Los mamelucos de la Guardia de Napoleón: 1802-1808
El escuadrón de mamelucos de la guardia imperial napoleónica, es, ¡quizá!, la unidad más pintoresca que formó parte de las tropas napoleónicas; pero, ¿Quiénes eran estos soldados del desierto?, ¿Cuál era su formación u origen?, ¡intentaremos dar respuestas a esta incógnita!. Quizá convenga especificar, que todo empezó cuando Napoleón ni siquiera era todavía emperador de Francia, aunque como general, ya había dado muestra de su maestría, inicios del juego que iba a dar en el futuro a las armas de Francia.
El año de 1797 Napoleón había derrotado en varios encuentros a las tropas austriacas en la guerra que mantenían con Austria; un año después, El Directorio, gobierno que manejaba los hilos de gobierno en Francia, encomendó una misión a Napoleón bastante exótica, girar una invasión a Egipto.
Egipto por aquel entonces, formaba parte nominal de los territorios del imperio Otomano, si bien es cierto que el imperio por aquel entonces estaba bastante debilitado y el gobierno de Egipto gobernaba con bastante autonomía (o quizá en régimen de semi- independencia).
El pretexto de la invasión fue tanto proteger los intereses franceses en la zona, como cortar a los ingleses la ruta a la India que tenían estos por el país; también fue un pretexto para quitarse de encima el Directorio a Napoleón, cuya fama crecía por momentos.
Se estaba convirtiendo para el gobierno francés en una presencia incómoda, así que fue un alivio que desapareciera del país; para Napoleón también fue una oportunidad que no quería desaprovechar, con el objeto de incrementar fama y popularidad que ya poseía.
En julio de 1798, una flota de 300 buques de todo tipo, trasportado a 38.000 soldados y 16.000 marinos (además de numerosos científicos, los cuales aprovecharon su estancia en el país) Napoleón se dirigió a Egipto con la mente de establecer un protectorado francés en el país.
No es objeto de este trabajo hacer frente a las vicisitudes que Napoleón disfrutó en el país; victorias por tierra sobre los mamelucos (casta militar que gobernaba en el país) y una derrota por mar, en la cual, los ingleses destruyeron la escuadra que había trasportado al ejército francés por mar.
A parte de esto, Napoleón recibió noticias de que el gobierno del Directorio estaba maduro para ser derribado, a finales de 1799, Napoleón, consciente de que la aventura egipcia no podía dar más de sí, embarcó en una fragata rumbo a Francia, con el objeto de tomar parte en los sucesos que se desarrollarían en el futuro del país.
Carga de los mamelucos en la Batalla de Austerlitz 1805
El ejército francés permaneció otros dos años en suelo egipcio; acosados por las tropas inglesas, y hartos los egipcios del pago elevado de impuestos para el sostenimiento de los franceses en el país, la situación en Egipto se había deteriorado, ¡a ojos vistas!.
Finalmente en 1801 los tropas francesas se rindieron en Egipto, firmando un acuerdo con los ingleses, mediante el cual, las tropas francesas fueron reembarcadas a Francia mediante el concurso de la numerosa flota inglesa.
Cuando estas llegan a Francia, Napoleón es dueño indiscutible del país, a finales de 1799 un golpe de estado había puesto fin al débil gobierno del Directorio, y Napoleón gobernaba el país junto con otros dos hombres en lo que se llamó “el gobierno de los tres cónsules”.
Aunque desee luego, nadie ignoraba que era Napoleón quien quitaba y deshacía; siendo los otros dos hombres unos “muñecos de paja” o lo que es lo mismo, solo estaban ahí para figurar, sin, ¡casi!, poder de decisión alguno.
Entre los llegados a Francia figuraba un grupo de soldados egipcios bastante pintoresco; reclutados en Egipto por el oficial Barthélémy, lleva consigo un grupo de mamelucos, destacados entre los más valientes que encontró en Egipto.
Sirven como mercenarios y Napoleón decide destacarles encuadrándolos en una unidad de su Guardia consular (más tarde, en 1804, con Napoleón hecho emperador, rebautizaría sus unidades de la Guardia, como “Guardia Imperial”).
