctica que pudieran desplegar los bizantinos.
Según el relato de un escritor de la época, Procopio de Cesarea, (el cual era secretario personal de Belisario y narró sus campañas iniciales de conquista) narró que Solomon se anticipó a cualquier maniobra de los moros, ya que estos estaban concentrados en un reducto formado por camellos, los cuales utilizaban para su transporte, pero también para crear perímetros defensivos importantes cuando la tropa guerrera actuaba en gran número.
Según Procopio, con 500 infantes, Solomon se acercó al perímetro defensivo moro formado por camellos y procedió a matarles a todos, con lo que el muro de contención fue aniquilado por completo. Visto esto los moros huyeron casi todos, ya que como eran jinetes, su huída fue imposible de detener., no obstante, los familiares de los moros que habían quedado fuera del reducto militar, cayeron en manos de los bizantinos.
Oficiales bizantinos de servicio en África e Italia, siglo VI
Con estos actos la Byzacena bizantina quedaba libre de incursiones de razias de los saqueadores moro-africanos., sin embargo los problemas no habían finalizado, aunque se había batido al principal grupo incursor, todavía quedaba el grupo de Numidia.
Para esta tarea Solomon no podía operar con los escasos soldados que tenía a su disposición., bastante milagroso fue conseguir que en Byzacena se lograra la victoria contra un enemigo tan numeroso!.
Las ciudades de Numidia tendrían de momento que valerse por sí mismas., mientras, Solomon regresa a Cartago y envía urgentes peticiones de ayuda a Constantinopla, así como también efectuar nuevos reclutamientos entre la población romano-africana del lugar.
Es muy posible que con Bizancio atareada con la conquista de Italia no remitiese apoyo alguno a los bizantinos de áfrica., tampoco creo que con los problemas que realizaban los moros en Numidia, Solomon esperara mucho más tiempo los refuerzos de la capital. Así que tras realizar los reclutamientos entre la población autóctona romana, a principios del 535 Solomon salió en busca del grupo incursor moro de Numidia.
Encontró a estos en las montañas de Burgaon, y Solomon tentó a sus enemigos desplegándose en la llanura y ofreciendo a estos el poder combatir entre ambos ejércitos de poder a poder. Sin embargo los moro-africanos se mostraron prudentes ante la noticia de sus congéneres en Byzacena, ¡la reputación de Solomon era ya muy conocida entre sus enemigos!.
Los nativos moros prefirieron quedarse apostados donde estaban., sus posiciones eran muy buenas, formadas en la pendiente y al amparo de crestas. En definitiva una formidable posición que no iban a abandonar en absoluto ante la presencia del temible Solomon.
Pero aunque las tropas de Solomon eran escasas, la mente de su líder estaba siempre en franca actividad, dándole vueltas a cómo podría provocar que sus enemigos descendieran de las montañas. Finalmente ideó un plan brillante., por la noche escaló por la otra cara de la montaña en la cual estaban apostados los moros con un millar de tropas escogidas.
Luego Solomon al día siguiente hizo vez a los aterrados moros que estaban cogidos por dos frentes., en consecuencia estos rompieron su disciplina afectando una alocada carrera para intentar evitar ser prisioneros. En la alocada carrera cundió el pánico absoluto: hombres, mujeres y niños colisionaban entre sí, pisándose y matándose en la alocada huída o estampida generalizada.
La mortandad entre los guerreros y civiles moros fue grande, aunque exageradamente se habla de 50.000 muertos, ciertamente las muertes debieron ser proporcionalmente enormes entre los moros.
Las bajas bizantinas fueron casi inexistentes y el botín obtenido entre las razias acumuladas de los moros y los esclavos moros capturados, (Procopio señala que un niño moro se vendía días después en el mercado al mismo precio que un cordero) muy fructíferas para los bizantinos.
En resumidas cuentas, la campaña había sido muy fructífera para Solomon en Byzacena, en el verano del 535 esta estaba completamente libre de moros, los supervivientes de las operaciones del Solomon vagaban donde podían muertos de sed y bajo el implacable odio de los romano-africanos de la zona, los cuales habían soportado con gran resignación las razias de sus temibles enemigos.
Finalmente un grupo de ellos se dirigió muy al sur, al pre-desierto subsahariano y otros se unieron a los moros del líder Iabdas en Numidia.
En el invierno del 535, Solomon sitúa en prevención de riesgos una parte de su ejército de campaña en la región de Numidia para fijar a los enemigos allí destacados, y envía una expedición a la isla de Cerdeña, ya que allí se relevaron las fuerzas moro-africanas enviadas allí en condición de aliados (algo a lo que tuvo que recurrir Solomon dada su escasez crónica de fuerzas, pero que como se ve, se podía convertir en una bomba de relojería).
Mientras en el invierno del 535 Justiniano I iniciaba los preparativos de invasión del reino Ostrogodo de Italia junto con Belisario., Solomon en África iniciaba los preparativos para una campaña en el macizo del Aurés.
Sin embargo la situación socio-política del África bizantina estaba empezando a mostrar síntomas problemáticos a los que Solomon tenía que hacer frente., los recaudadores de impuestos a causa de las guerras del imperio estaban dejando hace sentir en la piel de los nativos romanos de África su afán recaudatorio.
Para colmo de males, la política de fortificación en la zona bizantina no avanzaba todo lo que debía, algo peligroso, ya que los moros presionaban con fuerzas en sus razias en la zona de Bizancio, con lo cual los romano-africanos no veían muchas ventajas en acogerse al amparo del poder bizantino.
Solomon tenía que lidiar con otra peligrosa contingencia., las tropas estaban inquietas, la indisciplina era algo común en el ejército bizantino desde el siglo V, y estos soldados debían ser objeto de especial atención, si no se quería que la situación en África se convirtiese en un polvorín.
Ciudad romana de Timgad o Thamugas (Argelia)
Los soldados se quejaban de que en la distribución de las tierras: los exiliados romano-africanos se habían llevado la mejor tajada del pastel, así como también otros antiguos propietarios en esas tierras, a los que el emperador Justiniano I había intentado devolverles sus antiguas tierras. Finalmente el resto de tierras se lo apropió el Estado en concepto de tierras sin uso, para ser redistribuidas según su conveniencia.
Había soldados bizantinos que se habían casado con mujeres vándalas, viudas de los vándalos caídos en combate o abandonadas por éstos en la huída que realizaron en la batalla de Tricamarum.
Los soldados bizantinos querían poder obtener los bienes de las viudas o mujeres abandonadas por sus maridos con las que convivían., la negativa del gobierno bizantino a tal petición solo llevó a disputas y un considerable enfado por parte de los soldados bizantinos, los cuales veían irse lo conseguido hasta entonces.
Otro motivo de descontento entre la tropa era religioso, ya la intolerancia de Justiniano con los no-católicos era más que conocida., la cual impedía a los confesos de la religión cristiana arriana, no pudieran realizar sus actos de culto, así como tampoco poder bautizar a sus hijos.
Hubo además un tercer factor en la huída de unos 400 soldados vándalos, los cuales formaban parte de un contingente de 2.000 guerreros vándalos, los cuales habían sido embarcados en unos transportes para prestar servicio en el ejército bizantino en otras parte del Imperio, todo debido a que sus cualidades guerreras eran apreciadas por Bizancio.
Sin parte del transporte donde viajaban prisioneros vándalos, se amotinaron en sus barcos cuando estos atracaron en la isla de Lesbos, procediendo acto seguido a regresar a su antiguo reino, ahora en manos bizantinas.
Estos y otros cúmulos hicieron que entre la indisciplinada tropa bizantina la tensión fuese en aumento sin posibilidad de ser atajada., para colmo de males el invierno pasado en los acuartelamientos de la tropa había sido agradable y placentero.
Las órdenes de que se iba a emprender en primavera del 536 una campaña contra los moros de la cordillera del Aurés, trajo desasosiego entre la tropa, ya que dicha campaña solo podía significar privaciones y peligros.
Justo al inicio de la primavera, el 21 de marzo del 536 se tramó una conjura entre la tropa bizantina, a la cual se adhirieron la inmensa mayoría de las fuerzas militares sitas en África. Se tramó que en la misa de ese día Solomon y sus allegados serían asesinados en el templo religioso.
El acto no sucedió, los conjurados que debían realizar la acción vacilaron y no llevaron a efecto el asesinato, lo cual demuestra una desidia en la planificación de la conjura, así como también la falta de un líder claro entre los rebeldes.
Sin embargo esto no fue óbice para que después de la misa, entre los rebeldes estallara en descontento y estos salieran en tromba de la ciudad de Cartago., otros muchos se dedicaron al saqueo en muchas casas de particulares cartagineses.
Ante tales sucesos Solomon intentó establecer la calma entre los soldados y ciudadanos leales que no habían participado en la trama. Sin embargo la trama estaba lejos de aplacarse, el rumor del botín obtenido entre los saqueadores, hizo que nuevos saqueadores se sumaran a los actos vandálicos, provocando una espiral de difícil atajo.
Los soldados rebeldes estaban en franca sublevación, durante la cual mataron a varios oficiales que se les opusieron y proclamaron como líder de aquella revuelta a un tal Teodoro de Capadocia.
Solomon logró salir de la ciudad como pudo con ayuda de otro personaje también llamado Teodoro y se preparó para emitir las órdenes necesarias para abortar la rebelión y reconducir la misma.
La situación era grave, si las tropas en África eran escasas, ahora con la rebelión se podía perder irremisiblemente un contingenten valioso de soldados, todo amén que los moros no aprovechasen inmediatamente la situación para incursionar en territorio bizantino.
Solomonemitió órdenes para que el contingente bizantino que estaba acantonado en la provincia de Numidia se uniese a sus fuerzas., mientras tanto, sus oficiales tenían la misión de recuperar a todos los soldados que permaneciesen fieles a Bizancio.
El asesinato de bastantes oficiales bizantinos le llevó a Solomon a la conclusión que no podía hacer frente a dicha sublevación., partió sin demora desde el puerto de Missuas (no regresaría hasta tres años después) a isla de Sicilia para solicitar refuerzos al general Belisario., mientras tanto, un oficial llamado Teodoro dirigiría la defensa en África.
EL REGRESO DE BELISARIO
Mientras, los rebeldes se congregaron en la llanura de Bula, a 144 Km. de Cartago y eligieron a un oficial llamado Stotzas como su jefe; los rebeldes eran unos 8.000 hombres, a los que se les unieron 1.000 vándalos que se sublevaron en los barcos que les enviaban como soldados reclutados de manera obligatoria para prestar servicio fuera de África.
El general Belisario con otros bucelarios, miembros de su guardia personal
Otros contingentes varios se les unieron, como tribus moras, esclavos huidos etcétera; Stotzas reunió a la tropa sublevada y la llevó a la ciudad de Cartago para entrar en la misma y probablemente someterla a saqueo.
Pero Teodoro junto a varios centenares de soldados leales (más ciertos voluntarios reclutados “ex profeso” en la ciudad para hacer frente a esta situación apurada) organizó la defensa lo mejor posible impidiendo que penetraran en la ciudad.
A las amenazas de represalia si no les dejaban entrar, contestó Teodoro con una rotunda negativa, mientras los rebeldes no sabían qué hacer, ya que no tenían material de asedio y las murallas eran un hueso muy difícil de roer; tampoco tenían escalas con las que subir por ellas para entrar en la ciudad.
En estas estaban cuando de repente Belisario irrumpió en la ciudad; Belisario regresó a África con 100 de sus bucelarios, y su puso inmediatamente al mando de las operaciones, reunió algunas tropas bizantinas que seguían leales al gobierno legítimo.
Ya con un pequeño ejército de 2.500 soldados salió para acabar con la rebelión de Stotzas (el cual contaba con unos 9.000 hombres) antes de que este personaje consolidara su posición entre los sublevados, el cual, tenía dificultades para mandar a esta chusma de asaltadores, dificultades que aumentaron cuando se enteraron sus hombres de que Belisario en persona se dirigía contra ellos.
Las deserciones del grupo de Stotzas empezaron casi de inmediato, ya que muchos de sus hombres habían luchado con Belisario, el cual gozaba de un enorme ascendente entre los soldados bizantinos.
Belisario, veloz, alcanza al ejército rebelde en Membresa, a 63 Km. de Cartago, una carga de caballería quebró la resistencia de los indisciplinados rebeldes, venciéndoles de modo claro, posteriormente Belisario con un toque de diplomacia perdonó a muchos de los soldados bizantinos que estaban en el ejército rebelde con la condición de que volvieran a las filas bizantinas.
Stotzas con 1.000 hombres escapó a Numidia, y allí las tropas bizantinas destacadas en Gazdiaufala que tenían que enfrentarse a él, se pasaron a su bando tras convencerlas de que lo hicieran.
La guerra en África todavía tenía mucha duración!, pero Belisario no tenía tiempo para consolidar su victoria, ya que tuvo que regresar a Sicilia debido a una revuelta, que no fue tal, pero que de igual forma le obligó a abandonar África, ¡ya de manera definitiva, nunca más regresaría al continente africano!.
Mientras, las fuerzas rebeldes de Stotzas, se dirigían a Gazdiaufala en la región de Numinia donde esperaba reorganizar a sus dispersas tropas tras la batalla anterior. En esta región estaban acampadas invernando fuerzas bizantinas, en número de 5.000 hombres. Las mandaba un tal Marcelo, y este soldado ideó un plan para acabar con ellos definitivamente y evitar que Stotzas tuviera tiempo de reagrupar a sus derrotados soldados.
Era abril del 537 cuando Marcelo cogió desprevenido al grupo rebelde en Gazdiaufala; ambos ejércitos se desplegaron para la inminente batalla, pero Marcelo cometió un error de bulto, antes del inminente combate, Stotzas se adelantó y dirigió una arenga a las tropas de Marcelo. Esto no debió permitirlo Marcelo, ya que sus tropas no estaban tas motivadas ni eran del todo disciplinadas, por lo que un discurso sumamente efectivo podía ponerlas cercanas a la sublevación.
Y eso fue lo que ocurrió, los soldados se sublevaron, y los oficiales se escondieron en una iglesia de Gazdiaufala; Stotzas prometió salvar sus vidas si se rendían, y cuando lo hicieron los mandó matar.
A Stotzas se le unió pronto viendo su éxito muchas reclutas de todo género, con lo que una vez reunidos sus fuerzas dispersas y los nuevos voluntarios, se encontró al frente de una tropa nada desdeñable, unos 15.000 hombres.
Mientras, para oponérsele, no tenían los leales a Bizancio más que unos 5-6.000 hombres, ¡eso sí!, estos controlaban las principales ciudades y posiblemente contarían con el apoyo íntegro de sus ciudadanos, ya que estos conocían lo que podía pasarles si la chusma de Stotzas penetraba en alguna ciudad.
GERMANO
Era otoño del año 537 cuando un nuevo gobernador de nombre Germano desembarcó en el norte de África. Tras asumir el mando brevemente analizó la situación, detalles de la rebelión y como se podía hacer frente a la misma., posteriormente partió sin demora para enfrentarse a las fuerzas rebeldes de Stotzas.
A Stotzas había triunfado en la rebelión, lo cual le había generado muchos apoyos, no solo entre vándalos, y tribus moras existentes en la región, sino entre los mismos soldados bizantinos.
Stotzas estaba al mando de una numerosa tropa, unos 15.000, mientras, para oponérsele, no tenían los leales a Bizancio más que unos 5-6.000 hombres, ¡eso sí!, estos controlaban las principales ciudades y posiblemente contarían con el apoyo íntegro de sus ciudadanos, ya que estos conocían lo que podía pasarles si la chusma de Stotzas penetraba en alguna ciudad.
Germano, venía con mucha moral de combate, contaba con su propia escolta personal, formada por 300 jinetes “bucelarios” (caballería de élite) y dinero suficiente para hacer frente a la empresa que se le presentaba, en la que la astucia jugaría su importancia.
El Obispo Sinesio en la película Ágora
Germano obró con inteligencia, primero entre sus leales, restableciendo la calma y dando dinero para calmar los ánimos. Luego procedió a sembrar la duda entre las filas rebeldes, ofreciendo sobornos entre la tropa y también el perdón si abandonaban las filas rebeldes. La maniobra funcionó a la perfección, y un reguero incontrolable de deserciones diezmó las filas de Stotzas.
El oficial rebelde tenía que hacer algo antes de que su ejército se debilitara de modo alarmante, así que decidió marchar a las cercanías de Cartago para presionar a su oponente. Este confiaba en que su presencia haría que los que habían desertado volverían a sus filas, pero Germano conservó el control y salió con sus fuerzas desplegándolas frente a los rebeldes.
Stotzas comprobó con desagrado que los hombres que militaron bajo su mando no se pasaron al suyo, ¡al contrario!, sus fuerzas seguían mermándose a causa de las deserciones; así que decidió no trabar combate y retirarse Numidia donde estaba su base de operaciones.
