Hijos del Rayo: Los Barca y el dominio cartaginés en Hispania

Tipo de Obra:
Ensayo
Época:
Antigua
Autor:
Manuel Bendala Galán
Editorial:
Trébede Ediciones
Año de Edición:
2015
Lugar de Adquisición:
Trébede Ediciones
Fecha de Adquisición:
10/01/2016
Páginas:
376
Precio:
30€
La argumentación en la que se basa este ejemplar, queda reflejada en el titulo. Para ello, el autor expone los distintos debates historiográficos, que aún a día de hoy mantienen una gran parte de los especialistas, sobre cuál fue la influencia de cartaginesa en la Península Ibérica. Ya que la ausencia de fuentes escritas fiables, y el inicio de los estudios arqueológicos púnicos, ha conllevado a que surjan interrogantes, sobre cómo se articularía la colonización o si se puede hablar de una precolonización. Así como, de qué medios se valieron para hacer efectivo el control territorial y las consecuencias en los planos políticos, socieconómicos y culturales, tanto en los inicios como tras el final de la presencia púnica en la Península Ibérica.
En cuanto al autor, Manuel Bendala Galán, natural de Cádiz. Se formó en la Universidad de Sevilla donde se licenciaría en Filosofía y Letras y posteriormente obtendría el doctorado en Arqueología. Catedrático de Arqueología en la Universidad Autónoma de Madrid, de cuya Facultad de Filosofía y Letras fue decano desde marzo de 1992 hasta febrero de 1995. Sería como decano, cuando impulsó la creación de la Biblioteca de Humanidades como del Máster en Arqueología y Patrimonio, del que fue director desde 2007 hasta 2010. Presenta una extensa trayectoria docente como investigadora, que queda reflejada no solo en sus obras, sino en las distinciones como premios. Miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán (1978), así como de la Academia Sevillana de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (1979), académico de número de la Real Academia de Doctores (2003), patrono del Museo Arqueológico Nacional (2000 - 2003). También como patrono de la Fundación Pastor de Estudios Clásicos y de la Fundación de Estudios Romanos. Y el nombramiento de Officier dans l’Ordre des Palmes Académiques por concesión del Ministère de l’Éducation Nationale, de la Recherche et de la Technologie de la République Française. Recientemente, en el año 2014 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Huelva.
En cuanto al contenido del libro, está compuesta por seis extensos capítulos, en los que abordan distintos aspectos con referencias a yacimientos arqueológicos, estudios numismáticos y epigráficos como de análisis literarios. El dominio cartaginés quedaría reflejado en la organización estatal y territorial en la Península, siendo las ciudades donde emanan los centros del poder. Este es solo uno de los aspectos del que el autor nos muestra la cosmovisión de este pueblo colonizador y que la historiografía aún sigue reescribiéndose. El libro se encuentra dividido en seis capítulos, con varios apartados en cada capítulo, que a continuación incidiremos en los que trata desde la perspectiva historiográfica desde época antigua hasta nuestros días como de la llegada y posterior dominación que ejercieron los Barca en la Península y su legado perdurable en la Hispania romana.
