Segundo duelo de la I Liga de debate (2 - 8 de octubre)
Una vez finalizado el primer duelo sin ningún herido de muerte,
nos disponemos a empezar el segundo duelo entre...
V.S. | ||
jandres | Santiago Pitarch |
La temática será elegida por los duelistas entre los siguientes tres temas:
Una vez los duelistas elijan la temática, se procederá al sorteo de la posición que deberá tomar cada uno en el debate, el cual empezará el próximo miércoles 2 de octubre.
Quisiera abrir este debate acotándolo, para poder fijar unas normas que configuren magnitudes comparables. Si hemos de comparar a los Austrias con los Borbones, creo que hemos de centrar el debate en la Historia Moderna. Cierto es que los Borbones siguen gobernando, pero me parece poco racional comparar, por ejemplo, el reinado de Juan Carlos I con el de Felipe II. Ambos personajes, y las acciones de gobierno que les rodean, desarrollan su papel histórico en entornos tan diferentes que bien podría tratarse de universos paralelos. No son, por tanto, magnitudes comparables, como señalaba al principio.
Lo más justo sería comparar a los Austrias con los Borbones dentro del mundo que empieza con el Renacimiento y muere con la ruptura que supone la Revolución Francesa. En este espacio, suficientemente amplio, encontramos las necesarias estructuras de “larga duración”, como diría Braudel, que perviven para poder ser comparables. Desde la perspectiva contemporánea no salimos de las estructuras del feudalismo y el Antiguo Régimen.
Por otra parte, y aquí he de hacer explícita mi postura ideológica (algo que debería hacerse siempre a priori antes de entrar en un debate histórico, que nunca es neutro), creo que si nos centramos en los “intereses de España” hemos de hacer explícito que entendemos por este concepto. Para mí un gobierno que mire por los intereses de su país es aquel que mira por mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Desde otras perspectivas se podría juzgar el éxito de una monarquía por el poder militar que consigue, el temor que inspira a sus enemigos (prestigio), los territorios que acumula, el éxito de sus enlaces dinásticos, etc. Trasladado al mundo actual, por poner un símil, considero un país mucho más exitoso a Luxemburgo que a China, por mucho que el segundo sea un estado poderoso y temido en los foros internacionales. En el contexto de la época que nos ocupa, el éxito debería medirse por la mejora de las condiciones de vida (esperanza de vida como indicador), las libertades políticas arañadas al feudalismo y la modernización de las estructuras políticas, principalmente.
Analicemos, pues, cómo era la España que agota el XVII con los Austrias y cómo se transforma al iniciar el XVIII con los Borbones.
Si seguimos a John Lynch, uno de los hispanistas más respetados del mundo, podemos acudir a la “Historia de España” que coordina y firma en los volúmenes que se ocupan de ese tiempo bisagra que es el cambio de dinastía y siglo. Unos breves pincelazos:
“Al finalizar el siglo XVII la población de España había disminuido con relación a la que existía a principios de la centuria (…) En este momento (1590) la población era de unos 8,4 millones de habitantes. En 1717 había descendido a 7,6 millones. También el resto de Europa experimentó una recesión demográfica, o un estancamiento, en el siglo XVII, pero en ninguna parte comenzó tan pronto, duró tanto tiempo y alcanzó tales proporciones como en España.”
“Los españoles estaban a merced de las enfermedades y de los elementos. La causa de la recesión demográfica era una tasa de mortalidad anormalmente elevada (…) La virulencia de la enfermedad se veía reforzada por dos factores endémicos en la vida española. Las crisis periódicas de subsistencia, destino de un pueblo que descuidaba la agricultura, provocaban una malnutrición extrema y debilitaban la resistencia a la infección y, por otra parte, la excesiva aglomeración de la población en las ciudades, que causaba el hacinamiento, la existencia de arrabales de trabajadores y el descuido de la higiene, convertían las ciudades españolas en un perfecto caldo de cultivo de la enfermedad.”
Pero estas catástrofes demográficas podían tener, además, otros orígenes. Por ejemplo el genocidio perpetrado contra una parte fundamental de la población: “El espectro de la muerte recorría España en el siglo XVII. En comparación con la enfermedad, otras adversidades revestían menor trascendencia, pero en conjunción con aquella supusieron una merma más de recursos humanos. La expulsión de los moriscos tuvo efectos distintos según las regiones. La pérdida total de población fue de 275000 personas. Aragón perdió el 20 por 100 de su población y Valencia el 30 por 100.”
Por si esto fuera poco, las tierras dejadas por la población expulsada (o directamente liquidada) fueron pasto de nuevas condiciones feudales, que se hicieron aún más duras, de modo que “la repoblación de Valencia fue lenta e incompleta y se realizó en gran medida a expensas de otras partes de la provincia, porque la dureza de las nuevas condiciones señoriales disuadía el traslado de nuevos colonos”.
Se podría argumentar que en este cataclismo poblacional que dejan los Austrias tuvo una gran importancia la emigración a América, pero es falso. “Durante todo el periodo colonial se concedieron 150000 licencias de emigración, de las cuales 40000 corresponderían al siglo XVII, es decir, un promedio de 400 al año.” Por supuesto hubo fraude, pero se puede “llegar a una estimación de 4000 a 5000 emigrantes al año, número insignificante en una población de 7 millones de habitantes”.