El día 7 de enero de 1802, los mamelucos son presentados en la Guardia como una nueva unidad tras tres meses de organizarlos, adiestrarlos (en la forma de combate de la caballería napoleónica, ya que como jinetes valerosos, poco se les puede enseñar) y equiparlos.
La recibida que se otorgó al escuadrón de los mamelucos en la ciudad de París fue calurosa, acorde con los deseos de Napoleón; eran excelentes jinetes y hábiles espadachines, como pronto comprobarían los enemigos de Francia.
Alguno de los mamelucos alcanzó puestos de honor como Roustam Raza, el cual sirvió como guardaespaldas personal de Napoleón durante todo su mandato. El número de los que vinieron a Francia parece que rondó los dos centenares.
Los mamelucos fueron organizados como un escuadrón de caballería, dividido en dos compañías; el 21 de abril constaban de tres oficiales y 155 suboficiales y soldados; los mamelucos fueron adscritos como un escuadrón de húsares en los prestigiosos “Cazadores de la Guardia”, unidad de primer rango entre la caballería de la Guardia, y cuyas proezas posteriores no desmerecieron su pertenencia a dicha unidad.
Mamelucos 1808-1814
Por decreto del 25 de diciembre 1803, fueron encuadrados en el primer regimiento de cazadores de la Guardia, y como tales, pertenecieron la famosa “Vieja Guardia”, la “crème de la crème” o lo que es lo mismo, la élite de la Guardia de Napoleón.
Hombres leales y fieles hasta la muerte para con su dueño, formaron parte de una de las unidades más leales e incondicionales de Napoleón; recibieron el apodo de “hijos del desierto” u otro más terrorífico como “cortadores de cabeza”, ciertamente, la infantería enemiga lo pasó mal al ser atacados por estos hombres el calor de la batalla.
El equipamiento de dicho escuadrón fue tan vistoso como pomposo; ciertamente su vestimenta, (aprovechando que en Francia imperaba el gusto por lo exótico de Oriente, así como la admiración que había por el misterio que emanaba) fue todo lo lúcida que imaginarse pueda, ¡a semejanza de un grupo de sultanes!.
El vistoso uniforme constaba de un sarrual amaranto, yalek multicolor, fermelet escarlata, shall blanco, kauk verde, koburgos dorados, cinto de castor y enjaezamiento a la turca.
Su armamento individual no es menos formidable que su equipamiento de vestuario; carabina, trabuco, dos pares de pistolas, sable curvo o cimitarra de hoja curva de 77,2 cm,puñal, otras muchas armas, cuerno para la pólvora y bayoneta.
En un principio los oficiales eran franceses, pero al resto de los rangos podía aspirar cualquier miembro de los mamelucos de la unidad; no obstante, parece que esto no duró nada y pronto algunos de ellos alcanzaron el rango de oficiales.
Entre los mamelucos de la Guardia, vinieron con ellos su familiares, mujeres, niños y padres en grupo de 36 personas; Napoleón, magnánimo para con sus valientes mamelucos, admite a sus familiares como parte de las fuerzas de la Guardia con su correspondiente soldada.
Uno de los mejores oficiales oficial al mando del escuadrón fue Jean Rapp, un valiente soldado que sus 22 heridas en combate podían atestiguar su valor.
También hubo soldados indígenas que destacaron, como un tal Chahine, destacado en la batalla de Austerlitz y que sufrió más de 40 heridas en combate.
Mamelucos
Aquí tenemos un recuento de los jefes que dirigieron a los mamelucos en combate:
·1801 - Montmarie Pelletier
·1801-1803 - Rapp
·1803-1805 - Dupas
·1805-1810 - Delaitre
·1810 - Kirmann
Hasta el año 1813, el escuadrón de mamelucos disfrutó de unos efectivos más o menos estables, por ejemplo, tenemos un recuento oficial de sus efectivos.
En 1804, el escuadrón se componía de:
- 9 oficiales (6 de ellos mamelucos).
- 10 oficiales subalternos (6 de ellos mamelucos).
-10 suboficiales (8 de ellos mamelucos).
- 2 trompetistas.
-92 soldados.
