Su nombre completo era Flavius Heraclius Augustus, nació en la región de Capadocia en el año 575 y murió en Constantinopla en el 641, su padre se llamaba también como él, Heraclio, y su madre Epiphania. Pasó su juventud en África, ya que su padre estuvo destinado allí, siendo gobernador del “Exarcado de Cartago”.
Era este uno de los cargos de máxima responsabilidad en el imperio bizantino, ya que le otorgaba en aquellas latitudes, todo el poder civil y militar, era como una especie de Virrey, cargos como ese, solo se otorgaba a personas de total confianza por parte del emperador, y esto era precisamente lo que el padre de Heraclio gozaba por parte del emperador bizantino.
Soldados bizantinos del siglo VI y VII (imagen derecha)
Heraclio también fue conocido en áfrica con el sobrenombre de “Heraclio el joven”, para distinguir a su padre, también llamado Heraclio pero que tenía por sobrenombre “Heraclio el viejo”, este ilustre soldado de origen armenio se había ganado el respeto y el aprecio del emperador durante las guerras que sostuvo contra los persas en la década del 590 bajo el dominio del emperador Mauricio, y este le recompensó más tarde con el Exarcado de Cartago, por lo que pasó su juventud en tierras africanas.
Se desconoce su carrera militar, pero quizá como hijo de un general, fue ascendiendo poco a poco en la escala de la oficialidad, alcanzando con el tiempo puestos de mayor responsabilidad. Estamos en el año 608 cuando se desencadenan unos acontecimientos importantes en la vida de Heraclio, pero que obligan también a retroceder unos años.
Heraclio el viejo gobernaba en el Exarcado de Cartago con mano diestra, gobernaba en una tierra próspera que había recuperado el vigor de antaño, rica en aceite de oliva y trigo además de otros productos, hacía que su comercio fuera fructífero a la par que sus cosechas excelentes, por lo que esto unido a un prudente gobierno, hacía que fuera muy popular entre sus habitantes. En estas estaba cuando se enteró de la terrible noticia de que el emperador Mauricio había sido derrocado por un oficial bizantino llamado Focas.
Y no solo eso, el tal Focas que ostentaba el grado de centurión había ordenado el asesinato del emperador y toda su familia, para que nadie se le opusiera en su intento de ser proclamado emperador, acto que consiguió ya que atenuaba en si un carisma innato que logró agrupar en su entorno a los descontentos del emperador Mauricio, ¿Por qué se había producido esta rebelión?, ¡vayamos a ello!.
El gobierno del emperador Mauricio no había sido un camino de rosas, había batallado duramente contra numerosos enemigos, eslavos, gépidos, ávaros y persas jalonaron numerosos combates de los que no siempre salió victorioso, pero a los que opuso sus grandes dotes como general. Lo malo es que esto también hizo que las mermadas arcas del tesoro se resintieran considerablemente, con lo que tuvo que aplicar economías en muchos sitios incluido en el sueldo de los soldados, con el consiguiente descontento entre la tropa.
En torno al año 600 se produjo un suceso en los Balcanes que fue el detonante de la rebelión militar, la tribu de los ávaros tenía en poder suyo a 12.000 soldados bizantinos, y exigió un rescate por ellos, Mauricio con las arcas esquilmadas por las frecuentes guerras se negó al pago, por lo que los ávaros procedieron a masacrar a tan improductivos cautivos, sabiendo que no podían generar beneficio alguno. Esto causó un enorme malestar entre la tropa, ¡ya sabían lo que les esperaba si caían prisioneros de los ávaros!.
Esto unido a que los soldados ya estaban cansados de tanta lucha y que el causante de todo ello era Mauricio, hizo que las tropas acantonadas en sus cuarteles de invierno en el río Danubio en el invierno del 602, a la espera de, ¡quizá!, una nueva campaña primaveral, hizo que se exaltaran los ánimos ya de por sí muy tensos, explotando todo en una gran rebelión, la cual el astuto Focas supo encauzar en su persona, cuyo primer acto fue dirigirse velozmente a Constantinopla para tomar desprevenido al emperador y acabar él y con toda su familia.
De todo esto fue informado Heraclio el viejo, ante lo cual estudió seriamente la situación de manera calculada llegando a la siguiente conclusión, ¡había que esperar!. Intentar un derrocamiento del nuevo emperador era imposible, ¡ahora no!, él era el que les había salvado de las constantes guerras a las que les había enviado Mauricio, y sustituir a su salvador por un militar de la misma condición que Mauricio no habría sido tolerado por los soldados bizantinos.
No obstante Heraclio el viejo jugó sus bazas, en el Exarcado de África gozaba no solo del poder civil y militar, sino también con el apoyo de la población, un poder casi total, por lo que el nuevo emperador no osó destituirle, ¡aunque le hubiera gustado poner a alguien de su confianza en lugar del viejo general!, además este sabía que había sido leal al 100 % al anterior emperador, y que por el contrario, solo le obedecía a él, de manera hosca, ¡pero así estaban las cosas!.
Ilustración que muestra la entrada triunfal de Heraclio en Constatinopla. Muestra dos soldados bizantinos, en medio en uniforme de parada Heraclio (imagen izquierda)
Heraclio el viejo tenía que esperar a que la fruta madurase, esperar a que el nuevo emperador cometiera errores de bulto, y él estaría presto para salta cuando la ocasión se presentara favorable. Además, sus fuerzas militares aunque excelentes no eran muy numerosas, los cálculos para el año 559 arrojaban la cifra de 15.000 hombres, y en los años de Heraclio, puede que la cifra fuera de similares características, para enviar a Constantinopla un contingente militar poderoso que derrocase al emperador tenía que hacer un acopio de soldados que ahora mismo no podía hacer.
Otra prueba de la hostilidad que Heraclio manifestaba al nuevo emperador era que durante su reinado, en el Exarcado de Cartago, no se emitió moneda bizantina con la efigie de emperador Focas. También aunque se mantuvo contacto con la metrópoli, Heraclio afianzó su poder de manera más estrecha que con el emperador Mauricio, de manera que casi se podía decir que el Exarcado de Cartago, era una región independiente del imperio bizantino.
El gobierno de Focas podía haber dado cierta paz al imperio, pero lo cierto es que el nuevo emperador gobernó con un despotismo y crueldad inimaginables, ahogando en sangre toda la oposición en su contra, cuya víctima primera fueron los colaboradores del emperador Mauricio, siguiendo después contra toda persona que siquiera le mirara de mala manera, provocando en la corte de Constantinopla un clima irrespirable de tensión y angustia que se propagó por todo el imperio.
Para colmo de males, los enemigos de imperio, los persas y los ávaros en particular, viendo que el imperio ya no estaba en manos de un gobernante acertado, sino en manos de un bobalicón, tantearon las fronteras para ver como reaccionaban los bizantinos.
