La ocupación francesa de España hasta el levantamiento del 2 de mayo de 1808
Estamos a finales del año 1807, Napoleón a lo largo de los dos últimos años ha logrado vencer a los ejércitos de las tres principales potencias europeas. Austria, Prusia y Rusia han tenido que someterse a los dictados del emperador de Francia. Ya solo el ejército de Gran Bretaña queda en pie, la última oposición a los designios que tiene Napoleón para con Europa. Éste sueña con una Europa sometida a su poder, con los países que la conforman, dirigidos por parientes o íntimos colaboradores suyos.
Pero Gran Bretaña es el último bastión de resistencia, y a él se aplica con vigor para someterle. Sin embargo la tarea no es fácil, el Canal de la Mancha es la barrera que separa Gran Bretaña del viejo continente europeo, y ahí es donde Napoleón tiene su “talón de Aquiles”.
Y es que la conquista de Gran Bretaña, solo podría fraguarse con el desembarco del ejército francés en Gran Bretaña. Pero esto es imposible debido a que la flota inglesa es la más poderosa del planeta., la flota napoleónica es inferior en número y en calidad a las escuadras inglesas por lo que el objetivo de desembarcar en Gran Bretaña está descartado.
Ya en la batalla de Trafalgar en octubre de 1805 dejó claro que el desembarco en territorio inglés estaba descartado.
Las flotas combinadas de España y Francia habían sido derrotadas por la potente flota británica, por lo que el ejército francés concentrado en el puerto de Boulogne para desembarcar en Gran Bretaña tuvo que ser reutilizado por Napoleón para batir a los ejércitos de Austria y Rusia y no para desembarcar en Gran Bretaña.
Napoleón ideó otro plan para el cual si no podía conquistar a su rival, al menos intentaría asfixiar su economía. Decretó en el año 1806 el “Bloqueo Continental” de los países de Europa sobre Gran Bretaña, prohibiendo todo comercio con el enemigo inglés.
Napoleón se apoyaba en la red de países aliados, sometidos o satélites suyos, para someter económicamente a su rival. Sin embargo no todos los países iban a cooperar en buena ley, oficial u oficiosamente y hay Napoleón tendría que presionar fuertemente si quería que el bloqueo surtiera efecto.
En particular Napoleón encontró una oposición fuerte en Portugal, país tradicionalmente aliado de Gran Bretaña, con el cual la presión diplomática sabía que no tendría ningún efecto. Por lo tanto decidió la conquista del país, pero madurando más el plan, la conquista de toda la Península Ibérica (España y Portugal) sería una mejor solución.
Antonio Valdés y Bazán 1785
Con la “ocupación” de España, se facilitaría las comunicaciones con Portugal, país conquistado y el cual habría que vigilar con tropas de ocupación. Con ello el sometimiento de España sería clave, ya que sus redes de comunicación con Portugal, puntos de abastecimiento para el paso de tropas francesas etc. eran vitales para Francia.
Siendo sinceros, la verdad es que desde hacía años, España era un leal aliado de Francia, cuyos pactos de amistad se remontaban desde que el nieto de Luis XIV de Francia heredó la corona española con el nombre de Felipe V.
Pero esto no era suficiente para Napoleón, cuyos motivos imperialistas se justificaban más en que mejor era tener España sometida a su autoridad a un 100% por derecho de conquista que por una serie de tratados de alianza y una vecindad.
Por supuesto no conquistaría España como Portugal con la fuerza, pretextando la conquista del país vecino español, fue introduciendo arteramente en España tropas en número mayor con el tiempo, más de lo que estipulaba el tratado de Fontaiebleau”, firmado el 27 de octubre de 1807 y en el cual se estipulaba el consentimiento del estado español en el paso de las tropas franceses por España para conquistar Portugal.
La firma del tratado fue auspiciado por Napoleón, jugando con el carácter ambicioso del primer ministra español, Manuel Godoy, hombre que además ejercía sobre los reyes de España una influencia decisiva.
Para ellos, Napoleón convenció a Godoy de que Portugal sería dividido en tres zonas, una de las cuales sería para Godoy. Así el tratado establecía entre otros puntos:
1. La provincia de Entre-Duero-y-Miño con la ciudad de Oporto se dará en toda propiedad y soberanía a S.M. el Rey de Etruria con el título de Rey de la Lusitania Septentrional.
2. La provincia de Alentejo y el Reino de los Algarbes se darán en toda propiedad y soberanía al Príncipe de la Paz para que las disfrute con el título de Príncipe de los Algarbes.
