La toma de Amberes (1585)
En 1578, Alejandro Farnesio, príncipe de Parma, fue nombrado gobernador y general en jefe de los ejércitos de Flandes, por Felipe II. La situación era desesperada, la rebelión se extendía por todas partes y solo tres de las diecisiete provincias de la región permanecían fieles a las corona
En 1578, Alejandro Farnesio, príncipe de Parma, fue nombrado gobernador y general en jefe de los ejércitos de Flandes, por Felipe II. La situación era desesperada, la rebelión se extendía por todas partes y solo tres de las diecisiete provincias de la región permanecían fieles a las corona Durante los siguientes años combinando astucia, diplomacia y valentía, logró reconquistar parte de ellas, demostrando ser un magnifico militar y un no menos mejor político, con una altura de miras superior ,incluso al Rey ,y a la mayor parte de la nobleza española. Muchos son sus hechos de armas destacables, pero sin lugar a dudas, uno de los que le dio mayor fama fue la conquista de una ciudad considerada poco menos que inexpugnable: AMBERES.
Alejandro Farnesio, por O. Vaenius (Reales Museos de Bélgica, Bruselas)Hijo de Octavio Farnesio y de Margarita de Parma, hija natural de Carlos V. Combatió en Lepanto, bajo las órdenes de D. Juan de Austria, sucediéndole en los Países Bajos, como jefe del ejército primero y gobernador después (Imagen Izquierda)
Vista de la ciudad de Amberes, Grabado de Franz Hogemberg (Imagen derecha)
En su plan de reconquista, en 1584 entró en el condado de Brabante, con 10.000 infantes y 1.700 a caballo, y fue contra las ciudades de Gante, Malinas, Nimega , Bruselas, Brujas, Ypres y Villebrave y sobre todo la más importante de toda Flandes, Amberes, con más de 100.000 habitantes, en aquellos tiempos.
Debido a que la guerra de Portugal había llegado a su fin , el rey Felipe II le pudo enviar soldados de refresco, con las que ante el asombro de sus propios generales, acometió la conquista de todas ellas a la vez y como no la de los rebeldes, otra parte de su ejército al mando del coronel Verdugo hacía la guerra en Frisia, otros en Colonia, bajo el mando del conde de Arembergh y de Manrique , otros en Zutphen y por último los que protegían las provincias de Henao y Artois de los ataques franceses.
Amberes disponía aparte de sus imponentes murallas(anoches), de diez bastiones amurallados, unidos entre sí y rematados por una ciudadela pentagonal, que habían sido levantadas en tiempo de Carlos V y del Duque de Alba. Un foso impresionante la circulaba y el río Escalda servía además de defensa de vía de comunicación La misma comunicación por el cauce fluvial existente entre Amberes y Gante-30 millas-, protegida a mitad del camino por Terramunda, era un escollo para el cerco, si a esto añadimos la proximidad de Malinas-12 millas- y su interconexión con ella por medio del río Dili, aparte que desde Bruselas también se podía abastecer la ciudad por medio de un cauce artificial. Aparte las orillas del río estaban defendidas por dos fuertes(Lillou y Lieskensek) y algunos baluartes, con unos diques que en caso de abrirse, inundarían toda la llanura del norte, impidiendo el ataque por esa zona, pero no así su auxilio por medio de embarcaciones fluviales. Al frente de la ciudad estaba Philippe de Marnix, señor de Santa Aldegundis, con una guarnición de unos 6.000 hombres(mercenarios franceses e ingleses). Hay algunos historiadores que precisamente atribuyen a Marnix , el Wilhelmus, el himno holandés, quizás el más antiguo de Europa escrito en homenaje al conde de Egmont, ajusticiado por el Duque de Alba.
