Delio: Atenas vs Tebas
Cerca del santuario de Apolo en Delio se iba a librar una batalla inusual entre dos ejércitos de hoplitas. Aunque el invasor ejército ateniense había regresado a su propio suelo, los ofendidos beocios no sólo le plantaron batalla sino que lo iban a hacer saltándose unas cuentas de las normas habituales de la guerra hoplítica.
En el octavo año (424 a.C.) de la Guerra Arquidámica (primera fase de la Guerra del Peloponeso) Atenas sonreía triunfante tras una serie de éxitos. Esparta ya no se atrevía a invadir el Ática por miedo a que los atenienses ejecutaran a los ciudadanos espartanos capturados en Esfacteria (425)i, a la vez que veían como el puesto avanzado de Pilos suponía un continuo drenaje a la economía de Esparta que amenazaba con ponerla de rodillas.
Envalentonados, los atenienses volvieron sus miras hacia la aliada de Esparta: la oligárquica liga Beocia liderada por Tebas. Se alentaron revueltas democráticas que parecían tener buenas opciones de triunfar en ciudades como Sifas u Orcómeno; el último paso era mandar al ejército ateniense a Beocia para apoyar dichas rebeliones. Si todo salía bien se podía poner fuera de juego a los peligrosos beocios. Cuando los atenienses se pusieron en marcha a finales del otoño esperaban triunfar sin necesidad de tener que batir al ejército beocio en una gran batalla.
La Marcha hacia Delio
El plan ateniense consistía en combinar una fuerza naval operando desde el Oeste y una fuerza terrestre que atacaría Beocia desde el Este.
El general Demóstenes estaba a cargo de la fuerza naval, compuesta por 40 naves a las que acompañaban 1.600 hoplitas. Demóstenes zarpó de la base ateniense de Naupacto en el golfo de Corinto para apoyar la revuelta en la costera Sifas. Sin embargo un focense había traicionado los planes atenienses a los espartanos y estos habían pasado aviso a los beocios que pudieron prepararse y asegurar militarmente tanto Sifas como Orcómeno. Cuando llegó Demóstenes se encontró con que tenía que darse la vuelta ya que no sólo no había estallado una rebelión, sino que el ejército que debía salir de Atenas todavía no había avanzado por lo que los beocios podían concentrarse en su limitada fuerza. No sabemos a ciencia cierta si Demóstenes se adelantó o fue Hipócrates el que se retrasó; el caso es que hubo descordinación.
Demóstenes no deseando permanecer inactivo, optó por lanzar un ataque contra la ciudad de Sición en el norte del Peloponeso. Esperaba pillar por sorpresa a los sicionenses pero de nuevo se encontró con que sus planes eran conocidos. Sición podía reunir 3.000 hoplitas por lo que Demóstenes se tuvo que retirar a toda prisa al poco de empezar a desembarcar a su tropa.
La fuerza terrestre ateniense estaba al mando del general Hipócrates. Contaba con 7.000 hoplitas asistidos por un buen número de tropas ligeras y tal vez hasta 1.000 jinetes. Aunque para cuando Hipócrates salió de Atenas Demóstenes ya se había dado la vuelta -aunque Hipócrates no tenía por qué saberlo-, todavía se podía lograr algo positivo ejecutando al menos una parte del plan que era levantar un puesto fortificado desde el que lanzar incursiones en siguientes campañas y desde donde poder fomentar rebeliones en las ciudades beocias.
Hipócrates avanzó hasta la frontera entre el Ática y Beocia, llegó (en el tercer día de marcha) hasta el santuario de Apolo en Delio (o Delion), donde construyó un fuerte. Al quinto día (desde la partida) las obras estaban suficientemente avanzadas como para que Hipócrates despechase al ejército de vuelta al Ática. La gran mayoría de las tropas ligeras tomó el camino a casa pero los hoplitas simplemente se movieron una corta distancia, la justa para cruzar la frontera. Los hoplitas tenían que esperar a Hipócrates que se había quedado en Delio con la caballería a dar los últimos toques y organizar la guarnición.
