El nacimiento de la República romana

Antes de transformarse en un Imperio, Roma fue una República, y antes de ser República fue una Monarquía. Incluso en la época imperial -en la que se mantenían unas instituciones republicanas cada vez más vacías de sentido- los romanos se mostraban orgullosos de como sus antepasados habían acabado con la Monarquía y habían ido forjando los pilares de una nueva Roma. El nacimiento de la República fue para los romanos un acontecimiento portentoso y por tanto terreno fértil para asociarle mitos y leyendas.

El último rey: Tarquinio el Soberbio

 
  Tarquino el Soberbio, óleo sobre tabla de Sir Lawrence Alma-Tadema (1867)

Lucio Tarquinio apodado para la posterioridad como el Soberbio (Superbus) sería el último de los “siete legendarios reyes” de Roma. Era nieto o hijo del quinto rey Tarquinio el Viejo (primero de los reyes de ascendencia etrusca [1]) y yerno del sexto rey, Servio Tulio.

La tradición romana [2] nos los presenta como un estereotipado tirano cruel y detestable que habría provocado que a los pobres y sufridos romanos se les quitaran las ganas de volver a tener un rey. Ya antes de ser rey fue demostrando de qué pie cojeaba con la cuestión de su matrimonio.

Lucio tenía un hermano llamado Arrunte, siendo éste el hermano “bueno” (el prudente) mientras Lucio era el hermano “malo” (el ambicioso). Servio Tulio casó a ambos con sus hijas: a Lucio con Tulia la Mayor y a Arrunte con Tulia la Joven; dándose el caso en que entre las hermanas era Tulia la Joven la “mala”, con lo que los matrimonios estaban descuadrados. El resultado fue que los hermanos “malos” asesinaron a los “buenos” para poder casarse entre sí y dar rienda suelta a sus oscuras e impías ambiciones.

El siguiente paso fue asesinar a Servio Tulio, complot apoyado por los patricios romanos, molestos con Tulio porque éste en los últimos años se apoyaba cada vez más en los plebeyos. De esta forma Tarquinio se hizo con el trono (año 534 a. C.), sin llegar a ser votado ni por el Senado ni por el pueblo, convirtiéndose en el primer rey que accedía al cargo en base exclusivamente a la herencia.

Al llegar al trono devolvió el favor a los patricios suprimiendo las leyes de su antecesor que beneficiaban a los plebeyos pero a los patricios les duró poco la alegría ya que descubrieron que su nuevo rey no estaba dispuesto a dejarse aconsejar y tenía sus propias ideas. El reinado de Tarquinio se convierte en corrupto, violento y despótico, negándose a escuchar al pueblo y, aún peor (para algunos), ignorando al Senado.

La Roma de Tarquinio

Es difícil estimar el poderío de Roma en esa época pero parece haber suficientes evidencias para pensar que Roma era el estado más poderoso dentro del Lacio y que se encontraba al mismo nivel de las más poderosas ciudades-estado etruscas. Un tratado con Cartago fechado por Polibio en el primer año de la República parece indicar que al menos así era considerada por los cartagineses.

Roma se estima que tenía en esa época en torno a unos 25.000 - 30.000 habitantes y, en condiciones normales, podía poner en el campo de batalla un ejército de entre 5.700 y 8.500 hombres. Buena parte de su crecimiento venía del hecho de estar en una situación estratégica en el cruce del Tíber y cerca de la frontera con Etruria lo que la habría convertido en un destino de emigración para latinos, sabinos y etruscos.

La prosperidad y poderío de la ciudad se reflejaba en las grandes obras acometidas por los Tarquinios -financiadas en gran parte por el botín de guerra- como la Cloaca Maxima y el complejo de templos del Capitolino (Juno Regina, Minerva y Jupiter Optimus Maximus). Roma distaba mucho de haber sido un estado pacífico antes del ascenso de los Tarquinios pero bajo sus tres últimos reyes demostró ser un estado agresivo y un vecino peligroso, que se expandía no sólo a costa de sus vecinos sabinos y latinos sino también de los etruscos.

