Tracia y el Danubio bizantino en la época de Justiniano I
La zona a la que se referirá este trabajo es la que comprende Tracia hasta el río Danubio en la zona norte; la vida en esta región en la época del reinado del emperador Justiniano fue particularmente difícil. En un principio era una región que vivía prósperamente, ya que no había conocido una época de saqueos y destrucción como la que había vivido la zona Occidental del imperio romano y diversas zonas de la zona Danubiana como la región de Panonia.
Se puede decir que había sufrido la invasión de los godos a finales del siglo IV, la batalla de Adrianópolis en el 378 junto con la destrucción del ejército “praesental” (ejército de campaña del emperador formado por más mejores unidades del ejército romano de Oriente) a manos del ejército godo y algún que otro choque fue testigo de aquellos turbulentos años.
Sin embargo al inicio del reinado de Justiniano siglo y medio después ya no había huellas de aquellos choques, el imperio romano Oriental se había salvado de las violentas invasiones que aquejaron la zona Occidental del imperio Romano y que supusieron su destrucción.
Además, la zona Oriental era la que tenía una economía más saneada y una mejor distribución de las tierras entre sus habitantes en contraposición de la zona Occidental, en la cual, buena parte la tierra, era ocupada por un pequeño número de terratenientes, dejando a los pequeños propietarios, poca cosa.
La zona Oriental romana a pesar de algunos altibajos, sobrevivió y llegó a ser una zona próspera; cuando Justiniano I ascendió al trono, el imperio bizantino tenía todo lo que un emperador podía desear:
- Un imperio extenso.
- Una economía saneada.
- Un ejército fuerte que podía imponer la ley a cualquier invasor y que estaba en condiciones de poder atacar a cualquier país vecino.
- Un tesoro repleto, las arcas imperiales tenían en sus arcas un tesoro de 23.000.000 millones de “nomismas” (moneda de oro bizantina) gracias a las previsiones del emperador Anastasio I.
Frontera del Danubio bizantino año 565
Sin embargo esto no era suficiente para Justiniano I, él deseaba recuperar las posesiones del antiguo imperio romano, para lo cual tendría forzosamente que hacer frente a numerosos enemigos.
El África romana estaba en manos del reino Vándalo, la Península italiana estaba en manos de pueblo Ostrogodo, la península Hispana estaba en manos de los Visigodos, la Galia en manos de los Francos etcétera.
Para ello, Justiniano tendría que emplear su tesoro y su ejército en varias empresas militares de dudoso éxito; si tenemos en cuenta que el imperio Sasánida incordiaba las fronteras orientales del imperio bizantino constantemente y que las tribus bárbaras al otro lado del río Danubio incursionaban intermitentemente en la zona bizantina en busca de botín y de que la zona tenía que ser vigilada, la pregunta era su Justiniano se podía permitir tener tantos frentes abiertos a la vez.
Pero al principio Justiniano era optimista, se consideraba capacitado para vencer en tal difícil empresa como era la reconquista de los antiguos territorios romano-occidentales.
La zona que nos ocupa, la zona tracio-danubiana, ya era por aquel entonces objeto de incursiones por las tribus bárbaras que habitaban al otro lado del río Danubio; estas eran conocedoras de que la zona bizantina del Danubio era una región próspera, en la que las incursiones de saqueo podían dar buenos dividendos a los atrevidos a realizar dichas incursiones.
Por supuesto, los bizantinos habían establecido medidas defensivas para evitar estas incursiones, a lo largo del río Danubio había establecidas una serie de fortificaciones, las cuales estaba defendidas por distintas guarniciones, siempre dispuestas a rechazar los formidables ataque de las tribus bárbaras.
También en dichas zonas había establecidos una serie de fuerzas fronterizas llamadas “limitanei”; estas estaban encargadas de realizar labores de policía en la zona que tenían asignada.
Desde labores policiales como detener a ladrones y delincuentes a rechazar partidas de saqueo bárbaras, así como apresarlas y destruirlas si podían ser cogidas con las manos en la masa o también si llegaba el caso, a realizar expediciones de represalia en la zona bárbara de donde partió el ataque.
