La conquista de México
La inmensidad de los territorios americanos descubiertos por Cristóbal Colón en 1492 y en sus viajes menores se empieza a hacer evidente a los ojos de los codiciosos europeos a partir del s.XVI. El potencial demográfico de las nuevas tierras, cifrado en unos 60 millones de habitantes en todo el continente americano, habla por sí mismo.
Diego Velázquez de Cuéllar, Juan de Grijalba y Hernán Cortés (clik para ampliar). |
Primeras expediciones
Corría el año 1517 cuando una expedición mandada por Diego Velázquez, gobernador de Cuba, había arribado a las costas de la península de Yucatán. La comprobación de la existencia de una rica cultura maya en aquel espacio geográfico aumentó el interés de los responsables políticos en la empresa de expansión sobre los nuevos territorios recientemente descubiertos.
A mediados de 1518, otra expedición exploratoria comandada por Juan de Grijalba siguió la costa de la península yucateca llegando a alcanzar las fronteras del imperio azteca. Unos meses más tarde, Grijalba retornó a Cuba con gratas noticias tras constatar personalmente la opulencia material que mostraban las civilizaciones existentes en la región mexicana.
Considerando esta realidad el gobernador de Cuba organizó una nueva expedición con fines más concretos. Sin demorarse, en el mes de febrero de 1519, envió al Nuevo Continente un grupo de seiscientos hombres al mando de Hernán Cortés. La nueva expedición, después de haber tocado por primera vez el territorio americano en la isla de Cozumel, desembarcó finalmente sobre el espacio geográfico de Tabasco donde obtuvo una victoria militar luchando contra los indígenas en el primer combate entablado entre indios y españoles.
Ruta de Hernán Cortés (clik para ampliar). |
En ese momento se planteó un problema desde el punto de vista legal puesto que Velázquez, el gobernador de la isla de Cuba, no tenía autorización legal del rey Carlos I de España para llevar a cabo la conquista y posterior colonización de los nuevos territorios. Por consiguiente, Hernán Cortés estaba únicamente autorizado a realizar actividades de exploración de los mismos.
Hernán Cortés actuó de forma diferente de la esperada. Lo hizo al verse apoyado por la gran mayoría de sus huestes, los hombres que lo acompañaban, y organizó por su cuenta una operación para evadir cualquier subordinación posible del gobernador de la isla de Cuba.
Fundó en la costa mexicana una nueva ciudad a la que bautizó con el nombre de Villa Rica de la Veracruz. Después organizó en la misma un Cabildo y, ante el mismo, renunció al poder que le había sido concedido por el gobernador de Cuba. A continuación, ese mismo Cabildo le nombró Capitán General y Justicia Mayor pues mediante ese mecanismo la situación jurídica del futuro conquistador de México pasaba a depender tan sólo de la autoridad y voluntad del rey, desapareciendo todo lazo de unión con la autoridad en la isla de Cuba.
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Pintura al óleo de Diego Rivera, La llegada de Hernán Cortés a Veracruz, del Ciclo México Prehispánico y Colonial, 1951 (clik para ampliar). |
El siguiente paso que llevó a cabo Hernán Cortés fue dar la orden de destrucción de sus propios barcos, con los que habían llegado hasta allí, para evitar cualquier contacto o comunicación con Cuba de sus hombres. Fue una decisión muy valiente y con ella demostró el valor que le caracterizaba. Así quedaba claro que nadie podía volverse atrás y que la gloria esperaba a todos los soldados si le seguían.
Avance de Cortés
Hernán Cortés, a la vez que reprimía cualquier posible disidencia entre sus filas, estableció fructíferos contactos con las poblaciones indígenas del territorio mexicano que se hallaban sojuzgadas y dominadas por el poder azteca. Instrumentalizó a su favor un estado de descontento preexistente que sabiamente contribuyó a fomentar y aumentar de todas las formas posibles. Mientras tanto y de forma paralela, mantenía unas relaciones de amenazante coexistencia con el emperador azteca, Moctezuma. El emperador se enfrentaba a una realidad ambiguamente peligrosa porque veía a Hernán Cortés y a sus hombres con un poder militar capaz de derrotarlo en un enfrentamiento bélico y ciertamente estaba convencido de que Cortés era efectivamente la reencarnación del dios Quetzalcoalt, que había regresado al mundo de la forma que anunciaban las profecías aztecas.
