Tanegashima, el Arcabuz Japonés
Cuando los portugueses llegaron a Japón, recalando en la isla de Tanegashima, arribaron a un país dividido y en guerra. No es extraño que uno de los productos occidentales más apreciados fueran las armas modernas, en concreto el arcabuz. Rápidamente los propios japoneses asimilaron el valor del arcabuz y empezaron a fabricar los suyos propios, conocidos comúnmente como “tanegashimas”.
La Introducción del Arcabuz
Aunque las crónicas japonesai y portuguesa difieren en ciertos detalles, se acepta que en 1543 (o 1542) una nave mercante (probablemente un gran junco chino) habría arribado por culpa de un temporal hasta la costa de la pequeña isla de Tanegashima, en las islas Ryukyu, la parte más meridional del Japón. A bordo viajaban unos comerciantes portugueses que se convirtieron en los primeros occidentales en establecer contacto con el Japón. Los portugueses llevaban consigo arcabuces -probablemente producidos en factorías portuguesas asiáticas como Goa (India)- que despertaron el interés del señor de la isla: Tanegashima Tokitaka.
Tokitaka pagó una considerable suma por dos o tres arcabuces más la fórmula de la pólvora que usaban. Un herrero de la isla: Yaita Kinbee Kiyosadaii, recibió el encargo de hacer replicas del arcabuz. Las primeras piezas fueron defectuosas, pero en 1544 arribó un nuevo barco portugués en el que iba un herrero que le enseñó como cerrar el tubo del arma aplicando un tornillo. Tanegashima era una isla rica en mineral de hierro, por lo que pronto se produjeron a producir la nueva arma a la que se llamó tanegashima teppo; “tanegashima” se convirtió en sinónimo de arma de fuego con llave de mecha.
No es que los japoneses desconocieran las armas de fuego y la pólvora, como creyeron los portugueses, sino que únicamente conocían las obsoletas armas chinas de escasa eficacia (incluida la propia pólvora china) y poca presencia en los campos de batalla japoneses. De hecho el término teppo (teppō) no fue una invención del señor de Tanegashima sino que era el término que se utilizaba para cualquier arma explosiva, prácticamente desde que los mongoles habían usado granadas explosivas durante su intento de invasión en el siglo XIII.
Un antiguo arcabuz japonés conservado en el templo Ako
El señor de Tanegashima estaba muy orgulloso de sus teppo y pronto los empezó a repartir como regalos. Unos de los primeros arcabuces sirvió de regalo para un huésped; de regreso a su tierra este procedió a entregar el arcabuz e información sobre él a su hermano, un monje guerrero del Negoroji. Tras descifrar los secretos del arma, los monjes guerreros empezaron a producirla y la difundieron por otras fortalezas-monasterios.
Otro visitante que en 1544 recibió un arcabuz e instrucción en su construcción, fue un comerciante de la industriosa Sakai, donde al parecer ya se fabricaban armas de mecha de origen chino, por lo que se pusieron pronto a trabajar en replicar las armas portuguesas.
Otro arcabuz fue regalado al poderoso Shimazu Takahisa, del que los señores de Tanegashima venían a ser vasallos. A través de Takahisa llegaría un arcabuz al shogún Ashikaga Yoshiharu. El shogún ordenó que se empezara la producción del nueva arma; los prestigiosos herreros de Kunitomo se pusieron a ello y en 1544 fabricaron su primer teppo. En los siguientes años, el shogún favorecería a sus aliados facilitándoles el acceso a pólvora y arcabuces.
Ilustración de una herrería en Sakai dedicada a la producción y venta de armas de fuego.
Por supuesto los portugueses (mientras se les permitió) siguieron viajando a Portugal y entre sus mercancías no podían faltar las armas de fuego. Sin embargo no fueron los únicos intermediarios para la difusión del arcabuz. Los activos piratas/comerciantes japoneses wako no sólo los usaban en sus naves sino que también comerciaban con ellos. De hecho es plausible que los primeros teppo modernos introducidos en Japón no fueran los de Tanegashima sino armas traídas por los wako. De hecho en el mar parece haber sido donde primero se emplearon los arcabuces tanto por los wako como por los clanes de “señores del mar” (muchas veces indistinguibles entre sí).
