Suchet: El Mariscal de la "Guerra de España"
Aunque tenía una destacada carrera militar previa, Suchet es conocido por su actuación en el Este de España durante la Guerra de Independencia. Sería el único de los generales franceses en ganar su bastón de mariscal en este escenario. Además de entre los mariscales que combatieron en España -muchos con poca fortuna- fue el único que salió con un prestigio reforzado y en lo más alto.
Guerras Revolucionarias
Primeras Armas
Louis-Gabriel Suchet nació en 1770, en el seno de una familia burguesa dedicada al negocio de la seda en la industrial Lyon. En 1791 decide ingresar en la caballería de la Guardia Nacional, recibiendo el grado de subteniente y alcanzando el de capitán. Tras el estallido de la guerra en 1792, se alista como soldado voluntario con en los volontaires de l’Ardèche, el departamento en el que tiene sus raíces familiares. Dada su habilidad y su anterior grado, consigue que sus compañeros le acaben eligiendo en el plazo de un año para ocupar el puesto de teniente-coronel del 4º batallón del Ardèche (1793). Inmediatamente el batallón es despachado a participar en el asedio de Tolón (18/08 -18/12, 1793), donde se destacaría y trabaría contacto con el brillante Napoleón Bonapartei.
Finalizado el sitio, fue destinado en 1794 al Armée d´Italie. En los siguientes años participaría en numerosos combates como comandante de batallón. En Loano (22/11/1795) se distinguiría al capturar 3 banderas austriacas. Participa en la famosa campaña de Bonaparte en Italia, estando presente en Dego, Lodi y Castiglione. Es herido en el combate de Cerea (11/10/1796) pero regresa a tiempo para Arcola y Rívoli. Al final de la campaña sería de nuevo herido en el combate de Tarvis (24/03/1797) y también en el de Neumarkt (23/04/1797). En este último se distinguiría al frente de varios batallones. En esta campaña se ganó la apreciación de sus superiores, los generales Masséna y Joubert. Joubert le recomendaría para un ascenso a general de brigada que sería efectivo en marzo de 1798.
Suchet con uniforme de teniente-coronel de voluntarios (1792), por Vincent Nicolas Raverat. Y a la derecha como chef de bataillon (denominación posterior del rango de teniente-coronel), por Joseph Albrier. Fuente: Wikimedia Commons.
Jefe de Estado Mayor.
A comienzos de 1798 pasaría a Suiza a servir bajo Brune en el Armée d´Helveltie, todavía como chef de brigade (coronel). Pronto se confirmaría su ascenso a general y tras tener el honor de ser el encargado de llevar al Directorio los estandartes capturados por dicho ejército, regresaría para convertirse en el jefe de estado mayor de Brune. El de estado mayor sería un trabajo para el que demostraría tener talento. Suchet era uno de los elegidos para participar en la expedición de Bonaparte a Egipto ese mismo año, pero Brune no quiso desprenderse de él cuando se le ordenó hacerse cargo del Armée d´Italie y se lo llevó consigo.
Suchet no permaneció mucho con Brune ya que tuvo que marchar a París a responder a las acusaciones de haber expresado ideas contrarias al Directorio. Suchet consiguió librarse de las acusaciones y de la amenaza de ingresar en la lista de los “emigrados”. En vez de regresar a Italia es enviado en mayo de 1799 al Armée d´Danube de Masséna, que le concede una brigada con la que se distingue luchando en Suiza. En una ocasión su brigada queda cortada del grueso del ejército y todos le dan por perdido menos el propio Masséna, que confía en que Suchet “le devolverá su brigada” como así ocurre después de que Suchet consigue escurrirse cruzando un lago helado. Poco después (finales junio) el jefe de estado mayor de Masséna y Suchet se convierte en su sustituto.
Sólo dura en el puesto unos días ya que Joubert, su antiguo superior, ha sido nombrado para atajar la crisis del ejército francés en Italia ante el ataque austro-ruso liderado por Suvorov. Una de las exigencias de Joubert es que su “amigo” Suchet sea ascendido a general de división y se convierta en su jefe de estado mayor.
La que tenía que ser una gozosa reunión y el comienzo de una prometedora colaboración entre dos grandes generales, se convierte en una tragedia. En la batalla de Novi (15/08/1799) son derrotados contundentemente y Joubert pierde la vida. El día anterior a la batalla el mando francés se sorprendió al encontrar a 50.000 aliados enfrente cuando ellos sólo tenían 35.000. Una noche de vacilaciones supuso que no se dieran ordenes claras antes del ataque de Suvorov, aunque esto parece más imputable al propio Joubert y al general Moreau que ejercía de co-comandante.
Tras el desastre Suchet mantendría su puesto de jefe de estado mayor, primero bajo las ordenes de Moreau y después con Championnet. Moreau se expresó en términos muy elogiosos con Suchet, afirmando que era uno de los mejores oficiales de estado mayor de los ejércitos franceses.
Batalla de Novi, por Alexander Kotzebue (Wikimedia Commons). Además de a Joubert, los franceses perdieron más de 6.500 hombres entre muertos y heridos, a los que se añaden 4.600 prisioneros. Los aliados tuvieron 7.700 bajas.
Italia, 1800.
A la subida al poder como cónsul de Napoleón Bonaparte, Masséna pasó a ser el nuevo comandante del Armée d´Italieii. Suchet fue nombrado “teniente del general en jefe” y puesto al mando del ala izquierda (12.000 hombres) que cubría la zona del paso alpino de Tenda y la línea del río Var. El austriaco Melas tenía una superioridad de 3 a 1, así que no le costó demasiado caer con una fuerza abrumadora sobre el centro y derecha de Masséna (4, abril), cortando la línea de comunicaciones con Niza y Suchet.
A continuación se sucedieron fieros combates en los Apeninos Ligures, mientras Masséna y Suchet trataban de reunirse. Las fuerzas de Suchet consiguieron algún pequeño éxito, como capturar un reducto austriaco y 1.200 hombres en lo alto de una montaña en un ataque en medio de la niebla. Sin embargo la reunión fue imposible y Masséna acabó arrinconado en Génova.