3. Las provincias de Beira, Tras-los-Montes y la Extremadura portuguesa quedarán en depósito hasta la paz general, para disponer de ellas según las circunstancias y conforme a lo que se convenga entre las dos altas partes contratantes.
Por supuesto todo esto era una opereta de Napoleón para dejar paso libre a sus tropas en España, no tenía la menor intención de respetar los pactos ni por asomo. No obstante confiaba en que cuando los españoles pudieran reaccionar ya fuera demasiado tarde y no tuvieran más remedio que rendirse a los hechos consumados, ¡no se esperaba ni lo más mínimo la feroz resistencia del pueblo español!.
Antigua ciudadela de la fortaleza militar de Pamplona
Pero no adelantemos acontecimientos, ya que la guerra de la independencia no es tema que se tratará aquí, sino de los movimientos que realizó Napoleón en suelo español hasta el levantamiento del 2 de mayo del 1808.
El 27 de octubre de 1807, Manuel Godoy, “valido” del rey de España Carlos IV, representado por su plenipotenciario, el Consejero de Estado y Guerra Eugenio Izquierdo, firma con Gérard Duroc, representante de Napoleón, el Tratado de Fontainebleau, en el que se estipula la invasión militar conjunta franco-española de Portugal, para lo que se permite el paso de tropas francesas por territorio español.
La conquista de Portugal y planificación también fue observada por el tratado de Fontainebleau, así los siguientes artículos dictaminaron lo siguiente:
-Un cuerpo de tropas imperiales francesas de veinticinco mil hombres de infantería y tres mil de caballería entrará en España y marchará en derechura a Lisboa. Se reunirá a este cuerpo otro de ocho mil hombres de infantería y de tres mil de caballería de tropas españolas, con treinta piezas de artillería.
-Al mismo tiempo, una división de tropas españolas de diez mil hombres tomará posesión de la provincia Entre-Duero-y-Miño y de la ciudad de Oporto; y otra división de seis mil hombres, compuesta igualmente de tropas españolas, tomará posesión de la provincia de Alentejo y del Reino de los Algarbes.
-Las tropas francesas serán alimentadas y mantenidas por España, y sus sueldos pagados por Francia, durante todo el tiempo de su tránsito por España.
-Un nuevo cuerpo de cuarenta mil hombres de tropas francesas se reunirá en Bayona, a más tardar, en 20 de Noviembre próximo, para estar pronto a entrar en España y trasladarse a Portugal, en el caso que los ingleses enviasen refuerzos y amenazasen atacarle. Este nuevo cuerpo no entrará, sin embargo, en España, hasta que las dos altas potencias contratantes se hayan puesto de acuerdo a este efecto.
Incluso antes de la firma del tratado las tropas francesas se pusieron en movimiento, así el 18 de octubre de 1807, un cuerpo de ejército francés al mando del general Junot (Primer Cuerpo de Observación de la Gironda) cruza el río Bidasoa penetrando en España.
Apenas atravesó el ejército francés el territorio español, otro cuerpo de ejército francés (Segundo Cuerpo de observación de la Gironda) penetra en España el 21 de noviembre, con el objetivo de proteger la retaguardia y comunicaciones del primer Cuerpo de ejército de la Gironda.
José I Bonaparte
Éste segundo Cuerpo estaba mandado por el general Dupont, (el futuro derrotado en Bailén) y establece la 1ª división del Cuerpo en la ciudad de Vitoria, para proteger las comunicaciones del primer Cuerpo de la Gironda.
Posteriormente establece su cuartel general en Burgos, a la par que envía un fuerte destacamento compuesto por unos 4.700 hombres para tomar posiciones en la ciudad de Salamanca.
Las tropas españolas cumplen con su cometido, por el Norte entran por la villa portuguesa de Valença, tomando la principal ciudad de la zona Oporto., las tropas que operan en el Sur, parten desde Badajoz penetrando en la localidad de Setúbal.
Junot por su parte, cruzaba la frontera portuguesa por Alcántara el 20 de noviembre y entraba en Lisboa el 30 de noviembre. 15.000 portugueses junto con la familia real portuguesa encabezada por el Príncipe Gerente Joao VI, embarca el 29 de noviembre rumbo a Brasil para establecerse en la colonia portuguesa mientras durara la ocupación francesa.
La conquista de Portugal era un hecho, sin embargo las tropas francesas fueron mantenidas en España, al menos para indicar que las comunicaciones con Portugal justificaban su permanencia en el país.
