El Egipto Tardío: 404-335 a. de C.
Nos encontramos en un periodo que podía clasificarse como del Egipto tardío, un periodo que supuso un soplo de aires fresco que proporcionó a Egipto de los faraones antiguos su último periodo de independencia respecto al intento del imperio persa de tenerles subyugados bajo su control.
También fue un periodo en el que el uso cada vez mayor de mercenarios griegos en el ejército egipcio, me llamó poderosamente la atención.
Los egipcios llevaban desde el año 525 a. de C. una pesada cadena bajo su cuello, la cual sujetaban los pesas con creciente satisfacción; en ese año el rey persa Cambises II había conquistado el reino egipcio, pero los egipcios eran un pueblo orgulloso, celoso de su independencia y no iba a resultarles a los persas tenerles bajo su control.
Es más, se podía decir que en cuanto a los recursos que empleó el imperio persa en tener sujetos bajo su control a los egipcios y en el intento de volver a someterles bajo su control otra vez, (entre el 525 a. de C. y el 332 a. de C. Egipto gozó de algún periodo de independencia) Persia gasto una inmensa cantidad de recursos para sujetar o devolver a Egipto bajo su control.
Ciertamente se podía decir sin temor a equivocarse, que Egipto fue el cáncer del imperio persa; una provincia o satrapía persa (¡según se mire!) arisca, rebelde, correosa, irascible etc., que nunca acabó por someterse a imperio persa.
Siempre los egipcios aprovecharon cualquier resquicio de debilidad entre los persas para alzarse en rebelión, ya que la causa sagrada de la independencia les motivaba con una fuerza irresistible.
Pos supuesto en alguna de sus rebeliones fracasaron, pero el ánimo nunca desfalleció; una vez recuperadas las fuerzas, los egipcios permanecían atentos a cualquier grieta que se encontrara en el forma de debilidad en el gobierno persa.
Un rey débil, un periodo de anarquía, cualquier cosa que pudiera darles anhelo de poder recobrar su independencia; este periodo llegó la muerte del rey persa Darío II y el acceso al poder de su hijo, llamado Artajerjes II.
Este tenía un hermano pequeño que se llamaba Ciro que también era hijo de Darío II y tenía por sobrenombre “Ciro el joven”; este hombre había sido acusado por urdir un plan de asesinar a su hermano Artajerjes II para ocupar él el trono imperial, ya que como miembro de la casa real, creía tener fundados derecho para reclamar el trono, con más legitimidad que su hermano.
Ocupaba Ciro la jefatura de varias Satrapías en zona Occidental del reino persa, lo que hoy podría considerarse la zona Este de Turquía, lindando con la Grecia continental; Ciro reclutó un gran ejército cuyo eje vertebral lo configuraban mercenarios griegos.
El Antiguo Egipto bañado por el río Nilo
Marchó con su ejército a batallar contra su hermano y derrocarle, adentrándose mucho en el imperio persa; Cerca de Babilonia, Ciro fue derrotado y muerto por su hermano, cobrando este el absoluto control de su imperio; pero en el periodo de la rebelión, derrota de Ciro y recobrar el control total del poder, para Artajerjes II pasó un periodo de tiempo que fue aprovechado por los egipcios para alzarse en abierta rebelión contra sus odiados opresores.
El personaje que inició la rebelión que condujo a independencia de Egipto fue un tal Amirteo; este hombre parece que fue el nieto otro tal Amirteo que inició una gran rebelión los años 465-63 a. de C. y que fue aplastada sin compasión por los persas.
Amirteo es posible que antes de iniciar la rebelión se hubiera rebelado contra el rey persa Darío II; no es muy seguro, pero ya en el año 411 a. C. parece que lideró con sus partidarios una acción de guerra de guerrilla en el oeste del Delta del río Nilo, alrededor de su ciudad natal de Sais.
Seguramente la muerte del rey persa Darío II, fuera aprovechado por Amirteo para lanzarse en abierta rebelión contra los persas; era el año 404 a. de C. cuando tras declararse nuevo faraón de Egipto, lideró la lucha contra los persas ocupante de Egipto. Además, fue el fundador de la XXVIII dinastía egipcia.
Los venció y expulsó der reino; además disfrutó de tiempo para consolidar su posición, ya que su rebelión coincidió con la aventura de Ciro “el Joven” contra su hermano Artajerjes II y cuando este se recobró por completo de la rebelión de su hermano, se encontró con un Egipto independiente y consolidado (al menos en apariencia).
Artajerjes II furioso se encontró con que había puesto fin a la rebelión de su hermano tras dedicar enormes esfuerzos, y ahora que podía disfrutar del poder tranquilamente se encontraba con otra rebelión, a la que también debería dedicar todas sus fuerzas, ya que dejar una rebelión triunfante, podía significar para otras Satrapías de que gobernaba un rey débil, lo cual no lo era y no tenía intención de que nadie lo creyese.
Por lo que en cuanto pudo, Artajerjes II se preparó para devolver a Egipto bajo la autoridad persa; Amirteo gobernó Egipto del 404 a. de C. hasta el 398 a. de C. y no se tiene noticias de que bajo su control Artajerjes II tomara medida alguna.
Amirteo sabía que su precaria independencia solo duraría lo que tardara Persia en reaccionar y mandar un poderoso ejército para ahogar la rebelión en sangra; el nuevo faraón era inteligente y sabía que tenía que jugar la baza de la diplomacia para compensar las carencias militares de un ejército fuerte que detuviera a los persas.
Amirteo logró establecer una alianza con la poderosa nación de Esparta; esto fue un logro diplomático sin precedentes para la reciente independiente nación egipcia. El temor persa por los espartanos, aseguraría de momento la independencia plena de Egipto, lo cual tenía que ser aprovechado por Amirteo y sus sucesores para consolidar la independencia egipcia.
Arqueros nubios
Poco más se puede decir que realizara Amirteo, su breve periodo de gobierno apenas le dio tiempo para hacer nada; pero en la memoria de los egipcios basta con señalar que les condujo a la independencia, lo cual es más que de sobra para hacer que de Amirteo se guarde un grato recuerdo de en su memoria, ¡como el hombre que condujo a Egipto a su independencia!.
Neferites I, fue el sucesor de Amirteo y nuevo creador de la XXIX dinastía egipcia, ya que la XXVIII nació y murió con Amirteo; el nuevo faraón solo reinó 7 años, durante los años 398-92 a. de C.
