Servio Sulpicio Galba (El juicio de una Matanza) Castrejón de Capote: reapertura de un sumario
Servio Sulpicio Galba ha pasado a la Historia como un personaje infame. Sus propios compatriotas lo llevaron a juicio por el horrendo crimen cometido contra los lusitanos en la primavera del año 150 antes de Cristo, cuando ejercía el mando de la Hispania Ulterior. Varios autores de la época informan sobre aquella matanza, de cuya veracidad no hay duda, pero cierto hallazgo arqueológico reciente podría arrojar nuevas luces a la hora de reconstruir los hechos, llegando incluso a identificar su escenario más de dos mil años después.
Lo que se propone a continuación no va más allá de una mera hipótesis en un intento por atar algunos cabos sueltos. A través de una serie de extrañas coincidencias y ciertas dudas razonables se tratará de apuntalar esta teoría, por lo demás, imposible de confirmar al cien por cien, aunque tal vez, con sólo plantearla, se esté abriendo el camino para una futura demostración de la misma.
Guerrero lusitano.
No deja de llamar la atención la poca repercusión mediática, la falta de referencias escritas, de la que adolece un acto muy similar perpetrado justo en las mismas fechas por el cónsul Lucio Licinio Lúculo contra los vacceos, en concreto contra la ciudad de Coca. Resulta paradójico, frente al que aquí nos atañe, que tal caso sólo lo mencione Apiano, y que a Lúculo, al contrario que a Galba, no se le llevara a juicio. Sorprende aún mucho más no obstante, que este hipotético y segundo episodio se adapte con mucha mayor fidelidad, además, a lo que recientemente fue desenterrado en el yacimiento extremeño de El Castrejón de Capote, el escenario de otra matanza si es que no se trata de la misma. La capital de los lusitanos, el foco de la revuelta, se encontraba en Nertóbriga, a escasa distancia de la cual, dentro de su territorio, se halla para colmo el citado oppido.
Apiano habla de dos masacres de indígenas, y aparte de eso están los restos físicos de una tercera. El resto de las fuentes sólo mencionan una, la de los lusitanos. Entre las tres noticias, además, se da una relación circular. Si lo que ha aparecido en el Castrejón de Capote hubiese aparecido en Coca no habría lugar a dudas. Ello confirmaría la supuesta actuación delictiva de Lúculo. Si en el relato de Apiano sobre los vacceos, por el contrario, se sustituyesen éstos por los lusitanos, tampoco quedaría sitio para las dudas; la culpa recaería en Galba y la escena del crimen se identificaría de inmediato con el yacimiento extremeño. Las evidencias materiales no mienten, lo que está por ver es si Apiano podría equivocarse. De todas formas está claro que hay algo en lo que falla el alejandrino: o bien se olvida u omite lo de Castrejón, o bien lo confunde con Coca. En cualquier caso, no hay opción para dos únicos sucesos; o uno, o tres o más. Ahora bien, si este tipo de actuaciones era frecuente en aquel tiempo, choca tanto la ausencia de información para otros casos similares como la abundancia de la misma en lo que respecta al proceso contra Galba.
Reconstrucción de la entrada al oppidum lusitano de El Castrejón de Capote.
Los testigos:
“Por ello recuerda más bien un tipo de ceremonia colectiva como la que se ha comprobado en una excavación reciente, en el mencionado castro de El Castrejón de Capote (Higueras de la Sierra, Badajoz); se ha puesto aquí a la luz un interesante lugar sacro en el interior del poblado, en un punto central del mismo, consistente en una especie de altar o mesa de sacrificios, construida en una exedra o nicho grande de planta rectangular –unos cinco metros de ancho y tres de profundidad- abierto en la calle principal del asentamiento; la mesa –sobre el suelo de la estancia, algo más alto que el de la calle- queda rodeada por un banco adosado a las tres paredes del espacio en que se halla; quizá tuvo una sencilla techumbre vegetal, aunque quedaba abierto a la calle. Lo más importante es que en el lugar se constata la celebración de una gran ceremonia de banquete y sacrificios, cuyos restos quedaron en el espacio de la mesa y los bancos y en las inmediaciones, y, tras sufrir un acto de violenta destrucción que rompió algunas cosas y alteró el orden que los objetos tenían, fue todo cubierto o sellado en un momento posterior, sin ser removido el sitio en la etapa última del poblado (la celebración y la inmediata destrucción se sitúan en un momento de la primera mitad del siglo II a. C.) Los testimonios hallados son de un interés excepcional, que resumo siguiendo de cerca las observaciones del excavador.”Manuel Bendala, Tartesios, iberos y celtas, pág. 277.