Con Masséna rodeado la atención austriaca se volvió hacia Suchet el 3 de mayo. Suchet tuvo que retirarse a toda prisa hacia el río Var, viendo como su retaguardia era arrollada en Tenda (7, mayo) y Monte Corvo (8, mayo). Afortunadamente los austriacos de Melas, pronto aflojaron el ritmo y para cuando llegaron al Var, se encontraron con que los ingenieros de Suchet habían construido una fuerte posición que incluía una cabeza de puente fortificada en la ribera este. Los austriacos se vieron obligados a pedir artillería pesada, iniciando trabajos de sitio el día 20.
Oficial de ingenieros francés (1799), fuente: NYPL Digital Gallery.
El cruce de los Alpes por parte de Napoleón Bonaparte trastocó los planes austriacos. Melas abandonó la supervisión del cuerpo austriaco en el Var para marchar a comandar a las tropas que se enfrentaban a Bonaparte. El general austriaco Elsnitz quedó encargado de retirarse ordenadamente al frente de 17.000 hombres. La retirada empezó la noche del 26 pero Suchet estaba al quite y se lanzó rápidamente tras él, con 13.500 hombres. Lo que tenía que haber sido una retirada ordenada de una fuerza superior haciendo uso de un buen número de excelentes posiciones en los Alpes y Apeninos, se convirtió en una desbandada debido a la habilidad de Suchet y la incompetencia de Elsnitz. Los austriacos perderían más de 9.000 hombres (7.000 prisioneros) y 30 cañones en su huida.
Un Suchet eufórico fue contenido por la llegada de Masséna, que había capitulado en Génova a cambio de un salvoconducto para él y sus tropas. Suchet se molestó por esa orden y tras la batalla de Marengo escribió una carta a Bonaparte lamentando no haber podido unirse a él en su gloriosa campaña por culpa de su superior. Bonaparte y Masséna enfurecieron; Masséna le dejó claro que se le iba a buscar un mando menos estresante para que descansara y enfriara sus ardores guerreros. En una segunda carta a Bonaparte, intentaría arreglar el desaguisado aludiendo a su juventud y ansia por ganar la gloria, pero metió de nuevo la pata al hablar de perfidia y envidias, refiriéndose de nuevo a Masséna aunque sin citarlo.
Se le permitió a Suchet acabar la campaña y de nuevo destacaría en el paso del Mincio (20, diciembre) donde a pesar de no haber recibido ordenes avanzó con sus tropas para socorrer a las del general Dupont que se encontraba en una difícil situación. Sin embargo el año siguiente vio como se le quitaba el mando de tropas y acababa nombrado como Inspector General de Infantería en 1801, un cargo nominalmente importante pero bastante vacío de contenido.
Granaderos húngaros (1798-1805), por Ottenfeld. Los granaderos de los regimientos húngaros del Imperio tenían una fama legendaria, hasta el punto en que era habitual en los informes franceses todo granadero imperial pasara a ser automáticamente “húngaro”.
Guerras Imperiales
Austria, 1805.
A Suchet no debió extrañarle su no presencia en la lista de mariscales del año 1804 y ni siquiera el hecho de no estar en la de generales con mando sobre un cuerpo de ejército. En agosto de 1805 consiguió al menos que se atendiera su petición de un mando de división en la Grande Armée. El primer paso estaba dado y volvía a estar en el “meollo” a tiempo para la Guerra de la Tercera Coalición. En octubre su división pasaría a integrarse en el 5º Cuerpo del intrépido y talentoso mariscal Lannes, bajo el que lucharía los siguientes años.
Durante las maniobras para cercar al general austriaco Mack en Ulm, Suchet participaría en el combate de Michelsberg (15 octubre) asaltando las posiciones austriacas junto al cuerpo del mariscal Ney. En Austerlitz (2 diciembre) la división -como todo el 5º Cuerpo- se comportó impecablemente tanto a la defensiva como a la ofensiva, en el flanco izquierdo del ejército francés. Sin embargo su combate tuvo un carácter secundario y de menor relumbrón que el de las tropas empleadas en la ruptura del centro o en la desesperada defensa de la derecha francesa.
Corneta de voltigeurs y músico del 17e légère, por André Joineau (Historie & Collections). Hasta conseguir cuerpo propio, Suchet lideraría una división de infantería formada por el 17º de infantería ligera y los 34º, 40º, 64º y 88º de línea. En sus memorias la describe como una suerte de legión romana, formada por hombres disciplinados, talentosos e infatigables.
Prusia, 1806.
En la campaña contra Prusia su división estaba a la cabeza de su cuerpo y del ejército en la batalla de Saalfeld (10 octubre). Durante dos horas la división de Suchet llevó a cabo un eficaz combate, manteniendo a la vanguardia prusiana en su sitio hasta que el resto de las tropas de Lannes llegaron y se pudo organizar un victorioso ataque en toda regla.
Durante la batalla de Jena (14 octubre) la división de Suchet – a la que Napoleón le había hecho el honor de vivaquear en ella la pasada noche- tendría el honor de en palabras de Napoleón “echar abajo la puerta del campo de batalla”, encabezando el ataque francés y distinguiéndose de nuevo ya que le tocó la difícil tarea de despejar los accesos a la llanura para que el resto del ejército pudiera después desplegarse.
Polonia, 1806-1807.
La división de Suchet tendría otra dura prueba en la batalla de Pultusk (26 diciembre). Su misión era tomar las alturas del bosque de Mosin en la derecha rusa. El propio Lannes se unió a Suchet para dirigir el avance de la división, que inicialmente tuvo éxito pero un contraataque de las reservas rusas les hizo retroceder al borde del bosque.
El siguiente combate de la división sería en Ostrolenka (16 febrero, 1807). En enero Lannes había tenido que abandonar el mando de su cuerpo por enfermedad, pero para gran pesar de Suchet, él no había sido nombrado su sustituto sino que había recaído interinamente en el general Savary a la espera de la llegada del mariscal Masséna. El combate fue un éxito francés que a costa de ínfimas bajas rechazaron el ataque de los rusos y los persiguieron, causándoles bastante daño.
A lo largo de la campaña de 1807, el 5º Cuerpo permanecería en un sector tranquilo, cubriendo el flanco francés, por lo que Suchet no participaría en más combates de importancia. A la marcha de Masséna, recibiría el mando interino del Cuerpo en agosto de ese año, pero para entonces la guerra ya había terminado.
Combate entre franceses y rusos en el invierno de 1806/07, por Lucien Rousselot.
España, 1808-1809.