Mapa del Imperio Bizantino en tiempos de Heraclio (imagen superior)
Por desgracia, Focas, fue tan cruel con sus oponentes, como inoperante con los enemigos de Bizancio, así que el astuto rey persa Cosroes, aprovechó la ocasión para invadir las fronteras de Oriente por la región de Anatolia sin casi oposición, mientras que eslavos y Avaros realizaban operaciones de devastación en los Balcanes también con poca resistencia bizantina, todo esto bajo la mirada del inoperante Focas, sin que hiciese nada al respecto.
Estamos en el 608 cuando Heraclio el viejo se dispone por fin a dar el golpe de timón, el descontento en el imperio es generalizado, y aunque Focas cuenta con apoyos, Heraclio se siente (después de realizar los preparativos necesarios) con fuerzas para derrocar al tirano y de paso, vengar a Mauricio, por el que sentía respeto y aprecio. El no partirá con la expedición que marchará a Constantinopla, está demasiado mayor para una empresa de ese auge, además alguien tiene que proteger el Exarcado de Cartago si las cosas fallan.
En ese caso, proclamaría la independencia del Exarcado de Cartago, contaban en la zona con los recursos para subsistir y defenderse con total garantías para él y sus conciudadanos, ¡pero esto solo sería en el peor de los casos!, tenía plena confianza en esta expedición, ¡tenía santa base!. Aquí es donde nuestro Heraclio, “Heraclio el joven”, entra en escena gozando de la plena confianza de su padre, el cual le pone al mando de la expedición.
Heraclio el viejo, sabedor de que en Constantinopla la situación está que arde, en un alarde de astucia da un golpe de importancia para tambalear a Focas de su trono, procede a retener en el puerto de Cartago el envío regular de trigo que hacía que los habitantes de la capital estuviesen bien alimentados y obedientes al emperador. Esto produjo que pronto, al no tener unas reservas trigueras adecuadas, empezase a hacer acto de aparición el hambre en la Capital, corriendo el suceso como reguero de pólvora por las regiones circundantes y provocando el descontento general en la capital bizantina.
Focas estaba furioso, pero eso era lo único que podía hacer, ¡enfurecerse!, ya que adoptar cualquier tipo de iniciativa que propiciase el aplastamiento de cualquier rebelión militar o hacer frente a los enemigos que invadían sus fronteras estaba fuera de su capacidad.
El solo podía garantizar al 100% la fidelidad de la capital o ahogar cualquier sedición en la misma, ¡pero nada más!, y con el acto de Heraclio el viejo, esta misma estabilidad estaba en trance de desaparecer. Mientras tanto en el imperio se sucedían los desastres, los persas invadían ya de manera generalizada las fronteras orientales sin práctica oposición, Siria, Armenia, Egipto eran ocupadas y devastadas sin piedad mientras Focas no hacía nada al respecto.
Heraclio el viejo, con las tropas a su mando y las que pudo reclutar e instruir (el elemento romano civil en áfrica fue un componente muy valioso para nutrir las fuerzas romano-bizantinas del Exarcado de Cartago) en el Exarcado, fueron enviadas en dos frentes. Una expedición partió para asegurar las regiones orientales del África bizantina; Tripolitania, Cirenaica y Egipto.
Jinete ávaro siglo VI (imagen derecha)
Las dos primeras provincias fueron de fácil conquista, sus elementos se pasaron a los dos generales de Heraclio, Nicetas y Gregorio, pero Egipto opuso resistencia, a pesar de que también contaron con gente a favor de los rebeldes, en particular las fuerzas de un general llamado Platón, y que fueron apoyadas por un oficial llamado Bonakis, el cual fue enviado por Nicetas en avanzada para apoyar a los rebeldes y al mando de unos 2.000 hombres.
Estos hechos provocaron una guerra civil en Egipto, ya que el gobernador de Egipto ofreció resistencia, pero parece que fue derrotado en las orillas del río Nilo, cerca de
Alejandría. La llegada de Bonakis fue vital, ya que su presencia sirvió para que la rebelión triunfara en Egipto y también en la zona de Palestina, sin contar con que de paso se apoderó de la estratégica ciudad egipcia de Alejandría.
Parece que la rebelión triunfaba en todo su apogeo, los rebeldes se hacían con todo Egipto poniendo en manos de Heraclio el viejo el control de toda el África del norte en su poder, pero en Siria, un general llamado Bonosos, fiel aliado de Focas, ¡todavía tenía algo que decir!. Partiendo de Cesaría Marítima, la base del ejército Bizantino en esa provincia, y con una fuerza poderosa, marchó hacía Egipto para restablecer el control y de paso, arrasar con todo al que se le opusiera.
Actuando de manera despiadada y para escarmentar a la gente, allá por donde pasaba, colgaba a todo sospechoso de confraternizar con los rebeldes. Los rebeldes de Egipto, Platón, Bonakis y algunos más se opusieron a Bonosos, en espera de la llegada de las fuerzas de Nicetas y Gregorio, pero fue demasiado tarde, inferiores en número, fueron aplastados y hechos prisioneros por Bonosos, el cual los ejecutó tras horribles torturas.
El general Nicetas que formaba parte de las unidades militares enviadas por Heraclio el viejo llegó primero a Egipto, pero se vio sorprendido y empujado a ciudad marítima de Alejandría por las fuerzas de Bonosos, el cual, procedió a asediar la ciudad. No obstante, Nicetas no se arredró, y con sus fuerzas y todas las que se hallaban en la ciudad, se defendieron de manera enérgica, apoyados también por los muros de la ciudad.
Bonosos intentó en vano expugnar la ciudad, toda la población civil y militar apoyaba a Nicetas, defendiéndose vigorosamente de sus tropas, ¡es más!, Nicetas viendo que su oponente no podía entrar en la ciudad, ¡de manera osada!, se dedicó a realizar salidas en la ciudad con el ánimo de hostigar a las tropas de Bonosos, las cuales realizó de manera brillante y desmoralizadora para el enemigo.
Bonosos vio que con el tiempo la cosa se degradó en su contra. No podía tomar la ciudad, el enemigo efectuaba salidas de la ciudad con fortuna, haciendo de paso que sus soldados no vieran el resultado tan claro, por lo que empezaron a menudear las deserciones en su bando.
De resultas se encontró con la alarmante disminución de sus tropas, esto no ofrecía nada bueno para él, así que, ¡decidió tirar la toalla!, embarcó en un barco dejando a lo que quedaba de sus tropas, y se dirigió a Constantinopla para informar a Focas de lo sucedido, (previamente había intentado desembarcar en Palestina, pero fue rechazado habida cuenda de la crueldad con que se manejó allí recientemente en su paso a Egipto) allí se encontró con que la rebelión también había estallado en la ciudad, si bien con poca fuerza, esto le hizo comprender que dicha rebelión, había alcanzado grandes proporciones.
