Imágenes Hispanas en Los Pilares de la Tierra
Desde hace algunos años la denominada "novela histórica" está de moda. No obstante habría que matizar que es verdaderamente una novela histórica. Desgraciadamente en muchas ocasiones se le otorga este calificativo a obras que lo único que tienen de históricas es que la acción transcurre en un tiempo pasado, cometiendo gravísimos errores en sus referencias históricas.
No obstante hay obras que con todo merecimiento pueden ser adjetivadas como novelas históricas. Por poner ejemplos de como debe ser una novela histórica en España tenemos, afortunadamente, autores que sobresalen en esta tarea, por ejemplo José Luis Corral -profesor de Hª Medieval en la U. Zaragoza-, o Magdalena Lasala -que suele incluir un anexo bibliográfico en sus obras.
Ken Follet entraría en este grupo de autores que son respetuosos, y bien documentados, con el momento en el que desarrollan la acción de sus obras. Este es el caso de la obra que nos ocupa. Follet, exceptuando mínimos errores, denota haberse documentado para escribir su obra. SIn duda Los Pilares de la Tierra merece encuadrarse dentro del género del que estamos hablando.
Santiago de Compostela
Catedral de Santiago de Compostela
Dos ciudades hispanas tienen un cierto protagonismo en la obra de Ken Follet: Santiago de Compostela y Toledo. La primera como uno de los centros neurálgicos de las peregrinaciones medievales; la castellana como ejemplo de ciudad en la que confluyen las tres religiones que cohabitaban en la época en la península Ibérica.
Compostela fue en época medieval, junto a Roma y Jerusalén, uno de los grandes receptores de peregrinos. El nacimiento del culto a Santiago data del siglo IX. En torno al año 800, un eremita de nombre Pelayo observó una serie de fenómenos luminosos, poniendo el hecho en conocimiento de Teodomiro, obispo de Iria Flavia. El obispo visitó el lugar indicado por el eremita y certificó que allí descansaban los restos mortales del apóstol.
Camino de Santiago
El espaldarazo internacional se lo dio el papa León III, que fue el encargado de propagar la noticia a toda la cristiandad. También jugaron un papel importante en la expansión del culto jacobeo, por un lado la institución del jubileo por parte del papa Calixto II que, a partir de 1122, alentó en gran medida la peregrinación, y por el otro el apoyo incondicional de la orden de Cluny (1) que a través de los numerosos monasterios cluniacenses que jalonaban el camino, ayudó a la expansión del culto.
El punto álgido del culto medieval habría que situarlo en el siglo XII. Se calcula que entre 200.000 y 500.000 peregrinos acudían anualmente a visitar la tumba del apóstol. A partir de la Reforma comienza a decaer la pregrinación jacobea -los protestantes consideran que las peregrinaciones no tienen ningún sentido y carecen de validez espiritual-.
Son diversos los factores que incitan al culto a Santiago: religiosos, culturales, políticos y militares - Santiago adalid de las tropas cristianas en su lucha contra los musulmanes-.
Santiago «Matamoros»
Otros motivos eran la búsqueda de un milagro al estar en contacto con el santo, la curación de una enfermedad, el voto realizado por un favor recibido de origen divino, el cumplimiento de una penitencia -que podía ser de carácter religioso o por una sentencia judicial (2)-, y por supuesto, la remisión de los pecados cometidos. Entre los peregrinos también existían numerosos profesionales que realizaban la peregrinación por encargo de otra persona.
A Santiago llegaban peregrinos de todos los países del mundo católico - la cristiandad oriental se mantuvo alejada al tener ella sus propios centros de peregrinación-. Dentro de la amalgama de viajeros europeos destacan los provenientes de las islas británicas. El Codex Calixtinus menciona, entre las nacionalidades de los peregrinos, a gentes provenientes de Escocia, País de Gales, Irlanda e Inglaterra.
Codex Calistinus (siglo XII)
Con la imposición en suelo francés de la dinastía de los Plantagenet -mediados del siglo XII- se asentaron las rutas que llevaban a Compostela, tanto por vía marítima como terrestre.