En 1808, Suchet fue nombrado conde del Imperio y se casaría con Honorine Anthoine de Saint-Joseph, pariente de Julie Clary, esposa de José Bonaparte. Sin embargo Suchet había sido de nuevo postergado en los nombramientos de 1807-1808 para comandantes de cuerpo de ejército.
En otoño partió de nuevo como comandante de división dentro del 5º Cuerpo -ahora dirigido por el mariscal Mortier-, participando en el segundo asedio de Zaragoza (21, diciembre – 21, febrero). Participó en la fase inicial del sitio, pero después marchó con su división a guardar las comunicaciones del ejército, con lo que se ahorró a sus hombres los peores rigores del asedio.
Al finalizar el sitio, Lannes recomendó a Napoleón que se nombrara a Suchet como sustituto del general Junot en el mando del 3er Cuerpo, uno de los dos que había participado en el asedio y que había sido designado para permanecer en Aragón, tras la caída de Zaragoza. Por fin Suchet volvía a tener un alto mando en propiedad y además iba a operar independientemente ya que se quedaba sólo.
“Los Defensores de Zaragoza”, por Maurice Orange (Wikimedia Commons). A Suchet le correspondió el reto de gestionar “el día después” a la conquista de Zaragoza.
La Guerra de Suchet
Aragón, 1809.
El 19 de mayo Suchet asumía su nuevo mando que teóricamente consistía en 20.000 hombres. La fuerza efectiva era en torno a la mitad ya que había gran número de enfermos y tropas dispersas en misiones de escolta de prisioneros o de vigilancia. Lo peor para Suchet es que se encontró un cuerpo maltrecho anímicamente por los rigores del pasado sitio y que necesitaba descanso y una buena sesión de disciplina, aspecto esto último en el que Suchet siempre se distinguió. Pero antes de que esto se pudiera llevar a cabo, Suchet tenía que ocuparse de algunos problemas más apremiantes. Unos días antes, en el combate del Cinca, la brigada Habert había sido derrotada por milicias locales y sufrido fuertes bajas; y el mismo día 19, la brigada Laval había sido expulsada de Alcañiz por las tropas del 2º Ejército de la Derecha del general Blake.
Teatro de operaciones de Suchet a lo largo de la guerra
Suchet decide marchar contra Blake que es la principal amenaza. Reúne para la batalla entre 8.000-10.000 hombres, contra los aproximadamente 9.000 españoles. El 23 de mayo tiene lugar la batalla de Alcañiz. El plan de Suchet era entretener a los flancos españoles con ataques secundarios para lanzar el ataque principal por el centro, lo que además le permitiría apoderarse del puente sobre el Guadalope que conectaba las posiciones españoles en las alturas con la propia Alcañiz.
La batalla se torció por culpa de la descoordinación en el ataque. La brigada francesa de la izquierda se adelantó a atacar a la derecha española y fue rechazada por dos veces, cuando el resto del ejército ni siquiera había empezado su ataque. Cuando por fin avanzaron el resto de las tropas francesas, la fuerza francesa encargada del ataque de diversión a la izquierda española avanzó sin mucha decisión y se detuvo al poco de empezar el ascenso a las alturas españolas. Como consecuencia el ataque principal por el centro, se enfrentó no solo a un fuerte fuego por el frente por parte de la infantería y artillería españolas sino también a un fuego de enfilada por parte de las tropas españolas de la izquierda.
Rechazado el ataque con muchas bajas – unas 1.500 por 300 españolas- y reagrupados los franceses, Suchet comprobó que su desmoralizado cuerpo no daba más de sí y decidió regresar a Zaragoza, protegido por su superior caballeríaiii.
Mapa de la batalla de Alcañiz. Fuente: napoleon-series.org.
Suchet se refugió en Zaragoza y ordenó una concentración de las dispersas tropas de su cuerpo para defender la ciudad. Si la ciudad caía después del gran esfuerzo que se había hecho para capturarla ya se podía despedir de sus galones. Blake tardó un tiempo en seguirle, había recibido refuerzos hasta acumular 25.000 hombres, pero seguía siendo débil en caballería y muchos de los recién llegados eran más un estorbo que otra cosa, por lo que dedicó un par de semanas a realizar instruccióniv.
Cuando finalmente se movió, Blake realizó una acertada aproximación a Zaragoza evitando la llanura y pretendiendo cortar las comunicaciones de la ciudad, en vez de ir a por un asalto directo. Esto forzó a Suchet a salir de la ciudad y dar combate en la batalla de María (15, junio). Blake que marchaba con unos 14.500 -tras dividir su fuerza de 20.500 en dos para distraer a parte de las tropas francesas- se sorprendió al encontrar a Suchet bloqueando el camino. Las tropas de Suchet (11.700 hombres) se encontraban distribuidas entre unas alturas (montes de Torrero) y el valle del río Huerva, a la espera de la llegada de refuerzos.
Los españoles dudaron bastante tiempo entre mantenerse a la defensiva o lanzar un ataque, hasta que Blake se decidió por esto último. Cuando Suchet vio el movimiento español también puso a sus tropas en movimiento. A continuación hubo un duro combate en las alturas entre la primera línea española y la francesa -separadas por un barranco-, en la que ninguna consiguió lograr ventaja y que se suspendió con la llegada de una violenta tormenta. Tras la tormenta, Suchet ordenó a su caballería y a una brigada de infantería avanzar por el valle para caer sobre la derecha española. Los jinetes franceses arrollaron con facilidad a los españoles, pero la infantería fue contenida por las reservas españolas. Pero a la vez que se producía ese ataque se había reanudado el avance general francés, y Blake acabó por ordenar una retirada. Los españoles habían tenido más de 2.000 bajas por unas 800 los franceses.
Suchet con 13.000 hombres persiguió a Blake hasta Belchite. El ejército español estaba desmoralizado y Blake había perdido a muchos hombres por el camino, que habían abandonado las filas, por lo que sólo contaba unos 12.000 de los 20.500 originales. El combate de Belchite (18, junio) no fue muy disputado. Suchet ordenó que el ataque principal fuera contra el flanco izquierdo español mientras una brigada amagaba contra el derecho. Al poco de empezar los combates, el estallido de un carro de municiones español sembró el pánico entre las desmoralizadas tropas que lo tomaron como señal para huir sin orden, dejando atrás artillería, bagajes y unos 2.000 hombres. El Segundo Ejercito de la Derecha se disolvió, parte de las tropas huyendo hacia Tortosa y otra parte hacia Morella.
Mapa de la batalla de María. Fuente: napoleon-series.org.
