Las legiones malditas de Constancio II
La historia de estas dos legiones se forjó en la rebelión que en el año 350 protagonizó un soldado romano llamado Magnencio, el cual comandaba la Guardia Imperial del Imperio romano-occidental, siendo liderado dicho imperio por el emperador Constante. El comportamiento de este emperador por su supuesto “libertinaje” a la hora de gobernar, le granjeó la enemistad de muchos romanos que ocupaban altos cargos en la Corte Imperial, incluida la del comandante de la guardia.
Magnencio lideró un golpe de estado, en enero del año 350, derrocando a Constante, el cual poco después fue asesinado por partidarios del golpista. A partir de entonces, Magnencio inició unos preparativos de guerra absolutamente necesarios, máxime cuando el hermano de Constante, no dejaría sin respuesta tamaña ofensa.
Constancio II lideraba el imperio romano de Oriente, e inmediatamente inició los preparativos para responder al golpe de mano en Occidente y a la muerte de su hermano.
El reclutamiento mientras duró la guerra entre los ejércitos de la parte Occidental y Oriental del imperio romano fueron intensos, una guerra que duró entre los años 350-3., tres años en que no obstante, casi todo quedó decidido en la sangrienta batalla de “Mursa Major” en el año 351, donde Magnencio fue ampliamente derrotado, perdiendo gran parte de sus tropas, aunque el ejército de Constancio II fue rudamente golpeado.
La guerra no obstante, todavía duraría dos largos años, aunque militarmente Magnencio quedó militarmente noqueado., no obstante, en esos dos años, nuevas fuerzas fueron reclutadas apresuradamente para reforzar las mermadas fuerzas de Magnencio, y es ahí donde las dos legiones pasan al primer plano.
No obstante, las prisas no son buenas consejeras, y un reclutamiento atropellado de gente sin formar apenas, no es el mejor de los inicios para un reforzamiento de las tropas, aunque el tiempo por aquel año del 352, era de lo que Magnencio disponía escasamente.
Entre las tropas formadas apresuradamente, dos de ellas tuvieron su historia. Estas fueron denominadas “Decentiati” y “Magnentiaci”. Los efectivos de ambas son desconocidos, pero teniendo en cuenta que el tamaño estándar de la legión romana en el siglo IV variaba entre los 1.000 o 1.200 efectivos, no sería descabellado pensar que dichas legiones tuvieron un número similar de tropas.
La formación de ambas legiones es similar en la zona reclutada, los efectivos serían más o menos los mismos, así que al hablar de ellos, lo haré sobre las dos legiones, solo diferenciadas por su nombre.
Romanos pertenecientes a unidades de Auxilia Palatina siglo IV
Quién los reclutó no se sabe, (ya sea en mismo Magnencio, autoproclamado emperador de Occidente o su hermano Decencio, al cual le nombró Cesar del Imperio de Occidente) aunque tuvieron buenos mimbres la mayoría de sus reclutas.
Todos sus componentes fueron reclutados al otro lado del río Rin, por lo que su origen bárbaro-germánico está fuera de toda duda. Los guerreros bárbaros tenían buena fama como soldados en los ejércitos romanos, ya que eran muy apreciados por sus cualidades guerreras.
Pero dichas cualidades eran potenciadas por la disciplina romana, ya que un guerrero alocado es presa fácil sin un mínimo de disciplina y coherencia en el combate.
Como ya comenté, los reclutas tenían cierta experiencia de combate, ya sea por la formación que recibían en sus lugares de origen o de que fueran soldados que se empleaban como mercenarios para tal o cual caudillo germano.
Las cualidades de estos guerreros bárbaros eran importantes: su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo, agresividad y temerario desprecio por sus vidas cuando se lanzaban al combate, los hacía óptimos combatientes de cierta valía.
Sin embargo, al no haber tenido tiempo las tropas de que los romanos de Magnencio les inculcaran un mínimo de disciplina y autocontrol a la hora de combatir de manera ordenada y con sensatez, las convertía en tropas poco aprovechables.
¡Efectivamente!, las dos legiones pecaban de poseer unos soldados que aparte de sus buenas virtudes en combate, luchaban de manera imprudente cuando se lanzaban al combate., ¡imprudentes y alocados!, ese era el término que se podría adosar a estas unidades legionarias.