El tratado de Fontainebleau especificaba que la presencia de las tropas francesas en España no excedería de los 40.000 hombres y esto solo justificable por la invasión de Portugal.
Aprovechando la buena relación de España con Francia, veremos que estas clausulas Napoleón las desechó con tranquilidad, confiando en que Godoy y los reyes de España no presionarían diplomáticamente ni militarmente a sus atropellos.
Al fin y al cabo poseía el ejército más imponente de Europa junto a su privilegiada inteligencia militar, ¡no España no se opondría a sus designios!. Así los movimientos de tropas francesas siguieron aumentando con el tiempo, y la partición de Portugal entre España y Francia caería en saco roto.
El 9 de enero de 1808, un nuevo cuerpo de ejército francés (el “Cuerpo de Observación de las Costas del Océano”) penetró en España mandado por el mariscal francés Moncey. El 6 de febrero la “División de observación de los Pirineos occidentales” mandada por el general Merle, se asentaba en Pamplona, apoderándose mediante la astucia y el engaño.
Capitán Luis Daoiz, "alma" de la defensa del parque de artillería de Monteleón
También la fortaleza de San Sebastián fue tomada por las fuerzas de Merle. Aquí quisiera hacer notar anecdóticamente el recurso del que se sirvieron los franceses para penetrar en la fortaleza de Pamplona:
Aprovechando que había nevado el día 16 de febrero, los soldados franceses en las afueras de la fortaleza estaban jugando alegremente lanzándose bolas de nieve entre ellos, poco a poco los franceses se acercaron al cuerpo de guardia de la fortaleza, cuyos centinelas no sospechaban lo que se les venía encima.
Los centinelas españoles disfrutaban de cómo los franceses se divertían, aburridos les tedio que sufrían por la guardia que realizaban en aquel frío día. Al acercarse a los soldados de guardia, los franceses repentinamente sacaron las armas que llevaban escondidas, procediendo al desarme de los centinelas y a facilitar la entrada de los franceses en la fortaleza.
La protesta y la alarma que siguieron fueron calmadas por la inmediata autorización implícita de la Corte madrileña a la ocupación francesa de la fortaleza. Sin embargo poco a poco quedaba claro que la amistad francesa se estaba diluyendo en pos de una ocupación de puntos claves del territorio español, con métodos cada vez más hostiles.
La ocupación militar francesa tomaba un cariz más claro, en vez de dedicarse a apostar en la península Ibérica puntos de apoyo y logística para las tropas francesas, con vista a una comunicación fluida con Portugal.
El siguiente movimiento de los franceses dejó a las claras sus intenciones, ya que tal movimiento no podía ser utilizado como pretexto de la invasión de Portugal. El 13 de febrero, un cuerpo de ejército francés penetró por Cataluña, instalando su cuartel general en Barcelona.
Se llamaba la “División de Observación de los Pirineos Occidentales”, mandada por el general Duhesme. Como consolidación de las comunicaciones del Suroeste de Francia con Cataluña, previamente a la entrada en Barcelona, se apoderó de la localidad de Figueras.
El 18 de febrero Napoleón refuerza con nuevas tropas el Cuerpo de ejército del mariscal Moncey, ordena la creación de la “2ª división de Observación de los Pirineos Occidentales” al mando del general Verdier y envía a la localidad de Bayona un destacamento de la Guardia Imperial, el cual hará su entrada en España el mes de marzo.
Por aquel entonces, las tropas francesas acantonadas en España ya ascendían a los 65.000 soldados, algo que vulneraba el tratado de Fontainebleau, ya que el mismo estipulaba la no entrada en España de más de 40.000 soldados franceses.
Pero aquellas alturas, este era un tema que a Napoleón no le preocupaba, poco a poco y contando con la aquiescencia de las autoridades españolas, se estaba haciendo con los principales puntos estratégicos del país, ¡y sin disparar un tiro!.
Escena del levantamiento el 2 de mayo de 1808 en Madrid
Las líneas de comunicación con Portugal atravesando España estaban aseguradas, pero también las mismas comunicaciones por el centro con Madrid y por el Oeste con Barcelona también estaban en las seguras manos francesas., por lo que los futuros movimientos de tropas serían más fluidos en el futuro, contando bases seguras y líneas de logística y aprovisionamiento.
El 20 de febrero las fuerzas expedicionarias acantonadas en España serán puestas al mando del cuñado de Napoleón, Murat, Mariscal y Gran Duque de Berg.
Por aquel entonces la presencia de las tropas francesas estaba inquietando al pueblo y a los reyes de España., en el momento de la invasión de Portugal la presencia de los franceses fue vista con curiosidad y simpatía (ya que eran aliados de los españoles).