Por fin Suchet tenía tiempo para poner en orden tanto a Aragón como a su cuerpo de ejército. Por un lado estaba el problema de las bandas de guerrilleros que rodeaban a Suchet por casi todos lodos. Apurando al máximo las tropas disponibles, se organizaron expediciones contra los principales núcleos guerrilleros. El propio Suchet se pondría al frente de alguna de ellas como el ataque a Gayán en N.S. Del Águila (20, julio). En su campaña contra la guerrilla, Suchet tuvo un notable éxito: se puede decir que el valle del Ebro quedo totalmente bajo control y que en el difícil terreno montañoso del resto de Aragón se consiguió un incompleto pero suficiente dominio. En el futuro, las principales amenazas guerrilleras vendrían por el avance de bandas que tenían su base en las regiones circundantes.
También destacó Suchet en las labores de administración, procurando no generar un resentimiento innecesario en la población sin por ello dejar de cumplir con sus ordenes de mantener sus tropas con los recursos de Aragón y de cumplir con las demandas del rey José. De hecho se le ordenó recaudar el equivalente a 8 millones de francos, una cifra que duplicaba la recaudación ordinaria en la región en tiempos de paz. Suchet fomentó la colaboración más o menos “resignada” de la población local e incluso tuvo buenas relaciones con la Iglesia a pesar de ser uno de los pocos mandos franceses que emprendió la ordenada desamortización de los bienes de ésta. Con el tiempo incluso se reclutarían tropas locales, para ejercer funciones de seguridad internav.
Francisco Xavier Mina (Wikimedia Commons). Además de actuar en Navarra, realizaba frecuentes incursiones en Aragón. Suchet recibió el encargo de eliminarlo, mandando a Navarra a las tropas del general Harispe, que consiguió capturarlo (29 marzo, 1810)
Cataluña, 1810.
A comienzos de 1810, Suchet avanzó en dirección hacia Valencia, siguiendo ordenes recibidas del mariscal Soult -jefe de estado mayor del rey José Bonaparte-, adonde llegaría el día 10 de marzo. Como Suchet se temía, los españoles se encerraron en la ciudad -tras ser desalojados de su posición en Alventosa- y los franceses carecían de equipo de sitio adecuado. Cuatro días más tarde, ante la llegada de renovadas actividades guerrilleras en una casi desguarnecida Aragón y volvió para atrás. Encima a su vuelta se encontró con una reprimenda de Napoleón, ya que el 1 de marzo había recibido una comunicación de París con fecha de un mes atrás, por la que se le encomendaba una misión diferente, anulando en la práctica la autoridad del rey José para para dar ordenes a Suchet. Sin embargo con la operación ya en marcha, Suchet había considerado arriesgado cancelarla ya que parte de sus tropas se acercaban a Valencia por otra ruta separada de la del ejército principal y podían quedar copadas sí se emprendía inmediatamente el camino de vuelta.
Vista del Sitio de Lérida, por Jean-Charles-Joseph Rémond (Wikimedia Commons)
A su vuelta, las nuevas ordenes eran dirigirse hacia la zona de operaciones de Cataluña, con vistas a someter de una vez por todas a dicha región en cooperación con las otras fuerzas francesas (mariscal McDonald) existentes en la zona. Su primera misión fue el sitio de Lérida (13 abril – 14 mayo). Suchet rodeó la ciudad con 13.000 hombres. Los españoles organizaron una fuerza de socorro, formada por 9.000 hombres al mando del general O´Donnell (Enrique), que es contundentemente derrotada en Margalef (23, abril) por las fuerzas del cordón defensivo francés que destrozaron por completo en una persecución a una de las dos divisiones españolas.
Suchet hizo desfilar a los numerosos prisioneros ante Lérida para intimidar a sus defensores. Pero al día siguiente (24) cuando se lanzó un ataque sobre los 2 reductos más exteriores de la ciudad -El Pilar y S. Fernando-, sólo se pudo conquistar uno y tuvo que ser abandonado ya que no era viable mantenerlo si no caía a la vez también el otro. Suchet se vio obligado a un sitio formal y se empezaron a construir paralelas para aproximar la artillería de sitio. Para el 13 ya se había avanzado lo suficiente como para que la artillería hubiera abierto 2 brechas en la muralla nororiental de la ciudad que fueron asaltadas con éxito. Se empezó a combatir casa por casa, pero el comandante español García Conde decidió rendirse al anochecer del 14, consciente de que la ciudad no tenía salvación y para evitar mayores sufrimientos a la poblaciónvi.
A continuación dirigió su atención hacia Mequinenza. Una brigada francesa empezó el sitio el día 15. Para someter la fortaleza, los ingenieros franceses tuvieron que dedicar medio mes a construir una carretera para poder acercar la artillería. Una vez lista y tras 4 días de bombardeo, Mequinenza se rinde el 5 de junio. Dueño de las comunicaciones entre Aragón y Cataluña, Suchet regresa para combatir de nuevo a la guerrilla que como era costumbre volvía a resurgir cuando el grueso de las tropas francesas se alejaba de una región.
13º de coraceros francés, por Knötel. Formado en 1807 como regimiento provisional de caballería pesada a partir de escuadrones sueltos de regimientos de coraceros y carabineros, en 1808 se convirtió en un regimiento “regular” de coraceros. Serían los únicos coraceros regulares franceses en servir en España y alcanzarían una gran reputación por acciones como la de Margalef donde decidieron el día.
El siguiente objetivo asignado a Suchet era la toma de Tortosa en el Ebro, punto clave para la comunicación entre los ejércitos españoles de Valencia (Caro) y de Cataluña (O´Donnell). Suchet descendió el Ebro en julio con 12.000 hombres, para rodear Tortosa, pero O´Donnell acudió rápidamente a reforzar sus defensas. Si Caro hubiera acudido igual de rápido desde el sur, Suchet hubiera estado en problemas, pero fue demasiado lento y además se retiró cuando Suchet hizo un movimiento amenazante contra él. Por su parte O´Donnell se vio forzado a retirarse también para tratar con las tropas francesas del mariscal McDonald que amenazaban Tarragonavii. Sin embargo el sitio de Tortosa (15 diciembre, 1810 – 2 enero, 1811) tardaría mucho en empezar. Los constantes ataques de guerrilleros y somatenes entorpecían las comunicaciones francesas y hacían casi imposible transportar el equipo pesado de sitio por carretera. Se decidió trasladarlo por el río pero el bajo caudal del Ebro supuso un grave obstáculo.
