Antípatro: Regente de Macedonia
Muchos de nosotros conocemos las andanzas de Alejandro Magno en su conquista del imperio persa, esta u otras campañas de dicho general fueron explotada por muchos autores en diversos libros o incluso desarrolladas en el cine; por lo tanto, son desconocidas por muy pocos.
Sin embargo, no muchos conocen al hombre que en la retaguardia, salvaguardó la integridad del territorio del reino de Macedonia y sujetó con mano firme la “Liga de Corinto” evitando disensiones o deserciones en su bando.
La liga la conformaban un conjunto de estados griegos bajo la hegemonía Macedonia y que contribuyeron a la campaña de Alejandro con tropas y dinero, pero que había sido creada en su anterioridad por Filipo II, el padre de Alejandro Magno.
El nombre que ayudó a que la retaguardia de Alejandro Magno fuera segura, a la par que ayudó con tropas de refuerzo al rey, evitando que sus fuerzas armadas se debilitaran, ¡fue Antípatro!, un militar que realizó una labor oscura, callada y muy laboriosa a la par que eficaz; fuera de las campañas de propaganda y desfiles de victoria de las que gozó Alejandro Magno.
Fueron muchas las dificultades por las que pasó Antípatro, ya que tuvo que batallar contra las intrigas persas, guerreando contra las tribus hostiles del norte de Macedonia y contra los espartanos, (que aliados con los persas, declararon la guerra a Macedonia) también tuvo que guerrear con los atenienses, pero esto tras la muerte de Alejandro Magno.
Antípatro hizo frente a estas y otras vicisitudes y si no hubiera sido por su férrea vigilancia y buena gestión del reino, además de abastecer regularmente de tropas al rey macedonio, posiblemente Alejandro hubiera tenido que suspender su campaña o ralentizarla, dando tiempo a los persas a rehacerse; ¡esta es la historia de Antípatro!.
Alejandro Magno
Este enigmático personaje fue uno de los hombres de confianza de Alejandro Magno, sin embargo, no formó parte de la terna de sus afamados generales. Es posible que fuera una persona madura y que Alejandro decidiera que ya no tenía edad para capear la campaña que tenía en mente (o deseara un mando sólido en retaguardia), ¡la invasión de Persia!.
Pero no adelantemos acontecimientos y comencemos desde el principio; se cree que nació en el año 397 a. de C. y vivió hasta el 319 a. de C., desgraciadamente parece que la juventud de este militar está envuelta en la bruma, ya que hasta su madurez no hay noticias suyas.
Al no disponer de fuentes de Antípatro que hablaran de su juventud, no queda sino de echar mano de las hipótesis para configurar un poco su juventud o lo que pudo haber sido. Primero, no cabe duda de su condición de noble, de lo contrario no habría podido haber llegado al grado de oficial en el ejército macedonio, y de que su buen hacer en el ejército le permitió escalar puestos hasta llegar al generalato.
¿Cómo consiguió tales ascensos?, como cortesano es bastante difícil, aunque sus dotes de diplomático y gobernante están bien probadas, ya que contó con la confianza de Filipo II y Alejandro Magno para regentar el reino macedonio, cuando estos estaban fuera del país realizando diversas campañas militares.
Para llegar a general creo que forzosamente Antípatro participó en las diversas campañas que en los años cincuenta y cuarenta del siglo IV a. de C., desarrolló Filipo II en Grecia, acabando por establecer la supremacía de Macedonia en tota Grecia.
Las campañas que Antípatro desarrolló cuando Alejandro Magno marchó para conquistar Persia, (saliendo siempre triunfante) ya contra los bárbaros del norte del reino de Macedonia, ya contra los espartanos y otros aliados griegos o tras la muerte de Alejandro Magno, contra los atenienses y la liga que formaron contra Macedonia; nos demuestran que Antípatro poseía lucidez militar, a la par que unas dotes de gobernante y diplomático que le fueron muy beneficiosas a lo largo de su vida.
Los primeros hechos suyos que salen a la luz, fueron cuando en el año 342 a. de C., Filipo II, padre de Alejandro Magno decide nombrarle regente de Macedonia (el hecho de que más tarde Alejandro le diera el mismo cargo, demuestra que gozaba de la total confianza de padre e hijo) mientras Filipo realiza una campaña de tres años contra escitas y la región de Tracia.
Falange macedónica
Ese mismo año, Atenas, rival enconado de Macedonia, celosa por el poder que poco a poco estaba asumiendo en toda Grecia Filipo, decide aprovechar la ausencia del rey macedonio para usurpar el control de la región de Eubea, y quitar a sus gobernantes favorables a Macedonia y poner los suyos propios.
Pero Antípatro, siempre vigilante, se anticipó a la jugada enviando tropas para impedir la invasión de Eubea. También ese año del 342 a. de C., Antípatro, fue enviado como representante de Macedonia a la llamada “Liga de Anfictionía”, una liga de carácter religiosos, formada por doce pueblos de la Grecia central.
La influencia de Macedonia, que sobre todo el orbe griego era cada vez más asfixiante, no pasó desapercibida para una de las ciudades de mayor influencia en Grecia, ¡Atenas!.
Esta ciudad que en el pasado había ejercido enorme influencia sobre toda Grecia, y que había formado una especie de imperio en el mar Egeo, “la Liga de Delfos”, había sido derrotada por Esparta en la guerra del Peloponeso.
Ahora, aunque ejercía enorme influencia sobre Grecia, solo lo hacía en el plano cultural, porque militarmente aunque no era desdeñable su fuerza militar sobre algunas otras ciudades, era una potencia militar de segundo orden.
El ascenso al poder de los Macedonios de Filipo, un pueblo al que los atenienses consideraban semi-bárbaro, no podía ser soportada por ellos. En el año 338 a. de C., los atenienses junto con la ciudad de Tebas, se alzaron contra Macedonia.
La batalla entre los ejércitos macedonios y los tebano-atenienses se dio en Queronea; allí los macedonios vencieron con rotundidad a las fuerzas coaligadas griegas. Filipo y Alejandro Magno estuvieron presentas en la batalla; por lo que no me cabe duda de que nuevamente hasta el regreso del rey, Antípatro asumiera la regencia del reino macedonio.