Allí intentó atraerse a las tribus moras de las cercanías con objeto de reforzarse debido a las numerosas bajas que sufría por las continuas deserciones. Germano le siguió de cerca, intentando hasta que lucharan, seguir con sus operaciones encaminadas a mermar las fuerzas del rebelde, ¡es decir!, sobornando con diplomacia y dinero , ¡ya a los soldados rebeldes!, ¡ya a las tribus moras que pactaron con Stotzas!.
El rebelde decidió establecerse en un campamento fortificado en un lugar llamado Sacalae Veteras, en Numidia, dejando dentro toda su impedimenta y guarneciéndolo suficientemente.
Germano acampó en las afueras del campamento fortificado, y Stotzas decidió salir para hacerle frente. Los dos ejércitos se desplegaron para el combate; aquí Stotzas disponía de una ligera ventaja, ya que sus tropas estaban mucho más cohesionadas que en anteriores combates.
Germano desplegó su ejército situando en su ala derecha a parte de su caballería, en el centro la infantería y en su ala izquierda lo mejor de su caballería, incluida a su guardia personal. Desconozco la disposición de Stotzas, pero no debió ser muy diferente de la de Germano, posiblemente caballería en ambas alas junto con la infantería en el centro, ¡a modo similar como se hacía en esos tiempos!.
La batalla siguiente no está muy clara, pero tras un combate muy reñido, las fuerzas de Germano resultaron vencedoras, Stotzas y los suyos huyeron refugiándose con las tribus moras y recuperándose de la derrota para atacar cuando la situación se ofreciese favorable.
Germano pasó dos años más en África, reorganizando la administración civil y militar del África romana. Finalmente Justiniano ya creyó que la región estaba lo suficientemente pacificada y decidió que Germano volviera con él en el año 539 y que Solomón volviera a Cartago para asumir el mando.
EL REGRESO DE SOLOMON
Se tiene constancia de que en el año 539, Solomon partió para África al mando de un ejército de cierta entidad para hacer frente a nuevas amenazas en la zona africana. El emperador Justiniano I estaba en esos momentos empeñado todos sus recursos en la conquista bizantina de Italia, la cual ocupaba por entonces el pueblo germano de los Ostrogodos.
Desde el año 535 la conquista de Italia se estaba realizando con más dificultades de las previstas, pero el empeño del emperador por tal conquista era prioritario a todo lo demás. La frontera Oriental con los sasánidas estaba en paz gracias a la establecida con el rey Cosroes I, esto unido a que el Italia las cosas iban mejor, permitieron distraer tropas bizantinas para la expedición de refuerzo al África bizantina con Solomon al frete de la misma.
En África en esos momentos los moro-nativos estaban en pie de guerra y concentrados en la zona de la cordillera del Aurés. Tal zona entraba en la antigua zona romana, por lo que su frontera tenía que estar al Sur de la misma cordillera., es posible que la frontera hubiera estado mejor al Norte para una mejor defensa, pero objetivos socio-políticos estaban en juego.
El establecimiento por la zona de algunas ciudades de población romano-nativas de poder económico considerable, hacía que su favor a los bizantinos fuera objeto de un ardoroso cortejo, por lo que la defensa del “limes” (límite fronterizo) no podía ser modificada según los cánones de la prudencia, con lo que había que barrer el lugar de los enemigos que la habitaban.
Solomon se trasladó a la zona con sus fuerzas., primero decidió establecer una zona de operaciones en las inmediaciones de la cordillera, en la que poder tener una base segura en el improbable caso de que tuviera que retirarse. Viejos fortines en desuso desde la época romana fueron restaurados y dotados de fuerzas que los guarnecieran.
Las antiguas ciudades de Tagoura, Madaura, Tipasa, Ad Centenarium y Tigisis fueron ocupadas por fuerzas bizantinas y reutilizadas como fortalezas; dichas obras cerraron el acceso a la rica zona del Tell desde el Sur, con lo cual, constituía una excelente base de operaciones contra los moros acantonados en la cordillera del Aurés.
Infantería bizantina siglo VI
Solomon primero ante todo pasó a realizar operaciones prácticas, tendentes a establecer en el África bizantina una paz duradera, utilizando todos los medios a su alcance, por despiadados que pudieran parecer.
En primer lugar, las mujeres vándalas de la zona que habían sembrado la discordia entre sus maridos tomados entre los soldados bizantinos (y a los que muchas habían azuzado a la rebelión) fueron expulsadas en su totalidad y reasentadas en Asia Menor.
El inteligente Solomon estableció un sistema novedoso tendente a barrer del territorio africano-bizantino toda presencia de bandidos moro-africanos que operaban en territorio bizantino.
Se creó un grupo de columnas sumamente móviles, las cuales se repartieron una serie de “distritos” creados para la ocasión, para que dentro de los mismos, las columnas bizantinas acosaran a los moros de la zona, reduciendo el espacio donde estos podían operar.
La innovación de Solomon fue todo un éxito, de hecho, este sistema de “tácticas contra-guerrilla” fue copiada por ejércitos modernos en los siglos XIX y XX. Los moros fueron poco a poco siendo acorralados., varias de las columnas móviles encontraron a las fuerzas moras más activas de la zona, las cuales fueron batidas cerca del “Oued Bou Rougal”.
La capacidad de acción de las tribus moro-nativas quedó sumamente reducida, lo cual no hizo que se conformara el activo Solomon. Nuestro personaje hizo escalas a sus soldados el corazón de la cordillera del Aurés, donde se enfrentó al grueso de los moros hostiles, a los que derrotó por completo, el líder de ellos Iabdas, consiguió escapar por los pelos aunque fue herido en la lucha., consiguió no obstante huir hasta algún desierto de la zona entre lo que hoy es Libia y Chad.
La victoria de Solomon fueron celebradas por todo lo alto, en algunas ciudades africanas se honraron la victoria con estatuas y placas conmemorativas, algunas son aún visibles y legibles, en el esqueleto de piedras que es el testimonial legado “in situ” del África romano-bizantina.
La paz fue reinstaurada en la zona para alegría de Solomon y de los ciudadanos romano-nativos del legar, hartos de tantas fechorías y bandidajes de los moro-nativos del África Subsahariana. Sin embargo la alegría no iba a durar mucho tiempo., en el año 541 una delegación de notables del África bizantina visitó la capital de Constantinopla donde se entrevistaron con el emperador Justiniano I.
Entre los muchos temas que trataron se habló de la seguridad del África bizantina., los africanos declararon que el territorio había encontrado la paz y que la prosperidad empezaba nuevamente a brotar en su territorio, quizá la afirmación era un tanto errónea en el sentido estricto de la afirmación, aunque, ¡quizá!, los africanos querían expresar en palabras el agradecimiento al emperador por que los soldados bizantinos salvaran a las gentes del lugar de las incursiones de los moro-africanos.
¡Qué duda cabe que la paz había renacido!, pero los moro-nativos africanos estaban presentes y al acecho en el África Subsahariana, los cuales no se atrevían a penetrar en el territorio bizantino porque la presencia de soldados en aquella zona era abundante y porque el sagaz Solomon los dirigía., pero si se presentaba una grieta en el sistema defensivo bizantino, los nativos africanos caerían en la zona sin dilación.
Las palabras tranquilizadoras de los visitantes romano-africanos, de que todo en África estaba tranquilo hicieron que Justiniano I pensara en una redistribución de tropas en el África bizantina., la conquista de Italia y la defensa del Oriente bizantino contra los sasánidas era un pozo sin fondo que absorbía todos los recursos disponibles de Bizancio.
El envío continuo de tropas a las dos zonas no cesaba y eran necesarios nuevos hombres para enviar a la zona., la utilización de las tropas bizantinas destacadas en el África bizantina fue una idea que gustó a Justiniano I. La guerra en África había terminado, y la utilización de buena parte tales tropas en otros frentes era necesaria, por lo que su suerte estaba echada.
El animoso Solomon vio con horror que sus tropas en toda el África bizantina fueron reducidas drásticamente un año y medio después. La reducción del número de tropas bizantinas coincidió en el tiempo con la llegada de una gran plaga de peste bubónica en África (la cual abatió toda Europa e hizo que ¼ de la población del imperio bizantino fuera exterminada sin consideración de sexo o condición social o militar, ¡fue uno de los mayores golpes que sufrió Bizancio y en muchos aspectos, ¡nunca se recuperó del todo!).
Los parásitos que producían la temida peste no hicieron casi mella en los moro-africanos del lugar, pero entre la tropa bizantina disponible en África y entre la población romano-africana del territorio bizantino la epidemia se cebó sin misericordia., no hay datos demográficos que relaten las pérdidas en cuanto a población, pero las mismas fueron, ¡más que considerables!, nunca la población se recuperó numéricamente de esta catástrofe.
Los siempre vigilantes moro-africanos que esperaban una oportunidad para incursionar en territorio bizantino vieron la oportunidad esperada., con la reducción de tropas del emperador y la plaga que asoló las poblaciones romano-africanas, las posibilidades de saqueo y botín crecieron sobremanera.
Era el año posiblemente 543 cuando la tribu moro-africana de los “laguantan” y los guerreros de igual origen liderados por un tal Antalas, (todos los cuales mantenían unas relaciones con Bizancio más o menos en condición de alianza y amistad) rompieron sus tratos con los bizantinos y se lanzaron aprovechando su número a una campaña de saqueo en territorios bizantinos.
Diócesis romanas del Norte de África en el siglo V
Solomon se enfrentaba a un desastre inminente, la posible vuelta de tropas llegaría inevitablemente tarde si es que esta se producía, pero lo que ahora tocaba era hacer frente a la amenaza de las incursiones de los moro-africanos en territorio bizantino, y justo en un momento en el que el número de sus tropas era muy limitado, y por desgracia, no podía hacer entre la población militar masculina romano-africana reclutamientos de cierta entidad, ya que la población romana de áfrica había sido seriamente afectada por la peste.
Pero Solomon era un hombre que se crecía ante la adversidad y haría frente a la amenaza con decisión, poniendo en juego todos los recursos de los cuales dispusiera. Los moro-nativos habían incursionado seriamente en las provincias bizantinas de Byzacena y Tripolitania, las cuales habían sufrido seriamente con los saqueos de los bandidos africanos.
Solomon formó un pequeño ejército con las tropas disponibles, con las cuales haría frente al numeroso enemigo que se le oponía. En la frontera entre Numidia y Byzacena, en la llanura de Cillium los dos ejércitos se enfrentaron en combate en ese aciago año del 544.
La superioridad numérica de los moro-africanos era manifiesta y Solomon tenía pocas posibilidades de triunfo., no obstante fiel a su deber, era su responsabilidad intentar vencer al enemigo, aunque todas las posibilidades jugaban en su contra.
Audaz y buen estratega, el astuto Solomon sopesó la situación y realizó un excelente planteamiento táctico de la batalla, teniendo en cuenta su inferioridad numérica.
El heroísmo en batalla que desplegó fue digno de todo elogio, y quizá la batalla pudiera haber acabado con buen pie., pero una deserción de tropas mercenarias en sus filas (las cuales quisieron salvar su propio pellejo, ya que en la superioridad del adversario veían su propio exterminio) provocó una grieta en el sistema defensivo de Solomon.
El ataque enemigo desmoronó el despliegue bizantino y Solomon finalmente con un grupo de sus más fieles incondicionales, se vio abocado a una lucha sin posibilidad de escape y victoria., todo el grupo con Solomon al frente sucumbió sin remedio.
La noticia de la derrota corrió como la pólvora por todo el Norte de África y produjo entre los moro-africanos una alegría incontenible., con la muerte del líder de los militares bizantinos, las posibilidades de saqueo y botín aumentaban considerablemente.
Fue una época muy desagradable para la población romano-africana en particular., sin un líder que articulara la precaria defensa del territorio bizantino, tuvieron que esperar pacientemente a alguien que les ayudara en tan amargo trance.
Sobre el África bizantina se abatió una oleada de terror., salvo las ciudades fortificadas, nadie estuvo a salvo de las depredaciones nómadas; incluso fue aprovechada por los visigodos para sitiar Septem (Ceuta) en la lejana África Noroeste. El momento fue aprovechado por un antiguo enemigo de Bizancio, Stotzas!.
Este se había refugiado entre los moros tras su derrota, rumiando la venganza en cuanto fuera posible, ¡ahora había llegado el momento!; aprovechando su ascendente sobre los nómadas del desierto (no se le puede negar el don de persuasión que tenía) montó una confederación de rufianes compuesta por moros, vándalos, desertores bizantinos, mercenarios y demás elementos afines.
Era ya el año 545, y Stotzas con su banda, saqueaba todo lo que se ponía delante, empezando por la zona central del áfrica bizantina; los civiles bizantinos, aunque diezmados, intentaron movilizar todas las fuerzas disponibles, las cuales fueron puestas al mando de dos voluntariosos oficiales, los tribunos Himerio y Juan Sisinios.
Los dos oficiales al mando de sus escasas tropas intentaron ofrecer resistencia al invasor, pero las tropas de Stotzas eran numerosas y el bandido no estaba desprovisto de inteligencia militar. Himerio fue derrotado y capturado por Stotzas y tras utilizarle astutamente, consiguieron penetrar en la ciudad de Hadrumentum, la cual saquearon despiadadamente y ya no volvió a ser lo que era.
A Juan Sisinios no le fue mejor, sus fuerzas fueron derrotadas y sucumbieron en zona de Tacia, cerca de la carretera de Sica a Cartago. No obstante, antes de morir Sisinos, prestó un gran servicio al áfrica bizantina, ya que personalmente mató a Stotzas, con lo que la horda bandida perdió a su mejor táctico.
El año 546 fue aciago para los africanos, ya que en Italia las cosas iban de mal en peor, tanto que Justiniano tuvo que sacar algunas tropas de África para mandarlas al frente italiano. Ni que decir tiene que las condiciones en que se sustentaban militarmente los africano-bizantinos eran muy deficientes.
El nuevo prefecto del África bizantina, un tipo llamado Aerobindo, viendo el panorama decidió quedarse tras los muros de Cartago mostrándose inoperativo del todo y esperando la ayuda de Justiniano cuando fuera posible. Pero este con los frentes italiano y el de los Balcanes muy activos, no podía esperar ayuda de ningún tipo.
Había un general bizantino llamado Guntario, el cual tenía un número importante de tropas; ¡pero este operaba tras bastidores!, esperando que la cosa se degrada lo suficiente para intervenir y poder proclamarse el salvador; pero había otro asunto, y es que este aspiraba a poder total, prescindiendo de las autoridades bizantinas quedándose él como un jefe independiente.
El emperador Justiniano I y la emperatriz Teodora
Mientras, los saqueadores africanos, faltos de su líder, seguían rapiñando por el África bizantina, fue el momento aprovechado por Guntario para proponer a uno de los jefes de los bandidos nómadas llamado Antalas, ¡un pacto!. Antalas se quedaría con la provincia de Byzacena, incluso le suministraría tropas, unos 1.500 hombres; y Guntario se quedaría con el resto del África bizantina.
Sellado el pacto, Guntario dio un golpe de mano, asesino al prefecto Aerobindo aprovechando que este había ordenado a las tropas disponibles concentrarse en Cartago y que cada ciudad se defendiera con sus propios medios. Guntario estableció un régimen de terror, separándose de Bizancio asesinando a todo el que se le oponía.
Pero el general no tenía todo el mundo de su parte, había muchos leales a Bizancio y que querían un mudo estable y no volver a los tiempos de los vándalos con represalias y asesinatos.
Entre los leales a Cartago, había un prestigioso oficial llamado Artabano, este aprovechó la celebración de un banquete, para asesinar a Guntario y a toda su “camarilla” finalizando con el terror de Guntario y sus hombres y volviendo a la obediencia bizantina.
Artabano asumió el mando, pero cuando este hombre comprobó el estado en que se hallaba el África bizantina, decidió marcharse a Constantinopla; había restaurado la obediencia a Bizancio en Cartago, ¡sí!, pero apenas contaba con tropas, los nómadas muy numerosos ellos seguían con sus depredaciones en el territorio bizantino y el leal oficial apenas contaba con tropas para hacer frente a los saqueadores, así que decidió tirar la toalla y que otro asumiera el mando.
JUAN TROGLITA
¡Sin embargo!, muy a tiempo se produjo un hecho positivo para el África bizantina, en la frontera sasánida se firmó una tregua entre ambos contendientes y Justiniano pudo traer a África un ejército al mando de un general competente, Juan Troglita.
Este ilustre soldado ya había peleado en tierras africanas anteriormente a las órdenes de Belisario, antes de ser mandado a las ardientes tierras del Oriente bizantino, donde destacó en su lucha con los persas.
Una tregua en el frente Oriental contra los sasánidas permitió al emperador bizantino Justiniano I sacar tropas suficientes para trasladarlas al africano. El ejército expedicionario reunido para ser enviado al África bizantina fue puesto al mando del Juan Troglita., por fin nuestro personaje recibía acorde con su experiencia, una misión importante, donde su resultado dependía su futuro militar.