Capítulo 1. El sesgo historiográfico:
De forma sintética y sin introducirse en el pensamiento de los autores o corrientes de pensamiento, sin extenuar al lector. Presenta que el debate sobre los cartaginenses como pueblo y cultura, proviene y es imbuido en nuestro pensamiento a partir de los autores clásicos como de historiadores. Para ello, argumenta que las reconstrucciones históricas están determinadas por factores tanto intrínsecos como extrínsecos. Haciendo hincapié, en que hay que tener en cuenta que la historia pasada o actual se corresponde o no con la realidad. Destaca que muchos de los aspectos de la historia del pasado puede ser ejemplo de ser haber sido retocada, debido a la falta de objetivad como de denigración del enemigo. La génesis historiográfica de lo anterior continua en nuestros días y no olvidar que a partir del sesgo se producen corrientes como el antisemitismo, panceltismo… Con estas premisas, se adentra ya en la historiografía, comenzando con la romana. De entre los autores clásicos, cita a Tito Livio sobre que ensalza al general púnico por sus méritos militares, Amílcar; pero a la vez que lo denigra por sus comportamientos personales. Centrándose en el ámbito peninsular, destaca el comienzo de la historiografía española, es el caso del escritor y teólogo hispano Paulo Osorio del siglo V d.C, influido por San Agustín, (como se refleja en su obra Historiae adversus Paganus) Describiendo a los cartaginenses como gentes sin cultura, desconfiados, realizan sacrificios humanos de jóvenes (los tofet, donde se enterraban en vasijas los cuerpos sacrificados de infantiles, tradición provientes de los fenicios procedentes de Tiro). Aduce que la derrota de los cartaginenses en la Primera Guerra Púnica (tal y como afirmaron Trogo Pompeyo y Justino), es debida entre otras causas a la ira de sus dioses por sus impiedades. Este ejemplo clarifica lo que Bendala se ha referido al principio sobre la subjetividad de nuestro pensamiento y de la historia. La historia de España oficial, se forjó con los RR.CC, Carlos V y Felipe II, en las obras de Florian de Ocampo, Ambrosio Morales y Juan de Mariana. La idea que subyace, es que con los RR.CC se produjo la unificación de España, teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales (diversidad de pueblos: castellanos, vascos, gallegos, aragoneses, catalanes..) y (poder de la monarquía frente al de la nobleza). La legitimación del poder, se tomaría a uno de los personajes bíblicos como Túbal, primer rey tarteso. Por lo tanto, la tradición como emanación del poder en la Península Ibérica vendría de manos de la monarquía. Con la llegada de los fenicios como invasores, se vió alterado el escenario de unidad de la población durante la Antigüedad, generando posteriormente una visión de los fenicios y cartaginenses alterada. No sería hasta en el siglo XVIII, con la obra Anales de la Nación Española, escrita por el Marqués de Valdeflores, en el que presenta totalmente un enfoque opuesto de los fenicios. Para él, serían los verdaderos dinamizadores de la cultura tartésica. En esta línea, destaca el Jesuita Juan Francisco Masdeo, en que los considera a los fenicios como un pueblo civilizador. Ya en el siglo XIX, con la llegada de las nuevas corrientes de pensamiento como el positivismo, dará un empuje a las ciencias sociales, como es el caso de la Historia. Valiéndose para ello no solo de las fuentes literarias sino de la Arqueología como disciplina. Destacando como dinamizadores a Luis Siret, Bonsor y Schülten. Nuestra tradición histórica viene determinada por la construcción de un modelo de Historia de España que enlaza la fundación del Estado Moderno, encarnado en la figura de los RR.CC con los nacionalismos del XIX y XX. Y es debido a ello, lo que algunos historiadores como Menéndez Pidal, presenta un sesgo ideológico en la enfatización del mensaje de defensa de la Patria y del territorio nacional. La analogía que retoma es la propia historia, sirviéndose de otros historiadores del siglo XVI al XVIII. Tomando para ello la diversidad de los pueblos que habitaron la Península. Gran parte de la comunidad científica de nuestro país, tenía dos visiones distintas a través de los términos como “indigenismo” presentados como primitivo y local frente a “romanización”, como civilizados y universal. Dos perspectivas que poco a poco, a través de los hallazgos arqueológicos y nuevas interpretaciones va dando un giro a nuestra propia concepción.