Vista general del puente “Farnesio" (Imagen arriba)
Comienza el sitio y El Puente Farnesio
Fue el mismo verano de 1584 cuando Alejandro Farnesio puso sitio a la ciudad, con unos 12.000 hombres, que en primer lugar comenzaron a conquistar los fuertes del río Escalda, así como obviamente a dificultar su navegación. Así como todas las entradas de cualquier persona o cosa que intentaran abastecer las ciudad sitiada. Aparte para completar el sitio se decidió la construcción de una gran puente, cerca de la desembocadura del río, que cortase la navegación y asimismo impidiera el abastecimiento de dicha ciudad, elemento imprescindible para su conquista. El mismo Farnesio tuvo esta idea, que aparte de sus estimables dotes para el mando militar, era un consumado poliorceta, con lo que unía sus conocimientos de ingeniero militar y sus estudios sobre toda clase de máquinas de guerra de la antigüedad, que se utilizaron en diferentes asedios.
Él era consciente de lo importante de su obra y aparte de dedicarle su energía, fue el primero en pedir la pala y el azadón y dar ejemplo a sus soldados, poniéndose a cavar él mismo, abriendo zanjas para su construcción.
Una de las claves de esta construcción fueron los fuertes construidos para su defensa, protegiendo sus construcción, o sea en sus extremos anclados en sus orillas, estos dos fuertes , llamados el de San Felipe y el de Santa María, con una capacidad de unos cincuenta hombres. No tardaron en llegar los primeros problemas técnicos insalvables para esta época. Este obra cuya longitud de unos 668 metros y siendo la profundidad en el curso principal del Escalda de unos 17 metros, siendo además el río de fuertes corrientes lo que dificultaba enormemente el clavar las vigas en el fondo, para poderlo armar. Aparte estaba el grave problema de abastecimiento tanto de árboles como de materiales para su construcción, cosa que solventó en un primer momento Farnesio conquistando dos ciudades enemigas que estaban bien abastecidas, una de ellas la anteriormente citada Terramunda, la cual estaba rodeada por una impresionante arboleda, que los soldados de Farnesio se apresuraron a talar por completo .
Vista completa del puente Farnesio por Franz Hogemberg (imagen derecha)
El 17 de septiembre, caía Gante, obteniendo a cambio del perdón real y la conservación de sus privilegios, la restauración de los templos católicos destruidos, restituir de sus bienes a la Iglesia y la suma de 200.000 florines como contribución de guerra y también un plazo de dos años para que los calvinistas abandonaran la ciudad.
Esto permitió conseguir muchos recursos para la construcción de dicho puente, como marineros , carpinteros y conseguir de ella unos veintidós barcos, que junto con otros procedentes de Dunkerque sirvieron para acelerar el envío de materiales para la construcción, pero también los defensores habían comenzado a derribar algunos diques y las aguas entorpecían la nueva construcción. Obligando a los sitiadores a conseguir cientos de barcas para poder transportar el material suficiente para la construcción, todo ello agravado, a partir de octubre, por la llegada de lluvias torrenciales y un frío intenso. A todos estos inconvenientes se unieron la cada vez más acuciante falta de maderas y carpinteros, lo que llevó al general a traerlos de Alemania, Italia y Dinamarca en unas espectaculares caravanas de carromatos.
Esto se trataba de un verdadero “trabajo de romanos”, (cita recordando el puente sobre el río Rhin, construido por Julio César, también una obra de la ingeniería militar de la época), para solventar el problema de la corriente y la profundidad del río, ya que solo permitía clavar estacas en las orillas, hasta unos 80 metros desde una y unos 200 desde la otra, fue resuelta por el general a base de colocar 32 barcos en el centro, atados a los tramos anclados, y como solución para llevarlos a su destino sin que fueran interceptados por el enemigo , abrió un canal para unir las aguas de la inundación con las del arroyo de Lys, de modo que los barcos pudiesen llegar al Escalda por su interior. Una vez situados en el centro del puente fueron atados entre sí y protegidos por gruesos tablones, para protegerlos del fuego enemigo. También se construyó en las cubiertas de dichos barcos unas vigas de madera , colocadas en forma de picas y acabadas por unas puntas metálicas y colocadas apuntando las dos direcciones del río para estar prevenidos para cualquier intentona de romper el puente, viniese de la dirección que viniese, asignando a cada embarcación para su defensa de unos treinta soldados y tres o cuatro piezas de artillería.
