La Guerra de Asedio en la Edad Media
El asedio y toma de ciudades ha sido una constante en la historia militar desde que existe la guerra, desarrollándose nuevas técnicas y máquinas conforme van evolucionando las murallas y los sistemas de fortificaciones.
Desde la Antigüedad tenemos cantidad de ejemplos de asedios, sin duda el más famoso y mítico de todos ellos sea el Asedio de Troya, ciudad que sólo pudo ser tomada mediante el engaño más famoso de la historia: el caballo de Troya. Los asirios fueron los primeros que perfeccionaron las máquinas y las técnicas de asedio y se vanagloriaban de que no existía muralla capaz de detener a su ejército. Filipo II de Macedonia ya utilizó los ingenios para asaltar murallas y su hijo Alejandro Magno fue otro especialista del asedio, como demostró en la conquista de Tiro. El rey macedonio Demetrio I fue conocido como Poliocertes, el que conquista ciudades, aunque paradójicamente fracasó en el asalto de Rodas. Los métodos romanos fueron la primera evolución real de la guerra de asedio en Europa e influyeron notablemente en la guerra medieval. Julio César los puso en práctica en el asedio de Alesia, en el 52 a. C. Los romanos desarrollaron una serie de máquinas de asedio, incluida la ballista, catapultas, torres de asedio, lanzadores de piedras, escalas y arietes. Mejoraron armas antiguas como el scorpio o el onagro, y todas fueron antecesoras de las máquinas medievales de asedio.
Cuando se produce la caída del Imperio, la civilización romana no desapareció de la noche a la mañana, los bárbaros fueron, a menudo, utilizados por los ejércitos romanos o aliados de ellos, por tanto, habían asimilado sus métodos de forma que no era extraño que manejasen perfectamente las armas de asedio romanas[[1]].
La guerra de asedio tuvo un papel destacado en la estrategia militar durante la Edad Media. Los asedios fueron más numerosos que las batallas campales, desde pequeños lances frente a terraplenes y empalizadas hasta los asaltos a gran escala sobre enormes plazas fuertes. A menudo los líderes medievales acuden a las fuentes romanas en busca de métodos tácticos y de armamento. Los tratados de Vegecio, con explicaciones para utilización de zapas y catapultas, y las obras de Vitrubio sobre arquitectura militar fueron las más influyentes en el Medievo. Con la aparición de los castillos cambia el paisaje, éstos controlan el territorio a su alrededor y proporcionan bases en las que los caballeros podían salir rápidamente a caballo para atacar a sus enemigos. Por tanto, era de vital importancia tomar todas las fortalezas que un ejército encontraba a su paso si quería tener éxito en la conquista.
Los castillos
El primer avance importante que se da en la Edad Media respecto a la guerra de asedio se produce cuando aparecen los castillos. El castillo tenía como función principal proteger a los grandes, era la residencia de su señor y albergaba en él a su familia, a su séquito y a su guardia personal o mesnada. Hay discrepancias sobre el origen del castillo, probablemente surgió como parte de la feudalización que sufrió Europa durante el siglo xi, como desarrollo de las fortificaciones existentes y como medio de defensa ante las incursiones vikingas, magiares y musulmanas que se produjeron por aquel entonces.
Una característica importante de los castillos era su tamaño, ya que protegían a un número reducido de personas no necesitaban ser extremadamente grandes, así podían ser fácilmente defendibles con pocos medios: muros fuertes, altos y gruesos, grandes zanjas alrededor y una entrada lo más complicada posible para los atacantes.
El castillo de piedra más antiguo de Europa es el Doué-la-Fontaine (950), fue la residencia del conde de Blois. Los castillos de piedra competían con los de murallas de tierra que eran más baratos y rápidos de construir y muy útiles para campañas o como residencia de señores menos ricos. El más habitual era el castillo de mota y patio interior que consistía en una colina elevada —mota— con una torre de madera y otra más baja —patio— y amplia, ambas protegida por una terraplén y una empalizada. Está bien representado en el Tapiz de Bayeux cuando los normandos invadieron Inglaterra.