Capítulo 2. Crónica militar y política
En este capítulo, describe los acontecimientos militares y políticos de los Barca a través de las fuentes literarias, que se han conservado y procedentes de autores romanos (Tito Livio, Polibio, Apiano, Diodoro de Sicilia…) Génesis sobre el marco cronoespacial desde fines del siglo VI a.C entre Roma y Cartago por la hegemonía del Mediterráneo. Esto provocó al inicio de la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C). En este contexto, donde aparece la figura del general púnico, Amílcar. Él sería el encargado de llevar las condiciones de paz tras el cariz de derrota que Cartago estaba sufriendo. Tales condiciones humillantes, marcaría un detonante a nivel interno como externo. La stasis provocada en Cartago por el pago a Roma, la rebelión interna y el orgullo de ser una potencia vencida, conllevó a que se produjera una revancha. El poder como influencia que los Barca tendrían en Cartago, así como conocedores de las riquezas que había en la Península Ibérica (sin olvidar que los fenicios ya tenían colonias allí). En el 237 a.C, con el beneplácito del Senado cartaginés, Amílcar, desembarca en Gadir, junto a su yerno Asdrúbal y su hijo Aníbal. Conocemos todo estos hechos históricos a través de uno de estos autores clásicos, como es Diodoro de Sicilia, el cual menciona la conquista de Amílcar por la cuenca baja del Guadalquivir y su expansión como conquista hacia el Levante penínsular. Donde fundaría algunas ciudades para control del territorio y de las vías de comunicación, como es Akra Leuke. Tras su muerte será sucedido por Asdrúbal, su gran aportación es en la política diplomática – integración en las élites locales iberas a través de lazos matrimoniales. Otro de sus logros al tener mayor control organizativo y político, es la fundación de otra de la ciudad Qart Hadasht. El creciente poder que van teniendo los cartaginenses bajo el dominio de los Barca, hace que Roma recele de las intenciones de éstos. Por lo que el Senado romano manda una embajada, siendo el pretexto para ello del choque de intereses comerciales entre los cartaginenses y los aliados de Roma, caso de Massalia. Dicha embajada termina con la firma entre ambas potencias del Tratado del Ebro, en el que se fijaba el río Iber (Ebro) como el límite entre ambas potencias en la Península Ibérica. Bajo los términos del tratado, Cartago no se expandiría al norte del Ebro, siempre y cuando Roma no hiciera lo propio hacia el sur. Quedando la ciudad de Sagunto bajo la órbita de Roma. Existe una controversia entorno a que el río Iber fuera en realidad el Júcar o el Segura; ya que en esta zona estaba bajo el control de la órbita púnica. La muerte inesperada a manos de un siervo durante el reposo de Asdrúbal en el 221 a.C, hace que las tropas púnicas elijan como sucesor de éste al hijo de Amílcar, Aníbal. Aníbal seguirá con la campaña militar y de expansión entorno a la Meseta Central. En el 219 a.C, comenzaría a llevar a cabo el asedio de la ciuda iberoedetana de Sagunto, debido a su situación estratégica. Se les uniría otros pueblos turdetanos al asedio juntos con las disecciones internas de la propia ciudad. El asedio duró ocho meses, y los habitantes de Sagunto pidieron ayuda al Senado de Roma, pero los ejércitos romanos no acudieron a su auxilio (posiblemente debido a la influencia de Fabio Máximo de tener un pretexto o causa belli para atacar a los cartaginenses). Viendo que el asedio como la ayuda externa no llegaría, se negaron a rendirse y según las fuentes, sus pobladores decidieron suicidarse al arrojarse a una gran pira. Este hizo que en el 218 a.C, Roma declarara roto el Tratado del Ebro, por haber destruido Sagunto y la guerra a Cartago, iniciándose la Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C). La causas profundas de la guerra en la parte púnica, es el resarcimiento de Cartago por las perdidas territoriales y el afán imperialista de los Barca en clara hegemonía frente a las autoridades de Cartago. Roma enviará a la Península Ibérica al cónsul Cneo Cornelio Escipión y posteriormente su hermano Publio Cornelio Escipión, desembarcando en Emporio. Al principio la suerte favorece a los cónsules adentrándose y conquistando territorios en manos cartaginesas, pero hallarían la muerte a través de disecciones de los pueblos iberos que se habían aliado a ellos. A partir del 210 a.C, es cuando cambia la tendencia de derrota por parte de las tropas romanas con la llegada del hijo de Publio, Publio Cornelio Escipión. Con el beneplácito del Senado romano y bajo el procónsul cum imperium