Por no extenderme, no analizaré la ruinosa situación de la industria y el comercio españoles, a pesar de tener el imperio colonial más importante de la Tierra, situación que se agrava continuamente durante todo el reinado de la dinastía de los Austrias. Existe sobrada bibliografía que podemos citar si es necesario. Tampoco las incesantes guerras que buscan, exclusivamente, el interés dinástico y el prestigio de la monarquía (que no del país) y que llevan a sus reinos a un estado de guerra permanente, prácticamente contra toda Europa y perdiendo por el camino aliados, guerras y haciendas, a la vez que se esquilma a los súbditos. Sólo daré un último dato de las consecuencias: “los numerosos españoles que vivían por debajo del nivel de subsistencia tendían a concentrarse en las ciudades, donde constituían al menos el 40 por cien de la población, un grupo irreductible de pobre, vagabundos y desempleados”.
En fin, para resumir el fantástico Siglo de Oro de los Austrias, podemos citar a un tal Capitán Alatriste, personaje ficticio pero perfectamente verosímil: “A ese tiempo infame lo llaman Siglo de Oro. Mas lo cierto es que, quién lo vivimos oro vimos poco, y plata la justa. Sacrificios estériles, gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí que tuvimos a espuertas. Lo que pasa es que luego uno va y mira un cuadro de Diego Velázquez, oye unos versos de Lope o Calderón, lee un soneto de don Francisco de Quevedo, y se dice, que tal vez mereció la pena.” No nos engañemos, pues.
Con la nueva dinastía de los Borbones, muchas de estas tendencias seculares cambian y España sufre una modernización innegable. Por supuesto, no voy a defender que Felipe V y sus descendientes fueran un dechado de virtudes, pues nada hay más lejos de la realidad, ni que el ejército de cortesanos y funcionarios que les rodearon y sirvieron ejercieran una labor de gobierno ejemplar. Lo que sí es evidente, es que fueron bastante menos perniciosos para los intereses de España. Siguiendo con Lynch, “el primer siglo de la España de los Borbones fue un siglo de crecimiento, en el que el número de españoles se multiplicó, se incrementó la producción y aumentaron las expectativas más allá de los recursos (…) La modernización pasó a ser tanto una necesidad como una moda y se extendió la convicción de que España tenía que cambiar para sobrevivir”.
En primer lugar quería disculparme por empezar el debate con un poco de retraso, distintas obligaciones tanto laborales como familiares no me permiten disponer del tiempo necesario en días laborables para debatir a determinadas horas, no obstante y una vez aclarado el ritmo en estos primeros días, seguimos adelante en el “duelo”.
Estoy de acuerdo con mi oponente en acotar el periodo de debate al espacio comprendido entre el establecimiento de los Habsburgo como tal Casa de Austria en 1516, con la subida al trono de Carlos I, y el reinado de Carlos IV o incluso Fernando VII. Es decir los siglos XVI y XVII de los Austrias y el XVIII y principios del XIX de los Borbones.
Dicho esto y comenzando por la argumentación de que un “gobierno que mire por los intereses de su país es el que mira por mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos” estoy conforme en que así es y es más, toda la acción de un gobierno debe estar centrada en eso en mejorar las condiciones de vida de sus gentes. Lo que hay que tener en cuenta en el momento en que se llevan a cabo cada una de las acciones encaminadas a la consecución de ese bien común.
Tengamos en cuenta la situación de España a comienzos del XVI, cuando se instauran los Austrias, y a comienzos del XVIII, cuando se instauran los Borbones. Cuando en 1517, Carlos I llega a España el panorama social de la Castilla del 1500 no era la idílica, desde luego, acababa de morir su abuelo Fernando el Católico y la unión de los reinos no era tal ya que cada uno mantenía sus propias estructuras de gobierno. Sí que hay que reconocer a los RRCC el establecimiento de las bases para que se pudiese llevar a cabo la unión efectiva y que quedará en manos de Carlos I esa labor.
Voy a comenzar analizando someramente cómo era la vida en el 1500 para argumentar el cambio producido en España. Analizar la población y la situación económica es ese momento es, sin lugar a dudas y como lo han definido los observadores del periodo, un momento de claro positivismo motivado por una coyuntura favorable respecto a la centuria anterior y por los nuevos contactos que se establecen gracias a la expansión europea (de castellanos y portugueses principalmente).
En ese momento gran parte de España estaba desierta y si la tierra apenas estaba cultivada en parte se debía a que estaba escasamente poblada. La población aumentó de forma significativa en el siglo XVI y no sufrió retrocesos catastróficos hasta comienzos del XVII. Castilla se recuperó de la Peste Negra y de las epidemias más pronto que el resto y comenzó antes su crecimiento demográfico pasando de 3.856.199 habitantes en 1530 a 6.611.460 en 1591, mientras en la Corona de Aragón el aumento demográfico fue más lento y su población superaba levemente el millón de habitantes. En general el crecimiento demográfico fue muy importante a lo largo del siglo XVI, experimentado un mayor incremento en su segunda mitad, debido a muchos factores pero sobre todo a las mejoras de las condiciones de la población.