Neferites I parece que derrocó a su antecesor, ambos libraron una batalla que condijo a la derrota de las fuerzas egipcias lideradas por Neferites; este apresó a Amirteo y lo ajustició en la ciudad de Menfis, tras lo cual se proclamó nuevo faraón de Egipto liderando una nueva dinastía en su persona.
Neferites I heredó de su antecesor la alianza con los espartanos; estos estaban en guerra con los persas, lo cual colaboró en el mantenimiento de la independencia de Egipto.
Pero Neferites I tenía que colaborar con los espartanos más activamente; con los persas entretenidos con la guerra contra los espartanos, no daría tiempo a Persia a preparar una expedición contra los egipcios.
Neferites I restableció la calma entre la población egipcia, ya que el derrocamiento de un faraón no contribuía a la tranquilidad del pueblo; sin embargo este logró convencerles de que no temieran a su persona, ya que tomaba el poder con ánimo de devolver a Egipto a la prosperidad y de que con la ayuda de todos, ¡pronto se lograría!.
Luego el faraón se pudo en contacto con los espartanos y decidió con ellos en que podía ayudar más activamente en bien de la alianza de ambos pueblos; los espartanos respondieron que necesitaban ante todo, ¡grano de trigo!, ya que sus reservas no eran muy grandes que se diga y sufrían por la guerra cierta carestía. Neferites I se comprometió a suministrar a los espartanos 600.000 modios (7,6 Kg. Equivalían a un modio) de trigo egipcio.
Egipto era rico en la producción de trigo y era uno de los motivos que había llevado en el pasado a los persas a ocupar Egipto, su producción de grano era de las mayores del mundo; también el faraón egipcio se comprometió a llevar pertrechos para la equipar a una flota de 100 naves de guerra.
Por desgracia, la expedición fue un fracaso, la flota egipcia que transportaba el equipamiento de las futuras naves de guerra espartanas y el grano de trigo, se aproximó a la isla de Rodas sin saber que se habían aliado con Persia recientemente, y el cargamento fue decomisado por el enemigo.
Arte del Antiguo Egipto
Esto no mermó la relaciones con los espartanos, ya que los egipcios no habían tenido culpa alguna; sin embargo, a Neferites I se le acabó el tiempo sin poder realizar grandes cosas, ya que falleció en el 392 a. de C.; pero a pesar de lo breve de su reinado, inició varios proyectos edificatorios, tales como un muro de cerramiento del templo de Amón en Karnak, acabado por sus sucesores.
Fue enterrado en la ciudad de Mendes, la cual había elegido como nueva capital del reino egipcio; los tres años siguientes fue un periodo extraño, ya que tres faraones accedieron por entonces al poder, siendo el último el que consolidó el poder bajo su persona.
La muerte de Neferites I hizo que dos bandos lucharan por el trono del faraón, uno liderado por un tal Mutis y otro hombre llamado Psammute; parece que al final fue Mutis quién salió vencedor en la lucha.
Sin embargo, su reinado apenas duró un año, por lo que poco hay que decir de su persona; en el 391 a. de C. accedió al trono un hombre llamado Acoris, ¿fue Mutis muerto por una conjura u otro tipo de muerte o por muerte natural?, no se sabe, lo que es seguro es que el anterior rival de Mutis, Psammute, no permaneció mucho tiempo ociosos viendo como un nuevo faraón tomaba el trono.
Psammute se alzó en rebelión contra Acoris y lo derribó del trono, pero Acoris no permaneció inerte ante este golpe, y en el año 390 a. de C. recobró el trono de manera definitiva.
Lo primero que hizo Acoris también conocido como Hakor, fue restablecer la calma en este periodo de tras años de anarquía que no beneficiaba al reino egipcio, luego se preparó para un periodo de gobierno que hizo resplandecer nuevamente a Egipto.
Pero comencemos por el principio en el reinado de Acoris, es magnífico gobernante reinó durante el periodo comprendido entre el (391 - 379 a. C.) fue, ¡quizás!, el faraón más importante de la dinastía XXIX de Egipto; desde luego, tuvo que batallar duramente para conservar la independencia adquirida recientemente por Egipto.
No obstante, tras la toma de poder, no había de momento ningún problema a la vista, los persas estaban ocupados en otros que aceres; sin embargo, Acoris sabía que esto podía ser pasajero, que en cualquier momento Persia estaría lo suficientemente tranquila para revolverse contra Egipto.
Esta antigua provincia persa, debido a su levantisco carácter, le había granjeado a los persas muchos problemas, y el hecho de devolverla a la antigua obediencia, ¡era un asunto de Honor!, los persas, quizá por amor propio, no podían consentir que los egipcios gozaran mucho tiempo de su independencia.
Cambises II de Persia, conquistador de Egipto
Por lo tanto, Acoris, sabiendo que sus fuerzas armadas eran insignificantes en comparación con las inmensas fuerzas que podían desplegar los persas, decidió explotar el arma diplomática.
Ya tenía establecidos acuerdos de alianza y amistad con Esparta, por lo tanto, decidió robustecer este tipo de acuerdos que más naciones griegas. Es este aspecto tuvo mucho éxito; firmó alianzas el rey de Salamina llamado Evagoras I, por aquel entonces depuesto de su cargo y en el exilio.
El faraón Acoris lo llevó de nuevo a Chipre en 387 a. C., ayudándole a recurar el trono y es posible, que este le sirviera como virrey de Egipto. Aunque quizá fue más valiosa la alianza establecida en el año 389 a. de C., con Atenas, poseedora de una gran flota de combate. Con la alianza de Esparta, Atenas y Chipre, Egipto no corría ningún peligro de ser atacada.
Pero Persia no permaneció inactiva, en el año 386 a. de C., firmó un tratado de paz con Esparta y otras naciones griegas; con ello, su rey, Artajerjes II, tenía allanado el camino para preparar su ejército para devolver a Egipto a la sumisión.
¡Pero Acoris no permaneció inactivo!, se preocupó de fortificar las fronteras del Delta del Nilo, sabedor de que un ataque terrestre persa forzosamente penetraría por ahí.
Para construir dichas fortificaciones, contrataron a un veterano general ateniense llamado Cabrias, así como también se hizo con los servicios de numerosos mercenarios griegos, aprovechando las sólidas relaciones que tenía con numerosos países del continente griego.
