Yaxchilán: "la ciudad de la jungla"
Su nombre originario pudo ser Izancanac, pero no se sabe a ciencia cierta. Actualmente es el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) quién se ocupa de su estudio.
El núcleo de la ciudad se establece en la Gran Plaza, formado por dos importantes conjuntos llamados "Gran Acrópolis" y "Pequeña Acrópolis", erigidos sobre montículos escalonados con esquinas remetidas aprovechando y adaptando la orografía del lugar. De las 120 estructuras existentes en el yacimiento, se han restaurado y reforzado en los últimos años una treintena de ellas.
A la Gran Plaza se accede a través del edificio 19, conocido también como "El Laberinto", debido a la tortuosa distribución de las estancias interiores. La arquitectura presenta un estilo similar al de Palenque; los elementos comunes que destacan son: las cresterías de los templos que se levantan sobre el muro central, las amplias escalinatas y la decoración a base de estuco en los edificios. Éstos se hallan dispuestos sobre terrazas artificiales. Sobresale entre ellos el edificio 19, compuesto por una complejo diseño arquitectónico con una serie de cámaras situadas en dos niveles, y el edificio 33, que es el mejor conservado y el más espectacular por su emplazamiento dominante. Se levanta sobre una elevación del terreno y pertenece al grupo arquitectónico de la Gran Acrópolis. Los edificios presentan una estructura paralepípeda y muchos de ellos contienen en su interior una doble hilera de estancias a las que se accedía mediante tres puertas. Los monumentos de la ciudad se caracterizan por grandes y elegantes cresterías levantadas en su parte superior y por la decoración mediante frisos e inscripciones que decoran los arquitrabes, en los que destaca un tratamiento exquisito de las formas humanas.
HISTORIA:
Se establece su origen en unos 2.000 años de antigüedad, con un inicial asentamiento de agricultores y cazadores que con el paso de los siglos fue transformándose en una magnífica ciudad que alcanzaría su esplendor en el periodo Clásico Tardío maya (s.VI-IX d.C.).
Poco se sabe de los acontecimientos históricos que auparon a las magníficas ciudades estado mayas. Ello se debe en gran parte a la destrucción masiva de sus ricos códices a manos de sacerdotes cristianos como fray Diego de Landa que, irónicamente, tal vez arrepentido, dedicó el resto de su vida a estudiar la cultura maya. Junto a los escritos de los españoles, se cuenta con un reducido grupo de códices y documentos originales o copias de originales, que tratan principalmente sobre asuntos religiosos de los mayas. Así pues, en la mayoría de ocasiones, para conocer los acontecimientos históricos que acaecieron en el período de apogeo del mundo maya, hay que recurrir a la arqueología y a las escuetas inscripciones que aún sobreviven en templos y edificios. Entre éstas son muy importantes las losas o dinteles de piedra tallada en bajorrelieve, usualmente llamadas “estelas” (los mayas las llamaban Tetún, o “tres piedras”), que describen a los gobernantes junto a textos logográficos que describen sus genealogías, victorias militares, y otros logros. En la década de los 60 del siglo XX, la arqueóloga rusa Tatiana Proskuriakoff descifró los símbolos que componían la escritura maya, lo que nos ha abierto un mundo enorme sobre la hasta entonces prácticamente desconocida historia de los mayas.
Así, conocemos someramente la existencia de algunos monarcas y las dataciones de sus reinados. El primer monarca yaxchilano del que tenemos noticia es Yat-Balam (Pene-Jaguar), que ascendió al trono en el 320. d.C., cuando la ciudad no era mas que un pequeño enclave de poca importancia, probablemente, al igual que la Tikal del mismo periodo, bajo la órbita de Teotihuacan. Este soberano sería el fundador de una larga dinastía que sobreviviría sorprendentemente hasta el final del periodo clásico. La ciudad comenzaría a cobrar importancia en la región con el gobierno de Cráneo-Mahk’ina, señor de Yaxhilán alrededor del 410 d.C. y descendiente de Yat-Balam. Por entonces, probablemente, Yaxchilán ya era una ciudad-estado con control político y administrativo sobre un hinterland definido en una franja de tierra que se extendía por el curso medio del río Usumancita, en frontera con Piedras Negras al noroeste, río abajo, con Bonampak al sur, y con Tikal al norte, en el Petén. Los investigadores creen probable que con el ascenso al trono de Cráneo-Mahk’ina II, en torno al 526 d.C., la ciudad se convertiría en capital regional, traspasando sus fronteras iniciales, lo que nos viene indicado por la presencia del “glifo-emblema” de este monarca en otras localidades vecinas como El Chicazapote, Anaifé, La Pasadita, El Cayo y La Mar. Pero en torno al 600 d.C. se aprecia una marcada interrupción en la construcción de estelas reales, probablemente debido a un periodo de inestabilidad política y decadencia, con hegemonía de Palenque o Piedras Negras en la región. El registro de gobernantes de la ciudad se reanudó hacia en el 630 con Pájaro-Jaguar III (de probable origen extranjero), casado con la Sra. Pacal, de Palenque, que pudo transmitirle los derechos dinásticos a Yaxchilán en base a sus antepasados. Así pues la línea dinástica pudo continuar viva pero sólo aparentemente, es muy posible que los monarcas se arrogaran falsamente esa continuidad.
