Caballería Romana: La Era de la caballería auxiliar (del fin de la República a la dinastía Severa)
La desaparición de las levas de caballería ciudadana entre la élite romana supuso una gran transformación en la caballería de Roma. El peso del arma de caballería iba ahora a recaer en aliados extranjeros y peregrini (no ciudadanos). Con la llegada del Imperio esta situación se formalizó a través del establecimiento de unidades regulares auxiliares.
Organización
Cuando Sila marchó en el 87 a.C. a Grecia para combatir en la Primera Guerra Mitridática no llevaba consigo caballería ciudadana legionaria, teniendo que hacerse con caballería en la propia zona de guerra. Más tarde, Julio César tampoco contaba con caballería ciudadana en sus campañas. Es famosa la anécdota de que cuando César preparó una entrevista con el suevo Ariovisto (58 a.C., durante la conquista de la Galia) como desconfiaba de su caballería auxiliar gala para su protección personal, no le quedó más remedio que hacer que los jinetes eduos cedieran sus caballos a los infantes de la X Legióni. No sería hasta algo más tarde, cuando las legiones recuperarían un trasunto de caballería propia.
Relieve dedicado a la diosa celta Epona (siglo II) Entre otras funciones, Epona era la diosa de los caballos y por tanto muy popular entre la caballería romana de origen galo.
En tiempos de César la caballería aliada no tenía una organización fija. Normalmente era reclutada por periodos o campañas, y servían bajo sus propios jefes. El fin de las Guerras Civiles y el establecimiento del Imperio, llevó a Augusto a realizar una gran reforma del ejército.
La caballería se reorganiza en unidades permanentes con oficiales romanos al frente: las alas (alae), que heredan el nombre de las antiguas formaciones de infantería y caballería de los socii. Cada una al mando de un prefecto (praefectus alae). Los puestos de prefecto de ala pasaron a ser la cumbre de una carrera militar específicamente reservada para el orden ecuestre (salvo excepciones como el mando de las legiones de Egipto), al menos hasta el siglo III, en el que se rompió el sistema y los ecuestres pudieron aspirar a cualquier puesto.
Había dos tipos principales de alaii:
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Ala Quingenaria – 16 turmas (turmae) de 32 jinetes (512). Unas 90 a mediados del siglo II.
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Ala Milliaria – 24 turmas de 32 soldados (768). Creadas en la época de la dinastía Flavia, había unas 10.
Cada turma estaba liderada por un decurión. Como segundo cuenta en principio con un duplicarius (un “doble paga”) y un sesquiplicarius (“paga y media”) como tercero. Es posible que cada turma tuviera su propio estandarte (signum). El ala tenía un estandarte principal: vexillum, portado por el vexillarius y al parecer también portaban un imago con la imagen del emperador.
Un ala quingenaria en orden de marcha con turmas formadas en columnas de a 3 (Peter Connolly)
Además de en las alas, también nos encontramos turmas en las unidades mixtas denominadas cohortes equitatae:
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Cohors equitata quingenaria – 6 centurias de infantería (480) y 4 turmas de caballería (128).
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Cohors equitata milliaria – 10 centurias de infantería (800) y 8 turmas de caballería (256). Creadas en la época de la dinastía Flavia.
En general se puede decir que las cohortes mixtas eran una solución barata para disponer de una fuerza polivalente en ciertas regiones, sin tener que recurrir a la infantería de las legiones y la caballería de las alas. Empezaron a proliferar sobre todo a partir del reinado Vespasiano. Los jinetes de estas cohortes mixtas eran considerados inferiores a los de las alas, siendo peor pagadosiii y contando probablemente con peores monturas. Parece que muchos empezaban su carrera como simples infantes, para después promocionar a jinetes.
Estas cohortes eran muy útiles en funciones como: patrullar las fronteras, exploración, seguridad interna (servicios de policía y escolta) y recaudar impuestos. En teoría esto permitía a las alas reservarse para el papel de caballería de combate en las campañas principalesiv. Pero en la realidad las cohortes equitatae también intervenían en las campañas principales, en cuyo caso parece que lo normal era juntar las turmas de varias cohortes para formar un ala provisional de caballería.
Jinete e infante de una cohors equitata, siglo I (Jean Marcellin)
Tras la reforma de Augusto se calcula que el ejército regular romano ascendía a unos 300.000 hombres, de los que se suele dar una cifra del 10% (30.000) como correspondiente a la caballería. Sin embargo en cifras de campaña, la caballería parece más bien haber representado del orden del 11-14%. También hay que tener en cuenta que la caballería irregular no se ha tenido en cuenta.
Para mediados del siglo II las cifras de caballería se habían más que duplicado -debido a un constante incremento- sumando cerca del 20 % del ejército con 65.000-70.000 jinetes. Con la dinastía Severa habría un nuevo incremento con al menos 4 alas nuevas y varias cohortes, alcanzando los cerca de 85.000 jinetes.
Decurión, vexillarius y varios equites de un ala de caballería (Warlord Games)
Recluta
Con el fin del servicio obligatorio de la caballería ciudadana, Roma optó por reclutar sus jinetes entre no ciudadanos. Puestos a ello se decantaron por lo más sensato, que era reclutar (para las alas de caballería) entre aquellos pueblos con mayor tradición ecuestre. No es que los considerasen por defecto superiores a los propios romanos (italianos), aunque sí se valoraba bastante que muchos hubieran tenido contacto desde pequeños con los caballos y las armas. Pero para los romanos lo que diferenciaba su caballería de otras era el entrenamiento no sólo individual sino como grupo. El entrenamiento y la disciplina de los auxiliares romanos aseguraban normalmente el éxito frente a otros jinetes, aunque tuvieran la misma procedencia
El incentivo añadido para un auxiliar tanto de infantería como de caballería, es que tras 25 años de servicio recibía la ciudadanía. Sin embargo no era raro que hubiera ciudadanos enrolados en las unidades auxiliares y probablemente habría cierta tradición entre hijos de antiguos auxiliares (y por tanto ya ciudadanos) en preferir servir en unidades auxiliares en vez de en las legiones. En ocasiones excepcionales un individuo o una unidad entera podía recibir la ciudadanía como premio a su actuación en el campo de batalla. El edicto de Caracalla (212) concediendo la ciudadanía a los ciudadanos libres del Imperio, supondría el fin de esta cuestión.
El servicio de hasta 25 años contrasta con el máximo de 6 años que habían servido antes los equites ciudadanos. Ahora tenemos jinetes profesionales que eran reclutados con 18-25 años. En algunos casos podían reengancharse al fin del periodo de servicio. Los soldados tenían prohibido casarse -y en el caso de un matrimonio contraído antes del alistamiento, éste era anulado-, pero a efectos prácticos se solía hacer la “vista gorda” ante la formación de familias por parte de muchos soldados, suponemos que los más veteranos y “de fiar”.
Estela funeraria (Bonn, siglo I) de Vonatorix; jinete del Ala Longiniana, muerto a los 45 años habiendo prestado servicio durante 17.
En tiempos de la conquista de las Galias, César recurrió al uso de caballería auxiliar gala, hispana y germana. Durante el Imperio se seguirían reclutando muchos jinetes entre dichas naciones. En el Este había otras fuentes de jinetes como por ejemplo los afamados tracios y los panonios.
Los galos fueron probablemente los más numerosos entre los jinetes auxiliares. La caballería germana de César (venida del otro lado del Rin) no era muy numerosa pero parece haber sido de gran calidad y haber llevado ventaja sobre la gala. Los sucesores de César seguirían contando con los germanos, reclutando especialmente entre los bátavos y los tungrios.
La tradición hispana de servicio como auxiliar de Roma venía de la época de Escipión y la Segunda Guerra Púnica. Con Augusto se completó la conquista de Hispania (guerras cántabras) y bastantes unidades auxiliares se reclutarían en el recién conquistado territorio del norte de España.
Era corriente que una unidad auxiliar fuera desplazada y acabara estacionada en una parte del Imperio diferente a aquella en la que se había reclutado originalmente. Una vez allí, los reclutas podían provenir de fuentes locales o incluso de cualquier parte del Imperio; por ello se perdía el componente étnico inicial, aunque la unidad conservase la denominación bajo la que se había reclutado.
Cohors II Asturum (equitata) en combate en el norte de Britania, 118 d.C. (Angus McBride para Concord). La cohorte estuvo primero destinada en Germania (al menos desde el 80) y para el 105 ya aparece asignada a Britania.
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La existencia de una caballería regular auxiliar no supuso el fin del empleo de caballería irregular (symmachiarii) “bárbara”. Recurrir a tribus fronterizas -bien en áreas fuera del Imperio o bien en aquellas donde la dominación romana era más bien nominal- proporcionaba una fuente rápida y barata de caballería. En la época de Trajano los encontramos encuadrados en unidades denominadas numeri (tanto para infantería como para caballería) que en principio carecerían de una organización regular, por lo que el tamaño variaría; aunque se supone que la mayoría eran relativamente pequeñas (en torno a los 300) y de entidad menor a una cohorte. Además de ser un refuerzo en campaña también servían como pequeñas unidades fronterizas en zonas donde no se requería ubicar a una unidad de mayor porte; estos últimos numeri sí pueden haberse asemejado más a unidades regulares.