Tras el afianzamiento definitivo de la zona africana para Heraclio el viejo, su hijo, Heraclio el joven, tras una emocionada despedida, partió en una expedición marítima desde Cartago, para desembarca en Constantinopla, y dar el golpe de gracia al tirano llamado Focas. La componían varios millares de hombres, y se la jugaban el todo por el todo a una baza, en la esperanza de que la capital los acogiera relativamente bien, porque de lo contrario, la expedición estaba condenada al fracaso.
Guerreros árabes del siglo VII (imagen izquierda)
La flota de Heraclio el joven enfiló camino de Constantinopla en la primavera del 610, pasando por las islas de Malta, Sicilia y Creta llegando al puerto de Tesalónica, ya en el continente en el verano, situado al sur de Constantinopla, aquí recibió el refuerzo para sus tropas de algunos milicianos de la ciudad descontentos con Focas. Allí Heraclio planeó la estrategia a seguir donde además tuvo la noticia de que Focas había despachado una gran flota para retomar la ciudad de Alejandría. Esto animó mucho a Heraclio, ya que le permitía realizar un desembarco en la capital sin oposición naval, aunque era consciente de que había numerosas tropas de Focas en la ciudad, ¡pero tenía confianza en el éxito de la expedición!.
Cerca de Ábidos tuvo alguna escaramuza sin importancia con alguna flotilla leal a Focas, pero sin relativa importancia, dada la mayor envergadura de su flota, tras desembarcar, y tomar algunas fortalezas cercanas al estrecho que dominaban a Constantinopla, en particular Heraclea y Cizico, procedió a marchar por tierra a Constantinopla. Cerca de Constantinopla, se encontró con un grupo de senadores fugitivos de la ciudad, habida cuenta del caos que dominaba la ciudad.
Las fuerzas de Heraclio se encontraron en las afueras de la ciudad con el ejército de Focas el 3 de octubre, estos últimos estaban listos para hacer frente a los rebeldes. El enfrentamiento podía tener consecuencias impredecibles para los expedicionarios, ya que los hombres de Focas eran numerosos y bien experimentados, y tenían las murallas de Constantinopla como excelente cobertura defensiva, ¡un ataque ciego sobre ellos podía dar al traste con la expedición!, por muy valientes que fueran las tropas de Heraclio.
Guerreros gasánidas, de origen árabe pero cristianizados y al servicio de Bizancio (imagen derecha)
Focas se enteró de que los rebeldes estaban en las afueras de la ciudad, para colmo de males la insurrección había estallado con fuerza en la ciudad, los desórdenes se multiplicaban llegando Focas a la conclusión de que su presencia en la ciudad era peligrosa. El general Bonosus, al mando de algunos regimientos intento hacer frente a la rebelión interna pero sin éxito, intentó escapar pero fue capturado y muerto.
Focas ya solo dominaba el palacio, contando con la guardia de los “excubitores” como única unidad militar leal. Focas confiando en sus leales, decidió marchar con rumbo desconocido de la ciudad, pero fue engañado y llevado al barco donde Heraclio le estaba esperado. Heraclio le dijo: “¿Qué has hecho del Imperio?, ¿te parece que así es como debe gobernar un emperador de Roma?”. A lo que lacónicamente respondió Focas: “¡Seguro que tú lo harás mejor!”.
Heraclio ordenó que le cortaran la cabeza y clavándola en una pica, la llevaron por las calles de la ciudad entre el regocijo generalizado. Se había puesto fin a un gobierno caótico y despótico que tanta sangra inocente había derramado. Las tropas africanas de Heraclio y las de Focas que estaban frente a frente a las afueras de la ciudad, se fundieron en un abrazo cuando conocieron las buenas nuevas, todas las operaciones militares referentes a la rebelión cesaron al fin.
Heraclio fue proclamado emperador, aunque el resistió, habida cuenta de que la patata caliente que heredaría haría retroceder al más valiente.
Los persas atacando por Oriente y los avaro-eslavos por la zona del Danubio, no era plato de buen gusto, pero Heraclio tras rechazar la corona otros aspirantes, accedió a hacerse cargo de la gran responsabilidad que se le ofrecía. Las buenas nuevas llegaron a África con la coronación de Heraclio el joven, Heraclio el viejo, aunque no pudo disfrutar mucho del regocijo de ver a su hijo convertido en emperador, (fallecería poco después) si que vivió para verlo.
Tras la toma de poder, Heraclio solo podía fiarse de las tropas africanas y egipcias que le habían seguido en el periplo de la expedición marítima que le había llevado al trono bizantino, los peligros eran enormes con la doble ofensiva que amenazaba al imperio, por lo que de inmediato procedió a afianzar su poder y a efectuar una completa restructuración del ejército, con vistas a aplastar a sus enemigos.
Pero eso llevaría tiempo, mientras tanto, los persas triunfaban en sus correrías por Oriente, aplastando toda oposición bizantina. Para el 614, toda Siria había sido conquistada y saqueada procediendo a la invasión de Palestina, llegando los persas a Jerusalén y tomándola, saqueándola y llevándose a su capital Ctesifonte la reliquia sagrada de “la Santa Cruz” y al patriarca de la ciudad llamado Zacarías.
Tras la conquista de Palestina, los persas entraron a sangre y fuego en Egipto, tomándola y llevando a cabo todo tipo de desvanes, en el 618 la ciudad de Alejandría fue tomada por los persas. Con la conquista de Egipto, los persas cortaban el suministro de grano de trigo, vital para el imperio bizantino.
Soldado de la guardia imperial bizantina (imagen izquierda)
Hubo entre la población bizantina cierta polémica, resulta que el imperio bizantino practicaba oficialmente la religión ortodoxa, pero en la parte oriental del imperio, se practicaba la religión monofisita. Los bizantinos, muy celosos de su religión oficial, trataron de manera rigurosa a la gente que practicaba esta religión, y cuando los persas irrumpieron en Oriente, se acusó a la población de Siria, Palestina y de Egipto, de connivencia con el enemigo y de ofrecer poca resistencia, cuando no los recibía como libertadores.
Heraclio en ese mismo año del 618, viendo el panorama que se avecinaba en su imperio, llegó en algún momento en pensar abandonar la capital de Constantinopla y llevar el eje de la defensa desde la ciudad africana de Cartago, convirtiéndola en capital del imperio de manera provisional, pero el enérgico patriarca de Constantinopla llamado Sergio, le disuadió de tal opción y le convenció de que no abandonara Constantinopla.