No sería hasta diciembre en que los franceses pudieron por fin -aseguradas sus comunicaciones- reunir 52 cañones de sitio y 14.000 hombres. La guarnición de Tortosa (conde de Alacha) ascendía a 7.200 hombres. Ante el avance de las paralelas francesas los españoles realizan varias salidas, destacando la de la noche del 26/27 diciembre en la que toman temporalmente y destrozan la 2ª paralela francesa. Sin embargo los ingenieros franceses trabajando incansablemente reparan en 36 horas los daños. Para el 2 de junio ya se había completado una 3ª paralela y se consiguió abrir una brecha en las murallas. Alacha quiso ganar tiempo con negociaciones pero ante la amenaza de Suchet de realizar un asalto inmediato, se resignó a capitular.
Suchet recibe la capitulación de Tortosa, detalle de la obra de Jean-Charles-Joseph Rémond (Wikimedia Commons).
Cataluña, 1811.
Como se ha mencionado, tras la caída de Tortosa, Suchet y McDonald iban a cooperar para tomar Tarragona; sin embargo el 10 de marzo, Suchet se encontró con que se le había transferido la autoridad sobre la mitad sur de Cataluña junto a 3 de las divisiones de McDonald, con lo que comandaba un total de 44.000 hombres y su mando había pasado a ser designado como Armée d´Aragon. Tarragona pasaba a ser un asunto exclusivamente suyo. Suchet se presentó con 20.000 hombres y 66 cañones pesados para el sitio de Tarragona (4 mayo – 28 junio). La ciudad estaba defendida por los 10.500 hombres de Campoverde y contaba con la colaboración de la escuadra anglo-española del comodoro Codrington.
La presencia de cañoneras aliadas era una gran dificultad ya que podían enfilar con su fuego las obras de construcción de las paralelas francesas. Por ello primero hubo que construir un reducto para artillería de cara al mar, que las mantuviera alejadas de las obras francesas. Conseguido esto, el día 16 se pudo empezar la 1ª paralela. A la vez que se procedía con esas obras, los franceses consiguieron capturar el 29 el estratégico fuerte del Olivo -situado en un cerro al norte de la ciudad y de donde partía un acueducto- en un caótico combate nocturno.
Tras la perdida del fuerte, Campoverde abandonó la ciudad por mar, afirmando que se le necesitaba para organizar ataques a las líneas de comunicación francesas y reunir refuerzos. Su sucesor, Contreras, se estrenó abandonando sin lucha el importante fuerte Francoli (7, junio) lo que permitió a los franceses iniciar su 2ª paralela.
Los inefectivos movimientos españoles en el exterior no distrajeron la atención de Suchet y para el 21 de junio se asaltó y tomó la zona de la “ciudad baja”. Aquí dentro, se abrió una nueva paralela contra la ciudad propiamente dicha. El 27 las baterías francesas abrieron la brecha final y los franceses se lanzaron al asalto. Tras un duro combate dentro de la ciudad, los victoriosos franceses se entregarían a un saqueo atroz de la ciudad, realizando una masacre de enormes proporciones. Las perdidas de Suchet fueron de unos 4.300 hombres, en lo que fue un duro asedio.
Sin embargo Suchet se podía dar por contento ya que con un liderazgo más decidido y competente por parte del alto mando español, la plaza hubiera sido mucho más difícil de tomar. Además la toma de la ciudad -la principal fortaleza española de la zona y capital temporal de Cataluña- le supuso recibir un ansiado premio: el bastón de Mariscal.
Vista del Sitio de Tarragona, por Jean-Charles-Joseph Rémond (Wikimedia Commons).
Valencia, 1811-1812.
Las siguientes órdenes de Napoleón era que Suchet marchase hacia Valencia. Para no dejar desguarnecidas sus conquistas, se le enviaron 2 divisiones más, por lo que su ejército ascendía a unos 70.000 hombres. De estas fuerzas sólo pudo apartar 25.000 para la campaña.
El avance inicial de Suchet transcurrió sin excesivas dificultadesviii hasta llegar a la pequeña pero remozada fortaleza de Sagunto (23 septiembre). Ahí se tuvo que detener a la espera de su tren de sitio. Al frente del ejército español de Valencia se encontraba un viejo conocido, Blake, que se limitó a intentar amenazar la línea de comunicaciones de Suchet.
El 12 de octubre, llegó por fin el tren de sitio y el 17 empezaron a disparar las baterías francesas. El 18 de octubre, los franceses se lanzaron al asalto. Un asalto precipitado porque las brechas no eran demasiado anchas y detrás les esperaba una defensa decidida. El resultado fue un sangriento fracaso. Para mayor inconveniencia, Suchet se tuvo que desprender de 5.000 hombres para hacer frente a unos renovados ataques guerrilleros en Aragónix.
Blake aprovechó la situación para movilizar a sus 25.000-28.000 y marchar contra Suchet. Sin embargo en el último momento los 5.000 franceses regresaron al recibir noticias de un restablecimiento de la situación en Aragón, por lo que Suchet contaba con casi 19.000 hombres, inferiores en número a los españoles pero de una calidad media superior. El día 25 de octubre tiene lugar la batalla de Sagunto.
Los españoles avanzaban hacia Suchet formados en 2 alas, pero el difícil terreno hizo que el ala izquierda española se empezara a retrasar más de lo debido. Viendo esto, Suchet lanzó una división por el centro para tratar de separar a las dos mitades del ejército español.
La acción clave tendría lugar entorno a un cerro cerca de Hostalets. Inicialmente ocupado por los españoles como consecuencia de su avance, se había perdido por el retraso en llegar del ala izquierda a defenderlo. Un nuevo intento por tomarlo provocó como respuesta una carga de la caballería francesa que cargó con éxito contra la caballería española que apoyaba el ataque y obligó a la infantería a retirarse hacia las tropas de reserva. Los húsares franceses se excedieron en su persecución y se dieron de bruces con el grueso de la caballería española que los derrotó y capturó 3 cañones de la artillería a caballo francesa. Ahora le tocó el turno a la caballería española en excederse en su persecución y fueron contraatacados por los coraceros franceses sufriendo fuertes bajas. Suchet sería herido levemente justo cuando dictaba sus ordenes a los coraceros.