Entre los irregulares destacaban jinetes ligeros como los ya conocidos númidas (que sirvieron tanto como auxiliares como irregulares) y sobre todo sus vecinos norteafricanos: los moros (mauri); siendo empleados lejos de su hogar en campañas como las dacias de Trajano. En las fronteras orientales era habitual contratar jinetes y arqueros a caballo irregulares. Pueblos como el árabe o los habitantes de Oshroene eran fuentes habituales de caballería; así como los armenios, en aquellos momentos en que se encontraban aliados con Roma.
Jinetes ligeros norteafricanos durante las Guerras Dacias (Relieve de la Columna Trajana)
Equites legionis
En la época del Principado las legiones recuperaron el contingente de caballería perdido al final de la República. Sin embargo lo que conocemos de dicha caballería es bastante escaso.
Los equites legionarios saldrían (salvo excepciones) de las propias filas legionarias. Ya había pasado suficiente tiempo como para que un ciudadano que sirviera como jinete no soñara con recibir el mismo trato que los antiguos equites ciudadanos republicanos que procedían del elitista orden ecuestre. Su posición dentro de la legión probablemente sería equivalente a la de los milites immunes: soldados veteranos exentos de ciertos servicios.
Las funciones de estos pocos equites se limitarían normalmente a las de estado mayor (mensajeros y escolta del legado de la legión) y exploración. Sin embargo sabemos que también podían participar en las batallas, probablemente a modo de reserva. Recibían un entrenamiento de combate en grupo similar a los equites de las alas y las cohortes, portando el mismo equipamiento.
No existe nada definitivo en cuanto al tema de la organización de la caballería legionaria. La cifra parece haber sido la de un equivalente a 4 turmas (120-132 equites). Sin embargo no parecen haber existido turmas como unidades administrativas ya que la filiación individual de los equites legionis se da siempre con referencia a las centurias.
No hay rastro de decuriones, por lo que de haber existido unidades tácticas equivalentes a la turma, tal vez hubiera estado al cargo un optio equitum. En cuanto al mando del contingente total de caballería legionaria, se podría haber encargado o bien un centurión o tal vez uno de los tribunos. Un firme candidato a dirigir la caballería legionaria es el tribuno sexmenstrisv.
Oficial romano de caballería (Aero Art International)
Guardias
La Guardia del Emperador tenía sus propias unidades de caballería.
Por un lado tenemos a las propias cohortes pretorianas que tenían el carácter de equitatae al contar con su propio complemento de caballería. Probablemente sumaban el equivalente a 1/5 de la cohorte: unos 100 jinetes inicialmente y el doble al final de la época Flavia.
Los jinetes pretorianos (equites praetoriani) permanecían administrativamente enrolados en las centurias aunque después formaran una unidad de combate, que puede o no haber estado dividida en turmas a la hora de batallar.
Inicialmente se entresacaban de los pretorianos a unos 300 para formar los speculatores Augusti: los escoltas del Emperador. A partir del siglo II, perderían su función de escolta integrándose completamente en las cohortes pretorianas.
Caballería pretoriana, guerras dacias (Richard Hook para Osprey). Los jinetes pretorianos parecen haber sido partidarios del modelo de escudo hexagonal.
Por tradición, los emperadores julio-claudios tenían su propia fuerza privada de guardaespaldas. Ya César había contado con germanos y los emperadores a partir del propio Augusto siguieron su ejemplo. Los germani corporis custodes se reclutaban principalmente entre los bátavos y otros pueblos germanos. En el campo de batalla actuaban como caballería. Formaban un numerus de tamaño incierto, tal vez próximo al de una cohorte de 500, dividido no en turmas sino en decurias. Serían disueltos por el emperador Galba en el 68 a.C.
Los sucesores de estos germanos -en época de Domiciano o tal vez de Trajano- serían los equites singulares Augusti. Tanto los gobernadores provinciales como los legados tenían su pequeño grupo de singulares como guardias de corps. En el caso del emperador los singulares eran jinetes seleccionados en las alas auxiliares y muchos volvían a ellas más tarde como oficiales. Los equites singulares Augusti constituían un numerus pero aproximándose al tamaño de un ala. Su fuerza rondaría los 450-600 hombres, ascendiendo después a 1.000vi. Con Septimio Severo, se incrementaría su fuerza al crearse un segundo numerus y entre ambos sumarían 1.500. Cada numerus tenía al frente a un tribuno y estaban organizados en turmas (con decuriones).
El emperador Trajano acompañado por lo que probablemente sean sus singulares (Relieve de la Columna Trajana).
Armamento y equipo
El arma básica de un eques auxiliar sería o bien una lanza de embestida (hasta) o más bien una serie de diferentes tipos de lanzas arrojadizas y jabalinas: lancea, verutum, jaculum, tragula... Por ejemplo, Josefo describe a jinetes romanos equipados con una lanza y un carcaj con al menos tres jabalinas. El arma más típica asociada a la caballería auxiliar es la lancea: una lanza ligera polivalente ya que además de ser arrojadiza podía usarse como arma de embestida; su longitud podía ser de en torno a 1,5-1,8 m. El jaculum era un tipo de jabalina o dardo cuya punta era similar a la de una lanza, mientras que el verutum era una jabalina normal como las de la infantería ligera. La tragula tenía al parecer la punta barbada ya que para extraerla había que cortarla primero.
Se valoraba enormemente al jinete capaz de arrojar lanzas/jabalinas al galope de forma rápida y certera. Se podía contar con “mozos” para suministrar lanzas y jabalinas de repuesto durante el combate. En las prácticas, Arriano relata que se esperaba que un buen jinete lanzara certeramente al menos 15 de ellas.
La espada de doble filo de los jinetes era más larga que la de la infantería. En un principio parece haber sido simplemente una versión un poco más larga de la gladius hispaniensis, para ya en la época del Imperio adoptar la conocida como spatha. En principio tenía una longitud de 60-70 cm, aunque había versiones más largas. Aparte se podían encontrar ejemplos de espadas más “étnicas” como la tracia de un sólo filo.
Copia de relieves funerarios de dos tumbas de jinetes (Mainz, izquierda; Worms, derecha). El de la derecha porta un signum.
En el campo de la protección los equites podían contar con la popular cota de mallas (lorica hamata) de origen celta, excelente frente a golpes pero no tanto frente a impactos punzantes. Cada anillo de hierro de la malla estaba entrelazado con otros cuatro, por lo que la malla era laboriosa de hacer. Además se podían llevar unas protecciones adicionales para los hombros. Se trataba de un armadura confortable y flexible; gracias al uso de un cinturón se podía distribuir bien el peso (15-20 kg) sin sobrecarga en exceso los hombros.
Una alternativa a la malla era la cota de escamas (lorica squamata) formada por escamas de bronce y/o hierro cosidas, formando hileras de escamas sobrepuestas. Esta superposición de escamas contribuía a dispersar el efecto los golpes sobre todo los que llegaban en ángulo. Al igual que en el caso de la malla, los hombros podían llevar una protección adicional. Parece que este tipo de armadura era vulnerable contra golpes ascendentes -algo problemático cuando un jinete luchaba contra un infante- por lo que a partir del siglo II las escamas se cosían no sólo en horizontal sino también en vertical, para conseguir más rigidez. Era más fácil de realizar y de reparar que la cota de malla, proporcionando una excelente protección pero carecía de la flexibilidad de la cota de malla.
Aparte de las armaduras metálicas es muy posible que los jinetes también utilizaran armaduras realizadas con otros materiales como cuero o lino; o bien llevaran protecciones de este tipo bajo alguna de las otras armaduras.
Estela funeraria (Lancaster, siglo I d.C.): Insus, Ala Augusta. El trévero Insus va armado con un gladius y protegido por lo que puede ser una coraza de cuero.
El escudo tradicional de la caballería (parma) fue sustituido por modelos de influencia celta (thureos), siendo la forma más corriente la ovalada aunque también los había hexagonales. A diferencia de la infantería, el escudo era plano.
El casco (cassis/galea) se diferenciaba del de la infantería por la tendencia a cubrir los oídos (con aberturas para oír) y tener un cubrenucas más prolongado para proteger mejor de cierto tipo de golpes en una melé de caballería. El pliegue al final del cubrenucas también era menos pronunciado que el de la infantería ante el riesgo de producir lesiones en una caída del caballo hacia atrás.
Algunos cascos tenían tallada una decoración en forma de caballera humana o incluso directamente pegados cabellos humanos o animales. También llegaban al extremo de tener máscaras faciales metálicas, aunque se cree que este tipo de cascos estaba reservado a paradas y exhibiciones, o tal vez a los portaestandartes durante la campaña; aunque también es posible que en varias situaciones los jinetes consideraran que los inconvenientes de una mascara facial eran mas que compensados por el efecto intimidatorio que debían tener sobre el enemigo.
Reconstrucción de un jinete romano imperial (Museo Het Valkhof, Nijmegen). Obsérvese el casco con máscara facial y pelo adherido.
Los caballos de la época eran relativamente pequeño, siendo la mayoría más parecidos a ponis que a los caballos actuales. Algunos estudios arqueológicos dan alzadas de entre 1,51 m hasta de tan sólo 1,12 m; aunque puede que los inferiores a 1,2 m. no se usasen como monturavii. En cualquier caso se buscaban caballos resistentes ya que tenían cargar con cerca de 100 kg entre jinete y equipo.
Desde al menos la época de César, la caballería usaba sillas de montar. De los celtas se copió la silla de cuatro cuernos. Los cuernos proporcionaban sujeción sin limitar los movimientos del jinete permitiéndole realizar ciertas “acrobacias” a la hora de combatir. La silla podía llevar sujeciones para un carcaj con jabalinas y también para colgar el escudo durante la marcha.