Pero era una presencia temporal y de escasas tropas, cuando Portugal fuera conquistada se esperaba que se retiraran o como mucho, dejaran algunos cuarteles de aprovisionamiento de camino a Portugal.
Pero la presencia francesa en territorio español no solo tras la conquista de Portugal disminuyó, al contrario, aumentó en demasía.
Los españoles veían que aumentaba su número y que se instaban estratégicamente en muchos puntos del país, a la par que si Portugal ya había sido conquistada, no se entendía que el despliegue francés continuara por España, ¡el futuro traía negros presagios!.
Las tropas novatas francesas entre su juventud, inexperiencia y el hecho de encontrarse en un país extraño hacían que su comportamiento con la ciudadanía fuera en líneas generales correcto.
Por el contrario, las tropas veteranas se comportaban justo de modo contrario a sus compañeros novatos. Imbuidos en la gloria militar de pertenecer al mejor ejército del mundo, el cual había aplastado a los mejores ejércitos de Europa, destilaban por lo general una arrogancia sumamente molesta.
No veían a los españoles como aliados, sino como uno más de los países conquistados. Al no tener junto a ellos a sus novias, mujeres etc., solían galantear delante de las mujeres españolas, las cuales al principio, el uniforme francés y el halo romántico que emanaba el ejército francés, emitía una irresistible atracción.
Ocurría en todas las ciudades donde los franceses estaban acantonados, pero quizá en la capital madrileña, la tensión quizá llevó a muchos hombres madrileños a tener roces y altercados con los soldados franceses, lo que hizo que con el tiempo el clima de buena vecindad se enrareciera demasiado.
"La familia de Carlos IV", cuadro de Goya
Por aquel entonces la familia real española se había trasladado de Madrid a la cercana localidad de Aranjuez a principios de marzo. En caso de que Napoleón decidiera la ocupación militar total del reino, la familia real, igual que su homóloga portuguesa, embarcaría en Sevilla para dirigirse a las colonias españolas de América.
El odio que muchos españoles profesaran al ministro español Manuel Godoy, (artífice de la presencia francesa en España) se tradujo en lo que se llamó el “Motín de Aranjuez”, el cual provocó su caída el 18 de marzo.
Pero es más, Carlos IV de España decidió finalmente entregar el reinado de España en manos de su hijo Fernando, el cual sería coronado como Fernando VII el 19 de marzo. La entrada de Fernando VII en Madrid se produjo el 24 de marzo, con la gente vitoreando calurosamente al nuevo rey.
Sin embargo Fernando iba a tener muy difíciles las cosas para reinar, ya que el día anterior 23 de marzo, el mariscal Mural al frente del ejército francés había entrado y ocupado Madrid, donde se dedicó a intrigar contra la familia real española., además él solo recibiría órdenes de Napoleón, por lo que los reyes de España no eran nada para él.
Quizá aunque a lo largo de las ciudades ocupadas por los franceses la situación se volvió tirante con el tiempo, sacará la luz algunos ejemplos que ilustren lo sucedido: quizá la situación donde hubo más tirantez fue en la capital de Madrid.
Allí ya desde el primer día, hubo encontronazos entre los habitantes civiles de la ciudad y las tropas francesas, el día 24 de marzo, tres soldados franceses resultan heridos en encontronazos con los paisanos madrileños, los cuales con el paso de los días irán en aumento.
“Acción, reacción”, dos frase que narrarán la tirantez y osco encono que pronto surgió entre ambos bandos, a la par que amabilidad y buen entendimiento, aunque quizás estos últimos casos más fueron escasos.
Hasta el levantamiento del dos de mayo, cerca de dos centenares de muertos y heridos fueron las bajas francesas, surgidas estas por los más diversos motivos: líos de faldas, abusos y atropellos franceses, y los más largos motivos, incluidos desertores franceses dados de baja en las listas del ejército, pero que en realidad yacían muertos y enterrados debido a ajustes de cuentas con los paisanos madrileños.
Hubo también resistencia pasiva, un desprecio larvado al invasor francés., un buen ejemplo de ello fue el realizado por uno de las más ilustres marinos españoles, don Antonio Valdés y Bazán.
El Castillo de Burgos fue un enclave estratégico para los franceses
Se pidió a Valdés que alojase en su palacio al Gran Duque de Berg (Murat) y a otros generales franceses, éste respondió con dignidad que no admitiría en su casa a tale extranjeros.
