María Pilar Queralt: "La Historia es el álbum de familia de todos nosotros"
Este mes tenemos ante nosotros a María del Pilar Queralt, recientemente distinguida con el IX Premio Algaba de Biografías, Autobiografías, Memorias e Investigaciones Históricas que proporciona anualmente Ámbito Cultural del Corte Inglés y la Editorial EDAF por su último ensayo biográfico: Las mujeres de Felipe II.
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María Pilar Queralt con su obra Mujeres de vida apasionada (La Esfera de los Libros, 2010). |
-M. H. M.: Siempre empezamos nuestras entrevistas con una pregunta ya clásica, ¿qué le ha llevado a interesarse por la Historia?
-M. P. Q.: Yo crecí entre libros de Historia. Mi abuelo tenía una espléndida biblioteca de Historia y era muy aficionado a ella. Yo era hija y nieta única por lo que la mejor manera de entretenerme los domingos por la tarde era mirar las láminas de los libros de Historia. Estoy convencida de que allí nació mi vocación. Desde siempre y desde muy pequeña quise estudiar Historia y, además, con el propósito claro de luego dedicarme a la divulgación.
Respeto profundamente la Historia académica y las personas que se dedican a ella pero sinceramente creo que es muy necesario divulgar la Historia al público. La Historia es el álbum de familia de todos nosotros y lo tenemos que conocer; hay que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos y evitar en lo posible errores que la Historia refleja. Esto es lo que me llevó a mí a estudiar la Historia.
-M. H. M.: ¿Hay algún libro que le haya inspirado, que lo recuerde con cariño?
-M. P. Q.: Hay un libro de mi infancia, que ahora quizás nos daría risa, que se llamaba Portafolio de la revista de España. Debajo de cada lámina había una explicación de la ilustración, la cual solía ser una reproducción de un cuadro de Historia. Este libro lo tengo todavía y lo conservo. Después, en mi adolescencia, me gustó mucho el famoso Dioses, tumbas y sabios. También me impactó el de Antonio Pérez Marañón y, por supuesto, los grandes historiadores pero no voy a mencionar ninguno porque si nombro a uno me dejaré a otro. Todos ellos han sido mis maestros.
A otro nivel, siempre digo que Guerra y Paz marcó mi vida. Me lo leí en un fin de semana cuando tenía doce años. Tuve que apuntarme los nombres porque me perdía y hacer un árbol genealógico. Lo he releído infinidad de veces y para mí es la novela histórica por excelencia: tiene buena trama y un sustrato historiográfico muy bueno.
-M. H. M.: Dado que su especialidad es la Historia Moderna y Contemporánea, ¿ha realizado incursiones a otros períodos históricos?
-M. P. Q.: Sí, lo he hecho, porque la divulgación de la Historia me gusta mucho. Cuando empecé a hacer incursiones en la narrativa histórica, por casualidades de la vida llegó a mis manos un personaje que me parecía fascinante: Inés de Castro. A través de ella quise hacer una trilogía de tres mujeres medievales: Inés de Castro, Isabel de Portugal (la que se llamó la rosa de Coimbra) y Leonor Téllez (una reina prácticamente desconocida en España pero que es la “mala oficial” de la historia de Portugal). He realizado incursiones en el Medievo y me gusta también el siglo XIX, sobre todo de España.
"La Historia es el álbum de familia de todos nosotros" |
-M. H. M.: Durante tres años académicos, desde 1979 a 1982, usted fue profesora de la asignatura Historia de España Contemporánea en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona. ¿Qué fue lo que le llevó a ello y qué experiencias puede contarnos de su período como docente? ¿Volvería a hacerlo?
-M. P. Q.: Llegué a dar clases en la universidad de una manera casual: cuando hacía mi tesis doctoral, mi director tuvo que marcharse por un traslado y me propuso sustituirle. Estuve dando clases durante tres años.
Me gustó pero lo mío era el mundo del libro y me metí en el mundo editorial de pleno. Durante algún tiempo no me apeteció pero ahora no me importaría participar en algún Master específico, alguna cosa relacionada con la Historia de las mujeres, que fuera una dedicación parcial.
-M. H. M.: Desde 1974 colabora asiduamente con la revista Historia y Vida y ha publicado numerosos artículos. Dígame, ¿cómo se introdujo en este mundo?