Unidades especializadas
Aunque pueden haberse usado antes ocasionalmente, las primera unidades regulares de caballería pesada en el ejército romano serían la Ala I Ulpia Contariorum (Trajano) y la Ala I Gallorum et Pannoniorum Cataphractaria (Adriano). La primera de ellas hace referencia al uso del contus (kontos), una lanza que se manejaba a dos manos y la segunda al concepto de caballería especialmente acorazada (incluidas algunas protecciones para los caballos) que también usaba el contus como arma. El contus medía más de 3,5 m y se usaba con las dos manos.
Los romanos conocían a los catafractos/contarios desde la época de la batalla de Magnesia (190 a.C.), pero no sería hasta su enfrentamiento con los sármatas en que se animaran a formar sus propias unidades permanentes (probablemente a base de los propios sármatas vencidos).
Aunque en tiempos de Pompeyo nos encontramos arqueros sirios a caballo, tenemos que esperar a la época Flavia para ver las primeras unidades regulares: Ala I Augusta Ituraeorum sagittaria , Ala III Augusta Thraccum sagittaria y Cohors I Ascalonitarum felix saggitaria equitata...
Fuera de las unidades especializadas había otros equites capaces de manejar el arco. Por ejemplo sabemos que pretorianos y singulares del Emperador tenían maestros (campidoctores) de arquería. En el resto de unidades “corrientes” podía haber individuos concretos con destreza en el manejo del arco, como es el caso del soldado Soranus de una cohorte mixta bátava, que se preciaba de haber participado en maniobras delante de Adriano de la siguiente forma: tras cruzar a nado el Danubio en su caballo disparó una flecha a la que alcanzó con una segunda flecha antes de que esta tocara el suelo.
Guerrero sármata con contus, siglo II (Jhonny Shumate)
Tácticas
La caballería auxiliar era una mezcla de caballería de choque y caballería escaramuzadora. A pesar de no ser una caballería tan enfocada al choque como la de épocas anteriores, en batalla campal la función de la caballería seguía siendo básicamente la misma: proteger los flancos propios y a la vez de tratar de atacar los flancos enemigos y sí fuera posible rodear la línea enemiga para atacar por la retaguardia. La principal diferencia parece ser la conciencia de lo útil que era mantener una fuerza de reserva de caballería tras las líneas propias.
Una de las funciones que podía desempeñar este tipo de caballería con gran eficacia era la de realizar incursiones en territorio enemigo. Ya César daba de vez en cuando rienda suelta a sus jinetes galos (con oficiales romanos al frente) para que realizaran grandes incursiones, como cuando los despachó contra los Eburones (53 a.C.) en la que estuvieron a punto de capturar al caudillo enemigo. Este tipo de operaciones casaba bien con las tradiciones tribales de la mayoría de los reclutas de la caballería aliada y auxiliar.
Equites auxiliares (segunda mitad siglo I) realizando una incursión en una villa germana (Angus McBride para Concord)
En caso de tener enfrente a una caballería enemiga claramente superior, se situaban fuerzas de infantería junto o detrás de la línea de caballería como apoyo. Incluso se podía llegar al extremo de poner a toda la caballería en reserva tras una línea de infantería, como sucedía en el “acies contra alanos” desarrollado por Arriano.
Una formación básica de una turma era en dos hileras de 16 jinetes. Sin embargo parecen haber sido más habituales formaciones con más profundidad de 3 y 4 de profundidad, en este último caso tal vez recurriendo a usar la “doble turma” de la que habla Arriano en su “Táctica”. También se podían recurrir a las tradicionales formaciones en cuña o en rombo.
Una táctica básica era la de cargar en línea con jabalinas y tras arrojarlas hacer un giro simultaneo a la derecha presentando el escudo al enemigo y retirarse para reformar atrás y volver a empezar. También se podía recurrir al círculo cántabro en el que cada individuo se iba turnando para lanzar su jabalina, manteniendo un “bombardeo” constante de proyectiles sobre el enemigo.
Hippika Gymnasia (Peter Connolly): el equipo atacante hace una demostración del círculo cántabro mientras que el equipo defensor adopta un testudo de caballería. El estandarte del draco parece haber estado en un principio limitado a estas exhibiciones.
Cuando era propicio se podía recurrir también a tácticas de choque: cargar sobre el enemigo con armas de cuerpo a cuerpo (espadas y/o lanzas). Podía ser tras haber ablandado al enemigo con los jabalinas o simplemente hacerse sin preliminares.
Si el enemigo era roto y emprendía la huida, se recomendaba que sólo la mitad de la unidad los persiguiera de cerca, manteniendo la otra mitad un avance más pausado para actuar de reserva ante posibles imprevistos. Para perseguir se practicaba en el campo de maniobras empezar en grupo con la lanza en una posición “apuntando hacia el frente”, para después cazar a los diferentes individuos con diferentes golpes de espada.
Como formaciones defensivas había una especie de variante del testudo para caballería formando una línea de escudos y lanzas. También se practicaba el toloutegon galo, el arte de pasarse el escudo por encima de la cabeza para dejarlo atrás y poder girar la lanza hacia un enemigo que te atacara
Las maniobras eran ensayadas a conciencia. Fuera de cada fuerte auxiliar había un campo de prácticas donde el ala se dedicaba a entrenarse. Durante la hippika gymnasia dos unidades solían enfrentarse alternándose en defensa y ataque, combatiendo con armas de prácticas. El ejercicio podía llegar a resultar espectacular y sin duda había ocasiones en que se hacía con público invitado al que se quería impresionar.
Eques durante un ejercicio de Hippika Gymnasia (Jhonny Shumate para Ancient Warfare)
Exploratores y speculatores
El reconocimiento siempre ha sido una parte fundamental de las tareas de la caballería: localizar al enemigo para preparar (o prevenir) un ataque por sorpresa, así como reconocer el terreno por el que se va a marchar.
En principio los exploradores (exploratores) eran seleccionados entre la caballería de la unidad ya fuera para ejercer de forma más o menos continuada dicha función. Sin embargo durante el Imperio se vio la conveniencia de crear unidades enteras (numeri) de exploradores. Estas unidades normalmente tenían su fuerte en la parte más próxima a la frontera y se encargaban de vigilar los movimientos de las tribus al otro lado. A su vez proporcionaban destacamentos especializados (explorationes) a otras unidades cuya cercanía a la frontera fuera una fuente constante de riesgo.
Exploradores durante las guerras dacias (Peter Connolly)
En un principio parece que no se hacía distinción entre speculatores y exploratores, pero más tarde la función de los speculatores se formalizó como la de ejercer de espías y correos/enlaces. Los speculatores formaban normalmente pequeños grupos -asignados al Estado Mayor de las unidades o gobiernos provinciales- y probablemente en el campo operaban por parejas. Su función principal era la de recolectar “inteligencia”. Se llegó a crear alguna unidad independiente de speculatores (aparte de los Imperiales) como por ejemplo un par que servían en el Norte de África.
Muchas de sus funciones podían ser encubiertas, realizando servicios de policía secreta, aunque también ejercían de guardaespaldas.
Relieve de la tumba de Longinus Biarta (Colonia), eques del Ala Sulpicia
La caballería en batalla
Finalmente repasaremos el papel desempeñado por la caballería en algunas de las batallas de la época. Por desgracia para ciertos periodos se depende de historiadores que no estaban demasiado interesados en el desarrollo táctico de una batalla, por lo que la información es escasa.
Orcómenos (86 a.C.)
La caballería de Lucio Cornelio Sila en su campaña en Grecia era sensiblemente inferior a la poderosa caballería póntica. Sila tendría cerca de 1.500-2.000 jinetes, la mayoría reclutados localmente; mientras que los pónticos podían en teoría poner en combate varias decenas de miles de jinetes tanto pesados como ligeros.
Tras la victoria en Queronea donde Sila había escogido un terreno poco apto para desplegar grandes masas de caballería, se arriesgo a proporcionar al póntico Arquelao un terreno más llano que le animara a combatir. La intención de Sila era cubrir el campo con zanjas y reductos para eliminar la ventaja póntica en caballería.
El primer día de la batalla, los pónticos se lanzaron al asalto de las obras tomando por sorpresa a los romanos. Sila estuvo muy cerca de la derrota, pero finalmente consiguió animar a los legionarios a resistir. La infantería y carros pónticos fueron derrotados, interviniendo la caballería póntica en su apoyo, a lo que respondieron los romanos lanzando su propia caballería en apoyo de los legionarios. Una buena colaboración entre jinetes e infantes – con la caballería pasando entre las filas de la infantería – supuso la derrota de la caballería póntica, a la que se causó gran mortandad.
Al siguiente día se completaría la victoria tras una dura lucha frente al campamento póntico.
Caballería póntica (José Daniel Cabrera Peña para Desperta Ferro)
Triganocerta (69)
Durante las guerras mitridáticas, los romanos de Lúculo invadieron Armenia. El rey Triganes de Armenia contaba con una fuerza de al menos 40.000 hombres (30.000 jinetes)viii mientras que Lucio Licinio Lúculo contaba con una fuerza inferior (10.000 legionarios, 1000 jinetes e infantes ligeros y una fuerza indeterminada de auxiliares de infantería y caballería)ix.