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Durante este nuevo periodo de auge la misma ciudad de Bonampak cayó bajo su órbita. Se alió con la ciudad de Piedras Negras (o Yo’ki’b, “La Gran Puerta”) para enfrentar el poderío de otras ciudades-estado vecinas, y también con Tikal. Sin embargo su enfrentamiento con Piedras Negras, que se enclavaba en la misma área de influencia, debió de ser constante, y las alianzas cambiantes. En el 654 d.C. se registra una guerra contra la ciudad de Palenque, todopoderosa metrópoli maya que se situaba en las tierras bajas occidentales, a 50 km del río Usumancita en su curso bajo, y que entonces estaba gobernada por el gran Pacal, que parece había iniciado una expansión hacia el curso medio del río. Pero con los sucesores de Pacal la hegemonía de Palenque se iría diluyendo, debilitándose a fines del siglo VIII, coincidiendo con el auge de Piedras Negras y Yaxchilán en la región.
Sin embargo aún no hemos mencionado al más grande y poderoso de todos los reyes mayas de Yaxchilán. Su nombre fue Escudo-Jaguar II (Itzamnaaj B'alam), y era hijo de Pájaro-Jaguar III y la Sra. Pacal. Con él la ciudad inició un nuevo periodo de expansión militar no vista hasta entonces, que debió consolidar de nuevo a Yaxchilán como gran capital regional por encima de Palenque o Piedras Negras, a las que debió mantener sometidas militarmente. Su esposa fue la famosa señora Xoc (Pescado), que además era su tía materna, del linaje real de Pacal, y le trasmitió los derechos reales. Ambos aparecen reflejados en el famoso dintel 24 de la estructura 33 de la ciudad. Poco se sabe de la juventud de este monarca, excepto que había nacido en el 647, y que cuando era niño su propio hermano participó en una guerra contra la ciudad de Palenque, entonces gobernada por el mítico Pacal. Poco antes de llegar al poder, el 13 de febrero de 681, se enfrentó a los ejércitos de un noble maya rebelde, probablemente otro aspirante al trono: Ah-Ahaual. Lo derrotó completamente y se lo llevó cautivo a Yaxchilán. A la edad de 34 años, en Octubre de 681, subiría al trono de la ciudad. Desde entonces los ejércitos de Escudo-Jaguar no tuvieron rival. Existen datos arqueológicos que avalan que el 700 d.C. Piedras Negras fue ocupada por ejércitos enemigos, y todo parece indicar que fue Escudo-Jaguar quién estuvo detrás de ese éxito. Su hijo, Pájaro-Jaguar IV, aparece también documentado en las estelas de la ciudad, así que todo parece indicar que la ciudad estuvo sometida a Yaxchilán en las siguientes décadas.
En cuanto a labor arquitectónica, uno de los mayores logros de Escudo-Jaguar sería la construcción del Templo 33 en honor a su primera esposa Xoc (aunque es probable que fuera concluido por ella misma a la muerte de su esposo). Sin embargo parece que el matrimonio con Xoc fue infecundo o al menos no tuvieron heredero varón conocido. Así, Escudo-Jaguar contrajo matrimonio con una segunda esposa: la señora Viento-Calavera (Sra. Estrella-Vespertina de Calakmul), con quien tuvo a su hijo y sucesor, el mítico Pájaro-Jaguar IV. Escudo-Jaguar, tras un fecundo reinado, fallecería en la fecha de 9.15.10.17.14.6 Ix 12 Yaxkin (15 de Junio de 742) a la edad tan avanzada y extraordinaria de 95 años. Según los poéticos glifos del dintel 27 "su aliento de flor blanca se extinguió".
Arriba: Estructura 33 de Yaxchilán. Unas distribuciónes interiores de la estructura proporcionan espacio para una serie de dinteles colocados en el techo de cada puerta de entrada.
Izquierda: Dintel 24 del edificio 33 (British Museum). La imponente figura del rey Escudo-Jaguar, sosteniendo una antorcha, acepta la ofrenda de sangre de su esposa Xoc, que pasa por su lengua una cuerda con espinas de obsidiana. Se trata del tok'yah, una páctica ritual extendida entre los miembros de la élites mayas y que consistía en autoperforarse los lobulos de las orejas, la lengua o el mismo pene, con el proposito de derramar una pequeña cantidad de sangre para que sirviera de nutriente a los dioses, con los que se pretendía alcanzar cierta comunicación mística.