Sin embargo, cuando los padres de Fernando VII, Carlos IV y María Luisa junto a su comitiva pasaron camino de Bayona por Burgos el 26 de abril, Valdés los alojó con mucho gusto en su palacio, corriendo él con todos los gastos derivados de su instancia.
Incluso Valdés fue testigo días antes del primer levantamiento civil contra el invasor francés. Ocurrió en Burgos el 18 de abril y los sucesos fueron los siguientes:
Todo empezó cuando parte de las tropas francesas en Burgos acantonadas, salieron hacia Vitoria el 17 de Abril, al encuentro, según decían, de Napoleón.
Parece, así lo dicen quienes entonces vivían, en documentos que están publicados, parece digo, que tales tropas encontraron en su camino a un correo español o a un guardia de Corps que traía pliegos para Burgos o, no está ello bien averiguado, para la Junta de Gobierno de Madrid.
Le detuvieron, le registraron, aún se dijo que se apoderaron de la correspondencia.
Los elementos populares de Burgos, enterados con indignación de este hecho, se reunieron en grupos el 18 de Abril y acudieron a protestar violentamente ante el Intendente de la Ciudad, marqués de la Granja, quien les desatendió, «les hizo poco caso» dice un testigo presencial.
La indignación fue creciendo: «Muera –decían las gentes–, ya no hay justicia en Burgos.» Atemorizado el Intendente, corrió, acompañado de personas respetables que le protegían, a refugiarse en el Palacio Arzobispal, situado entonces, como es sabido, en la plaza que hoy llamamos del Duque de la Victoria, porque allí creyó estar seguro ya que existía una guardia francesa, pues en tal edificio estaban preparadas las habitaciones para Napoleón.
El pueblo, enfurecido, arreciaba en sus «mueras»; y gritaba «fuera esa guardia»; llegó a arrojar algunas piedras, pretendió desarmar a un centinela, y entonces el jefe de la guardia, bárbaramente, sin previo aviso, ordenó hacer fuego, y dice Palomar, artesano burgalés que anotó estas y otras noticias curiosas: «A la primera descarga, tres hombres quedaron muertos en el suelo y un cuarto herido grave que murió poco después.
Nada más pasó; aterrados los burgaleses, incapaces de hacer frente a las fuerzas que de varios sitios acudieron, se retiraron dolidos, irritados, jurando venganza. Quizá la matanza no fue mayor gracias a que el almirante Valdés y el general Cuesta pasando por en medio de las balas, consiguieron que los franceses siguieran disparando a los burgaleses.
Murat, Gran Duque de Berg
Pero también hubo actos activos como los que protagonizó el que en un futuro sería uno de los guerrilleros más activos en la guerra de la Independencia, ¡el cura Merino!. Todo ocurrió un 16 de enero de 1808, cuando una compañía de soldados franceses acampó en la localidad de Villoviado, donde él ejercería su ministerio.
Recorrían el valle de Solarana requisando forrajes y vituallas. Pertenecían a la división del general Dupont y tenían su cuartel general en la localidad de Lerma.
El día 17 el capitán de la compañía francesa reunió a los lugareños y les conminó a que les dejaran los animales del pueblo, para llevar los suministros que habían requisado., dado que los lugareños habían escondido sus mejores animales, optaron porque parte de los hombres llevaran los bagajes franceses llevaran los suministros ellos mismos obligatoriamente.
Hubo un murmullo entre los hombres del pueblo, incluido el curo Merino, el cual también protestó por ese atropello. Pues Merino fue obligado a llevar las trompetas y tambores de los batidores franceses, para que estos se resguardaran cómodamente del duro frío invernal.
Al llegar la compañía a Lerma, un grupo de oficiales franceses se burló jocosamente del curo Merino, al verle que cargado como un burro. Éste que estaba de un humor de perros por la manera que se le había utilizado, arrojó los instrumentos repentinamente al suelo y furioso exclamó haciendo una cruz con los dedos “Os juro que por esta me la habéis de pagar”.
Uno de los oficiales franceses debió entender el juramento, ya que desenvainó su espada y corrió a donde estaba Merino. Pero este no le dio tiempo a acercarse, ya que salió corriendo y se perdió entre la calles de la localidad.
Avergonzado de sí mismo y de su conducta volvió a su pueblo, sin embargo pronto duraron sus dudas y acudió a su rectoría, requiriendo a su criado a que preparara sus escopetas y que le siguiera. Acto seguido enfilaron la senda de la localidad de Quintanilla la Mata.
