El Profeta había sido mercader, y aunque tras la Revelación dejó su actividad mercantil, nunda renegó de su pasado, ni expresó condena alguna contra los que se dedicaban a estos menesteres. Mahoma estimaba que la actividad mercantil ayudaba al bienestar de toda la umma (comunidad). Por otro lado, el Islam nunca adoptó un punto de vista negativo en relación a las actividades económicas, el lujo y el acopio de capital siempre que no procediera de practicar la riba (usura).