La carga de los coraceros fue seguida del avance de la infantería. Esto en combinación con la victoria francesa sobre los españoles en los cerros de la extrema izquierda española, hundió al ala izquierda. La derrota de ese ala obligó al ala derecha española a retirarse.
Había sido una gran victoria para Suchet. Los españoles habían tenido 1.000 bajas y dejado atrás más de 4.000 prisioneros. Las bajas francesas eran de unos 700.
Los defensores de Sagunto habían contemplado la batalla desde la fortaleza – vigilados por casi 4.000 franceses- y cundió el desánimo. La rendición se produjo al día siguiente (26, octubre).
Mapa de la batalla de Sagunto (pinchar para ampliar). Fuente: Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.
Suchet se tomo un par de meses para descansar y reforzar sus tropas. Cuando finalmente inició el sitio de Valencia contaba con 33.700 hombres frente a los 26.000 de Blake. La parte más arriesgada era cruzar el Guadalaviar (Túria) para completar el cerco. El cruce tuvo lugar el día 26 de diciembre con una columna cruzando al este y otra al oeste de la ciudad. Los españoles tardaron en reaccionar y lanzarse contra una u otra. El objetivo de Suchet era envolver a todo el ejército español y encerrarlo en Valencia para después aniquilarlo en un asedio. Dos divisiones españolas consiguieron huir antes de que se completara el cerco pero Blake y 17.000 hombres quedaron encerrados y con pocas perspectivas de éxito.
Los trabajos de sitio progresaron rápido ya que Valencia no contaba con modernas fortificaciones. Para el 4 de enero las baterías francesas estaban en condición de machacar la muralla exterior y Blake decidió que no tenía sentido defenderla y se refugió en la propia ciudad tras la muralla interior. El 6 de enero empezó el bombardeo de estas últimas defensas y el 9 de enero Blake entregaba la ciudadx.
Suchet había conquistado una de las ciudades más importantes de España y aniquilado el principal ejército de operaciones español superviviente. Un par de semanas más tarde recibiría el “valenciano” título de duc d´Albufera (duque de la Albufera).
Suchet cae herido durante la batalla de Sagunto. A su lado un corneta de coraceros y uno de sus ayudantes de campo. Obra de Chris Warner (Osprey Publishing).
El camino parecía abierto para completar la conquista del reino de Valencia marchando hacia Alicante y posteriormente a Cartagena, las bases de operaciones de los maltrechos ejércitos españoles en el Levante. Sin embargo el inicio de la retirada de tropas francesas para la campaña de Rusia y la redistribución de los ejércitos franceses para guarnecer los territorios conquistados, dejo en febrero a Suchet en Valencia con poco más de 9.000 hombres para emprender operaciones ofensivas. Además Suchet escogió ese momento para enfermar lo que paralizó aun más las posibles operaciones y dio un respiro a los españoles.
Cuando se recuperó, el principal problema de Suchet es que debía con sus escasos hombres hacer frente a un potencial desembarco anglo-español en algún punto de la costa, por lo que tuvo que dispersar a sus tropas por varios puntos. El general español O´Donnell (José) trató de aprovecharse de esta situación, en la 1ª batalla de Castalla (21, julio) atacando con 11.000 hombres a los dispersos 5.000 de la división Harispe, pero el resultado fue un fracaso por la falta de coordinación de las diversas columnas españolas y la rapidez con que la división francesa se concentró. La victoria de su subordinado, permitió a Suchet consolidar su posición y retrasó los planes ofensivos aliados.
La evolución de la guerra en el resto de la Península echaría abajo cualquier plan de completar la conquista del reino de Valencia y después la de Murcia. De hecho a finales de septiembre Suchet tuvo que “hospedar” al rey José que había abandonado Madrid y al mariscal Soult que se había retirado de Andalucía. Estos dos unirían sus fuerzas para recuperar Madrid y perseguir a Wellington de vuelta a Portugal, pero la situación estratégica había dado un vuelco contra los franceses.
Representación de la Primera batalla de Castalla.
Campaña de 1813.
A comienzos de año, Suchet contaba con 15.000 de sus 75.000 hombres en Valencia. Enfrente estaban un ejército anglo-hispano-siciliano (Murray) de 21.000 hombres y el 2º Ejército español (Elio) con 15.000 hombres. Aunque superiores en número, los comandantes aliados no parecían muy propensos a la ofensiva, para sorpresa del mariscal francés.
La cosa se puso por fin caliente cuando Suchet se enteró de que una división española se encontraba en Yecla en una posición demasiado avanzada y había una oportunidad de aniquilarla. Suchet envió a una división hacia Yecla mientras con el grueso de sus tropas marchaba hacia Villena esperando también sorprender a parte de las fuerzas de Murray. El ataque sobre los españoles en Yecla (11, abril) fue un éxito pero sin llegarse a capturar a la división entera. El día siguiente se libró un combate en Biar con la retaguardia de Murray que consiguió retirarse de manera brillante a pesar de los esfuerzos de Suchet.
La persecución francesa desembocaría en la 2ª batalla de Castalla (13, abril). Murray había conseguido concentrar a sus tropas en una buena posición defensiva. Suchet afirma que tuvo muchas dudas sobre si atacar o retirarse. El plan de Suchet era que una división francesa flanqueara el ala izquierda aliada avanzando por los cerros, mientras otra mantenía fijos a los aliados en la propia Castalla y la 3ª quedaba como reserva a la expectativa de un éxito o un fracaso.
Curiosamente, el plan aliado era que la división española de la izquierda flanqueara a los franceses, por lo que los españoles se encontraron con que tenían que volver aprisa y corriendo a ocupar su posición defensiva inicial. El ataque principal fue rechazado por la división española con ayuda de una brigada inglesa y Suchet decidió que no tenía sentido intentarlo de nuevo. Con buena parte de su ejército intacto, no hubo problemas para retirarse. La derrota francesa le supuso unas 1.300 bajas por algo más de 400 aliadas.
Mapa de la 2ª batalla de Castalla (pinchar para ampliar). Fuente: Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.
El 31 de mayo, Suchet se enteró de que una flota con el ejército de Murray a bordo, iba camino del norte para hacer un desembarco anfibio. El objetivo de Murray era Tarragona y seguía ordenes de Wellington que esperaba que ese movimiento hiciera a Suchet desproteger Valencia. Suchet tuvo que marchar hacia el norte con 8.000 hombres dejando atrás 14.000 en la línea del río Júcar. Al final toda la operación fue un gran fiasco. Murray entró en pánico ante la aproximación de Suchet y de las tropas francesas del norte de Cataluña y abandonó precipitadamente el sitio de Tarragona (12, junio). En el sur, 32.000 españoles avanzaron de forma descoordinada sobre los franceses sin conseguir resultado positivo algunoxi.