junto al propretor Silano y tropas de refuerzas. Conquista bajo un ataque en conjunto por tierra y mar la ciudad de Qart Hadasht, tomándola en el 209 a.C. En este punto, Escipión lleva a cabo una política como los cartaginenses, pero en vez de alianzas matrimoniales a través de la entrega de los prisioneros a sus aldeas; por lo que muchos pueblos íberos se irán adhiriendo a Roma. Prosigue el capítulo con la narración de la expansión romana hacia la Alta Andalucía y Sierra Morena por su interés geoestratégico y riqueza. Destaca las dos batallas: Baecula y Ilipa. Supuso un punto de inflexión en la dominación cartaginesa en la Península Ibérica, la derrota de las tropas cartaginesas bajo Publio Cornelio Escipión, marcó el fin de la dominación de los Barca y el inicio de un nuevo poder en lo que sería la Hispania. El último reducto sería Gadir, pero su población terminaría en el 206 a.C pactando con Roma a través del foedus. Esta fecha a recordar marcaría el fin del sueño imperialista de los Barca. Mientras Aníbal, tras sus victorias y sin derrotas, pero sin aliados, ni provisiones y con apenas un tercio de su ejército del que trajo desde su llegada a la Península Itálica, regresa a Cartago. Escipión convence al Senado de la necesidad de desembarcar cuanto antes en la costa norteafricana, en persecución de Aníbal. El Senado aceptó dicha premisa pero no contaría con los recursos de la ciudad, sino que tendría que costearlos (debido a las diferencias entre los senadores por influencia de Fabio Máximo). Los dos grandes generales se enfrentaron en la Batalla de Zama, en el año 202 a.C. Tras su victoria, Escipión obtuvo el sobrenombre de “el africano”. La derrota de Cartago convirtió a Roma en la potencia hegemónica del Mediterráneo occidental Años después, Aníbal, se fue elegido como sufete en Cartago, donde se encargaría de mantener el gobierno y el orgullo de la ciudad frente a las de nuevo humillantes indemnizaciones. Posteriormente abandonó Cartago y fue a Asia Menor, donde fue recibido en Éfeso por Antíoco III, siendo Aníbal como consejero militar. Se enfrentaría su enemigo común, Roma. Pero debido a la conspiración y recelo de la corte hacia Aníbal, las tropas de Antíoco fueron vencidas. Aníbal huyó hacia Bitinia, territorio enemigo de Roma, pero viendo que sus propios compatriotas, se vio obligado a refugiarse en la corte del rey de Bitinia, donde sería traicionado y antes de ser capturado por las tropas romanas se suicidó.
Capítulo 3. Cartago e Hispania antes de los Barca
El autor comienza con la hipótesis de que Cartago intervino en los pueblos de la Iberia. Para ello menciona las colonizaciones durante los fenicios, procedentes de Tiro. Éstos fundaron asentamientos en el Mediterráneo oriental como occidental. En el litoral de la actual Andalucía, encontramos dicha constancia material, caso de Sexi, Malaca, Toscanos, Castillo de Doña Blanca… Es decir, lugares cercanos a la costa y en el entorno de la desembocadura de vías fluviales. Los asentamientos actuarían como factorías frente a la metrópoli. Pero el punto de conexión entre Cartago y la Península Ibérica es Gadir (ya que a tenor de las fuentes clásicas, hablan de una isla situada más allá de las Columnas de Hércules, donde estableció un templo dedicado al dios Melqart). Hace hincapié en las tesis de Schülten, sobre la existencia de una forma de imperialismo cartaginés entre la Península y los pueblos que habitaban en ella. Esto generó un debate tras el fin de la presencia de Tartesos, del que a pesar de algunos investigadores no les consideran como un pueblo propio sino cultural. La premisa de la que parte de ese dominio, es a partir de Diodoro de Sicilia, sobre la fundación de Ibusim (Ibiza), en la que ocurrió 160 años después de la fundación de Cartago; es decir, idea de un imperialismo colonial. Algunas evidencias numismáticas han ido cambiando la concepción de que no parte el control de Cartago en la Península a partir de Amílcar. Uno de los diversos apartados que desarrolla es el referido a la fundación de Cartago por lo tirios en la actual Túnez. Fundada en el 814 a.C, teniendo una reina, la famosa Dido, la cual era hija del rey de Tiro, Matán I. Huyó hacia las costas africanas, donde habitaban una tribu libia, en el que el rey libio le daría el terreno que pudiera abarcar con una piel de buey. Cuenta la leyenda que la hizo cortar en finas tiras y así consiguió circunscribir un extenso perímetro. Tras esto hizo erigir una fortaleza, Birsa, que más tarde se refundaría como Cartago. El hecho innegable, es que de colonia, comienza a