La mayoría de los peregrinos ingleses que partían de las islas solían ir a Santiago por vía marítima -en contra de lo que hacen los protagonistas de la novela: Jack y Aliena-. Solían tener como punto de partida los puertos ingleses de Bristol, Plymouth y Yarmouth, llegando al puerto de La Coruña para desde allí proseguir el camino por vía terrestre hasta llegar a la ciudad jacobea. El trayecto por mar evitaba el largo, costoso y peligroso viaje terrestre que atravesaba toda Francia y todo el norte peninsular hasta alcanzar la ciudad compostelana. No obstante había viajeros que preferían la ruta terrestre.
Ken Follet demuestra haberse documentado bien al señalar algunos de los puntos por los que transcurría la ruta francesa. Efectivamente, los peregrinos desembarcaban en las costas normandas; en París tomaban la ruta Turonensis (3), entraban en España por Roncesvalles siguiendo el denominado «camino francés»
Hubo notables peregrinos provenientes de las islas británicas, cabe mencionar a Walter Gifford, señor de Longueville -hacia 1064-, August de la Haye -entre 1093 y 1120-, Richard Mauleverer de Yorkshire -hacia 1105-. Pero sin duda la peregrinación más renombrada fue la que realizó la princesa Matilde en 1125. Matilde era hija de Enrique I de Inglaterra y viuda del emperador Enrique V de Alemania. Algunas fuentes dicen que la princesa fue obsequiada con una mano del apóstol, reliquia que la princesa llevó consigo a Inglaterra.
Matilde de Inglaterra
El camino a Santiago no estaba exento de peligros y penalidades. Las duras condiciones en que debían viajar los peregrinos afrontando las inclemencias del tiempo, las enfermedades, los asaltos de bandidos, etc., hacían imprescindible que existieran centros donde se les prestara ayuda. Para cubrir esta necesidad de apoyo al peregrino surgen numerosos hospitales y albergues. Los primeros hospitales fueron fundados por monjes cluniacenses -incluso en los casos en la que la fundación se debía a un laico, al poco tiempo pasaban a ser dirigidos por los monjes-; en el camino se pueden contabilizar en torno al centenar de hospitales.
La ruta jacobea tuvo importantes consecuencias socio-económicas a lo largo de su recorrido: reactivación de la vida comercial, sobre todo por la actuación de mercaderes ultrapirenaicos, aumento demográfico con el asentamiento de nuevas gentes, edificación de hospitales, construcción o renovación de puentes, calzadas, etc. Otro efecto fue el crecimiento de muchas poblaciones, hasta entonces de poca significación, que alcanzan el rango de ciudades, es el caso de Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Sahagún, Jaca, entre otras muchas.
Al ser el protagonista de la obra de Follet un cantero no podemos dejar pasar por alto la labor constructiva que se llevó a cabo en el camino de Santiago (4). Seguramente de habérselo propuesto, el joven cantero inglés no habría tenido problemas para encontrar trabajo. En la época en que se desarrolla la obra de Follet en Santiago se estaban construyendo la catedral, un hospital y un acueducto. Aymerico Picaud en su obra Guía del Peregrino (5) nombra a algunos de los constructores que realizaban obras en la ruta: Andrés, Rogelio, Alvito, Fortus, etc., todos elllos en la zona gallego-leonesa.
Pero de entre todos los constructores del Camino destacan dos: Domingo (m. 1109) que era un eremita que habitaba a orillas del río Oja, se dedicó a realizar diversas obras para la mejora del camino que llevaba a la ciudad del apóstol. Creó una vía entre Nájera y redecilla, construyó y rehabilitó un puente sobre el río antes mencionado. Toda esta labor constructora hizo que su canonización se le concediera como santo Domingo de la Calzada.
El otro es un discípulo del anterior: Juan de Quintanaortuño (1080-1163) que continúo la labor de Santo Domingo construyendo un albergue y una iglesia, asimismo remodeló la rura aclarando el bosque de los Montes de Oca, también se le atribuye la construcción de varios puentes entre Logroño y Atapuerca.
No podemos terminar nuestro recorrido por el Camino de Santiago sin mencionar a los juglares - a quienes deseaba encontrar Jack para recabar noticias sobre su padre-. Está documentado que había juglares que se ganaban la vida a lo largo del camino jacobeo, estos iban en busca de algún rey o señor que les cobijara en su corte y les permitiera ganarse el sustento. El desarrollo de la lírica trovadoresca durante los siglos XII y XIII ayudó a que aumentara el número de estos cantores de gestas y romances.