La totalidad de reclutas que sirvió en el escuadrón a lo largo de toda la guerra parece que fueron de unos 583 hombres; el origen de todos ellos era muy variado, georgiano, circasiano, de Crimea, árabes, sirias; egipcios, abisinios, sudaneses, húngaros, albaneses, Malteses, tunecinos, argelinos y finalmente, franceses en la época tardía de 1813.
La integración de los mamelucos en el país, fue buena relativamente, aunque estos soldados tuvieron algunos problemas, como los que sufrió el capitán indígena Ibrahim Bey, el cual, herido en su honor por las burlas que recibió de unos cuantos civiles franceses debido al ostentoso traje de servicio que portaba, no dudó en descerrajar varios disparos a los mismos, matando a dos de ellos en el proceso.
Debió comprenderse que el insulto que había recibido era de lo peor que podía recibir una persona de esa condición, (aunque en Francia no habría pasado de un reproche a los civiles que insultaban) eso y su mentalidad extranjera, no adaptada a la francesa, inclinó a la indulgencia a los mandos militares.
Por lo que fue obligado a retirarse a la ciudad Marsella, otorgándosele una pensión no otorgándosele una súplica de ruego por lo que había hecho, algo que en Egipto, ¡decía!, sería un modo de actuar normal, por lo que no comprendía el modo en que había sido juzgado.
Roustam, asistente personal de Napoleón y otros mamelucos
En 1814 Ibrahim Bey, fue finalmente devuelto al servicio activo en un momento en que todo soldado era útil para un país que como Francia, estaba siendo invadido por el norte y por el sur por una coalición aliada de enemigos de Francia, la cual había arrinconado en su país a las tropas francesas; Ibrahim fue herido y capturado en pleno combate, cuando su turbante se desató y le cegó los ojos.
Napoleón insistió que, manteniendo unas estrictas medidas económicas, el escuadrón de mamelucos no debía costar más de lo que costaba un escuadrón de cazadores del regimiento a que pertenecían.
Así que recibieron una paga reducida para pagar los enormes costos adicionales que su indumentaria y equipamiento supusieron; sin embargo, tuvieron que ser asignados más fondos al equipamiento del escuadrón mameluco.
Ciertamente, el traje oriental con el que fueron equipados era impresionante y probablemente sirvió para intimidar a los enemigos, pero operativamente, no fue muy práctico para sus reclutas.
Napoleón tenía mucho aprecio por el escuadrón mameluco, muestra del aprecio que les tenía, era que les reservaba el honor de precederle cuando entraba en alguna ciudad.
Su entrada en batalla hay que supeditarla a la famosa batalla de Austerliz, en el famoso día del 2 de diciembre de 1805, el escuadrón mameluco, formando parte integrante de los cazadores de la Guardia se distinguió en la batalla, en la que la maniobra brillante de Napoleón, destrozó a las fuerzas austro-rusas que se le opusieron.
Las caballerías de la Guardia francesas y rusas traban combate, si bien es cierto que aunque la valentía es similar en ambos cuerpos, la experiencia se decanta a favor de los franceses, los cuales acaban derrotando a sus homólogos del bando contrario.
Las bajas del escuadrón mameluco fueron insignificantes, tres hombres; por el contrario, su actuación supuso una enorme reputación a su prestigio como fuerza combatiente.
Las batallas se suceden y las victorias también; Napoleón respecto a la vieja Guardia, es muy renuente a enviarla a batalla, solo lo hace como último recurso, ¡pero solo respecto a su infantería!, a la que considera su bien más preciado.
Con la caballería de la vieja Guardia es diferente, esta es enviada al combate sin traba alguna, ¡aun considerando que el calibre de la infantería y la caballería en combate es similar! (aunque lo mismo se puede decir del resto de unidades de la vieja Guardia, expertas en el ramo en que desempeñan, ya sea artillería, ingenieros, pontoneros, etcétera).
Mamelucos
La campaña de Prusia en 1806 se salda con un triunfo para las fuerzas napoleónicas, las bajas en el escuadrón no son destacables, el destacamento cuenta a 15 de abril 1806 con 13 oficiales y 147 soldados.
