Mariscal Gouvion Saint-Cyr. Las Campañas del "Búho".
El Mariscal Saint-Cyr no alcanzaría tanta gloria y fama como algunos de sus compañeros, a pesar de que su talento lo sitúa dentro del grupo de grandes mariscales. Nunca estuvo en la órbita de Napoleón, sirviendo en muchos campos de batalla pero pocas veces cerca del Emperador. Su carácter frío y un cierto amargor por verse desplazado en favor de generales menos hábiles, le convirtieron en un general distante y con fama de “mal compañero de armas”.
Guerras Revolucionarias: Primera Coalición (1792-1797)
Primeras armas
Laurent Gouvion nació en Toul en 1764. Hijo de una familia burguesa emparentada con militares, fue enviado a estudiar al Colegio de Artillería de Toul e iba camino de convertirse en ingeniero, pero a los 18 años lo abandonó ya que perseguía desarrollar una carrera en el mundo de las Artes. Estudió Pintura, pero no parece haber producido ninguna obra de mérito. Le convencieron para que probara a ser actor de teatro pero aunque tenía buena voz y presencia en el escenario, era demasiado tímido.
En 1792 se presentó voluntario, ingresando en el 1er bataillon de chasseurs républicains des Quatre-Nations (cazadores de París). Para distinguirse de sus otros parientes Gouvion militares, añadió a su apellido el de su madre -a pesar de que ésta había abandonado el hogar paterno, siendo Laurent un niño-, convirtiéndose en Laurent Gouvion Saint-Cyr. Sus estudios previos y conexiones militares sirvieron para que fuera nombrado capitán en el nuevo batallón que es asignado al Armée du Rhin . Debido a su dominio del dibujo fue asignado inicialmente a funciones de estado mayor en la sección de mapas y fortificaciones.
El capitán de voluntarios Gouvion Saint-Cyr (1792). Obra de Georges Rouget (Wikimedia Commons).
A lo largo de 1793 escalaría rápidamente puestos como oficial de estado mayor. Su primera actuación destacada tendría lugar el 13-14 de septiembre en la acción de Bundenthal. Saint-Cyr ejercía de adjunto en el estado mayor -con el rango de jefe de batallón- de la división Ferey que se encontraba amenazada por los austriacos del general Pejaczewicz. Los “representantes (políticos) en misión” preocupados por la inactividad de Ferey encargaron a Saint-Cyr elaborar el plan de batalla de la división, pasando por encima del propio Ferey y los otros generales presentes, con la excusa de que había estudiado el terreno. A efectos prácticos, Saint-Cyr estaba al frente de la división.
Para ganar tiempo ordenó una ataque enérgico contra el ala derecha enemiga formada por emigrados franceses (Ejército de Condé), a los que se desaloja de sus posiciones, aunque por la noche las vuelven a reocupar. El 14 de septiembre Saint-Cyr ya está listo y ha diseñado un ataque en toda la línea. Para apoyarlo ha conseguido situar durante la noche un pequeño cañón de 4 libras en unas alturas que dominan parte de la posición austriaca, el pequeño cañón de escaso alcance no es que sea muy peligroso pero constituye una desagradable sorpresa para los defensores justo en el momento en que 2 columnas francesas avanzan por el escabroso terreno hacia ellos. Pejaczewicz inseguro de lo que ocurre ordena la retirada y abandona Bundenthal. Ha sido una acción menor, se han capturado 50 prisioneros y 2 cañones, pero el nombre de Saint-Cyr es apuntado para la lista de futuribles generales.
Saint-Cyr es aclamado tras el combate de Bundenthal. Ilustración de Felix Regamey.
General de división
En junio de 1794 es nombrado con pocos días de diferencia general de brigada y después general de división. Eran nombramientos provisionales, pero en septiembre fue confirmado como general de división. Parece que Saint-Cyr vio con cierta aprensión su rápida elevación, en una época en la que los generales franceses ascendían y caían a una velocidad vertiginosa. Participa en el fallido asedio de la fortaleza de Mainz (diciembre, 1794 – octubre, 1795) al mando de una división. El será el encargado de organizar la retirada de las 4 divisiones francesas presentes, cuando los austriacos consigan romper el bloqueo.
En 1796 va a luchar en el Armée du Rhin bajo el mando de Moreau. Saint-Cyr acabará mandando el ala izquierda del ejército, un cuerpo de ejército de 25.000 hombres; combatiendo en las batallas de Radstadt y Ettlingen y capturando Stuttgart. En otoño Moreau tiene que retirarse ya que se ha quedado aislado en Alemania. Es seguido de cerca por los austriacos, produciéndose varios combates. En la victoria de Biberach (2 octubre), Moreau decidió contraatacar a sus perseguidores; Saint-Cyr se ocupó de atacar por el centro, progresando a pesar de la fuerte artillería austriaca. En el combate de Emmendingen (20 octubre) su actuación es poco afortunada, su avance por las montañas es detenido por los austriacos, organiza una columna de flanqueo que es emboscada y destruida y acaba siendo rechazado. También combate en Schielengen y más tarde en la defensa de Kehl.
Infantería Francesa, 1796. Colección Vinkhuijzen (NYPL Digital Gallery)
Junto a Desaix, Saint-Cyr es el general más destacado del Ejército del Rhin. Saint-Cyr se convierte un experto en tácticas y en la lucha en montaña. Cuando los soldados oyen disparos de artillería en las montañas, suelen comentar: “Ahí está Saint-Cyr jugando al ajedrez”. Es un excelente defensor y brilla a la hora de dirigir una retirada. Los soldados valoran su habilidad en el campo de batalla pero critican su dejadez en las tareas administrativas y en procurar por el bienestar de las tropas. El meticuloso Saint-Cyr es muy rígido y distante, en contraposición con un Desaix amante de la gloria y extrovertido.
Aunque había desarrollado una carrera distinguida con numerosas menciones, cuando se presentó ante el Directorio en París tras la paz de 1797, le recibieron con “y en qué ejercito dice usted que ha servido”. De hecho el Directorio mostró más interés en el hecho de que Saint-Cyr hubiera viajado por Italia -incluida Roma- en su época juvenil y entendiera el italiano.
Saint-Cyr sería enviado a Roma en 1798 a hacerse cargo del Armée de Rome. Dicho ejército de ocupación había exigido el cese de su comandante -el futuro mariscal Massena- que se preocupaba mucho de saquear en beneficio propio y poco del bienestar de la tropa. Saint-Cyr restauraría la disciplina pero su primer mando independiente duraría apenas 4 mesesi.