Cuando los armenios de Triganes se presentaron a levantar el sitio de Triganocerta se sorprendieron de que los romanos no huyeran. La presencia de una pantalla de caballería les dificultaba además adivinar las intenciones exactas de Lúculo. Al final se tuvieron que mandar los catafractos a “espantar” a los jinetes romanos, pero estos se retiraron sin pelear habiendo cumplido ya su misión de proteger el redespliegue de la infantería romana en una colina al otro lado del río de tal manera que flanqueaban a la fuerza armenia.
A la orden de Lúculo los jinetes romanos (gálatas y tracios) se reagruparon y atacaron por el flanco a los catafractos armenios. Lúculo no esperaba que sus jinetes acabaran venciendo sino que entretuvieran a los catafractos para lanzar sobre ellos a parte de su infantería. Los catafractos -en combate cuerpo a cuerpo con los jinetes romanos- se dieron cuenta que no tenían tiempo para reagruparse y cargar sobre los legionarios, y optaron por una desordenada retirada que los llevó a sembrar el caos en la infantería armenia que se acercaba. Lúculo aprovechó el momento para dar al resto de su infantería la orden de cargar colina abajo. El ejército de Triganes se desintegró.
Arar (58)
Había acudido Julio César a frenar la migración de los helvecios, la cual amenazaba el territorio de los aliados de Roma. En su ruta migratoria los helvecios tuvieron que cruzar el Arar (Saona). Los exploradores romanos informaron a César del progreso del paso de tal forma que pudo caer sobre ellos cuando ya habían pasado tres cuartas partes de los helvecios.
Algo después del combate César hizo tender un puente para perseguir al resto de los helvecios. En vanguardia despachó una fuerza de 4.000 jinetes eduos (y confederados de los eduos). Una fuerza poderosa que actuó con gran despreocupación pues fueron sorprendidos y obligados a retroceder por la pequeña caballería helvecia (500).
Jinetes galos, siglo I a.C. (Peter Connolly)
Áxona (57)
En esta ocasión César (8 legiones + auxiliares) se enfrentaba a una gran confederación de belgas en las cercanías del río Áxona (Aisne). Inicialmente no se decidía a dar batalla contra una fuerza superior en número, pero una serie de escaramuzas de su caballería celta le confirmaron que sus jinetes (que no habían hecho un gran papel el año anterior) “no eran inferiores” al enemigo.
El día de la batalla ambas fuerzas se desplegaron pero el combate se limitó de nuevo a escaramuzas entre las caballerías rivales. Al final los belgas optaron por mandar una fuerza a vadear el río Áxona hacia la orilla contraria a la que se hallaban situados ambos ejércitos. Desde allí los belgas podrían atacar el puente que usaban los romanos para conectar ambas orillas y a la vez devastar los campos de los aliados de Roma.
César cruza rápido el puente para dirigirse hacia la zona de cruce. Consigo se lleva toda la caballería disponible junto a tropas ligeras númidas, arqueros y honderos. Los belgas son sorprendidos cruzando el vado. La caballería rodea y masacra a la vanguardia belga que ha podido cruzar el río, mientras que las tropas ligeras lanzan una lluvia de proyectiles sobre los que están intentado cruzarlo, hasta que los belgas se dan por vencidos y abandonan sus planes.
Tras la batalla los belgas se retiran (por falta de sustento en la zona) y César envía su caballería -con dos legados al frente- a “picar la retaguardia” belga, causando bastantes bajas a pesar de una fuerte resistencia belga alabada por el propio César.
Sabis (57)
Se enfrentaba César a los nervios (y sus aliados) que prácticamente carecían de caballería, por lo que emboscaron a los romanos escondiéndose en una zona de colinas boscosas al lado del río Sabis (el Selle o el Sambre). La atención de la caballería y las tropas ligeras cesarianas estaba concentrada en combatir al otro lado del río: contra unos pocos jinetes enemigos que se dedicaban a provocarlos para después buscar refugio entre los bosques.
Los romanos estaban empezando a montar el campamento y ya se aproximaba la cola de la columna con los bagajes, cuando los nervios salieron de sus escondites y se lanzaron contra toda la fuerza romana. En el otro lado del río, los jinetes e infantes ligeros romanos fueron puestos en fuga; la cual los llevó a chocar atropelladamente con los nervios que estaban atacando el campamento romano, quedando dispersos. La lucha era tan caótica que cuando la caballería auxiliar trévera - parte de la retaguardia romana- llegó a la vista del campamento romano, llegaron a la conclusión de que los romanos estaban siendo derrotados y huyeron.
La intervención de las dos legiones que escoltaban los bagages, salvó la situación y la batalla terminó en victoria aplastante. En lo más reñido del combate se redimieron parte de los jinetes de César, combatiendo “por todos lados” y tratando de aventajar en proezas a los legionarios.
La batalla de Sabis (Mark Churms)
Carrhae (53)
En su invasión de Mesopotamia, Marco Licinio Craso contaba con 7 legiones apoyadas por 4.000 infantes ligeros y 4.000 jinetes (1.000 de ellos veteranos galos de los ejércitos de César). El rey armenio Artavesdes II aportó inicialmente 6.000 jinetes pero Craso le dejó marchar para defender Armenia de los ataques de represalia partosx. Antes de partir, el rey armenio aconsejó a Craso que se mantuviera cerca de las fuentes de agua. Sin embargo este prefirió seguir el consejo del árabe Ariamnes que trabajaba en secreto para los partos, internándose en el desierto para supuestamente conseguir una victoria fácil sobre unos desorganizados partos.
La fuerza parta, liderada por Surena, era una fuerza básicamente de caballería compuesta por cerca de 1.000 catafractos, 9.000 jinetes ligeros (arqueros a caballo en su mayoría o totalidad) y unos 1.000 camellos de carga que entre otras cosas transportaban flechas de repuesto.
Ante la presencia parta, el ejército romano en su marcha hacia un arroyo, adoptó una formación en agmen quadratum (cuadro de marcha) con cada cohorte apoyada por un escuadrón de caballería. La infantería legionaria era impenetrable para los catafractos pero sufría el constante acoso de los arqueros a caballo; los intentos de las tropas ligeras de cazarlos eran infructuosos ya que estos se escurrían sin dejar de lanzar flechas en su retirada, usando el famoso “tiro parto”.
Los romanos se preocuparon cuando vieron que la lluvia de flechas no iba a “escampar” ya que los camellos reaprovisionaban a los arqueros partos. Para recuperar la iniciativa, Craso ordenó a su hijo Publio realizar una salida y “cerrar” sobre el enemigo más próximo. Publio partió con 1.300 jinetes (1.000 galos), 500 arqueros y 8 cohortes legionarias. Los partos fingieron retirarse y alejaron a Publio del cuadro romano. Publio no se dio cuenta de la trampa hasta que los arqueros partos frenaron su huida y se abrieron dejando vislumbrar a la fuerza de catafractos.
La caballería gala se lanzó al choque contra los catafractos partos. Una lucha de frente desigual ya que los partos estaban más acorazados y usaban como lanza el largo contus con mucho mayor alcance que las lanzas de los galos. Los galos lucharon con fiereza, recurriendo incluso a agarrar las lanzas partas o saltando de su caballos para atacar los caballos partos; pero fueron derrotadosxi. Atrapado, el destacamento romano fue masacrado y el propio Publio prefirió el suicidio antes que caer prisionero.
Craso trató de retirarse hacia Carrhae (Carras) acosado por la caballería parta. Finalmente resultó muerto cuando intentaba negociar una salida. La debacle romana acabó ascendiendo a 20.000 muertos y 10.000 prisioneros. Un gran éxito de una fuerza exclusivamente de caballería operando en terreno propicio y frente a una fuerza fuerte en infantería pero con insuficientes tropas ligeras y caballería.
Arqueros partos “retirándose” (Jhonny Shumate para Ancient Warfare)
Mosa (53)
Las tribus germanas de los usípetes y los tencteros habían cruzado el Rin cerca de su confluencia con el Mosa, en busca de un nuevo territorio donde asentarse. César marchó para expulsarles con una fuerza que incluía 5.000 jinetes galos.
Antes de entablar batalla se abrieron negociaciones entre ambos bandos con la llegada de unos embajadores germanos. Los germanos escucharon a César -que les ofreció ver de realojarlos en territorio de los ubios- y pidieron tiempo para discutirlo con ellos. César pensaba que esto era un mero ardid para ganar tiempo y que regresara el grueso de la caballería germana, que había partido en busca de provisiones y botín. César acordó con los embajadores esperar al día siguiente y mandó orden a su caballería de no provocar a los germanos. Sin embargo los germanos contaban con que la tregua firmada con César implicaba la completa detención de la caballería romana (y su media vuelta). Cuando la vieron aparecer cerca de ellos, respondieron a la supuesta provocación lanzándose inmediatamente al ataque.
Los jinetes galos de César se vieron sorprendidos por el inesperado ataque de los 800 jinetes germanos. Cuando algunos trataron de oponer cierta resistencia, los germanos recurrieron a una táctica habitual en ellos: desmontar y atacar los vientres de los caballos enemigos. La caballería romana huyó presa del pánico. Los jinetes germanos no usaban sillas -despreciando a los galos por usarlas- y eran bastante hábiles a la hora de montar y desmontarxii.
El combate no pasó de una rápida escaramuza con 74 muertos en el bando romano, pero le dio a César la excusa para romper la tregua. En la victoriosa batalla subsiguiente, la caballería de César se quedó en retaguardia pues su moral era muy baja debido a la derrota previa.