El cura y su criado se apostaron en el camino real, cerca de la venta de la localidad. El criado preguntaba con la mirada al cura Merino, pero este guardaba silencio. Un correo imperial francés se acercaba por el camino, el cura (diestro en el arma) busca en pecho del soldado, disparando y abatiendo al soldado.
Quizá hechos similares ocurrían esporádicamente en España, tanto en el campo como en la ciudad, todo motivado como respuesta a las tropelías que los soldados imperiales franceses dispensaban a los españoles.
Volviendo nuevamente a la capital de Madrid, los franceses pusieron en marcha un plan por si la ciudad madrileña se levantaba contra ellos. El mes de abril se planificó todo cuidadosamente, viendo el cariz de la tirantez entre soldados franceses y civiles madrileños.
Reparto de Portugal según el tratado de Fontainebleau 1807
Sin que ningún madrileño estuviera al tanto plenamente de la situación, tanto civil como militar., la ciudad había sido encerrada en un círculo de hierro, en el cual ninguna insurrección podía prosperar.
-10.000 soldados franceses estaban acantonados en la ciudad, y a las afueras de la misma, 20.000 franceses estaban acantonados en acuartelamientos estratégicos, listos para converger en la ciudad en pocas horas.
Como complemento para reforzar aquellas tropas, a una jornada de marcha, otros 20.000 soldados franceses podían ser empleados en caso de extrema urgencia.
Pero no hacía falta, 30.000 soldados eran más que suficientes para reprimir cualquier levantamiento madrileño, ya que como oposición no tenían más que al paisanaje, al cual solo podía reforzar la escasa guardia española de la ciudad, unos 3.000 soldados, con lo que el resultado estaba listo para sentencia antes de empezar.
Las tropas napoleónicas de las afueras de Madrid convergerían por las principales puertas madrileñas de la ciudad, haciendo imposible que los sublevados las bloquearan. Los franceses realizarían un movimiento concéntrico para posteriormente, desembocar en el centro de la capital, aplastando toda resistencia que se les opusiera por el camino.
En el momento del levantamiento, la totalidad de las tropas francesas en la Península Ibérica podían cifrarse en los siguientes efectivos:
-116.979 hombres, repartidos entre el ejército de Portugal al mando del general Junot y el ejército de España al mando del Mariscal Joaquín Murat, este último contaba con 92.001 efectivos, de los cuales 18.000 eran tropas veteranas, 13.000 soldados extranjeros (suizos, westfalianos de Alemania, irlandeses y prusianos) más 61.000 reclutas con muy escasa experiencia y entrenamiento.
Napoleón tenía en mente dar la corona española a uno de sus parientes, para lo cual decidió desposeer a la familia real del reinado de España. Decidió concentrar a los mismos en la localidad de francesa de Bayona, justo al otro lado de la frontera española, en el Suroeste de Francia.
Allí poco a poco con diversas argucias, napoleón convenció a que los miembros de la familia real acudieran. Primero fue Fernando VII en que acudió el 20 de abril. Posteriormente fueron Carlos IV y su esposa María Luisa los que acudieron el 30 de abril.
Defensa del parque de artillería de Monteleón
Ya solo quedaba en Madrid la reina de Etruria, hija de Carlos IV y el infante Francisco de Paula, los cuales deberían marchar el dos de mayo. La marcha de la familia real fue vista con desconfianza por el pueblo español, y en Navalcarnero y en Valladolid se notó alguna agitación entre sus ciudadanos, pero sin alzamiento u agresiones de ningún tipo.
Se sospechaban que los franceses estaban tramando algo muy serio, ¡pero se sabía con certeza qué!. Especialmente irritante entre los madrileños asistían a la marcha de la familia real, así que cuando el dos de mayo de 1808 quisieran llevarse a los últimos integrantes, la reina de Etruría y al infante de Paula, el pueblo madrileño espontáneamente quiso impedir la marcha, en número de varios centenares.
Incluso a punto estuvieron de linchar a un soldado de infantería ligera y a un ayudante de Murat con los que se toparon los paisanos, hecho impedido por un oficial de la Guardia valona, (belga) Pedro de Toisos, impidió dificultosamente a buen seguro, el asesinato de los españoles.
Sin embargo los paisanos que se hallaban concentrados en el palacio de la reina de Etruria tenían un odio intenso acumulado contra los franceses, el cual fue azuzado en extremo con los hechos ocurridos ante el palacio, por lo que se revolvieron en busca de una víctima en la que saciar su sed de venganza, la cual satisficieron con un correo francés que hallaron al lado de la iglesia de San Juan.