Mientras en la zona danubiana, las cosas no pintaban mejor para Heraclio los primeros años, las fuerzas avaro-eslavas apretaban con fuerza por la zona de Bulgaria siguiendo al sur hasta Grecia, las fuerzas bizantinas no lograban contenerles, (aunque los eslavos se estrellaron ante las murallas de Constantinopla) así que Heraclio logró librarse de ellos pagándoles una suma considerable tributo, aunque su tesoro estaba muy esquilmado, cifrado en 300.000 sólidos ( de la capital Constantinopla y las provincias adyacentes se procedió de sus templos a dar sus riquezas, para transformarlas en monedas de oro y plata ) y varios rehenes valiosos en el año 622.
Tras lo cual, se dirigió a Asia Menor para hacer frente a los persas con un ejército de campaña, que había creado con las fuerzas que tenía a su disposición y con nuevos reclutas había reclutado y adiestrado intensísimamente varios meses. Esta enorme fuerza, cifrada entre los 60.000-70.000 hombres, lucharía durante varios años hasta aplastar a los persas definitivamente.
Hasta el 625 estuvo batallado Heraclio con los persas liderados por el astuto general persa llamado Sahr Barz en la región de Armenia, tras lo cual completó la conquista de toda Asia Menor.
Anecdóticamente en el año 624, los bizantinos perdían la última posesión bizantina en Hispania, desde mediados del siglo pasado, estos habían conquistado una parte importante del sur de Hispania, y si bien la zona fronteriza que lindaba con los visigodos que ocupaban el resto de Hispania fue una zona para vivir muy dura, con constantes escaramuzas, las zonas costeras de Hispania fueron relativamente ricas con el comercio marítimo, que produjo provechosos beneficios comerciales que dieron impuestos a las mermadas arcas imperiales.
No obstante, los visigodos desde la década de los setenta, el siglo pasado habían, una vez arreglado la guerra civil que tenían entre ellos, lanzado una ofensiva intermitente que había empujado a los bizantinos hacia la costa. No obstante, los bizantinos aguantaron bien, y en la recaudación de impuestos no se vieron afectados, ya que las zonas costeras aguantaron. Pero en la segunda década del siglo VII, coincidiendo con la ofensiva avaro-sasánida, los visigodos aprovecharon para lanzar una ofensiva general que echara de una vez por todas a los bizantinos de Hispania.
Cilibanario sasánida y elefante de guerra sasánida del siglo VI (imagen derecha)
Los bizantinos de Hispania dependían del Exarcado de Cartago, pero este mismo poca era la ayuda que podía ofrecer, sus escasas tropas estaban enfrentadas en varios frentes.
Una parte había embarcado con el emperador Heraclio en la expedición para derrotar a Focas y ya nunca volvió a África (aunque se les había prometido que sí volverían), y otra parte estaba luchando en Egipto contra las fuerzas persas. En esta tesitura las llamadas de auxilio de Hispania no podían ser atendidas, quedaron casi abandonados a sus propios recursos y al final, aunque se defendieron bien, fueron expulsados definitivamente de Hispania por los visigodos, a los bizantinos solo les quedaban las islas Baleares como último reducto.
Acto seguido, en el año 626 se produjo un hecho alarmante para Heraclio, los persas lograron convencer a los avaros que firmaran una alianza con ellos, en consecuencia, rompieron el tratado que tenían con los bizantinos, y entrando en tromba por el norte del Danubio, derrotando a toda fuerza bizantina que se le opuso (aunque los bizantinos, poca fuerza podían oponer) y enfilando al sur se dirigieron raudos a la capital bizantina de Constantinopla.
En junio del 626, 15.000 persas al mando del general persa Shahrbaraz y 80.000 avaros al mando del Kan avaro pusieron sitio a la ciudad. 16.000 defensores, (entre los que se incluían unidades africanas de Heraclio) al mando del general bizantino Bonus y con la inestimable ayuda del patriarca de Constantinopla llamado Sergio, con cuya enorme fortaleza y energía sostuvo la moral de la población civil y militar durante esos aciagos días.
Las luchas por expugnar la ciudad fueron terribles, los atacantes el 30 de julio, bajo la protección de tortugas móviles avanzaron a las murallas, pero el uso bizantino de proyectiles incendiarios, obligo a detenerlos. Los avaros volvieron a la carga con torres de asalto el 1 de agosto, unas 12 torretas engancharon con los muros de Constantinopla desarrollándose a continuación un combate cuerpo a cuerpo sin precedentes, las luchas fueron de un salvajismo inaudito, muriendo entre atacantes y defensores por miles.
Durante cinco agónicos días, los atacantes tozudamente lanzaron nuevos afectivos al ataque, pero los defensores con la energía de la desesperación lograron rechazarles.
El 7 de agosto una combinación de ataque por mar y tierra intentó quebrar nuevamente las defensas bizantinas, pero los avaros se ahogaron en su propia sangre, ¡es más!, los bizantinos al mando del general Bonus realizó una salida de la ciudad que golpeó con contundencia a las fuerzas avaras, provocándoles tremendas pérdidas. El Kan avaro, jefe supremo de los avaros, vio que era inútil seguir con los ataques, las enormes pérdidas que había sufrido, también le ayudaron a tomar tan triste decisión.
A modo de venganza, los avaros en su retirada, realizaron una quema generalizada de todos los pueblos y ciudades del extrarradio de Constantinopla a modo de despedida. También conviene elogiar a la flota bizantina, cuyo poderío destruyo las embarcaciones avaras durante dicho asedio.
Mientras se desarrollaban esos trágicos sucesos, Heraclio no permanecía inactivo, tras preparar en Asia menor un formidable ejército de campaña, derrotó como dije anteriormente a los persas en Armenia, y acoto seguido procedió a girar al sur para adentrarse en territorio persa propiamente dicho. En tres campañas que se desarrollaron entre los años 622-628 los imperiales destrozaron el poderío militar sasánida-persa para siempre.
Guerrero árabe (imagen izquierda)
Penetrando por el sur de Armenia, los bizantinos se dirigieron al fértil valle del Éufrates, realizando operaciones de devastación sin parangón, a la par que se hacían con un rico botín. Heraclio, decidido a romper el poder militar, pero también su economía, realizó en dicho valle, ¡huerta feraz del imperio Sasánida!, una orgía de devastación. Los bizantinos quemaron, saquearon e incendiaron todo en el radio por donde pasaba, convirtiendo el rico valle del Éufrates en un terreno yermo, estéril y desolado.
Cerca de las ruinas de antigua ciudad de Nínive, que fue capital del imperio Asirio, se dio la batalla decisiva entre los bizantinos y los sasánidas, ¡poniendo la carne en el asador ambos bandos!. La batalla se desarrolló en 12 de diciembre del 627, la lucha duró todo el día, siendo de poder a poder, ambos bandos se jugaban mucho en el envite, los persas desplegaban 50.000 hombres y los bizantinos unos 70.000.