Tras la muerte del longevo monarca le sucedió un interregno de varios años sin un gobernante claro. Todo parece indicar que estalló una guerra civil o lucha sucesoria entre los partidarios de la influyente Sra. Xoc, la primera esposa y de linaje real, y los de la Sra. de Calakmul, madre del heredero. Es muy probable que Xoc se hiciera con las riendas del poder pudiéndo gobernar la ciudad con mano de hierro sin que acaecieran disturbios notables. Tras el lapso de diez años encontramos por fin a su hijastro: Pájaro-Jaguar IV (Yaxun B'alam) en el trono, y la situación aparentemente estabilizada. Junto a su padre, sería este uno de los monarcas más importantes de la historia de Yaxchilán, dedicando sus esfuerzos a la guerra y la labor arquitectónica. Así, la ciudad adquiriría su fisionomía definitiva de gran metrópoli con su reinado. Mandó la construcción de importantes edificios y monumentos públicos donde se le representa acompañado de sus esposas y generales. Una famosa escultura de Pájaro-Jaguar IV se encuentra en el templo 33, con la cabeza decapitada. Según una leyenda lacandona, cuando la cabeza de Pájaro-Jaguar regrese a su sitio, el mundo será devastado por los jaguares celestes.
Dintel que representa a Pájaro-Jaguar IV
Según Charles Golden: "Esta cantidad de monumentos dedicados a Pájaro Jaguar después de su acceso al trono, en realidad puede ser indicativa de su lucha por el mismo. Los impedimentos para acceder al trono pueden haber venido desde adentro, y sin su futuro dominio. Piedras Negras puede haber estado involucrada. El Dintel 3 de Piedras Negras describe un evento que tuvo lugar durante el interregno, del que es testigo un individuo identificado como un k’uhul ajaw de Yaxchilán. De hecho, este individuo es desconocido en Yaxchilán, y puede representar un pretendiente al trono que competía con Pájaro Jaguar, y que era apoyado por los gobernantes de Piedras Negras. Una vez que Pájaro Jaguar hubo resultado victorioso, seguramente le fue necesario realizar dos cosas: 1- validar públicamente su mandato, y 2- fortalecer las relaciones con aquellos partidarios que lo ayudaron a llegar al trono, asegurándose así su apoyo permanente. El primero de estos objetivos se encaró con la creación de numerosas estelas y dinteles en Yaxchilán, en tanto que la segunda ayuda a explicar la abundancia de monumentos en los centros secundarios. La instalación de un aliado poderoso tomo Tilo'm en La Pasadita puede haber servido a distintos propósitos. Para elevar el status de un noble leal por medio de la representación en un monumento del señor y su vasallo, y también para dejar establecido sin lugar a dudas quién era el señor y quién el vasallo. En segundo lugar, puede haber ayudado a desarrollar una frontera posible de defender entre Yaxchilán y Piedras Negras. Para finalizar, debe haber garantizado el control sobre las tierras de cultivo que se necesitaban para abastecer a la ciudad en crecimiento de Yaxchilán y a la corte de Pájaro Jaguar. "
Los dinteles continúan registrando el reinado de los últimos monarcas de la ciudad hasta el año 808, donde tras el subida al trono de Mah K'ina-Cráneo III una bruma envolverá su historia. Probablemente fue paulatinamente despoblada desde mediados del siglo IX hasta quedar finalmente abandonada, como la mayor parte de metrópolis mayas del periodo Clásico Tardío.
La humedad de la zona y que la ciudad permaneciera engullida por la selva durante siglos aún se aprecia en muchos de sus edificios como El Laberinto (en la imágen).
Autor: Santiago A.
BIBLIOGRAFÍA:
Burrel i Floría, Guillem (Dir.): “Crónica de América”; (1992)
Coe, Snow y Benson: “La América Antigua. Civilizaciónes precolombinas”; (1989)
Grube, Nikolai (ed.): “Los mayas. Una civilización milenaria”; (2006)
Alaniz Serrano, Rolando: “Inscripciones en monumentos mayas” (1997) (click aquí)
Arita, Hector T.: "Los dinteles de Yaxchilán" (2006): http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/644/64408103.pdf
Golden, Charles: http://www.famsi.org/reports/97042es/section02.htm (2005)
Pausanias el Ácrata: http://www.nodo50.org/arevolucionaria/especiales/yaxchilan.htm
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La verdad es que repasandolo, solo puedo decir que menudo temazo. Felicidades.
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Gracias. Cuando uno quiere investigar algo sobre la historia maya prehispánica siempre se encuentra la misma barrera: la ausencia de crónicas o relatos escritos debido a la destrucción durante la conquista de la mayor parte de sus códices. Para ello desgraciadamente sólo nos queda lo que la arqueología puede aportar mediante el estudio de los dinteles y otras técnicas. Pero sin el sostén de una historia escrita los vacíos son muy difíciles de llenar.