Saint-Cyr con el uniforme de general durante la época revolucionaria.
Guerras Revolucionarias: Segunda Coalición (1799-1802)
Alemania (1799)
Saint-Cyr retomó el mando de una división en su antiguo ejército, liderado ahora por Jourdan, con el que no hace buenas migas. Participa en la derrota de Stokach (25, marzo)ii. Saint-Cyr se encuentra en el flanco izquierdo francés, con su división. Sus ordenes son tratar de flanquear por ese lado al ejército austriaco con la ayuda de un destacamento a las ordenes de Vandamme, y caer sobre su retaguardia. Al amanecer Saint-Cyr expulsa a los austriacos de sus posiciones en el bosque pero no puede avanzar más ya que inmediatamente llegan refuerzos. La llegada de Vandamme le permite de nuevo ponerse en acción y juntos prosiguen el intento de flanquear a los austriacos, consiguen avanzar un poco pero deben retirarse al recibir noticias de que el asalto francés al centro austriaco ha fracasado.
Italia (1799)
La grave situación en Italia donde los austro-rusos de Suvorov van camino de expulsar completamente a los franceses de la región, motiva que Saint-Cyr sea despachado para allí.
El 15 de agosto participa en la batalla de Novi, baja los ordenes de Joubert -que fallecería durante la batalla- y Moreau 35.000 franceses se ven atacados por 50.000 austro-rusos. Saint-Cyr se ocupa de defender el ala derecha. Los rusos atacaban el centro francés y amenazaban desbordar la posición de Novi. El general Watrin ,temporalmente bajo mando de Saint-Cyr, pidió permiso para que le dejara atacar por el flanco a los rusos. El frío Saint-Cyr le respondió con un poco alentador: “haga lo que usted quiera”. Rápidamente un oficial se acercó preocupado a Saint-Cyr y le advirtió de que los rusos estaban concentrando una gran fuerza y Watrin sería destruido. Saint-Cyr replicó que ya se había dado cuenta y que sería una buena lección para esos (imprudentes) generales del Ejército de Nápoles El ataque de Watrin pondría en serios apuros a los rusos y aunque finalmente tuvo que retroceder de nuevo a su posición inicial en las alturas cerca de Novi, consiguió detener el ataque sobre Novi. Saint-Cyr ordenaría a la división de Watrin volver a atacar más tarde, estando a punto de provocar la huida de los rusos, pero la llegada de numerosas tropas austriacas dio un vuelco a la batalla. El flanco francés -mal dirigido por Perignon- se hundió. Las tropas de Saint-Cyr fueron las únicas en retirarse ordenadamente cubriendo a sus compañeros, volviendo a destacarse el general Watrin.
La batalla de Novi, por Alexander Kotzebue (Wikimedia Commons). Joubert, al salir de París, hizo la misma promesa que Napoleón: volver victoriosos de Italia o volver muerto. En su caso fue lo segundo.
Tras Novi, Saint-Cyr se encontró al mando de una las dos alas del ejército francés en Italia -cuyo comandante era ahora Championnet-, formada por 4 divisiones. Ambas alas se encontraban separadas y Saint-Cyr dirigía la que se encontraba en la zona de Liguria. Se trataba de un ejército desmoralizado y cansado; pero Saint-Cyr gracias a una serie de hábiles fintas conseguiría restaurar la moral de sus hombres, a la vez que cubría la ruta hacia Génova por los pasos de montaña.
Una vez recuperados y reorganizados, Saint-Cyr recibió ordenes de avanzar de nuevo hacia Novi, en la batalla de Bosco (3ª de Novi, 24 de octubre), al frente de unos 4.000-5.000 hombres, expulsó a los 4.000 austriacos del lugar. Lo más notable del combate fue la carga de la infantería de Saint-Cyr -muchos de ellos polacos- contra la caballería austriaca. Aunque los infantes sufrieron a costa de los sables de los jinetes, consiguieron la hazaña de rodear a la caballería y tomarla prisioneraiii.
El austriaco Kray con 12.000 hombres fue enviado a desalojar a Saint-Cyr de su posición de Novi, en lo que sería la 4ª batalla de Novi (4-6, Noviembre). El día 4 los austriacos atacaron en 2 columnas empujando las posiciones francesas. Saint-Cyr ante el temor de verse flanqueado ordenó conducir una retirada hasta las alturas alrededor de Novi -el viejo campo de batalla de agosto- donde el terreno impediría el uso de la caballería austriaca. Kray mantuvo la presión tratando de evitar que los franceses tuvieran tiempo para atrincherarse pero a la caída de la noche los franceses habían conseguido ocupar sus nuevas posiciones, tras una habilidosa retirada. La mañana del 5 cayó una copiosa lluvia y los austriacos decidieron que el terreno estaba en muy mal estado como para atacar, limitándose a tratar de reconoce las posiciones francesas.
El día 6 se lanzó el ataque austriaco contra las alturas, acompañado de un fuerte cañoneo. Las 2 divisiones francesas -Watrin y Labossiere- empezaron a retroceder lentamente ante unos exultantes austriacos. Sin embargo esto formaba parte del plan de Saint-Cyr, que había ordenado a sus tropas defender sus posiciones pero no hasta la muerte. La retirada de la primera línea se hizo siguiendo un plan preestablecido, por la que ambas tenían que reformar detrás de la división de reserva del polaco Dabrowski. Como había previsto Saint-Cyr, las columnas austriacas convergieron en el centro de una forma desorganizada debido a lo escabroso del terreno. Allí les esperaban los cañones franceses primero y un furioso contraataque de la infantería franco-polaca. El ejército austriaco cayó en el caos y echó a huir, aunque Kray pudo organizar algunas unidades para al menos proteger la retirada. Saint-Cyr perdió unos 400 hombres y Kray entre 1.000-2.000, además de 5 cañones.
Soldado de la Legión Polaca al servicio de Francia (obra de Knötel) y cazador austriaco (obra de Ottenfeld).
A comienzos de diciembre Kray conseguiría que Saint-Cyr abandonará Novi sin resistencia. Las tropas se habían amotinado por el hambre y la falta de pagas, exigiendo regresar a Francia. Saint-Cyr les habló del deber y del honor, para finalmente ponérselo más claro, si trataban de regresar a Francia por su cuenta serían destruidos por los austriacos que amenazaban con desbordarles. La propia Génova estuvo cerca de perderse por culpa de una rebelión. Saint-Cyr se presentó rápidamente con 3 batallones, haciendo creer a los genoveses que era la vanguardia de una fuerza de 8.000 hombres se hizo fácilmente con el control de los puntos clave de la ciudad, consiguiendo parar la rebelión y apaciguar los ánimos gracias a su mano izquierda. Además Saint-Cyr consiguió arrancarle un préstamo forzoso a las autoridades de la República de Liguria, con el que satisfacer a sus tropas.
