Azorian

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Santiago Pitarch
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Desde: 5 Ene 2011

 El proyecto Azorian

Acto I. Un submarino ruso perdido.

Corre el año 1968 y las fuerzas armadas de EEUU detectan una actividad inusual: una gran cantidad de navíos soviéticos se concentran en un área situada a unos 2000 km al NO de las Islas Hawaii. Pronto descartan que se trate de la preparación de un ataque a Pearl Harbour y empieza a cobrar fuerza otra hipótesis: los rusos han perdido a uno de sus submarinos.

En efecto, el K-129, tipo GOLF II Clase SSB se ha hundido, pero no saben exactamente dónde. Se trata de un submarino diésel eléctrico pero que tiene capacidad para lanzar tres misiles nucleares balísticos. Existen 6 de su clase, pues se trata de submarinos de la clase Zulú, modificados para poder lanzar misiles R-21 (parecidos a los Scud) con cabezas nucleares.

http://en.wikipedia.org/wiki/R-21_(missile)

Para los estadounidenses sería estupendo encontrar antes que los soviéticos el submarino perdido. Les daría acceso a la tecnología del propio submarino, a la de los misiles nucleares que porta y a los libros de claves de su interior que permitirían desencriptar las comunicaciones de los soviéticos. Para que el éxito sea total hace falta cumplir tres premisas: uno, localizar el submarino, cosa que sus propietarios no consiguen; dos, conseguir rescatarlo del fondo del mar; tres, hacerlo en completo secreto, sin que Moscú descubra que tienen el K-129. Parecen tres premisas difíciles de cumplir, pero en plena guerra fría no se escatima en medios cuando se trata de fastidiar a los rivales.

La primera premisa se puede cumplir gracias al sistema SOSUS, del cual los rusos no tienen un equivalente. El Sound Surveillance System consiste en una serie de puestos de escucha submarinos que forman una red con la intención de detectar submarinos enemigos. El primero consistió en una línea que iba nada menos que desde Groenlandia al Reino Unido, con la finalidad de filtrar el paso de los submarinos rusos que partieran con la intención de, por ejemplo, destruir la costa oeste de EEUU.

http://es.wikipedia.org/wiki/SOSUS

Gracias al SOSUS los americanos consiguen identificar una explosión bajo el agua detectada días atrás, que inmediatamente relacionan con el K-129, y la consiguen triangular.

Es un gran éxito y la primera premisa se ha cumplido: detectan el submarino a unas 1600 millas de Pearl Harbor. Las otras dos premisas exigen a) que se consiga rescatar y b) que se haga sin que los rivales soviéticos se enteren. Es una misión casi imposible, más teniendo en cuenta un problema añadido: el pecio se encuentra a 4900 m de profundidad y nunca se ha conseguido la hazaña de realizar un rescate submarino a esa profundidad. Pero, como ya hemos dicho, es la Guerra Fría, y los planes disparatados que exijan grandes sumas de dinero tienen luz verde siempre que presenten alguna probabilidad de éxito, aunque sea remota.

Acto II. Un plan loco y brillante.

Aquí es donde aparece Howard Hugues, el excéntrico dueño de la compañía aérea Trans World Airlines (TWA). Este personaje, por sí mismo, da para escribir otro artículo extra. Es conocido por la película El Aviador  en la cual Leonardo di Caprio le da vida. Es el hombre más rico de su tiempo (el primer billonario en dólares americanos). Ingeniero autodidacta, aviador, empresario y director de cine, son algunas de las facetas de una mente en la que comparten espacio un gran talento y un trastorno obsesivo-compulsivo.

 

No es extraño que algunos lo consideren, exageradamente, una especie de súper héroe: “Se dice que el personaje Tony Stark (Iron Man) está basado en la vida del magnate estadounidense, con el cual comparte muchas características similares, tales como su extensa riqueza, su carisma, su inteligencia, su genio ingenieril, así como su Trastorno Obsesivo Compulsivo (T.O.C.) el cual es uno de los motivos por el cual posee su genio además de la herencia que comparte de su padre Howard como científico e ingeniero brillante” (Wikipedia).