Fue toda una suerte para el faraón hacerse con los servicios de tan distinguido general; este había destacado en la guerra de Corinto (395 a. C. y 387/6) en el continente griego, distinguiéndose en Egina contra los espartanos en el año 388 a. C., a los cuales derrotó, posteriormente comandó la flota enviada en ayuda de Evagoras I, rey de Chipre, el cual estaba siendo acosado por los persas.
Durante dos años, del 384 a. C. y 382 a. C., Cabrias prestó unos valiosos servicios a la causa egipcia; fortificó el Delta del río Nilo acertadamente, por ejemplo en Pelusium, al norte del sistema de fortificaciones, este general construyó un impresionante castillo fortificado al que se llamó, “el Castillo de Cabrias”.
Aquí en Pelusium, el sistema defensivo era particularmente fuerte, el conjunto de canales y pantanos por donde pasaba el Nilo estaba excelentemente fortificado y eran defendidos por los mercenarios griegos de Cabrias.
Carro de guerra egipcio
Las obras defensivas de Cabrias fueron cruciales, ya que Artajerjes II tras restablecer un poco la calma en su reino, había vuelto los ojos al rebelde reino de Egipto; tras preparar un poderoso ejército, marchó este por tierra y tras atravesar el Sinaí, se acercó a las puertas de Egipto.
Durante dos años, del 385 al 383 a. de C. Artajerjes II atacó obstinadamente el Delta del Nilo lanzando una ofensiva tras otra, con el objeto de romper el sistema defensivo egipcio; tras ello, la conquista de Egipto era pan comido.
El ataque se concentró en las fortificaciones de Pelusium, y esto fue un error, ya que ese punto estaba sólidamente fortificado y defendido por los mercenarios griegos y tropas egipcias al mando de Cabrias.
El fracaso del ejército persa durante esos dos años sume a estos en el desconcierto. Esto es aprovechado por el rey Evagoas I, el cual, se hace con el control del mar que rodea su isla de Chipre y se alía con la ciudad de Tiro tomando sus zonas aledañas y parte de la región persa de Cilicia.
Egipto por su parte se lanza a la contraofensiva y logra tomar zonas de Palestina con poca resistencia por parte de los persas. También llegaron los egipcios a combatir contra los persas en zonas tan alejadas como la región de Cilicia, pero solo consolidó las conquistas hechas en la zona de Palestina.
Los persas reaccionan con prontitud, y tras el desconcierto inicial, preparan una ofensiva sin parangón para retomar la iniciativa el 381 a. de C.; con el apoyo de la flota persa y trasportando al ejército por mar, las fuerzas de los generales Orontes y Tiribazo doblegan a las del rey Evagoas I, el cual firma la sumisión de la isla al imperio persa.
Acto seguido le toca el turno a los egipcios, sin embargo la ofensiva se pospone unos años debido a que estallan distensiones en el imperio persa. Este periodo de calma fue aprovechado por Acoris para restablecer la riqueza y prosperidad en el reino egipcio.
Efectivamente, el comercio se restableció con gran fuerza, pero no solo el comercio interior, el exterior cobró gran fuerza también, preferentemente con los países aliados griegos y la zona del mar Egeo.
El oro empezó a fluir a las arcas estatales del faraón, hecho de mucha importancia para él, porque gracias a ello, podía iniciar un programa edificador en el reino con el que glorificar su nombre.
Ciudades y zonas como Karnak, Letópolis, Menfis, Elefantina, Medinet Habu y Saqqara se beneficiaron del programa de restauración y edificación de templos patrocinado por el faraón. También en esta época, se acuñaron las primeras monedas egipcias para pagar a los mercenarios griegos contratados en sus ejércitos.
Delta del río Nilo
En el año 379 a. de C., fallecía Acoris tras un reinado de 12 años; su reinado puede ser considerado como sumamente fructífero para el reino egipcio en todos los aspectos. Acoris demostró un gran temple a la hora de moverse en el plano diplomático, estableciendo solidadas alianzas con las potencias griegas para poder defender su reino.
A la hora de mayor peligro, durante el ataque persa a su territorio, supo hacerse con los servicios de un gran estratega como Cabrias, (en la que no esto exento la contratación de mercenarios griegos) los cuales prestaron unos grandes servicios en la supervivencia de su reino.
Después de pasado el peligro, restableció la calma en el reino, así como también la prosperidad en el país gracias a la potenciación del comercio interior y exterior; así como también realizando edificaciones por numerosas ciudades egipcias.
Tras su muerte dejaba un reino fuerte, solido y próspero y en relativa calma; por lo que con toda ley, se puede asegurar sin duda, que fue el mejor faraón XXIX dinastía de faraones.
Tras la muerte de Acoris fue sustituido por su hijo que reinó con el nombre de Neferites II; sin embargo su breve reinado de 4 meses supuso el fin de la XXIX dinastía egipcia.
La muerte de Neferites II se debió a un complot ideado por un tal Nectanebo, el cual ordenó el asesinato del nuevo faraón; era descendiente de Neferites I y debía ocupar una posición de privilegio en la Corte egipcia, por lo que su acceso al rango de faraón egipcio no debió ser obstáculo para tramar la conjura que supuso el derrocamiento y muerte de Neferites II.
Sin embargo el acceso al poder del nuevo faraón no debe ser visto como una desgracia para Egipto, ya que su gobierno fue acertado y dejó pruebas de ello durante su reinado, a pesar de que la mancha de asesinar al otro faraón nunca se le borrara de su sangriento acceso al poder.
Nectanebo I como fue coronado, puede ser calificado como el último gran faraón de Egipto, su preocupación en devolver a la prosperidad a su reino junto con una lucha encarnizada por mantener la independencia de Egipto de las acometidas persas, puede hacer que este calificativo sea apropiado a su nombre.
Su nombre egipcio (que no el que le darán los griegos) fue Jeperkara – Najtnebef, reinando durante el periodo (378-361 a. de C.); fue el primer faraón de la dinastía XXX, y sin duda el mejor de los tres faraones que formaron dicha dinastía.
Embalsamamiento en el Antiguo Egipto
Al poco de tomar el poder, los persas detuvieron de momento, el programa reformador que intentó impulsar en el reino; el rey persa Artajerjes II tenía una cuenta pendiente con los egipcios.