Pero no nos equivoquemos, ya por entonces la experiencia miliar de Juan Troglita era muy importante entre los altos mandos bizantinos, y su buen hacer en el frente Oriental le reportó una fama no desdeñable. Estas virtudes no debieron pasar desapercibidas para Justiniano I, lo cual valió a Juan pasa su futuro mando en África.
Nuestro personaje desembarcó con sus tropas en Cartago en diciembre del 546, poniéndose al mando de las operaciones en el África bizantina como gobernador de la misma, ¡mucho era el trabajo que tenía en ciernes!.
Todas la provincias del África bizantina (Byzacena, Tripolitania, Numidia y Tingitana) se hallaban infestadas por las bandas saqueadoras moro-africanas o dado el vacío de poder bizantino, en franca secesión.
Juan Troglita de inmediato se aplicó a tomar las medidas necesarias, para devolver a las provincias bizantinas al orden establecido. Aplicó las medidas diplomáticas necesarias junto con el uso de la fuerza cuando fue necesario, no obstante, estas medidas no fueron nada sencillas.
La anterior experiencia de Juan Troglita en el África bizantina le sirvieron para moverse en territorio conocido, amén de saber cómo tratar con los líderes de las provincias, hartos y descorazonados porque creían que Bizancio les había dejados abandonados a su suerte.
Juan decidió resolver la cuestión empezando por la provincia de Numidia., aquí la diplomacia fue la batalla que tuvo que emplear para devolver a los lugareños a la calma. Entrevistándose con sus líderes y haciendo gala de un exquisito trato con los mismos, (junto con hacer ciertas concesiones) logró que la provincia volviera a la obediencia de Bizancio.
La provincia de Byzacena fue un asunto más espinoso, donde la fuerza militar era la única manera de devolver la paz a la zona. Aquí las bandas saqueadoras moras infestaban la provincia y campaban a sus anchas por la zona en cuestión.
Aquí acudió Juan con sus tropas, y aunque eran inferiores en número a las huestes saqueadoras, confiaba en que la disciplina y veteranía de sus tropas se impusieran al mayor número de sus enemigos.
El líder de las fuerzas moras era un tal Antalas, pero no nos engañemos, era astuto y taimado, un hombre sin escrúpulos que no toleraría que los bizantinos deshicieran todo lo que había conseguido hasta entonces.
La primera decisión del líder de los bandidos saqueadores, fue responder como de costumbre, huir hacia las regiones montañosas del Sur de la zona, buscando un lugar apropiado y favorable donde encarar a los bizantinos.
Lucha de un guerrero vándalo y uno moro-africano en el desierto de Libia
Después, decidió engrosar sus fuerzas guerreras con la unión de otras bandas saqueadoras de la zona. Logró unir a las tribus llamadas “Levates, Austures e Ifuraces”, formando una nutrida y numerosa banda de guerreros, los cuales y dada las anteriores victorias sobre los bizantinos, confiaban en poder darles una sonora lección.
En una cordillera llamada Sbeitla (Túnez), se concentraron las huestes moro-africanas junto con todas sus familias y pertrechos, incluido el fruto del saqueo conseguido hasta entonces y también varios miles de cautivos romano-africanos.
Una vez reunidas todas las fuerzas guerreras y sus posesiones, los guerreros africanos estaban con una elevada moral, confiados en la venida de las fuerzas bizantinas a las que sin duda destrozarían sin piedad.
Allí acudió Juan con su ejército trabándose un combate de poder a poder, largas horas dudó la contienda, en la que las cargas disciplinadas de la caballería pesada bizantina se sucedían sin desmayo. Juan Troglita se dejaba ver en todas las zonas del frente, animando a los soldados a que no desfallecieran en la lucha.
Finalmente los guerreros moro-africanos vieron mal el curso de la lucha, así que decidieron huir de la batalla., pero Juan era un perro de presa y no dejaría a sus enemigos huir así como así. Una concienzuda persecución se realizo contra las bandas saqueadoras, decididos los bizantinos a no dejar escapar a sus tenaces enemigos.
La persecución por las tropas bizantinas no tuvo desmayo hasta la noche, y la rabia que se aplicó a la misma fue sanguinaria, la cual a la excitación de la dura batalla, se encendió cuando se vio el terrible aspecto de los cautivos romano-africanos que tenían los africanos indígenas en su poder.
La visión eran dantesca: ancianos, niños y mujeres, todos desnudos, atados en largas cadenas y marcados como reses que se llevaban a la venta o al matadero si no servían. Esta visión por los soldados bizantinos despertó piedad sobre los cautivos y por el contrario, hizo que en la posterior persecución sobre los guerreros saqueadores africanos, no hubiera paz ni cuartel.
Juan Troglita había conseguido un triunfo clamoroso en la zona, pacificando la provincia de Byzacena y liberando un aluvión de prisioneros romano-bizantinos.
No solo esto, también estaba el apoderar del fruto del saqueo de lo conseguido por las bandas de saqueadores a lo largo de muchos años: ingentes cantidades de objetos litúrgicos, tesorillos, vestidos, aperos, muebles y otros enseres recuperados.
Entre lo encontrado fruto del saqueo, figuraban los estandartes del malogrado gobernador bizantino Solomon, muestro en el año 543 por una numerosa banda moro-africana, enseres que más tarde serían enviados a Constantinopla.
Juan Troglita se mostró duro para dar un escarmiento ejemplar a las bandas saqueadoras de la zona, y de lo que podían esperar de él si caían en sus manos y no cejaban en su empeño saqueador. Todos los prisioneros que cogió Juan fueron pasados por las armas tras interrogarles exhaustivamente.
Tras esta campaña triunfal, Juan Troglita se aplicó a su siguiente misión, la pacificación de la provincia de Tripolitania. Aquí la situación era tan grave como lo había sido en la provincia de Byzacena., a las bandas saqueadoras africanas que infestaban la región, se habían añadido otros contingentes migratorios procedentes del Gran Sirta y el Sáhara argelino.
La nutrida hueste moro-africana, liderados por un jefe llamado Carcasan, decidió invadir la Tripolitania bizantina., allí la cosecha agraria a inicios del verano estaba a punto de recogerse, lo cual vendría de maravilla a los saqueadores para aprovisionarse durante una buena temporada.
Nada más tener noticias Juan Troglita de que los moros estaban empezando a saquear la cosecha bizantina de la provincia, acudió allí en un tiempo relámpago, impidiendo que el grueso de los guerreros africanos saqueara y devastara la región.
Pero Juan no dio tiempo a sus hombres para descansar, y audazmente se lanzó a la persecución de los guerreros moro-africanos. Carcasan ante la presencia de las tropas bizantinas realizó la maniobra acostumbrada, se introdujo profundamente en el desierto, sabedor que la aridez y calor del clima en la zona, haría que los bizantinos cejaran en su persecución.
Pero Juan Troglita estaba hecho de otra pasta y su audacia no conocía límites., siguió con terquedad la persecución de los africanos que no se creían lo que ocurría. Por vez primera se vieron perseguidos por un bizantino audaz y resuelto.
Juan previsoramente, traía consigo un convoy de pertrechos con comida y agua., siguiendo la estela de la retirada de los moros a varios días de distancia, la misma llegó a la arenosa zona del Erg Oriental.
Pronto, perseguidores y perseguidos sufrieron los embates de la sed y empezaron a enfermar, pero Juan empecinadamente, realizó la persecución casi al límite de sus fuerzas.
Pero nuestro general era astuto, en ese momento retornó a un estrecho paso que separaba la llanura de Matmata y el mar. Aquí dio descanso a sus hombres, para que estos recuperaran fuerzas y esperó la venida de los bandidos, ya que el estrecho era la única zona por donde estos podían salir del ardiente desierto africano.
Al pasar por allí, Juan cayó como sobre ellos sorpresivamente., pero la batalla fue un combate que acabó, “en tablas”. Ciertamente ambos grupos estaban exhaustos tras la incursión por el desierto y las tropas de Juan no se habían recuperado de la dura travesía.
Restos de un templo romano en la localidad Libia de Cirene
Juan realizó posteriormente una serie de medidas defensivas para evitar que los moro-africanos incursionaran posteriormente por la zona. Dejó algunas guarniciones en primera línea para evitar incursiones sorpresivas, replegándose a una segunda línea donde posteriormente se prepararía la estrategia a seguir.
Juan tuvo el triste consuelo moral de haber evitado que los saqueadores se apoderaran de la cosecha agraria de Tripolitania., con ellas las poblaciones del lugar pudieron abastecerse y no pasar carestías.
Los saqueadores moro-africanos quedaron en un territorio intermedio que era el desierto y la provincia de Tripolitania, prestos a esperar el momento favorable para lanzarse sobre la provincia.
Juan Troglita como hábil militar y diplomático que era, ya tenía perfilada la estrategia a seguir en el futuro. Acabaría con las tribus moras hostiles al imperio bizantino y con las más moderadas, establecería pactos de alianza y amistad.
Por de pronto, había que abatir a los más peligrosos elementos de las bandas saqueadoras, con ello, mandaría un mensaje a todas ellas, sabedoras de lo que les podía ocurrir si se mostraban hostiles con Bizancio y el mismo Juan estaría allí para hacer cumplir la ley de imperio bizantino.
Juan marchó a la capital de Cartago, tenía la intención de reunir un número suficiente de hombres para la campaña de los meses siguientes, la cual se le antojaba crucial para el futuro de las provincias bizantinas., además tenía a las tribus moras fijas en un sitio, donde podía seguir sus movimientos si estas se ponían en marcha.
La campaña reclutadora no tuvo demasiados alientos, de Bizancio no se recibió nada, entre la población romano-africana el reclutamiento fue escaso. A tal punto Juan se vio desesperado que contrató los servicios como tropas auxiliares de la tribu moro-africana liderada por un tal Ifisdaias, que hasta hace poco era un enemigo declarado.
Era primavera del 548 cuando Juan Troglita y sus tropas se pusieron en movimiento para acabar con las fuerzas moro-africanas., llegando finalmente a la llanura de Mamma.
La situación de Juan era un tanto peculiar, ya que con un ojo vigilaba al enemigo y con otro vigilaba a su nuevo aliado, el tal Ifisdaias, del cual no se fiaba un pelo y al que solo había recurrido, dado la carestía de fuerzas que sufría.
Las fuerzas moras se encontraban en un macizo montañoso, lindando con la provincia de Byzacena. Tas sofocar un motín entre sus tropas, (lo cual da a entender la tensión que se vivía en la expedición) Juan llegó al macizo montañoso con sus fuerzas, y decidió la estrategia a seguir:
Primero llevaría a sus hombres (sin los auxiliares moros que le acompañaban, no se fiaba de su aptitud en batalla y de si esta se tornaba en su contra, no le intentaran atacar por la espalda) al pie del asentamiento de los africanos, estos liderados por Carcasan.
El lugar se llamaba “Los Campos de Catón”, y allí se dio la batalla entre ambos contendientes. La batalla fue un tanto alocada, pero Juan Troglita no se dejó llevar por la prisa de derrotar al enemigo y conservó la cabeza fría.
Las huestes moro-africanas se lanzaron en un arrollador ataque sobre las líneas bizantinas, donde la infantería aguantó la envestida enemiga. Acto seguido la caballería pesada bizantina flanqueó a la fuerza atacante y se dirigió al campamento moro, el cual quedó arrasado por completo.
La caballería ligera mora quiso ayudar a las fuerzas del campamento, pero cuando estas llegaron al mismo fueron recibidas con una lluvia de flechas. La batalla se decantó finalmente del lado bizantino, las fuerzas moras fueron aniquiladas por completo., pero el precio que pagaron las fuerzas bizantinas fue enorme, quedando en una debilidad militar manifiesta.
Pero lo importante era que Juan Troglita había ganado, y que durante mucho tiempo las razias moro-africanas cesaron por completo. El líder de los saqueadores Carcasan y 17 jefes suyos fueron muertos en la batalla, la cabeza de Carcasan fue clavada en una estaca y llevada a Cartago como parte del desfile ceremonial que se celebró por el triunfo bizantino.
El resto de las tribus moro-africanas supervivientes, sabedoras que se hallaban ante un líder duro e irresoluto, acudieron resignadas a rendir pleitesía al vencedor. Gracias a Dios, estos no se dieron cuenta de que su unión podía haber acabado fácilmente con el resto de las muy debilitadas fuerzas bizantinas.
La acción de Juan Troglita fue tan acertada, que durante los siguientes 20 años, la población romano-africana no sufrió incursión alguna por parte los guerreros moro-africanos.
No obstante, Juan empezó ahora a sentar las bases de una paz duradera y estable entre la población romano-africana y las tribus moro-africanas que deseaban asentarse en territorio bizantino para vivir en paz.
Juan sabía que el contingente militar-civil del África bizantina, estaba debilitado de modo alarmante y que su posterior recuperación numérica se tornaba casi imposible, así que decidió que éste se cuidara en lo sumo, ¡de la mejor manera posible!.
El imperio bizantino en su máxima expansión año 565
También intentó reforzar la población con las tribus indígenas de talante moderado, ya que las zonas despobladas en el territorio africano-bizantino eran abundantes, y cuando antes fueran repobladas, mejor ayudarían en su defensa posterior.
Para los saqueadores hostiles del otro lado de la frontera bizantina les mandó Juan Troglita un mensaje claro de lo que les esperaba si intentaban cruzar dicha frontera., los moro-africanos entendieron el mensaje, y salvo los moderados que quisieron comerciar con los bizantinos y si era posible asentarse en sus zonas, no hubo hostilidad alguna por parte de los saqueadores africanos.
Juan Troglita procedió a una profunda reorganización administrativo-político-militar del África bizantina, acorde con los nuevos tiempos y disponibilidades de que gozaba la zona por entonces., las medidas fueron sabias, y les permitió a los bizantino-africanos de gozar de un periodo de paz estable y duradera, algo que se agradecía después de tantos años de sufrimiento y que permitió cierta prosperidad entre la población.
No estoy muy seguro, pero es posible que Juan Troglita por la acción destacada y por su campaña brillante, fuera recompensado con el rango de “Patricio”, aunque no lo puedo asegurar con rotundidad.
La red de fortificaciones que había creado el anterior gobernador Solomon, fue reparada y reforzara por Juan Troglita, para una mejor defensa de la frontera sur bizantina.
Juan ahora podía seguir gobernando el África bizantina ahora con una paz estable, por desgracia, no pudo durante mucho tiempo gozar de su triunfo. En el año 552, Juan seguía gobernando en paz su zona de mandato., tanta era la tranquilidad, que se decidió que intentara ayudar en la dura lucha que se mantenía Bizancio contra los territorios que los ostrogodos mandados por su rey Totila, concretamente sus islas de Córcega y Cerdeña.
Juan Troglita era el candidato ideal para hacerse con dichos enclaves ostrogodos, ya que era un general y un táctico de los mejores del imperio y las dos islas en cuestión no se hallaban muy lejos de sus posesiones de gobierno.
Juan organizó una expedición con una flota y fuerzas suficientes para intentar una conquista con garantías. No hay mucho escrito sobre dicha expedición., parece que no tuvo fortuna, parece que fue derrotado y tuvo que volver a territorio africano.
Poco después por causas desconocidas, ese mismo año del 552 fallecía nuestro ilustre personaje, siendo enterrado con gran pompa y elogios en la ciudad de Cartago por sus agradecidos súbditos.
En el año 563 hubo un leve momento tenso cuando un líder moro llamado Coutsina acudió a Cartago para recibir una subvención que recibía de manera regular por los servicios prestados a Bizancio; pero el nuevo gobernador llamado Juan Roganitos no se le ocurrió nada menos que asesinar al nómada por su insolencia de pedirle dinero a él.
Estalló una nueva rebelión, si bien no como las de antaño; se destituyó al incompetente Rogatinos y fue sustituido por un sobrino de Justiniano llamado Marciano, el cual acabó con la rebelión.
Por aquellos años de la conquista africana de Bizancio en la zona Noroeste, los bizantinos buscaron consolidar aquel flanco como estrategia de dominio norteafricano. La base de Septem (la actual Ceuta) fue un puerto estratégico de primer orden en la zona que en un futuro sería la provincia de Tingitana.
Septem, antigua posesión vándala hacía muchos años, había sido conquistada por un pequeño destacamento (de unos 500 hombres) bizantino en el año 534, aprovechando que la fortaleza estaba escasamente guarnecida y fortificada.
A lo largo de varios años, Justiniano que había encontrado ese lejano reducto bizantino de valor estratégico, decidió poco a poco fortificarle, instalándose una pequeña guarnición mixta de infantes y tropa de marinería y procediéndose a la vez a reforzar sus defensas de modo considerable, construyendo un nuevo reducto para ello, a la par que se arreglaba y mejoraban sus muros de protección.