La estructura social se basaba casi exclusivamente en la propiedad de la tierra, aunque la mayor parte estaba en manos de la nobleza y de la Iglesia que gozaban de una posición privilegiada. La sociedad del siglo XVI era jerárquica y tradicional, donde la nobleza era el punto de referencia para la burguesía urbana que aspiraba a más; a estos les seguían una mayoría de artesanos, criados y trabajadores no cualificados como estructura urbana y una masa campesina que era aproximadamente el 80% de la población.
Si bien es verdad que la mejora de las condiciones sociales de la población fue un periodo muy lento que no tuvo un arranque verdaderamente espectacular hasta prácticamente inicios del siglo XX, quizás a finales del XIX, en los siglos que nos ocupan el dominio de las clases nobles sobre el pueblo llano es evidente. Los Austrias se encontraron con un país muy difícil de cambiar, en Aragón por ejemplo, la nobleza gozó de un prestigio preponderante gracias a la protección que les otorgaban los fueros frente a la Corona y que sólo fue disminuyendo con la progresiva castellanización de Aragón.
Es verdad que las condiciones de vida del pueblo llano eran deplorables, aunque comenzó a crecer una incipiente clase obrera, ésta no dejaba de ser mísera pues aunque muchos cobraban un sueldo decente los impuestos se lo llevaban prácticamente todo. Muy intensa era la pobreza rural, la mayor parte de los campesinos vivían en los límites de la subsistencia, con sólo lo justo para alimentar a sus familias una vez satisfechas todas sus obligaciones para con el Estado, la Iglesia y el señor.
Así el cambio que se produce a partir del 1500 en España es muy notable y de muy clara mejoría con respecto al periodo anterior de los Trastámaras y produciendo un salto notable de una sociedad medieval y feudal hacia un nuevo concepto de estado que comienza a definirse en este momento y se mantendrá durante los próximos tres siglos.
Un saludo compañero.
Saludos a todos.
Jandres ha argumentado, básicamente, que el panorama que se encuentra Carlos V no es precisamente óptimo (a) y que durante el siglo XVI los reinos que hoy forman España presentan un notable avance demográfico (b). Mostraré claramente que ninguna de las dos tesis demuestra que la influencia de la nueva dinastía fuese positiva.
a) El panorama social en los reinos ibéricos es exactamente igual de problemático que en el resto de Europa. No es, por tanto, un factor diferencial. Carlos V se enfrenta a otros monarcas que gobiernan sobre un conglomerado de feudos con legislaciones intrincadas, con una estructura social y productiva muy injusta y en un mundo donde el privilegio es la norma. Igual que en España.
La situación en Castilla no es precisamente mala. Dentro de la economía europea se trata de una zona con una economía pujante gracias a la exportación de lana, que alimenta la industria más importante de la época: la textil. La prueba de que Castilla no presenta una situación peor que el resto de reinos es que el propio Carlos V decidió convertirla en el centro de su monarquía. No fue la industriosa Flandes, ni lo territorios alemanes ni los italianos que formaban parte de la monarquía del Emperador los que soportaron el peso de su política. Fue Castilla la que ocupó ese lugar, precisamente porque era el territorio que más podía ingresar a las arcas de la Corona.
“Para financiar tan costosa política, Carlos contará con el recurso fundamental de la hacienda castellana y de los tesoros americanos que, a pesar de todo, no siempre fueron suficientes para sostener sus empresas” (Ribot, Historia del mundo moderno, pág. 267). Castilla era un reino, en el contexto de la época, próspero. Además contaba con uno de los mejores ejércitos del mundo, el entusiasmo tras los éxitos en la toma de Granada y las campañas italianas, excelentes generales como el Gran Capitán y un imperio colonial incipiente que se acrecentaba día a día. Era la “joya de la corona” de todos los territorios heredados por Carlos V. A finales del XVII Castilla ha sido tan desangrada que presenta un panorama demoledor.
b) Respecto al avance demográfico, si bien es cierto que se puede observar en la Península ibérica, es igual de cierto que es un fenómeno generalizado en toda Europa. “Los inicios de la Época Moderna estuvieron caracterizados por una clara recuperación de la población europea (…) Puede afirmarse que a la altura de 1560 ya se habían alcanzado los índices de población perdidos tras las desastrosas consecuencias de la crisis de mediados del siglo XIV. Traducido a números: si en 1500 Europa contaba con una población próxima a los 82 millones de habitantes, en 1600 éstos rondaban ya los 105 millones” (Ribot, Historia del mundo moderno, pág. 143). Por tanto, algo que pasa en toda Europa no puede ser mérito, en un rincón de la misma, de quién allí gobierna.
En definitiva, vemos que el siglo XVI, presenta una clara tendencia positiva, mientras que el XVII es un siglo de clara crisis y decadencia del binomio economía – población. Sin embargo, si comparamos esa tendencia en el ámbito español y en el europeo, vemos que la tendencia es igual de positiva durante el XVI, pero mucho más negativa en España en el XVII que en el resto de Europa. La crisis del siglo XVII es mucho más acusada en España, donde las pérdidas son más importantes y mucho más larga. La principal causa de esta diferencia con la tendencia europea es la política imperial de los Austrias, que lleva a intentar reestablecer el “prestigio de la monarquía” mediante guerras que quedan muy lejos de sus posibilidades reales. Recordemos, por ejemplo, que la Guerra de los 30 años, en la que España acaba virtualmente luchando contra el resto de Europa (el socorro militar siempre fue desde Madrid a Viena y jamás al revés) fue una contienda devastadora que se considera la primera gran guerra paneuropea. Un dato: en proporción a su población, causó más mortandad en Alemania que la Segunda Guerra Mundial.