Esto hacía que las fuerzas limitanei a un nivel pequeño, ya que estaban acostumbrados a luchas entre pequeñas unidades, (las luchas contra invasiones en masa, eran repelidas por los ejércitos bizantinos de campaña) se encontraran entre las mejores tropas del imperio bizantino, ya que las combates a pequeña escala eran muy frecuentes.
Obispo bizantino
Como comentaba, ya en época del anterior emperador bizantino Justino I, la zona danubiana ya había sido objeto de varios ataque de tribus bárbaras; Una tribu del norte del río Danubio de origen eslavo-iraní, llamada los “Antaes”, estaba realizado incursiones en territorio danubiano-bizantino, las cuales empezaron en el año 518.
El militar encargado de hacer frente a los bárbaros era un hombre llamado Justino Germano, militar ya había recibido el título militar de “Magister Militum per Thraciae”, o lo que es lo mismo, general y jefe absoluto en la región de Tracia, sobre las tropas destinas allí y a cago de las operaciones militares en curso si las hubiera.
Las operaciones que realizó Germano se desarrollaron felizmente, la tribu de los “Antae” fue derrotada de manera determinante; no solo eso, dado que el valor militar de esos individuos debía ser excelente, a partir de entonces, los bizantinos usaron a los “Antae” en campañas militares asimilados como aliados o federados.
A estos se les pagaba regularmente un estipendio y hasta se les dio un asentamiento en una ciudad imperial por aquel entonces abandonada “Turris”, algún lugar al norte del Istro (Danubio).
Pero los años pasaron y la progresiva campaña de conquista de Italia y África junto con la del Oriente con los sasánidas, hizo que el mantenimiento la zona tracio-danubiana fue objeto de escasa atención por parte del emperador.
Las fortificaciones fueron objeto de abandono, al no realizarse reparaciones con regularidad, estas fueron deteriorándose con los años; los defensores de dichas fortificaciones y los soldados limitanei recibieron un serio varapalo.
Estos a lo largo de las fronteras del imperio bizantino debían sumar sobre el papel unos 176.000 efectivos; su mantenimiento por aquel entonces era costoso para un emperador que había visto sus arcas mermadas no solo por las campañas en Italia, África y el Oriente, sino por la peste que azotó el imperio en los años 541-44, lo cual supuso la pérdida de ¼ de los habitantes del imperio.
En consecuencia y dado que para Justiniano tenían escaso valor militar, les hizo blanco de las economías del emperador, el cual dejó de abonarles un sueldo regular en 545, con lo que se vieron reducidos a realizar tareas de seguridad interna.
Faltos de motivación y relegados a cultivar las tierras que tenían asignadas, se mostraron en la terea de defender las fronteras un escaso entusiasmo, quizá solo roto si la incursión bárbara era hecha en sus tierras, en la cual con objeto de defender sus tierras y familias lucharían con un desesperado fanatismo.
Ejército del Danubio, finales del siglo VI
-al fondo a la izquierda soldado de los "Lanciarii Seniores"
-al fondo a la derecha "campidoctor" de los "Lanciarii Seniores"
-delante, "Senator" de infantería
Pero esta no era la cuestión, la desmotivación en la frontera de la defensa del “limes” danubiano solo podía tener como consecuencia un aumento del ataque de las tribus bárbaras del otro lado del río, ya que no dejarían de ver la falta de motivación y eficacia de estos soldados fronterizos, lo cual no podía ser desaprovecho por los incursores bárbaros.
También había una serie de flotillas compuestas por pequeñas naves, que patrullaban todo el río Danubio realizando labores de vigilancia, ya que los bárbaros que incursionaban en territorio bizantino, forzosamente tenían que cruzar en río en barcos, para lo cual las patrullas bizantinas eran muy valiosas.
Dichas naves no solo estaban compuestas de marinos, también había soldados, ya que podían toparse con una o varias naves enemigas, y hacía falta gente de armas para hacer frente al enemigo, más de una vez estas patrullas interceptaron a naves enemigas, sin embargo estas no eran tontas, y el poder pillarles con las manos en la masa no era fácil, su labor (la de las patrullas bizantinas) fue dura la mayoría de las veces.
