Desde el 19 de abril de 1936, el general Mola estaba al frente de un grupo de Jefes y Oficiales que se habían conjurado contra la República. Por su parte, el Carlismo hacia años ya que conspiraba también descaradamente. Era, por consiguiente, necesario que se entendiesen. La cosa no estaba fácil, y los primeros contactos fueron un fracaso.