Pliska (811): Los búlgaros aniquilan al ejército bizantino
A comienzos del siglo IX los bulgaros, tras muchas y largas vicisitudes, eran un pueblo claramente en ascenso. El Imperio Bizantino no podía ver mas que con preocupación el fortalecimiento de sus belicosos vecinos. En el año 811 los bizantinos se decidieron a cortar por lo sano y emprendieron una campaña que estaría a un paso de destruir por completo el reino búlgaro pero que acabaría convirtiéndose en uno de los mayores reveses del Imperio.
Orígenes de la campaña
Bizantinos y búlgaros llevaban cerca de dos siglos de tormentosa relación tanto combatiendo como aliándose según variaban las circunstancias. Los bizantinos habían ayudado a los búlgaros a independizarse de los ávaros y por su parte los búlgaros habían contribuido a hacer fracasar el gran asedio árabe de Constantinopla. En otras ocasiones los búlgaros como buen pueblo nómada se habían lanzado a saquear territorio bizantino si estos últimos no se avenían a pagarles un subsidio, generando a su vez expediciones de represalia bizantinas.
A comienzos del siglo IX, los búlgaros están acaudillados por el kan (o qan) Krum. La destrucción del poder ávaro a manos de los francos de Carlomagno le permitió extenderse enormemente conquistando parte del antiguo kaganato ávaro y uniendo a los búlgaros de la llanura panónica con los búlgaros balcánicos. En unos pocos años el reino búlgaro dobló su extensión, haciendose mayor la presión sobre las frontera bizantina.
Expansión del reino búlgaro con las conquistas de Krum (fuente: Wikimedia)
En el Imperio Bizantino gobernaba Nicéforo I desde 802. Nicéforo había ascendido al trono mediante un complot que había depuesto a la polémica emperatriz Irene(i). Curiosamente, antes del golpe de estado no tenía un cargo militar sino que ocupaba un cargo equivalente a ministro de finanzas (logothetes tou genikou). Nicéforo era un hombre enérgico decidido a restaurar el poder del Imperio que no pasaba precisamente por sus mejores momentos. Para ello necesitaba restablecer las finanzas que su antecesora había descuidado, pero sus medidas le iban a granjear poderosos enemigos. Eliminó numerosas exenciones e incluso incrementó los impuestos a iglesias y monasterios, generando la animadversión por parte de los religiosos(ii) (a los que por otra parte quería controlar firmemente). También cortó los subsidios al Califato árabe provocando el estallido de una guerra en la que los bizantinos se llevaron la peor parte hasta que tuvieron un golpe de suerte con la muerte del califa Harun-al-Rashid (809) que provocó una guerra civil para decidir su sucesión que paralizó al Califato. Quedaba sin resolver el conflicto con los francos de Carlomagno por el control de la zona de Venecia pero este no había derivado en una guerra a gran escala.
En el 811, Nicéforo estaba relativamente libre para dedicarse plenamente a resolver el asunto búlgaro. De hecho el presente conflicto ya llevaba unos años en marcha. Ya en el 807 Nicéforo había comenzado una campaña (no está claro si era una represalia por algún ataque búlgaro o el propio Nicéforo decidió romper las hostilidades) pero tuvo que abortarla ante una amenaza de motín en palacio. Al año siguiente Krum derrotó al ejército bizantino de la frontera (12.000 hombres) y para colmo se apoderó de su recién llegada paga. En el 809 atacó de nuevo arrasando la fortaleza de Sardica (Sofía) y aniquilando a sus 6.000 hombres de guarnición. Nicéforo lanzó una exitosa operación de castigo que parece que llegó hasta la propia capital búlgara de Pliska. Tras su victoria procedió a reconstruir Sardica usando como mano de obra al ejército (cosa que no le hizo mucha gracia a los soldados) y procedió a ordenar una migración forzosa de gentes de Anatolia hacia Macedonia para consolidar los asentamientos fronterizos. Sin embargo el conflicto estaba lejos de estar resuelto.