adquirir mayor autonomía sobre Tiro, hasta la caída de la ciudad de Tiro. Cartago se constituirá como ciudad estado, propias de las poleis griegas. Y de la que tenemos testimonios escritos como los de Aristóteles en su obra Politeia, como ejemplo elogiable de ciudad. La influencia griega por el contacto colonial por parte de los fenicios, se traslada a la estructura organizativa de la vida política, del que presenta un Senado (en forma a la Gerusia), de carácter deliberador y sometido al tribunal de los ciento cuatro y reflejada en la Asamblea del Pueblo (apella) como órgano de control. Al no ser un poder monárquico sino aristocrático o oligárquico, son los sufetes los que sustituyen el término de basileus. Con el vacio de poder tras la caída de Tiro y del comienzo del nuevo poder proveniente de Cartago, asimilarán al incorporar las antiguas fundaciones fenicias, como es el caso de Ibusim (como punto geoestratégico para el proceso expansivo). Reflejado a través de las evidencias arqueológicas sobre la refundación de un asentamiento ya anterior. Otro de los apartados, es sobre la Península Ibérica, África Occidental y el Atlántico. Parte de las evidencias arqueológicas que confirman las hipótesis de un dinamismo expansionista de Cartago en la Península Ibérica en la segunda mitad del siglo VI a.C y una constitución de un dominio hegemónico a partir del IV a.C. Bendala presenta la idea del “Circulo del Estrecho”, en la que Gadir es independiente de Cartago. Otras de las menciones del apartado es que los fenicios y posteriormente los cartagineses hubieran establecido nuevas rutas hacia el Atlántico. A tenor de la historiografía clásica, encontramos referencias como Heródoto, en los “relatos libios”, habla sobre el trueque más allá de las Columnas de Hércules, donde dejaban las mercancías, regresaban a sus navíos y hacían señales de humo para que se acercara a la playa los indígenas. Estos si les convendrían el trueque dejarían oro o plata como intercambio. Otra obra de otro autor es el “Periplo”, habla de las campañas ejercidas por Cartago. Avieno, en su obra “Ora Marítima” retoma las notas de la ruta fenicia hacia las Islas Casitérides, por el estaño. Ya que a partir de los datos arqueológicos conocemos más detalle los asentamientos como refundaciones, como es el caso de Carteia, Carmo, Cástulo, Iliturgi o la Baria. Todo esto indicaría la presencia de ejércitos cartaginenses de fines del IV y comienzos del III a.C. La concentración de monedas en Cástulo y Iliturgi, zona rica en plata, hizo que fuera necesario tener su control para pagar a las tropas como de la indemnización a Roma y financiación de obras públicas. Finalizando el capítulo, concluyendo que la presencia cartaginesa y norteafricana en la Península antes de los Barca tuvo cierta relevancia pero no podemos conocer sus consecuencias, siendo sin duda alguna la impronta cartaginesa tanto política, cultural y económica.
Capítulo 4. El proyecto político de los Barca
En este capítulo, comienza de nuevo partiendo de la premisa de los Barca, no solo obtuvieron o buscaban obtener recursos con los que llevar a cabo una guerra con Roma. Sino que desde la llegada de Amílcar a Gadir, las campañas militares y fundación de las ciudades, la idea que conlleva es la de creación de un imperio cartaginés en la Península. No se puede olvidar de que como comenta en el capítulo 2, al mencionar sobre la situación de stasis de Cartago tras la Primera Guerra Púnica, contaría con dos posiciones alejadas para la superación de la crisis social. Por un lado, Hannón, que tenia su punto de vista de expansión en África y de económica basada en la explotación agrícola frente a la de Amílcar, el cual aparte de sofocar la rebelión de los mercenarios que no puedo atajar Hannón, obtiene el beneplácito para llevar a cabo la expansión en la Península y de una economía basada a través de las rutas comerciales y extracción de metales preciosos. Los Barca actúan como príncipes helenísticos, inspirados en Alejandro Magno, Y es donde, Bendala habla sobre la “imitatio Alexandri”. Esto se observa a través de las monedas acuñadas – shekels- y –trishekels-. Figurando en el anverso las representaciones de los Barca con elementos propios de los dioses, es decir, al igual que Alejandro Magno como, un dios en la tierra, modelo tomado de los persas. En alegoría sobre aspiraciones monárquicas y en el reverso, proa de nave de guerra como símbolo de poder naval de Cartago. Utilizan elementos, caso de la “tainía” (especie de cinta) consagrada al carácter divino e importado por Alejandro Magno.