Antípatro tras la campaña, fue designado para ser enviado como embajador a Atenas, firmar un tratado de paz y enviar los restos de los muertos atenienses en combate. Al año siguiente, Filipo, con la mente puesta en una futura invasión de Persia (es posible que la influencia persa estuviera detrás de la rebelión tebano-ateniense) creó la “Liga de Corinto”.
Esta era una agrupación de todas las ciudades de Grecia, (excepto Esparta) bajo la hegemonía de Macedonia, tributarias y bajo la influencia del reino macedonio, pero que gobernaban con relativa libertad; por supuesto, cuando se iniciara la invasión de Persia, tendrían que contribuir con su esfuerzo en la expedición.
Antípatro, tras la muerte de Filipo II y el ascenso al poder de Alejandro Magno, jugó bien sus cartas, apoyó vigorosamente al nuevo rey, ganándose su confianza y la de su madre Olimpia. Junto con otro de los generales de Filipo, Parmenio, formó un tándem que asesoró al joven en sus primeros inicios como rey.
Guerrero espartano
La habilidad del nuevo rey fue puesta a prueba, Tebas, aprovechando la muerte de Filipo y confiando que el nuevo rey fuera dubitativo, se alzó en rebelión, asediando a la guarnición macedonia que custodiaba Tebas. La rebelión, contó con el apoyo financiero de Persia en el equipamiento de las fuerzas tebanas.
Pero Alejandro acudió como un relámpago a la ciudad sorprendiendo a los propios tebanos; pero estos no se dejaron intimidar y plantaron cara a los macedonios.
Alejandro, decidió dar un escarmiento ejemplar a Tebas, un aviso a navegantes para toda ciudad griega que osara intentar en el futuro rebelarse; tras derrotar a las fuerzas tebanas, decidió destruir hasta sus cimientos la legendaria ciudad de Tebas.
Esto causo conmoción en toda Grecia, pero muchos entendieron el mensaje y ya no hubo ninguna rebelión más en el futuro, Alejandro, que más tarde sintió remordimientos por su duro acto, consideró que esta había sido la mejor opción para evitar rebeliones futuras.
Posiblemente la ausencia del rey fue cubierta por Antípatro, de hecho se puede decir que toda ausencia de Filipo II y Alejandro Magno fuera de su reino, era asumida por Antípatro, el cual cumplió a la perfección con su cometido y salvaguardando la integridad del reino.
En el año 334 a. de C., Filipo II, que había muerto sin poder hacer frente a su empresa, ¡la invasión de Persia!, vio desde el Hades como si hijo heredaba tan magna empresa. Tras unos intensos preparativos, Alejandro Magno preparó a conciencia las fuerzas de invasión que penetrarían en territorio de tan adiado enemigo, ¡Persia!.
La expedición macedónica se componía de las siguientes tropas:
Macedonia:
- 30.000 infantes.
- 6.000 jinetes.
Aliados de la liga de Corinto:
- 7.000 infantes.
- 600 jinetes.
Este contingente se unió a los supervivientes que los macedonios tenían en territorio persa, concretamente en el región del Helesponto. En el año 335 a. de C., Filipo II como paso previo a la invasión, había decidido enviar una fuerza de avanzada compuesta por unos 10.000 macedonios y aliados griegos, puestos al mando de los prestigiosos generales Átalo y Parmenio.
Arquero escita
La fuerza desembarcó en el Helesponto y al principio hicieron grandes progresos, pero no tardaron los persas en pasar a la contraofensiva, y las conquistas que hicieron en un principio se malograron casi todas. Entre las huestes persas destacó un general mercenario griego llamado Memnón, de la isla de Rodas.
Cuando desembarcó Alejandro en el Helesponto, los macedonios solo controlaban algunas cabezas de puente, pero era el terreno necesario para que el cuerpo expedicionario de Alejandro desembarcara con tranquilidad.
A partir de entonces los persas iniciaron un repliegue, que ya no se detendría hasta la destrucción de su imperio. Mientras tanto, Antípatro había sido nombrado regente de Macedonia con fuerzas suficientes para mantener orden el orden en el reino y evitar que en la “Liga de Corinto” hubiera disensión alguna.
Aun que el peso de las operaciones bélicas recaía en el rey Alejandro, Antípatro no lo tuvo nada fácil, ya que tuvo que realizar múltiples tareas. Primero como dije, vigilar el reino macedonia y la liga Corintia.
Luego también tuvo que sortear las pretensiones de la madre de Alejandro, la cual intentaba entrometerse en los asuntos de estado, aquí Antípatro tuvo que lidiar con mucha diplomacia, ya que la mujer era de armas tomar, lo cual no parece raro dado el calibre del hijo que tuvo.
Esparta fue objeto de una especial vigilancia, ya que no formaba parte de la liga de Corinto y era un estado huraño que siempre había esquivado las muestras de amistad que le ofrecía Alejandro; este admiraba mucho al estado griego, y esa admiración hizo que aguantara muchos desaires suyos y de que no lo sometiera a la fuerza a la alianza con los griegos.
Estos, celosos de su independencia y aun que no enemigos no declarados de los macedonios, sí rivales potenciales, estaban dispuestos a mantener relaciones con todo rival de los macedonios.
La liga de Corinto había impedido que algún estado griego se aliara con ellos, con vistas para torpedear dicha la liga, pero los espartanos no se desanimaban y en la confianza de que Alejandro no haría nada, intrigaban a sus espaldas.
También los bárbaros que militaban al norte de las fronteras macedonias tuvieron que ser vigilados, ya que podían en la ausencia de Alejandro, efectuar correrías por el norte del reino; y por último, tenía que abastecer regularmente de tropas a Alejandro de cuando en cuando, ya con mercenarios, ya con reclutas macedonios, pero sin resentir mucho la seguridad del reino.
Soldado Hypaspista
Según las fuentes, “Alejandro Magno recibió alrededor de 65.000 nuevos mercenarios durante su expedición, de los cuales al menos 36.000 se quedaron como tropas de guarnición o colonos”.
Con esto se da a entender que Antípatro, como persona encargada de mandar refuerzos de manera regular a Alejandro, fue el encargado de enviar tales efectivos; como se puede ver, Antípatro no estaba en absoluto ocioso.
