En 1598 murió Felipe II, y el imperio español pasó a manos de su hijo Felipe III, salvo los Países Bajos, El monarca los cedió en testamento a su hija Isabel Clara Eugenia y a su futuro esposo, el archiduque Alberto. Este había sido gobernador general de los Países Bajos desde 1595. El nuevo rey de España confiaba en que su cuñado continuaría agresivamente la guerra contra los holandeses, pero Alberto tenía otros planes.