Ya que ha salido el tema del Glorioso Carlos V, la estrella de la familia de los Austrias, en la próxima intervención analizaré, someramente, su impacto en España.
Hasta pronto.
No puedo estar más de acuerdo con Santiago cuando afirma que la Castilla de Carlos I era uno de los reinos más pujantes del contexto europeo, efectivamente así era y era casi con toda seguridad el reino con mayores medios ya que poseía las riquezas que llegaban del Nuevo Mundo. Carlos I no era tonto y no podía elegir otro lugar más que Castilla para establecer la cabecera de su imperio. Está también claro que disponía del mejor ejército cosa que los Austrias supieron explotar bien, siendo los tercios españoles los dominadores militares del contexto europeo.
Creo que respecto a los avances demográficos no necesitan mayores explicaciones, son movimientos cíclicos que se han ido produciendo a lo largo de todas las épocas históricas cuando mejoran sensiblemente las condiciones de vida y disminuyen los efectos de las guerras y las epidemias sobre la población. El siglo XVI fue uno de esos periodos al igual que lo fue el XVIII, pero como ya dije este avance no se produce de forma significativa hasta más adelante.
Lo que no veo claro es que hubiese una diferencia notable en cómo vivía el pueblo en la España de los Austrias y en la España de los Borbones hasta el siglo XIX. Con la llegada de los Borbones no se produjo la panacea, el pueblo llano seguía viviendo en las mismas míseras condiciones que lo hacía en el periodo anterior y la nobleza y el clero seguían gozando de los mismos privilegios de antaño. Sí que es cierto que durante el siglo XVIII se produjo el desarrollo de la clase media, fruto del crecimiento de la burocracia y de la economía, que se afianzaría en la centuria siguiente. Menos mal, sino poco hubiésemos avanzado. Está claro también que los Borbones hicieron sus reformas, como las hicieron los Austrias, los tiempos avanzan y cada momento requiere de actuaciones adaptadas a las circunstancias que se van produciendo.
La sociedad española es muy conservadora en su conjunto, los Borbones siguieron la misma línea de los Austrias en muchos aspectos institucionales, de gobierno y de estatus. Un ejemplo claro es el regalismo, un sistema de relaciones que los monarcas establecen con la Santa Sede con el objetivo de delimitar y defender sus competencias en determinados campos o regalías, los Borbones mantuvieron el sistema anterior, perpetuando una lucha constante entre la Monarquía y el poder eclesiástico, y ampliaron sus acciones y con objeto de someter definitivamente a la Iglesia, lo que se consiguió en gran parte con el Concordato de 1753.
Una reforma que considero muy importante matizar es la reforma militar de los Austrias, ya sé que rápidamente me dirás que la gran reforma militar fue llevada a cabo por Carlos III. Está claro que así fue y es la que llegó prácticamente hasta la Guerra Civil, pero lo que hizo fue actualizar el ejército existente y venido a menos de la época final de los Austrias y el que estos habían creado. Con los Austrias se crea el ejército de la Monarquía Hispánica que dominará el mundo conocido durante los próximos siglos.
Es muy importante el papel del ejército en estos tiempos ya que la vida social está íntimamente ligada a las vicisitudes de sus soldados. Los grandes movimientos de tropas producen una incidencia muy considerable en las gentes que necesita proveerlas de personal, alimentos, alojamientos y recursos para subsistir.
Una primera reforma se realiza con Fernando el Católico con la Ordenanza de 1503 con la que se produce el llamamiento a las ciudades y provincias en demanda de tropas de infantería. A partir de este momento cambia el concepto de ejército real distinguiéndose las armas de fuego (espingarderos), las de impacto (lanceros y piqueros) y las de tiro (ballesteros) que se demuestra con la victoria en Nápoles sobre los franceses. Se inicia así la reforma militar emprendida por los Reyes Católicos que se consolida con la creación de la infantería de ordenanza que será la base de los Tercios. Carlos I continúa con la reforma militar que tiene como eje la Ordenanza de 1525. Sí que se hay dos vertientes claramente diferenciadas en la reforma militar de Carlos I y es la diferencia entre el ejército peninsular y el exterior. El primero que carecerá de una verdadera actualización tanto de armamento como de instalaciones, excepto cuando esporádicamente la situación lo requería; y el segundo que tendrá en el Tercio su pieza clave y que se reorganizó con la Ordenanza o Instrucción de 1536. Se estable un mando único del ejército imperial, se establecen los medios de inspección, control y tesorería. Se crean los Tercios de infantería española. Se organiza la caballería y la artillería. Se crea la figura del Canciller para el control del personal de los Tercios. Se organizan los cuerpos, las condiciones de los mandos superiores y los empleos específicos y se regula el alojamiento y las condiciones de vida de las tropas. El ejército imperial será a partir de este momento la cara de la Monarquía Hispánica a la que ineludiblemente estará unida.