Al principio Alejandro progresó en Persia, en el año 334 a. de C., venció a los persas en la batalla de Granico, con lo que una buena parte del Asia Menor, en concreto las costas del Egeo de influencia griega y sometidas a los persas, fue liberada por los macedonios.
La campaña de reclutamiento de Alejandro en Macedonia, había quitado numerosa mano de obra civil de la agricultura, la cual se estaba resintiendo ante la falta de brazos; por lo que Alejandro optó por llevar cargados de cadenas a los 2.000 griegos prisioneros de la batalla del Granico que habían combatido a favor de los persas. En consecuencia, fueron pues a trabajar labores agrícolas.
Tras la batalla del Granico, Antípatro recibió un cargamento de prisioneros griegos, mercenarios supervivientes del bando persa, que en número de 2.000 pasaron a realizar labores agrícolas en el reino macedonio. Su labor fue bien recibida, a cuenta de que la mano de obra escaseaba, debido a la movilización para la guerra de la mano de obra masculina macedonia.
Pera Alejandro cometió un error, la flota que acompañaba a su ejército por la costa tuvo que ser disuelta por ser muy costosa; esto dejó las manos sueltas para la flota persa, que al mando de Memnón de Rodas, se hizo el amo del Egeo. Las grandes islas que había por la zona de influencia macedonia, empezaron a caer una tras otra en manos persas.
Aquí tuvo que intervenir en la medida de sus posibilidades, ya que con la flota persa rondando por el Egeo, no podía enviar refuerzos a Alejandro. Memnón, con el dinero que había recibido del rey de Persia Darío III, empezó a contactar con políticos griegos para sembrar disensión en la liga de Corinto.
También reclutó mercenarios griegos y se rumoreó que tenía pensado desembarcar sus fuerzas en Eubea, por lo que Antípatro tuvo que andar vigilando con mucho cuidado los actos de este mercenario.
La isla de Chíos cae en manos de Memnón, y somete a un duro asedio a la ciudad de Mitilene, la única de la isla de Lesbos que se le resistió. En dicho asedio sucumbió misteriosamente (se cree que por enfermedad) en general mercenario Memnón, con lo que el balón de oxígeno para los macedonios fue grande.
Mapa de Grecia tras la muerte de Alejandro Magno
Farnabazo fue el sucesor de Memnón (era sobrino suyo) en la ofensiva en el mar Egeo, él y otro persa llamado Autofrádates asumieron el mando de las operaciones. Pero el rey persa estaba planeando una ofensiva definitiva con la que acabar con Alejandro Magno de una vez por todas, por lo que estaba congregando un enorme ejército para ello.
Pero la piedra angular de esas fuerzas eran los mercenarios griegos, y los almirantes persas recibieron la orden de entregar a la mayor parte de los mismos, con lo que la ofensiva persa en el Egeo perdió fuerza, aun que no fue detenida.
Los persas no perdieron el tiempo y la isla de Tenedos cayó en manos persas, pero estos no tenían fuerzas para maniobrar mucho más, aun que sus fuerzas navales eran importantes, más de 100 navíos.
Sufrieron un pequeño descalabro, cuando una pequeña fuerza de 10 navíos persas mandada por un tal Damates, fue derrotada por macedonio llamado Proteas con 15 navíos, solo dos navíos persas se salvaron del desastre (Alejandro Magno, no tuvo más remedio que poner nuevamente en marcha una flota, ya que los progresos de las naves persas por el Egeo no se podían tolerar).
La flota persa intentó introducirse en los Dardanelos, pero fue derrotada por los macedonios, con esto el Helesponto estuvo a salvo de las acometidas macedonias. Por aquellas fechas Alejandro, aprovechando que había realizado requisas de dinero entre los tesoros persas, envió 600 talentos a Antípatro, lo cual fue bien recibido, ya que la escasez de dinero fue una constante de Antípatro y Alejandro en su expedición, se había llevada una parte considerable del tesoro macedonio.
Los espartanos habían contactado con los persas con la intención de formar una alianza con ellos, se había llegado a un acuerdo y los persas habían prometido que a cambio de la alianza los persas les enviarían refuerzos y dinero.
Sin embargo se tuvo noticias de la derrota de los persas en la batalla de Issos en el año 333 a. de C., con lo que los enviados persas en Esparta tuvieron que volver apresuradamente a Persia y dejando a los espartanos una exigua cantidad de dinero formada por 30 talentos y 10 naves de combate formadas por trirremes.
Peor aún, con la derrota de Issos, los persas vieron como la flota persa, formada en buena parte por navíos fenicios y chipriotas, abandonaba su alianza con el rey persa y se aliaban con Alejandro Magno, viendo donde soplaban ahora los nuevos vientos y con vistas a ponerse del lado del vencedor.
La flota persa disminuyó en tamaño, con lo que los macedonios pasaron a la ofensiva con sus escasas fuerzas navales; una tras otra, las islas que había conquistado Memnón tiempo atrás, pasaron a manos macedonias nuevamente y con el tiempo, la flota persa dejó de ser un obstáculo en el mar Egeo.
Soldados macedonios
Antípatro pudo volver a mandar refuerzos regularmente a Alejandro, con lo que el rey macedonio se congratuló por ello. El Egeo ya no era un problema, pero los espartanos no estaban dispuestos a facilitarle las cosas a Alejandro, y enviaron una fuerza expedicionaria a la isla de Creta.
Hubo un escenario indirecto en el que Antípatro no intervino mucho, dada la lejanía del escenario; en la isla de Creta, de orígenes griegos muy remotos, los espartanos decidieron meter cizaña en aquel escenario con vistas a perjudicar a Macedonia.
Cualquier intervención de los espartanos contra algún miembro de la liga de Corinto, hubiera supuesto la guerra directa contra Macedonia, y dada la imposibilidad tras la derrota de Issos de recibir refuerzos y dinero de Persia, los espartanos decidieron llevar la guerra a un escenario más alejado.
La isla de Creta seguro que no pertenecía a la liga de Corinto ni a Macedonia, así que aprovechando que dos bandos en la isla disputaban por el poder, decidieron apoyar a un bando de ellos. Esto lo realizaron con vistas a proporcionar a los persas tras la conquista de la isla, de un abrigo para la flota persa.