En 1807, los mamelucos entran de lleno en batalla; en la famosa batalla de Eylau, el 8 de febrero los rusos rompen el centro del dispositivo francés. Pero Murat al mando de la caballería con 11.000 jinetes restauran el orden en la batalla, barriendo a la infantería rusa, aunque a un precio muy caro, 1.500 bajas entre sus filas.
Sin embargo, los rusos, aunque duramente golpeados, no están derrotados del todo, hace falta un esfuerzo decisivo más; tras varios amagos, en Friedland, en junio, Napoleón se enfrenta en la batalla decisiva al ejército ruso.
La caballería de la Guardia forma en retaguardia, esperando el momento oportuno para su intervención (de hecho, la caballería de la Guardia, siempre formaba en retaguardia en todas las batallas a la espera de dar el golpe de gracia en plena batalla; su concurso como unidad de élite, casi siempre lograba desequilibrar la batalla a favor del bando francés).
La caballería de la Guardia se torna decisiva, ya que su homóloga rusa hacía retroceder a la infantería francesa, los escuadrones rusos son derrotados y la batalla se decanta para el bando francés.
Poco se puede decir del valor desplegado por los mamelucos en todas estas batallas, su actuación fue brillante, aunque su actuación fue del tipo de trabajo en equipo, distinguiéndose, pero no efectuando acciones individuales en las que pudieran destacar.
Aunque no es menos cierto que en las acciones de este año de 1807, hay constancia de la sorpresa que causó en los rusos el escuadrón de los mamelucos en combate; ya por la vistosidad de sus uniformes, (¡les tomaron por turcos!) ya por la agresividad temeraria que sus jinetes desempeñaron en combate.
jinetes mamelucos
Hubo testigos de cómo en algunos tramos de las batallas, la aparición de los mamelucos inspiró terror entre los rusos, ¡algunos ejemplos!:
-Dezydery Chlapowski, perteneciente a los Lanceros de la vieja Guardia, escribió: "Cuando mi unidad estaba cerca de los húsares rusos, estos vieron a los mamelucos que iban a su lado; dieron media vuelta y huyeron, no parando hasta que habían rebasado a un regimiento de coraceros rusos, detrás de los cuales, los húsares se reagruparon”.
-El General Walther vio en línea a una unidad de coraceros rusos. “Primero fueron los mamelucos los que lanzaron una carga directa contra los coraceros. El comandante enemigo no podía creer que un único escuadrón atacaría a su brigada rusa.
Es cierto que cuatro escuadrones nuestros también avanzaban contra los coraceros rusos detrás de los mamelucos; pero para los rusos, ¡fue ver a los mamelucos y no dieron ninguna oportunidad para entablar combate a los franceses!, ya que estos se retiraron corriendo a una posición de segunda línea”.
Parece que este hecho ya ocurrió en Austerliz en 1805, y se repetiría posteriormente en todos los enfrentamientos en los que enemigos de Francia se topaban con tan vistosa unidad.
Las bajas se cobraron su precio entre los mamelucos, si bien es cierto que no fueron en demasía, su escuadrón se vio reducido a 102 efectivos, Aunque es interesante saber, ¿cómo los mamelucos cubrían sus bajas?, ¡es un tema que ahora tocaremos!.
Las bajas de la unidad, a pesar de que estas no eran numerosas, (habida cuenta de que los efectivos eran reducidos) eran muy difíciles de cubrir; en un principio la unidad fue establecida con mamelucos de Egipto, pero, ¡claro!, los franceses ya no estaban cuando el escuadrón entró en combate, allá por el 1805, establecido en Egipto, país que abandonaron en 1801.
Reclutar soldados en Egipto ya no era posible, con la flota británica, dueña del Mediterráneo, era imposible mandar buques al país para reclutar candidatos o posibles reclutas.
Trompeta mameluco y otros soldados
Se abrió la posibilidad de reclutar más candidatos de otros lugares, ante la dificultad de reclutarlos en Egipto; se abrió la posibilidad de reclutar a súbditos imperio Otomano: griegos de las islas Jónicas, los georgianos y turcos del Norte de África etcétera.
Años más tarde, ante la imposibilidad de encontrar más reclutas, fueron aceptados como posibles candidatos a ciudadanos franceses.
París por aquel entonces era una Metrópoli inmensamente grande y cosmopolita, poblada por cerca de 600.000 habitantes.