En el caso Amílcar, ya mencionado anteriormente. Destaca otra de sus representaciones con la cabeza laureada en alusión a Melqart y en el reverso un elefante montado. En cambio Asdrúbal, aparece imberbe con la corona de laurel clava en el hombro y en el reverso presenta un elefante de guerra. En legitimación de ser heredero no consaguíneo y tener el apoyo de Aníbal. Aníbal es representado como imberbe sin corona, haciendo alusión como magistrado, por lo tanto, dependiente de Cartago, que enfatiza en el reverso de la moneda al presentar un caballo y palmera (alegoría de Cartago). Retoma el autor otros aspectos que en anteriores capítulos menciona pero sin detallar, como es el caso de las alianzas entre el gobernante y su séquito, siendo un acto de tipo sagrado, proveniente de la aristocracia unipersonal de los tartesos. Es lo que se conoce como “devotio íbera”, consistiendo en el sometimiento al aristócrata o soberano mediante la consagración religiosa y personal en el que estaba ligado, tanto en vida como en la muerte del aristócrata o soberano. Esa expresión queda impresa en los funerales, que se han ido documentando en textos, monumentos y restos arqueológicos, como son los combates a muerte en honor del difunto (caso de la lucha de gladiadores que se dará en Roma). Un apartado importante, es el que hace referencia al carácter sagrado de las Damas, en este caso de la Dama de Baza. Destaca la iconografía asociada de la diosa entronizada (carácter divino y humano), donde en la tumba se hallaron ajuares funerarios como varias falcatas, rito de luchas al tratarse de un personaje aristocrático, con independencia del sexo. No solo de las damas de carácter funerario, en vida, las mujeres también presentan la condición sobrehumana de las familias principescas iberas, como fue Imilce, esposa de Aníbal. Que hace que se unan los pueblos al vinculo de la cultura fenicia. De este capitulo, en resumen, lo que demuestra es que los cartaginenses a través del contacto con los griegos en anteriores épocas y asimilando esas formas en distritos planos, bien a través del poder como en la organización estatal o del ejército, donde utilizaran a mercenario al igual que los príncipes helenísticos. Así como de las construcciones de murallas de índole helenístico como símbolo de poder como para la defensa. Los Barca se legitiman en la “imitatio Alexandri” y en la integración entre las realezas íberas.
Capítulo 5. La organización estatal y urbana de los Barca en Hispania
Como se ha ido detallando, los Barca buscaban la obtención de un Estado hegemónico a partir del control de las ciudades nuevas o de las ya refundadas. Destaca las dos ciudades más importantes: Akra Leuke y Qart Hadasht. Akra Leuke. Fundada por Amílcar, desconociéndose su ubicación, algunos autores propusieron por su significado de “Promontorio Blanco”, seria la actual Alicante. Pero García y Bellido, establece que posiblemente estuvo situada en el entorno de Carmona, para el control de las minas de plata de Sierra Morena. Si se tiene en cuenta el desembarco en Gadir, y las posteriores luchas contra los Turdetanos y Celtas, por lo tanto lo lógico es la ciudad de situaría en la Turdetania. Bellido estableció una estratigrafía lingüística a partir de las evidencias arqueológicas a tenor de las monedas aparecidas, dando el significado de campamento militar. Diodoro de Sicilia, estableció el simil topográfico de la ciudad de Carmona, ya que se alzan sobre un promontorio de roca clara. La ciudad de Carmona, seria fundada o refundada por Amílcar, ya que destaca su situación cerca de la Vía Heraklea, consolidándose como ciudad portuaria y viaria. La hipótesis de su relación con los Barca está relacionada por la antigua fortificación de la llamada “Puerta de Sevilla”, en los sillares almohadillados utilizados, que otros investigadores establecen que es de época augustea. Posiblemente, tuviera en una fase inicial no romana con matriz helenística y posteriormente en época romana fuera alterada. Por ello, la ciudad de Akra Leuke, según la hipótesis del autor fuera la refundación de la actual ciudad de Carmona. De su misma hipótesis se extrapola sobre la fundación de Qart Hadasht, en relación a una comunidad ya preexistente. No solo presenta estas nuevas interpretaciones, sino que también aporta otros datos a través de las fuentes arqueológicas, como es el caso de Tossal de Marises, la Lucentum romana. Se ha constatado la presencia de restos