El 16 de diciembre libraría la batalla de Torriglia. Una columna francesa arrolló las posiciones austriacas en el Monte Creto, marchando hacia Torriglia y amenazando el flanco y la retaguardia austriaca. Una fuerza austriaca fue despachada para interceptarla, el choque de ambas fuerzas devino en una caótica melé de 6 horas, pero al final los franceses se retiraron. Mientras sucedía ese combate, más al sur el ala derecha francesa atacó a los austriacos a lo largo de la costa haciéndoles retroceder. Tras la batalla, los austriacos decidirían tomar cuarteles de invierno.
Saint-Cyr recibiría el primer sable de honor entregado por el nuevo Primer Cónsul: Napoleón Bonaparte.
El general Moreau, por Francois Gerard. Saint-Cyr sería uno de los “generales de Moreau”, pero al final se distanciarían y sería el propio Moreau el primero en acusar a Saint-Cyr de falta de compañerismo.
Alemania (1800)
Para 1800 Saint-Cyr regresa al frente alemán bajo el mando de Moreau y haciéndose cargo de un cuerpo de ejército. Sin embargo la relación entre ambos generales ya no es buena. Saint-Cyr no se priva de criticar las disposiciones de Moreau. Por su parte Moreau acusa a Saint-Cyr de ser un “mal camarada” y no apoyar a sus compañeros generales cuando éstos están en apuros. Lo cierto es que Saint-Cyr parece que se desentiende de todo lo que no sea manejar su propio cuerpo, ejecuta las ordenes que recibe de Moreau con diligencia pero se niega a tener iniciativa propia, sin preocuparse del curso general de la campaña. Por ello actuá tarde en combates como el de Engen (3 mayo) y Möskirch (5 mayo); por contra el día 6 tiene al alcance a la retaguardia austriaca, empieza a bombardearla y solicita a Moreau permiso para avanzar y destruir a los austriacos que están en una mala posición, pero Moreau se lo niega.
Su gran día en esta campaña llegaría en la 2ª batalla de Biberach (9 mayo). Persiguiendo a los austriacos se encuentra por sorpresa que estos han dado vuelta atrás dispuestos a defender los almacenes de Biberach. Saint-Cyr cuenta con casi 25.000 hombres. Tras reunir sus fuerzas, Saint-Cyr las lanza primero contra unos 10.000 austriacos que defienden un desfiladero, haciéndoles huir en dirección al grueso austriaco que se encuentra en una buena posición defensiva en Biberach. Saint-Cyr observa como los austriacos al abrir las líneas para acoger a los fugitivos, presentan claros signos de inseguridad y debilidad. Saint-Cyr reforma a su cuerpo y lanza a 3 columnas al ataque hacia las alturas austriacas precedidas por escaramuceadores. Es una maniobra audaz ya que los franceses son ampliamente superados en número. El pánico se apodera de los austriacos y abandonan sus posiciones, perdiendo 4.000 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. Los franceses sufren unas 2.000 bajas.
Moreau alcanzó a Kray en las cercanías de Ulm. A continuación hubo una serie de fintas y contrafintas, que disgustaron a muchos generales franceses, que creían que a Moreau le perdía su obsesión por lograr una maniobra perfecta. Saint-Cyr aprovecha una herida como excusa para solicitar la licencia y abandonar el ejército.
Grabado sobre la batalla de Biberach (1800). Fuente: Wikimedia Commons.
Bonaparte no sabían muy bien que hacer con Saint-Cyr. Le nombró consejero de Estado y en el 1801 lo despachó a España con las instrucciones de coordinar los ejércitos españoles con un cuerpo auxiliar francés y a ser posible imponer un plan de campaña conjunto a los españoles para la invasión de Portugal. Godoy se niega a aceptar el plan de Saint-Cyr, y de todas formas la “Guerra de las Naranjas” acaba antes de que hayan llegado las tropas francesas. Aun así Saint-Cyr permanecería un tiempo en Madrid (1801-1802), como embajador en sustitución de Luciano Bonaparte.
Guerra de la Tercera Coalición
Campaña de 1805
En 1803 -tras la ruptura de la paz de Amiens- Saint-Cyr fue despachado a hacerse cargo del ejército de ocupación de Nápoles, diplomáticamente denominado “cuerpo de observación”. Desempeñó el puesto con habilidad, imponiendo una férrea disciplina entre sus tropas para evitar generar malestar popular. En Nápoles recibe la noticia de que no es uno de los mariscales de la lista de 1804, méritos militares no le faltan, pero si el favor del Emperadoriv.
Allí se encontraba todavía, cuando Austria y Rusia se unen a Gran Bretaña para formar la Tercera Coalición. Tras firmar un tratado de neutralidad con el rey de Nápoles, Saint-Cyr marchó hacia el norte de Italia para apoyar a las tropas de Massena que eran superadas en número por las austriacas del archiduque Carlos. La noticia de la próxima llegada de Saint-Cyr junto a la de los desastres ocurridos en Alemania -capitulación de Ulm- llevan a Carlos a retirarse.
Saint-Cyr se encarga de bloquear Venecia -en la que se ha dejado una importante guarnición austriaca- y libra en sus cercanías la batalla de Castel-Franco (28 Noviembre). Una fuerza austriaca de unos 8.000 hombresv -al mando del príncipe de Rohan, había quedado aislada por el avance francés en Italia y Alemania. Rohan decidió marchar hacia Venecia confiando en unirse a las fuerzas austriacas allí presentes. Si se producía la unión de ambas fuerzas, Saint-Cyr se vería en problemas. Dejó una división bloqueando Venecia y marchó a interceptarle con la división Reyner y una brigada polaca. Castel-Franco sería el combate del que Saint-Cyr estaría más orgulloso ya que se cumplieron sus órdenes al pie de la letra. Reyner ataca de frente justo cuando la brigada polaca ataca a los austriacos por la retaguardia. Sorprendidos entre dos fuegos y sin escapatoria, los austriacos capitulan.