También se dotó a Septem de naves de combate (dromones), por lo que se convirtió en una especie de base naval que cubriera las posiciones bizantinas en ese lugar tan alejado. Casi se puede decir que Septem quedó protegida como una especie de Constantinopla en miniatura, lo cual clarifica la importancia que Bizancio dio a la ciudad.
La presión que los visigodos ejercían por la zona cercana al Norte de África, (no olvidemos que Bizancio conquistó el Sur de Hispania entre los años 554 y 556, no siendo expulsada totalmente hasta el año 624) hizo que los efectivos en la zona aumentasen o disminuyesen según el estado de alerta en la zona.
Así tenemos constancia de que en la plaza de Septem, entre los años 575 y 585, la disminución de la presión visigoda en el Sur de Hispania y el estrecho de Gibraltar y la base naval de Septem, parte de los efectivos destinados en la ciudad fueron transferidos a otros frentes donde eran necesarias.
Gracias a que no hubo de momento una reacción enérgica por parte de los hostiles visigodos, la reacción más tarde de los mismos en el año 548 por parte del rey Teudis, (ya estos no veían con buenos ojos tener como vecinos a los bizantinos, máxime cuando estos eran una potencia militar) el cual envió una expedición para tomar Septem, ésta se vio avocada al fracaso, al estar los bizantinos bien consolidados en la zona.
Ruinas de la fortaleza africano-bizantina de Ksar Lemsa
En la zona Oriental del Norte de África donde se dilucidaba la suerte del imperio de Bizancio, en la zona Occidental, aunque más tranquila, también tenía sus sucesos y vicisitudes. La conquista del imperio bizantino en la zona Oriental en torno a la capital de Cartago había sido relativamente consolidada, sin embargo, en las zonas más apartadas de la zona Occidental, tal consolidación distaba mucho de ser sólida.
En la región bizantina de Mauritania, antaño perteneciente al imperio Vándalo, ahora ejercía el poder un tal Mastindas, hombre fuerte que gozaba de una autonomía total de gobierno, el cual es posible que reconociera la autoridad de Bizancio, solo a cambio de un poder casi independiente de la Metrópoli de Constantinopla., no obstante, el rey destilaría cierto rencor al nuevo poder reinante, solo apaciguado con su autonomía en el gobierno.
Entre los años 534 y 539 la efigie del rey en las monedas de Mauritania, sugieren que el rey estaba facultado para recaudar impuestos, organizar fiscalmente el reino, con su tesoro y erario público incluido. Como parte del reconocimiento de Mastinadas a Bizancio, el símbolo de la cruz se hallaba en las monedas, de lo que se suponía que el rey y el pueblo mauritano habían abrazado la religión cristiana como parte de la integración a Bizancio.
La amplia autonomía de la región de Mauritania dejó translúcido una cierta dejación de poder de Bizancio en la zona, lo cual llevó a los bizantinos a poner fin a aquel desarreglo en la región de la “Cesarea mauritana”.
Un rey indígena llamado Garmul que gobernaba con una apreciable autonomía, por lo visto no estaba contento con el grado de gobierno del que disfrutaba, por lo que entró en tratos con los visigodos, con los que Bizancio andaba con unas relaciones bastante tirante.
Primero fueron acciones de piratería por las islas Baleares, y luego acciones conjuntas en territorio bizantino; los visigodos en Hispania y los partidarios de Garmul en territorio africano. La diplomacia consiguió que los visigodos se retiraran de la ofensiva, pero con los indígenas mauritanos, hubo que recurrir a la fuerza.
Pasar a las armas costó unos años, pero a finales de los setenta, los bizantinos estaban preparados; un general bizantino llamado Gennadio llevó la campaña adelante. La victoria no fue fácil, ya que los indígenas formaban una tropa importante, amén de que conocían el terreno palmo a palmo y tenían pericia en el arte de la guerra; ¡no obstante!, parece que aunque costó, finalmente los bizantinos acorralaron Garmul y acabaron con él y su ejército.
Gennadio quedó como gobernador del África bizantina durante unos años y durante su firme mandato no hubo problemas entre las tribus moras, incluso en el año 582 se permitió el lujo de mandar tropas al Egipto bizantino, ya que las tribus moras de los “Laguatan”, estaban incursionando por la zona.
En el año 590 realizó un ataque como demostración de fuerza entre las tribus moras que habitaban al sur de la región de Tripolitania. En aquel mismo año el emperador bizantino Mauricio creo la figura del “Exarca”, gobernador de zonas bizantinas fuera del territorio metropolitano, que por su peligro y lejanía necesitaban de un hombre que con amplias atribuciones civiles y militares, gobernara con resolución el área a su cargo.
El territorio abarcaba todas posesiones del África bizantina excepto Egipto; Gennadio mismo por su buen hacer hasta entonces en África, fue premiado con el honor de ser hasta el año 600 el primer “Exarca” de lo que se denominó “Exarcado de África”. En esa fecha le tocó el honor de sustituirle otro hombre de valía, un veterano general llamado Heraclio que se había distinguido en las campañas contra el imperio sasánida.
HERACLIO “EL VIEJO”
El gobierno de “Heraclio el viejo”, (llamado así por diferenciarse del nombre de su hijo, que se llamaba igual que él y que lógicamente era llamado “Heraclio el joven”) fue un gobierno muy bueno, ya que recibió de Gennadio una región próspera y pacífica.
¡Efectivamente!, el medio siglo de gobierno desde que Juan Troglita derrotó por completo a las tribus moras en el año 546, había hecho que el comercio y la agricultura renacieran con fuerza. No podría desde luego llegarse en equivalencia a la época en que gobernaba Roma, pero en líneas generales la situación había cambiado mucho desde los terribles años de saqueo de las tribus nómadas del desierto.
El comercio marítimo estaba en pleno auge, Trigo, aceite, vino etcétera eran exportados en cantidades sustanciales al resto del imperio bizantino; las rutas terrestres habían sido mejoradas y eran seguras, la pesca también conocía un nuevo renacer. En líneas generales se podía hablar de riqueza; riqueza que proporcionaba impuestos a las arcas estatales.
Sin embargo, un hecho en el año 602 iba a empañar la alegría de Heraclio el viejo. Emperador Mauricio había sido derrocado por un oficial bizantino llamado Focas.
Y no solo eso, el Tal Focas que ostentaba el grado de centurión había ordenado el asesinato del emperador y toda su familia, para que nadie se le opusiera en su intento de ser proclamado emperador, acto que consiguió ya que atenuaba en si un carisma innato que logró agrupar en su entorno a los descontentos del emperador Mauricio, ¿Por qué se había producido esta rebelión?, ¡vayamos a ello!.
El gobierno del emperador Mauricio no había sido un camino de rosas, había batallado duramente contra numerosos enemigos, eslavos, gépidos, ávaros y persas jalonaron numerosos combates de los que no siempre salió victorioso, pero a los que opuso sus grandes dotes como general. Lo malo es que esto también hizo que las mermadas arcas del tesoro se resintieran considerablemente, con lo que tuvo que aplicar economías en muchos sitios incluido en el sueldo de los soldados, con el consiguiente descontento entre la tropa.
Soldados bizantinos siglo VI
En torno al año 600 se produjo un suceso en los Balcanes que fue el detonante de la rebelión militar, la tribu de los ávaros tenía en poder suyo a 12.000 soldados bizantinos, y exigió un rescate por ellos, Mauricio con las arcas esquilmadas por las frecuentes guerras se negó al pago, por lo que los ávaros procedieron a masacrar a tan improductivos cautivos, sabiendo que no podían generar beneficio alguno.
Esto causó un enorme malestar entre la tropa, ¡ya sabían lo que les esperaba si caían prisioneros de los ávaros!.
Esto unido a que los soldados ya estaban cansados de tanta lucha y que el causante de todo ello era Mauricio, hizo que las tropas acantonadas en sus cuarteles de invierno en el río Danubio en el invierno del 602, a la espera de, ¡quizá!, una nueva campaña primaveral, hizo que se exaltaran los ánimos ya de por sí muy tensos, explotando todo en una gran rebelión, la cual el astuto Focas supo encauzar en su persona, cuyo primer acto fue dirigirse velozmente a Constantinopla para tomar desprevenido al emperador y acabar él y con toda su familia.
De todo esto fue informado Heraclio el viejo, ante lo cual estudió seriamente la situación de manera calculada llegando a la siguiente conclusión, ¡había que esperar!.
Intentar un derrocamiento del nuevo emperador era imposible, ¡ahora no!, él era el que les había salvado de las constantes guerras a las que les había enviado Mauricio, y sustituir a su salvador por un militar de la misma condición que Mauricio no habría sido tolerado por los soldados bizantinos.
No obstante Heraclio el viejo jugó sus bazas, en el Exarcado de África gozaba no solo del poder civil y militar, sino también con el apoyo de la población, un poder casi total, por lo que el nuevo emperador no osó destituirle, ¡aunque le hubiera gustado poner a alguien de su confianza en lugar del viejo general!, además este sabía que había sido leal al 100 % al anterior emperador, y que por el contrario, solo le obedecía a él, de manera hosca, ¡pero así estaban las cosas!.
Heraclio el viejo tenía que esperar a que la fruta madurase, esperar a que el nuevo emperador cometiera errores de bulto, y él estaría presto para salta cuando la ocasión se presentara favorable.
Además, sus fuerzas militares aunque excelentes no eran muy numerosas, los cálculos para el año 559 arrojaban la cifra de 15.000 hombres, y en los años de Heraclio, puede que la cifra fuera de similares características, para enviar a Constantinopla un contingente militar poderoso que derrocase al emperador tenía que hacer un acopio de soldados que ahora mismo no podía hacer.
Otra prueba de la hostilidad que Heraclio manifestaba al nuevo emperador era que durante su reinado, en el Exarcado de Cartago, no se emitió moneda bizantina con la efigie de emperador Focas.
También aunque se mantuvo contacto con la metrópoli, Heraclio afianzó su poder de manera más estrecha que con el emperador Mauricio, de manera que casi se podía decir que el Exarcado de Cartago, era una región independiente del imperio bizantino.
El gobierno de Focas podía haber dado cierta paz al imperio, pero lo cierto es que el nuevo emperador gobernó con un despotismo y crueldad inimaginables, ahogando en sangre toda la oposición en su contra, cuya víctima primera fueron los colaboradores del emperador Mauricio, siguiendo después contra toda persona que siquiera le mirara de mala manera, provocando en la corte de Constantinopla un clima irrespirable de tensión y angustia que se propagó por todo el imperio.
Para colmo de males, los enemigos de imperio, los persas y los ávaros en particular, viendo que el imperio ya no estaba en manos de un gobernante acertado, sino en manos de un bobalicón, tantearon las fronteras para ver como reaccionaban los bizantinos.
Por desgracia, Focas, fue tan cruel con sus oponentes, como inoperante con los enemigos de Bizancio, así que el astuto rey persa Cosroes, aprovechó la ocasión para invadir las fronteras de Oriente por la región de Anatolia sin casi oposición, mientras que eslavos y Avaros realizaban operaciones de devastación en los Balcanes también con poca resistencia bizantina, todo esto bajo la mirada del inoperante Focas, sin que hiciese nada al respecto.
Estamos en el 608 cuando Heraclio el viejo se dispone por fin a dar el golpe de timón, el descontento en el imperio es generalizado, y aunque Focas cuenta con apoyos, Heraclio se siente (después de realizar los preparativos necesarios) con fuerzas para derrocar al tirano y de paso, vengar a Mauricio, por el que sentía respeto y aprecio.
El no partirá con la expedición que marchará a Constantinopla, está demasiado mayor para una empresa de ese auge, además alguien tiene que proteger el Exarcado de Cartago si las cosas fallan.
En ese caso, proclamaría la independencia del Exarcado de Cartago, contaban en la zona con los recursos para subsistir y defenderse con total garantías para él y sus conciudadanos, ¡pero esto solo sería en el peor de los casos!, tenía plena confianza en esta expedición, ¡tenía santa base!. Aquí es donde nuestro Heraclio, “Heraclio el joven”, entra en escena gozando de la plena confianza de su padre, el cual le pone al mando de la expedición.
Efigie del emperador Mauricio I
Heraclio el viejo, sabedor de que en Constantinopla la situación está que arde, en un alarde de astucia da un golpe de importancia para tambalear a Focas de su trono, procede a retener en el puerto de Cartago el envío regular de trigo que hacía que los habitantes de la capital estuviesen bien alimentados y obedientes al emperador.
Esto produjo que pronto, al no tener unas reservas trigueras adecuadas, empezase a hacer acto de aparición el hambre en la Capital, corriendo el suceso como reguero de pólvora por las regiones circundantes y provocando el descontento general en la capital bizantina.
Focas estaba furioso, pero eso era lo único que podía hacer, ¡enfurecerse!, ya que adoptar cualquier tipo de iniciativa que propiciase el aplastamiento de cualquier rebelión militar o hacer frente a los enemigos que invadían sus fronteras estaba fuera de su capacidad.
El solo podía garantizar al 100% la fidelidad de la capital o ahogar cualquier sedición en la misma, ¡pero nada más!, y con el acto de Heraclio el viejo, esta misma estabilidad estaba en trance de desaparecer.
Mientras tanto en el imperio se sucedían los desastres, los persas invadían ya de manera generalizada las fronteras orientales sin práctica oposición, Siria, Armenia, Egipto eran ocupadas y devastadas sin piedad mientras Focas no hacía nada al respecto.
Heraclio el viejo, con las tropas a su mando y las que pudo reclutar e instruir (el elemento romano civil en áfrica fue un componente muy valioso para nutrir las fuerzas romano-bizantinas del Exarcado de Cartago) en el Exarcado, fueron enviadas en dos frentes. Una expedición partió para asegurar las regiones orientales del África bizantina; Tripolitania, Cirenaica y Egipto.
Las dos primeras provincias fueron de fácil conquista, sus elementos se pasaron a los dos generales de Heraclio, Nicetas y Gregorio, pero Egipto opuso resistencia, a pesar de que también contaron con gente a favor de los rebeldes, en particular las fuerzas de un general llamado Platón, y que fueron apoyadas por un oficial llamado Bonakis, el cual fue enviado por Nicetas en avanzada para apoyar a los rebeldes y al mando de unos 2.000 hombres.
Estos hechos provocaron una guerra civil en Egipto, ya que el gobernador de Egipto ofreció resistencia, pero parece que fue derrotado en las orillas del río Nilo, cerca de Alejandría. La llegada de Bonakis fue vital, ya que su presencia sirvió para que la rebelión triunfara en Egipto y también en la zona de Palestina, sin contar con que de paso se apoderó de la estratégica ciudad egipcia de Alejandría.
Parece que la rebelión triunfaba en todo su apogeo, los rebeldes se hacían con todo Egipto poniendo en manos de Heraclio el viejo el control de toda el África del norte en su poder, pero en Siria, un general llamado Bonosos, fiel aliado de Focas, ¡todavía tenía algo que decir!. Partiendo de Cesaría Marítima, la base del ejército Bizantino en esa provincia, y con una fuerza poderosa, marchó hacía Egipto para restablecer el control y de paso, arrasar con todo al que se le opusiera.
Actuando de manera despiadada y para escarmentar a la gente, allá por donde pasaba, colgaba a todo sospechoso de confraternizar con los rebeldes. Los rebeldes de Egipto, Platón, Bonakis y algunos más se opusieron a Bonosos, en espera de la llegada de las fuerzas de Nicetas y Gregorio, pero fue demasiado tarde, inferiores en número, fueron aplastados y hechos prisioneros por Bonosos, el cual los ejecutó tras horribles torturas.
El general Nicetas que formaba parte de las unidades militares enviadas por Heraclio el viejo llegó primero a Egipto, pero se vio sorprendido y empujado a ciudad marítima de Alejandría por las fuerzas de Bonosos, el cual, procedió a asediar la ciudad. No obstante, Nicetas no se arredró, y con sus fuerzas y todas las que se hallaban en la ciudad, se defendieron de manera enérgica, apoyados también por los muros de la ciudad.
Bonosos intentó en vano expugnar la ciudad, toda la población civil y militar apoyaba a Nicetas, defendiéndose vigorosamente de sus tropas, ¡es más!, Nicetas viendo que su oponente no podía entrar en la ciudad, ¡de manera osada!, se dedicó a realizar salidas en la ciudad con el ánimo de hostigar a las tropas de Bonosos, las cuales realizó de manera brillante y desmoralizadora para el enemigo.
Bonosos vio que con el tiempo la cosa se degradó en su contra. No podía tomar la ciudad, el enemigo efectuaba salidas de la ciudad con fortuna, haciendo de paso que sus soldados no vieran el resultado tan claro, por lo que empezaron a menudear las deserciones en su bando.