En la batalla de Issos, los mercenarios griegos del bando persa, que conformaban unos 30.000 hombres, se dispersaron tras la batalla. Unos fueron a Egipto al mando de un tal Amintas (desertor macedonio al servicio de los persas) para tomar en poder en la satrapía de Egipto, pero la guarnición de la ciudad de Menfis los destruyó.
Otro grupo de 8.000 hombres marchó a la isla de Chipre y posteriormente, tras ser contratados por los espartanos, se dirigió a la isla de Creta.
Los macedonios no podían permitirse el lujo de que Creta cayera en manos persas o de sus aliados espartanos; así que decidieron intervenir en esta isla y apoyar al bando enemigo de los espartanos, se podía decir el célebre dicho de ¡en amigo de mi enemigo, es mi amigo!.
Pero fue Alejandro Magno quien tras expugnar la ciudad de Tiro en Fenicia en el ya año 332 a. de C., cuando decidió intervenir personalmente con el apoyo de su nueva flota, reforzada con las deserciones fenicias y chipriotas del bando persa. Con el tiempo en bando macedonio salió vencedor.
Antípatro había enviado una ayuda limitada al bando macedonio de Creta, pero dada la lejanía del escenario, poco pudo mandar. Alejandro, tras la conquista de la costa mediterránea persa, dejó a los persas sin ninguna base segura para la flota persa. Decidió conseguir refuerzos enviando una delegación a Macedonia para que reclutaran nuevos refuerzos.
Hondero de Etolia
Antípatro, consciente de que el frente persa tenía prioridad sobre el suyo, se apresuró a preparar los contingentes necesarios. Se creó un cuerpo expedicionario de 15.000 (había entre ellos 6.000 infantes macedonios y 4.000 infantes mercenarios griegos, el resto, posiblemente caballería) hombres entre macedonios y griegos y fue enviado a Alejandro.
Esto fue aprovechado por los espartanos dirigidos por su rey Agis III; la fuerza macedonia se resistió de tal reclutamiento y vieron la debilidad macedonia como una oportunidad para, tras la marcha del cuerpo expedicionario, de declarar la guerra a los macedonios abiertamente.
La ocasión contó con más apoyos indirectos para los espartanos, no se sabe si fue aprovechando la debilidad macedonia, pero en la zona de Tracia estallo una revuelta, y Antípatro con sus menguadas fuerzas tuvo que acudir a aquel escenario para abortar la rebelión.
El regente no estaba en persona en Macedonia, y esto fue también aprovechado por los espartanos para montar una rebelión que no tenía visos de ser, ¡al menos momentáneamente!, detenida; Esparta envió embajadas a todas las ciudades de Grecia pidiendo su apoyo a la revuelta y retiró sus fuerzas en Creta para operar en el Peloponeso.
Los apoyos a Esparta fueron importantes, buena parte de la zona del Peloponeso le respaldó; la zona de la Elide, la liga Aquea y (excepto Pelene) la zona de Arcadia (salvo Megalópolis) se sumaron a la revuelta.
Algunas zonas fronterizas a Esparta, como Tegea, en Arcadia temieron un ataque directo, así que colaboraron en la revuelta, pero solo por temor; hecho este último tuvo en cuenta Macedonia posteriormente.
Los espartanos montaron un importante ejército compuesto por 20.000 infantes y 2.000 jinetes. El núcleo de tales tropas lo conformaban los mercenarios griegos que habían intervenido en la guerra de Creta y la falange espartana. Antípatro fue cogido absolutamente por sorpresa.
El regente no podía abandonar en escenario de Tracia, no hasta no pacificar el territorio; y supo con cierto horror, como los espartanos establecían contactos con los atenienses.
La incorporación de Atenas a la revuelta hubiera supuesto un descalabro gigantesco, ya que posiblemente hubiera arrastrado a otras ciudades griegas a la revuelta, consiguiendo prácticamente que toda Grecia hubiera sido territorio hostil a Macedonia.
Infantes tracios perseguidos por caballería de Tesalia
Alejandro Magno estaba muy lejos para poder intervenir, era el año 331 y la batalla de Gaugamela estaba por celebrarse, con la gran victoria para el rey macedonio. Pero este se había internado profundamente en territorio persa, y toda posible ayuda a Macedonia era impensable. Tampoco podía intervenir momentáneamente Antípatro, pero este tenía esperanzas de que Atenas no se sumara a la revuelta.
Atenas hizo un cálculo político de la situación y demoró todo lo que pudo su respuesta, para ver como se conducían las cosas. Mientras, un general macedonio llamado Córago, comandante de la guarnición macedonia de Corinto, había sido derrotado.
Tras este acto, la ciudad de Megalópolis, que respaldaba a Macedonia, fue sitiada por las fuerzas espartanas. Finalmente los atenienses decidieron apoyarles moralmente, pero no se pasaron activamente al bando espartano, estos tenían en Atenas enemigos que imposibilitaron que se pasaran activamente al bando espartano.
Mientras estos actos ocurrían, Antípatro pudo poner fin a la revuelta en Tracia, al menos consiguió llegar a un acuerdo temporal que suspendiera las hostilidades (en previsión de en un futuro ajustarles las cuentas más tranquilamente) y dedicar sus esfuerzos a los espartanos.
En el año 330 a. de C., marchó al sur con celeridad, reclutando tropas en el camino. A pesar de la debilidad de Macedonia, Antípatro pudo congregar un ejército ciertamente poderoso, ¡40.000 hombres nada menos!.
Buena parte de este heterogéneo ejército estaba compuesto de hombres originarios de las fuerzas aliadas griegas macedonias, (tesalios, reclutas del Peloponeso hostiles a Esparta y fuerzas de la Grecia central entre mercenarios y ciertas levas), soldados macedonios (estos en menor número dada su escasez) y también contaron con el concurso de fuerzas bárbaras reclutadas en Tracia.
Esto fue todo lo que pudo reclutar Antípatro con celeridad, debido a que el reciente cuerpo expedicionario que se había reclutado en el reino para Alejandro, había consumido una buena parte de fuerzas macedonias.