 
Sexto Tarquinio y Lucrecia, óleo sobre lienzo de Tiziano (1571)  

La caída de la Monarquía

Según la tradición romana, sucedería un último ultraje por parte de los Tarquinios que sería su perdición. Como parte de su política expansiva, Tarquinio decidió tomar la prospera Ardea.

En el transcurso del asedio tuvo lugar una charla entre su hijo Sexto y su primo Colatino (Lucius Tarquinius Collatinus) en el que se pusieron a discutir acerca de cuál de sus esposas era más virtuosa.

Para zanjar el tema se marcharon ambos a comprobar qué hacía cada una aprovechando que el marido estaba en la guerra. Así descubrieron que la esposa de Sexto estaba “de fiesta” (en un banquete) mientras que la de Colatino -Lucrecia- se encontraba en su casa dedicándose a hilar. Admirado de conocer a una mujer tan virtuosa, Sexto decidió que tenía que hacerla suya, por lo que regresó otro día y la violó.

La humillada Lucrecia reunió a su marido Colatino, a su padre y a otros familiares y amigos, entre los que se encontraban destacadas personalidades como Bruto (Lucius Iunius Brutus) que era sobrino del rey. Lucrecia explicó lo acontecido y procedió, como buena mujer romana, a suicidarse.

Por su parte. los reunidos decidieron conjurarse para acabar con tan despreciables personajes, padre e hijo. Aprovechando la ausencia de Tarquinio, se reunió a la asamblea y se votó la expulsión del rey. A continuación Bruto marchó a Ardea, consiguiendo el vital apoyo del ejército.

Tarquinio contaba todavía con apoyo en la ciudad e intentó una rebelión pero fracasó. En la conjura estaban implicados los hijos del propio Bruto que fueron condenados a muerte.

 

Formación de la República

Es el año 245 desde la fundación de la ciudad (509 a. C.). Expulsados Tarquinio y sus hijos (Sexto, Arrunte y Tito) los romanos decidieron que era mala idea elegir otro rey de por vida. Ahora gobernarían el Senado y el pueblo romanos: Senatus Populus-Que Romanus (S.P.Q.R.).

Aún así se necesitaba alguna clase de magistrado principal por lo que se decidió nombrar a los dos líderes de la conjura -Colatino y Bruto- como cónsules para que compartieran el poder ejecutivo. Cada uno podía bloquear las acciones del otro, por lo que se necesitaba al menos cierto entendimiento entre ellos para no caer en la inactividad. Serían elegidos anualmente y cada año llevaría el nombre de los cónsules que hubieran ejercido el poder durante él. Probablemente en los inicios no fueran llamados oficialmente cónsules sino que recibirían el nombre de pretores. Las funciones religiosas del rey fueron asumidas por el rex sacrorum, una figura convenientemente despejada de cualquier atisbo de poder político.


Busto de Lucius Junius Brutus, primer cónsul de la República junto a Colatino.

El viudo Colatino no pudo acabar su consulado ya que se decidió que todos los parientes del antiguo rey debían ser expulsados. Sin embargo, Bruto se salvó ya que sólo era pariente por parte de madre. Bruto acabaría teniendo por colega a Publícola (Publius Valerius Poplicola) que se ganó su apodo de “amigo del pueblo” proponiendo numerosas leyes entre las cuales estaba la condena a muerte de cualquiera que intentara adueñarse de un cargo sin la aprobación del pueblo así como que cualquier ciudadano romano podía matar sin esperar a juicio a quien intentara proclamarse rey.

Batalla de la Selva Arsia (509 a.C.)

La situación interna de Roma no pasó desapercibida a sus vecinos. Se nos cuenta que Tarquinio recurrió a las ciudades etruscas para que le repusieran por la fuerza en el trono, aunque se puede poner en duda el papel estelar que se le otorga a Tarquinio en las guerras subsiguientes.

