Al producirse el episodio denominado «Grito de Yara»[1] en 1868, las fuerzas españolas en Cuba apenas superaban los diecisiete mil hombres, a todas luces insuficientes para mantener el control sobre los principales núcleos de población y, al mismo tiempo, sofocar la insurrección.
La grave situación en la isla obliga al gobierno español a enviar el mayor ejército colonial visto hasta el momento [2], en una compleja operación logística con los primeros batallones y escuadrones de los Regimientos de Infantería y de Caballería, así como diversas Unidades de Artillería, Ingenieros y Ferrocarriles. Así en 1895 el Ejército español en Cuba está compuesto por 70.900 hombres y en 1898 llegaría hasta los 216.000 hombres [3].