Juglar (imagen de las Cantigas)
Toledo
El segundo pasaje hispano que aparece en la obra de Ken Follet es la ciudad de Toledo. La ciudad castellana fue conquistada a los musulmanes por Alfonso VI en el año 1085. Toledo había sido la capital del reino visigodo. Tras la conquista musulmana de la Península pasó a ser una de las principales ciudades de al-Andalus. Cuando se desmoronó el califato omeya se convirtió en uno de los principales reinos de taifas.
Mapa antiguo de Toledo
Tras la conquista de la ciudad por Alfonso VI la población toledana era un conglomerado de etnias y culturas. Convivían musulmanes (1), judíos y cristianos, y dentro de estos últimos, se podían distinguir distintos grupos, por su cultura, su idioma, así como por su particular forma de manifestar su religiosidad. De esta forma podemos ver a castellanos y francos que seguían el rito católico ortodoxo, los mozárabes que mantenían vivo el rito mozárabe, y los conversos, tanto judíos como musulmanes, que seguían con mayor o menor entusiasmo los preceptos de la religión a la que se habían acogido.
Es preciso analizar la famosa tolerancia de la sociedad toledana ya que no fue tan amplia como comúnmente se cree. Aún así, es cierto que varios monarcas intentaron que existiera esta convivencia, en gran parte debido al temor a que se despoblara el territorio; a este respecto es reseñable que Alfonso VI se hiciera llamar «emperador de las tres religiones» (2).
Estatua ecuestre de Alfonso VI
Un elemento que sirvió para mantener la diversidad cultural entre cristianos, musulmanes, e incluso judíos, fueron los mozárabes -recordemos que el término mozárabe significa «arabizado». Estas gentes en las que confluían influencias de ambas culturas hacen que la «comprensión» de los elementos socioculturales arabo-musulmanes no sean vistos como extraños tras la conquista. A lo anterior hay que sumar que todos comparten una misma lengua: el árabe.
Dentro de esta convivencia se suele hablar de tres culturas, aunque posiblemente lo más lógico sería que se empleara el término de dos culturas y tres religiones. Sólo hubo dos culturas dominantes, cada una en un periodo distinto, la árabe y la cristiana; la cultura judía nunca tuvo ningún tipo deinfluencia en el desarrollo de la vida cotidiana.
¿Qué ciudad se encontró el cantero inglés a su llegada a Toledo? Se podría decir que una ciudad que mantenía aún la fisonomía árabe que le habían otorgado sus pobladores musulmanes. Incluso tras la conquista cristiana fueron los artesanos y alarifes mudéjares los que siguieron construyendo la mayoría de los edificios siguiendo la pauta arabo-islámica.
El principal acceso a la ciudad era la Puerta de la Bisagra, tras ellas se encontraba el Arrabal, antiguo barrio musulmán que fue amurallado por orden de Alfonso VI.
Puerta nueva de la Bisagra
Continuando por la vía principal se llegaba al antiguo muro Azor, abierto por dos puertas. Junto a una de ellas se levantaba la mezquita hoy conocida por Cristo de la Luz.(3)
Cristo de la Luz
El centro de la ciudad era la plaza de Zocodover (4) lugar donde se celebraba un mercado semanal. La zona comercial incluía el barrio de los Francos, la Alcaicería -donde se comerciaba con objetos de lujo-, y junto a ella, los comerciantes judíos que se distribuían por la plaza de las Cuatro Calles y la calle de la Sinagoga formando el Alcaná (5).
Cuando Follet menciona que Jack vivía con un grupo de clérigos ingleses, que formaban parte de la comunidad internacional, parece que se está refiriendo a la que se ha denominado Escuela de Traductores de Toledo. Respecto a esto conviene decir que no existe ningún documento que nos haga pensar que existiera un marco institucional que agrupara a los traductores que se encontraban en Toledo; se puede afirmar -aunque aún hay quien mantiene lo contrario- que tal institución no existió.