Tanegashimas construidos en el dominio de Satsuma (SO de Kyushu) y cuyas formas se aproximan a los modelos origianles (fuente: japaneseweapons.net)
Difusión
Se suele considerar el victorioso asedio de Kajiki (1549) por parte del clan Shimazu, como la primera victoria “samurái” conseguida gracias al uso de los tanegashimas. Ese mismo año un joven y visionario Oda Nobunaga realizó el mayor encargo (hasta la fecha) a los armeros de Kunitomo: 500 arcabuces. En 1554, Nobunaga haría buen uso de sus ashigaru (infantes) equipados con arcabuces en el ataque al castillo Muraki de los Imagawa: supuestamente habría organizado relevos para que sus ashigaru mantuvieran un fuego constante sobre las posiciones enemigas. En 1560 sería el castillo Oda de Marune, el atacado por fuerzas Imagawa al mando del futuro shogún Tokugawa Ieyasu; el general defensor, Sakuma Morishige, realizó una salida contra los Imagawa, sólo para ser victima de fuego concentrado arcabuz y convertirse en el primer oficial de alto grado del que sabemos que cayó abatido por un arcabuz.
Arcabuceros ashigaru protegiéndose detrás de una empalizada de bambú y de una pila de balas de arroz.
La gran isla de Kyushu al sur, se vio pronto inundada por importantes cantidades de arcabuces, gracias a la presencia de comerciantes portugueses y a su cercanía y relación con el propio centro de producción de Tanegashima. Uno de los grandes clanes de la isla: los Otomo, mostraron bastante predilección por las armas de fuego. Aunque el comentario del portugués Pinto de que en 1555 sólo en la provincia Otomo de Bungo había 30.000 armas de fuego es sin duda una exageración, sí que hay registradas frecuentes entregas de armas por parte de los Otomo al shogún Ashikaga.
Los clanes orientales lo tenían más difícil para conseguir las nuevas armas salvo que mantuvieran buenas relaciones con el shogunato. Especialmente importante era el secreto de la formula de la pólvora occidental (más potente que la tradicional china) que el shogún difundía sólo a sus aliados preferidosiii. Así, Uesugi Kenshin recibió en 1559 la receta de la pólvora que usaban los Otomo como presente del shogún por su lealtad.
Tanegashimas construidos en Sakai, cuyos herreros además de armas corrientes hicieron numerosos arcabuces ricamente adornados (fuente: japaneseweapons.net)
Para el inicio de la década de 1570 ya nos encontramos informes en los que las heridas de bala superan normalmente a las de flechas. En ese año de 1570 los monjes del Negoroji tienen una fuerza de 300 arcabuceros que son claves en derrotar un ataque de los Oda. Los diversos clanes han ido incorporando en sus ejércitos escuadras especializadas de arcabuceros para esa época.
El momento cumbre del ascenso del teppo se suele considerar la batalla de Nagashino (1575) en el que las fuerzas de Oda Nobunaga y Tokugawa Ieyasu derrotaron a la afamada caballería Takeda. Las fuerzas Oda-Tokugawa contaban según una crónica contemporánea con 1.000 arcabuceros, aunque en un posterior relato se elevaron a 3.000. Por contra los Takeda se habían quedado algo detrás en la adopción masiva de arcabuces, aunque tenían los suyos propios y ya habían tenido experiencia de lo peligrosos que eran en pasadas batallas. El propio Takeda Shingen había advertido a su seguidores de que las armas de fuego serían el futuro y según una popular leyenda él mismo murió tras ser herido una noche por un francotirador durante el asedio a un castillo.
Los arcabuceros en Nagashino tomaron posiciones tras barricadas de bambú y causaron fuertes bajas en los atacantes Takeda, especialmente entre los oficiales perfectamente identificables por sus vistosas armaduras. Se suele narrar que se dispararon salvas continuas formando en grupos de tres, pero este aspecto no está del todo claro. A pesar del papel estelar del teppo en la batalla, hay que aclarar que la clave no fue tanto que los Takeda cargaran a ciegas contra las posiciones rivales sino que lanzaron un desafortunado ataque de flanco que fue emboscado por las tropas Oda mientras las Tokugawa contenían los ataques por el frente.