Noviodunum (52)
El primer enfrentamiento entre Julio César y el caudillo Vercingétorix fue un encuentro de caballería. Julio César se dirigía a tomar el oppidum galo de Noviodonum (Neung-sur-Beuvron) cuando Vercingétorix le salió al paso. César mandó a su caballería a enfrentarse a la rival; galos contra galos. Al final los jinetes de Vercingétorix se imponen, pero César hace intervenir a los 400 jinetes germanos que mantenía en reserva, cuya furia supera la resistencia de los galos. Los jinetes de Vercingétorix se retiraron con severas pérdidas. La derrota le llevó a Vercingétorix a cambiar de estrategia, decidiéndose a aplicar una política de tierra quemada y privar a los romanos de “forrajes y bastimentos”.
Caballería germana (Wargames Factory)
Alesia (52)
Las cosas no habían ido del todo bien para César en su lucha con Vercingétorix: había sido derrotado en Gergovia y perdido la lealtad de los eduos. Para suplir la carencia de caballería por la defección de las tribus galas, César recurrió a contratar más jinetes germanos.
Supuestamente los galos habían amasado una formidable fuerza de casi 15.000 jinetes y con la que espera caer sobre la columna de marcha romana. Vercingétorix espera que los romanos en retirada sacrifiquen sus bagajes en vez de ofrecer una pelea reñida. Respecto a la inferior caballería romana, se descarta que se atrevan a abandonar la protección de las filas de la infantería. Los nobles galos juran no regresar a casa hasta no haber cabalgado dos veces a través de la columna romana.
Los jinetes galos avanzan en 3 cuerpos, uno para bloquear la vanguardia romana y los otros dos para atacar los flancos de la columna. La respuesta romana al avance galo, no es la esperada. César forma con la infantería en un cuadrado hueco (protegiendo los equipajes) y divide a su propia caballería en 3 cuerpos equivalentes que envía a la batalla.
Entablada la batalla entre ambas caballerías, los romanos se dedican a ir enviando destacamentos de infantería en apoyo de cualquier sección de caballería que se encuentre en apuros. Los infantes realizan un gran trabajo deteniendo sirviendo a los jinetes como punto en el que reagruparse a salvo de la persecución gala e incluso elevando la moral con su sola presencia. Finalmente la caballería germana logra hacerse con una colina clave y los jinetes galos huyen a refugiarse con Vercingétorix que se había quedado atrás con la infantería.
La derrota de la caballería gala fue un serio varapalo y Vercingétorix optó por refugiarse en el cercano oppidum de Alesia, donde César lo iba a sitiar hasta la rendición.
Sicoris (49)
Comenzada la guerra civil, César marchó a combatir a las fuerzas pompeyanas en Hispania, lideradas por Afranio y Petreyo . César contaba con una importante superioridad en caballería: 3.000 jinetes veteranos de sus campañas previas, casi 3.000 nuevos jinetes galos y 900 germanos. Los pompeyanos rondarían los 5.000 jinetes (hispanos).
Las fuerzas se encontraron inicialmente en Ilerda (Lérida). La caballería cesariana fue ganando ascendiente en las escaramuzas que tuvieron frente a Ilerda, hasta el punto de que los pompeyanos se temieron que su propia caballería sería incapaz de salir a forrajear. Los pompeyanos tomaron la decisión de cruzar el Sicoris (Segre) y retirarse al otro lado del Ebro y emprendieron la marcha con su propia caballería protegida entre las filas de la infantería por temor a la caballería cesariana.
César les siguió, mandando a su caballería a acosar la retaguardia enemiga. El pompeyano Afranio mandó 4 cohortes de tropas ligeras a ocupar unas colinas junto a un desfiladero, cuya posesión aseguraría la retirada pompeyana. La caballería cesariana las divisó en su marcha y se abalanzó sobre ellas, rodeándolas y masacrándolas después “a la vista de los dos ejércitos”; sin que la caballería pompeyana se moviera por temor a la cesariana que estaba por todas partes.
Los pompeyanos quedarían atrapados y en pocos días se les acabarían los suministros, consiguiendo César su rendición.
Caballería romana tardo-republicana (G. Rava, “art box” para Italieri)
Útica-Bragadas (49)
El cesariano Cayo Escribonio Curión había marchado a expulsar a los pompeyanos de la provincia de África. Nada más llegar dejó atrás a sus legiones y marchó con sus 500 jinetes en busca del enemigo, localizando el campamento pompeyano en Útica. Curión advierte que los caminos que llevan a la ciudad están llenos de gente que acude a refugiarse en ella junto a sus propiedades. Los cesarianos se lanzan en busca de botín derrotando a una fuerza númida (pompeyana) que les sale al paso, formada por 600 jinetes y 400 infantes. Los númidas sufren en el choque 120 muertos.
Al día siguiente, los romanos se enteran de que vienen más refuerzos númidas en dirección a Útica. La caballería de Curión se adelanta y cae sobre ellos por sorpresa haciendo huir a los jinetes y matando a muchos infantes.
Un par de días después se enfrentarían finalmente los ejércitos de Curión y del pompeyano Accio Varo. Los pompeyanos se movieron primero con la caballería númida y tropas ligeras descendiendo hacia al valle. Curión respondió enviando a su propia caballería y dos cohortes de infantería. Los númidas -desmoralizados por los reveses anteriores- cedieron a la primera carga. La derrota de la caballería pompeyana desanimó a sus legiones y huyeron a Útica cuando las le Curión iniciaron el avance.
Poco después Curión se enteró de que el rey númida Juba venía en persona a apoyar a Varo y que por delante marchaba un oficial suyo llamado Saburra. La caballería de Curión sorprendió a Saburra cuando este había instalado su campamento en el río Bragadas, en una exitosa incursión nocturna. El propio Curión acudió con el grueso de su ejército a rematar a las fuerzas de Saburra. Saburra ordenó a sus tropas fingir terror y retirarse. Cuando se detuvo reservó a la infantería y empleó a su caballería que había sido reforzada por 2.000 jinetes galos e hispanos de la guardia personal de Juba para acosar a los romanos. La escasa y agotada caballería de Curión hizo lo que pudo, pero finalmente los romanos fueron rodeados y las dos legiones aniquiladas junto al propio Curión.
Farsalia (48)
En Farsalia tuvo lugar el encuentro decisivo entre Julio César (9 legiones disminuidas, más auxiliares y 1000 jinetes) y Pompeyo (11 legiones, 4.000 tropas ligeras y 7000 jinetes). Aunque es muy posible que César exagerara algo la desproporción de fuerzas entre la caballería (7 a 1), de los planes de ambos comandantes no queda duda de que la caballería pompeyana era ampliamente superior en número. La fuerza ecuestre pompeyana incluía grandes cantidades de “orientales” como gálatas, capadocios, macedonios, tracios... e incluso 200 arqueros a caballo sirios; pero también incluía galos y germanos de las campañas del propio César, ya que el antiguo lugarteniente de César, Tito Labieno, militaba en las filas pompeyanas. Aparte de estos pueblos parece haber reunido un contingente propiamente romano de caballería (“la flor de Roma e Italia” en palabras de Plutarco); una rareza en que ya no se hacían levas de jinetes ciudadanos y los voluntarios acudían a servir como oficiales y no como tropaxiii.
Pompeyo concentró su poderosa caballería en su ala izquierda (salvo 600 jinetes pónticos) apoyada por arqueros y honderos. Su función era hacer de “martillo” golpeando a las legiones cesarianas por el flanco y la retaguardia, mientras las legiones pompeyanas hacían de “yunque”. César dispuso también su más escasa caballería en el ala derecha enfrente de los pompeyanos, entremezclados con ellas había antesignani: soldados reequipados y entrenados para operar como infantería ligera en colaboración estrecha con los jinetes galos y germanos; en una copia de las tácticas tradicionales de la caballería germana.
Ante la carga de Labieno, con la masa de la caballería pompeyana, la cesariana cedió rápidamente a pesar de la presencia de los antesignani. Deshecha la caballería rival, era el momento de que los jinetes pompeyanos se reorganizaran y giraran para caer sobre las legiones, pero en ese momento crítico se descubrió el as que guardaba César bajo la manga. César había reservado 6 cohortes fuera de las 3 líneas de su infantería para que actuaran como reversa. Dichas cohortes cargaron contra la caballería pompeyana en el momento crítico en que esta tenía que maniobrar para girar. Los jinetes pompeyanos fueron puestos en fuga y huyeron hacia los montañas.
La caballería cesariana que había cedido pero no estaba deshecho partió a liquidar a las tropas ligeras pompeyanas para después colaborar en el demoledor ataque de las 6 cohortes de reserva contra el flanco pompeyano. César se impuso y a costa de poco más de 1.000 bajas causó más de 6.000 a los pompeyanos y capturó 15.000 prisioneros.
Legionarios contra jinetes en Farsalia (Adam Hook para Osprey)
Munda (45)
La batalla final de la Guerra Civil tuvo lugar en España. Julio César contaba con una fuerza de 8 legiones apoyada por 8.000 jinetes. Cneo Pompeyo “el Joven” contaba 13 legiones apoyadas por 6.000 infantes ligeros y 6.000 auxiliares, los cuales pueden haber constituido la caballería pompeyana. Pompeyo desplegó sus fuerzas en una ladera.
Los aliados de ambas fuerzas pronto cedieron, dejando a las legiones en una reñida lucha que amenazaba con prolongarse hasta el anochecer. El combate debió prolongarse lo suficiente para que ambos ejércitos consiguieran reagrupar a al menos una parte de su caballería auxiliar.