Solucionados, (al menos de momento) los problemas internos que acuciaban al imperio persa, había llagado la hora al rey persa de someter al díscolo reino egipcio, el cual le está causan más que problemas por su difícil sometimiento.
Sin embargo el faraón de Egipto Nectanebo I no está cruzado de brazos ante las maniobras del persa; el faraón se apoya en las sólidas fortificaciones de Pelusium y las que cubren el Delta del Nilo.
También astutamente, cuenta entre sus fuerzas con un buen número de mercenarios griegos y espartanos, ya que son pieza clave en el dispositivo de defensa egipcio.
El faraón no olvidó el sólido trabajo que el general ateniense Cabrias había hecho hacía unos cuantos años en Egipto, y en fecha tan señalada de sumo peligro, decide nuevamente contratarle.
Su labor en la restauración del sistema de fortificaciones creado por él unos años antes en el Delta del Nilo, favorece la defensa egipcia en la frontera con territorio persa.
Mientras los preparativos defensivos de Egipto se intensifican, con la sabia conducción del general mercenario Cabrias, los persas ultiman los preparativos para doblegar Egipto de una vez por todas.
El rey persa maniobra de manera inteligente, primero emprende una ofensiva diplomática contra los egipcios, Artajerjes II se encaminó, apoyándose en las excelentes relaciones que mantenía con Atenas, a presionar a ésta para que las fuerzas atenienses que militaban en el ejército Egipcio abandonaran el país.
Pero no solo eso, el rey persa logra que fuerzas atenienses sean incorporadas a la expedición persa al mando del prestigioso general ateniense Ifícrates; este compartirá el mando con el Sátrapa persa Tiribazo.
Sin embargo, nueva disensiones dentro del imperio persa obligan a aplazar la invasión de Egipto; pero una vez más, Artajerjes Logra dominar las disensiones y logra reconducir las muchas veces, aplazada invasión de Egipto.
Utilizando como bases de ataque Palestina y Fenicia, Artajerjes II realiza un formidable ataque naval y terrestre sobre la frontera norte de Egipto; la flota contaba con 300 naves y la fuerza terrestre con 200.000 hombres entre los que se incluían entre los que se incluían 20.000 mercenarios griegos, de ellos, 12.000 bajo mando de generales atenienses.
Escriba egipcio
Los persas al llegar a la frontera norte, en concreto a Pelusium, son detenidos por las fortificaciones egipcias, ya que aunque Cabrias había sido obligado a retirarse con sus mercenarios de Egipto por presión de Atenas, había concluido antes de irse los preparativos defensivos sobre el Delta del Nilo, lo cual fue muy importante en el esquema defensivo de los egipcios, ya que estos quedaron solos ante la furia persa.
También Cabrias se ocupó de entrenar convenientemente a las tropas nativas egipcias para que enfrentaran con garantías a las fuerzas persas, tremendamente superiores en número a las de sus oponentes y que ya no se beneficiaban de contar con gran parte de los mercenarios griegos.
Posiblemente algunos mercenarios de otras nacionalidades griegas permanecieron junto al faraón, pero estas fuerzas mercenarias eran escasas en número, sobre todo si las comparamos con las de sus oponentes persas.
Los persas al acercarse al Delta del Nilo comprobaron que Cabrias había hecho un buen trabajo, pero los persas contaban entre sus filas a un hombre similar, un mercenario griego llamado Ifícrates; este estudió con detenimiento las defensas egipcias.
El río Nilo desemboca en el mar egipcio por siete brazos, y en cada brazo se ha fundado una ciudad al lado con grandes torres en cada orilla de la corriente y puentes de madera que dominan su entrada.
Especialmente Cabrias había fortificado el brazo pelusíaco del río, porque es el primero que se encuentran aquellos que se aproximan desde Siria y parecía ser la más probable ruta para la invasión enemiga.
Cabrias cavó canales que conectaban con él, fortificó las entradas para los barcos en los puntos más adecuados, e inundó los accesos por tierra mientras que bloqueaba los accesos por mar con terraplenes.
Por ello no era fácil ni para los barcos entrar navegando, o para la caballería avanzar, o para la infantería acceder.
El estado mayor de Farnabazo, encontrando el brazo pelusíaco del río tan ostensiblemente fortificado y guarnecido por una multitud de soldados, rechazó completamente el plan de abrirse paso a través de él y decidió llevar a cabo la invasión por barco a través de otro brazo.
Efigie del faraón Acoris
En consecuencia navegaron a mar abierto de modo que los navíos no fueran detectados por el enemigo, e ingresaron por el brazo conocido como Mendesiano, que contaba con una playa que se extendía por un espacio considerable.
Desembarcando allí con tres mil hombres, Farnabazo e Ifícrates cargaron hacia el castillo fortificado junto al brazo.
Los Egipcios salieron con tres mil infantes y équites, y se entabló una reñida batalla, pero muchos hombres de sus barcos acudieron a incrementar el número de los Persas, hasta que finalmente los Egipcios fueron rodeados, muchos muertos, y no pocos capturados vivos; y el resto fue repelido en plena confusión hacia dentro de la ciudad.
Los hombres de Ifícrates chocaron violentamente con los defensores dentro de las murallas, tomaron posesión de la fortaleza, la saquearon y esclavizaron a sus habitantes.
Después de esto, de originó la discordia entre los comandantes, provocando el fracaso de la empresa.
Porque Ifícrates, sabiendo por los cautivos que Menfis la ciudad egipcia situada más estratégicamente, no estaba defendida, aconsejó navegar inmediatamente hasta Menfis antes que las fuerzas egipcias llegaran allí, pero Farnabazo juzgó que debían esperar a todo el ejército persa; porque de este modo la campaña contra Menfis sería menos peligrosa.
Cuando Ifícrates pidió que le fueran confiados los mercenarios que estaban cerca y prometió tomar la ciudad si los dirigía, Farnabazo sospechó de su temeridad y su arrojo temiendo que tomara posesión de Egipto para sí mismo.
En consecuencia cuando Farnabazo dio su consentimiento, Ifícrates protestó que si dejaba escapar la oportunidad, haría fracasar toda la campaña.
Algunos generales de hecho albergaban resentimiento contra él y procuraban lanzar injustas acusaciones sobre él.