Toda esta ingente obra de ingeniería, vio su terminación en febrero de 1585, reforzando aún más la defensa, colocando murallas flotantes de troncos y balsas trabadas entre sí, de las que sobresalían largas estacas. En las orillas quedaron instaladas unas flotillas de veinte barcas cada una, bien dotadas de soldados y piezas de artillería, para responder a cualquier ataque de los sitiados. Contándose un total de unos 150 cañones, los que protegían aquella impresionante obra, mezcla de fortificación, barrera y puente a la vez, siendo una verdadera barrera infranqueable para los enemigos de España.
Mosquetero y arcabucero de los Tercios de Flandes (imagen izquierda)
Cuéntase que capturado por los tercios un espía y estando el príncipe de Parma, exultante de júbilo por haber acabado su ansiada obra, este fue devuelto a la ciudad portando el siguiente mensaje : “ Anda y dí a tus comandantes que te enviaron, que este puente, o a de ser la tumba de Alejandro Farnesio o el camino que le lleve a Amberes” El 10 de marzo, dos días después, Bruselas cayó en manos imperiales y pasó a ser la capital de la Flandes católica, como también cayó Nimega, días después lo cual incremento los refuerzos a las tropas de Farnesio.
Federico Giambelli
Cuando los sitiados vieron acabado el puente, cosa para ellos inconcebible, comenzaron a ver las amenazas que éste constituía para su ciudad. Los suministros por tierra eran imposibles y los que llegaran por mar, habían de franquear la barrera del puente. El 4 de Abril unos 200 barcos rebeldes, al mando de Justino de Nassau, hijo bastardo de Orange consiguieron llegar a las bocas del Escalda, tomando uno de los fuertes y después ocuparon otros que habían sido abandonados por sus guarniciones. Farnesio envió refuerzos urgentes para desalojar al enemigo de ellos, castigando muy duramente a los capitanes de las dos fortalezas conquistadas: unos fue desterrado y el otro decapitado.
Pero aún no se habían acabado las amenazas para el puente, ya que en esos días vivía en Amberes un ingeniero italiano, de nombre Federico Giambelli, el cual según indican algunas fuentes, se había formado en las tropas españolas, pero sufriendo un desaire se paso al enemigo y se convirtió al protestantismo. Este ingeniero italiano ideó la construcción de cuatro grandes barcos grandes, llamados brulotes, esto estarían cargados de pólvora, piedras y bolas de metal como metralla, a los cuales los dejarían a la deriva río abajo para que al chocar contra las protecciones del puente, se incendiaran; una especie de barcos bomba de la época, una vez destruido el puente, los barcos holandeses abastecerían la ciudad. O sea a las pocas horas de haber detenido la ofensiva marítima, las tropas de Farnesio vieron con estupor, como cuatro grandes brulotes salían de Amberes, protegidas por unas trece embarcaciones menores que las dirigían y empujaban. En las cubiertas de los brulotes no se llegaban a ver las largas mechas prendidas de fuego, por lo que los sitiadores no podían pensar en lo que les venía encima. A pesar de ello, Farnesio no bajó la guardia y emplazó a sus hombres a estar alerta por un más que posible ataque por tierra y mar.