Alfonso X con escribanos. Imagen de la Cantigas
Lo que si es cierto es que hubo una confluencia de personajes interesados en recuperar tanto el saber clásico como el de la cultura árabe. La traducción de obras escritas en árabe al latín parece que tuvo un primer impulsor en la figura del arzobispo Raimundo (1124-1152), aunque solamente aparezca una obra dedicada a él. Todo indica que fue en tiempos de sus sucesor, el arzobispo Juan (1152-1166) cuando mayor empuje recibieron las traducciones. Para apoyar esta afirmación cabe mencionar que dos de los principales traductores «toledanos», Gerardo de Cremona y Domingo Gonzálvez estuvieron en Toledo en el periodo comprendido entre 1150 y 1180.
Las traducciones las solían realizar dos personas con conocimientos sobre la materia que tenían que traducir. Uno era experto en la lengua en que estaba escrito el original, el otro en la lengua a la que iba a ser vertido el libro. Con Alfonso X los traductores aumentaron a tres, encargándose uno de ellos de elaborar la versión en castellano.
La importancia cultural de Toledo viene de época musulmana. Cada una de las taifas destacó en una rama del saber. La de Sevilla en la poesía; Denia en los estudios coránicos, Córdoba en historia y geografía, quedando para Toledo ostentar la hegemonía en las ciencias que provenían de la Antigüedad. Tras la caída del califato cordobés muchos astrónomos, filósofos, médicos, etc., se trasladaron de Córdoba a Toledo. Este hecho posibilitó que en siglos posteriores Toledo pudiera ser considerada como la capital científica de al-Andalus.
Posiblemente fue este esplendor de las ciencias el que posibilitó que hubiera científicos que fueran capaces de fabricar las magníficas clepsidras (6) y los autómatas. Dentro de las clepsidras fueron famosas en Toledo las construidas por Azarquiel (7) por encargo del rey al-Mamun. Las clepsidras de Arzaquiel estuvieron funcionando hasta 1134. En esa fecha un astrónomo judío, Amir ben Zabara, solicitó al rey Alfonso VII permiso para desmontarlas y así porder estudiar su funcionamiento. Una vez desmontadas, el erudito judío se vio incapaz de reconstruirlas por lo que las cleosidras toledanas desaparecieron.
Antes de concluir no quiero dejar de alabar el buen trabajo documental realizado por Ken Follet, sería de agradecer que en todas las novelas históricas se actuara con el rigor con el que lo hace el autor de Los Pilares de la Tierra.
Autor: J.L.G
Notas
Este artículo es un extracto de la conferencia que pronuncié en 2008 en unas jornadas sobre novela histórica celebradas en la Universidad Autónoma de Madrid.
(1) Follet hace mención a este hecho
(2) Con el auge de la peregrinación muchas sentencias civíles condenaban al reo a realizar una peregrinación a un determinado lugar.
(3) Se denomina así porque uno de sus principales puntos era la ciudad de Tours, como apunta Follet.
(4) Algún historiador ha calificado esta actividad constructiva -entre el año 1000 y el 1300- de febril-
(5) Inserta en el Codex Calistinus
(6) En número mucho menor del que se suele pensar. La conquista de la ciudad por los cristianos provocó que muchos huyeran a las zonas de al-Andalus que aún estaban en posesión de los musulmanes; de los que quedaron un buen número se marchó cuando la mezquita aljama fue convertida en templo de culto cristiano -faltando a las promesas hechas por Alfonso VI-
(7) Refiriéndose al cristianismo, islam y judaismo.
(8) Construida en el 999, fue cristianizada en el siglo XII anadiéndosele un ábside de estilo mudéjar.
(9) Suq-al-dawab (mercado de las bestias)
(10) Lugar donde estaban las tiendas de los mercaderes
(11) Relojes de agua. El amigo converso de Jack tenía uno de ellos en su casa.
(12) De ellas hablaron Mose ben Ezra, que le dedicó un poema, y el geógrafo al-Zuhri.
BIBLIOGRAFÍA
Camino de Santiago
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Toledo
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VVAA. II Congreso Internacional. Encuentro de las Tres Culturas. Toledo. 1985
VVAA. Simposio Hispanoárabe. Toledo. 1986
VVAA. Entre el califato y el taifa. Mil años del Cristo de la Luz. Toledo. 1999
VVAA. Regreso a Tulaytula. Guía del Toledo islámico. Toledo. 1999
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