El empate se rompió cuando los mauri cesarianos del rey Bogud (también había norteafricanos en las filas pompeyanas), que de alguna manera habían deambulado por el campo de batalla, aparecieron ante el campamento pompeyano. Labieno marchó a proteger el campamento, suponemos que con la caballería que pudo reunir. Su partida había provocado cierto pánico en las filas pompeyanas y habría sido entonces cuando la afamada legión X que combatía en el ala derecha cesariana consiguió empezar a progresar. Pompeyo ordenó traer una legión desde el otro extremo de la línea; abriendo una oportunidad para que la caballería cesariana cargara sobre el flanco derecho pompeyano dando la puntilla a la batalla.
Los pompeyanos perdieron 30.000 hombres, incluido Labieno.
Clades Lolliana (16 a.C.)
Sugambros, usípetes y tencteros habían cruzado el Rin para saquear la Galia. A su encuentro acudió rápidamente Marco Lolio. La caballería romana iba por delante de los legionarios y resultó emboscada por los germanos. En su precipitada huida condujo a los germanos hasta las fuerzas de Lolio, que se articulaban en torno a la legión V Alaudae. La legión fue sorprendida y perdió su águila. El desastre (clades) a manos de los germanos no fue grave pero sí humillante.
Auxiliar bátavo en la época alto-imperial (Peter Nuyten)
Teutoburgo (9 d.C.)
Publio Quintilio Varo se dirigía de vuelta a territorio romano con 3 legiones, 3 alas y 6 cohortes auxiliares tras hacer una ronda por una Germania a la que se suponía aliada, pacifica y de camino a integrarse en el Imperio. De hecho se habían dejado atrás varios destacamentos a invernar con las tribus aliadas. Por el camino de regreso Varo recibió aviso de un levantamiento en el Norte, por lo que ordenó cambiar de rumbo y marchar hacía allí.
En realidad Varo había sido conducido a una trampa por Arminio de los queruscos, un líder germano que a la vez era un comandante auxiliar de Roma (y un ciudadano del rango ecuestre). Arminio había convencido a varias tribus para alzarse contra los romanos. Arminio preparó la emboscada en una zona montañosa de desfiladeros, pantanos y bosques: la selva de Teutoburgo. Completada la trampa, los guías germanos se retiraron y dio inicio el asalto a la columna romana. Pillados en un terreno en que la caballería y la infantería pesada romana tenían difícil maniobrar, los romanos iban a sufrir una constante sangría a cargo de la infantería ligera germana durante varios días pero sin por ello cejar en su marcha. Los pobres jinetes que habían partido en busca de ayuda y dieron con Arminio, se llevaron con la sorpresa de que él era el cabecilla del levantamiento: Arminio los torturó en busca de información y los ejecutó.
Durante los dos primeros días de combates, el papel de la caballería romana fue casi nulo. Al tercer día, Varo decidió concentrar a la mayoría en la retaguardia de la columna bajo el mando de Numinio Vala para que trataran de contener cualquier persecución y actuaran a modo de reserva. Tras varias horas de acoso, la columna romana alcanzó un claro para descansar. Asi Varo despues de recibir los informes de sus exploradores, decidió encomendar a Vala la misión de partir con un destacamento de caballería escogido entre los mejor de las jinetes y monturas restantes. Vala debía abrirse paso entre los germanos y organizar una columna de refuerzo junto a alguna tribu aliada de la zona del Rin.
Vala partió por la tarde pero enseguida fue interceptado por una fuerza de caballería germana (muchos equipados como auxiliares romanos) que se encontraba más fresca que la de Vala, ya que pronto le dio alcance. La fuerza de Vala fue completamente destruida y un abatido Varo se quitó la vida. Al día siguiente se vería el fin de las 3 legiones romanas.
Estela funeraria de Caius Romanius Capito, eques del Ala Noricorum.
Weser (16 d.C.)
Julio César Germánico se enfrentó a Arminio y sus aliados al lado del río Visurgis (Weser) en un paraje desconocido que es normalmente conocido como Idistaviso. Las fuerzas de Germánico incluían casi 8.000 jinetes entre auxiliares y aliados, entre los jinetes romanos había arqueros a caballo.
Los germanos habían tomado posiciones en la orilla opuesta del río. Como preparación del cruce, Germánico envió su caballería por los vados comandada por Estertinio, Emilio (un centurión) y el bátavo Chariovalda. Los bátavos haciendo gala de sus habilidades cruzaron el río por la parte más difícil y se vieron asaltados por los queruscos, los cuales habían fingido previamente retirarse. Los bátavos se encontraron en una situación muy difícil y el propio Chariovalda cayó mientras urgía a los suyos a romper el frente querusco. Los propios esfuerzos de los jinetes bátavos y la llegada de parte del resto de caballería salvo a los bátavos de la total destrucción.
Al día siguiente tuvo lugar la batalla. Los germanos (50.000) habían adoptado una posición en una ladera entre el río y un bosque. Germánico formó a su ejército en tres líneas con los auxiliares en primera línea, dejando a la caballería romana en el flanco izquierdo, oculta por el bosque. Los germanos y la primera línea romana se cargaron mutuamente. Mientras tanto la caballería -liderada por Estertinio- avanzó por el bosque y consiguió deslizarse para atacar el flanco y retaguardia germanas. Los jinetes pusieron en fuga al flanco derecho germano que huyó sólo para chocar contra otra columna de germanos del otro lado que huía precisamente en dirección al bosque. El caos se adueñó de los germanos a la vez que Arminio resultaba herido en su lucha con los auxiliares de la primera línea y tenía que huir, dejando atrás a un ejército que resultó masacrado.
Eques auxiliar alto-imperial (“art-box” para HaT miniatures)
Frisia (28)
Lucio Apronio -gobernador de Germania Inferior- marchó a suprimir una revuelta de los frisios. Cuando los localizó (al lado de un estuario) ordenó a una fuerza de caballería auxiliar germana (cananefates) y a toda la infantería germana atacar la retaguardia frisia. Los frisios los rechazaron, así como a la caballería legionaria que acudió en su apoyo. Apronio hizo intervenir de forma escalonada (en tres oleadas) al resto de su fuerzas auxiliares de infantería y caballería, sin ningún éxito. Finalmente tuvieron que intervenir las legiones para lograr extraer a las cohortes y turmas que se habían encontrado en serio peligro de ser aniquiladas. Apronio se retiró derrotado, dejando atrás a 900 soldados todavía peleando; el destino de los cuales fue ser capturados y sacrificados a la diosa Baduhenna en una arboleda sagrada.
Germania Superior (50)
El gobernador de la provincia, Publio Pomponio Secundo, ejecutó un clásico ejemplo de lucha contra un incursión barbara. Ante incursiones por parte de los catos (chatti), Pomponio despachó dos columnas de auxiliares de infantería y caballería por delante de las tropas legionarias, con la misión de interceptar a los catos. La primera de las columnas logró sorprender con facilidad a un grupo de catos cuando estos planeaban ya su regreso e iban cargados de botín, pillándolos o bien borrachos o bien dormidos. La segunda dio con un grupo mayor y dispuesto a luchar, pero obtuvo una importante victoria regresando con bastante botín a reunirse con Pomponio.
Los catos se acobardaron ante la aproximación de las legiones romanas y la posibilidad de ser atacados también por los queruscos, cesando las incursiones.
Equites romanos, siglo I (Ronald Embleton)
Initia (58)
Cuando Cneo Domicio Corbulón se hizo cargo de las fuerzas romanas en la frontera oriental, las encontró en un lamentable mal estado de equipación y disciplina. A pesar de los esfuerzos para poner a punto a su ejército, la campaña iba a empezar con un revés. El comandante Pacio Orfito que estaba a cargo de las fuerzas auxiliares en las guarniciones fronterizas informó de la posibilidad de asestar un golpe a la fuerza armenia concentrada en torno al fuerte de Initia. A pesar de las ordenes de Corbulón de que esperase, Orfito se avino a los deseos de sus exaltados y inexpertos jinetes. Partió con dos alas de caballería y tres cohortes. Al parecer la caballería romana fue rápidamente derrotada y puesta en fuga por los armenios (que contaban con una caballería similar a la parta), lo que provocó el pánico de las fuerzas de apoyo que rompieron a correr.
Un molesto Corbulón prohibió a los participantes (soldados y oficiales) dormir dentro de la protección de los campamentos; teniendo que alojarse fuera, al lado de los terraplenes. Esto era un castigo considerado entonces humillante (además del inherente peligro) ya que antiguamente había estado ligado al de diezmar las legiones. Según una versión el castigo se levantó cuando las tropas castigadas se redimieron con trabajo y acciones meritorias y según otra cuando Corbulón atendió los ruegos del resto del ejército.
Este no fue el único castigo llamativo durante la campaña. Otro fue a recaer precisamente en un prefecto de ala: Emilio Rufo. Su ala cedió en un combate ante los armenios debido a que Rufo la mantenía mal armada y equipada. Al enterarse Corbulón, ordenó a los lictores que le desnudaran la espalda y lo mantuvo así exhibiéndolo durante bastante tiempo en medio del pretorio del campamento (como si fuera un esclavo en espera de unos latigazos).
Durante la campaña, Corbulón ordenaría a su caballería contención: atajar los ataques del enemigo pero no lanzarse en su persecución. Un último recordatorio del valor de la disciplina llegaría cuando durante un ataque armenio un oficial de caballería que se adelantó ardorosa e imprudentemente fue asaeteado de arriba a abajo. A partir de entonces la obediencia de los jinetes parece que fue total.