En el propio año 509 un ejército etrusco formado por tropas de las ciudades de Veyes y Tarquinia marchó contra Roma, supuestamente liderado por el propio Tarquinio y con su hijo Arrunte como segundo al mando de la vanguardia de caballería. El ejército romano le sale al paso con Publícola al mando de la infantería y Bruto de la caballería. El enfrentamiento tuvo lugar en la Selva Arsia o en el prado Naevius.

Como prólogo hubo un duelo singular entre Arrunte y Bruto que acabó con ambos heridos de muerte. A continuación chocaron ambos ejércitos. El ala derecha romana mandada por Publícola derrotó a las tropas de Veyes mientras que el ala izquierda romana adoleció de falta de liderazgo por la baja de Bruto y fue derrotada por las tropas de Tarquinia al mando de los otros hijos de Tarquinio (Sexto y Tito).

El día acabó con fuertes bajas en ambos ejércitos y la batalla sin decidir, retirándose ambos a sus campamentos. Publícola optó por arriesgarse al asalto nocturno, consiguiendo apoderarse de éste y poniendo en fuga a los etruscos. La victoria romana fue por la mínima ya que se nos cuenta que tuvieron una sola baja menos que sus enemigos (11.299 por 11.300 [3]).

Batalla de Porsena (508 a.C.)

En el 508 a.C. le toca el turno a Porsena (Lars Porsenna) -lucumon de la etrusca Clusium- de atacar Roma, incitado por Tarquinio. Además de su ejército contaba con el apoyo de la ciudad de Gabii [4], de la ciudad latina de Túsculo, cuyo dictador Octavio Mamilio era yerno de Tarquinio, y de algunos mercenarios.

El primer obstáculo de Porsena es la recién fundada colonia de Sigluria en cuyo apoyo acuden los cónsules Publícola (reelegido) y Tricipitino. Los romanos son derrotados, ambos cónsules heridos y la pequeña colonia probablemente arrasada.

En esa época Roma se encuentra en la orilla oriental del Tíber, teniendo en la otra orilla únicamente un puesto defensivo avanzado en el monte Janículo. Porsena tomó el Janículo al asalto para, a continuación, derrotar al ejército romano formado en frente del Tíber. La lucha fue de nuevo dura pero finalmente el ala izquierda romana cedió tras ser heridos sus comandantes -el hermano del cónsul Publícola y el cónsul Tricipitino- lo que provocó el pánico en el resto del ejército haciendo que huyeran de vuelta a Roma a través del puente Sublicio.

Batalla de Porsena (508 a.C.) (Click para ampliar)

Los etruscos persiguieron a los romanos hasta el puente donde fueron detenidos por la acción de los tribunos Larcio, Herminio y en especial del soldado Horacio (Horatius Cocles) que bloquearon el puente luchando fieramente hasta que los dos tribunos, con sus armaduras destrozadas, se retiran, quedando sólo Horacio que aguanta hasta que se consigue cortar el puente, procediendo a arrojarse al río y consiguiendo volver nadando a Roma gravemente herido.




Mucio Escévola en presencia de Lars Porsena óleo sobre lienzo de Matthias Stom (c. 1640).

Porsena pone cerco a Roma y, cuando la escasez de alimentos ya hace mella en la población, el romano Mucio (Caius Mucius) intenta asesinar a Porsena en su campamento.

Tras ser capturado, acepta autocastigarse quemando su mano derecha en el fuego sin quejarse. Porsena queda impresionado por la varonil actitud de Mucio -que adquiere para él y sus descendientes el cognomen de El Zurdo (Scaevola)- y decide negociar con Roma levantar el cerco a cambio de varios rehenes y algunas concesiones.

Una de las rehenes es Clelia (Cloelia) que impresiona nuevamente al propio Porsena con su valor, honestidad y lealtad a Roma. Porsena permanecería en la región hasta que su hijo Arrunte fue derrotado y muerto por los latinos y la colonia griega de Cumae, en la batalla de Aricia, en el 504 a.C.