De resultas se encontró con la alarmante disminución de sus tropas, esto no ofrecía nada bueno para él, así que, ¡decidió tirar la toalla!, embarcó en un barco dejando a lo que quedaba de sus tropas, y se dirigió a Constantinopla para informar a Focas de lo sucedido, (previamente había intentado desembarcar en Palestina, pero fue rechazado habida cuenda de la crueldad con que se manejó allí recientemente en su paso a Egipto) allí se encontró con que la rebelión también había estallado en la ciudad, si bien con poca fuerza, esto le hizo comprender que dicha rebelión, había alcanzado grandes proporciones.
Lucha entre un soldado bizantino y uno sasánida siglo VI
Tras el afianzamiento definitivo de la zona africana para Heraclio el viejo, su hijo, Heraclio el joven, tras una emocionada despedida, partió en una expedición marítima desde Cartago, para desembarca en Constantinopla, y dar el golpe de gracia al tirano llamado Focas.
La componían varios millares de hombres, y se la jugaban el todo por el todo a una baza, en la esperanza de que la capital los acogiera relativamente bien, porque de lo contrario, la expedición estaba condenada al fracaso.
La flota de Heraclio el joven enfiló camino de Constantinopla en la primavera del 610, pasando por las islas de Malta, Sicilia y Creta llegando al puerto de Tesalónica, ya en el continente en el verano, situado al sur de Constantinopla, aquí recibió el refuerzo para sus tropas de algunos milicianos de la ciudad descontentos con Focas.
Allí Heraclio planeó la estrategia a seguir donde además tuvo la noticia de que Focas había despachado una gran flota para retomar la ciudad de Alejandría. Esto animó mucho a Heraclio, ya que le permitía realizar un desembarco en la capital sin oposición naval, aunque era consciente de que había numerosas tropas de Focas en la ciudad, ¡pero tenía confianza en el éxito de la expedición!.
Cerca de Ábidos tuvo alguna escaramuza sin importancia con alguna flotilla leal a Focas, pero sin relativa importancia, dada la mayor envergadura de su flota, tras desembarcar, y tomar algunas fortalezas cercanas al estrecho que dominaban a Constantinopla, en particular Heraclea y Cizico, procedió a marchar por tierra a Constantinopla. Cerca de Constantinopla, se encontró con un grupo de senadores fugitivos de la ciudad, habida cuenta del caos que dominaba la ciudad.
Las fuerzas de Heraclio se encontraron en las afueras de la ciudad con el ejército de Focas el 3 de octubre, estos últimos estaban listos para hacer frente a los rebeldes.
El enfrentamiento podía tener consecuencias impredecibles para los expedicionarios, ya que los hombres de Focas eran numerosos y bien experimentados, y tenían las murallas de Constantinopla como excelente cobertura defensiva, ¡un ataque ciego sobre ellos podía dar al traste con la expedición!, por muy valientes que fueran las tropas de Heraclio.
Focas se enteró de que los rebeldes estaban en las afueras de la ciudad, para colmo de males la insurrección había estallado con fuerza en la ciudad, los desórdenes se multiplicaban llegando Focas a la conclusión de que su presencia en la ciudad era peligrosa. El general Bonosus, al mando de algunos regimientos intento hacer frente a la rebelión interna pero sin éxito, intentó escapar pero fue capturado y muerto.
Focas ya solo dominaba el palacio, contando con la guardia de los “excubitores” como única unidad militar leal. Focas confiando en sus leales, decidió marchar con rumbo desconocido de la ciudad, pero fue engañado y llevado al barco donde Heraclio le estaba esperado. Heraclio le dijo:
“¿Qué has hecho del Imperio?, ¿te parece que así es como debe gobernar un emperador de Roma?”.
A lo que lacónicamente respondió Focas:
“¡Seguro que tú lo harás mejor!”.
Heraclio ordenó que le cortaran la cabeza y clavándola en una pica, la llevaron por las calles de la ciudad entre el regocijo generalizado. Se había puesto fin a un gobierno caótico y despótico que tanta sangra inocente había derramado.
Las tropas africanas de Heraclio y las de Focas que estaban frente a frente a las afueras de la ciudad, se fundieron en un abrazo cuando conocieron las buenas nuevas, todas las operaciones militares referentes a la rebelión cesaron al fin.
Heraclio fue proclamado emperador, aunque el resistió, habida cuenta de que la patata caliente que heredaría haría retroceder al más valiente. Los persas atacando por Oriente y los avaro-eslavos por la zona del Danubio, no era plato de buen gusto, pero Heraclio tras rechazar la corona otros aspirantes, accedió a hacerse cargo de la gran responsabilidad que se le ofrecía. Las buenas nuevas llegaron a África con la coronación de Heraclio el joven, Heraclio el viejo, aunque no pudo disfrutar mucho del regocijo de ver a su hijo convertido en emperador, (fallecería poco después) si que vivió para verlo.
Tras la toma de poder, Heraclio solo podía fiarse de las tropas africanas y egipcias que le habían seguido en el periplo de la expedición marítima que le había llevado al trono bizantino, los peligros eran enormes con la doble ofensiva que amenazaba al imperio, por lo que de inmediato procedió a afianzar su poder y a efectuar una completa restructuración del ejército, con vistas a aplastar a sus enemigos.
Heraclio el joven se encontraba frente a la doble ofensiva avaro-sasánida, por lo que le fue imposible enviar de vuelta a las tropas africanas de vuelta a sus hogares, no solo eran buena, sino que era en las que más confiaba, y con la guerra en todo su cénit, no podía desprenderse de tales tropas. Se dice que alguna unidad militar volvió, pero es poco probable, dada la enorme tarea que tenía Heraclio en ciernes.
Mientras Heraclio el joven tenía sus problemas, Heraclio el viejo aunque no tantos como su hijo, tuvo algunos momentos de intranquilidad. Los visigodos, ¡intentando pescar en río revuelto!, quisieron desembarcar en el norte de África, pero parece que la cosa se quedó en un susto y no llevaron a cabo la amenaza.
Mosaico en el que se muestra un jornalero del campo (siglos V-VI)
En el corazón del África bizantina tras la marcha de su hijo, en Cartago Heraclio el viejo seguía gobernando con firmeza, ya que su territorio estaba en paz; pero también era consciente que tenía un número de tropas muy limitado para hacer frente a cualquier amenaza. Parte de las tropas africanas estaban combatiendo con su hijo a los avaro-sasánidas y otra parte estaba en Egipto combatiendo a los sasánidas, por lo que su capacidad de acción ante un peligro era muy corta.
Afortunadamente, las tribus moras estaban muy tranquilas, muchas de ellas habían abrazado la fe cristiana y se habían amoldado a un modo de vida civilizado, olvidando las rapiñas del pasado en territorio bizantino; incluso algunas de ellas estaban asentadas en territorio bizantino, llevando una vida sedentaria y tranquila.
Heraclio el viejo falleció, como comenté, tras ver coronado a su hijo como emperador. Le sucedió Gregorio, que continuó hasta el 617 y a éste le sucedió un tal Nicetas, que ejerció hasta el año 629.
Dos generaciones de la misma familia en el cargo tuvieron ocasión de crear un vínculo extraordinario del que evidentemente los heráclidas y el emperador a la cabeza, nunca quisieron desprenderse, ¡un claro ejemplo de nepotismo!, pero que el buen hacer en su gobierno, hizo que se pasase por alto.
Al África bizantina todavía le quedaba algunos decenios de vida hasta la invasión del pueblo árabe, sin embargo prefiero concluir aquí, ya que por entonces estaba el África bizantina en un periodo de gran esplendor en muchos aspectos, que se coronaron un año más tarde, cuando en el 630 el emperador Heraclio el joven pudo afirmar con alegría, que la paz reinaba en los cuatro rincones de su imperio.
La paz se instauró nuevamente en el territorios africanos bizantinos, pero no iba a ser por mucho tiempo, ya que en Oriente, en la Península Arábiga se estaba gestando un poder político-religioso de corte militar, que se lanzaría con una expansión difícil de parar, la cual sería sufrida por innumerables pueblos desconocidos, que nada conocían ni comprendían de la nueva religión “musulmana”.
Al grito de “no hay más Dios que Ala, y Mahoma es fu profeta”, se lanzaron todos los fieles de la nueva religión, a una expansión militar sin precedentes, dispuestos a llevar la palabra del profeta Mahoma por todo el mundo conocido, ¡solo las armas podrían detener tamaña marea!.
La nueva religión se gestó en la Península Arábiga, y fue un hombre llamado Mahoma el creador de la misma., Mahoma tuvo una visión del ángel Gabriel, en la cual Describió esta visita como un mandato divino, donde tuvo que memorizar y recitar los versos enviados por Dios, los cuales transcribió en un libro llamado “el Corán”, el cual se convirtió en la biblia de los musulmanes.
Mahoma murió en el año 632, pero esto no fue el fin de la nueva religión, sus files se encargaron de transmitir la misma a todos los que pudieran, el caso es que para ello utilizaron la conquista para ello, a fin de asegurarse de que en los territorios controlados por ellos, no hubiera duda y dejación en el ejercicio de la nueva religión.
La muerte en batalla para los nuevos “musulmanes” no fue un impedimento y una tragedia, ¡al contrario!, la muerte en batalla prometía que el muerto recibiría y disfrutaría en el Paraíso de una vida plena y satisfactoria, por lo que los nuevos soldados musulmanes que se encargarían de realizar la expansión militar, no tendrían miedo de morir luchando por su religión, ya que serían recompensados en el más allá.
Esto hacía a los nuevos soldados tremendamente peligrosos, lo cual no era óbice para que fueran unos soldados de primer orden, la diferencia era que los musulmanes no repararían en bajas para poder llevar a cabo sus fines.
Tras expandirse por la Península Arábiga, le tocó el turno a todo el Oriente, los imperios Sasánida y las posesiones del Imperio de Bizancio en el Este fueron sus primeras víctimas, a lo largo de la década de los años treinta del siglo VI, todas las posesiones de ambos imperios fueron conquistadas por los musulmanes.
Pero en la misma expansión, los musulmanes penetraron en el Egipto bizantino, el cual para el año 641 conquistaron por completo. La resistencia bizantina había sido débil, así que los musulmanes objetaron que no había motivo para detenerse aquí, así que decidieron progresar más al Oeste…. A los territorios del África de Bizancio.
Como se ve, aunque la paz existía en los territorios bizantinos, no fue muy largo el periodo de paz del que estos pudieron disfrutar., además, las luchas intestinas por el poder en Constantinopla amenazaron con que casi solo ellos tendrían que aprestarse a la defensa, poniendo en juego sus propios recursos disponibles.
Los musulmanes, liderados por el conquistador del Egipto bizantino, el jeque Amr ben Al-Âs, iniciaron primero una etapa de tanteo sobre las posiciones bizantinas. Los musulmanes eran pacientes, y sabedores de que el poder militar bizantino en África era relativamente débil, no osaron poner en peligro la conquista con ataques temerarios y sin cabeza.
Las zonas más occidentales del África de Bizancio y por lo tanto las más expuestas, fueron las que primero recibieron los embates de los guerreros musulmanes., concretamente las provincias de Cirenaica y Tripolitania fueron las que recibieron primero su visita.
Hasta el año 647 los musulmanes desarrollaron una política de tanteo sobre las defensas bizantinas sin efectuar una política en profundidad de conquista, sino de “ablandamiento” de las zonas fronterizas del territorio más Occidental del África bizantina.
Soldados bizantinos siglo VI
El jeque Amr (conquistador de Egipto) intentó primero calibrar la fuerza de las defensas del territorio de Cirenaica. Los africano-bizantinos, sabedores de la presencia de los musulmanes en las cercanías y también conocedores de que esta zona sería la primera en ser tanteada por los musulmanes, habían efectuado preparativos defensivos para la ocasión, amén de poner a los “limitanei” de la zona en estado de guerra.
El “limes” de la zona fue cerrado y sometido a vigilancia extrema, nuevos puestos defensivos fueron creados en la comarca de lo que hoy es la actual Tobruq, los cuales fueron sometidos a tanteo por los musulmanes. La tropa limitanei bizantina respondió bien a los ataques musulmanes, imposibilitados estos por la recia defensa bizantina, tuvieron que contentarse con pequeñas escaramuzas.
También los musulmanes lucharon más al Sur con idéntico resultado, concretamente en el entorno del oasis de Siwa, los combatientes musulmanes eran elementos de origen bereber en vías de cristianización, tal vez pertenecientes a la tribu Lawâta.
Es en el verano del 643 cuando las operaciones bélicas de los musulmanes se vuelven más en serio., una nutrida columna de aguerridos guerreros musulmanes fueron trasladados desde las bases de Mesopotamia para participar en las luchas en el África bizantina.
Con estos refuerzos, la labor de Amr se tornó más sencilla, éste se lanzó en tromba sobre el saliente del golfo de Sirte, tomando con excesiva crueldad las distintas ciudades de la zona de Pentápolis.
Los musulmanes desplegaron en la lucha un valor rayano en la temeridad, acorde con las promesas de que irían directos al Paraíso al morir en combate, con lo cual no ahorraron esfuerzos en cumplir con los objetivos que los mandos imponían a los guerreros musulmanes.
Una tras otra fueron cayendo las cinco ciudades de Pentápolis: Apolonia, Ptolemaida, Cirene, Teuquira y Berenice., su sufrimiento fue muy intenso, ya que la defensa que de las mismas hicieron fuerzas limitanei y civiles africano-bizantinos fue valiente y desesperada al mismo tiempo.
Las ciudades fueron objeto de salvajes destrucciones, ciudades antiguas y hermosas que llevaban más de ocho siglos sin ver ningún tipo de guerra y menos aún en ese grado de místico ardor que desplegaron los guerreros musulmanes en combate.
Apolonia, por entonces la capital desde el año 450 de la zona de Pentáoplis, y antaño muy famosa por su impresionante templo de Apolo, tendría por aquel entonces unos 12.000 habitantes, cifra muy impresionante para las debilitadas demográficamente, ciudades del África bizantina.
La ciudad como capital que era, fue objeto de una defensa especial, y la misma costó a los musulmanes socavarla., finalmente, estos pusieron en juego su astucia, cortando el acueducto que abastecía de agua a la ciudad, sometiendo a la ciudad a una sed implacable.
Los musulmanes posiblemente se enteraran de que Apolonia tenía escasez de pozos de agua en su ciudad, por lo que cortando el acueducto, la defensa se desmoronaría, ya que la fuente más próxima distaba a diez Km. de distancia, terreno altamente vigilado por los musulmanes, por si algunos valientes intentaban realizar una salida para abastecer de agua a la ciudad.
Finalmente las autoridades de la ciudad decidieron abrir las puertas para que los enemigos penetraran, rezando para que sus desmanes no fueran excesivos., ¡vano intento!, los musulmanes rabiosos por la resistencia ofrecida, se lanzaron en tromba sobre la debilitada ciudad., la matanza duró varios días, prendiéndose fuego después a lo que quedaba en pie del saqueo.
Amr se retiró a los cuarteles de invierno una vez obtenido un jugoso botín, y para que las tropas descansasen de la expedición, pero la campaña no había acabado ni mucho menos, la conquista solo estaba en su fase de iniciación y había mucho trabajo pendiente.
La provincia bizantina de Tripolitania, fue el siguiente objetivo, las escasas tropas bizantinas no podían hacer frente a las más numerosas y diestras fuerzas de guerreros musulmanes, y la provincia fue objeto de un saqueo despiadado., las distintas ciudades de Sabrata, Oea y Leptis Magna corrieron la suerte que depara a ciudades tomadas por asalto y saqueo: muertes, violaciones y el saqueo predatorio más infernal que pueda imaginarse.
Siempre que se pudiera y con el objeto de ahorrar vidas, los musulmanes recurrieron a la astucia y los ataques sorpresivos, todo con objeto de que la defensa bizantina fue lo más escasa posible, los musulmanes relataron con deleite la campaña de conquista del África de Bizancio., un historiador musulmán llamado Ibn Abd AL-Hakam, relató la toma de la ciudad de Sabrata, la cual se realizó de la siguiente manera:
““Los habitantes de Sabrata se habían fortificado. Al tener noticias de que Amr había sitiado Trípoli sin haber logrado ni tener posibilidad se confiaron. Pero en cuanto Amr consiguió Trípoli, envió la misma noche un fuerte destacamento de caballería y le ordenó que acelerase la marcha.
Ruinas romanas de la ciudad norte africana de Timugadi (Tingad)
Los jinetes llegaron de mañana a la ciudad de Sabrata y la sorprendieron; las puertas estaban abiertas para que el ganado pudiese ir a pacer. Entraron en la población sin que pudiera escapar de ella una sola persona. Las tropas de Amr se hicieron con cuanto en ella había y salieron al encuentro de su jefe”.
En cuanto a la importante ciudad de Leptis Magna, (ciudad que antaño había sido favorecida por la dinastía de los emperadores Severos) la misma por los estudios arqueológicos, demostró que sufrió un saqueo concienzudo, un pavoroso incendio había afectado a toda la ciudad y partes del extrarradio, siendo demolido por entero el faro existente en la ciudad y sufriendo las instalaciones portuarias de la ciudad grandes destrozos.