Campaña de 1806
Ese mismo noviembre los napolitanos reniegan de su neutralidad, permitiendo el desembarco de ingleses y rusos en Nápoles. Napoleón le ordena a Saint-Cyr reunir reunir tropas para invadir Nápoles Saint-Cyr toma posiciones en la frontera para la invasión pero el 9 de enero recibe un mensaje comunicándole que ha quedado subordinado al mariscal Massena. Un humillado Saint-Cyr abandona el ejército pero es obligado a regresar, acompañando a José Bonaparte -al que Napoleón quiere entregarle el reino de Nápoles- y colaborar en la invasión y en la lucha contra las insurrecciones. Finalmente en agosto consigue permiso para marchar y se le encomienda el mando del Campo de Boulogne, o sea la defensa de las costas del canal frente a un ataque inglés.
Guerra de España
Campaña de 1808
En Agosto de 1808 se le ordena a Saint-Cyr abandonar Boulogne para hacerse cargo del 7º Cuerpo, destinado a España. Las tropas francesas en Cataluña están pasando por una difícil situación. El general Dusheme se encuentra bloqueado en Barcelonavi, y Gouvion tiene que acudir con refuerzos y asumir el mando de todas las fuerzas en Cataluña, actuando independientemente.
Saint-Cyr llega en Noviembre a la cabeza de unos 24.000 hombres. El día 6 se dirige a la plaza fronteriza de Rosas. La defienden 3.000 hombres -al mando de O´Daly- y está apoyada por la flota británicavii. Saint-Cyr encarga al general Reille que se ocupe directamente de los trabajos de asedio. Rosas ofrecería una enconada resistencia y los franceses necesitarían traer artillería pesada para someterla, pero Reille conseguiría su capitulación el día 5 de diciembre.
El siguiente obstáculo en el camino hacia Barcelona es la fortaleza de Gerona. Sin embargo Saint-Cyr no quiere entretenerse más. Deja a Reille con parte de las tropas, casi todo el bagaje y la artillería pesada, y pasa de largo. El camino de la costa es demasiado peligroso, vulnerable a la acción naval inglesa y de la milicia local: los somatenes. El camino del interior por las montañas también es arriesgado, pero lo es algo menos, los franceses se internan con 6 días de provisiones a cuestas.
Tropas italianas (5º línea) en Cataluña.Fuente: miniaturasmilitaresalfonscanovas.blogspot.com.es
Cuando el comandante español en Cataluña, Vives, recibe noticias de éste movimiento y de que una pequeña división española ha salido de Gerona siguiéndole los pasos. Hay una buena oportunidad de atrapar a Saint-Cyr en las montañas y apresar a su cuerpo. Sin embargo Vives no se atreve a marchar con todas sus tropas y deja 10.000 hombres ante Barcelona, marchando con sólo 9.000 regulares, a los que se tienen que unir 5.000 “migueletes” catalanes a los que ha enviado por el camino de la costa.
La batalla tiene lugar el 16 de diciembre en Cardedeu. Saint-Cyr atraviesa los desfiladeros para desembocar en el valle y se encuentra que Vives ha llegado unas pocas horas antes y se está desplegando. Si se entretiene mucho, van a caer sobre él la división gerundense y los guerrilleros catalanes. Dejando una de sus 3 divisiones para guardar las espaldas, ordena a las otras 2 formar una gran columna y atacar por el centro español. Saint-Cyr quiere un ariete que reviente el dispositivo español y prohíbe perder el tiempo en cosas como tantear la posición rival o desplegar a los batallones en línea.
Así pues, un inmenso ariete de unos 13.000 hombres se dirige contra las líneas españolas recién formadas. Sin embargo el general Pino -cuya división italiana va en cabeza- vacila y ordena a sus brigadas que empiecen a desplegarse. Como se temía Saint-Cyr, el despliegue formal lo único que provoca es que los italianos pierdan impulso y sean rechazados por el demoledor fuego de las líneas españolas, contraatacados y desorganizados. Irritado, ordena a su segunda división -Souham-
que repita el intento, ahora contra la derecha española, mientras Pino se reorganiza y contiene a los españoles en el resto de la línea. Souham cumple al pie de la letra las instrucciones y su columna avasalla a los defensores, que echan a huir. Los españoles perdieron 2.500 hombres por 600 de los franceses.
Mapa de la batalla de Cardedeu o Llinars (Wikimedia Commons). Pinchar dentro para ampliar.
La victoria de Cardedeu permitió a Saint-Cyr llegar sin problemas hasta Barcelona, donde entró muy orgullosos de sí mismo, el 17 de diciembre. Tras un breve descanso parte para buscar al ejército español y tratar de batirlo. La batalla tiene lugar en Molins de Rei el día 21. Saint-Cyr cuenta con 21.500 hombres y los españoles de Reding son unos 15.000viii. El tiempo era malo con fuertes vientos y nevaba. Saint-Cyr envió a una de sus 4 divisiones -la de Chabran- directamente a Molins de Rei para atraer la atención de los españoles, debiendo fingir que se iba a pasar el río Llobregat por ese lado. Con la atención de Reding concentrada en Molins, las otras divisiones pudieron cruzar por vados al sur y caer sobre la derecha española, que no presentó resistencia. Se suponía que en ese momento debía a su vez Chabran cruzar el puente y atacar para completar la victoria pero fue demasiado lento. Reding vio como le cortaban la retirada a Tarragona y decidió escapar hacia el norte. Los españoles tuvieron un par de cientos de bajas y unos 1.000 prisioneros.
Tras la batalla ambos ejércitos se retiraron a sus cuarteles de invierno.
.Mapa de la batalla de Molins de Rei (Wikimedia Commons). Pinchar dentro para ampliar
Campaña de 1809.
En Febrero se reanudaron las operaciones cuando Reding -que había sustituido a Vives como capitán general de Cataluña- inició una ofensiva. El plan de Reding era complejo y peligroso ya que implicaba dividir sus propias fuerzas en dos y confiaba en que una 3ª fuerza procedente de Gerona pudiera distraer a los francesas. Saint-Cyr contaba con la ventaja de tener una posición central y vio la oportunidad de aplastar por separado a los españoles. El objetivo inicial era la fuerza española de Castro contra la que marchó con 3 divisiones. Inicialmente éstas no se coordinaron bien y Castro tuvo un pequeño éxito contra una de ellas el día 17 de febrero, haciéndola retroceder; pero la llegada de otra columna francesa le obligo a retirarse hacia Igualada con los franceses en los talones. El día 18 es alcanzado en Igualada, tomando las fuerzas francesas bastantes prisioneros y los depósitos que allí había.
Milicias catalanas, 1809-12. Ilustración de José María Bueno.