Sin embargo, algo huele a chamusquina en esta historia y no es sólo la mano de Mucio. Actualmente se tiende a aceptar que los episodios de Horacio, Mucio y Clelia son leyendas heroicas destinadas a tapar el vergonzoso hecho de que Roma fue efectivamente tomada por Porsena. De hecho algunos historiadores romanos como Tácito llegan a reconocerlo. No obstante, Tarquinio no parece haber sido repuesto en el trono.

Una interesante hipótesis, adelantada en su día por Andreas Alföldi, es que fue el propio Porsena quien acabó con la monarquía y expulsó de Roma a Tarquinio. Porsena habría utilizado Roma, gobernada por dos cónsules impuestos por él, como cabeza de puente para controlar el Lacio hasta que las fuerzas etrusco-romanas fueron derrotadas en Aricia. Tras la derrota, Porsena se retira de Roma pero la facción aristocrática se niega a restaurar la monarquía y continua la guerra con la Liga Latina. En cualquier caso parece que Roma perdió varias o todas sus recientes conquistas en Etruria.

Guerra contra los Sabinos

La siguiente gran amenaza a Roma vendría por parte de los sabinos. En el 505  a.C. los intentos sabinos fueron derrotados en tres ocasiones, siendo especialmente importante la última ya que un potente ejército sabino fue aniquilado en el Anio por los romanos.

Al siguiente año les tocó el turno a los romanos de vengarse. Los ejércitos consulares de Publícola (cónsul por cuarta vez) y Tricipitino (segunda vez) marcharon hacia la ciudad de Fidenae donde los sabinos y sus aliados habían montado su campamento. Al llegar cada cónsul estableció su propio campamento.

El plan sabino era atacar el campamento de Publícola por la noche dejando una fuerza emboscada que impidiera que Tricipitino acudiera en apoyo de su colega pero unos desertores desvelaron el plan. Perdida la ventaja de la sorpresa, los sabinos sufrieron una muy grave derrota en la que supuestamente sufrieron 13.500 muertos y 4.200 prisioneros. A continuación Fidenae sería asediada y tomada al asalto.

En el 503 a.C., los sabinos se aprovechan de que el ejército romano está atascado en el infructuoso asedio de la rebelde colonia latina de Pometia, llegando a presentarse ante las murallas de Roma. Sin embargo, finalmente se retiran tras derrotar a una improvisada fuerza romana y saquear los alrededores. Los romanos marcharon de nuevo contra los sabinos, derrotándoles en la batalla de Eretum. 

La victoria definitiva tendría lugar en el año 502 a.C., en la batalla de de Cures en la que el cónsul Casio Vecelino habría causado 10.300 bajas a los sabinos y tomado 4.000 prisioneros. Los sabinos pidieron la paz, accediendo a entregar cereal y algo de tierra cultivable a Roma.

Batalla del Lago Régilo

La tranquilidad no duró mucho porque la Liga Latina se alzó contra Roma a instancias de Tarquinio el Soberbio. Esta ruptura envalentonó a los exiliados fidenates, que en el año 500 a.C. consiguieron reconquistar Fidenae y volverla contra Roma. UN año después hubo un intento de recobrar Fidenae pero el sitio fracasó.

Se sucedieron los intentos de uno y otro bando sin que ninguno llegara a coger una ventaja significativa pero la preocupación romana iba en aumento por lo que optaron por nombrar a un dictador (temporal) en la persona de Postumio Albo. Postumio Albo reunió un ejército de 23.700 infantes y 1.000 jinetes y marchó contra Túsculo ya que Octavio Mamilio era el principal impulsor de la Liga Latina antiromana.

 El ejército latino contaba con 40.000 infantes y 3.000 jinetes, entre sus filas había romanos exiliados incluidos Tarquinio y sus hijos. La batalla se dio en las cercanías del desaparecido lago Régilo, donde ambos bandos se lanzaron animosos al combate que resultó extremadamente duro.