Un gran número de esqueletos se encontraron sin haber recibido cristiana sepultura, los cuales se encontraban por los más diversos lugares, lo cual prueba el calibre de la matanza de que fueron objeto los defensores y civiles de la ciudad.
Todas las áreas bizantinas quedaron tan afectadas en sumo grado, fue imposible para los escasos supervivientes de las matanzas y saqueos musulmanes recoger, tanto las cosechas existentes salvadas de los saqueos, como organizada la recaudación de tributo alguno para las autoridades de Constantinopla.
En el escaso tiempo que aún fueron territorios oficialmente de Bizancio (no olvidemos que al principio el saqueo imperó sobre la conquista propiamente dicha) no se pudo obtener nada para Constantinopla, ni aún después, cuando no era más que, “tierra de nadie” o territorio musulmán debidamente conquistado.
La posibilidad de recuperación era imposible, ciudades derruidas y humeantes quedaron desiertas, hasta el día de hoy en que no son más que ruinas de un pasado esplendoroso. Los guerreros árabes volvieron a sus cuarteles de invierno en el 644, es espera de nuevo retos de conquista.
Entre los años 645 y 646 se completó la tarea de conquistar Cirenaica, si bien es cierto que la resistencia de sus habitantes fue prácticamente inexistente, ya que los escasos supervivientes bastante tenían con sobrevivir con los magros recursos que disponían.
Las escasa población urbana africano-bizantina que vivía en pequeñas villas modestas, (y que no había tenido tiempo de huir a la más Occidental provincia bizantina de “Byzacena”) sobrevivía de la manera más modesta posible, formando pequeños grupos aislados, los cuales obtenían su escaso alimento de ciertos huertos, sostenidos con gran pena y siempre en condiciones precarias.
Los musulmanes no habían necesitado más que tres campañas y cinco años de lucha para poner de rodillas a los territorios bizantinos de Cirenaica y Tripolitania., ¡ Byzacena sería el siguiente objetivo de los musulmanes!.
La campaña musulmana se realizó Finalizando el invierno del 647, los guerreros de Alá lanzaron una campaña de cierta envergadura con unos efectivos de alrededor de 12.000 jinetes (otras fuentes hablan de 20.000 hombres) todos mandados por un líder llamado Abd Allâh ibn Saad., el ataque se realizó en el extremo de la provincia de Tripolitania, lindando con la frontera de la provincia de Byzacena.
La primera defensa que debían superar los musulmanes era un fortín avanzado todavía en Tripolitania, que hacía las veces de recinto vigilante, para alertar de incursiones hostiles en territorio de Byzacena., sin embargo el enemigo de Bizancio no se entretuvo en otra un reducto insignificante y tras sortear el fortín, los musulmanes marcharon imparables.
El territorio donde pasaba el invasor era arrasado de todo lo que fuera de utilidad para los habitantes bizantinos, no tardando mucho los musulmanes en llegar a la frontera Oriental de Byzacena. La llegada de los musulmanes llegó en un momento crítico para los habitantes de la provincia bizantina, ya era justo cuando terminaba la primavera y se iniciaba el periodo de la recolección agraria.
Sin la cosecha, los habitantes de Byzacena pasarían un hambre de atroz, así que había que defender la cosecha costara lo que costara, era evidente que si no se les oponían a los guerreros musulmanes, estos destrozarían sus campos sin compasión. El gobernador del “Exarcado del África” bizantina llamado Gregorio, decidió gravemente tomar la resolución de enfrentarse a los invasores, aunque sus fuerzas eran insuficientes para enfrentarse a las fuerzas musulmanas.
Gregorio solo tenía bajo su mando fuerzas locales compuestas por voluntariosos civiles dispuestos a luchar más los profesionales limitanei de Byzacena.
¿Por qué el deseo de jugarse todo a una carta y no racionar estratégicamente a sus escasas fuerzas para una campaña de más duración?, quizá los motivos fueran diversos: proteger a los suyos en el momento más crítico que pondría poner al borde una hambruna el año siguiente y, aún más importante, el deseo de ganar una gloria que le catapultara a la “púrpura” o dicho de otro modo, su aspiración a ser emperador de Bizancio.
Su enemistad con el emperador Constante II se había hecho ya oficial un año antes por la controversia religiosa entre monotelismo y monoenergismo., y contaba Gregorio con el apoyo del influyente partido clerical-ortodoxo del un personaje intrigante llamado Máximo.
Gregorio había declarado al Exarcado de África bizantina territorio independiente de Bizancio, ¡por lo que ya no había marcha atrás!, era todo o nada., sin duda los laureles guerreros que obtendría si triunfaba en África, serían un excelente trampolín en su carrera política.
Guerrero vándalo siglos V-VI
No es probable que el imperio de Bizancio hubiera soportado otro golpe de estado, ya que las fuerzas físicas de Bizancio estaban en su límite de resistencia física. De haber triunfado, Gregorio hubiera apto seguido reunido todas las fuerzas disponibles del África bizantina, incluidos los “dromones” (naves de combate) sitas en el puerto de Septem, para acudir a la capital y reclamar su opción al trono, como antaño realizó con suerte el emperador Heraclio, ¿intentó imitarle?, ¡es muy posible!.
Sin embargo Gregorio salió escaldado del choque con los musulmanes y su fracaso quizá salvo a Bizancio de un esfuerzo ruinoso para sus mermados recursos defensivos.
En la batalla había grandes contingentes de tropas bereberes (se da la cifra exagerada de 100.000 hombres) aliadas de Bizancio, las cuales a lo largo de los años habían huido de los territorios bizantinos de Oriente y Egipto, ahora en manos musulmanas., en consecuencia el ejército de Gregorio de componía de: tropas bizantinas, levas locales y los numerosos partidarios entre los bereberes refugiados.
El choque militar entre ambos bandos tuvo lugar en las proximidades de la localidad de Sufetula, (la moderna Sbeitla) lugar donde Gregorio había establecido su capital, y donde la batalla resultó una estrepitosa derrota para las armas bizantinas. Sufetula estaba situada a unos 72 kilómetros al sur de Ammaedara., en aquella fecha no debía contar con menos de 10.000 habitantes y se extendía sobre unas 50 hectáreas de terreno.
Los soldados bizantinos supervivientes huían en desorden y la población rural en masa huyó para refugiarse en la localidad de “Iustiniana Capsa” (la actual Gafsa), que poseía una amplia y bien cimentada fortificación, y, sobre todo acudieron a la localidad de Tisdrus (el actual El Djem), donde hasta el viejo y enorme coliseo sirvió para acoger a los refugiados.
Se dice que Gregorio murió en batalla aunque muchos afirman lo contrario, no obstante su osadía salió cara al África bizantina., los musulmanes que en principio no contaban con atacar tan al Oeste, se entretuvieron algunos meses saqueando a conciencia la comarca, mientras desde Cartago, la falta de dirección (y, ¿Por qué no decir?, de miedo) retrasaba de manera innecesaria la reunión de las provincias Occidentales de Numidia y Proconsular, para elaborar una estrategia que expulsara al invasor del territorio bizantino.
Se llegó a un acuerdo relativo, mediante el pago de un fuerte rescate, los musulmanes retornaron a sus territorios del Este, después de soltar a los cautivos que habían hecho y, probablemente, encerrado en cisternas durante ese tiempo., también partieron con el enorme botín que habían obtenido, fruto de saqueo constante que sufrió la población bizantina.
Tras la marcha del jeque Abd Allâh y su numerosa hueste, la calma se restableció en los diezmados territorios bizantinos, hasta el año 661 la paz volvió a dichos territorios, lo cual no significó su reconstitución, tal era el estado calamitoso del los territorios bizantinos del Oriente bizantino.
A pesar de los desastres, surgió un aumento demográfico y económico en el África bizantina en el siglo VII., se intensifica la ocupación y actividad no sólo en las ciudades, también en las áreas rurales. Los campesinos parece ser que se arremolinan en torno a pequeñas villas y tal vez quintuplican la población de la provincia bizantina de la “Proconsular”.
La explicación pudiera darse en la migración en masa de habitantes desde las regiones orientales que pertenecieron al imperio bizantino y ahora estaban en manos de los musulmanes y las áreas más cercanas del Bizancio africano, ahora expuestas a las incursiones predadoras de musulmanes y bereberes.
Las disensiones por el poder entre los musulmanes y la defensa del imperio de Bizancio en otros puntos del imperio, habían hecho que los guerreros de Alá se olvidaran del África bizantina, pero desde el año 661 volvieron a prestarle nuevamente atención en forma de leves tanteos a la provincia de Tripolitania.
La entrada de los musulmanes en territorio de Tripolitania se realizó por sorpresa, ya que cuando pasaron por Cirenaica no fueron avisados por sus moradores, aunque bien es cierto que la presencia en eses territorio por los bizantinos tras los numerosos destrozos y saqueos que sufrió, era meramente testimonial.
En el año 668 un nuevo emperador asumió la corona del imperio, llamado Constantino IV., el anterior emperador Constante II había empezado a comprender que la defensa del territorio africano era una necesidad imperiosa, de hecho se desplazó personalmente en el 662 con el ejército “Praesentalis” (ejército personal de campaña del emperador, compuesto por tropas de Élite) hasta Sicilia, con objeto de tener vigilados a los musulmanes que atacaban África y Anatolia de manera simultánea.
Sin embargo su muerte hizo que Constantino IV prestara mayor atención a Anatolia, dejando al África bizantina olvidada de momento de su estrategia., para colmo de males, sus movimientos eran vigilados por los musulmanes, lo cual fue aprovechado por ellos para lanzarse en tromba sobre el África de Bizancio.
El artífica de la ofensiva fue el Califa Muawiya ibn Hudaydi, el cual en el 670 había destinado a la ofensiva una fuerza impresionante de 50.000 soldados, con el objetivo claro de que ninguna fuerza organizada de los bizantinos pudiera oponerse a los guerreros de Alá.
Ruinas del teatro de Leptis Magna
Los objetivos de la campaña no eran los de una ofensiva militar en profundidad en busca de un resultado final, era una campaña limitada en la que se tantearía los progresos y según los resultados se proseguiría o se detendría.
El Muawiya comenzó golpeando en la rica provincia de Byzacena, la cual a pesar de los combates anteriores se había salvado en gran parte de saqueos y destrucciones., ahora el enemigo no tuvo misericordia. Los ricos campos de Hadrumetun Iustiniana (la actual Soussa) y toda la llanura interior hasta Couloulis (Djelloula) y Mamma (Kouki), donde verdecían los olivares fueron objeto de la más inquina destrucción y saqueo.
Los feraces y fértiles olivares se talaron por centenares y sirvieron para enormes piras cuyo humo podía ser visto bien lejos; actividad ya ensayada en otras zonas del imperio objeto de predaciones por fuerzas musulmanas, como Armenia y Cilicia, según estudios arqueológicos realizados.
Como parte de la campaña limitada que era, los saqueos y destrucciones fueron realizados sin pausa y prisa, aplicándose concienzudamente a la terea, y sabedores de que la presencia militar en la zona era casi inexistente.
Tal era el desprecio que los soldados bizantinos representaban a ojos de los musulmanes, que las destrucciones de olivos las realizaron con tranquilidad hasta de los murallas donde las tropas bizantinas se mantenían.
Las guarniciones de Hadrumetum y Cululis fueron incapaces de mantenerse inconmovibles y firmes tras las defensas de piedra de ambas ciudades y empujados por los civiles que veían arder su propio futuro, intentaron hacer frente de manera conjunta a los guerreros musulmanes.
Los guerreros de Alá realizaban aquellas acciones en la espera de que los bizantinos realizaran alguna salida., todo objeto de facilitar el ataque y de que no tuvieran que asaltar las ciudades defendidas por recios muros.
El resultado fue la enésima dolorosa derrota que se saldó con pérdida de valiosos soldados y lo que era aún peor, por vez primera se tomó una ciudad africana, la misma Cululis que se había quedado casi sin hombres armados por la salida desesperada realizada., sumando los esclavos apresados de otras villas menores bizantinas, el botín humano cogido por los musulmanes era colosal. Hasta 80.000 varones y mujeres fueron esclavizados y en horrible traslado, llevados a la venta a los mercados de esclavos de Fez y Damasco.
Ahora la táctica de saqueo y huída con el botín obtenido cambió, dando paso a un objetivo de asentamiento en las zonas bizantinas. Pocos meses después, hacia el 670, tropas al mando de Ukba Ibn Nâfi pudieron retornar allí, justo en un lugar previamente arrasado y equidistante de las ciudades citadas.
Ahora la voluntad fue asentarse permanentemente en la zona, pasaban a la siguiente etapa construyendo bases militares, centros apoyo logístico y de concentración de efectivos, siempre prestos a la movilidad que las operaciones bélicas lo requirieran.
Se levantó la ciudadela de Kairouan en un tiempo récord, sitio donde quedó acantonada, las fuerzas de caballería eran impresionantes, 30.000 hombres aproximadamente al mando de un tal Ukba Ibn Nâfi, listas y en espera de recibir órdenes para proseguir la campaña cuando los mandos lo requirieran.
Los bizantinos a pesar de los escasos recursos que podían destinar a la defensa, recurrieron a falta de refuerzos de Constantinopla, a la imaginación, intentando formar una barrera defensiva que pudiera detener los progresos musulmanes., también aprendieron de sus errores y de las tácticas que los guerreros de Alá practicaban en sus avances desde hacía años, todo con objeto de elaborar la estrategia más apropiada que detuviera a al menos ralentizara el avance musulmán.
Se reforzaron los fortines en las villas más expuestas al avance musulmán, formando nudos sobre vías empedradas, se realizó un repliegue táctico hacia el Noroeste, pero manteniendo los baluartes más próximos a base más avanzada enemiga de Kairouam, dodo con objeto de tener bien vigilados a los musulmanes y poder avisar de cualquier movimiento extraño.
A pasar de la nueva táctica defensiva bizantina, mucho ciudadanos africano-bizantinos no tenían tanta fe en sus líderes militares, por lo que muchos ciudadanos de alta alcurnia o de clase alta, aprovechando que poseían todavía recursos y fortuna, emprendieron la huida, concretamente a los territorios bizantinos de las islas Baleares, Sicilia e Italia sobre todo, aunque también lo harían a la Hispania visigoda y Constantinopla.
A los ciudadanos pobres simplemente les quedó el recurso esperar futuros acontecimientos y rezar porque el paso de los guerreros de Alá no supusiera mucho daño para sus sembrados y modestas haciendas., y si no confiaban mucho en el invasor, a emigrar a pie hacia las provincias bizantinas próximas de Numidia primero y Tingitana después.
La fase de la guerra que comenzaba ahora prometía ser la más dura. ¿Qué esperanza cabía esperar tras más de 30 años de conflicto y destrozos en profundidad, sufridos en las provincias bizantinas de Cirenaica, Tripolitania y Byzacena?.
De momento los musulmanes estaban prestando atención a otros frentes en Bizancio, concretamente la capital de Constantinopla y las islas de mar Egeo y la isla de Chipe eran objeto de su atención, así como también otras ciudades la zona de Asia Menor, como Mileto, Cizico y Cos.
Vida cotidiana en un campamento bizantino, Norte de África año 533
El Califa Moawiya fracasó en el intento de tomar Constantinopla con un balance desolador, perdieron unos 80.000 hombres, la mitad de la flota y mucha moral. Esta actuación levantó a su vez la moral africano-bizantina, y bien que la iban a necesitar, porque para compensar el fracaso en la toma de la capital constantinopolitana, los musulmanes se resarcirían en el África de Bizancio.
En el año 675 el Califa Moawiya sustituyó a Ukba, jefe de la base de Kairouam, por otro hombre de gran talento para la guerra llamado Abû-l-Muhâdjir, este Jeque estudió con detenimiento la estrategia a seguir.
Las primeras posiciones bizantinas parecían fuertes, por lo que decidió con el objeto de ahorrar obstáculos innecesarios, flanquear las posiciones bizantinas avanzadas por el Sur, y acto seguido realizaría negociaciones diplomáticas con los indígenas que habitaban en la zona cercana al desierto sahariano y que recordemos, tantos problemas habían dado a los bizantinos en los primeros años de la conquistas del África del imperio Vándalo y su posterior colonización., allá por los años treinta y cuarenta del siglo VI.
Tras ser derrotados habían vuelto a sus antiguas bases anclados en oasis, era y un estado muy primitivo de sociedad la de los beduinos o moro africanos, por lo que confiaba Abû que no sería muy difícil trasladar su fe a la del profeta Mahoma.
Con este objetivo asegurado, Abû perseguía otras metas secundarias, pero importantes en la campaña, como poder atravesar con guías las zonas áridas y también hostiles en un relativo confort y seguridad; volviendo a gozar una libertad de movimientos y capacidad de acción sobre los bizantinos, efectuando giros sorpresivos hacia el Norte si la estrategia convenía, teniendo el factor sorpresa de nuevo en su haber.