Así pues, cuando llegó procedente de Tanagra el ejército beocio -formado por 7.000 hoplitas más tropas de acompañamiento-, se encontraron con que el ejército ateniense había cruzado ya la frontera de vuelta al Ática. Puesto que los atenienses se iban, los beocios dudaron en dar batalla. Según Tucídides, de los once beotarcasii de la Liga sólo el tebano Pagondas (que ejercía la presidencia) estaba a favor de luchariii. Pagondas se dirigió a los beocios y minimizando la relevancia de a que lado de la frontera se encontraban los atenienses, recordó a los guerreros que Atenas había construido un fuerte y era un vecino especialmente arrogante y peligroso que aprovecharía cualquier oportunidad de sembrar la devastación en Beocia. Por tanto mejor combatirlos ahora que los tenían a mano.
Convencidos los beocios, su ejército se acercó al ateniense situándose en el otro lado de la meseta donde estos habían parado, quedando ambas fuerzas ocultas a la vista por la cresta de una ladera.
Hoplita Tebano durante la Guerra del Peloponeso, ilustración (“art-box”) para HAT miniatures. El símbolo del garrote de Hércules era típico de los escudos tebanos, aunque en la época de Delio puede que todavía no estuviera normalizado su uso.
Despliegue
Hipócrates, que se había reunido a toda prisa con su ejército, dispuso a su ejército de la forma más habitual. La falange de 7.000 hoplitas se desplegó con 8 de fondo. En los flancos de la falange se situó a las escasas tropas ligeras que quedaban todavía y a la caballería; de esta última se había quedado en Delio unos 300 jinetes por lo que no sería muy numerosa. Tucídides es especialmente crítico con las tropas ligeras atenienses a las que considera poco más que chusma improvisada, aunque hay que tener en cuenta que habían sido reclutadas a toda prisa. En cualquier caso el escaso número de tropas de apoyo en las alas no parecía un grave problema ya que el terreno de la ladera estaba conformado por terreno quebrado a ambos lados que dificultaba el avance incluso de las tropas ligeras. Si estimamos un metro por hoplita, el frente de la falange ateniense podía ocupar unos 875 m.
Falange griega clásica con los hoplitas asiendo la lanza por encima del hombro
Si que los ejércitos se desplegaran sin verse era algo inusual, también lo era el despliegue adoptado por Pagondas al otro lado de la cresta. Los hoplitas tebanos junto a sus confederados (2500) formaron a la derecha pero con 25 guerreros de fondo con las 3 primeras hileras formadas por 300 hoplitas escogidos. El centro lo ocupaban los hoplitas de Haliarto, Coronea, Copes y ciudades vecinas (2.000). El ala izquierda estaba formada por los hoplitas de Orcómeno (y Hisias) (1.000), Tanagra (1.000) y Tespia (500). Tucídides no dice nada de la formación de todas estas ciudades beocias, salvo que Pagondas les permitió formar conforme a sus tradiciones; por tanto se suele asumir que formarían con 8 hoplitas de fondo o algo muy próximo a eso.
En los flancos de la falange se situaron las tropas ligeras y la caballería. De entre las tropas ligeras hay que mencionar la presencia de 500 peltastas, el resto lo formaban unos 10.000 hombres pero aunque su calidad fuera probablemente algo mejor a la de sus equivalentes entre las tropas atenienses eran un tipo de tropa formada en buena parte por levas de hombres pobremente armados. En cuanto a la caballería había 1.000 jinetes que probablemente irían acompañados por unos cientos de hamippoi: tropas ligeras entrenadas para correr junto a la caballería y apoyarla. A pesar de presentar un frente reducido (¿650 m?), la presencia de las quebradas dificultaría colocar a todas las fuerzas formando una línea; sobre todo a la caballería que tendría complicado avanzar por dicho terreno.