Entretanto los egipcios, habiendo tenido tiempo suficiente para recuperarse, primero enviaron una adecuada guarnición a Memfis, y luego, avanzando con todas sus fuerzas contra el conquistado castillo en el brazo Mendesiano del Nilo y gozando entonces de una gran ventaja debido a la fuerza de su posición, entablaron constantes combates con el enemigo.
Ruinas de las fortificaciones de la ciudad de Buhen
Con una fuerza que se estaba incrementando mataron a muchos persas y ganaron confianza contra ellos.
Como la campaña en torno al castillo se prolongaba y los vientos Etesios ya habían llegado, el Nilo, que estaba creciendo e inundando toda la región con la abundancia de sus aguas, hizo que Egipto fuera cada día más seguro. Los generales Persas, como este estado de cosas constantemente actuaba en su contra, decidieron retirarse de Egipto.
El año 366 a. de C., señala como probable una nueva ofensiva persa, ya que los atenienses, nuevamente aliados con los egipcios no pueden prestarles apoyo, debido a que están en guerra; estos tendrán que lidiar solos con el inmenso poderío persa.
Pero nuevamente la suerte se alía con Egipto, en las satrapías de Asia Menor estallan las discordias y los enfrentamientos.
La rebelión es de grandes proporciones, la cual sume al imperio en un caos y deja al viejo Artajerjes II sin fuerzas para dominarla, y mucho menos para pensar en organizar una nueva expedición contra Egipto, lo cual da a esta nación un respiro necesario.
Al fin el faraón Nectanebo I obtiene el respiro necesario para emprender el programa de reformas que tenía pensado para el país y dotar a su economía del impulso necesario, no solo para mejorar la economía de sus habitantes, sino también para engordar las arcas reales.
Nuevamente el comercio con Grecia es restaurado con gran impulso y los efectos a corto plazo se hacen sentir en la economía del país, ¡desde luego cuando Persia no se inmiscuía en los asuntos egipcios, el país siempre tendía a recuperar su fuerza con rapidez!.
Uno de los puertos egipcios que contribuye a la afluencia de dinero a las arcas reales es Naucrátis; fundada en el siglo VII o VI a. de C., la ciudad, enclave griego para las relaciones comerciales con la Grecia continental, es un auténtico “Maná” en el sentido literal de la palabra.
Cedida por el faraón Psamético I debido a las relaciones comerciales que empezaron a realizarse con el mundo griego, (no solo comerciales, sino también militares, ya que será punto de encuentro de mercenarios griegos que quieran alistarse en las filas del faraón) se convertirá con el tiempo en una base de primer orden.
Hoplita griego
Aquí, comerciantes y militares griegos bajo bandera egipcia tendrán un punto de encuentro para tratar sobre sus inquietudes en la nación egipcia; la religión también tendrá cabida en el puerto: templos, deidades y demás parafernalia griega es construido en una ciudad portuaria, la cual que goza de una amplia autonomía de gobernó gracias a la aquiescencia del faraón.
Con el dinero obtenido de los impuestos, Nectanebo I puede iniciar las obras que desea realizar por el país, entre otras, toma gran impulso la restauración y construcción de templos en las principales ciudades egipcias preocupándose mucho de devolver a su antiguo esplendor al reino egipcio, amén de cuidar el comercio, (con los griegos de manera particular) y mantener relaciones diplomáticas con los principales países de la Grecia continental.
Sin embargo todo llega a su fin, y tras haber nombrado “Corregente” de Egipto a su hijo Teos en el año 363 a. de C., muere dos años más tarde Nectanebo I.
Poco se puede decir ya de nuestro protagonista, defendió al país de manera encarnizada, palmo a palmo incluso con los persas ya a las puertas de Menfis, ¡sin rendirse nunca jamás!; tras los años de peligro persa, supo aprovechar la paz para fortalecer económicamente el país potenciando el comercio y favoreciendo la construcción.
Con ello dejó a su hijo Teos y reino próspero y una nación en paz, con los persas rumiando su fracaso, pero imposibilitados de recuperar la antigua provincia persa por la fuerza.
Con tales hechos, Nectanebo I sin duda merece el título de “ultimo gran faraón de Egipto”, ya que unos años más tarde los persas recuperarán Egipto por la fuerza, y no volverá a recuperar la independencia hasta la liberación que Alejandro Magno efectuó sobre el país en el año 332 a. de C.
Sin embargo el nuevo Egipto, ya no será el de los antiguos faraones, sido el de una casta de gobernantes griegos a los cuales yo personalmente admiro, pero los cuales no puedo mezclar con la época de los faraones milenarios de origen nativo.
Para finalizar sobre Nectanebo I se rumorea según la tradición popular, (a la que no hay que prestar mucha atención) que después de conquistar Alejandro Magno Egipto en el 332 a. de C., este fue declarado hijo de Nectanebo I. "Él no murió en Egipto sino que escapó a Grecia donde llegó a ser el amante secreto de Olimpia, la madre de Alejandro”.
Nave egipcia
También la tradición transmitió que Nectanebo I era el último rey nativo de Egipto y el más grande de los magos, utilizando este poder contra sus enemigos, y que se disfrazó en forma de dragón, como el dios Zeus-Amón, para seducir a Olimpia, creyendo esta que Alejandro era el hijo de Zeus.
Nectanebo I enseñó al joven Alejandro astrología. Y se cuenta que Alejandro empujó accidentalmente a Nectanebo I, el cual murió al precipitarse en un gran hoyo.
Pero como dije anteriormente, todo esto es rumorología transmitida por la tradición popular del país; no hay pruebas fehacientes sobre estos hechos, solo el boca a boca se transmitió de esta manera, y sin pruebas, no hay que dar mucho peso a estos hechos.
Tras el próspero reinado del faraón Nectanebo I, llegó al poder su hijo Irimaatenra Dyedhor o Teos en el año 361 a. de C.; este había reinado los dos últimos años junto a su padre en una especie de “Corregencia”, ahora, con su padre muerto, llegó el momento de hacer realidad sus sueños.
Había estallado una sublevación entre varios sátrapas poderosos contra el rey persa Artajerjes II, los cuales gobernaban las satrapías de Asia Menor; la rebelión era seria, el rey persa estaba demasiado agotado, aparte de que era ya muy anciano para tener fuerzas para aplastar la rebelión, por lo que para ahogar esta rebelión tuvieron que pasar varios años y ser otro rey el que se encargara de devolver a las antiguas satrapías al redil.
