Las flotas de guerra griegas
Los ejércitos griegos de época clásica, no solo se componían de fuerzas de tierra sustentadas en la falange; todas las polis importantes con dominios costeros también poseían una fuerte marina de guerra mandadas por un navarco (almirante), sobre todo en el caso de Atenas y Corinto, que en el siglo V a.C. poseían las dos mayores flotas de Grecia respectivamente.
Aunque también las ciudades costeras de Jonia y las islas egeas poseían fuertes armadas. Eran flotas compuestas por largas embarcaciones impulsadas a remo y a vela llamadas “trirremes” (trièrès), de origen jonio, similares a las posteriores galeras, y que fueron empleadas en todo el Mediterráneo, idóneas para la navegación, la exploración y la guerra. La trirreme era una embarcación larga y ligera, de poco calado, cuya proa contaba con un gran espolón. Su tripulación habitual se componía de unos 200 hombres, 170 de los cuales eran remeros dispuestos en tres niveles diferentes uno encima del otro (de ahí el nombre de trirreme).
Pero los griegos no emplearon esclavos o reclusos como lo hicieron los romanos de época imperial, imagen que nos ha ofrecido tantas veces el cine y la literatura, con hombres débiles y famélicos encadenados de por vida a su asiento y remando penosamente al son del látigo y del tambor.Los remeros helenos de ésta época eran hombres libres, reclutados de los estamentos más bajos de los ciudadanos, quienes no poseían el dinero suficiente para costearse el armamento hoplítico ni el de la infantería ligera, o puede que incluso se ofrecieran voluntariamente como remeros porque no eran muy diestros en el combate.
Reconstrucción moderna de una Triere griega
De todos modos se requerían muchos brazos, por lo que también se reclutaban de otras clases libres pero no ciudadanas, principalmente de la de los thetes en Atenas, o la de los perioikos en Esparta, quienes nutrían la mayor parte de las dotaciones de remeros, aunque en el caso de Atenas también se emplearon extranjeros residentes en la ciudad (metecos).
Aparte de estos remeros, el piloto y los pocos marineros, las trirremes portaban habitualmente una pequeña dotación de soldados, conocidos en Atenas como epibátai. Tucídides hace mención de ellos afirmando que cada trirreme portaba a diez de estos soldados de infantería pesada.
Los epibátes eran extraídos de las clases ciudadanas más bajas o de la de los citados thetes, pero de los que tenían la capacidad adquisitiva para costearse el equipo hoplítico, puesto que no hay que olvidar que también había thetes o periecos sin ahogos económicos (Atenas también empleó a los refugiados hoplitas mesenios como epibátes).
Y es que los hoplitas más elitistas consideraban un desprestigio a sus cualidades el tener que actuar como epibátes, quienes en ocasiones incluso tenían que combatir sobre los mismos barcos abordando o rechazando abordajes, y otras veces, ante las bajas de los remeros, incluso había que echar mano de los remos. Los hoplitas habían sido educados y entrenados para combatir en tierra, en la falange, y no querían verse rebajados a esas labores.
Representación de una triere ateniense donde podemos apreciar el espolón de proa y
las tres órdenes de remeros.
De todos modos, durante la guerra del Peloponeso, sí se vieron obligados en numerosas ocasiones a embarcarse en las trirremes como epibátes, o para invadir el territorio enemigo en incursiones rápidas, o para invasiones a gran escala como la de Sicilia. Pero también antes, en la misma batalla de Salamina (480 a.C.), las trirremes griegas estaban copadas de soldados hoplitas y de infantes ligeros que combatieron codo con codo contra los navíos persas.
En estos combates, tanto en tierra como en la mar, el modo de lucha hoplítica se resentía, ya que los soldados de los navíos debían de adaptarse al modo de lucha que más convenía en cada situación y con los medios a su alcance. Esto era tanto así, que incluso en ocasiones difíciles, en algún desembarco, eran armados los remeros o los marineros, quienes ni por entrenamiento militar ni por encuadramiento social deberían combatir junto a o contra los hoplitas.
Pero las dotaciones habituales de las trirremes atenienses eran las de los diez hoplitas epibátes, en ocasiones reforzados también por una pequeña tropa de arqueros o lanzadores de jabalina (Hyperèsia), hasta sumar junto al capitán (trièrarchos), el piloto (kybernètès), el keleusthès (oficial encargado de mantener la dirección y velocidad de boga adecuada), el triéraulès (flautista que marca el ritmo de boga), y algún marinero (nautès), unos treinta hombres de tripulación, sin contar a los 170 remeros.
Las demás flotas griegas también debieron de tener un sistema y unas dotaciones similares a éstas de Atenas. Sin embargo, Esparta fue reacia a fomentar su marina de guerra, para eso ya tenía la de su aliada Corinto. Y la flota de guerra espartana casi siempre actuó con funciones de transporte para sus hoplitas, quienes siempre desembarcaban en tierra para combatir a la manera tradicional y no sobre los navíos, sin primar el papel de las tropas ligeras.
Representación de trirremes griegas y fenicias en combate
durante la batalla de Salamina, 480 a.C. (imágen de P. Colonny)
Autor: Tito
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