Melchor Rodríguez García. Un hombre bueno en la guerra civil
Nace en Sevilla el 30 de mayo de 1893. Siendo un niño fallece su padre en un accidente ocurrido en el puerto de Sevilla, en donde trabajaba de maquinista. Para poder sacar adelante a sus hijos su madre trabaja como costurera y cigarrera.
Hasta los 13 años estudió en la escuela asilo. A esa temprana edad comenzó a trabajar como caldero. Combinó su trabajo con el de novillero –aparece en el Cossío como único torero que combinó toreo y política-. Un agrave cogida sufrida en Madrid en 1918 le hace replantearse su carrera como torero; en 1920 se retirará definitivamente de los ruedos.
En 1921 se ve obligado a trasladarse a Madrid ya que la policía sevillana le andaba buscando por su participación en distintas huelgas. En Madrid se gana el sustento trabajando como chapista. Poco después ingresará en la Agrupación Anarquista de la Región Centro con el carné nº 3. Ese mismo año contrae matrimonio con Francisca Muñoz –bailaora amiga de Pastora Imperio-, con ella tiene una hija a la que pone de nombre Amapola.
Placa en la casa sevillana donde nació
Militancia anarquista 1920-1936
Su militancia le costó numerosas detenciones –más de cuarenta-, tanto durante el periodo de la dictadura de Primo de Rivera como ya proclamada la II República. Tan repetidas eran sus estancias en prisión que cuando su hija Amapola le preguntaba a su madre, donde está su padre, ésta le contestaba: « Pues donde va a estar, hija mía, en su casa, en la cárcel.»
Durante la Dictadura de Primo de Rivera fue detenido más de treinta veces. Trabajador incansable compaginaba su actividad como chapista con la presidencia del Ateneo de Divulgación Social, y la colaboración en diversos diarios: CNT, La Tierra, Solidaridad Obrera, etc.
En esta época fue nombrado por la CNT responsable nacional del Comité de Presos. Asimismo fue uno de los comisionados para acudir a Jaca e intentar convencer a Fermín Galán de atrasar la sublevación.
En esta época se relaciona con otros líderes anarquistas como Cipriano Mera, Mauro Bajatierra, o Celedonio Pérez.[1]
Melchor Rodríguez junto a compañeros anarquistas
No paró su actividad en defensa de los derechos de los trabajadores. La proclamación de la República la vivió en la cárcel Modelo de Madrid, donde compartía prisión con los firmantes del Pacto de San Sebastián.
El 6 de julio de 1931 es uno de los dirigentes de la huelga convocada por la CNT, esta participación le costó un nuevo ingreso en prisión. No sería la última vez que pasaría por los centros penitenciarios. El 15 de febrero de 1932 es nuevamente encarcelado por liderar la huelga de chapistas. En 1933 nuevamente ingresó en prisión varias veces: en julio es detenido y trasladado al penal de Ocaña al ser acusado de participar en el asalto que se perpetró a la sede de la Asociación de Amistad Hispano-Soviética -según Casares Quiroga, el asalto fue un complot urdido por la FAI, las JONS y grupos fascistas-. En prisión coincidió con Ramiro Ledesma Ramos con el que mantiene vivos debates, ante el intento de Ledesma de atraer a los anarquistas a su causa. En diciembre del mismo año, ingresa nuevamente en prisión tras pronunciar un mitin en el teatro Monumental de Madrid.
Melchor en la cárcel de Porlier. 1934
A pesar de su impecable curriculum revolucionario, en 1936 se le abrió un expediente de expulsión de la FAI. Se le acusaba de pactar con el Gobierno.
Durante este periodo se hizo famoso por sus arremetidas contra algunos líderes republicanos: a Maura le llamaba «el de los 108 muertos», a Niceto Alcalá Zamora le citaba como «el cura», lanza duras críticas contra Casares Quiroga, etc. Más de una vez estas críticas que vertía desde la prensa libertaria en la que colaboraba, acabaron con sus huesos en la cárcel.