Teos ya había dado vueltas durante la corregencia con su padre, el hecho de recuperar los antiguos protectorados egipcios de Canaán y Siria; ahora era el momento propicio.
Con las satrapías de Asia Menor en rebelión y siendo imposible de momento recuperarlas, las fuerzas persas no podrían hacer nada con el proyecto de Teos de recuperar las antiguas posesiones egipcias.
Teos se encontraba de pensar en cómo rechazar la ofensiva persa (la cual fue frustrada por la rebelión de las satrapías) a cómo recuperar territorios perdidos. De inicio pactó Teos alianzas con el rey persa Agesilao II de Esparta y con Atenas, como posibles aliados poderosos a los que convenía tener de su lado para su futuro proyecto.
Nomos (o provincias) del Alto Egipto
¡El faraón Teos decidió aprovechar la oportunidad que se presentaba!; organizó una poderosa fuerza expedicionaria, preparada con todo esmero por el faraón; aparte de las fuerzas nativas, contaba con el concurso de sus aliados atenienses y espartanos en calidad de fuerzas mercenarias.
Esparta envía al veterano rey espartano Agesilao y a 1.000 (posiblemente) espartiatas; Atenas por su parte envía al general Cabrias con 10.000 hoplitas.
Parece que el faraón Teos tenía dificultades en reunir el dinero, y el mercenario Cabrias le dio la idea de cómo conseguirlo:
- Imponer pesadas cargas a los templos.
- Más tasas al comercio, talleres, etc…
Gracia a estas recetas, la expedición logró recaudar el dinero suficiente para poder financiarse con éxito y seguir con la empresa del faraón.
Las tropas terrestres fueron puestas al mando del rey espartano Agesilao II y el general Cabrias, (el cual había prestado tiempo antes como mercenario innumerables servicios a la nación egipcia, la cual le estaba muy agradecida al líder mercenario) comandaría la flota creada por Teos, compuesta por 200 naves.
Teos también estableció contactos diplomáticos con uno de los sátrapas rebeldes, llamado Orontes; esto formaba parte de su estrategia, el que la rebelión de los sátrapas persas estuviera muy activa mientras él dirigía la expedición hacía Fenicia y Siria.
Desgraciadamente para el faraón Teos, el precio de los mercenarios griegos, la flota etc., en definitiva, la expedición en su conjunto, ¡fue muy grande!; dicho pago solo pudo sufragarse a costa de saquear el oro existente en los templos del país, con lo cual contó en adelante con la enemistad de la clase sacerdotal.
Posiblemente Teos prometiera con el botín obtenido restituirles las riquezas, ¡aumentadas con intereses!, pero esto parece que no contentó a los quisquillosos sacerdotes, cuyas riquezas fueron entregadas de mala gana.
¡No estaban dispuestos a jugarse sus riquezas a una empresa incierta!, y solo las cedieron por presión del faraón; este acto, fue algo que pagaría lamentablemente más tarde Teos.
Faraón Neferites I
El oro conseguido fue utilizado para acuñar moneda con la que pagar a los mercenarios griegos, hecho este que fue la primera vez que ocurrió en el Egipto de los faraones.
El año 360 a. de C. fue el del inicio de la ofensiva de Teos; su hermano llamado Tyahapimu se quedó en calidad de regente del país, ya que con la expedición marchó Teos en calidad de comandante supremo.
Los ejércitos egipcios entraron en Palestina sin apenas resistencia por parte de los persas; el problema surgió cuando se iba a iniciar la ofensiva contra la región de Siria.
El hermano del rey Teos aprovechó la ausencia de su hermano para coronar a su hijo con el nombre de Nectanebo II con el apoyo de los sacerdotes egipcios.
Es muy probable que aquí el oro persa tuviera mucho que ver en la rebelión. Artajerjes II no podía militarmente hacer nada ante la ofensiva egipcia, pero podía producir disensiones en su retaguardia egipcia con el abundante oro del que disponía.
Efectivamente, sobornando generosamente al hermano de Teos, a su hijo y probablemente también a la clase sacerdotal de Egipto, (la cual había sido esquilmada por Teos) logró sin un soldado persa, detener el ataque egipcio.
En Palestina tuvo noticias Teos de la rebelión en su país, ordenó a Agesilao II abortar dicha rebelión con sus fuerzas, pero este le contestó que había sido contratado para luchar contra los persas, no contra los egipcios. Pero esto era una escusa, secretamente había pactado con el nuevo faraón su apoyo a cambio de 200 talentos.
Teos contó con el apoyo de la flota de Cabrias, pero no con el ejército terrestre de Agesilao II, lo cual fue determinante, ya que el ejército terrestre era la pieza clave de la expedición; con el rey espartano ofreciendo su apoyo al nuevo faraón, vio Teos que no solo era imposible retomar su propia corona, sino que su posición no era segura para salir con vida del asunto.
Así que procedió a abandonar y marcharse al exilio a la corte de Artajerjes II, donde este fue muy bien acogido, ya que su el rey persa si en un futuro retomaba la conquista de Egipto, podía serle muy útil tener en sus manos un antiguo faraón.
Tyahapimu puso en el trono a su hijo, el cual fue llamado Nectanebo II, el gobierno de este faraón fue muy saludable para el país, aunque tuvo dificultades, ya que los persas no se resignaban a ver perdido Egipto.
Infantería egipcia
El nuevo faraón se llamaba Senedyemibra – Najthorhabet o Nectanebo II, este faraón gobernó durante el periodo 359-341 a. de C.; su actuación dentro de su mandato, fue todo lo digna que las condiciones reinantes le ofrecían.
El rey buscó la protección de los dioses ante el poder de los persas, muchos templos fueron construidos o restaurados, más de un centenar de edificios muestran evidencias de sus atenciones personales.
Respecto a los beneficios económicos que pudiera obtener el reino gracias al comercio y otros elementos de riqueza, durante el gobierno de Nectanebo II fueron más que discretos, ya que los persas no despreciaron ocasión para recuperar Egipto, con lo que poco tiempo hubo para restablecer la prosperidad del reino, la cual fue entorpecida en demasía.