iberos sin contextualizar, por lo que la creación de las ciudades quedaría en torno al siglo III a.C. Presenta una influencia bárquida, estructuras diferenciadas (residencias, barrios artesanales, lugares de culto). El origen de esta ciudad proviene de otro asentamiento cercano (Tossal de Basses), del que quedará abandonado en el s. III a.C. Que tendrá el control de las costas sudorientales de la Península y de contacto comercial entre Ibusim y Qart Hadasht. Volviendo a las ciudades del denominado “Círculo del Estrecho”, que amplia el capitulo 3, sobre Gadir y Carteia. Lo que realmente destaca, es que la importancia de Carteia radica en su vinculación cartaginesa y norteafricana, así como la acción de los Barca. Ya que es un referente para el conocimiento cercano de una ciudad de origen fenicio y de la consolidación urbanística en época púnica. Con una fuerte remodelación y monumentalización. En síntesis, el dominio cartaginés de los Barca significó la consolidación del proceso de robustecimiento de las ciudades. Como se refleja en la existencia del territorio de las Torres de Aníbal, como atalayas de vigilancia para el control del territorio de las ciudades fenicio-púnicas. Por último, hay un apartado dedicado a la economía en la dominación de los Barca. A partir de los aportes arqueológicos, se ha propuesto de que hubo una modernización de la economía por el incremento de la monetización, debido al pago de las tropas, por lo que se multiplicaron las cecas púnica. Teniendo relevancia la minería y la metalurgia. También se destaca la existencia conservada de tratados de agronomistas cartaginenses como Magón, que tratan sobre el cultivo de la vid, olivo, almendro, granado, higuera, apicultura y ganadería. Siendo recogido por agrónomos romanos en sus escritos. Los cartaginenses aportaron importantes innovaciones en el campo de la agricultura, ganadería, pesca e industrias derivadas. Aparte de los cultivos de la triada mediterránea (trigo, vid y olivo),se traen nuevos cultivos y se desarrolló los injertos. Como la fabricación de nuevas herramientas de utillaje como la máquina para trillar. La explotación agroganadera, se articularía desde núcleos ciudadanos centrales a asentamientos de mediano tamaño, donde gestionarían la explotación como producción de bienes. Sin tener instalaciones de transformación ni elaboración.
De la pesca, destacan los salazones y la pesquería, cuyos centros importantes serían Sexi, Malaka y Baria. Así como del comercio del garum(salsa elaborada a partir de las vísceras del pescado secadas al sol y maceradas en vinagre), siendo las ciudades de Cartago, Ebusim y Gadir, las principales rutas comerciales a tenor de las evidencias halladas de las ánforas.
Capítulo 6. A manera de epílogo: la herencia pública en la Hispania romana
Finalizando el tema de los Barca en la Península, Bendala expone diversas premisas. El control de Hispania por Roma sigue la estrategia continuadora llevada a cabo por los cartaginenses – liderar y aprovechar los organismos políticos y culturales e integrándolos en la nueva hegemonía romana. La primera organización de Hispania en las provincias de Citerior y Ulterior, abarca el territorio dominado por los Barca, aprovechando la estructura militar, administrativa y política. La centurización de las tierras por parte de Roma, asi como del reparto de las tierras, su documentación es parcial y conocida en el nordeste y norte peninsular frente al de la futura Bética, que está dividida y ordenada en formas ya preexistentes; es decir, lo que se refiere es que existe un sistema dual o de hibridación entre modelos prerromanos y romanos. La principal aportación es la del término “neopúnico”, que fue acuñado por Schröder en su obra “Die Phönizische Sproche”, 1869. Refiriéndose a la lengua púnica conservada hasta la Antigüedad en zonas del norte de África de ámbito púnico. Posteriormente se englobaría a la realidades culturales de índole material, a tenor de los hallazgos arqueológicos. Bendala compara la similitud de las tumbas de cámara de Tipsa con las de la Carmona, que se atribuyen a época romana; es a esa comparación donde utiliza el término “neopúnico”. Para ser “neopúnico”, debe de tenerse en cuenta: la escritura, lengua, onomástica, derecho público, instituciones, religión y tradición púnica. En las ciudades que ya hemos ido mencionando, se advierte la perduración en época romana de magistraturas y órganos institucionales de las