Estela funeraria (2ª mitad siglo I) de Titus Flavius Bassus, eques de origen tracio del Ala Noricorum. Baso sirvió durante 26 años (sin ningún ascenso aparente).
Tariquea (67)
Durante la Rebelión Judía, el comandante romano (y futuro emperador) Vespasiano mandó a su hijo Tito Flavio con 600 jinetes escogidos a atacar a un contingente judío congregado en la llanura al lado de la ciudad Tariquea, en la orilla del lago de Tiberiades. Ante la importante fuerza que tenía enfrente, Tito espero a la llegada de otros 400 jinetes de refuerzo. Además Vespasiano le envió 2.000 arqueros que se ocuparon de mantener a raya a la guarnición de Tariquea.
Tito encabezó la carga a caballo contra la infantería judía, la cual tras una breve resistencia se desplomó por efecto de las jabalinas de los jinetes y se vio arrastrada y pisoteada por la embestida de la caballería. El propio Tito permanecía en el centro de la acción, esforzándose con sus jinetes en bloquear la retirada judía hacia Tariquea, aunque al final muchos consiguieron abrirse paso entre la caballería y refugiarse en la ciudad.
Sin embargo Tito aprovechó la confusión que reinaba en la ciudad tras la entrada de los fugitivos, para llevar a su caballería por el lado del lago y penetrar en ella antes que los judíos pudieran organizar una adecuada resistencia.
Locus Castorum (69)
En un encuentro previo a la primera de las dos batallas de Bedriacum (Año de los Cuatro Emperadores) se enfrentaban las fuerzas vitelianas (Aulo Cecina Alieno) contra las otonianas (Cayo Suetonio Paulino). El plan de Cecina era tender una emboscada a los otonianos por lo que dejó atrás a sus legionarios y marchó sólo con la infantería y caballería auxiliar. Paulino salió de Bedriacum a hacerle frente con toda la fuerza que pudo reunir: unos 13.500, de los que 2.000 eran jinetes (el equivalente a 4 alas).
Mario Celso -comandante de la caballería otoniana- lideraba la columna de Paulino con 2 alas de caballerías y estableció pronto contacto con su rival viteliana en un lugar identificado como Locus Castorum. Los jinetes vitelianos cedieron rápidamente y se retiraron, perseguidos por sus compañeros otonianosxiv. Dicha persecución hizo saltar la trampa antes de tiempo: los infantes auxiliares salieron de sus posiciones de emboscada y se abalanzaron sobre la caballería otoniana. Pero Celso había conseguido contener lo suficiente a los suyos, para que el precipitado ataque de los infantes no tuviera efecto.
Celso trató de bloquear a los auxiliares para que Paulino los rematara con sus fuerzas. Sin embargo Paulino tardó mucho en poner en acción a su infantería. La caballería otoniana acosó a los hombres de Cecina pero estos se pudieron replegar hacia Cremona, de donde habían salido refuerzas. Los auxiliares incluso infligieron un revés a la caballería pretoriana, cuando algunos de sus miembros más entusiastas se acercaron demasiado. Los otonianos resultaron victoriosos pero habían perdido una oportunidad de causar graves daños al ejército viteliano.
Eques armado con una lanza (hasta), siglo II d.C. (Vuksic & Grbasic)
Mons Graupius (84)
Cneo Julio Agrícola marchó a combatir a las tribus caledonias con una fuerza de 2 legiones, 8.000 infantes auxiliares y 4.000-5.000 jinetes auxiliares. Dicha fuerza se enfrentó al ejército caledonio (30.000) de Calgaco, que se encontraba asentado en las faldas del Monte Graupius. Agrícola dispuso a su infantería auxiliar en primera línea, flanqueados en ambos lados por 3.000 jinetes de las alas y cohortes mixtas. Entre los auxiliares había numerosos bátavos y tungrios, famosos por su combatividad.
Iniciado el combate la caballería caledonia fue rápidamente derrotada, presumiblemente por su contraparte romana y después la línea romana se vio inmersa en un caótico combate contra los carros e infantes caledonios, en el que carros sin conductor corrían de un lado a otro. Con la infantería auxiliar romana trabada en combate contra los carros e infantería caledonios, un grupo de los que formaban la confederación caledonia que contemplaba la batalla desde lo alto, decidió intentar un movimiento de flanqueo y caer sobre la retaguardia romana. Agrícola lanzó contra ellos a su reserva de 4 alas de infantería poniéndolos en fuga.
Por su parte la caballería que había combatido con la vanguardia romana, cumpliendo ordenes de Agrícola había rodeado a los caledonios y cayó sobre su retaguardia, dando comienzo a la masacre de cerca de 10.000 caledonios.
Estela funeraria (Colchester, siglo I) de Longinus Sdapeze, duplicarius de origen tracio
Primera Guerra Dacia de Trajano (101-102)
Para su campaña contra los dacios, el emperador Trajano reunió una fuerza estimada en casi 60.000 infantes y 15.000 jinetes, a los que había que añadir irregulares germanos y caballería mauri. Un gran ejército del que buena parte estaría destinado a asegura la línea de comunicaciones.
Ateniéndonos a las escenas de la Columna Trajana, el primer encuentro con el ejército de Decébalo (¿20-25.000?) parece haber quedado en manos de los auxiliares -quedando las legiones en reserva- que se alzaron triunfantes.
Los dacios apelaron a otras tribus para atacar a los romanos, respondiendo a su ruego (y viendo una oportunidad de botín), varias tribus (roxolanos, bastarnos, getas) cruzaron el Danubio oriental para atacar las guarniciones romanas. Rápidamente Trajano hizo que un contingente de caballería e infantería mas irregulares fuera transportado fluvialmente, para enfrentarse a los incursores (¿10.000?). La principal amenaza eran los roxolanos (sármatas) con su poderosa caballería catafracta pero fueron derrotados y puestos en fuga por los jinetes romanos. Por su parte los bastarnos fueron sorprendidos y sufrieron un brutal asalto nocturno (o al amanecer) en su campamento de carros a manos de infantes y equites romanos.
De vuelta contra Decébalo, Trajano obtuvo una gran victoria en Tapae. Los dacios huyeron a sus refugios en las montañas a pesar de la persecución de la caballería. La reducción de los enclaves dacios quedaría para el año siguiente; durante el avance por las montañas hacia las fortalezas se distinguirían los ligeros jinetes mauri derrotando a una fuerza dacia a pesar del escabroso terreno.
Jinetes romanos poniendo en fuga a los catafractos roxolanos
Segunda Guerra Dacia (105-106)
Decébalo supuestamente incumplió los términos de la paz de la primera guerra y Trajano volvió a reunir un ejército para hacerle frente. Mientras se completaban los preparativos, Trajano se adelantó con una columna volante (mayoritariamente de caballería) para acudir en socorro de los fuertes romanos en Dacia. Entre sus fuerzas destacaba su escolta de singulares, especialmente necesaria ya que Decébalo había tratado de asesinar a Trajano usando desertores.
Tras concentrar el ejército, Trajano marchó contra la capital dacia: Sarmizegethusa, bloqueándola. Muchos dacios se rindieron pero Decébalo trató de huir al norte. La caballería romana se lanzó en persecución de los fugitivos por las montañas. La posición de Decébalo fue señalada por un traidor y el cerco de la caballería se estrechó sobre el caudillo dacio. Los exploratores romanos acabaron dando con su rastro y Decébalo se suicidó antes de ser capturado vivo.
La cabeza de Decébalo fue presentada ante Trajano por uno de esos equites de los que conservamos una inscripción funeraria:
Tiberius Claudius Maximus, veterano, se encargó de realizar esto mientras estaba vivo. Sirvió como eques (jinete) en la Legio VII Claudia Pia Fidelis, fue nombrado quaestor equitum (tesorero de la caballería), después singularis legati legionis (guardaespaldas del legado) de esa misma legión, luego vexillarius (abanderado) de los jinetes de dicha unidad. Condecorado por el emperador Domiciano por valor en la Guerra Dacia, fue nombrado duplicarius (suboficial) del Ala II Pannoniorum por el divino Trajano, y convertido en explorator (explorador) durante la guerra Dacia, dos veces condecorado por su valor en las guerras Dacia y Pártica, y nombrado decurión de la misma ala por el emperador al haber capturado a Decébalo trayendo su cabeza de vuelta a Ranisstorum. Fue licenciado honorablemente como voluntarius (reenganchado) por el consular Terentius Scaurianus, comandante de la provincia Mesopotamia Nova.
Relieve de la Columna Trajana: Decébalo es atrapado por la unidad de caballería de Tiberio Claudio Máximo y se suicida.
Guerras Marcomanas (166-180)
A finales del 166 (o comienzos del 167) una fuerza de unos 6.000 langobardos y ubios invadieron Panonia. La invasión fue fácilmente derrotada por una fuerza liderada por el prefecto del Ala I Ulpia Contariorum: Macrinio Avito Catonio Vindex, compuesta por caballería y una vexillatio legionaria. Pronto el foco se desplazaría hacia las tribus de los marcomanos, cuados y yázigos (sármatas).
El Ala I Ulpia se distinguiera especialmente en dicha época y era una de las escasas alas milliarias. Otro de sus comandantes durante la guerra sería Valerio Maximiano, un prefecto de caballería que se distinguió por haber matado en combate mano a mano al caudillo Valao de los naristios (aliados de los cuados) y entre sus recompensas estuvo la de asumir el mando de una de las alas de élite de la caballería como era la I Ulpia.