Las tribus que habitaban al otro lado del Danubio eran de diverso origen: eslavos, búlgaros, turcos etc.., la presión demográfica y las ansias de botín fueron cruciales en las incursiones periódicas que estas tribus realizaban al otro lado del Danubio.
Con paso de los años la calidad de las fortificaciones mermó a la par que los gastos de guerra impidió se conservación y mantenimiento, las tribus bárbaras del otro lado del Danubio se debieron de apercibir de la debilidad bizantina, porque incrementaron sus incursiones.
Una de las mayores operaciones de devastación debió ocurrir allá por el año 546 en las regiones de Tracia e Iliria; en palabras del historiador Procopio de Casarea: las tribus eslavas capturaron 32 fortalezas y destruyeron 50 prósperas ciudades de Tracia y Grecia (ya que hasta allí llegaron y otros entraron en Asia Menor cruzando el Helesponto).
También se llevaron cautivos más de 20.000 cautivos y muchos miles sucumbieron en las “razzias” bárbaras, el botín conseguido por los eslavos fue inmenso y si no entraron en Constantinopla, fue gracias a que el general y chambelán del emperador llamado Narsés, realizó una férrea defensa de las murallas teodosianas con las tropas disponibles de la capital bizantina.
Esto no era perjuicio para que si la situación se presentaba favorable, se realizaran reclutamiento de guerreros bárbaros al otro lado del río Danubio en calidad de tropas mercenarias.
Representación cinematográfica del general Narsés, el emperador Justiniano I y la emperatriz Teodora.
La cantidad de distintos pueblos al otro lado del Danubio junto con su carácter explosivo convertían dicha zona en un polvorín, aunque también había margen para la astucia y la diplomacia.
Dicho juego se basaba en utilizar el dinero para enfrentar unas tribus contra otras para mantener un equilibrio en la zona; Justiniano recurrió muchas veces a este juego junto con la utilización de la fuerza.
Por ejemplo, entre las diversas tribus que mencioné anteriormente, estaban las tribus de los “cotrigures” y “utrigures”; dado que los primeros hacía tiempo que molestaban con sus incursiones a Bizancio, Justiniano I pagaba a los utrigures para que atacaran a los cotrigures, así se aseguraba momentos de paz para el imperio, ya que los cotrigures eran harto molestos para los bizantinos.
También la región de Tracia fue testigo de reclutamiento de soldados en sus ejércitos; el general Belisario antes de ir a Italia durante los años 544-48, reclutó tropas en su regimiento personal de “Bucelarios”, ya que apenas recibió tropas de Justiniano y junto a las que había en Italia no eran suficientes para retomar las operaciones en curso con suficientes garantías.
Según Procopio de Cesarea, (aparte de los 400 hombres de que disponía) Belisario se desplazó a su región de origen, Tracia, para aprovechar la popularidad que allí tenia e incrementar el regimiento personal suyo, ¡y lo consiguió!, 4000 reclutas se alistaron en su regimiento, 1.500 de ellos en la ciudad de Adrianópolis.
También otro de los generales de Justiniano llamado Justino Germano tuvo como base Tracia en la preparación de un ejército para ser enviado a la conquista de Italia; era el año 550, y Justiniano decide realizar la operación de desembarcar un ejército en el sur de Italia para su conquista.
Germano sería el comandante en jefe de la expedición; no obstante, antes hay que reclutar un ejército, y Germano Instala su base en la ciudad de Serdica (la actual ciudad de Sofía, en Bulgaria), comienza de inmediato a alistar soldados y según el historiador Procopio de Cesarea: “su fama era tal que los soldados, tanto bizantinos y bárbaros, acudan en masa a alistase bajo sus banderas”.
Incluso una invasión de tribus eslavas que iba a realizarse por la ciudad Tracia de Tesalónica, supuestamente se desvió hacia la región de Dalmacia, la tener noticias de que Germano asumía el mando en la región de Tracia.
Río Danubio a su paso por Bulgaria, lo que fue la antigua zona fronteriza bizantina danubiana
En el año 550 moría Germano y fue el chambelán de Justiniano I llamado Narsés quien asumió en Tracia y en la zona norte del Danubio el mando de las operaciones a realizar en curso.