Desde las páginas de La Tierra clama contra la represión que estaba sufriendo la clase trabajadora, haciendo un balance de los muertos por la represión oficial desde el 14 de abril de 1931 al 14 de abril de 1932: « ¡Pasajes!, ¡Parque de María Luisa!, ¡Jefatura de de Barcelona!, ¡Arnedo!, ¡Malos Aires!, ¡barco maldito!, ¡España proletaria. enlutada!. (…), que no tengamos que lamentar el desolador balance de otro 14 de abril, en cuyo aniversario, y mientras el luto, el dolor y la miseria se ensaña en los humildes hogares de los deudos de las ¡ciento sesenta y seis! Víctimas, no han fallado divertimentos que el pueblo que sufre no pudo compartir.
Sobre la matanza de Casas Viejas, escribió: « ¡Asesinos! ¡Malditos asesinos, yo os maldigo y cualquier persona decente! ¡Los republicanos son peores que los monárquicos! ¡Tenemos que echar a este gobierno, no se puede asesinar a los hambrientos trabajadores porque pidan trabajo y tierra!.
De los asesinatos de Casas Viejas logró escapar milagrosamente María Silva Cruz «La Libertaria»[2]. Melchor, junto con Miguel Pérez Cordón, la visitan en el penal de Cádiz. A partir de ese momento iniciaran una campaña para conseguir su libertad. Una vez liberada, Melchor la presenta en Madrid en un mitin multitudinario celebrado en el cine Europa.
María Silva Cruz
Incluso dentro de los círculos anarquistas Melchor se tuvo que enfrentar a las críticas de muchos correligionarios. Melchor era crítico con los atracos que estaban perpetrando algunos anarquistas; refiriéndose a ellos dice: « Nos han deshonrado, han deshonrado a muchos compañeros y nos han costado mucho dinero, puesto que aunque hayan ingresado lo obtenido en el Comité nos cuesta más sacar a la gente de la cárcel.»
Tras los acontecimientos de 1934 hay duros enfrentamientos en la FAI entre los partidarios de llegar a acuerdos con la UGT y los contrarios, entre los primeros se encontraba Melchor Rodríguez. A partir de ese momento la figura de Melchor será cuestionada por algunos faistas. Tras un nuevo encarcelamiento, Melchor Rodríguez y Celedonio Pérez visitan, tras ser puestos en libertad, al ministro de la Gobernación Eloy Vaquero, pidiendo ponga en libertad a los presos anarquistas. En dos días son liberados 250 presos de la cárcel Modelo. Esta visita no cae bien en la FAI, que emite un comunicado descalificándole. Melchor replica de las páginas de La Tierra, diciendo que él no ha hecho nada deshonesto ni censurable. La Federación de grupos Anarquistas le ordena una rectificación. Celedonio Pérez cede, no así Melchor Rodríguez.
Un pleno celebrado a finales de febrero de 1935 le expulsa de la FAI. El Comité Peninsular –con sede en Barcelona-, dice que no sean seguidos los procedimientos, haciendo un llamamiento a la concordia. Finalmente el 11 de enero de 1936, en una reunión de la FAI las aguas vuelven a su cauce revocando la decisión anteriormente tomada.
Su última detención antes del estallido de la guerra se produce el 19 de junio de 1936, acusado de ser el promotor de los incidentes habidos durante la huelga de la construcción; es puesto en libertad el 16 de julio.
Guerra Civil
En el tiempo que duró el fratricida enfrentamiento que asoló España desde 1936 a 1939, en donde la figura de Melchor Rodríguez alcanza su cénit como político y, sobre todo, como ser humano.
El día 10 de noviembre de 1936 es nombrado Delegado Especial de Prisiones, a los cuatro días dimite por no estar de acuerdo con la política que se estaba realizando en las prisiones madrileñas – el día anterior los comunistas habían fusilado a doce prisioneros-. El 4 de diciembre, García Oliver[3] - debido a las presiones ejercidas por el cuerpo diplomático y del presidente del Tribuna Supremo, Mariano Gómez- le convence y nuevamente ocupa su cargo, esta vez como Delegado General de Prisiones.
Con él terminaron las sacas desde las cárceles madrileñas. Una de sus primeras medidas fue prohibir la salida de presos entre las siete de la tarde y las siete de la mañana. Gracias a su dirección se terminó con el traslado de presos desde varias cárceles madrileñas a Paracuellos y Torrejón de Ardoz para ser asesinados.