Cerámica de figuras rojas con la imagen de un hoplita (fuente: livius.org).
La Batalla
Hipócrates arengó a sus hombres con un breve discurso centrado en el orgullo ateniense y a la posibilidad de asestar un golpe decisivo en la guerra poniendo fuera de juego a los beocios. Como era costumbre el general iba repitiendo el discurso a las diferentes compañías (lochos) a lo largo de la línea. Hipócrates llevaba recorrida media línea cuando se oyó a los beocios entonar el peán (himno guerrero) y aparecer en la cresta cargando ladera abajo. No sabemos que pensó Hipócrates del inusual despliegue beocio con su ala derecha reforzada y en cualquier caso no había tiempo para hacer correcciones. Hipócrates marchó rápidamente a ocupar su puesto en el ala derecha de la falange y la hueste ateniense corrió al encuentro de sus oponentes. Las quebradas a ambos lados del campo de batalla entorpecieron el avance de los extremos de las alas de ambos ejércitos, hasta el punto de que según Tucídides nunca llegaron a entablar combate; aunque Diodoro afirma que la caballería ateniense venció a la beocia que tenía enfrente.
Las falanges chocaron y se enzarzaron en “una agotadora lucha con escudos empujando contra escudos”. Las esperanzas de Pagondas se centraban en que su derecha (tebanos) con una profundidad tres veces superior a la normal le diera la victoriaiv. Ciertamente la profunda falange tebana empujó hacia atrás a su rival, poco a poco al principio y con más insistencia cuando pasó el tiempo. Sin embargo estaba por ver si esto iba a ser suficiente para decidir la batalla.
Caballería beocia ilustrada por Jhonny Shumate (fuente: imaginefx.com)
Hipócrates no podía hacer más que confiar en que su propia ala derecha (tradicionalmente la más fuerte de una falange griega) consiguiera no sólo batir al ala izquierda beocia sino hacerlo antes de que los tebanos hicieran valer su superioridad en el otro extremo de la falange. Hay que alabar el empuje ateniense ya que mientras su ala izquierda sufría para contener a los tebanos, sus camaradas pusieron en fuga a la mayor parte del ala izquierda beocia e incluso a parte del centro.
En el sector izquierdo beocio, sólo la falange tespia aguantaba en posición pero iba a pagar caro su valor. Abandonados por las fuerzas a ambos lados los tespios se vieron flanqueados y rodeados por los atenienses. Se entabló un duro y confuso combate “mano a mano” en el que incluso varios atenienses cayeron a manos de sus camaradas al resultar difícil distinguir amigo de enemigo.
La izquierda beocia había sido completamente derrotada y pintaban mal las cosas para Pagondas, aunque su derecha llevara la ventaja. Sin embargo dos escuadrones de caballería beocios -supuestamente siguiendo órdenes del propio Pagondas- rodearon la cresta por el lado oculto a los atenienses, para aparecer de improviso sobre la victoriosa ala derecha ateniense que probablemente estaba algo desorganizada por su combate con los tespios. La insólita aparición de la caballería por un lado que no se esperaban causó temor en muchos atenienses que pensaron que se acercaba un segundo ejército beocio a atacarlesv. Hipócrates cayó en ese momento para aumentar la confusión. Dicha confusión se unió a la victoria de los tebanos en su ala por lo que en breves instantes toda la línea ateniense se puso a la fuga.
Esquema de la batalla por J.L. Ward (fuente: www.npr.org)
Durante una retirada era cuando se producían la mayoría de las bajas, sobre todo cuando una parte de las tropas simplemente huía. Algunos hoplitas como el filósofo Sócrates conservaron la calma (y el escudo) llevando a cabo una retirada valerosa y ordenada; otros simplemente pusieron tierra de por medio a la mayor velocidad posible sin preocuparse de sus camaradas.