Tampoco conviene olvidar que Alejandro en su expedición a Persia se llevó las mejores tropas y que para la defensa de Macedonia; Antípatro, si bien se quedó con un número de tropas suficientes, para nada se pueden comparar con el calibre de las tropas de Alejandro.
Alejandro Magno había recibido informes de dicha rebelión y aunque enviar tropas a tan lejano escenario era imposible; decidió enviar a Asia Menor para Antípatro, dinero abundante, 3.000 talentos de plata al mando de un oficial llamado Menes para pagar mercenarios y crear disensiones en el bando de Agis III con sobornos. Sin embargo, la guerra concluyó, antes de poder usar este dinero.
Jinete macedonio
Antípatro acudió velozmente a Megalópolis para ayudar a las fuerzas sitiadas, allí le esperada el rey espartano Agis III para darle batalla, ya que debido a las fuertes murallas de la ciudad, era imposible tomarla por el asalto. Confiaba el rey espartano que si los sitiados veían como derrotaba a los macedonios, estos desalentados capitularían.
Cerca de la ciudad, en un terreno accidentado y angosto se estableció Agis con sus fuerzas para dar batalla a los macedonios; el terreno era ideal y conocido por el rey, ya que este, sabedor de que las fuerzas macedonias doblaban en número a las suyas, escogió un terreno que solo permitía desplegar una parte de las fuerzas en liza, con lo que la superioridad numérica macedonia quedaba neutralizada.
La batalla fue muy reñida y solo se trabó combate tras algunos amagos previos a la batalla, como para estudiar los movimientos del contrario y ver donde era posible atacar con posibilidades.
La falange espartana se comportó con heroísmo, incluso temporalmente inmovilizó a la falange macedonia oponente (lo cual es normal, ya que las fuerzas de Antípatro eran poco experimentadas, debido a que las mejores fuerzas estaban con Alejandro Magno en Persia).
Pero Antípatro, no era menos hábil que el rey espartano, y supo fajarse del correoso enemigo; el rey espartano fue herido al principio de la batalla, pero lejos de asustarse, los espartanos siguieron luchando estoicamente hasta quedar exhaustos.
Finalmente, la intervención sabia de las reservas estratégicas de Antípatro, resolvieron la batalla favorablemente a los macedonios; el rey espartano combatió hasta el final, muriendo de rodillas, no sin antes haber matado a varios enemigos.
El resultado final fue un desastre para los espartanos, 5.300 hombres murieron en combate, un 25% de ellos espartanos, lo cual fue un golpe mortal para la ciudad, cuyo número de espartanos de derecho había menguado mucho en los últimos tiempos.
Las bajas de Antípatro no fueron menos importantes, ya que sufrió 3.500 muertes, y según se dice, numerosos heridos que se cifran en el 90% de los supervivientes de la batalla. Pero Antípatro quedó dueño del campo de batalla y los espartanos y sus aliados fueron derrotados de manera definitiva, ¡y eso era lo que importaba!.
Aunque algunas fuentes citan un 90% de bajas para los macedonios, estas me parecen exageradas; posiblemente la batalla fue muy reñida, y las bajas macedonias en heridos fueron cuantiosas, pero en modo alguno me parece coherente aceptar un 90% de bajas.
Orador Demóstenes
Con estas cifras, casi salió ileso una décima parte del ejército macedonio y con eso, no podía estar en posición de hacer lo que hizo, obligar a los derrotados a pagar indemnizaciones, ¡no señor!; pero bueno, ¡esa es mi postura razonada!, que cada cual crea lo que desee.
Los espartanos tuvieron que pedir la paz, se esperó a que Alejandro en un futuro regresara y decidiera que castigo imponer a los espartanos, aun que parece que no adoptó ninguna resolución al tema, se había vencido, Esparta militarmente estaba derrotada y había perdido una parte considerable de su población de pleno derecho, Alejandro creyó que esta era pena suficiente para los espartanos.
En cuanto a los aliados espartanos, Aqueos y Eleos pagarían 120 talentos a Megalópolis en concepto de indemnización; los tegeos fueron perdonados en base a que su cercanía con Esparta, podía haber acabado con represalias contra ellos de haberse posicionado a favor de los macedonios.
En consecuencia, Antípatro podía felicitarse ese año del 330 a. de C., había conjugado la rebelión espartana, estos se habían convertido ya en una potencia militar de tercer orden en el que ya no tenía fuerza para rebelión alguna, y aunque hubiera sido posible ocupar Esparta, militarmente casi destruida, se decidió no hacer nada al respecto.
Los aliados espartanos volvieron al redil macedonio, así que en conjunto, Alejandro podía seguir batallando en Persia contra el odiado enemigo, y tener gracias a Antípatro las espaldas bien cubiertas.
Curiosamente Antípatro recibió una carta de Alejandro en la que en vez de felicitarle por la victoria, se intuye ciertos celos en su misiva, restando importancia a su victoria contra los espartanos; Antípatro no lo tomó en cuenta, si tiene celos, ¡halla él!.
Esta carta fue la respuesta a una carta que Antípatro le había mandado a él, en la que le informaba (además de su victoria sobre los espartanos) de que su tío Alejandro “el Moloso” había muerto en la expedición a Italia que él había realizado; junto con también, la muerte del gobernador de Tracia Zopirión.
Este, había realizado una invasión por tierras de la que hoy es la moderna Ucrania con un ejército de 30.000 hombres; había asediado la ciudad de Olbia, una colonia del Mar Negro. Pero el asedio fue infructuoso, los olbianos se aliaron con los guerreros escitas, y estos llevaron una guerra de hostigamiento cuando los hombres de Zopirión se retiraron de Olbia.
Las maltrechas fuerzas macedonias fueron aniquiladas por completo cuando después de cruzar el río Danubio, fueron interceptadas por las fuerzas de las tribus de los getas y los tribalios; los cuales había recibido la invasión de Alejandro Magno unos años antes, concretamente en el año 335 a. de C., y ahora no desperdiciaron la oportunidad para ajustar cuentas.
Ejército espartano
Antípatro poco más hizo el resto de la guerra, intervino para presionar a Atenas respecto a un macedonio llamado Hárpalo, el cual había desfalcado mucho dinero de las arcas de Alejandro en Persia, se llevó nada menos que 5.000 talentos consigo y tentó a los atenienses para evitar su arresto a que se revelaran con él contra los macedonios.