Derrochando diplomacia el jeque consiguió, de hecho, hacer entrar en su órbita algunas tribus en la frontera meridional de Byzacena. Y sin duda el camino podía abrirse aún más sin demasiado esfuerzo.
Los nuevos “hombres fuertes” se atraerían a la mayor parte de los nómadas indígenas si se dejaba transcurrir el tiempo necesario y si se obtenía alguna victoria clara en el interior del territorio bizantino, lo que marcaría un efecto “llamada” importante, nada impresionaría más a los indígenas que aliarse con el más fuerte, y ahí radicaba la estrategia de cortejo de Abû sobre los indígenas saharianos.
Ahora se necesitaba paciencia, ya que el desgaste militar en la toma de Constantinopla aun pasaba factura a los musulmanes., era un punto de inflexión, aunque costaba aún darse cuenta ante las enormes ganas de someter a todo el África bizantina.
Un nuevo califa llamado Yacid I, había sucedido en el 680 al descorazonado Muawiya, y este no tenía tanta paciencia. Tal vez menospreció a su predecesor, al precavido Muhâdjir y también a los bizantino-africanos.
Devolvió el mando a Ukba, un hombre de enorme valor, ágil y certero en la razia que le habían planificado desde el mando en retaguardia, pero poco apropiado para llevar a cabo una verdadera guerra de estrategia, con condiciones de información y movilidad similares de su cauto oponente Abû.
Ukba no tenía el sentido estratégico muy desarrollado. Y encima, no se le dotó de una tropa suficiente para entrar “en fuerza” sobre Byzacena, algo que seguro hubiera hecho bien si quizá hubiera contado con los efectivos necesarios.
Ukba procedió del modo más estúpido posible, en primer lugar echó por tierra la alianza que con los nómadas moro-africanos había establecido el hábil e inteligente Abû. Ukba quiso que todos los nómadas indígenas le reconocieran como su señor, y aquellos que no lo hicieran así sufrirían las consecuencias.
Falto de tacto, ni siquiera quiso dialogar para convencer a los recalcitrantes, se lanzó decididamente a castigarles para dar ejemplo al resto de los indígenas de la zona. Éstos respondieron con la táctica que solían emplear antaño contra los bizantinos, no presentaron batalla formal y realizaban retiradas continuas ante la persecución del adversario.
Ante la retirada, Ukba se mostraba ufano y seguro de aplastar a los beduinos y no cejó en la persecución., finalmente tras un largo acoso a los nómadas, y viendo que no había manera de darles alcance, decidió desandar el camino y volver a su base de Kairouam.
Las tropas de Ukba retornaban por la zona del Sahara Occidental hambrientas, además cansadas y fatigadas por la continua persecución a un enemigo que nunca les ofrecía un enfrentamiento frontal, pero que no cejaba de vigilarles a una prudente distancia.
Para colmo de males, además de vigilarles, los moro-africanos se habían puesto en contacto con los bizantinos, (“el enemigo de mi enemigo es mi amigo”) echando en brazos de los bizantinos a una fuerza de caballería ligera muy eficaz, que además conocía el terreno palmo a palmo.
Era el año 683, cuando al sur de la ciudad fronteriza de Tabudeus, los musulmanes de Ukba cayeron en una emboscada realizada por un general llamado Cecilianus, el cual empleó tanto a tropas bizantino-africanas como a los auxiliares nómadas del desierto, a los cuales convenció de luchar a su lado a cambio de participar en el del saqueo del botín.
Mapa del Imperio Bizantino en tiempos de Heraclio
Exhaustos y con el factor sorpresa de su lado, las huestes de Cecilianus cayeron por retaguardia sobre los sorprendidos musulmanes de Ukba.
Sus hombres fueron masacrados por completo, y mientras los nómadas desplumaban a los muertos y moribundos musulmanes, Cecilianus aprovechó para lanzar un ataque devastador sobre la indefensa base musulmana de Kairouam, (Ukba se había llevado casi a la práctica totalidad de sus tropas para participar en la persecución, dejando solo un pequeño reten de vigilancia en Kairouam).
La victoria bizantina de Tabudeus fue memorable para las armas bizantinas, y en el imperio bizantino se hizo eco de la enorme gesta., incluso el Papa de Roma tuvo conocimiento de la misma. Por supuesto la propaganda musulmana intentó ocultar el hecho, echando un tupido velo sobre el asunto, hasta llegar al punto de negar su existencia., pero la historia es la historia, y aunque intentaron ocultarlo, no lo lograron del todo.
La derrota de Ukba despertó la alarma en los líderes de Damasco, pero al menos de momento no hubo capacidad de reacción por parte de sus líderes, tendrían que pasar seis años para que estos al final se decidieran a dar batalla a las huestes bizantinas en África.
Era el año 689 cuando los musulmanes realizaron unos preparativos metódicos para la campaña, se preparó un ejército ciertamente impresionante para la ocasión. 50.000 guerreros de Ála fueron movilizados para la ocasión, al mando de un competente general llamado Zuhayr Ibn Kays.
Éste se puso en marcha desde la base militar de “El Kefir”, y tras atravesar las abandonadas provincias bizantinas Cirenaica y Tripolitania, llegó a la frontera Oriental de Byzacena.
Allí acudió el general Ceciliano con sus tropas para hacer frente a la amenaza musulmana., el enfrentamiento parece que se dio en el triángulo que formaban las localidades de Hadrumetum ( la actual Soussa), Limisa (Ksar Lemsa) y Mactar, allí donde hacía más de un siglo los generales bizantinos Solomón y Troglita, se había batido contra los nómadas indígenas.
Fue una batalla tremendamente disputada, aunque parece que al final el peso numérico de los musulmanes fue decisivo, junto a que varias tribus nómadas que militaban en las filas bizantinas, cambiaron de bando en plena batalla, desarticulando en parte el esquema estratégico de Cecilianus.
Las bajas de las tropas bizantino-africanas fueron muy severas y los musulmanes aprovecharon la ocasión de este lugar estratégico para construir una base militar en la zona., la rapidez de su edificación se debió a que se pretendía que fuera trampolín para futuras expediciones de la conquista del África bizantina.
Sin embargo las cosas no iban a progresar para los musulmanes como debiera, los bizantinos de Constantinopla no se habían destacado por los ingentes refuerzos enviados al África bizantina, por lo que buena parte de las tropas destacadas allí, eran formadas por bizantinos nacidos en territorio africano.
Sin embargo en aquel momento una flota bizantina desembarcó tropas en la provincia de Tripolitania, con el objeto de cortar los suministros a la recién base creada donde las tropa musulmanas batieron a Cecilianus., era una operación muy bien pensada y posiblemente destinada a cortar el avance musulmán en la zona.
Los bizantinos se salieron con la suya, ya que Zuhayr no podía permitir estratégicamente tener tropas enemigas a retaguardia, así que llevó al grueso de sus tropas a la zona de amenaza bizantina. No se sabe que ocurrió, excepto que durante tres años el avance musulmán se detuvo y la actividad en la zona fue mínima.
Posiblemente la paralización de la empresa se debió a varios motivos: las bajas en la batalla para los musulmanes habían sido severas, los bizantinos estaban a retaguardia en Tripolitania, por lo que había que desalojarlos, los cual llevó a los mandos musulmanes a que había que crear una red segura de aprovisionamientos y bases desde Egipto hasta la zona de Byzacena, para evitar sorpresas desagradables como el desembarco bizantino en Tripolitania, una zona abandonada por bizantinos y musulmanes.
Era el año 696 cuando tras años de incertidumbre y demora, los musulmanes realizaron unos preparativos que se consideraban definitivos para la conquista del resto de territorios bizantinos en África. A la nueva base de Kairouan llegó el ejército más grande que había pisado tierra bizantina, unos 80.000 soldados mandados por el general Hassân ibn el-Noman el-Ghassani.
La nueva campaña fue una empresa que se realizó mostrado, no solo el poder militar y peso numérico de los musulmanes., también afrontó otros problemas de tipo táctico y estratégico, los cuales iban a ser decisivos para la prosecución de la conquista del resto de territorios bizantinos en África.
Los musulmanes estudiaron a conciencia los oponentes que tenían en liza, amén de su forma de lucha y sus posicionamientos tanto a nivel ofensivo como defensivo.
El enemigo no eran solo los bizantinos, también los moro-africanos de la zona podían volverse contra los musulmanes si no se actuaba con tacto con ellos, además de hacer pasado muchos años en contacto con los bizantinos, podían ser un enemigo incómodo si no se jugaba bien las bazas con ellos.
Ruinas del teatro romano de Sabrata
La táctica de los bizantinos estaba clara, debido a su escaso número, jugarían la baza de resistir en ciudades fortificadas, posiciones estáticas pero bien defendidas, evitando todo enfrentamiento en campo abierto, por lo que sería necesario material de asedio para expugnar ciudades demasiado poderosas que resistieran los asaltos a las mismas.
Los nómadas del desierto eran una incógnita, habitantes errantes de norte del Sahara, lindando con el desierto, sus tribus primitivas no tenían bando ni entre los musulmanes ni entre los bizantinos.
En el combate podían ser derrotadas por un enemigo hábil tácticamente como eran bizantinos y musulmanes, pero podían ser terribles si se les perseguía por zonas desérticas, ya que el conocimiento que los nómadas tenían del terreno, les hacía sumamente escurridizos.
Entre las tribus del desierto la fascinación o simpatía que tenían por los dos bandos, les impidió que se aliaran decididamente a uno u otro bando. Pero había que tener claro que no podían ser obligadas por uno de los bandos a pertenecer por la fuerza a sus banderas, su orgulloso independencia hubiera sido fatal para el que lo intentase.
La ofensiva musulmana tuvo en cuenta tales hechos, si les provocaban podían bloquear u hostigar sus trenes de suministros: armas, comida, material de asedio etc.…, por lo que la cautela se impuso a la hora de cortejar a tan peculiares sujetos.
Los musulmanes comprendían que el bando vencedor se granjearía las simpatías de los moro-africanos, (como muchos suelen hacer, siempre se suele estar del bando vencedor) por lo que se confiaba que las victorias no solo les diera nuevos aliados, sino que debilitase los nómadas que tuvieran simpatías con los bizantinos.
Se intuyó por parte de los musulmanes que los nómadas estarían bien predispuestos en el asalto y saqueo de las villas bizantinas, sobre todo si se les prometía participar en el botín., pero habría que andar férreamente vigilantes con ellos, porque estos traicioneros elementos podían aprovechar cualquier oportunidad o descuido para intentar robar botín a sus aliados, y ya luego sería inútil perseguirles por un terreno que conocían mejor que nadie.
De todas formas los musulmanes siempre que pudieron, evitaron participar en asedios largos y tediosos., la forma de conquista en la que habían participado desde la muerte de Mahoma en el año 632 había sido la velocidad y rapidez de movimientos, destruyendo las infraestructuras del enemigo y combatiendo siempre que era posible en terreno llano, ¡su preferido!, y aquí en África, encontrarían gran parte de este terreno resultaría de su comodidad.
El hábil y prudente general Hassân decidió actuar con cautela ante los bandos bizantino y nómada., Dividió a su ejército en dos secciones, una enfilaría directamente a la vital capital de Cartago, evitando entretenerse en villas y fortines de escasa entidad, mientras que la otra columna se movería en el área central y meridional al Norte del Sáhara, para mantener a las guarniciones bizantinas en sus feudos, imposibilitando que estas salieran y se concentraran, formando una fuerza enemiga a tener en cuenta.
También los musulmanes de esta segunda columna efectuarían despliegues de fuerza para atemorizar a las tribus nómadas que habitaban en la cordillera del Aurés, aliados leales de Bizancio debido a que su contacto de muchos años con Bizancio. Los bizantinos les había hecho abrazar la fe del cristianismo y a la vez, habían abandono la vida nómada anteriormente practicada.
Los nómadas-indígenas se habían adaptado a la vida sedentaria, asentándose en tierras para su cultivo, las cuales eran parcelas legadas por los bizantinos hacía más de un siglo. Por lo tanto, el riesgo de perderlas por los musulmanes, les hacía aliados de los bizantinos y una fuerza que había que tener convenientemente vigilada por Hassân.
No hay una fuente segura que nos clarifique como se logró la conquista de Cartago, todo son especulaciones, así que no queda más remedio que hacer una hipótesis de lo que ocurrió. La estrategia de Hassân estaba bien clara, una columna enfilaría a Cartago mientras que la otra entretenía a las fuerzas de retaguardia que pudieran intentar un contraataque o unión de sus fuerzas para ayudar a Cartago.
Por lo tanto, Hassân se dirigió directo a la capital en ese año del 698., ¿Qué ocurrió?, ¡misterio!, muy posiblemente el Exarca o gobernador de Cartago intentara una última resistencia antes de que los musulmanes entraran en la capital, para lo cual reuniría a todas las fuerzas disponibles para tal evento. Sin embargo y si creemos que Hassân dividió en dos su fuerza, sus hipotéticos 40.000 hombres, serían una desmesurada fuerza para los escasos hombres que el gobernador de África pudiera poner en liza.
La consabida derrota de las huestes bizantinas posiblemente harían cundir el pánico entre los habitantes de Cartago, los cuales saldrían en barco con gran celeridad a territorio amigo, y los que no pudieran acomodarse en una nave, emigrarían por tierra en cualquier medio posible, ya sea a pie, en carro o caballo, llevándose todos los enseres de utilidad que pudieran llevarse. Los puntos de marcha serían seguramente la región de Bizerta, Numidia y Cesariana.
Los musulmanes tenían órdenes de capturar la ciudad lo más intacta posible, lo cual no fue óbice para que tras entrar en la ciudad, derruyeran las murallas de Cartago. Era importante para la estrategia naval musulmana, hacerse con el estratégico puerto y ciudad de Cartago, pero no para que los bizantinos en un futuro se pudieran volver a atrincherar allí.
Soldados bizantinos siglo VII
Tras la feliz conquista, la estrategia de Hassân versó en unir la totalidad de las fuerzas musulmanas, para ello, descendió hacia el Sur, para converger con la otra columna musulmana, así todas las fuerzas reunidas, tendrían la misión, una vez capturada la xapital, de barrer los restos de fuerzas bizantinas que hubiera en las inmediaciones, el grueso de las cuales se habían concentrado en la plaza fuerte de Iustiniana Capsa (la actual Gafsa), en la región de Numidia meridional.
Todo lo que sigue es bastante hipotético, ya que las fuentes sobre los sucesos son muy escasas, por lo que formarse una opinión veraz de los hechos es casi imposible. Los bizantinos estaban en espera de que la flota bizantina situada en la isla de Sicilia, acudiera en su ayuda., mientras se prepararían para ofrecer una resistencia feroz, ya que posiblemente tuvieran noticias de lo que les ocurría a los bizantinos que se rendían en otras plazas fuertes: muerte, esclavitud, saqueo, violaciones etc.…
Con la premisa de la esperanza de la ayuda de la flota, la defensa debió ser muy dura, y los combates llevados por los bizantinos a la desesperada, un encarnizamiento que llevó a musulmanes y bizantinos a cotas de lucha defensiva y de desgaste tremendos.
Los africano-bizantinos debieron de utilizar como eje de su defensa la línea más fortificada que se disponía, concretamente el antiguo y vetusto “limes Sur” donde se defendieron con fiereza algunos años, entre la dureza de la defensa y el ánimo abrumado en espero de ayuda. Sabemos que todavía en el 698, ya tomada la capital, la ofensiva estaba anclada en el entorno de la línea que va desde la localidad de Iustiniana Capsa a la de Cuicul, en la región de la Numidia meridional.
El emperador de Bizancio llamado Leoncio, decidió enviar una flota de socorro con tropas experimentadas (al mando de un “Patricio” llamado Juan) para ayudar a los habitantes de la provincia bizantina de “Proconsular”, así como para socorrer a las unidades que se batían con los musulmanes al sur de Numudia.
Los destacamentos bizantinos de la provincia bizantina más Occidental de “Tingitana” (donde estaba Cartago), permanecían atentos y vigilantes, sin socorrer a las provincias en peligro que se hallaban al Este de su posición, más que nada, porque sus vecinos de la Hispania visigoda, no perdían ojo sobre los sucesos en la zona de Cartago.
Tingitana no desconocía que los visigodos eran sus enemigos, y temían que si enviaban unidades armadas para ayudar a sus camaradas, los visigodos intentaran efectuar algún golpe de mano, por eso andaban a la expectativa sin intervenir directamente.
La campaña de Juan se inició con un éxito esperanzador para las armas bizantinas, las tropas desembarcaron sin problemas en el puerto de Cartago, no se tiene noticias de una batalla encarnizada por la ciudad, lo que demuestra que los musulmanes debieron replegarse ante el tamaño de la flota y no creyeron conveniente pelear por la ciudad, ¡ya tendrían ocasión para realizar una respuesta adecuada!.
