Su vida (1724-1804) no tuvo nada de excitante ni de extraordinaria. Hombre de profunda religiosidad, que se deja traslucir en su obra, sobrio de costumbres, de vida metódica, benévola, provinciano (solamente una sola vez en su vida salió de Königsberg, su ciudad natal, y no fue lejos ni por mucho tiempo) y soltero, Kant encarna las virtudes sobresalientes de una vida dedicada por entero al estudio y a la enseñanza.