Seguramente, la de Cayo Julio César sea una de las figuras más reconocibles de la historia, ya no solo romana, sino universal. La visión de éste como un militar de enorme capacidad y dictador de la república romana, cuando no de “asesino” de la misma, ha sobrevivido a los siglos para llegar hasta nosotros y seguir motivando numerosos debates entre los historiadores alrededor de su figura, sus intenciones y su propia naturaleza como persona y como político. Sin embargo, ha sido también esta visión como general y dictador la que ha hecho que su papel como profundo legislador de una agotada república haya pasado prácticamente desapercibida para el gran público.
Analizar en profundidad las reformas y leyes que fueron acometidas y promulgadas por César en los años en los que actuó como gobernador único de Roma, y que a la postre llevarían a su muerte en el año 44 a.C. como resultado de una conjura senatorial, servirán en cualquier caso para conocer esta faceta de un Julio César que se mostró especialmente interesado en llevar a cabo toda una serie de reformas con el objetivo de estabilizar una Roma agitada por los conflictos internos.