Durante las luchas contra los yázigos tuvo lugar un peculiar episodio. El comandante romano Publio Helvio Pertináx utilizo con acierto su infantería y caballería para hacer frente a los jinetes yázigos y ponerlos en fuga. Pertináx los persiguió hasta el Danubio helado, donde estos se rehicieron y contraatacaron aprovechando una sorprendente habilidad para combatir sobre el hielo, cosa de la que los jinetes romanos parecen haber carecido. La infantería romana aguantó la embestida sármata en cuadro (con la caballería refugiada dentro) y se alzó victoriosa. La guerra prosiguió desfavorable para los yázigos, que acabaron rindiéndose y aceptando proporcionar 8.000 jinetes a los romanosxv.
Escena de batalla contra “bárbaros” del sarcófago Portonaccio (ca. 190-200)
Issus (194)
Se enfrentaban las fuerzas de Septimio Severo y Pescenio Níger en el marco de una guerra civil. No sabemos el tamaño de las fuerzas, pero las de Níger eligieron una fuerte posición defensiva en una colina con los flancos protegidos por el mar por un lado y por un espeso bosque por el otro.
Septimio Severo dividió su fuerza y mandó a un subordinado al frente de su infantería a atacar la colina en lo que se revelaría como una lucha dura y sangrienta. A la vez había ordenado a la caballería -comandada por Valerio Valeriano- a dar un rodeo más allá del bosque. Parece que la caballería tuvo que realizar un amplio circuito para rebasar el flanco nigeriano, pero finalmente apareció en la retaguardia enemiga en un momento en que los nigerianos ya iban flaqueando; por lo que la irrupción de los jinetes severianos fue el remate final del ejército de Nigro que perdió 20.000 hombres.
En la persecución posterior a la batalla, el propio Nigro fue alcanzado por la caballería de Severo (cerca de Antioquía) y decapitado.
Caballería romana imperial en el siglo II (Nicholas Subkov)
Lugdunum (197)
Para la batalla final de la guerra civil, tanto Septimio Severo como su rival Clodio Albino pusieron en liza ejércitos que se estiman en 75.000 hombres cada uno. No hay una buena descripción de la batalla pero se nos cuenta que los ejércitos estaban igualados y la batalla pasó por varias fases.
En un momento de la batalla el ala izquierda albiniana fue derrotada y perseguida hasta su campamento es de suponer que al menos por parte de la caballería severiana que se habría dedicado a saquearlo. Por contra las cosas iban mal para el propio Severo contra el ala derecha albiniana que había tendido una trampa a los severianos cavando zanjas y fosos ocultos delante de su línea.
La línea severiana se topó por sorpresa con las zanjas y cayó en un caos en el que perecían “infantes y jinetes” al acercarse los albinianos a asaetearlos con proyectiles. El propio Severo intervino con sus pretorianos -que estuvieron cerca de ser aniquilados- y acabó cayendo del caballo. Abandonado momentáneamente por su escolta tuvo que huir arrojando el manto imperial para pasar desapercibido. La victoria terminó siendo apuntalada con la intervención de la caballería de Julio Laetoxvi.
Albino fue perseguido hasta las inmediaciones del Ródano donde o bien se suicidó o bien fue capturado para después ser decapitado.
Decurión (Pegaso Models)
Nisibis (217)
El emperador Caracalla había sido asesinado durante su campaña parta por un miembro de su guardia (¿pretoriano o “singular”?) permitiendo al prefecto del pretorio Macrino (Marcus Opellius Macrinus) hacerse con la púrpura imperial. Por su parte los partos de Artábanos IV se presentaron ante el ejército de Macrino con un gran ejército de caballería para vengarse de la matanza realizada por Caracalla en Arbelae.
La batalla iba a durar 3 días. Los romanos formaron con las legiones en el centro, la caballería en los flancos y las tropas auxiliares armadas como tropas ligeras delante de las legiones. Los partos empezaron el combate lanzando a sus arqueros a caballo contra la línea romana, apoyados por dromedarios con lanceros “acorazados”. Los romanos vencían en las ocasiones en que se llegaba al cuerpo a cuerpo pero como de costumbre los jinetes ligeros partos eran difíciles de enganchar. La caballería romana debía ser insuficiente para proteger adecuadamente a los infantes auxiliares ya que estos tenían orden de sembrar de abrojos el campo de batalla cuando se veían superados por los jinetes partos y tenían que retirarse a refugiarse entre las legiones.
El segundo día fue una repetición del primero con ataques indecisivos por parte de los partos. Para el tercer día, los partos se decidieron a aprovechar su superioridad en caballería para tratar de flanquear a los romanos por ambos lados. Macrino abandona su despliegue en 3 líneas y formó en una sola (simplex acies) para dificultar el flanqueo. La caballería y tropas ligeras de los flancos consiguieron evitar que la maniobra tuviera éxito, aunque a costa de bastantes bajas.
Ambos bandos habían sufrido mucho. Macrino solventó la cuestión enviando a un embajador a negociar. Informado de la muerte de Caracalla y presentado con una oferta monetaria por parte de Macrino, Artabano vio una salida digna al conflictoxvii.
Autor: Flavius Stilicho (2014)
Fuentes:
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Barker, P. The Armies and Enemies of Imperial Rome (150 BC to 600 AD).
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Connolly, P. The Cavalryman.
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Fields, N. Roman Auxiliary Cavalryman (AD 14 – 193).
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Goldsworthy, A. El ejército romano.
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Le Bohec, Y. El ejército romano.
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Pavkovic, M.F. The legionary horsemen: an essay on the equites legionis and equites promoti.
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Rodriguez Gonzalez, J. La dinastía de los Severos. Comienzo del declive del Imperio Romano.
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Sidnell, P. Warhorse: Cavalry in Ancient Warfare.
Notas:
i) Los legionarios no pudieron dejar de comentar que al montarles César en caballos los estaba convirtiendo en equites, bromeando con el hecho de que en esa época para un romano los equites estaban íntimamente asociados a la clase social de los caballeros, que en siglos pasados habían proporcionado la caballería de Roma. Por ello la legión recibió el altamente honorífico sobrenombre de Equestris.
ii) Además existía un cuerpo de camellos en el desierto de la frontera oriental: Ala Dromedaria. También se ha planteado que podría haber llegado a existir una poco corriente Ala Peditata, caballería reforzada con infantería.
iii) 225 denarios al año (lo mismo que un legionario) frente a 262,5 de los equites de las alae (en la época de Augusto).
iv) Durante unas maniobras que inspeccionaba Adriano, este dirigió un discurso en el que elogiaba a una cohorte reconociendo que era difícil lucirse tras actuar después de un ala de caballería más numerosa, mejor equipada y montada, pero admitiendo que lo habían hecho bastante bien.
v) Un tribuno supuestamente a media paga (la equivalente a seis meses), miembro del estado mayor de la legión.
vi) A finales del siglo II (antes de Septimio Severo) puede que hubiera 2.000 jinetes en la Guardia entre pretorianos y singulares.
vii) Sin entrar en cuestiones de razas, la divisoria actual entre caballos y ponis parece estar en 1,48 m de alzada.
viii ) La estimación clásica romana (Apiano) era de 250.000 infantes y 50.000 jinetes.
ix) El primer encuentro de la campaña tuvo lugar cuando se enfrentaron la fuerza romana del legado Sextilio: 1.600 jinetes romanos apoyados por una cantidad poco mayor de infantes y la armenia de Mitrobarzanes: 3.000 jinetes más “mucha” infantería. El resultado fue una victoria romana que permitió poner sitio a Triganocerta. Tras el combate Luculo dividió sus fuerzas enviando a Murena y a Sextilio a otras misiones, por ello su fuerza había quedado reducida y probablemente con la caballería justa.
x) Artavesdes II trató de convencer a Craso de que invadiera desde Armenia, donde los romanos tendrían la protección del terreno montañoso y el propio Artavedes podría aportar infantería y 10.000 jinetes más. Craso rechazó la oferta.
xi)Según Plutarco los galos “obraron maravillas” y fue la sed lo que al final les venció.
xii)También era habitual que los jinetes germanos se hicieran acompañar por infantes/sirvientes que los apoyaban durante el combate y remataban a los enemigos caídos.
xiii)César habría dicho a sus soldados que utilizaran sus jabalinas como lanzas, pues los inexpertos y jóvenes equites romanos se amilanarían ante el temor de sufrir heridas en sus rostros.
xiv ) En la propia batalla de Brediacum la caballería viteliana volvería a empezar mal. En el encuentro inicial fue rechazada por dos alas otonianas (de Panonia y Moesia) y los propios legionarios vitelianos tuvieron que frenarlos a punta de espada. Sin embargo la caballería bátava de Vitelio se distinguió luchando en un flanco durante la batalla.
xv) 5.500 fueron destinados a Britania.
xvi)Al parecer Laeto se había mantenido inicialmente al margen del combate, confiando en que la batalla supusiera el fin tanto de Severo como de Níger, para así poder hacerse él con el poder. Severo se libraría más tarde de él.
xvii ) Nisibis sería la última gran batalla entre partos y romanos, ya que la dinastía parta fue derrotada y sustituida por la sasánida.
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Por mi parte te agradezco este articulo, realmente esta genial y he disfrutado mucho de su lectura. Muchas gracias.
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Como "extra" os dejo además un par de videos de recreacionistas de la caballería romana:
Romeinenfestival 2010 from Stichting Romeinenfestival on Vimeo.