Las presiones de Antípatro provocaron que no le hicieran caso y le confiscaran su dinero. No fue entregado a instancias de Antípatro y el dinero no fue devuelto a los macedonios hasta que regresara Alejandro; Hárpalo huyo a Creta y fue asesinado. Antípatro dejó estarlo así, podía haber actuado con dureza contra los atenienses, pero decidió que Alejandro se ocupara del asunto cuando volviera y no remover el asunto.
El tiempo fue pasando, Alejandro en Persia iba de victoria en victoria y Antípatro seguía cumpliendo su función con éxito, la salvaguarda de Macedonia y el orden mantenido en la liga de Corinto y el envió ocasional de refuerzos a Alejandro.
Las disensiones entre la madre de Alejandro, Olimpia y Antípatro no fueron a menos, sino todo lo contrario durante los años de ausencia del rey macedonio. Pero no es menos cierto que el regente, consciente de su poder y el mando dado por Alejandro, no cedió un ápice a las pretensiones de Olimpia, y la relación siguió siendo muy tensa.
Antípatro favoreció los gobiernos de corte democrático en Grecia, y los gobiernos de corte despótico que intentaron ganarse su favor, fueron rechazados sin contemplaciones por él. En el año 323 a. de C., Alejandro murió, hubo una lucha entre sus generales para repartirse el imperio creado por él.
Antípatro en Macedonia, recibió noticias del suceso. Los estados griegos creyeron que había llegado el momento de sacudirse el yugo macedonio. Atenas, Etolia, Tesalia, Sicyon, Elis, Argos y otros estados más, formaron un frente común para sacudirse el domino del Regente macedonio Antípatro.
Demóstenes, un antiguo orador ateniense y enemigo acérrimo de los macedonios, jugó un papel importante a la hora de convencer a muchos griegos de sumarse a la coalición anti-macedonia.
Los coaligados formaron un poderoso ejército compuesto inicialmente de 10.000 atenienses, 12.000 etolios y algunos contingentes mercenarios hasta totalizar unos 25.000 hombres, al mando de estas fuerzas se puso un general ateniense llamado Leóstenes.
Mercenarios helenos
Antípatro intentó reunir un ejército formado apresuradamente, incluso alistó contingentes macedonios de las tropas que Alejandro que habían vuelto de su aventura por Persia. Con todo, solo pudo reunir una fuerza de 13.000 infantes y 600 jinetes, aun que, aun estaban más fuerzas por llegar.
Había fuerzas tesalias en el bando de Antípatro que se dejaron convencer para marcharse al bando de Leóstenes; esto desequilibró la balanza a favor de las fuerzas del general griego. Las fuerzas de Antípatro fueron derrotadas y obligadas a retroceder a la ciudad de Lamia.
En la ciudad había fuerzas de Tesalia, las cuales vigilaban en un río cercano llamado Esperqueo a las macedonias al mando de Antípatro. Este se hallaba en una situación terrible, con los griegos coaligados a su retaguardia y la imposibilidad de cruzar el río porque los tesalios estaban en su orilla esperándolos a que intentaran cruzarlo.
Pero Antípatro, hombre astuto y sagaz, recurrió a una treta; hizo un alarde de movimientos para que fuera divisado por los tesalios; dio a entender a estos que se disponía a descansar en un campamento que había construido cerca del río. Sin embargo, Antípatro tenía a sus tropas listas y preparadas para la marcha.
Este espero a que los tesalios se retiraran a descansar a Lamia, una vez que comprobaron que los macedonios se disponían a dormir y que no serían un problema inmediato. Una vez que el enemigo se retiró a descansar, Antípatro por la mañana, hizo que sus tropas cruzaran el río para pillar desprevenidos a los tesalios.
¡La treta funcionó a la perfección!, las tropas macedonias irrumpieron en la desprevenida ciudad justo en el momento en que los soldados de Tesalia se disponían a desayunar; la ciudad fue tomada desprevenida y casi sin lucha, con lo que los macedonios ya tenían una base en la que protegerse del ejército aliado de los griegos.
La ciudad fue sitiada sin demora por la coalición griega, pero Antípatro resistió denodadamente en la ciudad, apoyado por sus poderosas murallas. Los sitiadores languidecieron y perdieron un tiempo precioso en el sitio, mientras Antípatro reunía fuerzas para levantar el asedio.
Parece que los sitiadores intentaron minar las murallas con objeto de hacer caer alguna zona amurallada; el caso es que los macedonios realizaban salidas periódicas con el objeto de acosar a los zapadores. En una de estas salidas, el general Leóstenes que estaría visitando o alentando a los zapadores fue herido de muerte.
La pérdida del comandante en jefe de las fuerzas sitiadoras sumió a los coaligados en la confusión; por lo que optaron por abandonar el sitio de Lamia. Leóstenes fue remplazado por otro general llamado Antífilo; esto supuso un balón de oxígeno para Antípatro y sus fuerzas, las cuales recibieron un refuerzo considerable de la zona de Asia Menor.
Peltasta agriano
En efecto, el general macedonio Leonato (uno de los generales de Alejandro) desembarcó un ejército para apoyarle, 20.000 infantes y 1.500 jinetes. El desembarco de este ejército había dejado en evidencia a la flota ateniense, ya que esta anteriormente había sido derrotada en una acción naval con los macedonios en Amorgos. Junto a esta otra acción, dejaba en muy mal lugar la operatividad ateniense.
Ahora Antípatro tenía fuerzas suficientes para librarse de la tenaza que sufría en la ciudad de Lamia; procedió a romper el anillo sitiador que sufría y marchó a Macedonia para reagrupar sus tropas, para volver a lanzarse contra la coalición griega.
Antípatro tenía inferioridad de fuerzas de caballería respecto a su oponente (los jinetes tesalios de la coalición griega), pero nuevamente recurrió a la sagacidad para eludir el problema.
Utilizó como caballos de guerra a todas las bestias de carga de que disponía, estas, alineadas detrás de los jinetes reales, hicieron creer a los griegos que los macedonios disponían de mas jinetes de los que en verdad tenían, rehuyendo entonces el combate.