En el principio de su reinado, Nectanebo II tuvo que hacer frente a una rebelión interna dentro de sus filas; concretamente en la región de Mendes, se levantó la bandera de la rebelión, sita al Este del Delta del río Nilo.
Pero todavía estaba en el país las fuerzas mercenarias griegas comandadas por Agesilao II de Esparta, el cual se encargaría de derrotar a los revoltosos pacificando la zona, fue el último triunfo militar de este rey espartano, ya que pocos meses después moriría.
En el año 358 a. de C., subía al poder en Persia un gobernante fuerte llamado Artajerjes III, cuyo gobierno momentáneamente era devolver al redil a las satrapías rebeldes de Asia Menor, pero nadie dudaba de que cuando esto se produjera caería sobre Egipto con fuerza.
Poco pudo gobernar en paz Nectanebo II, ya en el año 350 a. de C., Artajerjes III estaba en condiciones de devolver a Egipto a la condición de una satrapía persa.
Pero la expedición se saldó en fracaso; aunque los persas atacaron con valentía, las fortificaciones de Pelusium (que fue la zona atacada) se tornaron otra vez impenetrables al ejército persa.
También conviene señalar que la vanguardia del ejército egipcio, conformada por mercenarios atenienses y espartanos, demostró ser una formación sumamente rocosa, contra la que se estrellaron los ataques persas.
Restos de las fortificaciones egipcias de Pelusium
Las consecuencias del fracaso persa fueron importantes, en cuanto la debilidad del ejército persa se tornaba débil, alguna satrapía lo aprovechaba para revelarse, como fue este el caso.
Fenicia y la isla de Chipre se sublevan, la región de Cilicia parece considerar seriamente la rebelión. El faraón sabía perfectamente que una nueva ofensiva persa era solo cuestión de tiempo, salvo que las rebeliones exteriores lo mantuvieran ocupado como para evitar que preparara una nueva expedición contra el país.
A este respecto dedicó todas las energías que le permitieran su tesoro real. Inició una maniobra dilatoria que entretuviera a los persas. Por aquel entonces el faraón tenía como líder de los mercenarios a un general muy experimentado llamado Mentor, proveniente de la isla de Rodas.
Mentor recibió del faraón una fuerza de 4.000 mercenarios griegos, la cual se dirigió a la ciudad rebelde de Sidón, en lo que hoy es el Líbano. En el año 346 a. de C., las fuerzas persas marchan contra la ciudad y se enfrenta a las de Sidón al mando del rey Tennes y las egipcias capitaneadas por el mercenario Mentor, las cuales vencen a los persas en la batalla subsiguiente.
Artajerjes III pone en marcha ante el fracaso de su maquinaria militar, el juego del soborno; tiene planeado dentro de poco realizar una nueva expedición a Egipto, para la cual necesita hacerse con el mayor número posible de mercenarios griegos, Mentor, que en el pasado había prestado servicios al rey persa, le soborna para que se pase a sus filas.
Mentor que además de un líder mercenario es un oportunista, sabe perfectamente que permanecer al servicio del faraón egipcio solo le acarreará su destrucción o derrota, (con la pérdida de prestigio para su carrera militar) ya que el poder persa es inmenso, a pesar de algunos fracasos de sus ejércitos.
Por lo tanto decide poner su espada y sus fuerzas al servicio del rey persa. Artajerjes III tras doblegar la resistencia en Fenicia y restablecer la calma en todo el imperio persa, preparó una nueva expedición contra Egipto, la cual esperaba que doblegara a las fuerzas egipcias de una vez por todas.
A la misma destinó unos medios poderosos, una flota de 300 naves y un ejército de 300.000 hombres, como líder de los mercenarios griegos al servicio de los persas estaba el mercenario Mentor. Era el año 343 a. de C., la batalla se dio nuevamente en las fortificaciones de Pelusim.
Pintura egipcia
Aquí Mentor jugó un papel destacado, la batalla en sí fue muy denodada, con soldados griegos del bando persa luchando contra soldados griegos del bando egipcio.
Pero finalmente fueron los persas fueron los que inclinaron a su favor la batalla; con la conquista de las fortificaciones de Pelusium, el sistema defensivo egipcio saltó por los aires, ya que tras las fortificaciones del Delta del Nilo no había otras posteriores que pudieran detener a los persas.
El faraón Nectanebo II marchó a Menfis, pero los persas no tardaron en llegar allí, concretamente en el año 341 a. de C., por lo que tuvo nuevamente que salir huyendo internándose en la región de Nubia en el actual Sudán. Allí permaneció el faraón, ya que los persas no intentaron conquistar aquella región quedándose por la región de Menfis y sus zonas aledañas.
Con esto se podía dar por finalizada la permanencia en el trono egipcio de un faraón de sangre nativa; de Nectanebo II solo quedó el hecho de que fue el primer y único faraón, que acuñó en sus monedas de oro símbolos jeroglíficos.
El fin del reinado de los faraones milenarios daba a su fin, ya que años después los faraones volvían a ejercer el poder en Egipto, con el imperio persa ya absorbido por Alejandro Magno.
Pero las dinastías reinantes en Egipto, con la primera formada por el antiguo general macedonio llamado Seleuco I, fueron de origen macedonio o griego, pero este trabajo versaba sobre la dinastía de los faraones milenarios de sangre nativa egipcia, y esta dinastía en el año 341 a. de C., tornaba a su fin, sin un retorno posible en el futuro.
Aunque también circuló un relato apócrifo, basada en una pseudo-novela histórica de Alejandro Magno, en la cual, se detalla otro fin a Nectanebo II. Retrocediendo un poco en los hechos, fue cuando a Alejandro Magno le fue confirmada cuando era niño, su divinidad por el oráculo de Zeus Amón.
Según un rumor que se inició, se afirmaba que Nectanebo II no viajó a Nubia, sino a la corte de Felipe II de Macedonia disfrazado de egipcio mago.
Allí, mientras Filipo II se encontraba en campaña, Nectanebo II convenció a su esposa Olimpia de que Amón iba a venir a verla a ella y que sería el padre de su futuro hijo. Nectanebo, disfrazándose como Amón, se acostó con Olimpia y de su fruto llegó el futuro Alejandro Magno.
Mujer del Antiguo Egipto pintándose
Este mito se mantuvo y potenció entre los egipcios, ya que era muy atractivo para ellos, ya que deseaban la continuidad de su milenaria herencia, a la par que albergaban una fuerte aversión a la dominación extranjera persa.