Encontrar habitantes del imperio Otomano no resultaría difícil en una ciudad en que el comercio era su máximo exponente y en la cual residían numerosos extranjeros. Se buscó afondo entre sus arrabales en busca de posibles reclutas para el escuadrón.
También en otras grandes ciudades, (principalmente marítimas) susceptibles de albergar dichos candidatos, se buscó posibles reclutas.
Pero los resultados no fueron muy alentadores; también había otro problema, y es que la unidad pertenecía a la “vieja Guardia”, por tanto los futuros candidatos tenían que ser soldados de valía.
¡Efectivamente!, no se podía meter reclutas sin experiencia en una unidad militar de élite; ¿quizá los reclutas que entraban adquirían experiencia en otras unidades o eran sometidos a un intenso adiestramiento antes de entrar?, posiblemente fue este el caso.
Aunque para entrar sin cumplir alguno de estos requisitos, solo podría hacerse con el consentimiento de Napoleón, última persona que podía relajar los exigentes requisitos de entrada en el escuadrón, ¡aunque esto último lo dudo!.
Como complemento de reclutamiento, los niños varones que formaban parte de las 36 personas que vinieron con los mamelucos a Francia, cuando estos cumplieron los 16 años, fueron inscritos en el escuadrón mameluco.
¡En fin!, tras la batalla de Friedland en junio de 1807, Napoleón podía disfrutar de un periodo de paz; las principales potencias del continente europeo habían sido batidas. Austria, Prusia y Rusia reconocían la potencia hegemónica de Napoleón y del ejército francés, ¡invencible en batalla!.
Solo quedaba Gran Bretaña como último enemigo a batir y toda Europa sería suya sin obstáculo alguno; el ejército inglés era muy bueno, aunque el francés por aquel entonces además de muy bueno era numéricamente muy superior al británico, el cual además, se hallaba muy disperso protegiendo las colonias de su imperio.
El que Napoleón no hubiera invadido Gran Bretaña, se debía sencillamente a que los ingleses estaban establecidos en una isla, ¡las islas británicas!; había que cruzar el Canal de la Mancha, en el Océano Atlántico, para poner los pies en Gran Bretaña, pero para ello había que cruzar el mar con una flota y aquí se hallaba la debilidad de Francia, ya que la flota británica era incomparablemente su superior a la francesa.
¡Efectivamente!, ya en 1805 la flota francesa y española se midieron a la británica con desastrosos resultados para los franco-españoles. Con lo que Gran Bretaña quedó dueña de los mares por toda Europa.
Napoleón, no podía invadir las islas británicas, pero intentó debilitar su economía decretando un bloqueo continental en 1806, es decir, prohibiendo a todos los países europeos que comerciaran con los ingleses; Pero Portugal, aliada tradicional de los ingleses no se avino a los deseos de Napoleón, por lo que este último decidió la ocupación del país.
Cuadro de Goya sobre la carga de los mamelucos en Madrid
En connivencia con España, aliada suya, Napoleón firmó con este país el conocido como, “Tratado de Fontainebleau” en octubre de 1807, mediante el cual permitía a los franceses el paso de sus ejércitos por España, Portugal quedaría dividido en tres zonas, una de las cuales sería para España (trato que Napoleón no cumplió por supuesto, tenía otros planes para España).
La invasión fue un éxito, ocupando Napoleón Portugal casi sin resistencia; pero ocurrió una cosa; ¡arteramente!, recurriendo a la astucia y el engaño sin mediar a acto de fuerza (¡al menos no muy directamente!) Napoleón fu introduciendo poco a poco cada vez más tropas en España.
Contaba para ello con la aquiescencia o consentimiento indirecto de los reyes de España y su primer gran ministro Godoy; las tropas francesas en un principio se dejaron entrar para invadir Portugal, incluso se dio un tope a su número. Pero con el tiempo este se rebasó ampliamente sin poner trabas los españoles, ya que los franceses (en teoría!) eran sus aliados.
Fueron poco a poco estableciendo guarniciones estratégicas y ocupando puntos vitales de los accesos por el sur de Francia y norte de España, primero por la zona del País vasco y Castilla y León, luego por Cataluña y Aragón. Y continuaron descendiendo por España, extendiendo los tentáculos por todo el país, sin prisa pero sin pausa.