Los intentos del emperador azteca por frenar el avance de los castellanos hacia el interior de sus territorios, a los que intentaba halagar con ricos presentes y buenas palabras, se tornaron inútiles. Esto, sin embargo, no hizo sino aumentar el interés que sentían por lograr el dominio de un estado que se hallaba en posesión de tantos y tan variados recursos materiales. De esa manera, Cortés, llevando hasta el máximo grado posible su doble juego, se fue ganando por una parte el apoyo de gran cantidad de pueblos descontentos por estar sometidos al poder azteca mientras que por otra parte no dejaba de penetrar rumbo hacia el corazón del Imperio Azteca, donde le esperaba la capital, la fabulosa Tenochtitlán, de la que se contaban maravillas.
A su paso, las autoridades tributarias del mismo imperio fueron sumándose a su empresa, sobre todo a partir del momento en que decidió acabar por fin con esa sumisión e hizo la promesa de terminar con la situación reinante.
Ilustración del Lienzo de Tlaxcala, representando la reunión entre Cortés y los cuatro portavoces de Tlaxcalteca. Junto a Cortés, su intérprete y esposa Malinche (llamada Doña Marina por los españoles). Clik para ampliar.
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Para entonces, Cortés había enviado misivas al rey de España pidiéndole su aprobación a la acción emprendida por él. Su victoria por la vía militar sobre los tlaxcaltecas, que eran rivales de los aztecas, hizo que éstos se pasasen a su bando lo que se convirtió en un decisivo apoyo para enfrentarse a Moctezuma y su corte de oligarcas. Hernán Cortés se casó con la indígena doña Marina, que pertenecía a una de las clases dominantes, y con esa unión estabilizó los acuerdos con los indígenas en el terreno de la diplomacia, en el que tan bien se movía.
El 8 de noviembre de 1519, Cortés y sus huestes llegaron a la misma capital en la que un atemorizado Moctezuma les recibió con todos los honores. Cortés, unos días antes, había ordenado personalmente una auténtica masacre entre los habitantes de la ciudad santa de Cholulla al ser advertido de que en esa ciudad se preparaba una conspiración contra su persona. A pesar de la benevolencia del emperador azteca, el conquistador decidió que aquél fuese a la cárcel además de humillarlo en público y desautorizar su poder de manera definitiva.
El fin de Moctezuma
Mientras eso sucedía, el gobernador Velázquez, informado de la insubordinación producida, envió hacia las costas mexicanas una expedición comandada por Pánfilo Narváez con la finalidad de detener a Cortés. Éste no tuvo más remedio que abandonar la capital azteca y enfrentarse al peligro que representaban los hombres de Narváez. Durante su obligada ausencia, una imprudente actuación de Pedro de Alvarado, que había quedado al mando de la capital, provocó una violenta insurrección popular de gran magnitud. En esa difícil tesitura, Cortés, tras derrotar a las fuerzas de Narváez y haber conseguido que buena parte de sus soldados se pasasen a los suyos, regresó sin más dilación a la capital azteca. La situación era muy delicada y las fuerzas de Cortés no tuvieron otra alternativa que la retirada.
Moctezuma tuvo un final muy triste ya que murió siendo lapidado por sus propios súbditos cuando, obligado por los conquistadores, pidió a la masa de gentes amotinadas el abandono de la resistencia contra los españoles. Cortés y sus soldados, apoyados por sus aliados tlaxcaltecas, se vieron obligados a abandonar la capital durante la noche del 30 de junio al 1 de julio, conocida como la Noche Triste. En los días que siguieron, a pesar de las bajas sufridas durante la retirada, doblegaron a sus enemigos en la batalla de Otumba pero se vieron obligados a replegarse hasta la ciudad de Tlaxcala.
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El tocado conocido como "Penacho de Moctezuma", aunque no hay certeza histórica de su autenticidad, en el Museo Etnológico de Viena. Clik para ampliar. |
Desde ese lugar, Hernán Cortés diseñará y preparará durante varios meses el ataque definitivo contra el Imperio Azteca. Sin embargo, éste ahora estaba gobernado por el hermano y sucesor de Moctezuma, Cuitláhuac.