-M. P. Q.: En Historia y Vida empecé a publicar cuando aún estudiaba la carrera. Uno de los profesores me preguntó si quería hacer un artículo, lo hice, lo presenté y les gustó. Empezaron a encargarme y ya no lo he dejado hasta ahora. Evidentemente, tengo muchísimos artículos escritos y actualmente colaboro de forma fija.
Entré en el mundo editorial a través de Historia y Vida. El que entonces era director, Edmond Vallés, una persona que ha sido intelectualmente muy importante para mí, colaboraba en diversas editoriales y me pidió que le ayudara y poco a poco me fui metiendo y aprendí el oficio. Entré en una editorial y luego en otra y en otra.
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El nuevo libro de la autora, Las mujeres de Felipe II (Ed. Edaf, 2011), ha sido premiado con el IX Premio Algaba. |
-M. H. M.: Centrándonos ahora en su última obra publicada, ¿por qué “las mujeres de Felipe II”? ¿Qué fue lo que le llamó la atención de este monarca o de las mujeres que le rodeaban?
-M. P. Q.: Aunque he hecho otro tipo de libros, fundamentalmente me interesa desvelar el papel de la mujer en la Historia. Lo cierto es que los grandes nombres de la Historia son casi todos masculinos y si a alguien le preguntas de forma improvisada por mujeres de la Historia te dirá: Cleopatra, Juana de Arco, la reina Victoria y, a lo mejor, Sisí (porque ni siquiera sabrían decir Elizabeth de Austria). Pero realmente ha habido muchísimas mujeres en la Historia que han tenido un papel muy importante; a veces porque formaban parte del círculo de los grandes hombres, padecían las consecuencias de sus decisiones y, en ese sentido, creo que hay nombres que merece la pena que salgan a la luz.
Empecé por tratar a las cuatro mujeres de Fernando VII, mujeres que excepto a la cuarta nadie conocía, y así he ido buscando a personajes que estaban muy desvirtuados por la leyenda popular como Agustina de Aragón o la reina Mercedes. Un día descubrí que Henry Kamen, nada menos, en la biografía excelente que tiene de Felipe II, lanza una frase que dice así: “un rey tan estudiado es un completo desconocido en su faceta íntima” y seguía diciendo a continuación: “un rey que está perdido en la mitología mal informada”. Y yo dije: “esto es lo mío”.
Me puse a mirar y descubrí que era un personaje donde la mujer ha tenido una importancia decisiva en su vida y no me refiero a la relación hombre-mujer. Quiero decir que fue criado y educado por su madre; tenía una aya en vez de un ayo; tenía dos hermanas y se casó cuatro veces. Tuvo algunas amantes y varias hijas. Entonces no es aquello de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer sino que ¡detrás de aquel gran hombre había una legión de mujeres!
-M. H. M.: Y también tuvo una gran enemiga, la reina Isabel de Inglaterra.
-M. P. Q: Sí y, además, pienso que este aura de misterio que tiene él, en el fondo podría ser porque era un gran tímido. Y podría ser un gran tímido porque normalmente los hombres educados por mujeres suelen tener una sensibilidad mayor que aquellos que se han educado en un entorno masculino, donde la fuerza está más presente. Felipe era un niño muy enfermizo y su madre lo tenía muy protegido; su aya le sobreprotegía todavía más; su padre era un ser lejano, idolatrado, pero abstracto porque prácticamente no estaba. Pienso que esta influencia femenina en Felipe II no se ha estudiado y por eso se me ocurrió trabajarla.
-M. H. M.: Además, en el caso de Felipe II es algo muy adecuado porque estaba realmente rodeado de mujeres en todos los aspectos: las intrigas, con mujeres; los enemigos, mujeres; los amores, mujeres; la familia, mujeres y esto es algo que normalmente no se tiene en cuenta, se busca siempre su papel militar y político.
-M. P. Q.: Dicen que es el rey burócrata pero también dio mucha importancia a las mujeres porque cuando él se iba dejaba de regentes a sus hermanas: de gobernadora de los Países Bajos hizo a su hermanastra, a su hermana y a su hija; es decir, que era un hombre que confiaba en las mujeres. No era un machista como diríamos en el lenguaje actual, eso es algo que lo heredó de su padre. Su padre también cuando partía a la guerra dejaba de regente a su mujer, una cosa que en la Historia suele pasar desapercibida. Yo creo que el único hombre en el que Felipe II confió fue en Antonio Pérez y le traicionó.