El día 8 de diciembre da muestras de una heroicidad digna de encomio. El 6 de diciembre los franquistas habían bombardeado Guadalajara, una muchedumbre asaltó la cárcel y asesinó a 319 de los 320 presos allí recluidos. El día 8 se produjo un bombardeo en Alcalá de Henares. Mucha gente indignada por el ataque se dirigió a la cárcel con la intención de sacar a los presos y ejecutarlos allí mismo. El director Antonio Fernández Moreno se negó a entregar a los reclusos sabiendo que eso sería su muerte, pero fue Melchor el que consiguió evitar el linchamiento dirigiéndose a los allí congregados. Entre los encarcelados se encontraban personajes de relevancia: Muñoz Grandes, Raimundo Fernández Cuesta, Alberto Martín Artajo, Peña Boeuf, los hermanos Luca de Tena, Boby Deglané, Serrano Suñer, Rafael Sánchez Mazas, Valentín Gallarza, Ricardo Zamora, el doctor Gómez Ulla, etc. Ricardo Horcajo decía de su actuación en Alcalá: « (…) pocas veces se ha logrado parar a una turba enfurecida solamente con la palabra.»
El director remitió una carta a Melchor Rodríguez el 1 de enero de 1937 alabando la actitud que había tenido en los acontecimientos:
«Luchó usted como hercúleo gladiador, para llegar hasta donde nos encontrábamos, y enterado de las pretensiones de la muchedumbre (…) hizo uso de la palabra, protestando, recriminando, con una valentía, con claridad meridiana (…), que emocionó a todos de tal forma que los que le escucharon desistieron de sus pretensiones.
Más cuando salieron a la calle, los que no le habían oído a usted fueron de opinión contraria (…) Tal fue el cariz que tomaron las cosas que tuvo usted que hablar de nuevo durante mucho rato (…) y en aquellos momentos de triste recordación: apuntándole centenares de fusiles; entre protestas, amenazas y blasfemias (…), esperando oír el primer disparo para ver en usted la primera víctima (…)
Venció como un titán de la palabra (…) coronándose con ello el éxito formidable de una victoria gloriosa en la que se salvaron la vida de mil quinientas treinta y dos hombres que aquella tarde cobijaba la Prisión (...).[4]
Asimismo recibió las felicitaciones de G. Henny y F. Schlayer. Ambos firmaron una carta que le enviaron agradeciendo su labor humanitaria:
« Nuestro distinguido amigo:
Enterados de la valiosa intervención que tuvo Vd. en estos últimos días en la Cárcel de Alcalá, tenemos una gran satisfacción al felicitar a Vd. efusivamente por esta actitud tan completamente en consonancia con los propósitos que tuvo Vd. a bien exponernos en la primera entrevista que celebramos y cuyos propósitos merecieron ya en teoría nuestra más entusiasta aprobación. Cuánto más la merece, pues, ahora esta brillante puesta en práctica que Vd. ha realizado, y que al haber salvado la vida a muchos de los presos confiados a su fiel custodia, constituye un timbre de gloria imperecedero para su personalidad y sus principios humanitarios.
Permita Vd. que le expresemos una vez más nuestra sincera amistad (…) Con este motivo le estrechan la mano con verdadera cordialidad, suyos affmos.. amigos
G. Henny (Delegado de la Cruz Roja Internacional) F. Schlayer (Encargado de negocios de Noruega).[5]
En el archivo de la familia de Javier Martín Artajo hay un escrito de puño y letra de Melchor donde explica los sucesos de Alcalá: « La muchedumbre aterrorizada por los incendios provocados y las víctimas causadas por la aviación rebelde, se amotinó rabiosa y juntándose con las milicias y hasta con la propia guardia militar que controlaba la prisión, se dispusieron a repetir el hecho brutal realizado cinco días antes en Guadalajara (…), fueron siete horas de enfrentamiento dialéctico, insultos, amenazas y forcejeos con la muchedumbre (…); que batalla más larga tuve que librar hasta lograr sacar al exterior a todos los asaltantes, haciéndoles desistir de sus feroces propósitos (…)»
Posiblemente la actitud que mantuvo mientras estuvo en el cargo de Delegado General de Prisiones, mejorando sensiblemente las condiciones de vida de los reclusos, fuera consecuencia del prolongado tiempo que pasó en prisión durante la Dictadura de Primo de Rivera y en los primeros años de la República.