Las última reformas de Carlos I se realizan en la década final de su reinado con la Ordenanza de 1551 para las Guardias interiores, aunque su aplicación no fue todo lo efectiva que debía haber sido debido a la escasa necesidad de atención, ya que el territorio español estaba exento de peligro de fronteras, y a los problemas en los controles administrativos y económicos.
En 1554 se publica la última disposición de importancia del emperador en relación con sus ejércitos, fue la Ordenanza de las Guardias, que será ya Felipe II quien consolide las reformas.
Respecto a la pregunta que formula la moderadora Eli sobre cuáles fueron los mejores gobernantes aquí sí que tendríamos mucho que discutir y no llegaríamos a una conclusión clara. Lo que sí que está claro para mi es que los grandes reyes de los Austrias fueron Carlos I y especialmente Felipe II y de los Borbones me decantaría por Felipe V y Carlos III.
Con Felipe III y Felipe IV se produce la gran crisis de la Monarquía Hispánica que culmina con Carlos II. Se inicia una incipiente recuperación en la segunda mitad del siglo XVII obstaculizada por el imperialismo francés de Luis XIV del que la Monarquía Hispánica fue particularmente vulnerable debido a los numerosos frentes que ofrecía y que fueron el punto de mira del expansionismo francés. Tuvimos que libar, entre 1667 y 1697 cuatro guerras con Francia con cuatro famosas paces: Aquisgrán, en 1668; Nimega, en 1678; Ratisbona, en 1684, y Ryswick, en 1697, en las que España no sufrió grandes pérdidas territoriales, aunque vio mermadas sus posesiones en el Rin y en los Países Bajos, y fue golpeada repetidamente en Italia y en Cataluña. El verdadero coste fue la prolongación de la sangría de hombres y dinero en el cuerpo enfermo de la monarquía.
El problema se produce, durante las últimas cuatro décadas del siglo XVII, con el problema de la sucesión española con un claro interés de Luis XIV por el trono español que databa desde su matrimonio con María Teresa, hija de Felipe IV. Pero Carlos II aún viviría más de treinta años y que produjo la firma de una serie de tratados de partición que ultrajaban a Españapero que se vio frenado por la intervención del resto de potencias europeas que no veía con buenos ojos el establecimiento de un imperio franco-español. Finalmente Carlos II redactó su último testamento, el 2 de octubre de 1700, en el que dejaba todos los dominios españoles al candidato francés, Felipe d’Anjou, nieto de Luis XIV, en su intento de salvar la integridad total del Estado español, produciendo así la llegada a España de los Borbones, casa reinante en Francia.
No creo necesario entrar a analizar la guerra de sucesión pero está claro que Borbones y Austrias nos llevaron a una guerra que finalmente se decantó del lado borbónico debido al paso atrás que dieron los aliados, cuando el emperador austríaco José fallece en abril de 1711 y deja el Imperio a su hermano el Archiduque Carlos, y ante el peligro de rehacer el imperio de Carlos I, aceptan la sucesión borbónica y exigen la renuncia de Felipe V al trono de Francia (Acuerdos de Utrecht de 1713 y Rastatt de 1714).
España con la llegada de Felipe V de inicio perdió Gibraltar y una pérdida irreversible de poder a favor de Gran Bretaña, cuyas ventajas comerciales y coloniales atormentaron a España durante el resto de la centuria.
Saludos. En primer lugar, lo prometido, en la siguiente intervención responderé a los últimos argumentos de Jandres.
Tal como dije, analizaré brevemente el impacto económico de Carlos V en lo que hoy es España. Las citas son de la mencionada obra de John Lynch.
Respecto al esfuerzo financiero que hacían los diversos reinos sobre los que gobernaba, “el mayor esfuerzo procedía de España y dentro de España de Castilla y, más allá de esta, de América. El agotamiento de los recursos europeos determinó que Carlos V dependiera cada vez más de las remesas de metales preciosos procedentes de las Indias españolas. Fue a partir de los últimos años del decenio de 1520 cuando esos tesoros empezaron a llegar a España en cantidades que aumentaban con gran rapidez, pero eso no sirvió para relajar la carga que pesaba sobre los contribuyentes de Castilla ni para disminuir su aportación a las finanzas imperiales.” Considero, por tanto, probado que el territorio económicamente más perjudicado por la política imperial y militarista de este soberano fue España, y especialmente Castilla.
Una de las primeras tareas de Carlos V, tras reprimir la revuelta de los Comuneros, fue crear un Consejo de Hacienda, dominado por el español Francisco de Cobos. Este Consejo elaboraba los presupuestos anuales y, gracias a ellos, podemos conocer la realidad financiera de esa época. Siguiendo nuevamente a Lynch, “Cobos presidió el derrumbamiento financiero de España durante el reinado de Carlos V, aunque en ningún momento hay que atribuir a la administración la responsabilidad de esa situación (…) La principal causa de la bancarrota fueron las guerras del emperador en el exterior, que fueron financiadas por España. Un motivo adicional fue la extravagancia personal de Carlos V en su casa real –que absorbía una décima parte de los ingresos nacionales-, sus viajes incesantes y sus constantes adquisiciones de joyas y obras de arte. Sin paz y economía no había solución, tan sólo una serie de expedientes desesperados que llevaron a la corona al límite de la bancarrota”. Me parece que este párrafo citado es tan contundente que no hace falta explayarse más.