Tapiz de Bayeux. Escena 18: Los ejércitos normandos marchan hacia Dolall, el duque es obligado a huir de una torre mediante una cuerda. Ataque a Rennes (Rednes). |
En el siglo xi, los señores occidentales tendían a construirse su propio castillo. Muchos se construyeron en Inglaterra, Francia, sur de Italia y Sicilia. En el siglo xii, los reyes consiguen controlar a sus nobles y estos a su vez a sus vasallos, la nobleza pudiente construye sus castillos de piedra. Comienzan a aparecer las torres redondas, mucho más defensivas que las cuadradas, principalmente en las esquinas de los recintos, a lo largo de la muralla principal y como torres del homenaje [[2]]. En el siglo xiii, quizás por la influencia de las fortificaciones bizantinas, se empieza a poner mayor énfasis en la solidez de las murallas que rodean al patio, las torres de los flancos sobresalen más allá del muro, proporcionando a los arqueros un campo de tiro amplio a lo largo de toda la muralla. Se construían los castillos con fuertes puertas fortificadas y dos líneas concéntricas de murallas, la interior más alta para vigilar la exterior. Estos modelos proliferaron por Inglaterra, Gales, Francia y España. Durante los siglos xiv y xv la arquitectura de los castillos evolucionó muy poco, en esta época preocupa más la comodidad del recinto que la propia defensa, aunque sin descuidarla.
Partes principales de un castillo medieval: murallas, foso, puente levadizo, puertas, rastrillo, aspilleras , torre del homenaje, patio, barbacana y adarbe
Preparativos para la guerra
Cuando existía amenaza de guerra, el señor del castillo debía preparase para ella, necesitaba poner todos los mecanismos del castillo en condiciones óptimas para la defensa. Las zanjas o fosos se revisan, se limpian y, si hace falta, se vuelven a excavar, se repara la mampostería dañada y se cortan los árboles de las inmediaciones del castillo para impedir que el enemigo los utilice como protección. Las defensas del castillo presentaban al atacante una serie de obstáculos para impedir que éstos alcanzasen el patio central y la torre del homenaje. El primero era la zanja o foso del castillo, atravesado por un puente levadizo que llevaba a la puerta fortificada. En esta se solía bajar el rastrillo, enrejado de vigas de madera cubiertas de hierro, por las acanaladuras para impedir el paso. Encima del corredor de la puerta existían unos agujeros en la bóveda para poder lanzar materiales ofensivos. Las puertas se protegían a veces por una defensa exterior —la barbacana— en la que dos muros paralelos custodiaban la puerta del castillo. A las defensas se añadían un talus o zócalo inclinado que añadía grosor y permitía arrojar materiales y rechazar al enemigo. El castillo disponía además, para su defensa, de las almenas con saeteras, troneras y aspilleras dispuestas en los corredores de las muralllas. Para el contraataque ofensivo, muchos castillos disponían de poternas o postigos para poder realizar ataques sorpresa contra los asediadores por contingentes a caballo.
Formalidades de la guerra de asedio
Entre los distintos avatares que sufrieron durante la Edad Media los castillos y las plazas fortificadas, son de especial interés las técnicas utilizadas para conquistarlas. Al llegar el ejército atacante, el primer intento era diplomático, se intentaba la posibilidad de rendición y los términos de ésta por medio de la negociación, que en muchos casos resultaba fructífero, sobre todo si los defensores eran muy pocos comparado con los atacantes. Hay que tener en cuenta que poner un sitio era caro en tiempo y en dinero y que, al tener que permanecer en el sitio durante un tiempo prolongado, los soldados contratados exigían el pago de sus servicios si el asedio duraba más de lo contratado inicialmente.
Cuando el señor del castillo o de la plaza rehusaba rendirse o solicitar una tregua, los sitiadores podían recurrir a otros métodos intimidatorios que, en ocasiones, con una amenaza era suficiente [[3]]. En caso de que las negociaciones fracasaran del todo, los atacantes sopesaban cuidadosamente la posibilidad de asaltar la fortaleza. Si se repelía un asalto rápido o se consideraba demasiado arriesgado, los atacantes impedían la salida del castillo y comenzaban el asedio [[4]]. Una vez que la artillería del asedio había disparado a la ciudad se consideraba que el asedio había comenzado oficialmente. En la mayoría de los casos, retirarse sin un buen motivo era inaceptable y estaba considerado como un deshonor.
El asedio
El asedio solía comenzar en primavera o verano, estaciones en las que se realizaban las campañas y en las que el buen tiempo facilitaba el empleo del fuego y las labores de los sitiadores. Era raro que un asedio comenzase en invierno ya que las condiciones meteorológicas influían negativamente en la moral de los sitiadores. Lo que sí podía ocurrir es que un asedio comenzase en primavera o verano y durase hasta el invierno ya que en ocasiones se hacían más largos de lo deseado.
Existían dos métodos para tomar una plaza fuerte: hacer rendirse por hambre a los sitiados o asaltar y conquistar la fortaleza. El primero era el método más económico en vidas aunque más costoso en tiempo y fue el más empleado en el Medievo. La empresa era de larga duración y las tropas sitiadoras necesitaban unas instalaciones considerables. Los campamentos estaban formados por tiendas y casas de madera en los que albergar a los hombres y a los animales, así como almacenes para las vituallas. La organización de estos campamentos seguía unas reglas determinadas [[5]]. Se ubicaban en zonas determinadas de antemano, la tropa debía acampar junta, en un lugar adecuado, con agua, hierba y leña abundante. El campamento se delimitaba con una valla de hierros y palos unidos con cuerdas y cadenas. Las tiendas se ordenaban, en el interior del recinto, pegadas unas con otras, de forma que ningún hombre o caballo pudiese pasar entre ellas. Los campamentos se situaban en lugares dominantes.
