En la peripecia vital de Alonso se personifica la idea de lealtad al linaje y a la familia. La entronización de un bastardo que dio lugar a la casa real de Trastámara en Castilla y la de un segundón de la rama principal, Fernando, en Aragón, son la cristalización de ambiciones que los monarcas transmitirán a su descendencia: el engrandecimiento de su casa y la posibilidad de acceso a cualquier trono. Este concepto tuvo mucho que ver con la actitud vital de los Infantes de Aragón en cuanto protagonistas de las luchas por el poder dentro de la nobleza cercana al rey en tiempos de Juan II de Castilla y resulta un elemento inseparable de la actitud de fidelidad inquebrantable del primogénito de esa notabilísima personalidad que fue Juan I de Navarra y II de Aragón.(1)