En julio de 1917 la nueva Rusia con aspiraciones democráticas surgida de la Revolución, se jugaría su futuro apostando a la carta de continuar en la guerra y obtener una victoria militar que diera lustre al gobierno de transición. En caso de fracasar su supervivencia peligraría ya que acechaban por la derecha los que querían la vuelta del zarismo o en todo caso una dictadura militar, y por la izquierda los bolcheviques que soñaban con una dictadura del proletariado.