La lucha cuerpo a cuerpo, con el emperador Heraclio al frente sus hombres, fue muy reñido. Finalmente los bizantinos inclinaron la balanza a lado derrotando a los persas, las bajas fueron más bien igualadas, 20.000 bizantinos y 23.000 persas muertos o heridos, pero la victoria era lo que importaba, y esta se había decantado del lado bizantino.
El rey Cosroes II, el rey sasánida, a pesar de la derrota, se negó a oír hablar de paz, hacía poco era dueño de un gran imperio, y ahora había visto al enemigo, al cual antes golpeaba sin piedad, invadir y devastar sus territorios a la par que derrotaba a su ejército en batalla. Por lo tanto, Heraclio enfiló a la capital sasánida de Ctesifonte, aunque no llegó a tomar la ciudad, ya que los asesores del rey, viendo que Heraclio estaba cerca de la capital, y este no quería negociar con Heraclio, procedieron a asesinarle.
Mapa de operaciones, tanto de los bizantinos en el imperio sasánida "flechas rojas" como de los árabes en la conquista de la península Arábiga "flechas azules" (imagen derecha)
Acto seguido, enviaron emisarios de paz a tratar con Heraclio. En el tratado firmado, los persas devolvían a Heraclio los territorios que habían conquistado anteriormente a los bizantinos a la par que devolvían la reliquia religiosa de “la Santa Cruz” o Vera Cruz, esta misma fue devuelta a Jerusalén en el 629 por Heraclio en persona en medio de una gran pompa y ceremonia. Aunque no puedo confirmarlo, también se dijo que Heraclio llegó a sitiar Ctesifonte, pero esto lo dejo de manera especulativa.
En el año 630 se podía decir que Heraclio estaba en el cénit de su poder y popularidad, había derrotado, ¡ya para siempre!, el poder sasánida, el cual tardaría muchísimos años en poder sobreponerse, ¡si es que podía!, los ejércitos bizantinos habían triunfado por doquier y ahora Heraclio podía descansar y poder ponerse a reorganizar el imperio tras esta dura prueba.
Más, no tuvo tiempo de ello, en el interior de la península Arábiga, crisol de religiones, se estaba gestando una de un carácter que haría temblar al imperio bizantino. El alma de esta religión fue un profeta llamado Mahoma, logró reunir en su entorno a un grupo de creyentes fieles y leales con los que formó un ejército que derrotó a sus rivales.
Mahoma llegó a conquistar en la década del 620 al 630 grandes zonas de la península Arábiga, su religión fue conocida como del islam, ¡no había más Dios que Alá, y Mahoma era su profeta!. La religión de Mahoma fue de carácter suave, ya que no intentó por donde se expandió, obligar a los habitantes a convertirse a su religión, ¡eso el tiempo lo haría!, su tolerancia religiosa hizo que un gran número de fieles se uniera a ella, aunque también es cierto que los islamistas estaban libres de pagar impuestos y que los no conversos tenían que pagar un canon por no ser de su religión, ¡pero no era un canon abusivo que pudiera levantar a las gentes!.
La expansión militar impregnada por su religión, fue a partir de la muerte de Mahoma en el año 632, ¡enorme!, la promesa a sus fieles de que tras su muerte en combate contra el infiel, prometía el paraíso en el cielo con todos los goces materiales correspondientes, y el grado de convicción religiosa de sus fieles, hizo que su expansión militar abarcara toda la península arábiga, y luego, marchando al norte, chocara contra los imperios sasánida y bizantino.
Los sasánidas tuvieron el primer choque con los musulmanes en el año 634, aunque los derrotaron, no fue una victoria decisiva. El imperio sasánida estaba herido de muerte y vapuleado tras la derrota con los bizantinos, tenían un rey llamado Yezdegard III, era joven inexperto, manejado por su consejeros y poco respetado por la clase noble y terrateniente del inmenso país.
Los musulmanes por supuesto, no se iban a arredrar por este revés, volvieron más tarde y derrotaron a un numeroso ejército persa en las llanuras de al-Qadisiyyah en el año 637, procediendo luego a cerca a su capital Ctesifonte y tomarla. Los restos de las fuerzas sasánidas intentaron un último esfuerzo, pero fueron batidos por los árabes en la batalla de Nihawad en el año 642, con lo que el imperio prácticamente desapareció.
Soldados y gobernador militar bizantinos del siglo VI (imagen izquierda)
Es cierto que ciertos gobernadores persas de manera descoordinada intentaron ofrecer resistencia a los islamistas, pero fue en vano, ya que fueron derrotados en la batalla de Nihawand. La clave de la derrota sasánida fue su debilitamiento y el que un rey fuerte pudiera aglutinarles en un mando conjunto, unido y fuerte, ¡con garantías de aplastar a los musulmanes!, solo hubo resistencias individuales, fácilmente derrotadas por los árabes y esto hundió al imperio sasánida.
Pero también a la vez, los bizantinos estaban sufriendo el poder del Islam, todo empezó en el año 629, este año se saldó con la primera incursión de las fuerzas musulmanas en territorio bizantino, y aunque las mismas fueron derrotadas por las fuerzas árabes bizantino-cristianas, popularmente llamadas “gasanidas”, ( las cuales protegían las fronteras bizantinas por la zona de Siria y Palestina de incursiones hostiles) fue un serio presagio.
Estamos ahora en el año 634, los árabes tras iniciar sus preparativos, se lanzan a la invasión de las provincias bizantinas de Palestina y Siria. Es concretamente en el invierno de ese año cuando se inician las operaciones en serio. A principios del 634, fuerzas árabes o musulmanas, entran en la Palestina y Jordania bizantinas, tomando la ciudad de Aeropolis.
Casi todas las columnas de invasión partieron de la ciudad arábiga de Medina (todas las expediciones árabes partieron de esa ciudad) aunque alguna partió del territorio sasánida, el cual también era objeto de conquista por los musulmanes, ya que estos explotaron la debilidad de sasánidas y bizantinos tras la cruel guerra que sostuvieron recientemente.
Una columna estaba mandada por el general Amr ibn al as, la cual bordea la península arábiga por el oeste penetrando en la zona palentina bizantina. Tras algunas pequeñas escaramuzas el primer encuentro serio se produce en Dathin, cerca de Gaza, no tuvo mucha repercusión, pero fue el inicio de las penetraciones árabes, las cuales ya no se detendrían nunca.
El emperador Heraclio se hallaba por entonces en la ciudad siria Emesa, la principal base bizantina de eses área, y decide enviar una fuerza importante a Caesarea Marítima, por aquel entonces la principal base bizantina en la zona palestina. Juntas, las fuerzas de refuerzo y las unidades de palestina, tendrían que coordinar la defensa antes la envestida árabe.