En diciembre de 1520, el conquistador verá aumentados sus efectivos militares con nuevas fuerzas procedentes de Cuba que vienen a apoyarle en su lucha contra los aztecas. Fue entonces cuando decidió lanzar la ofensiva final contra el poder azteca. Se abandonaba por parte de Cortés la actuación de carácter diplomático y político entrando directamente en el terreno militar.
En los últimos días de mayo de 1521, los conquistadores iniciaron su acción contando con un ejército muy numeroso, superando los 100.000 soldados. Fueron ayudados por una flota formada por trece naves cuya finalidad era establecer un cerco alrededor de la capital asentada sobre un lago. Mientras tanto, en el interior de la misma hubo una grave epidemia de viruela, enfermedad traída por los castellanos y desconocida en el Nuevo Mundo, que diezmó a la población causando incluso la muerte del nuevo emperador. Le sucedió en el mando supremo del debilitado y amenazado Imperio Azteca, Cuauhtémoc, que era el más joven e inexperto de los caudillos militares aztecas.
Ante la furia del ataque lanzado por los españoles, las fuerzas indígenas se vieron obligadas a retirarse hasta Tlatelolco, la isla más septentrional que formaba la capital. Sin embargo, su resistencia, en la que formaban parte activa las mujeres, fue incapaz de detener el empuje de los conquistadores.
Cortés y sus hombres estaban convencidos de la inminente victoria final y por eso estaba decidido a terminar victoriosamente su acción. Así, el 13 de agosto de aquel año, cayó en sus manos el último reducto que se mantenía en pie. Miles de muertos, que habían caído sobre todo en los enfrentamientos finales, tapizaban el suelo con su sangre.
Esto significó la derrota y destrucción del Imperio Azteca así como la imposición de las formas y costumbres decididas por sus conquistadores, los españoles. A partir de ese momento la acción de los españoles se dirigiría sobre toda la extensión del istmo centroamericano. El mismo Hernán Cortés conquistaría con sus hombres el territorio que comprende la actual Honduras. Pedro de Alvarado conquistó Guatemala. Y, por último, Francisco de Montejo conseguiría dominar la península de Yucatán unos años después.
Conclusión
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Ilustración de la armadura de Hernán Cortes que se conserva en la Armería Real de Madrid (Biblioteca Ilustrada de Gaspar y Roig, 1851). Clik para ampliar. |
La velocidad a la se produjo la conquista de las tierras mexicanas, en la que intervinieron un puñado de hombres venidos desde España, escapa a toda lógica. A menudo estaban situados en ambientes distintos y hostiles frente al inmenso territorio que era México. Analizando los factores que intervienen, como el enorme desequilibrio numérico a favor de los mexicanos, resulta difícil entender cómo fue factible lograr semejante empresa colonizadora.
El evidente superior nivel tecnológico de los castellanos, en todo lo relacionado con las artes bélicas, desempeñó un papel fundamental para explicar la conquista. Armas de fuego modernas contra un armamento primitivo. La superioridad militar fue decisiva así como también el aspecto físico de los españoles, hombres blancos, fuertes, que semejaban dioses y que encajaban en una serie de creencias mitológicas que se extendían a lo largo de todo el ámbito americano. Todo eso explica la relativa facilidad con la que los españoles se implantaron en México. Otro factor, no menos importante, fue la fragilidad de la estructura demográfica de las poblaciones indígenas en su débil organización política y en su desigual reparto a lo largo del Nuevo Mundo. Casi la mitad de la población de toda América en los tiempos de Hernán Cortés habitaba en las altiplanicies de México, que estaban superpobladas. Por último, las tensiones y rivalidades entre los distintos grupos étnicos facilitó enormemente la penetración de Cortés.
Autor: Joan Antoni Rubio, historiador.
Bibliografía
-NAVARRO, Francesc (dr.) (2005): Historia Universal: América precolombina, conquista de América y formación de los imperios español e inglés, vol. 14, El País y Salvat.
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Muy interesante artículo sobre la conquista de México encontre este artículo que puede complementar más sobre el tema: Conquista de México por el Imperio Español
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