Proclamación de un emperador en el siglo IX. Ilustración de Angus McBride (Osprey Publishing)
Los preparativos
Para Nicéforo la campaña de 811 debía de ser decisiva y lo más probable es que sus intenciones fueran hacer avanzar la frontera bizantina hacia el norte restableciendo la antigua frontera del Danubio. El recurso a una fuerza arrolladora y definitiva era un tanto inusual dentro de la “estrategia” bizantina. La política normal para lidiar con los “bárbaros” del Danubio había sido la de o bien apaciguarlos con subsidios o cuando esto no se seguía considerando recomendable se recurría a buscar la alianza con el siguiente pueblo nómada emergente que se pudiera localizar en la estepa euroasiática (en este caso los pechenegos) para que atacara la retaguardia del enemigo, combinado con un posterior ataque limitado por parte de los propios bizantinos destinado más a debilitar que a aniquilar al enemigo. La idea subyacente era que era mejor mantener un rival ni fuerte ni débil en la frontera que crear un vacío que pudiera ser aprovechado por un rival todavía más peligroso. En este caso no se pudo o no se quiso forjar una alianza con los pechenegos y se procedió a reunir el que probablemente fuera el ejército de campaña bizantino más poderoso de su época.
Financiado con la subida de impuestos se consiguió reunir un ejército de 70.000 hombres, formado por 3 contingentes principales:
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Tagmata. Eran el núcleo profesional del ejército y por tanto sus unidades de élite. Había 3 tagmata de caballería (Scholae, Excubitores, y Vigla o Arithmos) a los que Niceforo añadió un 4º tagma (Hikanatoi: “los meritorios”) formado a partir de un núcleo de hijos de oficiales de más de 15 años (una combinación de cuerpo de cadetes y unidad combatiente) que acompañaban al propio hijo y heredero de Nicéforo, Staurakios (Estauracio) . Además el Imperio contaba con 2 tagmata de infantería (Noumeri y Theikon) dedicados a funciones de guarnición y uno logístico (Optimates). Se supone que la mayoría de las tropas de los tagmata (al menos toda la caballería) participaría en la expedición.
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Themata. Eran el grueso del ejército bizantino. Se trataba de una milicia territorial (un thema era un distrito administrativo-militar), compuestos por soldados-agricultores a los que se les permitía el disfrute de un lote de tierra a cambio de estar disponibles para su movilización cuando surgiera la necesidad sirviendo tanto como caballería como infantería. Gracias a un sistema de rotación una parte de de los milicianos estaba permanentemente movilizada constituyendo una fuerza movil. Cada thema estaba al cargo de un strategos. Para esta campaña además de los themata fronterizos occidentales se trajeron tropas de los themata asiáticos (es de suponer que sólo las fuerzas moviles y preferentemente de los themata interiores y no de los fronterizos)
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Irregulares. Para esta ocasión se nos dice que Nicéforo reclutó a muchos voluntarios entre las capas más pobres para combatir a cambio de dinero. Carecían de entrenamiento y estaban mal armados; muchos de ellos solo portaban hondas y garrotes.
El ejército de campaña además contaba con numerosos notables y oficiales de todas las partes del Imperio. Es de suponer que Nicéforo se aseguró que cualquier posible conspirador estuviera presente (o al menos tuviera un hijo en el ejército) para no tener que preocuparse de lo que sucediera en casa.
De los búlgaros poco sabemos salvo que se sintieron suficientemente impresionados por este despliegue como para intentar negociar la paz. El ejército búlgaro era bastante similar en concepto al ávaro (ENLACE) con un núcleo de guerreros a caballo de tradición semi-nomada pero que también podían pelear a pie. Al igual que los ávaros los búlgaros usaban a las tribus eslavas de su territorio como infantería de “usar y tirar”.
Krum reúne a su ejército para la campaña del 813. Manuscrito Madrid Skylitzes (fuente Wikimedia)
La campaña
Las nutridas tropas bizantinas se fueron concentrando en la localidad fronteriza de Marcellae. El territorio por el que debía avanzar el ejército bizantino era difícil: por un lado había que atravesar los extensos bosques moesios (Magna Silva Bulgarica) haciendo uso de vías forestales para después atravesar los montes balcánicos por alguno de los escasos pasos posibles y alcanzar Pliska. El ejército bizantino dedicó los primeros días de su marcha a maniobrar al sur de los montes para descolocar a los búlgaros que acaban retirándose al interior de las montañas.