Los problemas le vendrían a Suchet por la derrota francesa en Vitoria (21, junio) que hacía su posición en el este de España insostenible. Tuvo que abandonar Valencia y retirarse hacia Tarragona pero no se resignó a abandonar todas sus conquistas y fue dejando pequeñas guarniciones en numerosos puntos: Denia, la propia Valencia, Sagunto, Peñíscola, Tortosa..., algo que ha sido muy criticado ya que prescindía de valiosos soldados que por otra parte no llegaban a ser un estorbo excesivo para los aliados. También tuvo que ordenar evacuar Aragón, pero de nuevo se empeñó en que quedaran al menos 500 hombres en Zaragoza, que aguantaría algo más de medio mes, hasta capitular el 5 de agosto.
Grabado representado al mariscal Suchet, por E. Charpentier
Dada la nueva situación Suchet asumió el mando de todas las tropas francesas en Cataluña. Por su parte los aliados parecían pensar equivocadamente que a la menor presión marcharía al otro lado de la frontera. El comandante aliado Bentick se llevó una desagradable sorpresa al ver que Suchet no sólo estaba dispuesto a defender Tarragona sino que avanzaba contra él y le obligaba a retirarse tras el río Ebro a mediados de julio.
A la vez que esto sucedía Suchet se embarcaba en otra campaña de tipo diferente, carteándose con Soult para poner todo tipo de trabas a la perspectiva de quedar subordinado a este -que había sido nombrado comandante de un nuevo Armée d´Espagne- y/o mandar tropas en su ayuda.
En septiembre Bentick intentó una nueva operación en cooperación con el 1er Ejército español (Copons) que operaba en el norte de Cataluña. Nuevamente Bentick minusvaloró las intenciones de Suchet de resistir en Cataluña a toda costa. El 13 de septiembre la vanguardia de Bentick fue derrotada en el paso de Ordal y de nuevo la fuerza aliada se tuvo que retirar sin haber logrado nada. Poco después Bentick fue nombrado para otro cargo y su sucesor -el general Clinton- no se mostró muy dispuesto a tomar ninguna iniciativa.
Campaña de 1814.
La retirada de tropas para hacer frente a la invasión aliada de Francia, dejó a Suchet con 23.000 soldadosxii. El 10 de enero, se le ordenó además prepararse para abandonar España ya que Napoleón estaba negociando con el prisionero príncipe Fernando (Fernando VII) su liberación a cambio de que España se retirara de la guerra.
Aprovechando la situación Clinton y Copons trataron de liberar Barcelona, venciendo Clinton en un combate en Molins de Rei (16 de enero) pero sin progresar más primero ante la presencia de Suchet y después porque éste había dejado atrás en Barcelona a una fuerte guarnición francesa. Más suerte hubo con las guarniciones de Lérida, Monzón y Mequinenza, a las que se engañó haciéndolas creer con documentos falsificados que se había firmado una convención entre Suchet y Copons para su evacuación a Francia. Se intentó lo mismo en Tortosa pero aquí no se tragaron la farsa.
Fernando no tenía la menor intención de cumplir con sus promesas -y en cualquier caso las Cortes españolas se habrían opuesto- y ni siquiera cumplió con su compromiso personal con Suchet de liberar a los soldados de las guarniciones engañadas.
En cualquier caso, el frente oriental había dejado de ser considerado importante. Tanto tropas aliadas como tropas francesas fueron desviadas a otros frentes. Suchet se retiraría el 2 de marzo al otro lado de la frontera, dejando atrás varias guarniciones como la de Barcelona, hasta el final de la guerra (17 de abril).
Infantería de línea española, con el uniforme introducido a partir de 1812, por Knötel. Fuente: NYPL Digital Gallery
Campaña de 1815.
Suchet aceptó servir a los Borbones tras la primera Restauración y ostentaba el gobierno del distrito militar de Estrasburgo. A la vuelta de Napoleón a Francia para los “Cien Días” se unió a él. Tras 7 años sin verse, Napoleón le recibió efusivamente comentando lo mucho que había crecido (en reputación) desde la última vez. La misión de Suchet era prevenir una invasión de Francia a través de los Alpes. Su Armée des Alpes contaba con unos 23.500 hombresxiii. Enfrente, en el norte de Italia se estaban reuniendo 60.000 austriacos y sardos, al mando de Frimont.
El 15 de junio, Suchet avanzó para apoderarse de los pasos de montaña de la Saboya sarda y del Valais suizo. El avance inicial fue un éxito y se expulsó a los sardos de sus posiciones pero el 21 de junio se chocó ya con la vanguardia austriaca y Suchet pasó a la defensiva sin haber conseguido tomar todos sus objetivos. A continuación vinieron una serie de combates con suerte desigual por los pasos alpinos. La clave fue la captura de Ginebra por los aliados, que les permitían flanquear las posiciones defensivas francesas.
Suchet se retiró a Lyon, ante la cual se presentaron los austriacos el 9 de julio. Para entonces Napoleón ya había abdicado (22 junio) y Luis XVIII acababa de ser de nuevo proclamado el día anterior (8, julio) y la guerra había acabado. Sin embargo las noticias todavía no habían llegado a Lyon, por lo que un prudente Suchet optó por negociar un armisticio (11 julio) y retirarse con sus tropas al Loira.
Suchet con el bastón de Mariscal, por Paulin Guerin; a la derecha su escudo como Duque de la Albufera (Wikimedia Commons).
Tras los “Cien Días”, Suchet pasó al retiro. Perdió el título de Par de Francia, pero en 1819 le sería devuelto. Suchet trataría de ayudar a su colega Ney cuando este regreso a Francia buscando el perdón de los Borbones, advirtiéndole de que era un error y ofreciéndole dinero y pasaporte para escapar. Sin embargo Ney rechazó la ayuda, siendo juzgado y ejecutado.
Suchet moriría en Marsella en 1826. Napoleón habló de él con gran estima. Es discutible si tenía razón en que con dos “Suchet” hubiera ocupado y sometido a toda España, pero no cabe duda que fue el mariscal que menos quebraderos de cabeza le dio durante la guerra de España y cumplió en buena medida con los objetivos que tenía asignados.