estructuras administrativas y políticas púnicas. Como ejemplo la alusión latinizada de términos prerromanos, como questor. También en la Hispania romana se emitieron moneda púnica con leyenda púnica de ciudades de dicho origen, caso de Gadir/Gades, Malaka, Sex, Abdera… En cuanto a la religión, la representación de los dioses patrones o poliades de las ciudades emisoras monetales, que bajo la apariencia romana o helénica se reconoce la transmutación de los dioses púnicos, caso del Baal- Hammon como Júpiter africano. O de Tanit como Juno. De las últimas ciudades que menciona es la de Baelo, de factoria pesquera a convertirse en una ciudad neopúnica ( a tenor de las evidencias arqueológicas como numismáticas emitidas de metrología fenicio-turdetana y con tipos púnicos como del nombre de la ceca). Formada a través de una estructura y dedicada a las actividades pesqueras frente a los de sus antiguos pobladores dedicados a actividades agropecuarias. Así como de la comparación de algunas de sus estructuras urbanas, caso del Capitolio, en el que el templo central presenta una planta más alargada que el resto, siendo de tradición púnica. Respecto al culto, también se da un culto a los dioses y genios locales de sustrato púnico – africano e hispánico. Es el caso de los cultos betílicos, como caso del de Torreparedones (Baena, Córdoba), teniendo vigencia en época romana. En conclusión, el mundo púnico en la Península perdura en la Hispania romana.
La aportación fundamental de esta obra, viene a reafirmar en el panorama historiográfico de los pueblos colonizadores antes de la presencia romana en la Península Ibérica. Partiendo de que, a partir de nuestra tradición histórica, ha sido la que ha determinado nuestra actual percepción como concepción de los hechos. Se pueden resaltar innumerables aspectos de la obra, como es su amena lectura, el rigor en cuanto a las fuentes utilizadas por el autor para apoyar su tesis o “completar” los vacios argumentativos de los que los investigadores no consiguieron detallar. Las ilustraciones como mapas que aparecen permiten hacerse una idea fidedigna sin tener que buscar en otras fuentes ajenas, así como de un útil complemento para situarnos en el marco cronoespacial y poder imbuirnos más en el contexto del siglo II a.C en la península Ibérica. Tratamiento del tema, la calidad e interés de las ilustraciones de los yacimientos, con los que poder tener una visión generalizada y comparativa con el resto.
El útil índice onomástico-toponímico, el volumen de fuentes consultadas, y la demostración del bagaje académico y cultural que posee el autor, describiendo de una forma acertada el antes y después de la presencia púnica. Sin duda alguna, el presente libro se configura como una obra de consulta para especialistas como de inicio para los no especialistas que estén interesados en conocer más de la historia de nuestro país y de un pueblo como los cartaginenses que han sido desplazados por la historiografía y distorsionados culturalmente. Cierto, es que retoma en los capítulos apartados que posterior desarrolla o repite con frecuente, pero correctamente los detalle y desarrolla.
Desde mi punto de vista, Bendala se ha servido de los argumentos de otros autores, no solo de las fuentes literarias clásicas sino de las aportaciones de investigadores, como es el caso de García y Bellido. Las investigaciones que se realizaron durante el último tercio del siglo XX en España como de las posibles hipótesis, sobre la huella dejada por los Barcas o de los cartaginenses han quedado refutados a través de los nuevos hallazgos arqueológicos. Por lo tanto, la idea que se tenia hasta ahora de que, con Roma se impuso la nueva cultura en vez de una continuidad o hibridación entre las dos potencias antagónicas de la Antigüedad en territorio peninsular ha quedado refutada, tal y como presenta Bendala con el término “neopúnico” . Retomado el término del ámbito africano, Por lo tanto la organización política, económica, social y urbana que fue construyendo durante el periodo de dominio cartaginés en la Península Ibérica pervivió y pasó a ser un elemento más de la cultura hispana, en conclusión, la romanización no fue una asimilación cultural romana impuesta sino de un proceso continuador en un nuevo escenario. Es decir, de una “hibridación” entre modelos prerromanos y romanos.
Valoración de la Narrativa:
10
Calidad de Impresión:
10
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