Los árabes ante la concentración de refuerzos bizantinos, también procedieron a acumular refuerzos para la nueva envestida, una fuerza al mando del general Khalid Ibn al Walid que por aquel entonces operaba en zona iraquí del imperio sasánida, partió en marzo para dirigirse a la zona cercana a la ciudad de Damasco.
La unidad no era numéricamente numerosa, solo 800 hombres, pero estos eran soldados de élite, los cuales marcarían las diferencias en los posteriores enfrentamientos con los bizantinos. Su primer enfrentamiento fue con una unidad de árabes “gasánidas”, a los cuales derrotó sin dificultad alguna en la localidad de Pascua el 24 de abril del 634.
Khalid penetró en la zona siria operando a retaguardia de las principales fuerzas bizantinas y tomando la estratégica ciudad de Busra. Tras esta acción las tropas árabes procedieron a unir sus tropas, Khalid unió sus tropas con las de los generales Yazid y Shurabil que operaban en el valle del Jordán.
Todos juntos enlazaron en el Wadi Simt con el general ´Amr Ibn al As, el cual operaba en el sur de Palestina. La conjunción de todas tropas árabes en ese punto significó la formación de un ejército de 18.000 hombres, la fuerza árabe más potente que por aquel entonces operaba en la zona bizantina.
Los bizantinos por aquel entonces no eran conscientes de la concentración y unión de las tropas árabes, es más, la concentración de sus tropas para repeler con eficacia a los árabes era sumamente lenta, tardaron dos meses en unir sus tropas tras lo cual partieron a enfrentarse a los árabes.
El enfrentamiento entre ambas formaciones se dio al oeste de Bayt Natif en el verano del 634. Se conoció como la batalla de Ajnadayn y supuso el primer enfrentamiento de envergadura entre ambas formaciones. Los árabes prudentemente al choque procedieron adoptaron una posición defensiva al oeste de Bayt Natif, mientras los bizantinos se dirigían hacia ellos.
Viendo Heraclio que la invasión árabe no era hecha en el marco de operaciones de saqueo, sino un intento serio de conquista de sus territorios, decidió apostar fuerte, poniendo a los bizantinos al mando de su hermano Teodoro. Este había iniciado los preparativos haciendo un llamamiento a los árabes gasánidas, los cuales estaban encargados de defender las fronteras bizantinas de Siria y Palestina.
¡No obstante!, su llamamiento tubo poco eco, los gasaníes estaban por entonces en una disyuntiva de si era mejor servir a los bizantinos o a los más tolerantes árabes (ambas formaciones tuvieron en sus ejércitos a los auxiliares gasánidas).
El emperador Heraclio "centro a caballo", tras derrotar a los sasánidas en la batalla de Nínive (imagen izquierda)
Teodoro, reunió a todas las tropas que pudo allegar, las cuales incluyeron árabes gasánidas y a la guarnición de Cesarea Marítima comandada por su gobernador militar, llamado Sergio, en total, la fuerza bizantina rondaba los 10.000 hombres.
El enfrentamiento entre ambas formaciones fue muy cruento, saldándose con importantes bajas en ambos bandos.
Este primer enfrentamiento serio, se desarrolló con un enfrentamiento en el que las tropas de ambos bandos se desplegaron en un amplio frente formado por tres divisiones, posiblemente, desarrollado similarmente en ambos ejércitos. Tras las arengas de ambos jefes a sus tropas, Khalid a los árabes y Teodoro a los bizantinos, los combates se iniciaron con la envestida árabes a las filas bizantinas.
Ese día del 29 de julio, fue un día muy cruento, pero que no se saldó favorablemente a ningún bando, teniendo que suspender las operaciones al anochecer. Al día siguiente se desarrollaron nuevamente los enfrentamientos, esta vez sí, la línea bizantina no pudo resistir la envestida árabe, y rompió sus líneas, derrotando a los bizantinos por completo.
Teodoro fue enviado por su hermano Heraclio a Constantinopla con deshonor, siendo sustituido por el segundo en el mando llamado Teodoro Tritorio. Los supervivientes bizantinos, se refugiaron en las ciudades amuralladas bizantinas a las cuales pudieron acogerse, y los árabes procedieron a reorganizar sus tropas con vistas a proseguir la conquista de las zonas Palestina y Siria bizantinas.
Los bizantinos hasta la batalla de Yarmuk en el año 636, dos años después, no osaron oponerse abiertamente a ningún ejército árabe en campo abierto, dejando expedito el campo abierto a los árabes y procediendo a defender las ciudades fortificadas bizantinas como mejor pudieron.
Heraclio comprendió que tenía que tomar medidas enérgicas si quería volver a recuperar los territorios perdidos, marcho al norte, a la ciudad de Antioquía, con la intención de reunir un poderoso ejército para que se enfrentara con garantías a los árabes, comprendiendo que estos, no se iban a largar por las buenas, mientras, las unidades bizantinas en la zona de operaciones árabe, tendrían que defenderse lo mejor que pudieran, animándolos Heraclio a una defensa a ultranza de sus ciudades.
Cilibanario y portanestandarte sasánidas del siglo VII (imagen izquierda)
Loa árabes se dedicaron a consolidas su conquistas y a pasar a la ofensiva, ciertamente los bizantinos solo ofrecían resistencia en las ciudades, dejando el campo para que los árabes operaran a sus anchas.
Los árabes una vez rehechos partieron al norte, haciendo retroceder a los bizantinos, los cuales intentaron formar una línea defensiva apoyada en las ciudades de Pella y Scythopolis, en el valle del Jordán.
Los bizantinos, viendo que los árabes maniobraban en torno a Pella, procedieron a inundar el valle del Jordán, con vistas a entorpecer las operaciones árabes, ya que el valle del Jordán era difícil de defender para las débiles unidades bizantinas.
Los bizantinos no obstante, no impidieron con ello la maniobra árabe, y procedieron a evacuar Pella, pero no su ciudadela, la cual estaba bien fortificada. Las tropas bizantinas de Scythopolis intentaron apoyar a la ciudad de Pella, realizando una incursión contra los árabes que asediaban esta última ciudad el 23 de enero del 635.
La operación se saldó con un fracaso, ¡y todavía peor!, los árabes contraatacaron ocasionando numerosas bajas entre los bizantinos que se retiraban, los supervivientes se refugiaron en su ciudad, siendo asediados por los árabes. No obstante, tras una fracasada salida de la guarnición bizantina intentando expulsar a los árabes de sus inmediaciones, la ciudad procedió a rendirse.