El talento de Narsés era notorio, no solo en reclutar efectivos entre las fuerzas bárbaras (en especial el pueblo de los Hérulos) sino también en el hecho de que a pesar de que había participado pocas veces en batalla, (más en mezas escaramuzas) lo que Narsés ansiaba era participar en batalla.
Había estudiado numerosos tratados de táctica militar a lo largo de su vida y estaba más que dispuesto a ponerlos en práctica; en el año 551 a demás re reclutar fuerzas entre las tribus bárbaras, tuvo que acudir a la zona fronteriza del Danubio, donde las tribus del pueblo de los “cotrigures” incursionaban más de lo tolerable por el mando bizantino.
Allí acudió Narsés al mando de sus hérulos donde derrocho fuerza y heroísmo derrotando ampliamente a las tribus incursoras; más adelante, en el año 552 se puso al frente de las operaciones, para, al mando de un impresionante ejército de 30.000 hombres, intentar retomar la totalidad de la península italiana.
El año 558 fue testigo de, ¡quizá!, la peor invasión que sufrieron los bizantinos en la región de Tracia por el norte, en el río Danubio; las fortificaciones se encontraban ya en un estado lamentable, y las tropas que custodiaban las guarniciones y los soldados limitanei eran más tropas sobre el papel que soldados reales.
Todo esto se debía a que por necesidades de la guerra y los diversos frentes abiertos, se había retirado de cuando en cuando tropas que custodiaban el “limes” del Danubio, así que su custodia real estaba en manos de pocos soldados.
En el año 558, se abatió sobre Constantinopla una catástrofe, el río Danubio se había helado, y una horda de bandidos conformada por varios millares de guerreros ávaros provenientes del norte de las posesiones bizantinas, se lanzó a una campaña de rapiña y saqueo enfilando a Constantinopla.
Justiniano estaba aterrado, tras arrollar a las débiles fuerzas de “limitanei” que custodiaban las fronteras por donde entraron, ¡ya no había una fuerza efectiva que lo pudiera contener!.
Los ávaros en los Balcanes, siglo VII d.C.
A la izquierda, campesino eslavo.
En el centro, guerrero ávaro.
A la derecha, noble ávaro.
Fue cuando se vio de manera palpable la debilidad del imperio bizantino en lo militar, las campañas militares y el esfuerzo de guerra, había hecho cambios en la redistribución de las tropas bizantinas y como consecuencia de ello, muchas tropas bizantinas se habían retirado de las fronteras bizantinas o de diversas guarniciones en la que estaban acantonados para acudir a las diversas campañas (o como refuerzo) que se estaban desarrollando a lo largo de diversos frentes.
Las guarniciones por donde pasaban los saqueadores se limitaban a encerrarse detrás de sus murallas esperando que los saqueadores pasaran de largo, cosa que hacían, ya que esta era una expedición de saqueo y no tenían material de asedio, sin contar con que no tenían ganas de hacer frente a soldados ya fueran estos buenos o malos, eran más atractivos los civiles indefensos que no podían oponérseles a sus saqueos.
Estaban ya los bárbaros cerca de la ciudad cuando el emperador Justiniano I se dijo, “a hechos desesperados medidas desesperadas”, no tuvo más remedio que recurrir al único soldado disponible al que podía echar mano y que también podía darle garantías de que podía hacer frente a esta acometida con éxito seguro, ¡Belisario!.
Dio a Belisario plenos poderes para que hiciera frente a esta tragedia, reclutando todos los medios que estaban a su disposición en la ciudad de Constantinopla. Belisario hacía diez años que no empuñaba una espada, pero enseguida desplegó una actividad excepcional, desmintiendo la falta de apatía que se le pudiera achacar.
Movilizó todas las fuerzas militares que pudo allegar en la ciudad, incluso reclutó voluntarios civiles que tuvieran experiencia militar en tan amargo trance, una fuerza de 4.000 hombres fue movilizada para hacer frente a los invasores.