Detalle de una pantalla (de biombo) dedicada a Nagashino, mostrando las empalizadas y los grupos de arcabuceros abatiendo a los jinetes Takeda.
Apogeo
En la época posterior a Nagashino, una cosa que quedó clara es que como mejor servicio prestaban los arcabuces era en masa. El arcabuz rápidamente alcanzó e incluso superó la paridad con el arco como arma para los tiradores. En 1576 los propios Takeda disponían del triple de armas de fuego que en 1562, en una proporción 54:46 a favor del teppo.
De entre los grandes clanes, los Hojo parecen haberse quedado rezagados. Al igual que los Takeda, los Hojo eran otro clan perjudicado por su posición oriental (alejada de las zonas de producción y difusión del teppo) y por sus malas relaciones con el shogunato; lo que les había dificultado hacerse con armas de fuego. No sería hasta 1587 que se alcanzase en los Hojo la paridad entre número de arqueros y arcabuceros; y aun así sólo el 28% del ejército eran tiradores, una cifra muy baja respecto a otros grandes clanes.
La invasión japonesa de Corea (1592-1597) vería un nuevo paso adelante con el uso de miles de arcabuceros. Los coreanos contaban con anticuadas armas de mano de influencia china que no eran rival para los modernos teppo japoneses. Curiosamente lo contrario sucedió con la artillería ya que los japoneses sufrieron en los asedios por causa de la numerosos (y relativamente eficaces) cañones coreanos y chinos; mientras que ellos mismos hacían un uso muy limitado de la artilleríaiv.
En el asalto a Pusan (1592) se describe como los japoneses avanzaron bajo una lluvia de flechas para a continuación lanzar sus propias salvas de arcabucería que acallaron a los coreanos que no se atrevieron a levantar la cabeza mientras los japoneses escalaban la muralla. Las escuadras de arcabuceros japonesas con sus salvas concentradas causaron grandes bajas tanto en las fuerzas coreanas como después en las chinas. Las tropas en Corea demandaron constantemente que los refuerzos vinieran equipados con tanegashimas por ser el arma más útil en Corea e incluso se animaba a los samuráis a venir armados con ellosv. Coreanos y chinos quedaron muy impresionados por la potencia y eficacia de las escuadras de arcabuceros japoneses.
Arcabuceros japoneses en la defensa del castillo de Ulsan frente a tropas chinas y coreanas
De vuelta a Japón, para 1600 el 80% de las heridas por proyectiles eran por armas de fuego. Aunque eso no quita que la lanza siguiera siendo el arma más común en el campo de batalla. En ese mismo año de 1600 (antes de la decisiva batalla de Sekigahara) llegó a Japón el primer barco holandés: el Liedfe. Aunque Tokugawa Ieyasu confiscó su cargamento para hacerse con 500 arcabuces, varios cañones y una gran cantidad de la muy demandada pólvora; sin embargo eso fue el comienzo de una relación que fructificó después cuando los holandeses suplantaron a los portugueses en el comercio con Japón.
Tras Sekigahara (1600) y su epílogo: el asedio de Osaka (1615), Ieyasu gobernaba Japón de forma incontestable como shogún, dándose por terminada la violenta y caótica era Sengoku, que se considera que comienza con la guerra Onin (1467-1477). En ese momento debía haber al menos unas 200.000 armas de fuego en todo el Japón.
Ashigaru usando tanegashimas bajo la lluvia (ilustración del siglo XIX). Los arcabuces cuentan con una protección para que no se moje la mecha.
El Arcabuz Japones
Durante un tiempo no fueron raros en Europa los modelos de arcabuz con la caja (culata) curvada. La curvatura tenía por objeto elevar el cañón del arma hacia la mejilla para hacer mejor puntería. Este es el tipo de arcabuz que se extendería por el sureste asiático y por Japón. En Europa se abandonaron los arcabuces curvados en favor de una culata recta que se pudiera apoyar en el hombro del tirador, absorbiendo el impacto y mejorando la velocidad de disparo. Por contra los japoneses se aferraron a los arcabuces curvos y en general parecen haberse mostrado más interesados en conseguir una mayor precisión y menos en la cadencia de disparo.