Finalmente en la batalla de Crannón, en el centro se Tesalia, se dirimió la gran batalla que haría prevalecer a uno de los dos bandos enfrentados. Antípatro contó con la valiosa ayuda de un general macedonio llamado Crátero, el cual al mando de una flota se había dirigida de Cilicia a Grecia para ponerse a sus órdenes.
Esta ayuda fue bien recibida por Antípatro, a lo cual se sumó que el general Leonato había muerto recientemente en un choque de caballería con los atenienses (Leonato planeaba sustituir a Antípatro en la regencia de Macedonia), ¡la suerte se aliaba con el Regente macedonio!. Las fuerzas macedonias se habían dirigido a Tesalia, fara forzar a los coaligados griegos a que aceptaran el envite, hecho que estos aceptaron.
Las fuerzas coaligadas griegas comandadas por Antífilo y Menón de Farsalia, habían reunido un ejército de 25.000 infantes y 3.500 jinetes, pero las fuerzas macedonias eran mucho más numerosas, muy reforzadas por las tropas que Leonato trajo de Asia Menor:
- 6.000 veteranos macedonios.
- 4.000 reclutas.
- 1.500 jinetes.
- 1.000 arqueros persas.
En total Antípatro podía alinear a 42.000 infantes, 5.000 jinetes y 3.000 arqueros y honderos, mandados por Antípatro y Crátero, ¡50.000 hombres en total!.
Filipo II de Macedonia
Con los dos ejércitos frente a frente, el general Antífilo propuso una estrategia; enfrentaría su caballería con la del adversario (esto le había funcionado cuando derrotó a Leonato en un combate anterior). Los macedonios aceptaron el reto y las caballerías de ambos bandos trabaron un reñido combate.
Acto seguido, Antípatro ordenó a su infantería que cargara contra la del enemigo, el combate fue muy disputado, pero las fuerzas macedonias, muy superiores en número, inclinaron a su favor la balanza; la infantería coaligada fue obligada a retroceder y retrocedió a unas colinas cercanas, desde cuyas alturas esperaba contener a los infantes macedonios.
Por desgracia para los coaligados, la retirada de su infantería no pasó desapercibida para su caballería; estos creyeron que era una franca huida lo que estaban viendo y no un repliegue a un terreno más táctico, por lo que optaron por huir del campo de batalla.
La infantería coaligada teniendo que hacer ahora frente a la caballería e infanterías macedonia juntas, optó por una prudente retirada, dejando la victoria para las fuerzas de Antípatro; las bajas no fueron ostentosas, 500 para los coaligados y 130 para los macedonios, pero sí fue decisiva la victoria moral macedonia.
Llegó ahora un “impasse” para establecer unas condiciones de paz honorables para los coaligados, ya que estos aun conservaban el ejército intacto; al día siguiente enviaron una embajada a los macedonios para establecer un armisticio. Antípatro se negó a firmarlo, ya que establecía la paz con el conjunto de las ciudades coaligadas rebeldes, y Antípatro quería firmarlo por separado con cada oponente.
Parece que con el objeto de aumentar la presión por parte de Antípatro para que los coaligados aceptaran sus términos, capturó varias ciudades de Tesalia; esta treta funcionó a la perfección.
Los tesalios de la coalición griega empezaron a abandonar en masa la alianza y a negociar por separado con Antípatro, el cual ofrecía unos tratados de paz, más suaves de lo esperado.
Los atenienses, viéndose en inferioridad, con sus aliados tesalios abandonando su alianza, no tuvieron más remedio que aceptar la rendición incondicional a Antípatro.
Este estableció unas duras condiciones; primero el establecimiento de una guarnición macedonia en Atenas, abandono del sistema democrático por uno de carácter oligárquico bajo influencia macedonia, siendo el mandatario un tal Foción.
Mapa del imperio de Alejandro Magno, el cual se repartió entre sus generales
Gracias a los oficios de este último personaje, (de probada simpatía hacia los macedonios) los atenienses se salvaron de un acuerdo de paz muchísimo más duro que Antípatro tenía preparado para ellos.
Atenas también tuvo que hacer cargo de todos los gastos que originó la guerra, más el pago de una multa por ser el principal instigador de la rebelión. Con la ayuda de Foción, Antípatro organizó un gobierno con mano de hierro. Además, muchos de los participantes en la rebelión griega (incluido el orador Demóstenes) fueron directa o indirectamente asesinados por orden de Antípatro.
Los atenienses, acostumbrados a las libertades públicas, no estaban por la labor de soportar tales tiranías, por los que varios miles de ellos (unos 12.000) emigraron a Tracia en un obligado exilio, ya que los ciudadanos “pobres” (los que tenían una renta inferior a 2.000 dracmas anuales tenían que irse de la ciudad) fueron expulsados.
Esto en cuestión de estadísticas, representó para la ciudad de Atenas la expulsión del 60 % de sus ciudadanos atenienses; pero fue muy beneficioso para Antípatro en términos de seguridad, porque vació la ciudad de posibles alborotadores, ya que no dudaba de que tarde temprano, los atenienses se levantarían o crearían problemas a las autoridades de la ciudad.
Con esto, Antípatro casi podía dar por concluida la guerra; el salía reforzado como gobernante de Macedonia y estableciendo su supremacía en toda Grecia. Solo los etolios quedaban en pie de guerra, estos, siendo imposible un enfrentamiento en campo abierto debido a su debilidad se propusieron enfrentarse en las montañas en una guerra de guerrillas con las fuerzas macedonias para someterlas a un profundo desgaste.
La guerra se volvió más larga de lo prevista, ya que este tipo de guerra es muy laboriosa y complicada; Antípatro y Crátero se estaban empeñando en vano con todas sus fuerzas, oponiendo los etolios una resistencia desesperada, cuando ambos generales se vieron envueltos en la guerra intestina que sacudió a los generales de Alejandro Magno, conflicto que se desarrolló por todas las posesiones de sus territorios.
Antípatro y Crátero tuvieron que dar por finalizada momentáneamente la guerra de guerrillas en las montañas de Etolia (hecho que llenó de orgullo a sus habitantes, los cuales se ufanaron de que a los generales macedonios les había sido imposible vencerlos) para dirigirse a la capital macedonia de Pella y prepararse para hacerse cargo de los últimos hechos ocurridos.