Autor: Flavius Stilicho
Massena, Davout y Suchet eran los maestros, capaces de misiones independientes. También, en menor medida, lo eran St. Cyr, Soult y -por un tiempo- Macdonald. Lannes, de haber vivido, podría figurar entre lo mejor. El resto eran proyectiles humanos que necesitaban de la puntería e impulso del Emperador. Su servicio fue duro. Sus nombres perduran. ( J. Elting)
Fuentes:
-
Arnold, J.R. - Marengo & Hohenlinden. Napoleon´s rise to power.
-
Coates, H.T. (ed.) – Napoleon and the Marshals of the Empire (Archive.org).
-
Dunn-Patison, R.P. - Napoleon´s Marshals (Archive.org).
-
Fremont-Barnes, G. (coord.) - The Encyclopedia of the French Revolutionary and Napoleonic Wars.
-
Gates, David – La Úlcera Española.
-
Lipscombe, Nick – The Peninsular War Atlas.
-
Suchet, Louis-Gabriel – Memorias del mariscal Suchet, duque de Albufera, sobre sus campañas en España, desde el año 1808 hasta el de 1814 (Google Books).
Notas:
i Aunque se le suele atribuir a Suchet la captura del comandante inglés, general O´Hara, en los combates del 30 de noviembre al parecer fue obra de otro batallón: uno de voluntarios del Isère bajo el mando del futuro general Hugues Charlot. El propio Napoleón se atribuyó a sí mismo la captura en sus memorias de Santa Elena.
ii Suchet fue por un breve tiempo el comandante interino del ejército, a la muerte de Championnet.
iii Durante la retirada hubo un ataque de pánico en los franceses debido a una falsa alarma que provocó que una gran cantidad de tropas se dispersaran en todas direcciones. Suchet tuvo que hacer una larga parada para reunir de nuevo a sus tropas, restaurar un mínimo de disciplina y entrar en Zaragoza con un mínimo de dignidad. De la falsa alarma se acusó a un joven tambor que supuestamente gritó que atacaban los españoles y que fue fusilado.
iv Totalmente insuficientes, pero a los generales españoles se les disculpaba que fueran derrotados pero no el que permanecieran inactivos, por lo que en innumerables ocasiones se veían forzados a dar batalla a pesar de estar poco confiados en las posibilidades de victoria.
v En julio de 1812 ascendían a 2 compañías de gendarmes, 4 de fusileros y 2 de cazadores a caballo.
vi Una multitud de civiles huyendo de los franceses, había acudido al castillo, concentrándose en una plaza en la que el bombardeo francés mató a centenares.
vii Suchet y McDonald acordaron que primero Suchet tomaría Tortosa, mientras McDonald mantenía ocupados a los españoles en Cataluña, para después pasar ambos a tomar Tarragona.
viii Por el camino tomo Oropesa y se derrotó a algunas fuerzas españolas de avanzada en dos combates menores: Segorbe y Benaguasil.
ix Las partidas de Durán (Soria), el Empecinado (Guadalajara) y Espoz y Mina (Navarra) cruzaron a Aragón, incitados por Blake.
x La caída de Valencia supuso también la caída de Peñíscola, una pequeña plaza más al norte. Su comandante, García Navarro, perdió la esperanza y cuando se presentaron tropas francesas entregó la plaza a traición, cambiándose de bando.
xi Una división española conseguiría burlar las líneas francesas y amenazar la carretera Valencia-Tortosa, pero tuvo que retirarse ante el rápido regreso de Suchet.
xii Cifra del ejército de campaña. Había otros 23.000 repartidos en guarniciones por Valencia y Cataluña.
xiii Cifra teórica, puede que el ejército de campaña rondara sólo los 13.000.
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Hola Flavius:
La unidad del mando es un principio sagrado en la milicia. Así que entre los mandos máximos es moneda corriente encontrar vedettes peleando por lucir sus plumas por encima de los demás. El problema es cuando ponen su vedetismo por encima del objetivo común, y esto es lo que pasó entre los mariscales napoleónicos demasiadas veces (a tus trabajos me remito).
Fíjate en la SGM, el comandante para la invasión de Europa fue Einsenhower ¿el mejor militar? ¡Ni de lejos!. Fue electo por ser el único capaz de hacer trabajar juntos a los egos de Montgomery y DeGaulle y poner "en caja" a Patton. Así que el "vedettismo" es más común de lo que parece en la mili.
Un abrazo
Creo que ya lo dije pero vale la pena repetirlo: Me encanta esta serie de trabajos tuyos, está muy bien lograda!
El equivalente en las GN a Eisenhower fue más o menos el austriaco Schwarzenberg (en 1813-14) que tampoco era el mejor militar y tenía que lidiar con un subordinado como el fiero Blücher e incluso coordinarse con un antiguo mariscal de Napoleón (Bernadotte) convertido en príncipe de Suecia y al que no le hacía demasiada ilusión estar en guerra con su antiguo jefe. Pero lo pero de todo era que Scwarzenberg tenía que convivir en su CG con 3 monarcas -los de Austria, Prusia y Rusia- que según ellos sólo estaban "para observar".
Decidido: Schwarzenberg fue el máximo político de toda la historia. Conseguir que funcionen en armonía semejantes egos, realmente deberían haberle dado todas las medallas de Europa.
Saludos
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Disculpa Hartman pero se me había pasado el responderte. En realidad pensaba en dos cosas.
Por un lado la obvia de que muchos no congeniaban y hay que recordar que ese "vedettismo" era promovido por el propio Napoleón. Lo que más podía aterrorizar a Napoleón era que la mayoría de sus mariscales se llevaran bien; de hecho la campaña de 1814 terminó cuando los mariscales que acompañaban al Emperador se plantaron dejando aparte sus diferencias en favor de la cruda realidad.
La otra cuestión en que pensaba era la siguiente. Eres Napoleón y tienes en tu ejército principal de campaña con 7 puestos, que (salvo el caso de Estado Mayor) pueden o no suponer el mando de varios cuerpos de ejército.
¿Distribuiras esos puestos entre los siete mariscales mencionados? Aquí no estamos hablando de darles el mando de 7 ejércitos separados, cada uno en un teatro diferente y tendrían a Napoleón como mucho a un par de días de distancia para recibir instrucciones.
Saludos.