En ella militaban los 300 “excubitores” de la guardia personal del emperador, las mejores fuerzas con las que contó y los que formaron el núcleo de su ejército, ¡que el emperador se desprendiera de su guardia personal daba a entender el tamaño de la tragedia!.
También había unos 1.500 milicianos urbanos de las facciones “azul y verde”, antiguos soldados que habían pertenecido a los bucelarios de Belisario, fuerzas de las “Scholae Palatinae” (antigua guardia del emperador, que ahora lo seguía siendo, pero de segundo orden, al ser el primer puesto ocupado por los excubitores a mediados del siglo pasado) etc…
Las fuerzas invasoras consistían en un conglomerado del guerreros cotrigures, (los cuales pertenecían al pueblo ávaro de Eurasia) al mando de un caudillo llamado Zabergan; el número total no se sabe, quizá rondó los 10.000 hombres más o menos, ya que se sabe que una fuerza de 7.000 hombres al mando de su propio jefe Zabergan, enfiló a la capital Constantinopla, mientras otra fuerza marchó al sur.
Representación en vivo de un soldado Limitanei bizantino
La velocidad contribuyó a la clave de sorprender a los bizantinos, ya que las fuerzas de Zabergan eran de caballería, con lo que la velocidad era pieza clave para impedir que los bizantinos se recuperaran de la sorpresa e intentaran realizar un contraataque.
Dado que era una incursión de saqueo, ¡lo mejor!, pensó Zabergan, era una unidad rápida de ataque veloz, ¡caballería!, para atacar, conseguir el botín y marcharse sin más demora.
Otra cosa era si los bizantinos se demoraban en contestar, y si merecía la pena estar más tiempo dentro del territorio enemigo. Pero contando con la caballería, la velocidad de daba mucho juego a los jinetes de Zabergan, y éste caudillo podía evaluar según su conveniencia, que disposición adoptar.
Belisario sondeó la situación, con semejante heterogénea fuerza Belisario no podía hacer milagros y muchos pensaron que Belisario no regresaría del choque. Pero por el contrario, no tenía un ejército disciplinado enfrente, sino una turba de saqueadores a los que si atacaba con fuerza, quizá, pudiera salir victorioso de semejante trance.
Puso sus mejores fuerzas en el centro para que resistieran la envestida de los hunos, mientras que luego los atacó por ambos flancos, fue esta una maniobra sencilla que funcionó a la perfección, sumada a la confianza de los ávaros de no encontrar una resistencia organizada, los saqueadores fueron derrotados de manera clara dispersándose estos en todas direcciones.
Belisario persiguió durante un tramo a los ávaros, hasta que se aseguró de que estaban lejos, no pudo hacer una persecución organizada porque el ejército de que disponía, no ofrecía garantías para hacerlo, ¡bastante había hecho derrotándoles!.
Los ávaros cuando vieron más tarde que no se les perseguía, permanecieron un tiempo en Tracia saqueando, hasta que Justiniano les pagó un dinero para que se fueran, y eso hicieron.
Nuevamente quedó patente la debilidad del norte danubiano, a pesar de que el imperio en extensión era enorme, había zonas del imperio, como la frontera tracio-danubiana, donde la debilidad era francamente manifiesta.
Que una horda de bárbaros pudiera entrar por el norte, llegar a la capital y retirarse (a pesar de la derrota a las puertas de la capital) con un inmenso botín, es prueba palpable de su indefensión.
Muchas veces solo el dinero podía hacer que las bárbaros se retiraran, y este método tuvo que ser utilizado por Justiniano más de una vez; soborno y fuerza militar fueron las armas aplicables por emperador para tener a los bárbaros fuera de las fronteras bizantinas.
Región de Tracia, al sur de la frontera bizantina danubiana
También es interesante comentar que en las invasiones eslavas, solía ocurrir que muchos de ellos se asentaron en la región de Tracia, ya que muchos de sus antiguos moradores habían sido desplazados por los eslavos a otras regiones (bien porque sus casas habían sido destruidas, bien porque emigraron en busca de zonas más tranquilas).