Los franceses decidieron poner fin a la rebelión que se estaba fraguando ante el palacio de la reina de Etruria, así que despacharon una compañía de granaderos de la Guardia imperial junto a varias piezas de artillería.
El oficial al mando de la tropa francesa seguía órdenes de Murat, el cual en caso se rebelión aplicaría la misma maniobra que tan buenos resultados había dado a Napoleón en el Cairo (Egipto), Milán, Roma o al general Junot en Lisboa. Pero en Madrid los resultados fueron distintos.
La tropa francesa converge a las afueras del palacio de la reina de Etruria, donde se encuentra la muchedumbre que intentaba impedir la salida del infante Francisco de Paula y la reina de Etruria.
Maniobran disciplinadamente frente a los civiles, posicionándose para abrir fuego sobre ellos. Sin ningún tipo de advertencia o aviso, los soldados imperiales abren fuego sobre los civiles.
Gritos y lamentos se producen tras las descargas de metralla de los cañones y el fuego de infantería de los granaderos de la Guardia. Los heridos son numerosos y los muertos alrededor de diez, la muchedumbre huye corriendo en todas direcciones, ¡la guerra de la independencia a comenzado!.
El cura Merino
La noticia corre como un reguero de pólvora entre los distintos barrios madrileños, haciéndose eco de la información suministrada por los heridos y supervivientes del palacio de la reina de Etruria.
El odio latente sobre los soldados franceses estalla como un torrente, ¡la caza del francés ha comenzado!. Varios soldados son cogidos desprevenidos y muertos por los madrileños.
Los franceses que se rendían solían ser tratados con cierto decoro, siendo encerrados en diversos recintos o establecimientos. Pero los soldados que se defendían enérgicamente y eran pocos para hacer frente a la muchedumbre que les atacaba, solían acabar muertos por los furiosos madrileños.
También muchos soldados franceses tuvieron la fortuna de, tras diversos avatares, lograr llegar a algún acuartelamiento francés en el que poder cobijarse.
La sorpresa del levantamiento madrileño, trajo a los soldados franceses despistados o aislados por la ciudad muchos infortunios y alivios, ya que la suerte influyó mucho en salir bien librado o acabar muerto.
Muchos se arman con armas improvisadas para acometer a todo soldado francés que se ponga a tiro. Pistolas de duelo, trabucos, cuchillos, navajas, palos, tijeras y un largo etcétera de armas punzantes son utilizadas para atacar a los soldados franceses.
También hay que hacer constar que vacios ciudadanos españoles por piedad, salvaron la vida de muchos franceses, acogiéndolos en sus casas o establecimientos. Sería largo de contar los episodios de heroísmo, humanidad y coraje en esta jornada.
Aparte del levantamiento civil, el Parque de Monteleón, fue el único recinto militar donde se sublevó el ejército español, ya que en el resto de cuarteles españoles se obedecieron las órdenes de sus superiores., órdenes emanadas por la Junta Central, (la cual gobernaba en ausencia de los reyes) ¡no se levantará armas contra los franceses!.
Aquí fue donde los franceses sufrieron más bajas, ya que expugnar el recinto militar al mando de soldados españoles, no era como enfrentarse a la turba madrileña, entusiasta, pero ineficaz para hacer frente a soldados profesionales y experimentados.
Los franceses fueron cogidos por sorpresa, pero luego se rehicieron y aplicaron la directriz marcada para una posible rebelión de Madrid. Fueron despachados a los cuarteles de las afueras de Madrid, mensajeros con la orden de confluir en la capital madrileña.
Napoleón Bonaparte
Los madrileños a pesar de su entusiasmo, no estaban liderados por una persona que impartiera órdenes de manera inteligente. Cado uno actuaba por su cuenta y aunque muchos se organizaron en cuadrillas, para hacer frente a los franceses, no tuvieron la suficiente resolución para intentar bloquear las puertas de entrada a Madrid, con lo cual, sin los refuerzos franceses, la guarnición francesa de Madrid habría pasado serios apuros.
Pero antes de que los madrileños intentaran bloquear las puertas de entra de Madrid, los refuerzos franceses ya empezaron a atravesar las mismas, confluyendo por sus calles en un movimiento concéntrico hasta desembocar a la céntrica calle del Sol.
Los puntos estratégicos de la ciudad fueron tomados, amén de despejar las calles en que los franceses eran detenidos, disparando metralla con sus cañones y realizando cargas de caballería contra los paisanos madrileños.