Sería innumerable las acciones de justicia y humanidad que Melchor Rodríguez realizó durante la guerra civil. El 23 de julio de 1936 incautó el palacio del marqués de Viana para cobijar a personas que estaban siendo perseguidas. En esta labor le ayudaron miembros del grupo Los Libertos[6]. Terminada la contienda cuando el marqués de Viana regresó a su palacio dijo que no le faltaba ni una cuchara. El día 11 de noviembre logró parar una saca de la cárcel Modelo, salvando la vida de 400 presos que iban a ser conducidos a Paracuellos; ese mismo día repitió la acción en las cárceles de Porlier y San Antón. Esta acción estuvo a punto de costarle la vida –los comunistas le buscaban para fusilarle-[7]. Personalmente salvó la vida a más de doscientas personas, a unos escondiéndoles, a otros facilitando su huida del territorio controlado por la República.
Melchor Rodríguez tuvo poderosos enemigos en las propias filas del republicanismo. Uno de ellos fue José Cazorla[8]. El 17 de abril, Melchor publicó una nota en el diario CNT atacando duramente a José Cazorla; asimismo acusaba a los comunistas de mantener sus propias checas. El debate que se produjo posteriormente fue una de las causas que llevó a Largo Caballero a disolver la Junta de Defensa de Madrid.
« Por no hacer interminable este escrito, aduciendo críticas y copias de documentos cruzados entre Cazorla, como delegado de Orden Público, y yo, como Delegado Especial de Prisiones, en relación con la orden dada por el tal Cazorla referente a sacar de las cárceles del Gobierno a los absueltos por los Tribunales populares, tras ser detenidos gubernativamente por él, para, valiéndose de engaños y órdenes verbales secretas, dadas a los agentes a su mando, conducirlos a cárceles clandestinas y a batallones de milicias comunistas, con el objeto de llevarles a las avanzadillas para emplearlos de “fortificaciones” (según él), declaro hallarme dispuesto a comparecer ante autoridades o Comités responsables, para verbal y documentalmente demostrar la funesta “política” seguida desde la Consejería de Orden Público por Santiago Carrillo y Serrano Poncela primero, y por José Cazorla últimamente. Éste, sobre todo, ha resucitado los viejos métodos de Martínez Anido y Arlegui[9] (…), está deshonrando con su perniciosa labor al Gobierno de la República (…)»
Durante la guerra, y posteriormente, la inquina que tenían los comunistas-stalinistas hacia Melchor era manifiesta. En un informe de Stoyán Minéyevich Ivanov “Stepánov” dice de nuestro protagonista: « Melchor Rodríguez, anarquista. Antiguo director de las prisiones republicanas. De este sujeto que se pasea libremente por las calles de Madrid con los fascistas, el diario Ya de 21 de abril de 1939, a la vez que insertaba una foto suya, afirmaba: “Melchor Rodríguez que, desde su puesto de director de Prisiones de la región del Centro, defendió valientemente a miles de nacionales encerrados en las cárceles rojas” . Se ve que el agente estalinista no se enteró de que fue condenado a muerte y que pasó años en las cárceles franquistas.
En marzo de 1937 es destituido de su cargo al frente de las prisiones madrileñas. Poco después los funcionarios del Cuerpo de Prisiones de Madrid, Alcalá de Henares y Guadalajara le rindieron un homenaje en donde le regalaron una placa y un reloj de oro.
Homenaje de los funcionarios de prisiones a Melchor Rodríguez.
Melchor Rodríguez en carta a Antonio Fernández Moreno –director de la Escuela de Reforma de Alcalá de Henares- explicaba su cese:
« (…) haber sido ECHADO (esta es la frase más gráfica y adecuada a mi caso y o las de “destitución” o “dimisión”, pues hasta la fecha presente, ni el Ministerio de Justicia, ni ninguna de las autoridades a las cuales estaba subordinado mi cargo de Delegado Especial de Prisiones, ni las Organizaciones Confederadas y específicas de la CNT y la FAI, nadie, absolutamente nadie, me ha pedido ni me ha dado la más leve explicación respecto al motivo o motivos por los cuales a mí se me arrojaba del cargo como se arroja a la calle una cosa que estorba, que no vale nada (…).