Los mamelucos de la Guardia recibieron el honor de pertenecer a la escolta de Murat, gran duque de Berg; este fue destinado a España en 1808 como comandante en jefe de las tropas francesas en España. Murat se estableció en la capital española, Madrid, y allí se dirigió con sus tropas.
El 23 de marzo de 1808 Murat entró en la capital española en medio de la curiosidad de los habitantes de la villa; por aquel entonces, en España había más de 100.000 soldados franceses acuartelados en diversos puntos del país.
Con el paso de los días y semanas, la situación de las tropas francesas y los habitantes de la villa se fueron tensando cada vez más; ciertamente los imperiales habían entrado en la ciudad no como aliados de los españoles, sino como conquistadores arrogantes, arrogancia que no escatimaron en lanzar sobre los suspicaces madrileños, a los cuales la curiosidad pronto se tornó en franca hostilidad.
Los franceses normalmente se comportaron amigablemente y con educación, ya que gran parte de las tropas acantonadas en España eran en su mayoría reclutas sin experiencia; reclutas lejos de sus hogares, acantonados en un país extranjero pero aliado y amigo, donde tímidamente, buscaban un calor y afecto que ya no tenían lejos de sus hogares.
En medio, mameluco en uniforme de invierno
El problema se suscitó entre las tropas veteranas, estas arrogante y orgullosas, conscientes de su superioridad militar, no tenían problemas de arrojarles a la cara de los madrileños, lo superiores que se creían ante ellos. Un guante que algunos madrileños recogieron con gusto, hartos de la prepotencia francesa.
Peleas, duelos y actos de venganza empezaron a sucederse a los pocos días, y su intensidad fue creciendo con el tiempo (por ejemplo, el cortejo a las damas españolas por parte de los soldados franceses, fue un acto que hizo no poco daño, ya que esto fue lo encendió la sangre de muchos madrileños).
En la capital madrileña se acuarteló con no poca dificultad a 10.000 soldados franceses; en las afueras de Madrid (a dos horas de marcha) fueron acuartelados 20.000 hombres y a un día de marcha de la capital, otros 20.000 hombres estaban acantonados.
Los incidentes con los madrileños se tornaron tan graves, que poco antes del acto de sublevación del 2 de mayo, Murat estableció un plan de contingencia en caso de que la población capitalina se sublevara contra las tropas francesas.
Se estudió minuciosamente por donde podían converger las tropas francesas de las afueras de la capital, para entrar en Madrid; no dudaban de que con 30.000 hombres se podía ahogar cualquier rebelión militar, y en caso de mucho apuro, 50.000 hombres en total, podían derrotar cualquier intento subversivo sobre ellos.
Fue un acto muy bien calculado el plan anti-rebelión de Murat, habida cuenta de los hechos posteriores; respecto a los mamelucos de la Guardia, fueron establecidos a las afueras de Madrid, en el barrio de Carabanchel.
Pronto tendrían que demostrar su valía militar, ya que el dos de mayo de 1808, el pueblo madrileño harto de los franceses, se sublevó contra ellos.
El acto de que la familia real española partiera para Francia encendió mucho los ánimos; pero el hecho de querer llevarse a su último integrante, el príncipe Francisco de Paula, hizo estallar los corazones de los madrileños; la torpeza francesa en que unos disparos harían dispersar a la muchedumbre que quería impedir que Francisco de Paula fuera evacuado, no hizo más que prender la chispa del polvorín.
Madrid fue durante las primeras horas, una ratonera un la que no pocos franceses fueron muertos a manos de los airados madrileños, la rebelión se extendió como la pólvora; entonces los franceses ejecutaron el plan de contención contra una posible rebelión.
Las tropas francesas de las afueras se prepararon para entrar en la capital; entrando por las principales puertas de la ciudad, (defensa que no se les ocurrió o pudieron establecer los madrileños) convergieron al centro de la misma, despejando las arterias principales de los bloqueos que los madrileños intentaba establecer para entorpecer en avance francés.