El arcabuz era un arma con llave de mecha; es decir funcionaba mediante la acción de una serpentina de metal que contenía una mecha encendida. Al activarse golpeaba una cazoleta con pólvora de cebo que al detonar hacía que la explosión se introdujera a través de un orificio en el tubo y detonara a su vez la carga principal de pólvora disparando una bala de plomo.
Comparación entre un arcabucero japonés y un mosquetero occidental (fuente: gamebase.com). La posición de la serpentina de manera que cayera hacia delante es típica de las armas japonesas y en general de los arcabuces del sudeste asiático.
Los japoneses cayeron pronto (antes que los europeos) en las ventajas de estandarizar el calibre de los arcabuces a una serie limitada de medidas. De esta forma en vez de que cada arcabucero tuviera que usar su propio molde, podía nutrirse de balas a través de un porteador, al igual que ya hacían los arqueros. En el siglo XVII se introdujeron cartuchos de pólvora ya prefabricados.
Pruebas en arcabuces que datan del inicio del periodo Edo, muestran que los arcabuces eran letales a 30 metros; tenían un alcance efectivo de 50 m, pudiendo atravesar armaduras a dicha distancia, aunque la precisión era escasa salvo contra blancos grandes como jinetes. Más allá de esos 50 m. se perdía cualquier mínimo de precisión e incluso si por fortuna la bala alcanzaba algún blanco, era incapaz de atravesar una armadura corriente. Un arcabucero diestro podía hacer disparos cada 15-20 segundos, aunque sólo durante los primeros minutos de acción.
Un tanegashima junto a varios accesorios como una funda, un frasco para la pólvora, una cartuchera y un desatascador. (fuente: japaneseweapons.net)
En Europa los arcabuces pronto fueron suplementados por mosquetes con un calibre superior y mayor alcance, pero más pesados y necesitando de una horquilla para dispararse. Los japoneses no siguieron exactamente esta línea pero si sobredimensionaron el diseño básico del arcabuz para crear una serie de modelos de mayor calibre. Por un lado se forjaron los llamados hazamazutsu (“tubo de fuego” de pared) que podían llegar a medir más que un hombre y pesar más de 25 kg. Este tipo de armas estaba pensado para usarse en las troneras de las fortalezas.
También estaban los ozutsu (gran “tubo de fuego”) que iban desde una especie de grandes trabucos o cañones de mano hasta unos arcabuces gigantes con ruedas que eran en la práctica pequeñas piezas de artillería. Este tipo de armas eran imprácticas en el campo de batalla y normalmente sólo se usarían en los sitios de fortalezas.
Finalmente, se llegaron a fabricaron pistolas (tanzutsu) y pistolas/carabinas para caballería (bajozutsu). Parecen haber sido armas de prestigio para los samuráis pero de escaso uso sobre todo por imprácticas; de hecho en Europa este tipo de armas cortas se construían con una más cara pero práctica llave de rueda y no con llave de mecha.
Un grupo de samuráis con un ozutsu dotado con ruedas en una ilustración del Budo Geijutsu Hiden Zue (siglo XIX) (fuente: nihon-no-katchu.com). En algunas ilustraciones se muestra al usuario de este tipo de grandes armas apoyado en balas de arroz para amortiguar el retroceso.
Tácticas
Japón era una nación con una gran tradición arquera, por lo que se pararon seriamente a valorar las ventajas relativas de arcabuz y arco. El arco requería de mucha más destreza en su manejo que el arcabuz y su alcance “letal” contra blancos dotados de armadura era más pequeño (12-14 m.). Por contra tenía una mayor velocidad de tiro y aunque sus proyectiles fueran menos mortíferos, podían llegar mucho más lejos (300 m.); además no dependía de un elemento como la pólvora, relativamente difícil de producir en cantidades masivas en Japón y costosa de importar.