Después, Saint-Cyr se dirigió contra el propio Reding, que había acudido a recoger a Castro. Una serie de marchas y contramarchas de ambos ejércitos culminaron en la batalla de Valls (25, febrero). Reding con 11.800 hombres iba camino de vuelta a Tarragona, cuando en las cercanías de Valls se encontró con la división francesa de Souham que le bloqueaba el paso. Consiguió echarla a un lado y abrir la ruta de Tarragona. Sin embargo Saint-Cyr se aproximaba a la cabeza de una parte de la división Pino. Reding creyendo que se le iban a abalanzar encima numerosas tropas, suspendió el movimiento por el camino principal de Tarragona y se retiró a una posición defensiva al otro lado del río Francoli, a la vez que enviaba un mensaje para que tropas de la guarnición de Tarragona acudieran para apoyar una retirada nocturna.
Por la tarde Saint-Cyr ya había reunido 13.800 hombres y se lanzó al ataque. Lanzó 4 columnas por diversos partes del río -que era fácilmente vadeable-, apoyadas por caballería. Las columnas fueron recibidas por descargas de fusilería, pero aunque causaron bajas no consiguieron hacer impresión en el ímpetu de las columnas. Viendo que éstas no se detenían, la primera línea española echo a huir, arrastrando al resto. Reding sería herido de muerte mientras lanzaba una desesperada carga de la caballería española contra los dragones franceses, con la que trataba de restablecer la situación. Saint-Cyr perdió unos 900 hombres pero había causado 3.000 bajas al enemigo, la mitad de ellas, prisioneros y capturado toda su artillería.
Batalla de Valls. Fuente:napoleon-series.org.
Tras la batalla de Valls se acercó a Tarragona, pero la falta de artillería de sitio hizo que se limitará a tratar de bloquearla. Antes que emprenderla con Tarragona prefería afrontar un asunto pendiente: la toma de la irritante Gerona. La ciudad ya había resistido dos sitios y contaba con una guarnición de 6.000 hombres al mando del esforzado Álvarez de Castro.
Saint-Cyr marchó hacia el norte y tendió un cordón alrededor de Gerona. Las tareas del sitio propiamente dicho las delegó en Verdier. Los sitiadores contaban inicialmente con unos 14.000 hombres. Verdier empezó el nuevo cerco el 24 de mayo. Mientras Verdier hacía lentos progresos, Saint-Cyr se encontraba ojo avizor para el previsible intento de socorro de la plaza. El cordón era amenazado por los ataques de los somatenes y por las crecientes acciones del ejército regular español.
Un primer intento de meter un convoy fracasó estrepitosamente y de 1.500 hombres sólo llegaron 12. Pero ya en agosto se consiguió introducir 800 hombres a través de una parte debilitada del cordón. Saint-Cyr estaba cada vez más molesto, el asedio progresaba muy lentamente y con importantes bajas. Tras enterarse de que el general español Blake intentaba introducir un nuevo socorro, decidió cortar por lo sano, reunir sus divisiones y destruir el ejército español de campaña. Para ello se debilitó el sitio pero se pensaba que la destrucción del ejército de Blake obligaría a los sitiados a rendirse, perdidas las esperanzas de nuevos socorros.
Sin embargo la operación fue un fracaso para Saint-Cyr. No pudo atrapar a Blake y mientras éste le entretenía con marchas y fintas, una fuerza de 4.000 hombres se abrió paso hasta Gerona el 1 de septiembre, con numerosos suministros; e incluso los sitiados se permitieron el lujo de destruir parte de las trincheras de sitio.
El 19 de septiembre acudió personalmente a Gerona. Verdier le había informado de que estaba todo listo para el asalto definitivo, y Saint-Cyr había traído algunas tropas para realizar un ataque fingido contra las murallas que sirviera de ayuda al ataque de Verdierix. El asalto aunque llegó a penetrar por las brechas acabó en un gran fracaso con numerosas bajas. Saint-Cyr y Verdier se acusaron mutuamente del fiasco. El panorama en la fuerza sitiadora era desolador, de los 14.000 hombres ya sólo quedaban 4.000 aptos para el combate, el resto habían muertos, heridos o enfermos.
El Gran Día de Gerona. Obra de Ramón Martí Alsina (Wikimedia Commons).
Verdier tuvo que abandonar el puesto ya que había perdido la confianza de las tropas. Saint-Cyr se hizo cargo personalmente del sitio pero prefirió formar un rígido bloqueo y matar de hambre a los defensores. Saint-Cyr tuvo la satisfacción de interceptar un nuevo convoy de refuerzo enviado por Blake. Sería su última acción ya que Napoleón enviaba al mariscal Augereau a hacerse cargo. Sin embargo Augereau remoloneó un tiempo en la frontera ya que no le apetecía el nuevo puesto. Saint-Cyr ya estaba bastante molesto por ser sustituido -a pesar de sus victorias-, así que decidió no esperar más y abandonó su puesto sin permiso (28 septiembre), marchando a Francia donde Napoleón le haría arrestar, confinándolo en sus tierras.
Mariscal del Imperio
Campaña de 1812
Saint-Cyr permanecería en el “congelador” hasta 1811 en que se le permite volver al Consejo de Estado. En 1812 Napoleón estaba preparando la invasión de Rusia y decidió darle otra oportunidad al frente de tropas. Se le otorgó el mando del 6º Cuerpo, formado por tropas bávaras y consistente en 23.000 infantes, 2000 jinetes y 55 cañonesx.
A Saint-Cyr se le asignó operar como refuerzo del mariscal Oudinot y su 2º Cuerpo, en la cuenca media del Dvina, protegiendo las comunicaciones del Grande Armée. En frente tenían al cuerpo de ejército del general ruso Wittgenstein, que con casi 30.000 hombres atacó a los cerca de 20.000 Oudinot, el 16 de agosto, haciéndole retroceder a Polotsk, donde se le reunió Saint-Cyr con cerca de 12.000 refuerzos. Una vez reunidos, Saint-Cyr volvió a sus malos hábitos. Cuando Oudinot le preguntó si tenía algún consejo que dar, Saint-Cyr le contestó con un “no, mi señor mariscal”. Quedaba implícito que Oudinot debía demostrar porque él era mariscal en lugar de Saint-Cyr y éste se limitaría estrictamente a cumplir con su deber, pero nada más.