Altar.
“Cuando Lucio Escribonio, un tribuno de la plebe, propuso una ley para que los lusitanos, que se habían rendido al pueblo romano pero habían sido vendidos [como esclavos] por Servio [Sulpicio] Galba en la Galia, fuesen liberados, Marco Porcio Catón le apoyó enérgicamente (su discurso aún existe y está incluido en sus Anales). Quinto Fulvio Nobilior, que a menudo había sido atacado por Catón en el Senado, habló a favor de Galba; y el propio Galba, viendo que estaba a punto de ser condenado, abrazando a sus dos hijos pequeños y al de Sulpicio Galo, que estaba a su cuidado, se hizo tan digno de lástima en su defensa que el caso fue sobreseído. (Tres de sus discursos aún existen: dos contra el tribuno Libo en el caso de la Lusitania, y uno contra Lucio Cornelio Cetego, en el que admite que durante una tregua masacró a los lusitanos cerca de su campamento porque, como explica, descubrió que habían sacrificado un hombre y un caballo, lo que de acuerdo con su costumbre significaba que se preparaban para atacar).”Tito Livio, Periódicas.
Lucio Escribonio Libón y Lucio Cornelio Cetego son los tribunos que actúan como fiscales contra Servio Sulpicio Galba. Marco Porcio Catón también interviene al servicio de la fiscalía. El traductor, por otro lado, se expresa mal. La declaración procede del inculpado, no de Cetego.
“Así en España el pretor Sergio Galba dio muerte criminal a unos lusitanos de aquende el Tajo que espontáneamente se habían entregado. Pues, simulando que iba a ocuparse de sus intereses, los rodeó de soldados y, estando ellos inermes e incautos, los abatió a todos; atropello que fue causa de una gran agitación en toda España contra la perfidia de los romanos.”Orosio, 4, 21, 10 (fragmento extraído de Fontes Hispaniae Antiquae IV)
Marco Porcio Catón.
Los hechos:
“Al día siguiente, los más ancianos, coronados y portando ramas de olivo de suplicantes, volvieron a preguntar otra vez a Lúculo que tendrían que hacer para ser amigos. Éste les exigió rehenes y cien talentos de plata y les ordenó que su caballería combatiera a su lado. Cuando todas sus demandas fueron satisfechas, decidió poner una guarnición en el interior de la ciudad. Los de Cauca aceptaron también esto y el introdujo a dos mil hombres cuidadosamente elegidos, a quienes dio la orden de que cuando estuviesen dentro ocuparan las murallas. Una vez que la orden estuvo cumplida, Lúculo hizo penetrar al resto del ejército y, a toque de trompeta, dio la señal de que mataran a todos los de Cauca que estuvieran en edad adulta. Estos últimos perecieron cruelmente invocando las garantías dadas, a los dioses protectores de los juramentos, y maldiciendo a los romanos por su falta de palabra. Sólo unos pocos de los veinte mil consiguieron escapar por unas puertas de la muralla de difícil acceso. Lúculo devastó la ciudad y cubrió de infamia el nombre de Roma. Los demás bárbaros corrieron juntos desde los campos hacia zonas escarpadas o ciudades más poderosas, llevándose todo cuanto podían y prendiendo fuego a lo que dejaban para que Lúculo no pudiera encontrar ya nada.”Apiano, Sobre Iberia, 52.
¿Si esto que cuenta Apiano ocurrió en Coca, al mismo tiempo que lo de los lusitanos, cómo no hay más testigos, más cuando también habría estado implicado el propio Escipión Emiliano, sobre el que sí que existe una amplia bibliografía? ¿Cómo pudo mantener limpio su expediente? Muy raro. El testimonio de Apiano, sobre todo en lo que se refiere a nombres, es muy poco fidedigno. Suele confundirlos con frecuencia y repetir varias veces un mismo suceso. Eso ha quedado demostrado en mi artículo sobre la batalla librada por Emiliano frente a Numancia, pero veámoslo en otro ejemplo:
“Nobílior, después que hubo tomado un pequeño respiro tras el desastre, llevó a cabo un intento contra cierta cantidad de provisiones que el enemigo había almacenado en la ciudad de Axinio, pero al no conseguir ningún resultado positivo y sufrir, por el contrario, también allí muchas bajas, regresó de noche al campamento. Desde allí envió a Biesio, un oficial de caballería, a una tribu vecina para lograr una alianza y solicitar jinetes. Ellos les dieron algunos, a los que los celtíberos tendieron una emboscada en su viaje de regreso. Descubierta la emboscada, los aliados lograron escapar, pero Biesio y, con él, muchos romanos perecieron en la lucha. Bajo la influencia de una sucesión tal de desastres acaecidos a los romanos, la ciudad de Ocilis, donde estaban las provisiones y el dinero de éstos últimos, se pasó a los celtíberos. Nobílior, perdidas las esperanzas totalmente, invernó en su campamento guareciéndose como le fue posible. Al contar tan sólo con las provisiones que tenía en él sufrió severamente por la falta de las mismas, por la abundancia de nevadas y el rigor del frío, de modo que perecieron muchos soldados, algunos mientras estaban recogiendo leña, otros dentro del campamento, víctimas de la falta de espacio, y otros de frío.”Sobre Iberia, 47.
