En el año 331 A.C. Roma apenas tenía 20 insignificantes naves de guerra y nadie la consideraba una potencia naval. 300 años después sus cientos de naves eran las únicas que surcaban las aguas de lo que los romanos llamaron con orgullo "Mare Nostrum". La composición de los navíos que formaron la marina romana varió dependiendo de las circunstancias de cada época.