La caballería beocia se lanzó en persecución de los atenienses e incluso hicieron su aparición jinetes de la Lócrida, justo a tiempo para unirse a la rapiña del campo de batalla cual buitres. La hora tardía en que se libró la batalla hizo que la noche llegará enseguida, lo que salvo la vida de numerosos atenienses. Aun así los atenienses perdieron unos 1.000 hoplitas, sus mayores bajas durante toda la guerra arquidámica. Aparte de los hoplitas hubo importantes bajas entre las tropas ligeras y los porteadores encargados del bagage ateniense.
Los atenienses se retiraron en diversas direcciones en busca de seguridad. Algunos marcharon hacia la costa ya fuera la propia Delio o hacia la ciudad de Oropos, desde podían embarcarse de vuelta a Atenas. Muchos otros buscaron escapar hacia el sur, al monte Parnes.
Ilustración de Thomas Couture dedicada a Sócrates en la batalla de Delio (fuente: National Gallery of Canada). Sócrates participó en al menos tres campañas militares: Potidea, Delio y Anfípolis. Platón cuenta que Sócrates le salvó la vida a Alcibíades en Potidea y que se distinguió en la retirada de Delio, en la que Alcibíades (miembro de la caballería) le devolvió el favor permaneciendo junto a él.
El ejército beocio se ocupó de sus muertos, despojó los cadáveres atenienses y levantó el tradicional trofeo del vencedor en el campo de batalla. Al día siguiente volvió a Tanagra, tras dejar una guardia en el campo de batalla.
Los beocios perdieron en torno a 500 hoplitas, una cifra importante para un ejército vencedor. Los valerosos tespios se llevaron la peor parte y pueden haber perdido cerca de 300 de sus hoplitas. Un duro golpe para Tespia del que se aprovecharía Tebas para incrementar su dominio sobre la debilitada ciudad. En contraste los tebanos, junto a las tropas del centro beocio, parece que apenas tuvieron 50 hoplitas muertos.
El Santuario de Delio
Quedaba la cuestión de la presencia ateniense en Delio, que al tratarse de un santuario suponía un complejo problema. Los beocios acusaron a los atenienses de mala fe y sacrilegio, al ocupar militarmente un santuario beocio y realizar actos mundanos como usar el agua sagrada (reservada para purificaciones) para abastecer a sus tropas. Por ello se negaron a entregar a los atenienses los cadáveres de sus caídos hasta que no hubieran abandonado Delio. La respuesta de Atenas fue alegar que era tradición que el que conquista un territorio grande o pequeño (como en este caso) ocupase también los santuarios, manteniendo en lo posible los rituales tradicionales; cosa que aquí no se había cumplido del todo en temas como el agua, por las necesidades militares del momento. Finalmente se quejaban de que no pudieran recoger sus cadáveres cuando estos habían caído en suelo ateniense; más concretamente de Oropos, ciudad sometida a Atenas.
Retirada de los cadáveres de dos guerreros caídos, ilustración (Alfred J. Church) para una edición de la obra de Esquilo: “Siete contra Tebas”.
Los beocios optaron por resolver la situación usando la fuerza. No sólo se sentían confiados en su fuerza tras la victoria sino que además habían sido reforzados por varias fuerzas: 2000 hoplitas corintios, 500-1000 hoplitas de Megara, 500 hoplitas evacuados de la guarnición espartana de Nisaea y por último peltastas y honderos contratados en el Golfo de Mália.
La guarnición ateniense consiguió resistir durante dos semanas antes de evacuar por mar el fuerte. Según Tucídides de entre la guarnición “algunos” murieron y 200 fueron capturados; Diodoro confirma la cifra de capturados pero dice que los muertos fueron un mayor número.
Durante el asedio destacó el uso por parte beocia de un ingenio que básicamente era un lanzallamas primitivo. El ingenio consistía en una tubería de madera en cuyo extremo había un caldero con brasas, azufre y brea al que llegaba un tubo de hierro. El ingenio se desplazaba hasta algún punto del muro que hubiera sido construido con sarmientos y a través de un fuelle se insuflaba aire hasta el caldero, generando unas llamaradas que incendiaban el muro.