Ante esta situación de gasto muy superior a los ingresos proporcionados por una población asfixiada a impuestos ¿cuál era la solución? Evidentemente, acudir al endeudamiento, con lo que el problema se convertía en tragedia. Los principales ingresos ordinarios procedían de la alcabala (equivalente a nuestro IVA) y complementados por los procedentes de las órdenes militares y los subsidios de las cortes. Otro tipo de ingresos eran los juros, que podían tener diversas formas. En unos casos eran emisiones de deuda cuyos compradores obtenían el compromiso de la corona de pagar una tasa de interés específica. En otras ocasiones eran pensiones, es decir, cantidades que se pagarían indefinidamente. Lo más grave era que todos los juros “se asignaban a fuentes específicas de ingresos ordinarios, recibiendo el tesoro tan sólo el saldo que quedaba tras haber hecho frente a esos pagos”. Cada vez se asignaron mayores cantidades a los ingresos ordinarios para devolver los préstamos, cada vez más numerosos, que obtenía de banqueros (los famosos Fugger por ejemplo). De ese modo, Carlos V financiaba sus guerras y sus caprichos con deuda a banqueros alemanes, que se pagaba con juros los cuales asignaban directamente la recogida de impuestos al pago de la deuda: por ejemplo una cantidad cada vez mayor del tesoro americano nunca era española, pasando a ser directamente propiedad de los banqueros una vez extraído de la tierra. ¿Qué porcentaje? El 100% llegando al extremo de negarse a entregar el tesoro americano a pesar de estar completamente comprometido, pues era el único efectivo disponible para pagar a las tropas. Por ejemplo desde 1524 “las rentas procedentes de las tres órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, que hasta entonces iban a parar directamente a la Corona, se entregaban a los Fugger, que las habían obtenido como garantía de sus préstamos”.
En el periodo 1503 – 1560 los ingresos ordinarios de la corona rondaban el millón de ducados. A eso se sumarían una media de 220.000 ducados del tesoro americano. “La desastrosa campaña contra Metz en 1552 entrañó un coste de más de 2 millones de ducados”.
Para no aburrir con más números sólo indicaré que esta situación fue in crescendo, agravándose a partir de 1540 a causa de las continuas guerras. Por ejemplo, “en septiembre de 1554 se calculó el déficit para el año en curso en más de 4,3 millones de ducados, incluso después de haber empeñado y gastado todos los ingresos de los 6 años siguientes. Las condiciones de los préstamos concedidos al monarca español empeoraron rápidamente porque a los banqueros les era cada vez más difícil conseguir su devolución. Cuando podía obtenerlos, la corona tenía que pagar el 43 por 100 de interés o más.”
Carlos V continuó batallando sin descanso hasta que sus reinos habían agotado su economía presente, y también la futura, especialmente en el caso de España.
“Quieta estaba la cristiandad en Europa y con grandes esperanzas de una larga paz, de un siglo feliz y bienaventurado. Más la inconstancia de la vida humana en un punto lo alteró, inquietando el mar de pensamientos de los príncipes y repúblicas cristianas con tan larga tempestad de continuas y sangrientas guerras, que duraron todos los días del Príncipe que escribimos, que fueron casi cuarenta años, en que murieron más de quinientas mil personas, la flor de España…” (Prudencia de Sandoval, Historia del Emperador Carlos V, 1604-1606)
Llegados a este punto, cabe preguntarse si todos estos sacrificios fueron, al menos, para proteger los intereses españoles. Podríamos argumentar que desde nuestra óptica contemporánea desde luego no, pero que desde la óptica de principios del siglo XVI los súbditos españoles percibieran que su Emperador sí que defendía sus intereses. Los propios sucesos nos indican un rotundo no porque, recordemos, la revuelta de los comuneros, seguida por la de las germanías en la Corona de Aragón, se alzó contra la política de Carlos, que percibían como totalmente contraria a sus intereses. Acabo con otra cita de Lynch (vol. 11, pág 122): “Cuando el monarca partió de España en mayo de 1520, rodeado de extranjeros y en una misión que era ajena a sus súbditos españoles, la agitación ya había dejado paso a la rebelión. La acumulación de agravios contra el régimen borgoñón había producido el primer sentimiento de ultraje: la pobre impresión que había causado el rey y sus representantes extranjeros, el desprecio de Chièvres hacia los españoles, su monopolio venal de las influencias, el nombramiento de extranjeros para ocupar cargos y obispados españoles, la opresión de los recaudadores de impuestos, las enormes cantidades de dinero enviadas fuera del reino y, como culminación de todo ello, el nombramiento de un regente extranjero, Adriano de Utrecht, para gobernar Castilla durante la ausencia del rey.”
- [Jandres] No puedo estar más de acuerdo con Santiago cuando afirma que la Castilla de Carlos I era uno de los reinos más pujantes del contexto europeo…
- No es eso lo que he dicho. Castilla era uno de los reinos más pujantes cuando Carlos la heredó. Dilapidó su herencia y entre él y su hijo Felipe la convirtieron en todo lo contrario.
- [Jandres] Creo que respecto a los avances demográficos no necesitan mayores explicaciones, son movimientos cíclicos que se han ido produciendo a lo largo de todas las épocas históricas cuando mejoran sensiblemente las condiciones de vida y disminuyen los efectos de las guerras y las epidemias sobre la población. El siglo XVI fue uno de esos periodos al igual que lo fue el XVIII, pero como ya dije este avance no se produce de forma significativa hasta más adelante.