Sin duda su cese estuvo relacionado con el enfrentamiento que mantuvo con José Cazorla en particular, y con los comunistas en general.
El último cargo público que ejerció fue el de alcalde de Madrid. Nombrado por el coronel Casado a él le correspondió entregar la capital de España a las tropas franquistas. En estos momentos sufre una gran decepción personal: descubre que su secretario Juan Bautista y algunos otros subordinados eran miembros de la Quinta Columna.
Melchor despachando con Juan Bautista
Faceta literaria
Gran amante de la poesía, Melchor compuso numerosos poemas cargados de humanismo y de sentimiento libertario. Durante su vida mantuvo lazos de amistad con distintos personajes del mundo literario.
Melchor con los hermanos Quintero
Melchor recitando un poema a la bandera
He aquí algunas pinceladas de su labor poética.
«Belleza, Amor, Poesía,
Igualdad, Fraternidad,
Sentimiento, Libertad,
Cultura, Arte, Armonía.
La Razón, suprema Guía.
La Ciencia, excelsa verdad.
Satisfacción, Alegría.
Todo esto es Anarquía.
Y Anarquía, ¡Humanidad!
Posguerra y franquismo
Tras la guerra fue condenado a muerte a pesar del testimonio favorable de hombres como Muñoz Grandes, R. Fernández Cuesta, Martín Artajo, y haberse recogido más de 2000 firmas solicitando su perdón. Finalmente le fue conmutada por veinte años y un día. En 1944 se le concedió la libertad provisional. La mayor parte de su condena la había pasado en el penal del Puerto de Santa María.
A su salida de la cárcel recibió numerosas ofertas de trabajo de las personas a las que había ayudado durante la guerra; todas las rechazó –incluso el puesto que le ofreció en el Sindicato Vertical. Se ganó la vida, bastante modestamente, actuando como corredor de seguros para La Adriática y escribiendo algunos artículos y poemas en diversos diarios –sobre todo en el Ya. Otra fuente de ingresos provenía de las letras de pasodobles y cuplés junto al maestro Padilla.
Nunca abandonó su militancia anarquista, siendo uno de los más firmas apoyos del Comité Nacional de Enrique Marco Nadal. En 1947 fue detenido acusándosele de introducir propaganda en la cárcel de Alcalá de Henares; fue condenado, cumpliendo año y medio de condena en la cárcel de Carabanchel. En 1965 se opuso rotundamente a las actividades del cincopuntismo[10].
Melchor Rodríguez García en 1964
Melchor Rodríguez García falleció el 7 de julio de 2009 en la más absoluta pobreza. Su entierro aglutinó a personas con las más dispares posiciones políticas: franquistas, falangistas, anarquistas, todos se unieron para dar su último adiós a esta gran persona. Se féretro fue envuelto con la bandera de la CNT mientras se cantaba A las barricadas. Martín Artajo recitó uno de los poemas de Melchor. El acto de su entierro fue una muestra de cómo es posible que las relaciones humanas pueden estar por encima de ideologías.
Una anécdota muestra como la amistad puede superar todas las barreras que, en un momento determinado puedan separar a las personas: Martín Artajo acudió al entierro con una corbata con los colores de la CNT. Según su hijo Javier Martín, en su lecho de muerte Martín Artajo le pidió a Melchor que besara un crucifijo, Melchor le contestó: « Vale, ya que te empeñas, yo beso ese trozo de madera, pero tú te comprometes a ponerte una corbata anarquista.»
Conclusiones
Dentro de las atrocidades que se produjeron durante la contienda, y de la actitud verdaderamente desalmada de muchos de los que en ella participaron, actitudes como las de Melchor Rodríguez García consiguen que aún se pueda confiar en el género humano.
Melchor jamás utilizo sus cargos o relaciones en provecho propio, todo lo que hizo fue en beneficio de personas que estaban encarceladas o perseguidas. Su figura es quizás el más claro ejemplo del anarquismo humanitario que se pueda dar.