La guerra acabó en el año 353, un año después de su formación., las posibilidades de que estas unidades entraran en combate no están claras, aunque no se puede descartar. La victoria de Constancio II sobre el resto de las fuerzas de Magnencio en la batalla de Batalla de Mons Seleucus, precipitó el fin de la guerra y la rendición de todas las fuerzas rebeldes de Magnencio.
Él y su hermano Decencio se suicidaron, ya que no hay equívoco alguno de lo que les esperaría si Constancio II les ponía las manos encima. El emperador de Oriente sabedor de la enorme sangría que había significado la batalla de Mursa Major para las tropas romanas, “templó gaitas” a la hora de proceder contra las fuerzas rebeldes supervivientes.
Excepto a los altos cargos a los cuales se les procesó, al resto sus componentes se les otorgó un perdón general. No obstante, Constancio II meditó durante un tiempo y con prudencia, sobre lo que cabía hacer con cierto número de esas tropas.
Zona Oriental del imperio romano donde se halla la ciudad de Amida
Ciertamente la lealtad de esas tropas era total a Magnencio, así que la fiabilidad de la nueva lealtad que pudieran tener a su persona era más que dudosa, no así con otros elementos romanos, los cuales a pesar de la lealtad que profesaron a Magnencio, no tuvieron problema en, digámoslo, volver al redil imperial.
Pero las legiones de los “Decentiati” y “Magnentiaci”, eran harina de otro costal, formadas por bárbaros sin disciplina militar romana, no eran en absoluto fiables a pesar de tener combatientes aceptables.
Constancio II de buena gana hubiera eliminado a tales elementos, pero el perdón general que otorgó a los supervivientes de la rebelión de Magnencio, hacía que su palabra impidiera tal acto.
Tiempo después, el emperador, hombre pragmático e inteligente, encontró al fin un destino a tales tropas. En el año 359 se había desatado un nuevo conflicto en la frontera Oriental romana contra el poderoso imperio Sasánida.
Desde el siglo I a. de C., en la frontera Oriental romana, los romanos habían tenido que hacer frente al poderoso imperio de Partia, el cual siempre que la ocasión se presentaba propicia, atacaba los asentamientos romanos en esas latitudes, siempre prestos a apoderarse de porciones de ese territorio, cuando no de saquearlo, haciéndose con un jugoso botín en tan ricos territorios.
Sin embargo la debilidad de Partia se había hecho manifiesta en el primer tercio del siglo III, a tal punto que se encontró desplazado en sus territorios por un nuevo pueblo vigoroso, al cual se adueño de sus territorios.
Este pueblo era el de los sasánidas, el cual a no mucho tardar, demostró a los romanos en esa frontera Oriental, que era tan o más intrépidos que los mismos partos. La lucha en tales latitudes había tenido desde siempre un comportamiento estándar, manejado con un cierto equilibrio de fuerzas.
Las tropas romanas siempre mostraron cierta debilidad cuando se enfrentaban con los sasánidas en campa abierto., por el contrario, los sasánidas demostraron poca pericia a la hora de conquistar recintos fortificados, donde en el arte de asediar ciudades, así como la construcción de máquinas para expugnar los muros, fue siempre para ellos un lastre considerable.
De hecho en la época de Constancio II, existía un anillo de fortificaciones que defendían las provincias orientales del Imperio Romano, hecho este para frenar las acometidas sasánidas en la frontera mientras las tropas romanas de campaña se reorganizaban para preparar la defensa, o contraatacar a las fuerzas enemigas.
Guerreros sasánidas
Sin embargo con el reinado del rey sasánida Sapor II, el reino Sasánida entro en una época dorada., ya en los años cuarenta del siglo IV, Sapor II había demostrado que el arte del asedio a ciudades podía ser mejorado.
Los asedios en los años 337,344 y 349 que Sapor II emprendió contra la gran ciudad fortificada Nísibis fue prueba de ello., no eran más que sus inicios, pero Sapor II no cejaría en su empeño de expugnar ciudades fortificadas romanas.
En el año 359 una nueva guerra iniciada por Sapor II tuvo como presa la estratégica ciudad de Amida. La nueva guerra ofreció al emperador el pretexto necesario para deshacerse de las incómodas legiones de los Magnentiaci y los Decentiaci.