El brulote del diablo
Cuando se acercaron a unos dos mil metros del puente, las barcas auxiliares soltaron a los brulotes, confiando que la corriente los enviaría contra el puente, pero ahí la suerte no estuvo de su lado, pues debido a la fuerte corriente, uno se hundió, dos embarrancaron cerca de la orilla y solo fue el cuarto que rompió la barrera protectora de barcas y maderos y se empotró en el centro, donde estaban los barcos unidos. Toda una mole de 800 toneladas, empotrada en medio del puente, provocó una gran expectación e incluso los soldados subieron a bordo de brulote, entre carcajadas, burlándose de lo absurdo de dicho ataque, incluso el propio Alejandro Farnesio, estuvo a punto de hacer lo mismo, sino llega a ser por la intervención de un alférez, llamado Alonso de Vega, él cual lo impidió, ya que conocía el hecho de que Giambelli vivía en la ciudad al sospechar alguna trampa de los sitiados. En este preciso momento, la mecha se consumió y fue seguida de una atronadora y ensordecedora explosión, que se llevó la tercera parte del puente, la metralla salió disparada a unos 10 kilómetros y cuentan los cronistas que en la ciudad de Gante, a unos 35 kilómetros de distancia del lugar, los cristales de las casas de dicha villa temblaron. Se habló de unos 800 muertos católicos y miles de heridos, muchos de los cuerpos no fueron jamás hallados, entre ellos el del general de caballería Robert de Melón y el propio Farnesio quedo inconsciente durante dos horas. Pero la suerte estaba el lado de los sitiadores, ya que los barcos holandeses no se percataron de los desperfectos del puente y no se decidieron a penetrar por la brecha para así aliviar la situación de los sitiados. Una vez se hubo recuperado Farnesio, ordenó que se repararan con prontitud los daños ocasionados por dicha explosión.
Explosión del barco-mina (imagen derecha)
Pronto se pusieron en marcha unas estratagemas para disuadir a los sitiados de volver a emplear la misma táctica empleada, una de las acciones fue disponer de una serie de barcas, provistas de largas pértigas, destinadas a empujar a los brulotes hasta conseguir hacerlos encallar en la orilla, al mando de esas pequeñas embarcaciones estaba una capitán católico inglés, muy ducho en estas tareas marineras y la segunda acción preventiva fue la de que los barcos que servían de unión entre las dos partes fijas del puente y que estaban en el centro , fueran unidas entre si, por medio de cuerdas en vez de tablones, así en caso de divisar algún brulote que fuera directo al centro del puente, habría tiempo para desatar las cuerdas, hacerlo pasar por el medio y una vez sobrepasado el puente, volverlas a atar. Así pues, los siguientes brulotes bomba enviados contra el puente no consiguieron dañarlo y los sitiados renunciaron a volverlo a intentar.
Los combates llegan a los diques
El comandante de los buque rebeldes atracados en la desembocadura del Escalda, ordenó a sus hombres desembarcar en tierra , convencido de que solo por tierra era posible ayudar a los sitiados., tomar los diques y después destruirlos. Con ello conseguiría inundar las tierras, para así una vez inundada la tierra, los barcos podrían navegar fuera del cauce y llegar a ala ciudad, convirtiendo el puente Farnesio en un obra inútil. A partir de finales de abril, los ejércitos contendiente luchaban arduamente por conquistar los diques y los fuertes que los protegían, durante el próximo mes de mayo, los ejércitos reales consiguieron oponerse con éxito a los ataques de los rebeldes.
De izquierda a derecha, guardia español, aleman, Achero de Borgoña (imagen izquierda)
A todo ello Federico Giambelli no paraba de agudizar el ingenio para intentar acabar con el puente que tantos quebraderos de cabeza les estaba ocasionando, y en Amberes se estaba construyendo otro artefacto de más de mil toneladas, y un tanto prematuramente fue bautizado como “el fin de la guerra”. En medio de su cubierta se había construido un castillo,, con más de mil soldados en su interior, con cientos de mosquetes y decenas de cañones.
Barco “fin de la guerra” en el que los rebeldes pusieron grandes esperanzas (imagen izquierda)
Tras una simulación de ataque a su objetivo predilecto, el puente , enfiló contra los fuertes haciéndoles llegar un fuego mortífero que produjo muchos daños, aunque a tratar de virar no tardó en embarrancar, debido a la pesadez del mismo y al poco calado del terreno inundado, con lo cual dada la imposibilidad de rescatarlo fue abandonado por su tripulación.