Algunas de sus frases son buena muestra del carácter de este gran humanista: « Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas.»; « Si he actuado por humanidad no ha sido por cristiano, sino por libertario.».
El único reconocimiento que se ha hecho de su figura ha sido la inauguración el 7 de julio de 2009 de un centro de inserción social en Alcalá de Henares que lleva su nombre. Las múltiples peticiones que se han hecho para que una calle de Madrid lleve el nombre –algo que si ha hecho Sevilla- del último alcalde republicano de la capital han caído hasta ahora en saco roto.
Calle en Sevilla en homenaje a Melchor Rodríguez
Autor: Yusuf
Bibliografía
· Barbería, José Luis (2009): Le llamaban el Ángel Rojo, en El País 10-1-2009.
· Domingo Álvaro, Alfonso (2008):Melchor Rodríguez y los Libertos, en Germinal, nº 6, pp. 81-107
· Domingo Álvaro, Alfonso (2009):El Ángel Rojo: la historia de Melchor Rodríguez. Córdoba
· Domingo Álvaro, Alfonso y Gutiérrez Medina, José Luis (2009):El Ángel Rojo. Reconocimiento a una figura olvidada. Madrid.
· Gibson, Ian (1983): Paracuellos. Cómo fue. Barcelona.
· Íñiguez, Miguel (2008): Enciclopedia Histórica del Anarquismo español. Vitoria, p. 522
· Lluch Güemes, Federico (2005):Yo viví en el Madrid del año 1936. Madrid.
[1] Cipriano Mera apoyaría en los últimos días de la guerra el golpe de Estado del coronel Casado; Mauro Bajatierra fue fusilado por los sublevados el 28 de marzo de 1939; a Celedonio Pérez se le atribuye el intento de atentado contra Franco y Hitler en 1940.
[2] Nieta de Seisdedos.
[3] Ministro de Justicia.
[4] Citado por Ian Gibson, p. 178
[5] Citado por Ian Gibson, p. 180
[6] Entre otros eran miembros de éste grupo: Feliciano Benito, Celedonio Pérez ( al que Melchor nombró director de la cárcel de San Antón), Francisco Trigo, Salvador Canorea, Santiago Canales, Avelino González Mallada, etc.
[7] En el archivo de la FAI de Ámsterdam hay documentos de su puño y letra en las que se cuenta las veces que estuvo a punto de morir durante la Guerra Civil.
[8] Sustituto de S. Carrillo al frente de la Consejería de Orden Público de la JDM, desde el 25 de diciembre de 1936.
[9] Ambos se hicieron desgraciadamente famosos por los métodos represivos que ejercieron en Barcelona durante la dictadura de Primo de Rivera. Martínez Anido fue ministro de Gobernación con Primo de Rivera y ministro de Orden Público en el primer gobierno de Franco. Miguel Arlegui, fue Jefe de la Dirección General de Seguridad de Barcelona desde 1920 a 1922, posteriormente Director de Orden Público con Primo de Rivera. A ellos se debe la aplicación de la llamada Ley de Fugas.
[10] Se llama así a los pactos que se realizaron en 1965 entre algunos miembros de CNT a título individual -Lorenzo Íñigo, Francisco Royano, Saturnino Carot, Sebastián Calvo y posteriormente el propio Enrique Marco Nadal- con el Sindicato Vertical. Se basaba en cinco puntos de acuerdo, siendo firmado entre junio y julio de 1965.
- yusuf's blog
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Interesante personaje, al que habría que darle más difusión.
Me gustó mucho el artículo, Yusuf.
Saludos
Gracias por el artículo sobre este gran hombre. Nunca es demasiada la difusión que se pueda dar de casos como estos. Por eso mi nick, para más difusión y homenaje, que todo es poco.
Un saludo.
Muy buen artículo, sí señor, sobre un personaje mejor. Así, tristemente, no se gana una guerra, pero, desde luego, se gana la humanidad propia.
Un saludo
Muy buen artículo amigo Yusuf, comparto la apreciación de que personajes como este son muy desconocidos para el público en general y se les debería dar más difusión. Mis felicitaciones. Un abrazo
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Muchas gracias Hartman, coincido contigo es un personaje poco conocido, y quizás si hubiera habido muchos como él no se hubiera producido la tragedia de la guerra civil.