Finalmente todas las calles fueron tomadas y solo quedó el Parque de Monteleón como último bastión de la insurrección. Allí se dirigieron las tropas francesas, las cuales tras tres cargas, lograron penetrar en el recinto militar y acabar definitivamente con la rebelión.
Muchos fueron los civiles muertos y heridos en la jornada, esto sin contar los que al día siguiente fueron fusilados en represalia por la insurrección. Las bajas francesas fueron más importantes de lo que se pensaba.
Casi un millar de muertos y heridos fue el costo de los franceses: 60 oficiales y 900 soldados. Murat por no quedar como un incompetente, afirmó en el parte de los sucesos de ese día, que solo sufrió unas 200 bajas.
Los sucesos de Madrid pronto se supieron en el resto de España., la primera localidad que se hizo eco de los sucesos de Madrid fue Móstoles, cuyo alcalde llamó a sus vecinos a levantarse contra los odiados franceses.
Luego la noticia corrió por todos los pueblos y ciudades, levantándose juntas de defensa para prepararse para la defensa del país y hacer comprender a los franceses que no tolerarían su gobierno directo.
Pero estos sucesos se enmarcan ya en la Guerra de la Independencia, trabajo que no tengo intención de tocar y con el que pongo al mío, punto y final.
Recreación del levantamiento en Burgos, el 18 de abril de 1808 contra las tropas francesas
Autor: eljoines
Bibliografía:
- .
- “La Guerra de la Independencia” por Gérard Dufour.
- http://www.ingenierosdelrey.com/guerras/1808_independencia/documentos/1807_10_27_fontainebleau.htm.
- “Burgos capitanes insignes” por Fray Valentín de la Cruz.
- “Un día de Cólera”, por Arturo Pérez Reverte.
- Eljoines's blog
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No creo que sea en absoluto un problema de información. El problema es que damos preferencia a la ideología sobre la información. Y ese es un problema atemporal, consustancial a las sociedades humanas. La información la filtramos a través de nuestros prejuicios ideológicos. En tiempos de José Bonaparte y ahora. Éste podría haber sido el mejor monarca de la Hª, pero los españoles no lo habrían aceptado igualmente.
Actualmente disponemos de fuentes prácticamente inagotables de información. Pero la gente la sigue filtrando o incluso rechazando si no cuadra con su ideología.
¡Hola!
Felicidades por tu artículo Eljoines; informa muy bien acerca de la ocupación francesa de España y la creciente animadversión a ésta en dicho país. Solo haré algunos apuntes.
Teniendo en cuenta lo que nos platicas, la ocupación francesa de España en 1808 solo puede ser vista a través de la soberbia de Napoleón y su desprecio por su aliado español. Napoleón tuvo la oportunidad con el tratado de Fontainebleau en 1807 de bloquear un posible desembarco en la península ibérica por los ingleses, pero enceguecido por sus triunfos decidió ocupar militarmente España también, perdiendo no solamente esta oportunidad sino abriendo un segundo frente en su contra.
En lo que respecta a Fernando VII yo también opino que la gente solo veía en él al legítimo sucesor al trono (la idea del derecho divino quizás estuviera todavía muy imbuida en el pensamiento de aquella época en España entre las gentes del pueblo). Aquí en varios países de América Latina los movimientos de independencia comenzaron precisamente al grito de "Viva Fernando VII".
Saludos
Totalmente de acuerdo y es que Napoleón nunca se había enfrentado a una guerra como la que empezó en la península ibérica. Quizás pensó que controlando los puntos estratégicos bastaría para doblegar a España; no contó con la resistencia del pueblo español a la ocupación, que junto con el desembarco de Wellington y la posterior reacción de los ejércitos peninsulares le obligó a mantener, como bien dices, una importante cantidad de soldados en la península ibérica.
Pienso que el hecho de haber batido a Austria, Rusia y Prusia en las prodigiosas campañas de 1805-1807 lo llevó a pensar que la ocupación de España sería cuestión de trámite, pero se equivocó.
Saludos
Actualmente disponemos de fuentes prácticamente inagotables de información. Pero la gente la sigue filtrando o incluso rechazando si no cuadra con su ideología.
Dicen que el hombre está durante gran parte del día hablando consigo mismo, y el tema principal es darse la razón a sí mismo.
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Sin duda Santiago podía haber sido un monarca moderno y con ideas buenas, pero lo tenía todo en su contra para que su gestión fracasara., solo las bayonetas francesas le sostuvieron y cuando el poder militar francés se debilitó, no tuvo más remedio que irse de España, dejando al ceporro e incompetente fernandito VII volver al trono, ¡vaya regalo!.
saludos