Pero repito nuevamente, este es un relato dudoso, pero que fue muy popular en su tiempo, y ¡porque no!, ¡quién sabe si fue real!.
Con el fin de Nectanebo II se podía decir que la época de los grandes faraones había puesto fin a un reinado de faraones que pudo haber sobrevivido más de 3.000 años; pero antes de acabar, si me permitís, haré una pequeña referencia a un hecho extraño.
En el año 338 a. de C., el rey persa Artajerjes III fue muerto por envenenamiento por el visir persa llamado Bagoas; este eunuco reunía bajo su poder, tal poder que solo el rey persa estaba por encima de él.
Parece que decidió dar un paso más y declararse amo y señor del imperio. Por supuesto, como era eunuco no podía detentar el poder, así que entró en el trono persa un hombre de su elección llamado Arsés, hijo de Artajerjes III.
Era joven y pensó Bagoas que le utilizaría a su antojo, sin embargo, Bagoas tenía muchos enemigos en la Corte persa y estos convencieron de que Arsés apartara a Bagoas del gobierno, el mismo rey persa ya estaba empezando a cansarse de las directrices que le daba el eunuco y deseaba gobernar por su propia voluntad.
Pero Bagoas se antepuso a la maniobra de Arsés y como a su padre, también lo envenenó en el año 336 a. de C.; puso en el trono a un tal Darío, que fue coronado con el nombre de Darío III.
El eunuco había elegido a un hombre que no tenía mucho que ver con la Corte persa, tenía línea directa lejana con la familia persa, lo cual no le hacía un asiduo de la Corte y un candidato para ser gobernado con facilidad.
Pero enseguida el nuevo gobernante empezó a reinar a su propio criterio, pasando por encima de Darío, así que Bagoas eligió eliminarle del mismo modo que a los anteriores dos reyes.
Sin embargo esta vez el eunuco se encontró con que el rey estaba prevenido del envenenamiento que Bagoas intentaba realizar en su persona, así que cuando Bagoas le ofreció una bebida, el rey persa le ordenó que él mismo se la bebiera, con lo que cayó fulminado por el potente veneno.
Aunque oficialmente con Nectanebo II se acabó el reinado de los faraones, consta que cuando la crisis del año 338 a. de C. en que Bagoas envenenó a Artajerjes III, Egipto nuevamente aprovechó este momento de debilidad para levantarse contra sus odiados amos.
Hoplita griego
El hombre que capitaneó el levantamiento fue un tal Jababash o Khabash con el apoyo de su hijo y de los sacerdotes del templo de Amón en Menfis; su nombre faraónico era Senen-setup-en-Ptah (Imagen escogida de Ra) y se consideró así mismo, señor de las dos tierras, lo cual da a entender que gobernaba en todo Egipto, aunque de esto último hay serias dudas.
Su origen paree que tampoco pone a nadie de acuerdo, unos especulan que fue un Sátrapa rebelde y otros debido a su extraño nombre, le otorgan un origen Libio, árabe o nubio, ¡posiblemente nunca se sepa la verdad!.
Es seguro que Jababasha dominaba Menfis y el oeste del Delta del río Nilo, pero no es seguro que su poder se extendiera a todo el Valle del Nilo, y que tal vez fueran las guarniciones persas del sur del reino egipcio, y no la temida flota persa que enviara Darío III, lo que llevó a su reino a su fin.
Parece que Jababasha estuvo estudiando el norte del Delta para prevenir una posible invasión persa; había ido allí para examinar los pantanos y cada una de las ramificaciones del río que se adentraba en el mar para ·alejar a la flota asiática de Egipto".
Egipto resultaba difícil de atacar: el mar aparecía rodeado de largas dunas de arena, y su interior lo ocupaba una tierra pantanosa sembrada de papiros. La invasión por barco requería navegar a lo largo de uno de los brazos del Nilo, y las fuerzas pesas ya habían caído en desgracia más de una vez en el Delta. La esperanza que tenía Jababash de prevenir que los persas recuperaran su poder residía en el control de los pantanos y las dunas.
Durante el invierno del 336/35 a. de C. parece que Darío III envió una flota que logró hacerse con el control de Egipto, por lo menos hasta Menfis; por lo que su reinado sobre Egipto paree que se redujo a tres años.
Consta que en el año 330 a.C. , Jababash encabezó una invasión en el reino de Kush (Nubia) y que fue derrotado por el rey Nastasen; hay un grabado, en una estela en el museo de Berlín, que muestra tal suceso.
El rey nubio Nastasen se jactó de tomar un considerable botín que incluía numerosos barcos.
Sin embargo todo lo relacionado sobre Jababash parece que está envuelto en brumas y sobre su reinado hay mucho de cuento y poco de realidad; quizá como no se le tomó como faraón, su estudio no fue interesante aunque quizá con ello, le da un toque de intriga a un hombre sobre el que se especula seriamente si se le puede considerar faraón o no.
En términos oficiosos, se le puede califica a Jababashr como el último hombre que intentó gobernar Egipto entre gente de originaria de Egipto o de su zona de influencia, ya que los gobernantes posteriores fueron de origen macedonio, con Alejandro Magno a la cabeza.
Faraón Nectanebo I
Autor: eljoines
Bibliografía:
- Satrapa1.
- http://www.viajaraegipto.es/foro/.
- http://egiptomaniacos.top-forum.net/forum.
- “Los egipcios” de Isaac Asimov”.
- Historia de la Edad Antigua
- Acoris
- Amirteo
- Artajerjes II
- Nectanebo I
- Antigua
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Este repaso sobre los estertores de la independencia egipcia, lo parovecho para reflexionar sobre lo que escribes en el artículo acerca de que Artajerjes en ciertos períodos no tenía capacidad de enviar un ejército contra los egipcios, a pesar de tener un vasto imperio, conmuchos recursos humanos, más bien los persas prefrerían emplear el método del oro. Para un gobernante que seguro podría levantar soldados por doquier, no pudiera conjurar o al menos atacar esas rebeliones¡
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Hasta que finalmente Afarango, se toparon con Alejandro Magno, que ni con 10.000 talentos y la mitad Occidental del imperio persa se dejaba sobornar, ¿para que, si podía obtener todo el imperio y 180.000 talentos en toda la campaña?.
saludos