Jocosamente los españoles bautizaron a este nuevo invento de Giambelli, como los “gastos perdidos”. Pero fue a la luz del alba del 26 de mayo de 1585, cuando los holandeses lanzaron el contraataque más sangriento de la batalla, con 160 barcos y 15.000 hombres por tierra, siendo tan intenso que obligo a los españoles a buscar refugio en los fuertes, siendo aprovechado por los infante enemigos para desembarcar y con picos y palas comenzaron a abrir zanjas para inundar las tierras, protegidos las brigadas de zapadores por parapetos construidos por sus compañeros para protegerlos del fuego enemigo. En seguida este trabajo de los zapadores dio sus frutos y lentamente las aguas empezaron a salir por los surcos aprietos en lo diques, sin que los realistas fueran capaces de impedirlo.
Alejandro Farnesio pronto se dio cuenta de la gravedad de la situación y envió prontamente refuerzos que pasaron a nivela la situación. No obstante una esclusa había sido rota y por allí se coló un barco, cargado de avituallamientos que fue recibido con júbilo por la población civil, dando gritos de victoria. Pero los tercios poco a poco fueron imponiendo su buen hacer y sus zapadores iban taponando los boquetes abiertos por los holandeses, también la marea había empezado a bajar y los barcos que no pudieron alcanzar el mar a tiempo, quedaron embarrancados, unos treinta de ellos que quedaron encallados fueron masacrados por los soldados españoles. Fue el propio príncipe de Parma con su entrada en combate con las reservas lo que empezó a decantar la balanza a su favor. Fueron expulsados de los diques, poco a poco, y acosándoles sin tregua hasta que se rindieron, o bien huyendo a nado o a pié, por la zona embarrada, lo que los convertían en un blanco perfecto de los españoles.
Después de asegurarse la victoria, se pasó a taponar los diques abiertos con toda clase de materiales, incluyendo los cadáveres que estaban tirados allí. La duración de la batalla fue de unas siete horas, contabilizándose unos 4.000 muertos por el bando holandés por unos 1.000 por el bando de Farnesio, amén de capturar unos 28 navíos grandes y 65 cañones de bronce.
Bandera del Tercio de la Liga, hacía el 1571 (imagen izquierda)
La rendición de Amberes
Esta victoria cayó como un jarro de agua helada para las aspiraciones de los defensores de la ciudad y empezó a cundir el desanimo entre ellos, y ya se empezaron a oír voces cada vez más numerosas pidiendo la rendición. El gobernador trató de infundir nuevos ánimos a sus conciudadanos asegurándoles que nuevos refuerzos estaban por llegar, incluso llegó a falsificar cartas en éste sentido, pero cuando se descubrió el engaño, creció el descontento y se produjeron algunos motines.
Mientras la artillería de Farnesio estaba batiendo con saña los fuertes que rodeaban las murallas de la ciudad , lo que acabó por provocar que los defensores de los mismos, los abandonaran y se refugiaran en la ciudad.
El príncipe de Parma alentaba todas las posibilidades de rendición y cuéntase que un joven que consiguió salir de la ciudad, para conseguir leche para su esposa enferma, fue apresado por los españoles y llevado a presencia de Farnesio, éste no solo le dio permiso para regresar a la ciudad con la leche, sino que le entregó una mula, cargada con alimentos para su dama, cosa que la población civil al enterarse corrió de boca en boca, consiguiendo su objetivo de que su nombre fuese asociado a galantería y humanidad.
Alejandro Farnesio, por Jean Baptiste de Salva, Galería Nacional de Parma (imagen derecha)
Viendo el gobernador que la población civil, harta de la escasez de alimentos, podía deponerle, empezó a iniciar las condiciones de su rendición, estando ya en el mes de julio. A finales del mismo y coincidiendo con la rendición de Malinas, se empezaron a redactar las condiciones de la capitulación. Siendo las condiciones de Farnesio muy benévolas para Amberes, ya quería que se olvidaran del motín y del saqueo por parte de los tercios españoles en 1576. Entonces se fijó la guarnición en 2.500 soldados, la promesa de fidelidad al rey, la restauración de los templos católicos. El pago de 400.000 florines, siendo el mismo gobernador puesto en libertad bajo promesa de no librar armas contra Felipe II por un año, y todo ello le costó una vez en Holanda, ser acusado de traición.