Las tiendas se montaban muy juntas para evitar que nadie pasase entre ellas |
La tienda del rey quedaba en el centro del campamento, a su alrededor se dejaba un espacio delimitado por las tiendas de sus oficiales con las puertas orientadas a la tienda real. El resto de tiendas se situaban alrededor de las de los oficiales, dejando la periferia para los señores y caudillos, formando una verdadera muralla defensiva.
Para montar los campamentos necesitaban transportar gran cantidad de material y de ahí la lentitud con la que los ejércitos medievales realizaban sus desplazamientos. Estratégicamente, era importante el hecho de que un ejército no “descabalgaba” hasta que no estuviera montado el campamento y organizado el sistema de vigilancia, así se pretendía evitar un ataque del enemigo mientras se realizaban las tareas de acampada.
Era muy importante tener la seguridad de que ningún ejército pudiera acudir en ayuda de los sitiados, ya que si se producía ese caso el sitiador pasaba a ser sitiado y además se encontraba encerrado entre las tropas de auxilio y las de la fortaleza sitiada [[6]].
La defensa a ultranza de una fortaleza con todos los sufrimientos que ello suponía, hambre, sed, enfermedades y epidemias, sólo se podía justificar si existían fundadas esperanzas de recibir auxilio exterior. Por eso lo normal era que pasado un tiempo de asedio, y al ver que no llegaban refuerzos, se produjese un pacto entre sitiadores y sitiados para rendir la plaza.
A pesar de las formalidades de la guerra de asedio, hubo ocasiones en que se emplearon algunos métodos poco honestos para conseguir el éxito. El uso de “espías” y de distintas estratagemas hizo que algunas fortalezas fuesen tomadas por sorpresa, incluso con las torres llenas de centinelas. Otras veces la sorpresa era fruto de la traición, en el que el señor era traicionado por uno de sus caballeros bien por despecho, por viejas rencillas o pos soborno.
Si finalmente los sitiadores se decidían en atacar el castillo, las acciones a realizar en el ataque eran excavar una parte de la muralla para minar sus muros y derribarlos, seleccionar una parte de la muralla para abrir una brecha mediante el lanzamiento de piedras o una parte de la zanja para rellenarla y así alcanzar las murallas, utilizar torres de asalto y escalas para subir por las murallas y aunar esfuerzos sobre una puerta o una parte débil para destrozarla con un ariete.
Los preparativos del asalto se realizaban en función de la urgencia que había para tomar el castillo, las posibilidades de rendición y de la cantidad de hombres disponibles. Cuando los preparativos habían finalizado, se les hacía llegar a los defensores un último aviso para rendirse antes de comenzar el asalto. El asalto era la última fase del asedio.
Las armas y máquinas de asedio
Las técnicas de asedio evolucionaron en función de las mejoras de las defensas de los castillos y con las mejoras en los ataques con nuevas armas.
El primer objetivo era superar las murallas y defensas del castillo para ello el equipo de asedio estaba diseñado para tirar abajo las murallas o abrir una brecha en ellas. A demás de la escalera simple para subir, el equipo de asedio usado en la Edad Media incluía los lanzadores de proyectiles, las torres de asedio, el ariete, y el pavise.
Los lanzadores de proyectiles fueron las armas de asedio más utilizadas. Eran las conocidas «catapultas» y aunque es difícil clasificarlas las había que funcionaban mediante tensión, torsión, contrapeso o tracción. Una de las más habituales era el mangonel, una máquina con un brazo parecido a una cuchara que se cargaba con una piedra y la lanzaba mediante la liberación de la torsión ejercida sobre las cuerdas de tensado. La catapulta era útil para destrozar tejados de madera y a continuación prender fuego a los escombros con proyectiles incendiarios.
Las torres de asedio son típicas en todos los asedios medievales. Se acercaban a las murallas y a continuación arrojaban desde ella una plancha hasta la parte superior de la muralla. Los soldados de la torre podían avanzar entonces por la plancha y entablar la lucha cuerpo a cuerpo con los defensores. Tenía que estar protegida con pieles húmedas para evitar que la quemaran. Se movía con lentitud y había que empujarla o arrastrarla hacia delante con poleas que habían sido montadas previamente con estacas cerca de la base de la muralla del castillo. Los asaltos desde una torre de asedio nunca cogían por sorpresa a los defensores, a causa de toda la preparación previa. Una vez abierta la brecha o colocada una torre de asedio, una fuerza de soldados voluntarios encabezaba el asalto. A esta fuerza se le acabó llamando la “vana esperanza”, por la cantidad de bajas que sufrían.