Es evidente que los nombres Axinio y Ocilis designan a una misma ciudad. En este breve fragmento, Apiano, quien no contrasta sus fuentes, repite tres veces seguidas el mismo suceso. Cada color se corresponde con cada una de las fuentes. Los alimentos almacenados en Axinio estaban destinados a los romanos, al menos antes de rebelarse. De allí procedía también la turma de auxiliares. “Los desastres acaecidos a los romanos”, por otro lado, aluden a las batallas libradas anteriormente, no a este percance en concreto. El plagio es literal.
La relación fonética entre Ocilis y Axinio es la misma que se da entre las distintas variantes de la palabra asno:
Aasi (finés)Asal (irlandés)Snur (hebreo)Asino (italiano)Asiol (bielorruso)Asni (islandés)Asto (euskera)Asyn (galés)Esek (turco)Esh (armenio)Ezel (neerlandés)Eyzl (yídish)Ezelis (letón)Osel (ruso)Osiol (polaco)Osiv (ucraniano)Somar (eslovaco)Szamár (húngaro)Esel (alemán)Asilas (lituano)Gomar (albanés)
Similitudes, a su vez, sólo en topónimos de la provincia de Soria:
OsonaOcenillaMedinaceliIzanaSoriaCiriaOsmaGómaraGormaz
Todo esto lleva a pensar que el animal y el topónimo guardan también un vínculo semántico, tal vez a causa de la procedencia asiática u oriental del primero.
Léase ahora ya, después de esta digresión, la versión de Apiano sobre la traición de Galba:
“Ellos, confiados en estas promesas, abandonaron sus lugares de residencia habituales y se reunieron en donde les ordenó Galba. Este último los dividió en tres grupos y, mostrándoles a cada uno una llanura, les ordenó que permanecieran en campo abierto hasta que, a su regreso, les edificara sus ciudades. Tan pronto como llegó a la primera sección, les mandó que, como amigos que eran, depusieran sus armas. Y una vez que lo hubieron hecho, los rodeó con una zanja y, después de enviar a algunos soldados con espadas, los mató a todos en medio del lamento general y las invocaciones a los nombres de los dioses y a las garantías dadas. De igual modo también, dándose prisa, dio muerte a la segunda y tercera sección cuando aún estaban ignorantes de la suerte funesta de los anteriores…”
Apiano, Sobre Iberia, 60.
Quisiera terminar llamando al estrado a Suetonio:
“Ennobleció la familia Servio Galba, varón consular y el más elocuente de su tiempo, de quien dicen que, habiendo obtenido la España después de su pretura, dio alevosamente muerte a treinta mil lusitanos, de donde surgió el motivo de la guerra de Viriato.Es dudoso cuál fuera el primero de los Sulpicios en llevar el sobrenombre de Galba, así como la causa y el origen de éste. Algunos creen que proviene del hecho de haber incendiado una ciudad en España, que había sido sitiada en vano durante mucho tiempo, por medio de haces humedecidas con galbano.”Suetonio, Galba, 3. (Fragmento extraído de Fontes Hispaniae Antiquae IV)
Es de suponer que quemó la ciudad después de engañar a sus habitantes para que le abriesen las puertas, pues de lo contrario no se le habría resistido tanto tiempo.
Castrejón de Capote.
La revisión de la causa contra Servio Sulpicio Galba, no sólo hace justicia a los lusitanos, sino también a la misma Roma. En principio exime a Lucio Licinio Lúculo de las acusaciones que se le imputan, y con él a la mayor parte de los generales que intervinieron en la Península, a quienes a priori se ha tratado de comparar frecuentemente con depredadores despiadados. Sólo la mera apertura de un proceso contra uno de los suyos, aunque luego se sobreseyese, ya dice mucho en su favor, pero más aún que sea el único del que queda constancia, al menos por un asunto tan grave.
Bernardo Pascual.
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