Tras las exitosas maniobras iniciales, Nicéforo procedió a alcanzar Pliska tras una marcha de 3 días. El acceso a la capital búlgara (cuya defensa consistía en apenas una empalizada) estaba defendido por unos 12.000 guerreros búlgaros que fueron destruidos en su casi totalidad. Poco después llegaron refuerzos búlgaros apresuradamente reunidos en número de 50.000 (seguramente una cifra exagerada) que también fueron destruidos.
La capital búlgara fue tomada. A continuación Nicéforo permitió a su ejercito que se lanzara al saqueo y destrucción de Pliska; cometiendo los soldados innumerables excesos. Krum había dejado atrás en su palacio un gran tesoro del cual un exultante Nicéforo procedió a apropiarse(iii). Nicéforo recibió de Krum una nueva oferta de paz y de haberla aceptado la cosa podía haber acabado ahí con una victoria prestigiosa pero con efectos solo a corto plazo. Tras el saqueo la capital sería reducida a cenizas.
Nicéforo optó por continuar la guerra ya que la toma de la capital no implicó el derrumbe del estado búlgaro y ni Krum ni los búlgaros acudieron en masa a rendirse incondicionalmente a los pies del emperador. El siguiente paso de Nicéforo parece haber sido el dirigirse en dirección a Sardica atravesando el territorio búlgaro a su paso (allanando el camino para la conquista). Tras la fácil victoria el ejército bizantino cayó en la molicie, dispersándose para saquear y no manteniendo una adecuada vigilancia.
Krum por su parte no había estado inactivo: reunió hasta el último guerrero que pudo localizar (se dice que armó incluso a las mujeres), hizo venir a un gran contingente de eslavos e incluso contrató mercenarios entre los restos de las tribus ávaras.
El improvisado ejército búlgaro se dispuso a tender embocadas en las montañas a los bizantinos usando un método tradicional búlgaro: primero se ponían barricadas de troncos atados con cuerdas que bloqueaban los caminos de montaña y servían como improvisadas empalizadas y después se procedía a atacar al enemigo por sorpresa intentando conducirlo hasta la emboscada donde sería masacrado.
Nicéforo empezó a sentirse lo suficientemente amenazado como desistir de su intención inicial y tomar el camino directo a territorio bizantino (posiblemente a través del paso de Varbitsa). Los esquivos búlgaros acechaban en las alturas y el ambiente se volvía cada vez más opresivo para los bizantinos que deseaban salir cuanto antes de la zona. El que pocos días antes era un ejercito henchido por la victoria ahora estaba al borde de un ataque de nervios ya que no veía a sus enemigos pero los escuchaba moverse a su alrededor.
Dado el tamaño del ejército cuando este tuvo que acampar se tuvieron que distribuir las tropas en varios campamentos separados. Los búlgaros atacaron el campamento imperial cuando sus integrantes estaban todavía medio dormidos. Pillados por sorpresa los bizantinos opusieron una defensa débil y descoordinada que se vino abajo rápidamente. Nicéforo probablemente murió en el ataque por sorpresa e incluso algunas fuentes hablan de que fueron los propios bizantinos los que le mataron movidos por el odio que supuestamente profesaban al “avaricioso” emperador que les había conducido al desastre.
Fragmento de una ilustración sobre la batalla: un guerrero búlgaro descubre a un sorprendido Nicéforo en su tienda.
El ejército bizantino cayó en el pánico produciéndose una huida general. El primer gran obstáculo en la huida parece haber sido un río difícil de vadear lo que provocó que muchos se ahogaran o fueran aplastados por la masa de fugitivos. Los búlgaros venían detrás y se cuenta que atravesaron el río pisando sobre la masa de cadáveres bizantinos.