La máquinas de asedio fueron muy utilizadas enla Edad Media. Existieron un gran número de variantes.
El ariete era un gran tronco con un sistema de balanceo que se aproximaba a la puerta o parte de la muralla y se balanceaba para golpear. También se cubría con pieles húmedas para evitar que lo quemaran los defensores. El manejo del ariete era peligroso pues los hombres que lo manejaban eran muy vulnerables a los arqueros defensores.
Los pavises eran grandes escudos de madera que protegían a los arqueros y ballesteros cuando se aproximaban a las defensas del castillo.
Una de las grandes máquinas de asedio inventadas en la Edad Media fue el trabuco, un arma con un largo brazo, que se tensaba hacia atrás con un contrapeso y en su punta se colocaba una eslinga con el proyectil. Al soltarse el brazo volteaba con fuerza y lanzaba el proyectil con gran violencia.
Al final de la Edad Media empiezan a aparecer los cañones de asalto que serán una de las armas más utilizadas en la Edad Moderna.
Bibliografía
BENNETT, MATHEW y vvaa., Técnicas Bélicas del Mundo Medieval. 500 d.C.- 1500 d.C.. Ed. LIBSA. Madrid. 2007. Págs. 171-210.
GRAVET, Christhopher., Guerras de Asedio en la Edad Media. Ejércitos y Batallas 22. Ed. del Prado. Salamanca. 1945.
VARA THORBECK, Carlos y GARCÍA ARÁNGUEZ, Luisa., Las normas del Asedio ¡Cercados! La Aventura de la Historia. Nº 118. Ed. Arlanza. Madrid. 2008- Págs. 54-60.
SETTIA, Aldo, Creados para destruir. La Aventura de la Historia. Nº 6. Ed. Arlanza. Madrid. 2008- Págs. 78-83.
LOSADA, Juan Carlos, Ataque a un castillo. Historia y vida. Nº 485. Ed. Prisma. Madrid. Agosto 2008- Págs. 30-53.
Imágenes
1.Tapiz de bayeux. Escena 18
2. Partes del Castillo medieval.
http://www.comosyporques.com/2009/09/%C2%BFcomo-eran-los-castillos-medievales
3. Tiendas de campaña. Elaboración propia.
4. Máquinas de asedio medievales. Dibujos del libro de Bennett. Montaje propio.
Notas
[[1]] Atila utilizó arietes en el asalto a Orleans en el 451. bennett, M., Técnicas Bélicas del Mundo Medieval. 500 d.C.- 1500 d.C. p. 174.
[[2]] Los primeros castillos con torres redondas en Occidente, fueron probablemente los de Felipe II Augusto de Francia. El castillo del Louvre es un claro exponente de castillo con torres redondas, se convirtió en el palacio real de Felipe II.bennett, p. 189.
[[3]] Guillermo Rufus construyó una horca delante de Le Mans y amenazó con colgar todos los días a los caballeros, soldados y habitantes de la ciudad. El cronista Froissart menciona a un mensajero que fue capturado en el sitio de Auberoche en 1345, y fue colocado en la honda de un trabuco con las cartas alrededor del cuello y lanzado de vuelta por encima de las murallas. gravet, C., Guerras de Asedio en la Edad Media. p. 19.
[[4]] Esta técnica de conquista fue, como afirma Maurice Keen, la forma más frecuente de tomar una plaza fuerte en la Edad Media. settia, A., Creados para destruir. La Aventura de la Historia. Nº 6. p. 54.
- jandres's blog
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Gran trabajo, Jandres, enhorabuena y gracias!
GENIAL!!!
está genial tu artículo, otro amante del medioevo yeeeee =)
Muy bueno!
Los ingleses durante la guerra de los cien años tuvieron que lidiar con muchos de estos castillos, complicandole la conquista de Francia.
Los franceses sabían esto por lo que evitaban los enfrentamientos campales (donde estaban en clara desventaja) y preferían la guerra de asedio, que al final les terminó siendo una ventaja para retardar el avance inglés. Luego la aparición de los cañones utilizado principalmente a partir del siglo XV le significo a los franceses un gran avance para conquistar las ciudades, ya que le sacaron todo el jugo al poder de esta arma y lograron así determinar el rumbo de la guerra a su favor.
Un saludo!
Un artículo muy interesante
Interesante lectura, vemos como el arte bélico ha estado presente desde nuestro origen.
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