Isabel I de Inglaterra, imponente en su papel de soberana, desplegó una acción política sin precedentes en la Europa del siglo XVI. La reina protestante se enfrentó a católicos y calvinistas en su país y en buena parte de los estados vecinos; se midió con María Estuardo y Felipe II, a quienes se impuso con inteligencia y valentía, al tiempo que desbarataba un complot contra su persona y armaba un gran ejército.
En su lecho de muerte repasa las gestas por las que fue temida y reverenciada, pero entre sus recuerdos también hay lugar para sus seres queridos, como su fiel servidor Walsingham o su amante, Robert Dudley, caído en la batalla contra la Armada Invencible. Mucho tiempo después, Lettice, la esposa legítima de Dudley, cuenta a sus nietos, conmovida y sin rencor, la historia de la gran reina.