Los supervivientes de la carnicería del río se dieron de bruces con una de las empalizadas “móviles” búlgaras (reforzada con una trinchera). Afortunadamente parece haber estado desguarnecida pero aun así era un obstáculo más a superar: algunos la treparon mientras otros le pegaron fuego a las cuerdas que ataban los troncos con la mala suerte de que al deshacerse las ataduras los troncos se desplomaron aplastando a unos cuantos infortunados miembros de los sanatorio. Otros fugitivos se escondieron en las montañas y espesuras siendo dados caza sin piedad por los búlgaros.
Muy pocos consiguieron sobrevivir al desastre. No sólo se había perdido al emperador (la 2ª vez en 400 años tras la muerte de Valente en la batalla de Adrianápolis) sino varios patricios y strategoi e incontables oficiales de todos los rangos junto con el grueso del ejército, sus armas y el tesoro acumulado.
La tradición cuenta que Krum ordenó convertir el cráneo del difunto emperador en una copa revestida de plata no para humillarlo sino para practicar un rito “pagano” consistente en beber del cráneo de un poderoso enemigo vencido para así absorber su fuerza.
Krum festeja la victoria con sus hombres mostrando el cráneo en plata de Nicéforo
Tiempos oscuros
El Imperio se había quedado sin ejército y sin emperador. Había que resolver ambos asuntos con urgencia.
Staurakios, heredero de Nicéforo, era uno de los supervivientes pero tenía una grave herida en la médula espinal. A pesar de ello se decidió entronizarlo a toda prisa en Adrianápolis sin esperar a llegar a Constantinopla, el 26 de Julio. Las graves heridas de Staurakios suponían que esto fuera una medida provisional y se consideró que la principal labor del nuevo emperador debía ser designar a su sucesor. El pobre Staurakios se encontró en medio de una pugna entre su esposa (Teófano) que quería ser emperatriz y su hermana (Procopia) que quería que se declarara sucesor a su marido Miguel Rangabé (otro superviviente de la debacle) que ejercía de jefe del palacio imperial (kouropalates). Ante la indecisión de Staurakios Miguel, que contaba con el apoyo del patriarca de Constantinopla, organizó su aclamación como emperador por el ejército en el hipódromo y su posterior coronación (2 de octubre). Staurakios se resignó a abdicar y pasó sus ultimos días en un monasterio, falleciendo el 11 de enero del 812.
Ilustración de la persecución en la que es herido pero consigue escapar Staurakios. Crónica de Constantino Manases (fuente: Wikimedia).
Dado que la guerra civil en el Califato continuaba se pudo recurrir a traer algunas de las tropas que todavía continuaban en la frontera oriental para al menos defender Constantinopla cuyas murallas eran garantía. El hecho de que Krum también tuviera hubiera tenido enormes bajas en el inicio de la campaña suponía un respiro añadido
En el 812 Krum invadió el territorio bizantino asolando Tracia, capturando varias fortalezas y provocando un éxodo de ciudadanos asustados que acudieron a Constantinopla a refugiarse. Una nueva oferta de paz de Krum fue rechazada por el temor de Miguel a ser considerado un monarca débil. Ese mismo año Miguel acepta reconocer a Carlomagno como “emperador” a cambio de que los francos cesaran sus injerencias en la Venecia bizantina; lo cual ya fue considerado de por si una humillante muestra de debilidad por muchos bizantinos.
El 813 empieza mejor para los bizantinos ya que se han reforzado lo suficiente como para conseguir rechazar una incursión búlgara. Animado por esto Miguel junta tropas de aquí y allá, reuniendo un ejército con el que espera tomar la ofensiva. Unos 30.000 hombres se dirigen hacia Adrianápolis mientras un ejército búlgaro de 12.000 se dirige hacia el sur. La batalla tiene lugar al norte de Adrianápolis cerca de la fortaleza de Versinikia, el 22 de junio. Los bizantinos se lanzaron los primeros al ataque pero se hundieron con el primer contraataque para sorpresa incluso de los propios búlgaros que sospecharon una trampa cuando buena parte del ejército bizantino echó a huir incluso sin haber llegado a combatir. No tardaron mucho en darse cuenta de que no había trampa alguna y la caballería búlgara pudo masacrar a placer a los aterrorizados bizantinos.