- Sí necesitan explicaciones, y una parte muy importante de la investigación histórica versa sobre ellos. Hablar de demografía y economía en la Europa del Antiguo Régimen es lo mismo. Las guerras y las epidemias van ligadas, y las provocan la política exterior de los monarcas, como fue el caso de los Austrias. Ya demostré que el siglo XVI es una época de aumento demográfico en toda Europa. España y Europa siguen la misma tendencia. El sigo XVII es de descenso demográfico en toda Europa. Pero en este caso, España y Europa no siguen la misma tendencia: España sufre una crisis mucho más acusada. La causa es el desgaste por las terribles guerras que llevan a su colapso con los Austrias.
- [Jandres] Lo que no veo claro es que hubiese una diferencia notable en cómo vivía el pueblo en la España de los Austrias y en la España de los Borbones hasta el siglo XIX.
- Sin que sirva de precedente, te voy a citar el índice de un libro, la Historia de España dirigida por Javier Tussell. El capítulo que viene tras “La decadencia del siglo XVII” se titula “el reformismo del siglo XVIII” y tiene subapartados como “el crecimiento económico”, “el aumento sostenido de la población”, “extensión e intensificación agrícola”…
- Dedicas un post a las reformas militares de los Austrias. Tú mismo dices que los Borbones también realizan reformas, para remontar el debilitamiento de los últimos Austrias. Por tanto, no me hace falta argumentar nada.
- [Jandres] Respecto a la pregunta que formula la moderadora Eli sobre cuáles fueron los mejores gobernantes aquí sí que tendríamos mucho que discutir y no llegaríamos a una conclusión clara.
- Bueno, pues si ni siquiera el defensor de los Austrias se atreve a decir que fueron mejores…
Por mi parte, yo sí he defendido claramente a los Borbones, en el primer post:
Con la nueva dinastía de los Borbones, muchas de estas tendencias seculares cambian y España sufre una modernización innegable. Por supuesto, no voy a defender que Felipe V y sus descendientes fueran un dechado de virtudes, pues nada hay más lejos de la realidad, ni que el ejército de cortesanos y funcionarios que les rodearon y sirvieron ejercieran una labor de gobierno ejemplar. Lo que sí es evidente, es que fueron bastante menos perniciosos para los intereses de España. Siguiendo con Lynch, “el primer siglo de la España de los Borbones fue un siglo de crecimiento, en el que el número de españoles se multiplicó, se incrementó la producción y aumentaron las expectativas más allá de los recursos (…) La modernización pasó a ser tanto una necesidad como una moda y se extendió la convicción de que España tenía que cambiar para sobrevivir”.
Visto que la defensa que hace Santiago de los Borbones se debe a poner de manifiesto los desaciertos de los Austrias, hay algunas cosa que me gustaría puntualizar:
1º. Los Austrias construyeron un Imperio que los Borbones se encargaron de dilapidar completamente.
2º El ejército de los Austrias fue el claro dominador del mundo en su momento cosa que el de los Borbones simplemente fue un ejército de segunda fila en Europa y que a partir del Tratado de Utrech poco tuvo que decir.
3º Los Austrias no entregaron ninguno de sus territorios a otras potencias como sí que hicieron los Borbones hasta el punto de que Carlo IV entregó España entera a Napoleón y nos metió en una guerra que nos costó muy muy cara.
4º Respecto a la demografía tan claro fue el crecimiento a comienzos del XVI como posteriormente lo sería en el XVIII. Las crisis son cíclicas como sucedió en ambos casos, al igual que ahora (salvando el momento, por supuesto).
Y dicho esto, respecto a los reyes Borbones es de destacar que tampoco fueron los grandes salvadores de la situación de España puesto llegaron al trono con una guerra que trajo consigo la pérdida casi total de su poderío como potencia en “el tablero de juego” de la época. España tuvo que entregar Gibraltar y Menorca a los británicos, había perdido también los Países Bajos españoles, las plazas mediterráneas de Sicilia, Nápoles, Cerdeña y el Milanesado. Tras este descalabro sangrante los británicos pasaron a ser la potencia marítima del momento.
Felipe V. Heredó de Carlos II el Imperio de los Austrias con una guerra que no olvidemos duró trece años y en la que perdió casi todas las posesiones en Europa. Una anécdota referente a la guerra de sucesión, que muestra el temple de Felipe: la localidad valenciana de Xátiva había tomado parte activa en la guerra a favor del Archiduque Carlos, pues esa fidelidad le costó cara porque cuando en 1707 la tropas borbónicas tomaron la ciudad, Felipe V la mando incendiar y expulsar a sus habitantes y le cambió el nombre por el de “Colonia Nueva de “San Felipe”. La ciudad mantiene hoy en día en señal de desaprobación el cuadro de Felipe V boca abajo.
Chascarrillos aparte, Felipe V instauró en España los usos franceses, introdujo la Ley Sálica en 1713 que negaba el derecho sucesorio a las mujeres. Pero lo peor de todo fue su desequilibrio mental, sufría hipocondría excesiva que le hizo caer en la locura lo que le impedía cumplir con sus tareas de gobierno y por ello el verdadero poder estuvo en manos de sus ministros, cortesanos y de su segunda mujer Isabel de Farnesio. En sus últimos años el gobierno estuvo en manos de José Patiño.