En lo único que Alejandro Farnesio se mostró intransigente fue en el tema del culto religioso, concediendo a los protestantes cuatro años para abandonar la ciudad, llevando sus pertenencias, cumpliendo a rajatabla las órdenes de Felipe II, que eran como se detalla a continuación: “En todos los tratados con las ciudades y castillos que vendrán a vuestro poder, sea esto lo último : que en estos lugares se reciba la religión católica, sin que se permita a los herejes ejercicio o profesión alguna, sea civil o forense, ; sino es que para la libre disposición de sus haciendas se les haya de conceder cualquier tiempo y este fijo y limitado”. La toma de Amberes produjo una gran alegría en Felipe II(Se dice que la caída de Amberes fue la única noticia que altero la impasibilidad del Rey) y por ende en toda la nobleza española, siéndole concedido a su sobrino Alejandro Farnesio el Toisón de Oro. La rendición de la gran ciudad originó la caída de todo el Brabante.
A mediados de agosto de 1585, Farnesio hizo su entrada triunfal en la ciudad, teniendo buen cuidado de no tener ningún español o italiano en las tropas que desfilaron por las calles de Amberes para no recordar el pillaje a que fue sometida la ciudad diez años antes. Al cabo de unos días organizó un gran banquete sobre el puente que tanto le había costado construir, invitando a unas 800 damas de la nobleza, entre miles de comensales, y dichos festejos duraron tres días, en los que lució su recién concedido Toisón de Oro, siendo el 2 de septiembre el día fijado para desmantelar el puente, lo cual hizo regalando el material a los ingenieros. Este fue un gran triunfo de Farnesio ya que había recuperado diez de las diecisiete provincias holandesas.
Toison de oro (imagen izquierda)
Militarmente, el príncipe de Parma no tenía enemigo, pero en la guerra de los Países Bajos repercuten todos los incidentes e intrigas de la lucha que contra el protestantismo mantenía Felipe II en Inglaterra y en Francia, Isabel Tudor al ver Amberes en manos españolas, se decidió tardíamente a romper las hostilidades contra la corona española y envió a los Países Bajos un ejército, bajo el mando del conde de Leicester(1586),. El lord no era enemigo para el de Parma, que continuó la serie de victorias y conquistas.
Entrada triunfal de la tropas de Farnesio en Amberes, 1585, Grabado de Franz Hogemberg (imagen derecha)
Todo el país. Incluso Holanda y Zelanda, hubiera sido sometido totalmente si el caudillo no se hubiese visto obligado a secundar la acción marítima de “La Armada Invencible” española, destinada a un gran fracaso.
Podemos decir con gran certeza que fue uno de los mejores comandantes del ejército español y como varios de ellos(El Gran Capitán. El Duque de Alba, etc.) sufrió meses después la incomprensión de su monarca, ya que debido a la falta de coordinación del jefe de la Armada Española, Duque de Medina Sidonia, con Farnesio, éste no pudo embarcar jamás sus tercios para la conquista de Inglaterra. Lo cual le provocó no pocas críticas y si a eso añadimos el interés de Felipe II de intervenir en las guerras civiles de Francia para colocar en el trono a su hija Isabel Clara Eugenia, desatendiendo así la guerra total contra los holandeses, le llevaron al rey a destituir a Farnesio en 1592, pero esto ya pertenece a otra historia.
Escrito por Leones2233
FUENTES
Los generales de Flandes, por Juan Carlos Losada. Historiador.
El Toisón de Oro, por Escriptorium
Felipe II contra el protestantismo,( insurrección de los Países Bajos), por el Marqués de Lozoya, Historia de España, Salvat S . A. Barcelona , 1977.
El Asedio de Amberes, por Wickipedia.
Tercios, por Wickipedia.
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