La caballería pesada búlgara cargando en la batalla de Versinikia
Miguel había resultado ser un emperador inefectivo. Culpado del desastre, fue depuesto inmediatamente y enviado a un monasterio, a la vez que sus hijos eran castrados para que no aspiraran más tarde al trono imperial. Su sucesor fue el enérgico general León V el Armenio. Krum se presentó ante las murallas de Constantinopla pero estas eran demasiado para las capacidades de asedio búlgaras. Ofreció de nuevo negociar la paz e incluso estuvo a punto de ser capturado cuando León fingió estar dispuesto a negociar.
Krum dedicó el resto del año a saquear los territorios bizantinos consiguiendo un nutrido botín y numerosos cautivos con los que poder reconstruir Pliska. Ese invierno hizo preparativos para en el 814 poder asediar con garantías Constantinopla: usando los recursos obtenidos y empleando expertos (bizantinos capturados y/o árabes) los búlgaros empezaron a construir equipos de asedio. Sin embargo Krum moriría en abril de 814 sin haber completado los preparativos y su sucesor, su hijo Hurtagua no estaba a la altura. Omurtag, tras sufrir una derrota ese año a manos de León V, ofreció a los bizantinos términos que estos estaban dispuestos a aceptar.
Con el tiempo se reanudarian las guerras, ya que los búlgaros siguieron siendo un molesto “vecino”. Sin embargo no sería hasta casi dos siglos más tarde que los bizantinos intentarían de nuevo la conquista del territorio búlgaro, teniendo finalmente éxito en el empeño el emperador Basilio II Bulgaróctono (asesino de búlgaros) en el 1018.
Autor: Flavius Stilicho
Fuentes:
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Luttak, Edward N: The Grand Strategy of the Byzantine Empire (2009).
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Blog Lyudmilantonov: The battle of Pliska.
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Wikipedia: Guerras Búlgaro-Bizantinas.
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Web (Hilario Gomez) - Los ejércitos de Bizancio.
Notas:
i Irene había sido primero regente en nombre de su hijo (Constantino VI) y más tarde había mantenido una gran influencia, ejerciendo en la práctica de co-gobernante para finalmente deponer a su propio hijo (cegándolo para inhabilitarle para el puesto) y gobernar entre el 797 y el 802 en su propio nombre.
ii Dado que el principal cronista de la época es precisamente un religioso Teofanes el Confesor no resulta extraño que cargue las tintas contra Nicéforo. Además de acusarle de practicamente todos los vicios y herejías posibles, se esfuerza en presentarlo como un ejemplo de un hombre avaricioso que recibe su justo castigo.
iii Un acto aparentemente de sentido común como poner bajo llave y guardia el tesoro de Krum, presevándolo para las arcas imperiales, es visto por Teofanes como un inadmisible acto de avaricia por parte de Nicéforo.
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Muy buen trabajo Flavius!! que calidad!!
saludos
Acabo de leer este articulo y a parte de felicitar al autor dire que he disfrutado mucho. Le doy una puntuación de 10 sin dudarlo.
Gracias
Un sobresaliente Flavius, eso es lo que te doy., me a gustado el trabajo y como sigues en tu línea de calidad, pues eso es lo que consigues,¡que te de un sobre!, je,je,je.
saludos
Fue para mí muy entretenido leer este artículo. Mis mejores felicitaciones para usted.
Estupendo trabajo Flavius, muy interesante la confrontación entre bizantinos y búlgaros que, por cierto, es bastante desconocida si no se profundiza en la historia del imperio bizantino.
Un abrazo
¡¡¡ Genial trabajo Flavius !!! . Es un placer leerlo e ilustrarme en historia que yo no conocía. Gracias por el excelente trabajo.
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Gracias Marvel y Galland, me alegro de que os guste.
Aunque es poco conocida, la campaña de Pliska fue uno de los mayores desastres militares de la época.
Saludos.