Ciertamente Constancio II, necesitado de buenos combatientes para la frontera Oriental romana, ¡mató dos pájaros de un tiro! , se deshizo de las dos levantiscas e ingobernables legiones, (una presencia problemática en la Galia en caso de peligro, capaces de pasarse a un hipotético enemigo a la primera ocasión), y por otro lado, reforzaba el frente Oriental amenazado por los sasánidas.
El destino quiso que las dos legiones acabaran asentadas en la gran ciudad amenazada de Amida, en la frontera Oriental romana. Ciertamente era la zona más peligrosa de la zona, ya que el rey sasánida Sapor II, se dirigía allí con un gran ejército (quizá unos 50.000 hombres) para conquistar tan estratégica ciudad.
Que las legiones de los Magnentiaci y los Decentiaci fueran destinadas allí es harto más que sospechoso, pero dado el destino que les quería reservar Constancio II para ellos, no tiene porque extrañarnos a nadie.
El testigo más fiable de dicho asedio fue un militar llamado Amiano Marcelino, hombre que posteriormente se convertiría en uno de los escritores de historia antigua romana más famosos de su época y del mundo.
Parece que inicialmente el plan de los sasánidas, no tenía como objetivo asediar ninguna fortaleza importante de los romanos, sino marcha al territorio sirio-romano rápidamente.
Sin embargo, uno de los aliados de Sapor II, un tal Grumbates, un rey aliado de una tribu nómada de origen iraní, supo que su hijo había sido muerto por un arquero romano, cuando éste estaba inspeccionando las defensas de la ciudad.
El rey iranio montó en cólera por la muerte de su hijo y exigió al rey sasánida vengar la muerte de su hijo. Sapor II no tuvo más remedio que atender la petición de tan importante aliado suyo, a pesar de que no era nada favorable a tal acción.
Emperador Constancio II
Un primer intento apresurado de tomar la ciudad con torres de asedio fracasó ante tan imponentes fortificaciones, así que el rey sasánida no tuvo más remedio que someter a la ciudad a un vigoroso asedio.
En la ciudad de Amida, el avance sasánida cobijó a unas 7 legiones romanas más tropas auxiliares, (unos 15.000 hombres) incluyendo tropas que se retiraron ante el avance sasánidas y se acogieron bajo la protección de tan importante ciudad.
Entre las tropas romanas estaban incluidas las Legiones “XXX Ulpia Victrix” y la “Legio X Fretensis”, más las ya conocidas por nosotros como “Magnentiaci” y “Decentiaci”.
La ciudad soportó un asedio de 73 duros días, durante los cuales los sasánidas fracasaron en la toma de la ciudad., las mismas torres de asedio sasánidas fueron otras tantas veces incendiadas por los romanos.
La población de Amida durante dicho asedio lo pasó francamente mal, incluso durante el asedio, la peste se desató en la ciudad, aunque afortunadamente terminó después de que lloviera durante diez días.
La ciudad cayó merced a un ataque nocturno realizado sobre la ciudad, mediante torres de asedio y una lluvia de flechas llameantes. Un día antes de la captura de la ciudad, el escritor Amiano Marcelino había logrado escapar de Amida, trasladándose a la ciudad de Melitene.
Como el mismo Amiano Marcelino escribió poco antes de la toma de la ciudad, los sasánidas estaban absolutamente decididos a expugnar la ciudad por todos los medios, como según él comentaba:
" Los sasánidas por su parte sin descanso alrededor de la ciudad, comenzaron a levantar terraplenes, a la vez que fabricaban altas torres de asedio, con el exterior cubierto de placas de hierro, sobre la cuales se colocaban una ballestas para repeler a los defensores de las almenas de Amida”.
La entrada de los sasánidas en la ciudad fue una debacle para la ciudad, los romanos fueron masacrados sin misericordia ante un enemigo harto del asedio reinante y ansioso por obtener un jugoso botín.
La suerte de las legiones Decentiati y Magnentiaci fue su completa aniquilación, de la que Constancio II debió quedar gratamente satisfecho. Dado el carácter de las legiones y habilidad combativa, seguro que debieron ofrecer una tenaz resistencia, máxime si se tiene en cuenta que fue una lucha a muerte, en el que el poder de la desesperación da una fuerza sobrehumana.