Batalla de Polotsk. Coraceros rusos contra cazadores franceses y una batería de artillería que intenta escapar. Cuadro de A. Chirka (Wikimedia Commons)
La batalla de Polotsk (17-18 agosto) comenzó con un ataque ruso sobre la posición de Saint-Cyr, reforzada únicamente con una división de Oudinot. La defensa tenía como punto clave un convento. Un primer ataque fue rechazado por los bávaros pero los rusos se reagruparon y en un segundo ataque consiguieron capturar parte de las posiciones francesas antes de que Oudinot trajera refuerzos. Oudinot fue herido y tuvo que traspasar el mando a Saint-Cyr. Éste se aseguro de hacer cruzar el río a los heridos y al bagaje, por si se producía una derrota pero con la llegada del resto de las tropas que Oudinot había tenido en reserva se pudo apuntalar la posición.
Para el día 18 -y sin ningún superior de por medio que pudiera aprovecharse de su talento- Saint-Cyr se dio a si mismo permiso para planear la batalla. Dedicó la mañana siguiente a tratar de ocultar sus intenciones a Wittgenstein, ofreciendo treguas para retirar a los heridos y disponiendo a sus tropas como si se estuvieran disponiendo para retirarse. Wittgenstein no se decidió a renovar el ataque a la espera de más refuerzos y de ver si Saint-Cyr se retiraba.
Avanzada la tarde -más o menos hacia las cinco-, Saint-Cyr lanzó por sorpresa su ataque. Precedidos por un violento cañoneo, los franco-bávaros partieron en 3 columnas. La primera línea rusa cedió, pero los rusos no se desbandaron del todo y resistieron. El general bávaro Deroy murió al frente de los bávaros y el ataque perdió momentáneamente impulso. El propio Saint-Cyr estuvo cerca de caer victima de un contraataque de la caballería rusa que se apoderó de una batería francesa y sembró el pánico entre las filas. Saint-Cyr fue arrastrado por los fugitivos y se tuvo que tirar a una hondonada. Finalmente la caballería francesa se deshizo de los enemigos con los que estaba peleando y regresó para poner en fuga a los rusos.
Saint-Cyr había convertido una derrota en una victoria. El coste había sido alto, casi 6.000 bajas por 4000 muertos y heridos rusos más unos 1.000 prisioneros y una veintena de piezas de artillería capturadas. Ésta vez si vio como se le reconocía el mérito y por fin fue nombrado Mariscal del Imperio.
La emoción de la victoria no embriagó a Saint-Cyr. Siguiendo un viejo hábito, tras la batalla se encerró a tocar el violín durante varias horas, despreocupándose de todo lo que sucedía a su alrededor, incluidos los heridos en su propio campo. Sus soldados que detestaban esa fría actitud, le apodaban “el búho”.
Saint-Cyr en un vivac durante la noche del 16/17 de agosto. Lienzo de Horace Vernet (hecho en 1821). Fuente: napoleonbonapartewordpress.com. A la derecha, su blasón (Wikimedia Commons). En 1808 sería nombrado conde del Imperio.
Saint-Cyr permaneció por dos meses en el área de Polotsk, dedicándose a luchar contra los partisanos y vigilar a Wittgenstein. Se quedo al mando de los dos cuerpos de ejército pero pronto su cuerpo bávaro se empezó a venir abajo a una velocidad alarmante. Los bávaros parecían especialmente propensos a ponerse enfermos, o al menos a fingirlo ya que muchos que llegaban al hospital de Vilna eran mandados de vuelta, pero desertaban en el camino.
Entre el 18 y el 20 de octubre tendría lugar la 2ª batalla de Polotsk. Wittgenstein había sido reforzado hasta alcanzar los 50.000 hombres, aunque 9.000 de ellos eran meros milicianos. Por su parte Saint-Cyr contaba con 27.000, aunque probablemente la cifra real de verdaderamente aptos para el combate era inferior.
El 18 Wittgenstein lanzó nada menos que 7 ataques contra los reductos franceses con el grueso de su ejército. El propio Saint-Cyr fue herido en una pierna y a pesar de no poder caminar ni siquiera cabalgar cómodamente, permaneció en su puesto dictando instrucciones. Al caer la noche todos los ataques habían sido rechazados, con enormes bajas en ambos bandos.
Mapa de la 2ª batalla de Polotsk. Pinchar dentro para agrandar. Fuente: www.napoleon-online.de.
El 19, Wittgenstein se limitó a bombardear fieramente las posiciones francesas consiguiendo originar un espectacular incendio en la ciudad de Polotsk. Saint-Cyr comprendió la actitud de Wittgenstein cuando le informaron a última hora de ese día, de que una fuerza rusa al mando del general Steingal había conseguido cruzar el Dvina y se dirigía hacia la retaguardia francesa.
La evacuación de Polotsk el día 20 fue complicada ya que los rusos se lanzaron inmediatamente tras los franceses, produciéndose un feroz combate callejero. Saint-Cyr envió a los bávaros a rechazar a Steingal que les bloqueaba por el otro lado la retirada con unos 9.000-13.000 hombres. Los bávaros consiguieron arrollar a Steingal, haciéndole retroceder, salvando una difícil situación.
Los rusos habían perdido más de 12.000 hombres por 8.000 de los imperiales. Sin embargo la caída de Polotsk unida a que los rusos tomaron también Vitebsk, supuso a su vez la caída de la línea del Dvina, generando un serio peligro para la retirada de Napoleón desde Moscú. En unos días se presentaría el mariscal Victor con refuerzos para tratar de restablecer la situación. La grave herida de Saint-Cyr, unida al parecer a un brote de tifus, le hizo abandonar su puesto y le evitó el mal trago de servir bajo Victor.
Tropas rusas avanzan hacia el infierno en llamas en que se ha convertido Polotsk. Ilustración de Peter von Hess (Wikimedia Commons).
Campaña de 1813
Saint-Cyr pudo reincorporarse al servicio activo a tiempo de la segunda parte de la campaña de 1813. El Emperador le encomendó el mando del 14º Cuerpo, el último en ser formado. Su misión era proteger la línea del Elba y la vital Dresde, que era el principal depósito de suministros de Napoleón. Saint-Cyr se enteró de que el Ejército de Bohemia con cerca de 200.000 hombres y con los monarcas de Rusia, Austria y Prusia a la cabezaxi, se dirigía contra él. El 23 empezaron a llegar los aliados y para el 25 de agosto ya tenía frente a él a 80.000 hombres al mando de un viejo conocido: Wittgenstein. Los algo más de 20.000 reclutas de Saint-Cyr simplemente no podían cubrir adecuadamente todo el perímetro defensivo de Dresde y un ataque decidido hubiera tenido muchas oportunidades de triunfar.
El 26 ya estaba el grueso del ejército aliado a mano (150.000), y se inició el ataque a las 5 de la mañana contra los arrabales de Dresde Saint-Cyr había hecho una excelente labor preparando la zona para la defensa y los aliados avanzaron lentamente. Además los defensores franceses estaban animados ya que Napoleón había llegado a toda velocidad y con él venían más de 90.000 refuerzos.