 


Cástor y Pollux luchando en la batalla del Lago Régilo

Tanto Postumio Albo como su segundo fueron heridos, al igual que Mamilio. La batalla estaba en tablas cuando intervino Lucio Tarquinio con los exiliados romanos y a punto estuvo de ganar la batalla. Sin embargo, una intervención de la guardia de caballería de Postumio Albo, unida a la legendaria intervención divina de los Dióscuros, Castor y Polux [5], consiguió restablecer la situación. El apoyo de la caballería dio nuevos ánimos a la infantería romana y se sobrepuso a sus enemigos, causándoles 30.000 bajas y matando a Mamilio.

Esta batalla sería considerada por los romanos como fundamental para el afianzamiento de la República por lo que no es de extrañar la inclusión de elementos “mágicos” en el relato posterior puesto que ya en la anterior batalla de Arsia hubo una voz “sobrenatural” que insufló coraje en los desanimados romanos para atacar por la noche.

El tratado Casiano

La guerra no se resolvió inmediatamente pero ya estaba encarrilada. En el año siguiente se tomó Fidenae y se hizo limpieza de bandas de latinos insumisos.

Fue en el año 497 a.C. con la firma del tratado Casiano (foedus Cassianum)  cuando la guerra finaliza. En él Roma consigue ingresar en la Liga Latina.

 

Roma siegue siendo un estado importante en el Lacio pero en el proceso ha perdido parte de su antigua preponderancia. Tarquinio no volvería a intentar recuperar el trono de Roma y morirá en el exilio: la República podía seguir su curso.


Autor: Raúl Gómez


Bibliografía

-Dionisio de Halicarnaso: Historia Antigua de Roma, libros IV, V y VI. Traducción de Earnest Cary (Loeb Classical Library, 1937-1950).

-FORSYTHE, Gary (2005):  A critical History of early Rome: from Prehistory to the First Punic War, University of California Press.

-MONTANELLI, Indro (2003): Historia de Roma, Ediciones DeBolsillo.

-Plutarco: Vidas Paralelas: Vida de Publícola

-RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Julio (2011): La conquista de Italia por Roma (I): desde la fundación de la Urbs a la toma de Veyes (siglos VIII-IV a.C.), Almena Ediciones.

-Tito Livio: Historia de Roma, libros I y II. Traducción de Canon Roberts (1905).

 


NOTAS

[1] Tarquinio venía de la etrusca ciudad de Tarquinia (aunque su padre era un griego de Corinto) pero esto no implica necesariamente que hubiera una dominación directa de Roma por losino más bien que Roma era una ciudad “abierta” y prospera que había atraído a numerosos comerciantes, artesanos y artistas etruscos, generándose una comunidad “etrusca” cada vez más influyente.

[2] Los historiadores romanos empezaron a trabajar unos 3 siglos más tarde de los hechos. Aunque contaban con algunos documentos históricos, la mayoría de estos habían sido copiados y vueltos a copiar a lo largo de los años. A ésto se añadía una gran cantidad de leyendas, especialmente las que tenían origen en las antiguas familias patricias y que relataban las supuestas “hazañas” de sus antepasados. Por tanto el relato de ésta época tiene un fuerte componente mítico.

[3] Las cifras de efectivos/bajas que se dan para las batallas no deben tomarse al pie de la letra sino simplemente como indicativo de la importancia relativa que se daba a una o otra batalla. El caso de las bajas romanas suele ser más exagerado ya que hay batallas que acaban con una sola baja o ninguna por miles de sus rivales.

[4] Conquistada por Roma en la época de Tarquinio el Soberbio y que había quedado bajo el control de Sexto.

[5] Se cuenta que dos jinetes de sobresaliente porte y belleza lideraron la carga de la caballería de Postumio Albo haciendo estragos en los latinos para después aparecerse en el Foro, abrevar sus caballos, anunciar la victoria y desaparecer sin ser vistos. Los romanos los identificaron como los gemelos divinos Cástor y Polux (Gemini) y les dedicaron un templo.