"Detrás de un gran hombre hay una gran mujer pero ¡detrás de Felipe II había una legión de mujeres!"
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-M. H. M.: Y en Don Juan de Austria ya que le encomendó muchas misiones, como Flandes y la Santa Alianza contra el turco.
-M. P. Q.: Y tenía el Requesén y confiaba en Farnesio pero ¿en qué aspectos? En los aspectos militares, no de gobierno.
-M. H. M.: Flandes claro que era una cuestión militar pero si se hubiera organizado de otra manera, de forma menos militar y más política, quizá habría sido diferente.
-M. P. Q.: Por eso fue bien con Isabel Clara Eugenia pero también quiero dar a entender que en la época de Juan de Austria, Flandes era para España un territorio a ocupar militarmente porque era un territorio levantisco. Por eso lo confía a Juan de Austria en ésa época. Era un territorio problemático y hacía falta mano dura y militar.
Luego, otra cosa, Felipe quiso educar a su hijo Carlos como su heredero pero se sintió profundamente traicionado por él y en parte porque no estaba en sus cabales y conspiró de alguna forma con Juan de Austria y Escobedo con la idea de quedarse con Flandes. Entonces a Felipe III, por miedo a que le traicionase, no le forma políticamente sino que forma a Isabel Clara Eugenia. Es la que está con él en los consejos, la que atiende a sus ministros, es la que de alguna forma tiene la confianza de su padre.
El pobre Felipe III, que era mucho más joven que su hermana, cuando se vio con el gobierno se dijo: “¿Y ahora yo qué hago?” El mismo Felipe II le decía a su secretario Cristóbal de Moura: “Ay, don Cristóbal, que me temo que le han de gobernar”. Y claro que le tenían que gobernar ya que no le enseñó a ser rey pero sí a sus hijas. Esta dualidad, esta predilección por el entorno femenino a mí me parece interesantísima. Me he reconciliado con él.
"Sacar a primer plano a la mujer no significa deificarla ni santificarla" |
-M. H. M.: Se nota que es un período que domina.
-M. P. Q.: Sí, aunque más el siglo XIX.
-M. H. M.: Aún no he conocido a ningún historiador que sepa todo de todos los períodos…
-M. P. Q.: Es imposible.
-M. H. M.: Puede haber alguno que se especializa en Historia Contemporánea, la Segunda Guerra Mundial, las Guerras Carlistas… pero cuando alguien te habla de un período tan amplio y luego te aseguran que aún saben más del siglo XIX…
-M. P. Q.: Lo mío es el siglo XIX, aunque la vida me ha llevado por otros derroteros.
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La escritora es autora de muchos libros que versan sobre el papel de la mujer en la Historia. |
-M. H. M.: No es la primera vez que usted redacta un libro que ataña a mujeres. ¿Por qué ese foco de atención?
-M. P. Q.: En primer lugar porque soy mujer y tengo un deber hacia mi género, con mis congéneres pero, sobre todo, porque pertenezco a una generación muy concreta. Somos, yo creo, la primera generación de mujeres “emancipadas” de este país. Yo estudié en una escuela mínimamente elitista, donde en la clase éramos veintitrés y todos, excepto dos, somos universitarios. Ésta es una generación que empieza a plantearse cosas. Yo nunca he sido una feminista radical. Creo que hay que hacer justicia: la mujer ha sido la gran olvidada o la gran mitificada, que a veces es peor. Cuando yo tenía edad escolar, se estudiaba a Isabel la Católica, Agustina de Aragón y Santa Teresa de Jesús que eran las tres heroínas: la mística, el brazo armado y la reina mitificada, que es mucho más gratificante en las distancias cortas que como aquella señora fanática.
-M. H. M.: Y también de su generación era la Generalísima. Ella era el poder en la sombra.
-M. P. Q.: Sí. De aquí viene mi interés por sacar a luz a las mujeres de la Historia. Hemos sido mucho más importantes, unas a la vista y otras como poder en la sombra; porque arpías también ha habido muchas. Sacar a primer plano a la mujer no significa deificarla ni santificarla.
-M. H. M.: Sin duda, la investigación previa que se requiere para la elaboración de una obra histórica conlleva mucho tiempo y esfuerzo, ¿cuáles son sus guías o métodos a la hora de investigar?