La solución japonesa fue normalmente la de combinar la acción de arcabuceros y arqueros. Los arcabuceros (al igual que el resto de los ashigaru) eran proporcionados por los diversos samuráis en función del potencial productivo de su tierras, pero no necesariamente acompañaban a éste en el combate. Las regulaciones de servicio feudal militar solían establecer que tipo de tropas y número mínimo debía aportar un samurái de nivel en función del valor de sus tierras. Las últimas regulaciones Tokugawa al respecto fueron redactadas en 1649, permaneciendo vigentes durante todo el periodo Edo. A continuación mostramos un ejemplo:
Estipendio |
Samuráis |
Lanceros |
Arcabuceros |
Arqueros |
Sirvientes |
Total |
600 kokuvi |
3 |
1 |
1 |
1 |
7 |
13 |
1.500 koku |
7 |
3 |
2 |
1 |
17 |
30 |
5.000 koku |
14 |
10 |
5 |
3 |
71 |
103 |
10.000 koku |
26 |
30 |
20 |
10 |
149 |
235 |
Para hacer un uso más eficaz de los tanegashimas se combinaban en escuadras especializadas de arcabuces, lideradas por un teppo ko gashira (lugartenientevii) que se encargaba de regular el fuego. El tamaño de las escuadras variaba según la época y el clan, pero podían ser de hasta unos 30 miembros, divididos en equipos de 5-6. Era normal que cada grupo incorporara algún arquero, desde grupos de 5 arcabuceros con un arquero hasta grupos de 3 arcabuceros y 2 arqueros como en el caso de los Takeda.
Por encima de las escuadras había compañías de arcabuceros con a partir de 50 miembros, al mando de un ashigaru kashira (capitán). También podía haber compañías mixtas de tiradores como la recogida en la crónica Koyo Gunkan, formada por 75 arcabuceros y 75 arqueros.
Un teppo tai (arcabucero) mostrando el carrete de mecha enrollado en el brazo para no perderlo y baquetas de repuesto a la espalada. A su lado vemos a un teppo ko gashira portando como símbolo de mando una barra de bambú en la que lleva una baqueta de repuesto. Ilustraciones del Zohyo Monogatari (siglo XVII) (fuente: http://k-aiser.kokugakuin.ac.jp)
Una característica llamativa de las compañías de arcabuceros era la tendencia a equipar a los humildes ashigaru con armaduras. Los arcabuceros operaban en vanguardia y era común el escaramuceo, los japoneses consideraban por ello que una cierta protección era indispensable. Dado que los ashigaru en principio no se podían permitir incluso humildes armaduras, los clanes les proporcionaban armaduras “prestadas” marcadas con el símbolo del clan. También se les proporcionaban espadas (katanas) si no tenían propias, para en caso de que necesitaran defenderse cuerpo a cuerpo. Había manuales que advertían de la baja calidad de estas espadas de producción masiva y recomendaban a los ashigaru contra golpear la armadura rival y centrarse en herir puntos como las manos o la cara.
La aparición de las armas de fuego (y la generalización de nuevas tácticas de combate) llevó a los japoneses a actualizar sus armaduras por otras más adecuadas para hacer frente a proyectiles. En las “armaduras modernas” (tosei gusoku) se reemplazaron las escamas individuales por placas metálicas.
Miniaturas de arcabuceros mostrando diferentes posiciones de carga y disparo, así como la presencia de porteadores con cajas lacadas en las que se portaban balas, pólvora e incluso herramientas para los arcabuceros (fuente: hetairoiwargames.blogspot.com)
Caso aparte es el uso de tanegashimas por los propios samuráis. Para la era de introducción del arcabuz, la lanza había sustituido al arco como arma principal de los samuráis, tanto montados como a pie; el grueso de los tiradores estaba formado por ashigaru. En tanto que los arcabuces eran sustitutos de los arcos, la mayoría de los samuráis no vio motivo para cambiar su equipo personal, más allá de tomar buena nota del poder de penetración de la nueva arma para buscarse mejores armaduras. Sin embargo hubo tempranos entusiastas del nueva arma, como Oda Nobunaga que añadió el tiro con arcabuz al elenco de los “artes marciales” que practicaba.
Con el tiempo se fueron presentando en campaña un mayor número de samuráis armados con tanegashimas, que fueron integrados en las compañías especializadas. Estos samuráis aunque formaran en grupos parecen haber funcionado con una formación más abierta e independiente de la de los arcabuceros ashigaru, eligiendo sus blancos preferentemente entre gente de nivel y dejando a los ashigaru aspectos tales como disparar por salvas.