Como bien dice el catedrático Carlos Martínez Shaw en su artículo “El primer monarca ilustrado” (La Aventura de la Historia, nº 25, pág: 58-59) referente a las bases para recuperación económica:
[…], la época de Felipe V ya llevó a cabo algunas iniciativas que tendrían continuidad en la segunda mitad de siglo: obras públicas, adopción de medidas proteccionistas, fundación de manufacturas reales, creación de compañías privilegiadas de comercio, flexibilización del sistema de flotas y galeotes.
Naturalmente, no puede decirse que la recuperación demográfica y económica, perceptible ya en esta primera mitad de siglo, fuera sólo fruto de tales medidas, pero si que puede afirmarse que las medidas tomadas por el primer Borbón contribuyó a crear un marco favorable para el crecimiento del conjunto de la economía española. Sin duda se trató de un crecimiento permitido por unas estructuras heredadas del pasado, ya que no se abordaron ni la reforma fiscal ni la transformación del sistema de propiedad y tenencia de la tierra ni la liberación de los intercambios
Por lo tanto lo que sí hizo Felipe V fue poner los cimientos para el reformismo ilustrado que llegaría más adelante.
No creo que se pueda comparar la figura como gobernante de Carlos I (primer Austria) con Felipe V (primer Borbón) porque no hay punto de comparación. Carlos I fue un gobernante al viejo estilo, creó un imperio, conducía a sus ejércitos a la batalla y gobernaba personalmente a sus súbditos.
He visto que Santiago muestra las sombras de Carlos I más que las luces y pone de manifiesto los gastos que supusieron las aspiraciones imperiales. Está claro, pero si damos un repaso a la historia dime que gran imperio no se ha forjado así: ¿acaso el Egipcio? ¿el Asirio? ¿el Macedónico? ¿el Romano? ¿el Napoleónico? ¿el Ruso? ¿el Chino?...
Con toda seguridad fue bastante más difícil la modernización que realizaron los primeros Austrias, tal cuál era la situación de España en ese momento, que la que la que realizaron los primeros Borbones, que lo que hicieron fue modernizar al existentes al estilo de la versallesca.
Carlos I en 1522 ya advirtió que el sistema de gobierno existente era inadecuado para las nuevas obligaciones de gobierno y encarga una profunda reforma para la mejora de la maquinaria administrativa española. Entre 1522 y 1524 reformó el Consejo de Castilla, creó el Consejo de Hacienda, reorganizó el gobierno de Navarra y estableció el Consejo para las Indias, creando el modelo de gobierno para el siglo XVI. El sistema se fue perfeccionando en 1555 con la sustracción de los asuntos italianos del Consejo de Aragón y la creación de un Consejo de Italia. (J.H. Elliott “La España Imperial 1469-1716”, pág. 180).
Sin embargo Felipe V no gobernó. No pongo en discusión, porque no puedo, que con los Borbones España se acerca más a Europa y se inicia una transición hacia un estado moderno. Lo que si tengo que defender a ultranza es que la España de los Austrias había mostrado a Europa cuál era el camino a seguir para la elaboración de nuevas técnicas de administración para hacer frente a los problemas de gobierno de un imperio universal. La España de Felipe II estaba tan preparada como podía estarlo la Francia de Enrique III para la transición a un Estado Moderno centralizado.
Esto no se produjo, como bien matiza Elliott (Pág: 412), es el fracaso de la segunda mitad del siglo XVII. La depresión económica aunque alcanzó una gravedad excepcional en algunos lugares de la península, no fue un fenómeno exclusivamente español, Francia e Inglaterra la pasaron en la década 1620-1630 una crisis económica y entre 163-1640 una crisis política.
Continuará......
Un saludo
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Diferentes dinastías han reinado sobre los territorios que hoy en día forman el reino de España. Tras la Concordia de Villafáfila, Felipe I el Hermoso es reconocido como rey consorte de la Corona de Castilla de manera que la casa de Habsburgo se asienta en el poder, tomando el nombre de la casa de Austria, la cual reinará durante aproximadamente dos siglos en los que encontramos grandes nombres como Carlos I o Felipe II.
Tras la muerte de Carlos II el Hechizado y la Guerra de Sucesión Española, la dinastía de los Borbones representada por Felipe de Anjou consigue hacerse con el trono hispánico. La dinastía borbónica reinará, pues, desde el s.XVIII hasta la actualidad, si bien su reinado no será continuado en el tiempo pues durante los siglos XIX y XX la Casa de Bonaparte, con José I, y la Casa de Saboya, con Amadeo I, lograron instaurarse.
A lo largo del tiempo de reinado de ambas dinastías muchos han sido los reyes que han tomado el poder y gobernado el reino de España. Reformas políticas, económicas, sociales y religiosas fueron implantadas haciendo a la postre de la sociedad española lo que es hoy en día.
Sin embargo, ¿qué reformas fueron más positivas para la monarquía hispánica?
¿Qué reyes fueron mejores gobernantes y mejores líderes?
En definitiva, ¿quiénes fueron mejores para los intereses de España, los Austrias o los Borbones?