Sin embargo la suerte de ambas legiones estaba condenada a su aniquilación total, ya que si no hubiera sido en esta batalla, habría sido en otro enfrentamiento. El emperador les había sentenciado a morir en batalla y no tenían escape posible.
Sitio sasánida de la ciudad romana de Amida año 359
Autor: eljoines
Bibliografía:
- http://ejercito-romano.forogratis.es/.
- “Guerra y Política en el Imperio Romano de Occidente (337-361)” de Sancho Gómez, Miguel Pablo.
- “Res Gestarum” de Amiano Marcelino.
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Interesante historia.
Hay que ponerse en la piel de Constancio a la hora de tratar con las tropas rebeldes. No se podía permitir desprenderse de todas las tropas rebeldes -sobre todo en el siglo IV y con las dificultades que ya tenía el Imperio para mantener una adecuada provisión de reclutas- hi hacer un gran escarmiento; pero tampoco tiene sentido dejar a todo el ejército rebelde intacto y simplemente cambiar los oficiales superiores: el próximo usurpador tendría un terreno abonado donde trabajar.
El trato a las dos legiones mencionadas me parece lógico. Aunque se les cambiara oficialmente nombre, sería bastante difícil de evitar que extraoficialmente se las siguiera conociendo por los nombres de “Magnentiaci” y “Decentiaci”. Dejarlas en Occidente y relativamente cerca de la frontera de donde procedían sus efectivos era un riesgo, tanto de que se unieran a cualquier nuevo usurpador que pudiera saltar o de que decedieran desertar. En la frontera persa era más difícil que los germanos causaran problemas e incluso se les podía incitar a realizar alguna gran hazaña que las borrase de la lista negra. Una gran victoria de estas dos legiones podría haber permitido a Constancio asignarles un sobrenombre de relumbrón, que unido a la recompensa a los supervivientes y la reconstrucción con nuevas reclutas, hubiera permitido hacer olvidar su origen. La otra posibilidad es que la sucedió: que fueran aniquiladas. No se si gratamente satisfecho describe a Constancio con la noticia pero seguro que al menos pensó que no hay mal que por bien no venga.
El problema de tener dos legiones rebeldes con muy pocas probabillidades de volverlas al redil, e sun asunto delicado, pero no insoluble. A mi parecer la solución de enviarlas a la frontera oriental fue sabia, pero también fue una pérdida poco sensata, ya que eran efectivos que mejor dirigidos y con una mejor estrategia hubiesen podido rendir frutos, luchando contra los invasores.
Lo que si hubiese sido un error total es regresarlas a la frontera con Germania, ya que alli si hubiesen provocado una rebelión peligrosa con el apoyo de más bárbaros...
Interesante articulo Eljoines. Estos trabajos tuyos sobre Roma son muy buenos.
Felicidades.
Josep
interesante tu articulo, el bajo-imperio lo tenemos (yo por lo menos) un poco olvidado.
Enhorabuena
Acabo de incorporarme al foro y leo este interesante artículo con algo de retraso. Muy bueno, me ha encantado. Y pienso que es enormemente interesante el imperio bajo-romano, los siglos IV y V, pues los sucesos que ocurrieron marcaron lo que sería luego la Edad Media europea. Por cierto, si dichas legiones estuvieron en el occidente romano hasta el 359, eso significa que tal vez habrían estado durante varios años bajo el mando de Juliano. Puede que privar a su inquietante sobrino de legiones con motivos para estar resentidas con Constacio fuera uno de los motivos del traslado... podría ser.
He cometido un error: Juliano no era sobrino de Constancio II sino su primo... a veces pensamos en él como de la siguiente generación. Fue sobrino, medio-sobrino, de Constatino I.
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Ciertamente Flavius, aunque eran tropas rebeldes, deshacerse de ellas, (al menos en ese siglo IV) era un lujo que el emperador Constancio II no se podía permitir. El reclutamiento en ese siglo era muy impopular entre la población del imperio, así que el reclutamiento obligatorio o en franca coerción, estaba a la orden del día.
También el reclutamiento de prisioneros bárbaro-germanos en la zona del Rin o el Danubio, (dadas sus cualidades guerreras) fue otro factor que tanto Constancio II como Juliano no despreciaron y aprovecharon con profusión.
saludos