Musicos mamelucos
Los mamelucos, acompañando a otras tropas de caballería francesas, pasaron por la Puerta del Sol y la calle Alcalá, las zonas por donde los madrileños estarían establecidos y listos para entorpecer su avance, pero eran paisanos que iban a pie y estaban mal armados, con lo que estaban en inferioridad frente a la caballería francesa.
Los jinetes mamelucos y franceses Llegaron a la Puerta del Sol y cargaron contra un gentío (formado por 2.000 personas, gente decidida, para la que estar armada con navaja era usual) abriéndose paso a sablazos; pero no fue sin una resistencia a ultranza, ya que el gentío abatía a los caballos para acuchillar a los jinetes.
Los mamelucos con su cimitarra se hicieron especialmente temibles, sajando a los desesperados madrileños que se les oponían.
Joaquín Murat, jefe de las tropas francesas de España exclamó orgullosamente sobre los mamelucos:
"Ellos solos hicieron caer al menos cien cabezas".
La oposición que encontraron fue, a pesar de todo, feroz y decidida. Por el camino hubo tiroteo, especialmente recio al pasar por delante del palacio del duque de Hijar y el convento de Santa María de Atocha, donde los propios monjes disparaban a los franceses desde las ventanas.
Los mamelucos se detuvieron entonces e hicieron allí una horrible masacre, ensañándose además con cuantos rebeldes encontraron por El Prado. Entraron en el palacio del duque matando a cuantos se hallaban en el interior para a continuación arrojar los cadáveres por la ventana.
Jefe de escuadrón de mamelucos 1809-1810
Tuvieron que volver a atravesar la Puerta del Sol efectuando una segunda carga e irrumpieron en casa del corredor de vales reales, en el número 4 de la plaza, asesinando también a cuantos encontraron.
No contentos con las matanzas del 2 de mayo y con las condenas a muerte, los mamelucos continuaron cometiendo atrocidades.
El propio Murat, desbordado, tuvo que enviar una nota ordenando que se convocara a los oficiales para comunicarles que no toleraría ninguna falta más, y que castigaría con pena de muerte a aquel que fuera denunciado por los ciudadanos por alguna de esas frecuentes tropelías.
Después de eso inspiraban tanto miedo que en cuanto la gente veía uno a lo lejos salían corriendo como si hubieran visto al diablo. Tal es el miedo que les inspiraba estos “hijos del desierto”, ¿Cuántos mamelucos murieron en la refriega madrileña?.
A pesar de las bajas que entre los civiles ocasionaron los mamelucos, los madrileños respondieron con la energía que da la desesperación a sus avasalladores enemigos; de los 86 miembros del escuadrón mameluco que cargó contra los madrileños en esa sangrienta jornada, consta que 29 de ellos fueron muertos por la furia madrileña.
Mamelucos en acción 1810
Autor: eljoines
Bibliografía:
- eljoines's blog
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Qué maravilla, fantástico trabajo.
Estoy seguro que, de poder haber contado con refuerzos desde Egipto, el cuerpo de mamelucos hubiese sido aún más temible. Con tanta razón los trataba tan bien el emperador...
He cambiado algunas láminas por otras más interesantes, ¡espero que hos gusten!.
saludos
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La actuación en batalla de esta unidad era temible por su ferocidad en combate, sin embargo, su posibilidad de encontrar refuerzos, (por lo menos en Egipto donde se reclutaron a todos, aunque mucho no eran natales del mismo Egipto, sino de varias regiones del Imperio Otomano) era casi nula, ya que los franceses tendrían que reclutarles navegando por el Mediterraneo, cosa imposible con la flota inglesa dueña de los mares.
Así que solo se dispuso de un escuadrón, de los evacuados junto con los franceses en la flota inglesa en 1801; pero las bajas del mismo se buscaban estre emigrantes originarios del Imperio Otomano que vivieran en Francia o reclutados entre los franceses.
El segundo escuadrón ya se tuvo que reclutar con franceses, aunque vistieran los trajes exóticos del primer escuadrón; de haber podido, seguramente Napoleón hubiera reclutado como poco a varios regimientos de estos soldados, pero como comenté, eso era imposible por el riguroso bloqueo de los ingleses a los puertos de Francia.
saludos