Samurái cargando un tanegashima y sujetando la baqueta en la boca. (fuente: nihon-no-katchu.com)
En campaña, los arcabuceros solían ir a vanguardia y normalmente eran los primeros en entablar batalla. Les acompañarían arqueros para escaramucear a distancia y cubrir cualquier interrupción en el ritmo de fuego de los arcabuceros. No muy lejos de ellos permanecerían los lanceros, dispuestos a avanzar y ofrecer protección en caso de una carga enemiga; en dicho caso se instruía a los arcabuceros para que se retiraran a izquierda y derecha de los lanceros para no entorpecerles.
Para conseguir una mayor eficacia se instruía a los ashigaru para disparar en grupo y en su caso por salvas. Para 1615 las regulaciones Uesugi establecían que independientemente del número de arcabuceros presentes se organizaran en grupos de 3 para turnarse y mantener un fuego más o menos continuo; como ya hemos mencionado es posible que ya Oda Nobunaga hubiera usado de un sistema similar en Nagashino.
La crónica Kirin Gunki nos muestra una unidad de 100 arcabuceros que habría conseguido causar la impresionante cantidad de 600-700 bajas en una batalla. Sin embargo este grado de eficacia habría que considerarlo como una excepción, aunque si era probable que un certero fuego en el campo de batalla provocara una respuesta apresurada de las fuerzas rivales en un intento de silenciar a los arcabuceros.
Ashigaru protegiéndose detrás de una barrera de escudos en una ilustración del Budo Geijutsu Hiden Zue (s. XIX). El uso de escudos rectangulares a modo de empalizadas databa de la época en que el arco era el arma dominante.
Pervivencia del Tanegashima.
Tras el asedio de Osaka ningún clan se atrevió ya a desafiar al shogún Ieyasu construyó un eficaz sistema de control de los antaño rebeldes samuráis, una parte importante de la política Tokugawa consistió en esforzarse por obtener un relativo monopolio de la difusión de armas de fuego -no sólo los armas en sí, sino también en cuanto a la pólvora-, como por ejemplo exigiendo a los herreros de Kunitomo que sólo fabricasen armas de fuego para los Tokugawa. El último paso se dio en la década de los 30 del siglo XVII cuando se procedió a cerrar el país al exterior que no sólo impedía “malas influencias” externas sino que tenían el efecto práctico de impedir importaciones de armas y pólvora por parte de los señores feudales. El único contacto exterior era a través del puesto holandés de Nagasaki, permitido por los Tokugawa porque era fácilmente controlable y les permitía a ellos mismos echar un vistazo a los avances tecnológicos occidentales sin correr el riesgo de que se difundieran a manos no deseadas.
Tanegashimas construidos en Kunitomo (japaneseweapons.net)
De los holandeses obtuvieron los Tokugawa varios mosquetes con llave de sílex, arma adoptada por los ejércitos occidentales a partir de finales del siglo XVII y que ofrecía una mayor velocidad de disparo. El shogunato -instalado en el aislacionismo y conservadurismo- no mostró interés en reemplazar a los tanegashimas por los nuevos mosquetes. Hay que recordar que eran tiempos de paz; la rebelión de campesinosviii (cristianos en gran parte) de Shimabara (1637-1638) había sido la última gran convulsión. Después de Shimabara apenas hubo situaciones que requirieran de la fuerza militar y las que hubo fueron de pequeña entidad como una revuelta de los indígenas ainu en 1669 con varios cientos de muertos que fue suprimida por el clan samurái local empleando armas de fuego.
Otro factor importante era uno puramente técnico: las llaves de sílex eran en principio menos fiables que las de mecha. En la propia Europa hubo una desconfianza inicial hacia los nuevos mosquetes en ejércitos como el francés; llegando a plantearse construir mosquetes con doble llave: mecha y sílex. Al final fue la experiencia práctica de la guerra la que hizo que se impusiera dicha arma en los campos de batalla europeos.
Por tanto los japoneses se quedaron con sus tanegashimas de mecha que alcanzaron la cima de la evolución a principios del siglo XVIII. Para entonces más que arcabuces eran mosquetes ligeros, y sin duda las armas con llave de mecha más certeras producidas, ya que los japoneses no sólo habían dominado y generalizado el estriado del cañón sin que dotaron a los tanegashimas con primitivas miras.
Ashigaru practicando el tiro nocturno, usando cuerdas para fijar la inclinación correcta del arma. Ilustración del siglo XIX.