Pella, viendo que toda resistencia era inútil, también al poco tiempo se rindió. El general Shurahbil, el cual había sustituido al mando de las operaciones al general Khalid, procedió entonces a tomar la fortificada ciudad de Tiberio y proceder a la conquista de la zona de Balqa y de Hawran, estas con poca oposición bizantina.
Heraclio intentó establecer unas posición defensiva en valle de Yarmuk, pero fue inútil, en mayo había perdido la ciudad de Busra, debilitando su flanco oriental y tras la caída de la ciudad de Tiberio, fue ahora su flanco occidental el que estuvo amenazado, intentó en la rica zona de Majarj al Suffar (zona abundante en agua y trigo) ofrecer resistencia, pero era inútil, nuevamente los bizantinos fueron derrotados.
Las árabes tomaron como objetivo inmediato la toma de la ciudad de Damasco (la cual luego fue una de las principales ciudades del mundo musulmán) la cual estaba bien fortificada y defendida, entre cuyos defensores estaban los árabes-cristianos gasánidas.
Fue un asedio duro, el cual se prolongó seis meses, los defensores resistían con la esperanza de que sus compatriotas mandaran un ejército de auxilio, ciertamente una columna de caballería bizantina fue enviada, pero fue rechazada por los árabes, esto desmoralizó por completo a los defensores, los cuales efectuaron varias salidas con el ánimo de repeler el asedio árabe, ¡pero fue en vano!, finalmente el 4 de septiembre del 635 se rindió la ciudad.
La ofensiva musulmana prosiguió, cruzando el valle de Biqa, conquistaron Heliópolis y en noviembre cayó Emesa, ¡la principal base bizantina en Siria!, mientras otras unidades árabes en el sur, despejaban de enemigos el sur de Siria, Jordania y Palestina.
Guerreros árabes (image arriba)
En la base de Antioquía el emperador Heraclio, estaba poniendo a punto el ejército bizantino con el que iba a desencadenar un contraataque que echaría a los árabes de Siria y Palestina para siempre, no mandaría él mismo las tropas, sería un general armenio llamado Vahan quien dirigiría las operaciones junto con otros oficiales superiores.
En sus fuerzas militaban tropas que se habían replegado de los territorios recientemente conquistados por los musulmanes así como también tropas de élite acantonadas en la capital Bizantina de Constantinopla, tropas de origen armenio, de donde era su comandante en jefe Vahan, árabes aliados gasánidas al mando de un tal Jabala de Gasaní y curiosamente, unidades sasánidas, estas mandadas por un tal Niketas, también estaba en el ejército, Teodoro Tritorio, como jefe adjunto.
Estas tropas sasánidas todavía permanecían en territorio bizantino, (aunque no como tropas de ocupación) tras la guerra que enfrentó a bizantinos y sasánidas años atrás, aunque por algún motivo, no habían vuelto a su país, quizá como su país había quedado destrozado, no tenían materialmente donde ir o poder acantonarse, y Heraclio tácitamente, les permitía residir allí, otra explicación no se me ocurre.
Sobre los efectivos de los musulmanes, parece que la cifra ronda los 30.000 hombres, pero la cifra de la fuerza bizantina , ¡es asunto de otro costal!. Tenemos todas las cifras imaginables dadas por gente que escribió u opinó sobre la contienda, y la verdad es que hay tal variedad, que uno no sabe que cifra aproximada puede haber sido.
Las cifras de las crónicas musulmanas de la época, datan de 200.000 bizantinos, pero ya sabemos que los musulmanes en aquella época tendían a exagerar las cifras del adversario, para que la victoria musulmana fuera, ¡a mayor gloria de ellos!. Las más modestas la cifran en 15-20.000 efectivos bizantinos.
Los cálculos más modernos y realistas, parece que coinciden en que la cifra de efectivos del emperador Heraclio rondó los 80.000 hombres. Yo tengo otro razonamiento, aunque este es particular, y puede ser especulativo, personalmente creo que la cifra de efectivos fue de unos 50.000 hombres, diréis, ¿Por qué?.
Yo lo razono en base a que años atrás, cuando Bizancio peleaba a muerte en el corazón del imperio sasanida, el emperador en persona iba al mando de un ejército compuesto por unos 60-70.000 hombres, este hecho supuso un esfuerzo para Bizancio enorme, dada la debilidad en que se encontraban, pero que era necesario para su supervivencia.
En la época que nos ocupa, Bizancio se encontró con una situación apurada, que exigía un gran esfuerzo, pero no creo que dada la debilidad en que se encontraban después de la larga guerra bizantino- sasanida, estuvieran en condiciones de levantar un ejército de campaña de 80.000 hombres, pero apelando a los recursos disponibles que tenían. Levantar 50.000 hombres, aunque costoso, no creo que fuera disparatado, además tengo la cifra de efectivos disponibles en el ejército bizantino en el 641, ¡130.000 hombres!.
Mapa de operaciones de los árabes, actuando tanto en territorio sasánida como bizantino (imagen arriba)
Este es mi razonamiento, pero puede ser rebatible y , ¡claro está!, decir categóricamente que los bizantinos no desplegaron 80.000 hombres en esa batalla, no puedo decirlo a ciencia cierta.
La reconquista, una vez concluidos los preparativos en la primavera del 636, empezó con éxito, la superioridad bizantina era abrumadora, y los árabes-musulmanes no podían detener la envestida bizantina. Los bizantinos avanzaron al sur y ciudades como la importante ciudad de Emesa y Damasco cayeron en poder de los bizantinos.
Siguiendo al sur, los musulmanes intentaron ofrecer resistencia en la región de Javiya, rica en abastecimientos, pero unidades árabes gasánidas se enfrentaron a ellos en un disputado enfrentamiento que los derrotó dejando a los gasánidas dueños del lugar.
Las tropas de ambos bandos se detuvieron en la región durante varios meses, vigilándose mutuamente y estableciendo los bizantinos negociaciones, en las que
se incluyó el soborno, con vistas a que los musulmanes desaparecieran de los territorios bizantinos.
Pero los musulmanes no se dejaron embaucar, incluso pasaron al contraataque en la región de Javiya, volviéndola a retomar, y derrotando a los líderes de
las formaciones bizantinas, Teodoro Tritorio y el líder de los gasánidas llamado Jabala.
Las tropas de ambos bandos se prepararon para una nueva confrontación, esta vez se desarrolló en el valle de Yarmuk, un terreno sumamente accidentado, con barrancos y zonas pantanosas en la meseta, junto con zonas rocosas y volcánicas.
No iban bien las cosas para los bizantinos, a pesar de su neta superioridad numérica, las disensiones entre tropas de diversas nacionalidades no ayudaba nada a crear un clima de confianza, ¡para colmo de males!, los bizantinos fracasaron en un nuevo intento de comprar a uno de los generales musulmanes, en concreto al llamado khalid, ¡que no quiso oír hablar del tema!.