Se conoció este periodo como el de las “Guerras de los diádocos”, que se desarrolló entre el 322 a. de C. y el 301 a.de C. y supuso cuatro grandes guerras. Parece que la base de la primera guerra, en la que participó Antípatro, fue que Ptolomeo, había desviado el cuerpo de Alejandro a Egipto, reino que era suyo; esto no fue aceptado por otros generales de Alejandro y estalló la rebelión.
Falange macedónica
Uno de los generales llamado Pérdicas, se había encargado del reparto del imperio de Alejandro Magno entre los generales más influyentes y cercanos a Alejandro (el mismo Pérdicas, Antípatro, Antígono, Lisímaco, Tolomeo y Eúmene).
Olimpia, la madre de Alejandro Magno, seguía en dura pugna con Antípatro para echarle de la regencia de Macedonia; ideó un plan, hacer que su hija Cleopatra se casara con Perdicas, para que en un futuro despojara a Antípatro del poder.
Pero posiblemente el viejo general se enteró de los planes de su pérfida enemiga y maniobró con velocidad al exponer a Perdicas que le ofrecería la mano de su hija Nicea. Pérdicas no tomó ninguna opción, sopesando los pros y los contras de cual matrimonio era el ideal; pero con esto Antípatro se salió con la suya, anular los planes de Olimpia de echarle de la regencia de Macedonia.
Las disensiones entre los antiguos generales de Alejandro Magno no tardaron en estallar; sin embargo, aunque Antípatro se posicionó en la primera guerra con los generales Crátero y Antígono en contra de Pérdicas, no parece que Antípatro tuviera una participación muy activa en la guerra.
Esto se debió a que cuando cruzó con sus fuerzas a Asia Menor, y recibió noticias en Siria de que Pérdicas había sido asesinado, con lo que las operaciones bélicas eran canceladas.
El fin de la lucha se propició tras la muerte por sus hombres de Perdicas, el cual había acudido a Egipto para hacer frente a los rebeldes. Se firmó en el 321 a. de C., el llamado “pacto de Tripariso”, por el que se hizo un nuevo reparto del las antiguas posesiones de Alejandro entre los generales macedonios.
Parece que el nuevo regente en sustitución de Pérdicas fue Antípatro, aunque era un cargo más nominal que efectivo; efectivo fue el gobierno de Macedonia y la supremacía sobre el resto de Grecia bajo mandato de Antípatro. Sin embargo Antípatro no pudo, ya en paz disfrutar mucho de tales triunfos, ya que en el año 319 a. de C., murió en paz.
Lucha entre soldados griegos y macedonios
Se puede decir que en líneas generales, Antípatro tuvo una vida muy activa, aun que parece, que no gozó al principio de muchas oportunidades para demostrar su talento militar.
El hecho de que no se sepa mucho de su infancia y su juventud, su ascenso en la carrera miliar, no impide formarnos como pudo forjarse este militar, ya en el combate, ya en la paz.
Solo se tiene noticias ya suyas, cuando ha logrado alcanzar el trono Filipo II de Macedonia, sin embargo en las guerras mismas, Antípatro participó activamente en las mismas, siendo el mismo Filipo II o sus generales quienes lucharon; pero esto no fue un deshonor para el mismo Antípatro, ya que le ocupó hacerse con el cargo de regente en usencia del rey, un cargo que no estaba al alcance de muchos, de hecho, solo él lo ocupo.
Más tarde con Alejandro Magno en el poder, Antípatros pudo disfrutar también de dicho cargo de regente en las ausencias de Alejandro en diversas campañas y posteriormente, en la marcha de Alejandro de Macedonia para realizar la aventura de invadir el imperio persa.
Aquí el cargo de regente de Macedonia por Antípatro, fue realizado hasta su muerte. Realizó bien su misión, gobernando Macedonia y sobre todo vigilando la liga de Corinto, evitando toda disensión que pudiera gestarse en el seno de la misma. También la hostil Esparta fue objeto de especial vigilancia.
Aquí Antípatro estuvo acertado, ya que cuando Esparta intuyó que era la oportunidad de rebelarse contra Macedonia, la aprovecho; pero Antípatro le salió al paso y ahogó la misma rebelión, reforzando la paz y la hegemonía en Macedonia y en toda Grecia.
También de vez en cuando mando refuerzos a Alejandro en forma de soldados macedonios o mercenarios y aliados griegos; hasta la muerte de Alejandro realizó en líneas generales con éxito su misión.
Caballería de Tesalia contra infantes tracios
Más tarde con la muerte de Alejandro, las nuevas disensiones entre los aliados griegos que deseaban sacudirse en dominio macedonio, encontraron el férreo dominio de Antípatro, que ahogó todo intento de separación de la liga de Corinto, liga misma que fue más tarde disuelta, juzgada ya por inútil, y a establecer sobre toda Grecia, un dominio más directo por más macedonios, en la figura de Antípatro.
Antípatro podía vanagloriarse de haber derrotado a los espartanos en batalla (¿quizá ahí la carta de Alejandro en la que se traslucía los celos de que Antípatro les hubiera derrotado?) y también más tarde, derrotó a los atenienses en combate.
Las dos ciudades más importantes del pasado, Esparta y Atenas, habían recibido un serio correctivo por los ejércitos macedonios, comandados por Antípatro y esto era un motivo de orgullo para el regente.
Antes de morir recibió el cargo honorario de ser el regente del imperio heredado por Alejandro Magno, tras la muerte del anterior regente llamado Pérdicas.
Esto se sumó a la regencia que mantenía sobre Macedonia y la supremacía sobre toda Grecia, hecho que podía coronar los logros de este general, que aunque fue eclipsado por los logros de Alejandro Magno, no cabe duda que logró salvaguardar la retaguardia de su reino.
Estos hechos no fueron muy conocidos y con este trabajo, deseo rendir a este personaje, (general y gobernante) escondido entre las sombras, un sentido y merecido homenaje.
Infante macedonio
Autor: eljoines
Bibliografia
-Wikipedia.
-Satrapa1.
-Alejandro Magno, de Historia 16.
- http://www.sofiaoriginals.com/a1023diadocos3.htm.
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