-M. P. Q.: Yo diría que lo primero es que te tiene que fascinar un tema y cuando estás metida tienes que leer, leer y leer. Luego, hay que visitar archivos, bibliotecas y museos. Si tienes tiempo y puedes tienes que pasear por los lugares, como El Escorial... En mi caso yo lo tenía muy conocido porque por raíces familiares vengo de Madrid. Hace falta también estar in situ e impregnarse. Creo que era Vargas Llosa quien decía que había que pasear por donde habían paseado tus personajes.
Pero cuando llevas tantos años dedicándote a la Historia como yo, no puedes cuantificar cuanto tiempo has dedicado a cada libro porque ya tienes un bagaje y trabajas sobre seguro. Entonces el proceso se acorta aunque no pierde intensidad.
"El mayor obstáculo ha sido llegar a la intimidad de estas mujeres" |
-M. H. M.: ¿Qué ha sido para usted lo más difícil en la elaboración del ensayo? ¿Cuáles han sido los mayores obstáculos?
-M. P. Q.: El desconocimiento profundo de la biografía de estas mujeres. Por ejemplo, de María Manuela de Portugal, la primera mujer de Felipe II, no hay nada. Excepto la descripción del viaje que hace desde Lisboa hasta Salamanca, donde se casaron. De las amantes, por supuesto, muchas menos noticias. O de la princesa de Éboli, el prejuicio establecido que ya te da una visión de ella que luego cuando miras un poco más piensas que a lo mejor no es cierta toda esa historia pseudo-romántica que han tejido. En este sentido, el mayor obstáculo ha sido llegar a la intimidad de estas mujeres porque realmente no tienes documentación. Por otra parte, la del hombre que podía iluminarlas también estaba muy desvirtuada con el paso del tiempo.
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En Las Damas del rey (Roca editorial, 2011) el protagonista era Manuel el Afortunado, rey de Portugal. |
-M. H. M.: Por su obra Las mujeres de Felipe II, ha recibido el IX Premio Algaba de Biografía, Autobiografía, Memorias e Investigaciones históricas, ¿cómo se siente al respecto?
-M. P. Q.: Feliz.
-M. H. M.: ¿Lo esperaba?
-M. P. Q.: No. Cuando lo presentas a un premio siempre piensas que te lo pueden dar pero lo cierto es que fue una sorpresa agradable. Además, porque pienso que es un premio de cierto prestigio y fue con Carlos Canales, uno de los grandes historiadores como pocos hay del tema naval y militar por lo que me llenó de orgullo. Además llevaba a las mujeres por fin a ser premiadas.
-M. H. M.: ¿Está trabajando en algún nuevo proyecto?
-M. P. Q.: Siempre estoy trabajando en algo. Seguramente será otra biografía. La cuestión de narrativa ahora de momento la tengo apartada, por lo menos seis meses, más no. Seguramente haré otra biografía pero no quiero adelantar acontecimientos por si acaso.
-M. H. M.: ¿No nos querría adelantar el personaje o el período? Dio alguna pista en la presentación de su libro en Barcelona…
-M. P. Q.: Sí, se trata de una mujer muy conocida y tiene alguna relación de parentesco con Felipe II.
-M. H. M.: ¿Y cuándo piensa que podría salir a la luz?
-M. P. Q.: Creo que hacia verano, quizá en otoño.
-M. H. M.: Y, por último, ¿para cuándo una novela sobre hombres?
-M. P. Q.: En mi última novela el hilo conductor era un hombre. En Las damas del rey, el hilo conductor es Manuel el Afortunado, rey de Portugal. A través de él entran en escena sus mujeres también, aunque de forma novelada porque dio la casualidad de que sus dos primeras mujeres eran hijas de los Reyes Católicos.
A través de una serie de cartas, se relacionan con sus dos hermanas: Juana la Loca y Catalina de Aragón, con lo cual resulta un puzzle novelado de toda la Europa del Renacimiento. Estoy muy contenta con esa novela y Manuel tiene un protagonismo bastante claro.
Autora: Elisabet Seijo, licenciada en Historia (UB)
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Muy buena entrevista...Y un tema que es poco comentado como es la influencia de las mujeres, directa Y/O indirectamente sobre los acontecimientos de la historia¡¡¡
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