Guerrero árabe del siglo VII (imagen izquierda)
Tampoco el tiempo jugaba a favor de los bizantinos, ya que los musulmanes estaban recibiendo refuerzos, los bizantinos aunque seguían siendo muy superiores en número, decidieron atacar antes de que los musulmanes equilibraran la diferencia numérica.
La batalla parece que duró seis días, pequeños enfrentamientos jalonaron esos seis días sin un enfrentamiento definitivo. Durante los primeros tres días la iniciativa partió de los bizantinos, de hecho, las tropas musulmanas estaban sufriendo serias bajas y retirándose.
Pero en esta retirada estaba la astucia musulmana, en el intrincado terreno por donde avanzaban los bizantinos fueron metiéndose en una ratonera acabando encerrados en los barracos del Ruqqad y Yarmuk. Cuando los bizantinos quisieron maniobrar se encontraron rodeados por las tropas enemigas sin capacidad de maniobra.
Aunque los bizantinos intentaron negociar arteramente la retirada musulmana en este quinto día de combate, los árabes no se llevaron a engaño, conocían sus bazas y rechazando las proposiciones bizantinas, al día siguiente se desarrolló el último día de combate.
Tras previas escaramuzas entre ambos bandos, los musulmanes avanzaron en toda la línea, derrotando ampliamente a los agotados y desorientados bizantinos. Muchos bizantinos lograron huir por el valle de Yarmuk a lo que hoy es Jordania, pero la mayoría cayeron muertos o prisioneros.
Fue una amplia victoria en todo el sentido de la palabra, los bizantinos ya no pudieron en el futuro otro ejército que pudiera competir con los ejércitos musulmanes, a partir de ahora, los bizantinos opusieron resistencia luchando en las fortificadas ciudades bizantinas, oponiendo resistencia lo mejor posible, pero ya nunca más lucharían en campo abierto contra los musulmanes, al menos no en batallas de envergadura.
Heraclio intentó en la medida de lo posible que las unidades bizantinas no se desmoronaran por completo, intentando levantar nuevas líneas defensivas que detuvieran a la marea musulmana, pero con poca fortuna, ciertamente. Varios combates entre ambos b
andos se saldaron con la toma musulmana de la importante base bizantina de Chalcis, aunque se intentó evitar siempre, los combates a campo abierto por parte de los bizantinos.
Soldado, monje jacobita y pastor anatolio de los siglos VIII Y IX (imagen derecha)
Los musulmanes aprovecharon la coyuntura para iniciar una conquista sistemática de toda Siria y Palestina. Poco después cayó Gaza y en diciembre cayó Damasco, completando aquel infausto año del 636. Pero los años venideros fueron todavía peor, y el emperador enfermo, asistía impotente a esta debacle.
Aunque los bizantinos intentaron negociar arteramente la retirada musulmana en este quinto día de combate, los árabes no se llevaron a engaño, conocían sus bazas y rechazando las proposiciones bizantinas, al día siguiente se desarrolló el último día de combate.
Tras previas escaramuzas entre ambos bandos, los musulmanes avanzaron en toda la línea, derrotando ampliamente a los agotados y desorientados bizantinos. Muchos bizantinos lograron huir por el valle de Yarmuk a lo que hoy es Jordania, pero la mayoría cayeron muertos o prisioneros.
Fue una amplia victoria en todo el sentido de la palabra, los bizantinos ya no pudieron en el futuro otro ejército que pudiera competir con los ejércitos musulmanes, a partir de ahora, los bizantinos opusieron resistencia luchando en las fortificadas ciudades bizantinas, oponiendo resistencia lo mejor posible, pero ya nunca más lucharían en campo abierto contra los musulmanes, al menos no en batallas de enver
gadura.
Heraclio intentó en la medida de lo posible que las unidades bizantinas no se desmoronaran por completo, intentando levantar nuevas líneas defensivas que detuvieran a la marea musulmana, pero con poca fortuna, ciertamente. Varios combates entre ambos bandos se saldaron con la toma musulmana de la importante base bizantina de Chalcis, aunque se intentó evitar siempre, los combates a campo abierto por parte de los bizantinos.
Los musulmanes aprovecharon la coyuntura para iniciar una conquista sistemática de toda Siria y Palestina. Poco después cayó Gaza y en diciembre cayó Damasco, completando aquel infausto año del 636. Pero los años venideros fueron todavía peor, y el emperador enfermo, asistía impotente a esta debacle.
Guerrero pesado árabe del siglo VII (imagen izquierda)
Para la primavera del 637, la zona bizantina de Siria y del Líbano estaban por completo en manos musulmanas, en agosto cayó la ciudad de Gaza y un mes más tarde, la importante ciudad de Jerusalén. A finales de año, los agobiados bizantinos acordaron una tregua de un año con los árabes, cuyos territorios solo respetarían el norte de Siria.
El año 638, cayó la importantísima ciudad de Antioquía, consolidando de paso, las anteriores conquistas musulmanas. Durante el 639 los bizantinos reorganizan sus tropas en la zona de Turquía, con vistas a posteriores luchas con los musulmanes, estos, a finales de año entran imparables en Egipto.
Durante el 640, los musulmanes conquistan las zonas costeras de Palestina, Líbano y Siria, únicas que todavía ofrecían resistencia a los musulmanes. El 11 de febrero del 641, murió debido a la larga enfermedad que le aquejaba el emperador Heraclio, no tuvo ni siquiera el triste consuelo de ver como se detenía a los musulmanes.
¡Todo lo contrario!, fue testigo hasta el final de sus días de su prolongado avance, si bien es cierto, tuvo la fortuna de no ver todas sus conquistas, y como finalmente, arrebataban el África bizantina a los suyos, amén de otro tipo de actos que puso su imperio posteriormente, al borde de la extinción.
Pero siempre será recordado cuando en el año 610 tomó posesión del imperio, derrocando al emperador Focas, inútil gobernante que solo supo aplastar a los inocentes indefensos y que tan inoperante se mantuvo cuando los sasánidas golpeaban en la zona Oriental del imperio y los avaros en la zona occidental.
La gran energía desplegada durante tantos años por Heraclio para detener la doble ofensiva enemiga, probablemente salvó al imperio de la destrucción, y quizá, por ello, merece justificadamente la pena ser recordado.
Cilibanario pesado sasánida siglo VII (imagen derecha)
Autor Eljoines
Bibliografia:
- “Yarmuk AD 636” de Osprey Military.
- “El Imperio Bizantino” libro de bolsillo de Isaac Asimov.
- EL AFRICA BIZANTINA, Reconquista y Ocaso" PDF de Francisco Aguado Blázquez.