Una vez recuperado el santuario, los beocios permitieron a los atenienses recoger a sus muertos del campo de batalla (17 días después). El abandono durante tanto tiempo de los cadáveres atenienses causó una gran consternación en Atenasvi.
El “lanzallamas de Delio” (hellenicaworld.com)
Consecuencias
La derrota en Delio, el mayor encuentro entre hoplitas de la guerra arquidámica, fue un duro golpe para Atenas. Al revés había que sumar las actuaciones del espartano Brásidas fomentando en diversas ciudades la oposición y rebeliones contra Atenas.
Brásidas se había ganado a Megara para el bando espartano justo antes de la batalla y después conseguiría un gran éxito al marchar a Tracia y capturar el puesto avanzado ateniense de Anfípolis. Los atenienses culparon al general Tucídides (futuro historiador de la guerra) de la pérdida de Anfípolis y lo exiliaron. Tras una tregua de un año trataron de recuperar la ciudad, sufriendo una nueva derrota en la que murieron tanto el espartano Brásidas como el ateniense Cleón. La nueva derrota confirmaba que la fortuna ya no sonreía a Atenas.
Tanto Atenas como Esparta estaban cansadas de la guerra, así que acordaron la Paz de Nicias en el 421 a.C. Una paz a la que se llegó por agotamiento y que no iba a dejar satisfechas a ninguna de las dos ciudades.
En cuanto a Tebas, Delio sería el preludio de una serie de batallas en las que los hoplitas tebanos demostrarían su poderío. Enfrentados cara a cara con los espartanos librarían grandes batallas no exentas de reveses pero consiguiendo derrotarlos en batallas como Tegyra (375), Leuctra (371) y Mantinea (362).
Tropas ligeras (psiloi) rematan a un hoplita ateniense. Ilustración de Angus McBride para Osprey Publishing.
Autor: Flavius Stilicho
Fuentes:
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Diodoro Sículo. Biblioteca Histórica.
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Ray, F.E. Land Battles in 5th Century B.C. Greece.
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Tucídides. Historia de la Guerra del Peloponeso.
-
Wikimedia Commons para aquellas imágenes en las que no se expresa la fuente.
Notas:
i Se habían capturado a 292 hoplitas, 120 de ellos importantes espartiatas.
ii Magistrados de la Liga Beocia. En principio había uno por cada distrito salvo Tebas que tenía dos.
iii Pagondas era un veterano de la victoria de Coronea (447 a.C.) sobre Atenas. En la época de Delio rondaría los sesenta años.
iv También es posible que Pagondas adoptara una falange profunda por culpa del terreno y que este fuera un poco más estrecho que el que tenían que recorrer los atenienses con una fuerza similar.
v En la época era prácticamente inexistente el concepto de dejar una reserva por lo que no es tan extraño que se asumiera que la aparición de la caballería implicaba la aproximación de una fuerza completamente diferente.
vi Eurípides utilizó la situación como contexto para su obra “Las Suplicantes”.
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Enhorabuena amigo Flavius, he disfrutado con tu relato (algo habitual), el cual forma parte de la guerra del Peloponeso.
saludos
Si que es curiosos Flavius, yo la verdad creo que hasta la época de Alejandro Magno, la caballería en la Antigüedad no pasó de ser un mero papel auxiliar en la lucha entre hoplitas, o cualquier otro tipo de enfrentamiento entre infanterías, ¡las reinas en las batallas de por aquel entonces!.
saludos
Enhorabuena, un muy buen artículo bélico. Yo no soy mucho de batallas pero este está muy bien. A seguir aportanto!!!
Un saludo.
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Gracias Eljoines. Soy más de legionarios que de hoplitas pero esta batalla en concreto me llamó la atención por lo inusual de algunos aspectos como el hecho de que el factor decisivo acabara siendo la intervención de una unidad de caballería.