Descartada temporalmente Rusia como potencia báltica, el dominio de dicho mar parecía que iba a quedar en un duelo entre los Vasa -reinantes en Polonia y Suecia-, y Dinamarca. El rechazo sueco a ser gobernados por Segismundo de Polonia, significaría la ruptura de dicha casa y el inicio de una guerra dinástica que se entrelazaría con los conflictos internos rusos, los intentos daneses de mantenerse como primera potencia báltica y la terrible guerra de los 30 Años que asolaría Europa.