Por al menos una hora y media las tropas de Saint-Cyr tuvieron que aguantar el ataque en solitario pero al progresar la mañana empezaron a entrar en acción las tropas de la Joven Guardia. A mediodía los aliados estaban al alcance de la propia Dresde pero había fuertes indicios de que tenían a Napoleón enfrente y empezaron a preocuparsexii. Por la tarde los aliados reanudaron el ataque y ya estaban a punto de asaltar la propia Dresde, cuando Napoleón lanzó a sus refuerzos a la ofensiva, consiguiendo estabilizar la situación y haciendo fracasar el ataque aliado.
Batalla de Dresde, 2º día. Fuente: Encyclopedia of the French Revolutionary and Napoleonic Wars (Wikimedia Commons).
Al día siguiente Napoleón lanzaría una gran ofensiva que derrotaría a los aliados y les haría huir. Sería su gran victoria durante esta campaña. El cuerpo de Saint-Cyr formaría parte del centro de Napoleón. Por la mañana avanzó y tomó el suburbio de Strehlen, rechazando los intentos de reconquista efectuados por los 38.000 hombres del prusiano Kleist. Afianzado el centro francés, por Marmont y Saint-Cyr, serían los flancos los encargados de ganar de la batalla.
Dresde fue la primera ocasión en que hubo un contacto estrecho entre Napoleón y Saint-Cyr. Parece que la relación fue bastante buena. Saint-Cyr daba su opinión a Napoleón y éste parecía estimar bastante sus consejos. Sin embargo, Napoleón le reprocharía más tarde la perdida del cuerpo del general Vandamme en Kulm (30, agosto), aunque en un primer momento y por carta a personal al propio Saint-Cyr le echó la culpa al propio Vandamme por imprudente. Saint-Cyr y Marmont habían salido para apoyar a Vandamme que estaba persiguiendo al ejército aliado. Saint-Cyr no llegó a tiempo de salvar a Vandamme que se dejó rodear, cayendo prisionero y reforzando la imagen de Saint-Cyr como “mal camarada”.
Muerte del general Moreau en la batalla de Dresde. El antiguo superior de Saint-Cyr, se había tenido que exiliar tras el ascenso de Napoleón. En 1813 ejercía de asesor del zar de Rusia, cuando fue alcanzado por una bala de cañón francesa.
Saint-Cyr fue enviado de vuelta a Dresde, con 30.000 hombres de los 14º y 1º cuerpos. Un cuerpo aliado de 20.000 hombres se acercó a observar su posición pero Saint-Cyr salió contra él, rechazándolo a una distancia suficiente para permitir a sus tropas forrajear con cierta comodidad. Sin embargo pronto se presentaron más fuerzas.
El hambre amenazaba a su cuerpo y sus tropas germanas iban desertado. Napoleón había sido rechazado hacia Leipzig donde entre el 16-19 octubre sufriría su gran derrota.
Desesperado lanzó el 17 de octubre una salida con sus 15.000 agotados hombres contra el cordón de casi 50.000 aliados -al mando de Osterman-Tolstoi-, tratando de abrirse paso hasta Napoleón. Sus fuerzas tuvieron inicialmente éxito contra la débil fuerza aliada compuesta en su mayoría por milicianos y cosacos, reforzados por unos pocos regulares. Sin embargo la escasez de caballería les impidió romper del todo el cerco y tuvo que regresar.
Sin posibilidad de socorro y atenazado por el hambre, Saint-Cyr capituló el 11 de noviembre, tras un mes de resistencia y 6 días después de que Napoleón cruzara el Rhin para volver a Francia. Los términos establecían que el demacrado ejército francés regresaría a Francia, absteniéndose de luchar. Sin embargo los aliados optaron por internarlos prisioneros -incumpliendo su palabra- y Saint-Cyr no tomaría parte en la campaña de 1814.
Gouvion Saint-Cyr. Ilustración de H. Rousseau (Wikimedia Commons).
Epílogo.
Durante los Cien Días, Saint-Cyr se negó a alinearse con Napoleón, y éste estuvo a punto de borrarlo de la lista de mariscales pero la esposa de Saint-Cyr intercedió por él. Tras la derrota de Napoleón en Waterloo, fue recompensado con el puesto de Ministro de la Guerra. Era un puesto delicado en ese momento y una de las tareas más espinosas era que tenía orden de organizar la corte marcial de su compañero, el mariscal Ney. Ney había prometido al rey apresar a Napoleón y había acabado cambiándose de bando, por lo que había sido seleccionado para dar un escarmiento a los “napoleónicos”.
Saint-Cyr apreciaba a Ney de sus días juntos en el Ejército de Alemania durante la Revolución. Ney cuando salía el tema de la falta de compañerismo de Gouvion, afirmaba que él siempre lo había encontrado dispuesto a echar una mano. Saint-Cyr trató de organizar una corte marcial “blanda” ordenando que la llevaran a cabo varios mariscales, en la creencia de que le evitarían a Ney la sentencia de muerte. El primer escollo fue que el mariscal Moncey se negó públicamente a participar en el juicio, pero más grave fue que el propio Ney no se fiara de una corte marcial y exigiera ser juzgado por la Cámara de los Pares. El resultado fue desastroso para Ney ya que la Cámara votó casi unánimemente en su contra.
El primer periodo de Saint-Cyr en el Ministerio fue breve (8, julio – 25, septiembre). Dimitió como protesta porque se había accedido a entregar parte del territorio francés en una rectificación de las fronteras. En 1817 volvería, primero como Ministro de Marina y de las Colonias , pero en seguida volvería a ocupar la cartera de la Guerra, durante dos años. Desde allí reorganizaría el ejército tratando de darle un carácter nacional y evitando que se volviera al ejército dinástico del Antiguo Régimen. Además sentó las bases del moderno Estado Mayor francés. También conseguiría una amnistía y la vuelta de los oficiales exiliados como el mariscal Soult.
Saint-Cyr, moriría retirado en sus estados en 1830.
Autor: Flavius Stilicho.
Massena, Davout y Suchet eran los maestros, capaces de misiones independientes. También, en menor medida, lo eran St. Cyr, Soult y -por un tiempo- Macdonald. Lannes, de haber vivido, podría figurar entre lo mejor. El resto eran proyectiles humanos que necesitaban de la puntería e impulso del Emperador. Su servicio fue duro. Sus nombres perduran. (J. Elting)
Fuentes:
Acerbi, Enrico - The 1799 Campaign in Italy – Napoleonseries-org.