Que Justiniano lo consintiera quizá podía deberse a varios factores: por un lado repoblaban zonas que habían perdido población y por otro lado, muchos de ellos eran guerreros, lo cual contribuía a que pudieran defender sus hogares si eran atacados, ya que una vez arraigados, defenderían con pasión sus territorios si ocurría alguna amenaza.
Aunque también hay que observar que el hecho de echarles, supondría realizar infinitos esfuerzos militares que Justiniano, (con sus otras aventuras militares en curso) no estaba en situación de costear.
Mas valía asumir los hechos consumados que intentar echar a los eslavos de Tracia, era mejor asumirlos como nuevos pobladores de la región, que realizar otro tipo de actuaciones, ¡hasta ahí llevaba la debilidad bizantina por aquellos tiempos!.
En resumidas cuentas, Justiniano había heredado una zona relativamente segura, pero el olvido que otorgó a la zona en busca de empresas militares expansionistas, hizo de la región una zona tremendamente vulnerable, lo cual debido a la gran actividad de las tribus bárbaras del otro lado del río Danubio vieron con agrado.
Las incursiones aumentaron y estas degeneraron vista la debilidad bizantina en expediciones de gran envergadura en busca de botín, pero también buscando zonas de asentamiento, ya que la vida al otro lado del Danubio era muy dura con pocas zonas ricas en regiones agrícolas y ganaderas que permitieran subsistir a las diversas poblaciones que vivían en la zona.
La presión demográfica era grande y el hecho de que nuevas tribus belicosas acudieran a asentarse, hacía difícil la convivencia y el poder asentarse sedentariamente, ya que la rapiña y saqueo era difícil de evitar su las tribus no tenían poderosas fuerzas que rechazaran a los invasores.
No olvidad tampoco el carácter agobiante de la recaudación de impuestos que Justiniano realizaba sobre sus súbditos, todo en busca de dinero que sufragara sus empresas militares y los gastos de la Corte.
La presión de impuestos era agobiante, pero dado lo que habían soportado los habitantes de Tracia con las invasiones eslavas, la vida en Tracia para sus moradores no debió ser nada fácil en la época de Justiniano I.
Monedas bizantinas con la efigie del emperador Justiniano I
Autor: eljoines
Bibliografía:
- Wikipedia.
- Escritos de Procopio de Cesarea.
- Diversas webs relativas al imperio bizantino.
- http://books.google.es/.
- eljoines's blog
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Agradezco el documento, ya que me interesa, la cultura el arte bizantino, esta descripción de las luchas, la historia de este pueblo y sus guerreros me resulta muy instructivo para entender su desarrollo. Saludos MVR30
A riesgo de ser repetitivo (contigo), me encantó el trabajo, muy claro y ameno.
Con respecto a la defensa de Constantinopla por Belisario, Robert Graves en su "El Conde Belisario", biografía novelada del General, dice que parte de sus fuerzas fueron equipadas con bandejas del servicio de cocina por escudos y varas de la empalizada de los jardines de palacio por lanzas. Su utilidad fue que, en el momento del choque, estos hombres golpeaban los palos contra las bandejas haciendo el ruido de varios regimientos a la carga, astucia que contribuyó a la victoria de Belisario.
Como dicen los italianos "si non e vero, e bien trovato".
Saludos. Hasta tu próximo post
Muchas gracias Hartman por los elogios, respecto a la argucia que plantea Robert, aunque la novela se basa en los escritos de Procopio de Cesarea, que fue secretario personal de Belisario durante sus primeros años de lucha., yo acogería la argucia con un poco de reservas.
No niego que el hecho pudiera ser real, pero al ser una novela histórica, me muestro prodente en el tema, ya que muchos escritores se toman algunas licencias al ser novela, para lucir la misma.
Vuelvo a repetir, puede que el suceso fuera cierto, pero respecto a la novela, en el trabajo que realicé sobre Belisario, presté atención a los temas militares y sobre este tipo de comentarios sobre esta argucia por ejemplo, preferí omitirlo, ¡por si las moscas! je,je.
saludos
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Bueno MVR30, tengo en la web algunos trabajillos sobre generales bizantinos, incluido Belisario y Narsés, ¡a tu disposición están!.
saludos