Pero ¿Qué tiene que ver Howard Hugues con el K-129?

1970. El plan es construir un enorme barco capaz de llevar adelante la proeza de ingeniería de rescatar un submarino cargado con cabezas nucleares a una profundidad a la que jamás se había intentado. Para hacerlo en secreto, desde la bodega del barco se desplegará una enorme pinza que tiene que recoger el pecio del fondo del mar e izarlo hasta su interior. La tapadera es que se trata de un barco fruto de la genial excentricidad de “Iron Man”... el Glomar Explorer. Supuestamente este barco es propiedad de la empresa Global Marine Development Inc (de ahí su nombre) y estádiseñado para probar una nueva forma de extraer nódulos de manganeso de los fondos marinos, por encargo del famoso y excéntrico Howard Hugues, el cual acepta encantado el trato de la CIA. Merece la pena mencionar la complejidad de Clementine, la plataforma de trabajo submarino con forma de garra. Situada al final de cientos de metros de tuberías que se van acoplando como en un pozo petrolífero, esta máquina construida por Lockheed en total secreto requiere, a su vez, de la construcción de un hangar submarino secreto desde el que introducir dicho aparato en el interior del barco sin ser visto por nadie. El precio total de la operación se estima en más de 3500 millones de dólares a precio actual.

 

Acto III. Los resultados.

Construir tal maquinaria no es sencillo, así que nos situamos en 1974. El Glomar Explorer está listo para su peligrosa misión. El barco se ha construido en los astilleros de Sun Shipbuliding and Dry Dock Co. en Chester, Pennsylvania y es demasiado grande para pasar por el Canal de Panamá, por lo que tiene que dar un largo rodeo en el cual pasa serias complicaciones en el estrecho de Magallanes y en las costas de Chile. Los tripulantes saben que ese es sólo uno de los peligros de la misión. Otros riesgos son la posibilidad de ser descubiertos por los rusos exponiéndose a un asalto al barco y el nada desdeñable hecho de tener que izar un submarino seriamente dañado y cargado con material radiactivo. El 4 de Julio llega finalmente a su destino: sobre el K-129. Pronto recibe la tensa visita del Chazma, buque soviético de guiado de misiles desde el cual parte un helicóptero. Los tripulantes del Glomar, para evitar un posible asalto, inutilizan la pista de aterrizaje para helicópteros. Finalmente el aparato soviético se contenta con realizar algunas fotos y abandonar la zona junto con el Chazma.

 

En la fotografía puede apreciarse el helipuerto del Glomar.

Los datos sobre el rescate del submarino son confusos. La enorme garra Clementine desciende hasta el fondo empalmando tuberías con una longitud total de 5 km. Al segundo intento la garra consigue atrapar al K-129. Comienzan a izarlo. Pero a un tercio del recorrido, ocurre el desastre. Tres de los “dedos” de la garra ceden, y el submarino se tambalea. Los tripulantes del Glomar ven, horrorizados, como un misil nuclear sale lentamente de su silo situado en el submarino y se precipita hacia el abismo. No hay una explosión nuclear, pero el K-129 cede bajo su propio peso y sigue el mismo destino que el misil tras partirse en varios trozos. Solamente una sección de proa ha sido recuperada. Tras asegurarse de que la contaminación radiactiva “no es excesiva” (teniendo en cuenta lo que consideran excesivo los militares) se inspecciona el botín. Se han recuperado dos torpedos nucleares (el objetivo eran los misiles), seis cuerpos de marinos rusos y, según algunas fuentes, un libro de claves, aunque sigue siendo material clasificado. La valoración de la aventura es ambigua: ha sido un éxito o fracaso parcial.

Los cuerpos de los marinos rusos tuvieron un funeral con honores militares a bordo del Glomar Explorer. Se realizó un video que fue entregado a Rusia tras la caída de la URSS y desclasificado en 2003. 

 

 


Lo único seguro es el cambio.