De Vernon, Gay - Vie du Maréchal Gouvion Saint-Cyr – Google Books.
Dunn-Pattison, R.P. – Napoleon´s Marshals – Archive.org.
Fremont-Barnes, G. (Ed) - Encyclopedia of the French Revolutionary and Napoleonic Wars
Headley, J.T. - Napoleon and his Marshals – Google Books.
Hofschroer, P. - Leipzig, 1813. La Batalla de las Naciones.
Lipscombe, N. - The Peninsular War Atlas.
McDonell, A.G. - Napoleon and his Marshals
Web: www.historyofwar.org.
Web: www.napoleon-empire.net.
Notas:
i Parece que Saint-Cyr cayó en desgracia al devolver a sus dueños ciertas piezas de arte y joyas, que ya se habían reservado para sí algunos miembros del Directorio.
ii Jourdan afirmó que había sido una victoria, pero aunque los franceses causaron más bajas a sus rivales -unas 5.000 frente a algo más de la mitad- tuvieron que retirarse sin lograr su objetivo y suele ser considerada una victoria del Archiduque Carlos.
iii Las bajas fueron de bastante entidad para el tamaño de las tropas implicadas: los franceses tuvieron casi 400 bajas y 800 prisioneros, los austriacos unas 300 bajas y más de 500 prisioneros.
iv Aunque no se opuso al ascenso de Napoleón, tampoco lo apoyó. De hecho parece que Napoleón se molestó porque Saint-Cyr fue de los pocos generales con mando que se negó a firmar un documento por el que el Ejército “le pedía” convertirse en Emperador. Tampoco firmó la nota de “enhorabuena” por haber sobrevivido a la conspiración de Pichegru-Cadoudal y no estuvo en la ceremonia de coronación.
v 8.000 según los franceses. La cifra probablemente era menor, tal vez algo superior a los 5.000. Saint-Cyr tendría entre 5.000-7.000 a sus disposición.
vi Ocupada por los franceses antes del inicio de los hostilidades, Barcelona era una plaza clave para el control de la región. Napoleón le dijo a Saint-Cyr que si se perdía Barcelona, el propio emperador con 80.000 hombres no podría retomarla (sin el control del mar).
vii Destacó el apoyo prestado por el legendario capitán Cochrane, que prestó grandes servicios, más por propia iniciativa que por instrucciones de su poco emprendedor superior.
viii Reding estaba temporalmente al mando ya que Vives había marchado hacia el cuartel general de Tarragona. Reding hubiera preferido retirarse a una posición mejor, pero las instrucciones de Vives eran poco claras y además, como todos los generales españoles, temía más a la reacción popular -que consideraba toda retirada sin combatir una cobardía- que a los franceses.
ix La situación era un tanto extraña, ya que Verdier que debería haber sido un subordinado de Saint-Cyr en realidad informaba a Napoleón. Por eso cuando Verdier le pidió más tropas a Saint-Cyr para el asalto definitivo, este se negó a entregárselas directamente y en su lugar ofreció una división para realizar un ataque secundario coordinado pero independiente.
x La de 25.000 hombres es su fuerza teórica. Parece que los cuerpos de Napoleón empezaron la campaña bastante escasos de hombres, con muchos de ellos todavía en ruta o dejados atrás por enfermedad. El general francés Berthezene llegó a afirmar que cuerpos como el bávaro nunca llegaron a tener más de 11.000 hombres aptos para el combate. Aunque esto pueda ser una exageración lo cierto es que tanto el 6º como otros cuerpos estuvieron lejos de alcanzar la fuerza prevista en el campo de batalla.
xi El comandante nominal era el general austriaco Schwarzenberg, que tenía que lidiar con la presencia de 3 monarcas en su ejército que aunque sólo estaban de observadores no paraban de interferir en las cuestiones militares y que encima tenía cada uno objetivos políticos diferentes.
xii Los sensatos planes de campaña aliados estipulaban que si uno de los 3 ejércitos aliados se encontraba enfrente del propio Napoleón (y del grueso del ejército francés) debía retirarse , mientras los otros dos ejércitos avanzaban y derrotaban a los subordinados de Napoleón. Sin embargo en ésta ocasión el orgullo se impuso, el rey de Prusia declaró que era vergonzoso que un ejército de 200.000 huyera simplemente por escuchar el nombre de Napoleón y tras esto los otros monarcas no quisieron parecer a su vez débiles.
- Historia Edad Contemporanea
- Biberach
- Cardedeu
- Dresde
- Mariscales del Imperio
- Molins de Rei
- Novi
- Polotsk
- Valls
- Napoleónicas
- Contemporánea
- Flavius Stilicho's blog
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Muy interesante, ya que poco o nada conocía de Saint Cyr
Me llama mucho la atención su tendencia nada recomendable de querer simplemente servir sin compartir con sus camaradas, en juego no solamente está la gloria de uno, sino la vida de muchos.
Gracias¡
Nuevamente he vuelto a disfrutar de otro de tus relatos napoleónicos Flavius, ¡no se te ocurra bajar el listón de calidad!, que te caneo je,je,je.
saludos
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
Gracias a ti, Arafango.
Como bien dices esas rencillas podían suponer la vida de muchos soldados. Se pueden entender que Saint-Cyr estuviera molesto por haber sido dejado de lado en la primera promoción de mariscales y tuviera que ver como avanzaban generales bastante menos capaces que él, pero de eso no tienen la culpa los soldados. Saint-Cyr tenía talento y le sobraba visión para saber como evolucionaba una batalla y hacer lo que otros hacían, es decir ignorar las ordenes del superior de turno o la falta de ellas y acudir por propia iniciativa al lugar amenazado. Saint-Cyr se escudaba en que era incorrecto que un general actuara sin ordenes o en contra de ellas, pero en el fondo latía un sentimiento de orgullo herido y cierta satisfación al ver como sus superiores se ponían en evidencia.
El de Polotsk es un buen ejemplo. Oudinot no era ningún genio y le habrían venido bien unos consejos de Saint-Cyr, pero éste le vino a insinuar algo así como: "Tú eres el Mariscal y no yo, pués demuestrame que te mereces más el bastón". Tras ser herido Oudinot, Saint-Cyr ganó la batalla, pero a los soldados franceses les hubiera venido mucho mejor que Saint-Cyr se hubiera avenido a aconsejar a Oudinot desde el principio, siendo ya responsibilidad de Oudinot el aprovechar o no los consejos.