Tras el desembarco en Cartago se procedió a liberar las ciudades adyacentes a la capital, para acto seguido, marchar al Sur y establecer contacto con los destacamentos bizantinos que luchaban en Iustinana Capsa, apoyados estos por las tropas aliadas nómadas sedentarias de la cordillera del Aurés.
En los meses siguientes Juan realizó progresos notables, entablaron contacto con las tropas musulmanas de Hassan y las hicieron retroceder hasta su base de Kairouan. Como gloriosamente comenta el historiador Teófanes:
“Llegando a Cartago, este hombre rompió con la fuerza de sus brazos la cadena del puerto que allí se ubicaba y aplastó y expulsó al enemigo, liberó todos los fuertes de África y después de estacionar sus propias guarniciones envió noticias de todas estas cuestiones al emperador; y allí pasó el invierno aguardando las órdenes del emperador”.
El mando musulmán reaccionó con energía al contraataque de Bizancio y decidió dar una respuesta contundente a tan tamaña osadía por parte de los bizantinos, los cuales se estaban convirtiendo en un hueso difícil de roer. Se tardó un año en realizar los preparativos, pero estos fueron realizados a conciencia, para evitar tener que en el futuro, realizar nuevas expediciones.
No se tiene datos de los efectivos musulmanes, pero de seguro debieron sus magnos, la fuerza terrestre debió superar a las hasta ahora enviadas, por lo que no sería raro pensar en unos efectivos que rondaran los 100.000 hombres aproximadamente.
A esta gran fuerza se unió ahora una poderosa flota construida en los astilleros de Egipto, ya que los musulmanes sabían que sin la superioridad del mar, los bizantinos podían enviar refuerzos cuando ellos quisieran, y la flota musulmana estaba para impedir tales hechos, amén de para transportar víveres y pertrechos de todo tipo.
Hassan marchó directo seguramente de Kairouan hasta Cartago, no entreteniéndose por el camino y recibiendo cobertura de la flota musulmana. La velocidad lo fue todo y el general Juan ante lo sorpresivo del doble ataque tierra-mar, no pudo realizar una defensa coordinada, ya que parte de sus tropas estaban estacionadas en diversas zonas.
Tampoco podía confianza en los muros de la ciudad, ya que los musulmanes los habían destruido, y no había tenido tiempo humano de repararlos como debiera. Viendo la superioridad numérica por mar y tierra se los enemigos, Juan se resignó a los hechos consumados y evacuó por mar las tropas y los pocos civiles que quedaban en la ciudad, marchando posiblemente a Malta o Creta.
Tampoco estaba en el ánimo bizantino tomar la evacuación como una derrota total, sino como un repliegue táctico en el que evaluar la situación y contraatacar cuando la ocasión se presentara favorable. A fin de cuentas contaban en Septem (Ceuta) con una importante base naval en la que apoyarse, amén de villas bizantinas en las provincias de Numidia, Cesariana y Tingitana.
Teatro romano en Dougga (Túnez)
Con la flota y las tropas de las naves se podía articular en el futuro un ataque bien pensado o cualquier otro tipo de estrategia., pero ocurrió lo impensable. El almirante de la flota llamado Apsimar, hombre ambiciosos y sin escrúpulos, asesinó al general Juan, proclamando en el líder de la flota y sus tropas.
Acto seguido enfiló a la capital de Constantinopla para ser proclamado emperador, la oportunidad era única, ya que controlaba la más poderosa fuerza naval de Bizancio, amén de que la capital estaba debilitada por la peste bubónica que azotaba la ciudad de manera inmisericorde. Tuvo que esperar unos meses a que alguien le abriera las cadenas que guardaban la entrada al puerto, pero alguien lo hizo, y entró en la ciudad proclamándose nuevo emperador de Bizancio con el nombre de Tiberio III, gobernó hasta el año 705.
Tiberio III se desentendió de la tropas y civiles del África bizantina completamente, abandonándolos miserablemente a su suerte a la furia musulmana. Solo se concentró en la seguridad del mar y en la zona de Anatolia amenazada también por los musulmanes. No hay duda de que la suerte para los supervivientes bizantinos estaba echada., ¿Cual fue el destino inmediato de las provincias bizantinas como la Proconsular, Numidia y Byzacena que todavía resistían a las fuerzas musulmanas?.
Sin duda estas debieron de resistir hasta el límite de sus posibilidades, rindiéndose solo en el último extremo. Los guerreros de Alá debieron de pagar esta resistencia con intentos de que esta se realizase antes, es decir, destrozando todo lo que de utilidad pudiera representar a las fuerzas bizantinas fuera de sus murallas para no poder ser utilizado en el futuro si cambiaban las tronas.
Los musulmanes destruyeron ciudades, talaron árboles e incendiaron cultivos., todo lo que de utilidad pudiera ser para los bizantinos fue arrasado o quemado, ¿guerra psicológica?, ¡pudiera ser!, solo es seguro que el camino que va de Trípolis hasta Tánger, no era más que un paisaje desolado.
De todo esto los moro-africanos fueron los que sacaron mayor partido, excepto quizá los sedentarios que vivían en la cordillera del Aurés, y que fueron los que resistieron hasta el final con sus vecinos africano-bizantinos. El resto, nómadas acostumbrados a emigrar de un lugar a otro, sacaron un jugoso botín, acompañando en sus razias a los musulmanes o ayudándoles en los saqueos a las distintas villas bizantinas mientras duró la resistencia bizantina.
La población civil y militar bizantina que pudo emigró en naves a distintos puntos bizantinos como las islas Baleares o la isla de Sicilia según atestiguan fuentes escritas o restos arqueológicos. Los cultivos bizantinos como los olivares y el resto que pudo arraigar en el Norte del África bizantina desaparecieron por completo, dando paso a La trashumancia o zonas pastoreo con camellos, cabras, ovejas etc. de las familias musulmanas o nómadas.
Una pregunta interesante sería saber que ocurrió con los restos de resistencia en el África bizantina tras la caída de Cartago en el probablemente, año 699 y la caída del último bastión bizantino, concretamente la base de Septem en el mas o menos, 711.
Según parece, los musulmanes tardaron un tiempo, entre el 700 y 706 en aniquilar todos los puntos de resistencia de las provincias de la Proconsular y Numidia.
Tocando el tuno a la última provincia que todavía se les resistía, Tingitana, con su base de Septem como punto central. Él porque de tardar 11 años en domeñar por completo a los bizantinos de Tingitana se explica en que a pesar de su debilidad, estos debieron de ofrecer una resistencia no despreciable, amén de que los musulmanes pudieran haber estirado demasiado sus líneas, por lo que se impondría una reorganización de las mismas.
También los musulmanes tenían puestos sus ojos en la toma de la isla de Sicilia, por lo que probablemente, el frente africano, ya casi ocupada toda el África bizantina y no quedando más que unos pequeños puestos en la zona de Tingitana, la prioridad en esa zona debió dejar paso a ser un frente secundario, con lo que las tropas musulmanas allí destacadas, se debieron afanar más en un frente en donde ya no recibirían tropas y recursos como antaño, y debieron lidiar prácticamente con lo que tenían a mano.
La ciudad de Septem en Tingitana, debió actuar como capital del esto de posiciones africano-bizantinas, así como también como sede de las naves de combate o “dromones” que todavía tenían a su disposición, pudiendo decirse que las naves representaban la flota bizantina Occidental del Mediterráneo.
Las operaciones de la toma de las posiciones bizantinas en esta zona debieron ser largas y laboriosas, máxime si se tiene en cuenta que las operaciones bizantinas en la zona Oriental del Mediterráneo, hizo que la mayor parte de la flota musulmana tuviera que retirarse del Mediterráneo Occidental, de manera que las flotas bizantina y musulmana no fueron superiores la una sobre la otra.
Oficiales romanos siglo V
Los musulmanes y tropas auxiliares nómadas se vieron implicados en laboriosas operaciones de asedio y toma de villas bizantinas, las cuales les dieron no pocos quebraderos de cabeza, amén de que los choques entre navíos bizantinos y musulmanes debieron ser continuos, por lo que el resultado final llegaría solo con el paso de los años.
Una crónica musulmana relata que las naves bizantinas debieron enseñorearse de la zona marítima del Occidente mediterráneo, donde consta que entre el 701-2, naves bizantinas acosaron la costa levantina-murciana de Hispania de sus enemigos visigodos, así como también y a pesar de la escasez de tropas de infantería que tenían, realizar incursiones con los dromones de Septem en diversos puntos de las costas tanto musulmanas como visigodas.
Por aquel entonces el general Hassan, alma durante los últimos años de la conquista del África bizantina, se encontraba envejecido y cansado, por lo que fue substituido por otro general más joven, Musa ibn Noseir, allá por el año 704-5. Probablemente fue el momento en el que la conquista de las provincias bizantinas de Byzacena, Proconsular, Numidia y Cesariana se dieron ya por completadas.
Las operaciones habían durado más de lo debido, y el Califa de Damasco junto a sus dirigentes, tenían más en mente en un asalto directo a la capital bizantina de Constantinopla, que en otros frentes. Era el año 705 y el general Musa planificaba la toma del resto de posiciones bizantinas de Tingitana, con la capital de Septem como objetivo principal.
Sin embargo aunque contaba con suficientes efectivos de tierra, jugaba con la mala posición de que sus unidades navales eran inferiores en número a la flota bizantina de Septem., sin embargo no se desalentó por ello y confió en que la superioridad naval bizantina no fuera importante para su objetivo principal, la toma de Septem.
El avance de Musa dirigido personalmente por el fue lento y cauteloso, no dejando nada al azar y evitando cualquier intento de que los bizantinos le sorprendieran con la guardia baja la marcha se realizó desde la antigua localidad de Cesarea (actual Cherchel), en paralelo al limes, luchando sólo con algunos nómadas hostiles hasta llegar a la costa del Atlántico.
El Exarca de lo que quedaba del territorio bizantino en aquella zona del Noroeste de África se llamaba Julianus., hombre que gobernaba además de Septem, la zona llamada “Tingi”., este personaje gozaba de una amplia autonomía en los territorios bizantinos, ya que la metrópoli de Constantinopla apenas podía llevar ayuda alguna, y nuestro personaje en cuestión tenía que valerse de sus propios recursos para lidiar con las fuerzas musulmanas.
Se suele comentar que hasta qué punto la lealtad de Julianus era leal a Bizancio, ya que no había nadie que le cuestionara y vigilara su gestión gubernamental para Bizancio.
No obstante la suerte de los territorios bizantinos estaba echada, incluso el hábil Julianus que con sus dromones de combate había inquietado las costas tanto de visigodos como musulmanes en aquel parte del Mediterráneo, no podía hacer frente por tierra a las más numerosas tropas musulmanas, sobre todo si se compara con sus escasos efectivos terrestres.
Los musulmanes cuando estuvieron en condiciones se proseguir su ofensiva terrestre se mostraron imparables., las localidades cercanas a Septem fueron sistemáticamente tomadas por los guerreros de Alá. Avanzando desde el Sudoeste, desde la costa Atlántica, tomaron las localidades de Sala, Lixus y hacia el 706 la vieja ciudad y anterior capital de Tingi.
Los progresos musulmanes se detuvieron a las puertas de Septem, posiblemente ante la calidad de sus fortificaciones y su poder inexpugnable, (según comentan fuentes antiguas) no en vano era la capital del territorio bizantino en África y la mejor base naval que tenían en la zona., también los habitantes y soldados de la ciudad estaban resueltos a defenderse y con la superioridad naval de su lado, la toma de la ciudad se presentaba a largo plazo.
Sarcófago romano de la ciudad de Septem Fratres (Ceuta)
Según se a podido dilucidar por restos arqueológicos, la población de la ciudad gozaba de una relativa riqueza, la actividad industrial y comercial en la ciudad era más que notable en los siglos VI- VII. (Incluso más tarde, los musulmanes cuando conquistaron la ciudad, se maravillaron de las obras realizadas por los bizantinos en la ciudad) como señalaremos más adelante).
Los funcionarios y soldados bizantinos habrían nacido en su mayor parte en la ciudad de Septem, acicate este que ayudó en el mayor encono de sus habitantes por no abandonar la ciudad a los invasores.
La voluntad de encajar y aguantar los embates de los musulmanes en sus asaltos a la ciudad está fuera de toda duda, lo cual en definitiva, implicaba un nato deseo de supervivencia de la ciudad, por encima de lealtades al poder bizantino.
Sobre la toma de la ciudad concurren una serie de acontecimientos la verdad bastante chocantes., en primer término, encontramos que fallecía en el reino de Hispania el rey Witiza, el cual es sustituido por el rey don Rodrigo, hombres este que no gozaba por entero de la lealtad del reino por entero, lo cual se entiende ya que la corona fue muy disputada entre los nobles visigodos.
El acceso al trono de Rodrigo en el año 710 marcó el inicio de unas malas relaciones con la ciudad de Septem, a la que últimamente el rey visigodo Witiza solía abastecer de víveres y pertrechos (¿tropas quizá?) contra los musulmanes, (¿es esto señal de un pacto tácito contra el enemigo común musulmán?) el caso es que Rodrigo rompe toda ayuda con Septem, lo cual lleva a Julianus, que las posibilidades de resistir se hacen ya sumamente nulas.
Así que, (sin que haya pruebas fehaciente sobre el tema) es más que probable que Julianus realizara un pacto secreto con los musulmanes, nuestro personaje solo estaba interesado en la integridad de la ciudad, y los musulmanes, más que interesados en Septem, ansiaban un puerto para realizar la invasión de la Hispania visigoda.
Por lo tanto, un pacto que beneficiara a ambas partes era muy útil para los dos bandos., en el tratado los musulmanes se comprometerían a respetar la autonomía total de Septem y su comarca, no pudiendo entrar en la ciudad. A cambio de ello, los habitantes de Septem deberían aportar, caso de conflicto, soldados y guías auxiliares a las tropas musulmanas en la invasión de Hispania.
Por supuesto el puerto de Septem también ayudó a embarcar tropas musulmanas en navíos de dicha nacionalidad en el año 711, lo cual ayudó a que los musulmanes en pocos años dominaran por completo la Península hispánica.
Como podemos ver, de manera pacífica los musulmanes lograron adueñarse de la ciudad., cierto es que al principio respetaron los deseos de Julianus de dejar autonomía a la ciudad en una forma de autogobierno, pero no es menos cierto de que cuando Julianus ya no estuviese gobernando, los musulmanes se harían con el gobierno de la ciudad.
No obstante podemos decir que en el año 711, y tras con el pacto con los musulmanes, se ponía fin a casi cuatro siglos de dominio bizantino en África, el cual empezó en el año 533 con el desembarco de las tropas del general bizantino Belisario para conquistar el imperio Vándalo.
Un aristócrata romano cazando a caballo en un mosaico de la basílica de Cirene
Autor: eljoines.
Bibliografía:
- “El Imperio Bizantino” libro de bolsillo de Isaac Asimov.
- Trabajos del bizantinista Francisco Aguado.
- Trabajos del bizantinista Rolando Castillo.
- Trabajos del bizantinsta Alberto Pereira Vidal.
- http://imperiobizantino.wordpress.com/.
- http://gekos.no/fineart/ancient/su-sz/synesius/synesius_letter_104.html.
- eljoines's blog
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Impresionante trabajo.
Hoy en día es fácil minusvalorar la importancia que tenía para el Imperio el África romana. En algunos sitios donde hoy en día hay desiertos se levantaban populosas ciudades y como ya mencionas era el granero de la parte occidental del Imperio.
Hay que señalar que uno de los hechos más traumáticos y decisivos para que cayera el Imperio de Occidente fue el cruce de los vándalos al Norte de Africa; mucho más relevante en mi opinión que el cruce previo del Rhin. En aquella época perder Britania era una minucia, la Galia o Hispania un mal menor que se podía solucionar con el tiempo pero la perdida de África y el fracasado intento de recuperarla fue un verdadero desastre para el Imperio Occidental.
No es de extrañar que después el Imperio Oriental se empeñara en recuperarla, ya que en principio se consideraba una inversión rentable. Otro asunto fueron ya, los problemas con que se encontraron para mantener la paz en la región.
Saludos.
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Que duda cabe Flavius que la conquista de los vándalos del África romana y el posterior expolio al que fue sometida,a (no solo sobre bienes materiales, sino sobre los habitantes que la ocupaban) dejó su conjunto irrecuperable para la posteridad.
Posteriormente los bizantinos recuperaron su posesiones, y las volvieron a poner productivamente en marcha, pero nunca ni de lejos volvió a recuperarse la productividad de la época romana, y la inseguridad que se vivió, (primero por culpar de los indígenas saqueadores del interior del Sáhara y de los árabes después, salvo ciertos periodos de paz) tampoco alcanzó la época anterior romana.
Lo cual hace que muchos se pregunten si Justiniano I gastó mucho dinero y esfuerzos por recuperar alguno que ya no tenía visos de poder recuperar su antiguo esplendor.
saludos