El Japón no fue el único en quedarse estancado tecnológicamente en la evolución de las armas de fuego: en Corea y China también se vio un proceso equivalente. Sería precisamente la derrota china en la guerra del Opio (1841-1842) la que acabaría de desperezar al shogunato Tokugawa. La cifra de armas de fuego se había mantenido más o menos constante en 200.000 desde la época de Sekigahara; pero por fin se asumió que los tanegashimas estaban anticuados y no podrían defender al Japón de las crecientes amenazas exteriores. Se empezaron a buscar armas modernas en el exterior (Holanda) pero se reaccionó demasiado tarde y para cuando por fin llegaron los “diablos extranjeros” a los costas de Japón (1853), en forma de los buques negros de Perry (EE.UU.), todavía no se estaba listo; por lo que el shogunato se vio obligado a aceptar reabrir el Japón al mundo.
Con la apertura entraron modernos mosquetes y más tarde fusiles, que se acabarían utilizando en la guerra civil que supuso el fin del shogunato Tokugawa: la Guerra Boshin (1868-1869). Un buen número de antiguos tanegashimas se acabarían utilizando de nuevo en combate pero no en su forma tradicional sino reconvertidos al adaptarles llaves de sílex y más tarde mecanismos de percusión. Un tributo a la excelencia de la construcción original de estas armas.
Samurái montado armado con una pistola para caballería (bajozutsu). Ilustración del Budo Geijutsu Hiden Zue (1855) (fuente: nihon-no-katchu.com)
Autor: Flavius Stilicho
Fuentes:
-
Conlan, T.D. Armas & Técnicas Bélicas del Samurái, 1200-1877.
-
Turnbull, S. The Samurai Sourcebook.
-
VV.AA. Técnicas Bélicas del Mundo Oriental, 1200-1860: Equipamiento, Técnicas y Tácticas de Combate.
-
Web JapaneseWeapons.Net: Japanese Matchlocks (Tanegashima).
-
Wikimedia Commons para aquellas ilustraciones en las que no se indique el origen.
Notas:
i La principal fuente japonesa es el Teppo Ki encargado por los señores de Tanegashima para recordar su papel en la historia de las armas de fuego en Japón.
ii Según una leyenda popular en la isla de Tanegashima, Yaita tuvo que entregar a su joven y hermosa hija Wakasa a uno de los primeros comerciantes portugueses, para que éste le revelara los secretos del arcabuz.
iii El pequeño clan Matsura hizo convertirse al cristianismo a dos de sus samuráis sólo para que los portugueses les revelaran dicho secreto.
iv Con excepción del asedio final de Osaka (1615) la presencia y relevancia de la artillería “samurái” fue muy escasa.
v En el tipo de guerra desarrollado en Corea no había excesivo sitio para que la lanza se luciera.
vi Cantidad necesaria de arroz para alimentar a una persona durante un año.
vii En ejércitos occidentales de la misma época hubiera sido más bien un sargento o un cabo de escuadra.
viii Apoyados por numerosos samuráis sin tierras ni señor (ronin).
- Flavius Stilicho's blog
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Muy interesante Flavius!
Me ha encantado la parte de reconvertir antiguos mecanismos de disparo por mecha por los de llave de silex. La reutilización de recursos!
Interesante trabajo Flavius., aunque el tema no es de mis favoritos, tiene cierto encanto. Me acuerdo cuando era pequeñajo, que vi en la tele la película "Ran" del gran Akira Kurosawa, la película como era pequeño, no me gustó mucho, pero lo que siempre recordaré, lo impactado que me dejó las escenas de fuego masivo con arcabuz, sencillamente, ¡acojonante! (perdón por la palabreja).
saludos
Muy interesante el artículo, no conocía este hecho de la historia. Me llama la atención que en vez de guardarse para sí el secreto de la pólvora occidental, los señores lo compartieran con sus aliados.
Un saludo
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Como complemento, pongo a continuación unos videos japoneses de demostración del uso de los "tanegashimas".
Y finalmente como extra, un video con imágenes de varias peliculas japonesas "de samuráis" como Ran, Kagemusha o Kagetora, con su dosis de fuego de arcabucería entremezclada: